Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

Dos «Liederblätter» quizá autógrafos de Juan del Encina y una posible atribución1

Vicenç Beltrán





En las últimas décadas, diversas escuelas filológicas, codicológicas y paleográficas han profundizado considerablemente en nuestro conocimiento de los manuscritos y de cuanto atañe al soporte material de la transmisión escrita en la Edad Media que ha llevado, en ciertos casos privilegiados, al estudio de los autógrafos2. Por desgracia, la escuela española de filología apenas ha participado de esta corriente, desaprovechando una excelente herramienta para profundizar, por una nueva vía, en el conocimiento del pasado. Y es precisamente la lírica de cancionero, tan rica en testimonios y de tan compleja tradición, una de las canteras menos exploradas, a pesar de contar a menudo con manuscritos indudablemente próximos a la mano del autor3.

El estudio de la configuración de los cancioneros del siglo XV me llevó hacia el breve cancionerillo de Juan del Encina que B. Dutton individualiza con las siglas MN38, el ms. 17510 de la Biblioteca Nacional de Madrid4. En realidad se trata de un testimonio conocido desde hace tiempo, y al que R. O. Jones dedicó dos trabajos; en el primero, de 1961, lo daba a conocer y publicaba uno de sus textos inéditos, las Coplas sobre el año de quinientos y veynte y vno5, en el segundo, daba a luz un nuevo inédito, el Villançico contrahaziendo a los mocaros6. Por fin, en la edición de la Poesía lírica y cancionero musical de Encina, incluyó el texto de los poemas líricos que este manuscrito contiene7. Sin embargo, no creo que se le haya dedicado todavía la atención que merece.

El motivo inicial de mi interés se basaba en el hecho de contener una antología temática, un ciclo poético formado por ocho composiciones en torno a las vivencias del autor durante su peregrinación a Tierra Santa junto a Fadrique Enríquez de Ribera, marqués de Tarifa8; es precisamente su relato en prosa, el Viage del señor don Fradique Enrriquez de Ribera9, como se verá a continuación, el contenido de la mayor parte del volumen10. A la vista de estos datos, todo parecía indicar que nos hallábamos ante un pequeño Liederblatt, una hoja poética que, por su tema y por el lugar donde aparecía, podía ser un obsequio del poeta a su protector11. Este tipo de núcleos de lo que luego serían los grandes cancioneros, tal como los había imaginado G. Gröber12, nos son prácticamente desconocidos en la investigación de la poesía del siglo XV, donde lo que sí abunda son las colecciones de autor, como la que publico el propio Juan del Encina13; y sin embargo, la abundancia del material poético sobre este período hacía prever la conservación de alguno de los cuadernos sobre los que trabajaron los grandes compiladores. Su interés, cuando lo examiné personalmente, resultó ser mucho mayor.

El contenido del manuscrito es el siguiente14:

  1. Tercer folio de guardas: Viage del Señor don \fradique/ Enrriquez de / Ribera. Marques de Tarifa que fizo a Jerusalen, trata dodo [sic] lo que se passo enel letra humanística.
  2. f. i r.: este libro es del viaje que yo don fadrique enrriquez de rribera / marques de tarifa adelantado mayor del andaluzia hize / a jerusalen de todas las cosas que enel me pasaron desde que / sali de mj casa de bornos. que fue mjercoles veynte t quatro / de nobienbre de quinientos t diez t ocho hasta veynte de otubre / de quinientos t veeynte \anos/ que entre en seuylla // myercoles veynte t quatro djas del mes de nobiembre... el texto del viaje sigue sin interrupción hasta el f. cxlj v.
  3. f. cxlij r.: Coplas sobre el año de qujnjentos / y veynte y vno de juan delenzina // Año de mjll y qujnjentos... sigue hasta el folio cxlviij v.
  4. f. cl r.: Trivagia: Admjrativo preludio de Juan del enzina // O tienpo feliçe del syglo dorado... hasta f. clxxxv v.
  5. f. clxxxvj r.: Romançe y suma de todo el viaje de juan delen / zina // yome par tiera derroma... hasta f. cxc v.
  6. f. cxc v.: villançico de juan / delenzina // Jerusalen Jerusalem... hasta f. cxcj r.
  7. f. cxcj r.: villançico ala tie/erra / sancta de juan del / enzina // salbete djos tierrasanta... termina al fin del f. cxcj r.
  8. f. cxcj v.: villançico contra haziendo alos mocaros que sienpre van / ynportunando alos peregrinos con demandas / de juan del enzina // benda ti istran pelegrin...
  9. f. cxcj v.: al señor cardenal de sancta cruz / patriarca gerosoljmjtano / sobre el mal reparo dela / casa del patriarcado que / en jerusalen esta // muy preclaro carbajal... hasta f. cxciij r.
  10. f. cxciij r.: de un verso la tino con / puesto y glosado por / el mesmo abtor sobre / el nonbre suyo y de la o / bra desde su viaje // siluestre ex ilice uenit // glosa // avnque no persona din\a/...
  11. f. cxciij v.: los derechos que se pagan al turco son y no otros... y termina cada áspero vale syete maravedis y medjo.

El manuscrito lleva en la contraportada la antigua signatura 141, tachada, y se observa el ex libris de D. Pascual de Gayangos15. Consta de cuatro folios de guardas, más 194 folios útiles, más dos folios de guardas al final. Los dos folios de una bula impresa, de que nos ocuparemos más adelante, se han encuadernado envolviendo el último cuaderno, a modo de guardas. Numeración antigua del i al cxxviij en el margen superior derecho, que desaparece a continuación quizá por la cuchilla del encuadernador. El f. xxi ha sido numerado erróneamente como xxii; el error llega hasta el f. xxviij, cifra que ha sido escrita al lado de la xxix, que a su vez ha sido tachada. A partir del f. xcvii, por un error luego corregido, se originó una doble foliación, que se convierte en triple a partir del f. cii. De estas tres numeraciones, todas de la misma letra, dos están tachadas pero la que quedó indemne como buena repite el f. xcvii. Una mano reciente ha escrito a lápiz el número «149» en el folio correspondiente. A pesar de ciertas vacilaciones, en esta numeración parecen haberse sucedido las mismas manos que en la copia del manuscrito, y que estudiaremos más adelante.

Pero aquí nos interesa especialmente la estructura del volumen, con valiosos datos que permiten reconstruir la forma original y el momento de su composición. La encuadernación es antigua, en cuero repujado, de tipo mudéjar, con cinco bullones metálicos en los ángulos y el centro de ambas tapas y con cierres de cuero con hebillas metálicas, perfectamente conservada. Sin título exterior. Actualmente, el manuscrito mide 153 x 203 mm, de escritura muy irregular, cuya caja oscila entre 110 x 157 mm en 29 líneas (f. iiij r.) hasta 120 x 180 mm en sólo 25 líneas (f. lxij r.); en otros lugares mide 100 x 155 mm en 29 líneas (f. civ r.), 120 x 182 mm en 30 líneas (f. cxxij r.) o 111 x 160 mm con 34 líneas (f. cxxxij r.). Los dos últimos cuadernos, que contienen textos poéticos, están escritos a una sola columna, las Coplas sobre el año de qujnjentos / y veynte y vno (ff. cxlij r.-cxlviij v.) a dos estrofas por página y la Trivagia (ff. el r.-clxxxv v.) a tres estrofas por página. Los poemas últimos están escritos a dos columnas (ff. clxxxvj r.-cxciij r.). Sigue una página con anotaciones relativas al viaje y termina con los dos folios en blanco que, como queda dicho, cierran el volumen.

Consta de 13 cuadernos, cuyo papel presenta a veces diferencias en su calidad y medidas desiguales; también es irregular la composición de cada cuaderno, con el siguiente esquema: 10 + 4 + 8 + 8 + 12 + 1+ 5 + 2 + 8 + 7 + 5 + 2 ff. sueltos + 4 + 23. Casi todos los cuadernos conservan restos de su signatura y de una foliación interna. Las signaturas figuran en el margen inferior derecho del recto de su primer folio, y son correlativas, excepto en el cuaderno noveno, que lleva el número «vi»; hasta el quinto inclusive y en el noveno usa números romanos, a partir de aquél, y excepto en el noveno, cifras arábigas, seguidas, por lo regular, de la abreviatura «quaderno». Esta numeración falta en el décimo y undécimo, vuelve a aparecer en el duodécimo y falta de nuevo en el decimotercero.

La foliación particular de cada cuaderno ha sido mutilada en numerosos lugares por la guillotina del encuadernador, pero puede reconstruirse en casi todos ellos. Se anota sólo en la primera parte de cada bifolio y aparece en el margen inferior izquierdo del verso del folio correspondiente. Alternan las numeraciones arábiga y romana, excepto en el último cuaderno, donde aparecen las series «i-xi» y «13-23». No la encuentro en los cuadernos sexto, octavo y undécimo.

Folio 34r. del Ms. 17510 (BNM)

Folio 34r. del Ms. 17510 de la Biblioteca Nacional de Madrid

Folio 34v. del Ms. 17510 (BNM)

Folio 34v. del Ms. 17510 de la Biblioteca Nacional de Madrid

Folio 142r. del Ms. 17510 (BNM)

Folio 142r. del Ms. 17510 de la Biblioteca Nacional de Madrid

Folio 142v. del Ms. 17510 (BNM)

Folio 142v. del Ms. 17510 de la Biblioteca Nacional de Madrid

Folio 150r. del Ms. 17510 (BNM)

Folio 150r. del Ms. 17510 de la Biblioteca Nacional de Madrid

Folio 150v. del Ms. 17510 (BNM)

Folio 150v. del Ms. 17510 de la Biblioteca Nacional de Madrid

A pesar de su factura irregular, el volumen está constituido casi en su totalidad por una misma clase de papel, doblado en cuarto, cuya filigrana muestra una mano abierta con una flor encima y las iniciales GA en la palma. Briquet documenta un solo caso, muy semejante, en Provenza, en 152916, pero en el reino de Valencia se encuentra un tipo muy próximo, con las mismas letras, en el período 1480-150017 que puede sugerir un origen peninsular o, cuando menos, una difusión más amplia en la Corona de Aragón. Unas pocas hojas (ff. 101, 103, 104, 115) apenas dejan ver su dibujo, que puede ser un grifo coronado18; otra filigrana se observa en los ff. 132, 133, 136, 137 y 141, del tipo del peregrino, que tampoco encuentro en los repertorios habituales. A la luz de estos datos, y a juzgar también por las características de la letra, nos encontramos ante un manuscrito que puede ser coetáneo de los hechos que narra.

El último cuaderno fue encuadernado en el interior de un ejemplar de la bula de cruzada de Pío IV, datada en Toledo, 3 de enero de 1561, doblado y con el texto en la parte interior. En el dorso, y por tanto en el folio en blanco que inicia el cuaderno, se lee: « + / En-rrjquez / pago don bruno monje déla cartuxa de alano19 de 1561». Los dos folios que la bula doblada dejan al final del cuaderno hacen las veces de hojas de guardas del volumen. Su aspecto actual es, por tanto, posterior a esta fecha.

No es irrelevante la referencia a una cartuja. El linaje de nuestro Marqués había protegido la de las Cuevas de Sevilla, en una capilla de cuyo claustro reposan los miembros de la familia Ribera. El manuscrito 1419 de la Biblioteca Nacional de Madrid, f. 130 v., contiene unas Notas de la Historia del Rey Don Pedro el Cruel [...] que esta en la cartuja de Sevilla llamada de las Cueuas en los libros que alli dejo [...] Don Phadrique Henriquez, Marques de Tarifa20. En efecto, el Marqués, en su testamento de 16 de junio de 1535, legó su biblioteca a esta institución21, aunque la nota sobre el folio de la bula, si es que hace referencia al libro, parecería indicar que éste no fue legado, sino adquirido por un miembro de dicha orden22. Por otro lado, en el margen inferior del folio i r., a continuación del texto y de letra distinta se lee «del marques». Por todo ello podemos suponer que nos hallamos ante un ejemplar que perteneció a Fadrique Enríquez de Ribera, que debió permanecer en la Cartuja hasta la exclaustración causada por la ocupación francesa23 o, más probablemente, hasta la desamortización. Es interesante observar que en la biblioteca de Pascual de Gayangos, su primer posesor moderno conocido, había también un Becerro del marqués D. Fadrique, que dio a las Cuevas de Sevilla24.

Si los datos anteriores nos ayudan a comprender cuándo y dónde fue encuadernado este manuscrito, los datos internos permiten deducir cuándo fue copiado. Después del f. lxxxiij r., en que narra su llegada a Rodas durante el viaje de vuelta, empieza un largo relato sobre la historia de la orden de San Juan de Jerusalén que se extiende hasta el f. lxxxvj v. En el f. lxxxvij r., el Marqués, siempre atento a los aspectos institucionales, hizo copiar el Capitulo que trata de la Regla y abjto de los frayles del sacro horden y ospital de Jerusalem. Con otros capítulos semejantes, la descripción de los aspectos organizativos de los hospitalarios se extiende hasta el f. cxx r., donde cuenta su partida de la isla. En este contexto narra la caída de Jerusalén y el traslado de su sede a Acre, luego a Rodas, de la que pondera el continuado refuerzo militar y la perfección de sus fortificaciones (ff. xcj v.-xciij r.), para acabar con esta noticia:

tornose a poder de los turcos a veynte quatro de henero de mjll e qujnientos e veynte e tres años ovieronla dozientos e treze años con cinco meses y ocho dias.


(f. xciij r.)                


La fecha es errónea. El ataque definitivo de los turcos contra la isla comenzó después que, en septiembre de 1521, llegara al puerto de Rodas Felipe Villiers de l'Ile-Adam, elegido maestre durante una estancia, como embajador, en Francia. El grueso de la flota turca (cuatrocientas cincuenta naves) fue avistado el 26 de julio de 1522 y el 29 de agosto llegó el propio Solimán, el Gran Turco. Después de romper las defensas por varios lugares y de diversos ataques que no consiguieron tomar la ciudad, los caballeros pactaron su rendición y los turcos entraron el día 25 de diciembre de 1522, después de seis meses de sitio. El primero de enero de 1523, el gran maestre y sus caballeros abandonaron la isla y llegaron a Candía, tierra veneciana25.

El error sorprende un tanto en persona como el Marqués, puntillosísimo en la anotación de pormenores jurisdiccionales de los países que recorre y, muy en particular, de lo relativo a las órdenes militares, como comendador de Guadalcanal que era, de la orden de Santiago. La explicación más sencilla es que esta fecha, el 24 de enero de 1523, coincide con el día en que la noticia llegó a Sevilla26, y hemos de considerar probable que, si su registro se hubiese demorado un tiempo, habría obtenido en el intervalo información más completa y fidedigna. Considero muy probable que este párrafo sea coetáneo o muy poco posterior a la fecha indicada, lo cual nos da un valiosísimo indicio para la datación del Viaje.

Para avanzar un poco más, es necesario atender al contenido del manuscrito. La sección más amplia describe, en prosa, el viaje del primer marqués de Tarifa a Tierra Santa. Enumera los lugares donde pernoctaron, las leguas recorridas en cada jornada, cuántos días permanecieron en estos lugares y los atractivos que les ofrecían, con especial hincapié en los lugares de peregrinación y las leyendas devotas. El decimotercer cuaderno está ocupado por las Coplas sobre el año de qujnjentos y veynte y vno27, donde Juan del Encina relata su vuelta a la Península, procedente de Roma, en este año, y una estancia en Andalucía:


te dire lo que yo vi
en toda la andaluzia
quando de rroma venja [...]28


Es cierto que Encina describe las convulsiones políticas y sociales de Castilla y Valencia, las comunidades y las germanías, pero lo hace de oídas:


la guerra sygun se dize
fue en castilla por ser horra [...]29
y en el rreyno de valençia
dizen que tanbien ansy
uvo la misma pendençia30.


y en efecto, se centra en los males que sufría Andalucía, el hambre y la epidemia:


vi tan gran modorra y hambre...31


Creo que no se ha reparado en el valor biográfico de este testimonio. Entre su estancia en Roma, el mismo año 1521 en que parece haber publicado allí su gran poema sobre el viaje, Trivagia32, y su llegada a León, donde ostentaba un priorato y donde lo sabemos el 20 de noviembre de 152333, pasó por Andalucía donde, el año 1521 que da título a estas coplas, recogió la penosa impresión que el poema refleja. Ahora bien, el hecho de que esta composición nos haya llegado, conjuntamente con el viaje a Jerusalen de Fadrique Enríquez de Ribera y los poemas que el propio Encina compuso durante el trayecto, en el mismo manuscrito que hemos de suponer el propio original del marqués de Tarifa conservado en la Cartuja de Sevilla, incita a pensar que el objeto de su estancia en esta región fuera, precisamente, visitar a su antiguo compañero de peregrinación, y, muy probablemente, buscar la protección de este magnate en el preciso momento en que debió perder la que disfrutaba en la corte pontificia. Quizá le entregó también la edición romana de Trivagia, un poema que, como sabemos, se deshace en elogios sobre el ilustre sevillano, y quién sabe si fue en este momento cuando el Marqués obtuvo también la del Cancionero de Encina que figuraba en el inventario de los libros legados a la cartuja de las Cuevas34.

Nótese por otra parte que el manuscrito actual se ha formado por la superposición de tres entidades bien delimitadas. Los primeros once cuadernos, donde se nos relata el viaje de don Fadrique, forman una unidad perfectamente diferenciada; contienen un texto homogéneo y, al objeto de dar cabida a la totalidad del relato sin añadir un cuaderno suplementario, se le superpusieron dos folios sueltos al final. Si el coordinador del volumen o los copistas, pues fueron varios, se hubieran propuesto copiar el libro tal como hoy se conserva, habrían añadido nuevos cuadernos, pues necesitaban no menos de cincuenta y una páginas para los textos en verso que siguen. Este dato parece indicar que en tal punto se consideraba completo el manuscrito primitivo.

La segunda parte consta exclusivamente de las coplas sobre los hechos del año 1521, que forman por sí mismas el duodécimo cuaderno, a pesar de sus escasas dimensiones: ocho folios, de los que el último, el cxlix r. y v., queda en blanco. Si en la sección anterior fue necesario añadir dos folios, aquí sobró uno, que no fue aprovechado para copiar los textos que siguen.

La Trivagia, con los poemas serios o jocosos en torno a la peregrinación a Tierra Santa, forma el amplísimo cuaderno final, de 46 folios, que, por razones que ignoramos, está individualizado por su encuadernación en el interior de una bula de 1561, doblada por la mitad. Este cuaderno contiene los textos 4 a 11 de la relación anterior. Por otra parte, en su último folio escrito (193 v.) se anotaron datos curiosos sobre los derechos que los turcos cobraban a los peregrinos y al cambio de moneda35, lo que invita a pensar en una redacción coetánea a la peregrinación o inmediatamente posterior.

Todo parece indicar que nos hallamos ante un volumen compuesto, formado por la adición de materiales que nacieron separados. El marqués de Tarifa habría guardado primero el relato de su viaje con los poemas de Juan del Encina compuestos en aquella ocasión, luego, el que el propio poeta compuso y le dio a su regreso de Roma. Seguramente sólo adquirió su constitución definitiva en manos del encuadernador, sin que podamos saber si, con anterioridad a su estado actual, ya en la cartuja de Sevilla, había sido encuadernado o si bien, como permite suponer la foliación casi completa por cuadernos y por folios -donde no se encuentra pudo haber sido mutilada por el o los encuadernadores- había sido escrito sobre éstos sueltos, cuidadosamente numerados para evitar accidentes, y guardada en este estado. La identidad del papel a lo largo de las tres secciones del volumen permite suponer que, a pesar de todo, todos ellos fueron copiados en un mismo ámbito, seguramente el entorno del Marqués.

El examen atento del contenido del manuscrito y su colación selectiva con la versión impresa36 permite ciertas conclusiones sobre la naturaleza de cada testimonio y sobre sus relaciones mutuas que nos serán de gran utilidad. En primer lugar, podemos asegurar que el impreso procede del manuscrito, pues conserva algunos de sus errores37:

  • [1] Las lamparas de la capilla del Santo Sepulcro son de vidrio porque no las osan tener de plata por amor de los moros (f. xlviiii v. = 62 v.).
  • [2] esta camara de la flagelaçion se solia mandar por la calle principal (f. li r. = 66 v.).
  • [3] algunas delas naciones de cristianos mueren, error por algunos de..., que puede deberse a atracción del contexto (f. lv v. = 72 v.).

En otros puntos, omite elementos del manuscrito: algunos epígrafes del f. cxi r. (= 141 r.) referentes a los deberes de los freires de la orden de San Juan de Jerusalén, tres de sus maestres en la relación que de ellos se hace (ff. cxix v. = 151 v.- 152 r.) y algunos puntos de menor interés38. Por otra parte, abundan los errores particulares del impreso; valga esta muestra:

  • [4] se juntaron todos los caualleros, que querian, ser de el sancto Sepulcro, o gran parte dellos (f. 79 r.). Por supuesto, los caballeros que aspiran a ingresar en la orden del Santo Sepulcro no pueden alcanzar este honor si no se reúnen al grupo que va a recibir el espaldarazo. El manuscrito lee t parte dellos, (f. lx r.) que debe referirse a los caballeros presentes que no deseaban la investidura, pero sí asistir a ella, como sucede con el propio Marqués que la relata.
  • [5] De la lengua de Albania // La segvnda lengua es la de Albania... (f. 122 v.) en lugar de Albernia (f. xcvij r.). El manuscrito había caído también una vez en este error: el prior de Albania (loc. cit.).
  • [6] La preminencia del Baylio Capitular es ser de Capitulo y Consejo (f. 123 v.) en lugar de la prjmjnencia del bayljo capitular es la menos que todos la qual no es al salbo ser de capitulo y consejo (f. xcvij).
  • [7] Roldes (f. 132 v. y 133 r.) por roles (f. cv r.).

Son mucho más importantes las correcciones y adiciones que el texto manuscrito ha sufrido en manos del editor, y que prueban hasta la saciedad que éste no puede derivar de alguna edición o copia primitiva del texto que conocemos a través de la imprenta. En primer lugar, se han enmendado numerosos errores del manuscrito, la mayoría de detección fácil y a menudo de carácter estilístico, aunque a veces se ha producido la introducción de un error nuevo:

  • [8] De Lázaro se afirma erróneamente que avia rresucitado de tres dias muerto (f. viij v.), en lugar de de cuatro, como dicen el texto bíblico (Juan, 11, 39) y el impreso (f. 10 v.).
  • [9] Notese este párrafo, en manifiesto anacoluto: boja la ysla ochenta mjllas. en el arçipielago. hazia la via de rrodas ay seys yslas pobladas... (f. xxxiiij r.). El impreso se limita a introducir un verbo que no resuelve el problema: Boja la isla, ochenta millas està en el Arcipielago hazia la via de Rodas. Ay seys islas pobladas... (f. 44 r.).
  • [10] estos njegan que el hijo no proçede del padre (f. lxxix r). El impreso suprime la negación (f. 99 r.).
  • [11] Estos njegan que el espiritu santo no proçede sjno del padre (f. lxxx v.) enmendado en el impreso por Estos dizen... (f. 100 r.).
  • [12] que los frailes no procuren beneficios de la religion de otra njnguna persona salvo de la misma religion (f. cxj v.). El impreso suprime de la religion (f. 141 v.).

Tienen mucho más interés las interpolaciones, más numerosas, pues contienen datos y precisiones sobre Tierra Santa que sólo el autor podía aportar:

  • [13] Desde esta puente dicha hasta casa de Anas, que es, donde a nuestro Señor decindieron preso: ay ochocientos y sesenta passos. Suben esta cuesta, y baxan otra.
    • Desde esta casa a la de Cayfas, que es en lo alto del Monte Sion, subiendo por vna cuesta arriba ay trezientos y cinquenta passos.
    • Desde la casa de Cayfas, hasta la casa de Pilatos ay mil y quinientos y ochenta passos. Entonces el camino no deuia, yr por donde oy va, que deue ser mas corto. Desde esta casa a la donde lo açotaron ay el anchura de la calle angosta, que deue auer vente [sic] passos (f. 72 r.-72 v. = f. lv v.).
  • [14] Otro dia venimos a Suemonte a comer, y a dormir a Piperno: que es vna buena villa de la Iglesia: veinte y siete millas (f. 163 r. = cxxviij r.).

Creo que con esta muestra basta para dejar patente el carácter de buen número de estas adiciones.

De los datos expuestos no se puede inferir que el impreso derive del manuscrito que estamos estudiando, pues podrían proceder ambos de un mismo original. Sin embargo, existen indicios abundantes que obligan a pensar que nos hallamos ante una primera versión, todavía incompleta, de la que se habría copiado el arquetipo del texto impreso. En primer lugar, el manuscrito ofrece adiciones interlineadas o al margen, con una señal de llamada en el cuerpo del texto, que han sido incorporadas por el impreso: ff. xxviij r. = 36 v., xxxj v. = 40 v., lij v. = 68 v., por ejemplo. Pero nos interesan más los pasajes donde el copista no ha resuelto fielmente la interpolación:

  • [16] f. xix r. anota al margen xxx m. / ferra y en el lugar marcado, el texto impreso intercala treinta millas. Sin embargo, no ha comprendido que ferra era abreviatura por Ferrara, sujeto de la frase siguiente y fácilmente deducible del contexto (f. 22 v.), o ha juzgado inútil repetir un término que aparecía inmediatamente antes de la expresión interpolada.
  • [17] En el f. xxij v. hay una adición al margen pero el texto carece de la marca que suele indicar el lugar de su inserción. El texto impreso prescinde de ella (f. 28 v.).

Más significativos resultan los espacios que el manuscrito deja en blanco (sustituidos por puntos suspensivos en las citas siguientes), quizá por no encontrar en aquel momento los datos necesarios, y que el impreso no siempre ha podido colmar:

  • [18] a esta ysla vjno la rreyna. Elena, de la ysla de lesdilis que son... mjllas (xxiij v.) que se resuelve así: A esta isla vino la Reyna Helena de la isla de Lesdilis, que son pocas millas (f. 43 v.).
  • [19] En el pasaje relativo a la isla de Boja (cf. [9]) encontramos esta frase: Boja esta ysla... mjllas. es el comjenço del arçipielago... mjllas del zanto (f. xxxiij v.), corregida así: Boja esta treinta millas; es el comienço del Arcipielago no se que millas del Zanto (f. 43 v.).
  • [20] Aqui le otorgo nuestro señor yndulgençia plenaria que es el segundo dia de... para muertos y biuos (f. cxxxij r.), resuelto por el impreso: E aqui le otorgo nuestro Señor Indulgencia plenaria: que es el segundo dia de Agosto, para muertos, e viuos (f. 169 r.).
  • [21] vn lugar de adonde hera Juan Vocaçio que se llama... que es tiera de florençia (f. cxxxiiij v.). Por fin no debió recordar o encontrar la anotación relativa a Certaldo, la villa donde según la tradición nació el escritor, y rehízo la frase: vn lugar, que es en tierra de Florencia, de adonde era Ioan Bocacio (f. 174 r.).

A la luz de estos datos, creo que nos hallamos ante la primera redacción del Viaje por los servidores de marqués de Tarifa. Lo descuidado del manuscrito, de distintas manos y sumamente irregular, invitaría a pensar que pudiera haber sido escrito incluso durante el viaje, quizá en los descansos. Sin embargo (y al margen de la referencia a la caída de Rodas en manos de los turcos) en diversos lugares anticipa contenidos que se dan a conocer después, y que serán descritos en su lugar:

  • [22] En la yglesia mayor, de marsella esta la cabeça de sant lazaro. que el cuerpo fue llevado a borgoña como adelante se dira (f. vj v.); en el f. ix v. explica ampliamente el traslado de la reliquia.
  • [23] venjmos a dormjr a veneçia [...] y estuvimos en ella hasta postrero de junjo que enbarque para Jerusalen en la nao coreça (f. xx v.).
  • [24] Después de copiar los capítulos del contrato con el patrón de la nave (ff. xxviij v.-xxx v.), enumera sus incumplimientos (ff. xxxj r.-xxxij r.). Cada uno de estos puntos será desarrollado en el lugar correspondiente del relato.
  • [25] Respecto a la escala de Rodas, en el viaje de ida, se anuncia: lo que de rrodas ay que dezir quedara para la buelta (f. xxxiiij r.). Y, en efecto, la descripción de la isla y la Orden que la regía ocupa gran parte de los folios dedicados al regreso (ff. lxxxiij r.-cxx r.).
  • [26] los armenjos [...] an dado la obidiençia al papa avnque sus cerimonjas no son conformes a las nuestras como adelante se djra (f. xli v.). El rito armenio es explicado en los ff. lxxxij r.-v.
  • [27] estos griegos son ereticos en su creençia segund al cabo djra (f. lxxvij v.). Del rito griego se ocupa en los ff. lxxix v.-lxxxij r.

A la luz de estos pasajes, resulta notorio que el texto del manuscrito es el resultado de una elaboración a posteriori.

Estos datos resultan más elocuentes si los cotejamos con las correcciones al texto de la Trivagia de Encina, en la última parte del manuscrito. Normalmente se trata de errores por atracción del contexto que, casi siempre, atrae palabras del mismo verso o de versos contiguos:

  • [28] allj vjsjtamos las que allj quj vereys (f. clxiv r. = v. 692).
  • [29] su creer dexemos sj es sano sj es egro
    • mas basta dexe que tienen nombre de cristianos (f. clxiv v. = vv. 717-718).
    •     // de virgen//
  • [30] y cristo // criado de criado y nacido (f. clxvij r. v. 818).
  • [31 ] y allj puede mjsa quien dezir qujen es preste (f. clxviij v. = v. 891).
  • [32] y es de cinco naves mas es casy redonda tonda
    • la mas parte de ella se va a la redonda (f. clxxij r. vv. 1061-1062).
  • [33] creer debe cierto subjr cierto cristo al cielo (f. clxxv r. = v. 1214).
  • [34] quien a de andar poco mucho muy poco reposa (f. clxxxj r. = v. 1496).

En otros casos, se trata de una mala separación de versos:

  • [35] y luego allj junto do fue la locion que Cristo
    • que Cristo a sus doze los pies les lavo (f. clxiv r. = vv. 685-686).

o de la sustitución incorrecta de un término por un sinónimo (error mental) como en el caso siguiente, donde la rima imposibilitaba la palabra copiada:

  •               / diujno
  • [36] abriose en la muerte de aquel Rey eterno / (f. clxxj r. = v. 1009).

Ni siquiera falta el error paleográfico:

  • [37] y a sido nombrada por su divjnjdad (f. clxxxiv r. = v. 1639).

Sólo en un caso cabría pensar en una variante de redacción:

  • [38] y do al cirineo por fuerça tomaron
    • que a llevar la cruz a cristo llego ayudo (f. clxxiv v. = v. 1170).

Como puede juzgarse, en este poema, el más largo y complejo de los textos del manuscrito después del Viaje, podemos encontrar también errores, de tipología muy marcada. Pero nada tienen en común con los descritos antes y acreditan, simplemente, los descuidos normales de un copista, ni excesivamente significativos ni excesivamente abundantes39.

A la luz de todos estos datos, podemos conjeturar para el texto del Viaje el siguiente proceso de redacción. Durante el trayecto, en los descansos y altos del camino, se obtendrían informaciones orales sobre el itinerario que serían anotadas inmediatamente; es el caso de las distancias entre los diversos lugares o las recorridas en cada jornada40. Otras veces, se trataría de material escrito y más complejo, como las instituciones venecianas y su sistema electoral (ff. xx v.-xxviij r.), el contrato con el patrón de la nave (ff. xxviij v.-xxx v.), las creencias y ritos de las iglesias cristianas de oriente41 (ff. lxxix r.-lxxxiij r.) o la historia y estatutos de la orden de San Juan de Jerusalén (ff. lxxxiiij r.-cxx r.). El manuscrito que conservamos es un borrador elaborado con posterioridad o una revisión todavía provisional, pero su forma definitiva sería posterior, con algunas adiciones y correcciones, quizá en una copia más digna de un bibliófilo de la categoría del Marqués que, directamente o por copia interpuesta, habría llegado a manos de los impresores, probablemente a instancias del magnate. El propio Marqués debió disponer que la Trivagia y el Romance y suma de todo el viaje se unieran a la versión definitiva, pues así lo afirma la edición más antigua que conservamos42, aunque ignoramos por qué se omitieron el resto de los poemas en arte menor43. Pero vayamos al punto de mayor interés ¿quiénes integraban el equipo redactor del viaje?

En primer lugar, hemos de considerar que el narrador es siempre el Marqués, incluso en los aspectos más nimios. En general, los intereses que el relato revela son los propios de un aristócrata: jurisdicción y señor a que pertenecen cada uno de los lugares visitados, rentas que dan, atención a las «obras públicas» (el palacio papal de Aviñón, el puente de Beaucaire...) y militares (en especial de la isla de Rodas, pero también visible en la descripción de las ciudades italianas), asistencia social, sistemas de gobierno (en particular el veneciano, quizá por su atipicidad), el mismo detalle con que es relatada la investidura de los caballeros del Santo Sepulcro44... La catedral de Milán, por ejemplo, es comparada con la de Sevilla, y en el f. xlix v. leemos: comulgaron algunos t yo con ellos con mj abjto. Por si la mención del hábito no resultara transparente para un lector ajeno a los pormenores biográficos del protagonista, el impreso añadió esta aclaración: blanco de mi orden de Sanctiago (f. 64 v.).

En vano buscaremos cualquier referencia ajena al magnate, como, por ejemplo, a la primera misa de Juan del Encina, apadrinado por un capellán del Marqués, que él narra devotamente en su Trivagia (vv. 897-904, f. clxviij v.). Sin embargo, y al igual que en otros casos de escritores medievales, hemos de considerar como muy probable que no fuera el propio Marqués el ejecutor material del escrito, sino que lo confiara a sus auxiliares45 como sucedía a menudo entre los autores de libros de viajes46. Así eran redactadas, también, las cartas de los poderosos, sin que faltaran, en su caso, las referencias personales47.

No cabe duda de que el Marqués debía tener un equipo considerable de letrados para atender a la administración de su casa, y, si lo deseaba, podía acudir a instituciones que su familia había protegido tradicionalmente, como la Cartuja de Sevilla o los Jerónimos de Bornos. Sin embargo, la factura peculiar del relato del Viaje, con sus cambios visibles de letra, las irregularidades que se observan, a medida que pasan las páginas, en la caligrafía de la misma mano, y la anomalía permanente de su justificación invitan a pensar en algo distinto de un taller especializado, con el auxilio de personal poco acostumbrado a las exigencias de uniformidad y rigor de los copistas profesionales o con la desatención explícita de este aspecto, quizá por su condición de borrador.

El manuscrito está escrito en una gótica cursiva irregular, de diversas manos, muy influida por la cortesana, excepto en el f. 171 r. donde los epitafios de Godofredo y Balduino de Bouillon, en latín, usan una cursiva humanística. Dada la importancia del elemento paleográfico en las páginas que siguen, he de agradecer a la Dra. D.ª Josefina Mateu, catedrática de Paleografía en la Universitat de Barcelona, el estudio personal del manuscrito y el peritaje que, con la colaboración eficaz de su animoso equipo, llevó a cabo a petición mía, y que el lector encontrará junto a este trabajo. Pero para un visión más clara de este problema conviene reproducir aquí sus conclusiones, según las cuales en la copia habrían intervenido seis manos denominadas A (ff. i r.-xviij v. y xxx r.-v.), B (ff. xix r.- xxviij v.), C (ff. xxix r.-cxxvj v., cxlij r.-cxlviij v. y el r.-cxciij v.), D (ff. lxj r.- lxij v., lxxxiij r.-lxxxiv v. xc r.-xciij v., cvj r.-cix v.), E (ff. lxxxviij r.-lxxxix v., xciv r.- xcv v., c r.-cv v., cx r.- cxv v.) y F (cxvj r.-cxviij v. y cxxvj r.-cxlj v.).

El que resalta por un hábito más peculiar y ajeno a la producción libraría es el copista E; posee una letra bien regular y legible, pero tiende a comenzar cada página por una mayúscula (ff. lxxxviij r. y v., lxxxix v. -luego suprimida al corregir la palabra inicial-, xciv v., xcv r., cij r. y v., ciij r., civ r. y v., cv r. y v., cx r. y v., cxiij r. y v., cxiv r. y v. y cxv r. y v.). En el resto del manuscrito, este rasgo indica siempre comienzo de párrafo. Al menos en este punto, puede recordar los hábitos de los notarios y escribanos, acostumbrados a iniciar página con el íncipit de un documento que, obviamente, empezaba también por letra mayúscula48. Sin embargo, el que más nos interesa ahora es el copista C, a cuyo cargo corre la mayor parte del libro. Su intervención empieza en el f. xxix r. y sigue, con interrupciones, hasta el ff. xcix v., que contienen el grueso del Viaje, para volver en los ff. cxlij r.-cxciij v., ocupados por el cancionerillo de Juan del Encina.

En primer lugar, conviene anotar que, en un sector extenso de la obra, alterna con otras manos: A en ff. xxx r.-v., D en ff. lxj r.-lxij v., lxxxiij r.-lxxxiv r., xc r.-xciij v. y E en ff. lxxxviij r.-lxxxix v., xciv r.-xcv v. En el primer caso (ff. xxx r.-v.), la mano A ayuda a C a copiar las capitulaciones con el patrón de la nave que los había de conducir a Tierra Santa, en los ff. lxj r.-lxij v., D se hace cargo de una parte de la ceremonia en que fueron armados los caballeros del Santo Sepulcro, en los ff. lxxxiij r.-lxxxiv v., el mismo copista ultima la copia del informe sobre las confesiones cristianas de Tierra Santa y sus ritos, narra la llegada a Rodas, de la que da una breve descripción, y comienza la copia de un amplio resumen de la historia y estatutos de la orden de San Juan de Jerusalén; y es aquí donde las diversas manos se suceden con mayor frecuencia: sigue C (ff. lxxxv r.-lxxxvij v., E (ff. lxxxviij r.- lxxxix v.), D (ff. xc r.-xciij v.), E (ff. xciv r.-xcv v.), C (ff. xcvj r.-xcix v.), E (ff. c r.-cv v.), D (ff. cvj r.-cix v.), E (cx r.-cxv v.), F (ff. cxvj r.-cxviij v.) y, por fin, C (ff. cxix r.-cxxvj v.). He de notar que este material termina en el f. cxx r., tras lo que continúa el relato de viaje por parte de la mano C.

En toda esta sección, es obvio que los redactores o copistas están reproduciendo, más o menos mecánicamente, un material previo, recogido por escrito en Rodas49, quizá en castellano, cuyos giros resultan inequívocos: Capitulo iij de como nuestra religion... convino a nuestro maestre t religion desanparar su morada... (f. xcj v.). En general, las menciones a la Orden se resuelven mediante expresiones como nuestra religion, nuestra sacra religion, nuestros establecimientos, esta santa religion, los yllustres maestres nuestros superiores... Es más: después del inciso donde se describe la caída de la isla en manos de los turcos, el copista sigue con este tenor: Restaurada e forteficada esta cibdad de Rodas [...] mantienese con gran fervor t diligencia, para continuar luego con la descripción de la ciudad y la isla como si estuvieran todavía en poder de los hospitalarios. No cabe la menor duda del tipo de trabajo que aquí se precisaba, distinto de la redacción de un relato y de carácter más mecánico, cuya naturaleza permitió el recurso a personal auxiliar que relevara a C de esta enojosa tarea.

Es posible inferir quién o quiénes fueron los informantes que facilitaron este material al Marqués. Tras describir el funcionamiento de los capítulos generales de la Orden (ff. civ r.-cv v.), el copista reproduce las oraciones que pronuncian el marichal y los saçerdotes que ende presentes estan, cuyo texto ocupa los ff. cvj r.-cvij r. y cuyo contenido es el siguiente: por la paz, por los frutos de la tierra, por el sumo pontifiçe, por los cardenales y perlados, por el enperador y reys, por el maestre de ospital (f. cvj r.), por los baylios y prjores y castellan de enposta50, por los hermanos del ospital, por los enfermos y cavtivos, por los pecadores, por los bienhechores de nuestro ospital, por los hermanos y parientes (f. cvj v.). Si el texto no procediera de los caballeros de la lengua aragonesa, no tendría sentido la plegaria por su superior el castellan de Amposta, pues no es mencionado ningún otro de su mismo nivel. Por razones que ignoro, debieron ser estos caballeros los que acogieron al Marqués y le suministraron un documento, probablemente destinado a su propia información, sobre el conjunto de datos históricos e institucionales necesarios para entender la trayectoria de la Orden y la mecánica de su funcionamiento. Un documento que había de interesar sobremanera a un comendador de la orden castellana de Santiago.

Por otra parte, las secciones del relato que no han sido escritas por la mano C ofrecen un desnivel estilístico muy notable respecto a éstas. Hemos de observar que el texto en su totalidad ofrece un estilo hasta cierto punto uniforme, con sintaxis pobre, escasa variedad de los nexos y dicción muy concisa, quizá atribuible a la necesidad del estilo didáctico, que imponía un nivel de lengua muy sencillo:

maguer que cada uno diga de grandes cosas, non deve siempre enseñarlas o dezirlas de grand manera, mas, quando enseña, manssamente ebaxament51.


A veces da la impresión de un texto dictado, sometido a los condicionantes de la lengua oral. Si examinamos la parte confiada a la mano A, encontramos a menudo pasajes como el siguiente, que puntúo para facilitar su comprensión:

venjmos a dormjr a san maxjmj que es tres leguas, adonde esta el cuerpo de la madalena e de san maxjmj e otros santos, e vna redomjlla de vidrio con su sangre [de Cristo de la Magdalena o de San Maxjmj?] y tierra que ella cogió al tienpo de la pasión rebuelta; y dizen que el vjernes santo, a la ora que nuestro señor espiro, hierve, y cabellos de la madalena. el cuerpo no se ve. la cabeça amuestran engastada en oro, con vn vidrio delante del rostro que nunca se qujta; tiene desde la media frente hasta medio de la sien yzqujerda vn pedaço de carne que lo mas ancho es como dos dedos, E a los dos cantos es muy angosta, como medio dedo, y esta renegrida.


(f. vij v.)                


Pasajes muy semejantes pueden señalarse en la última sección del Viaje, de la mano F:

otro día fuemos a la çiudad de gaeta A comer, onze mjllas. es vna çiudad larga y angosta, es muy52 puerto de mar. la fortaleza es muy buena y tiene vna escalera que deçiende de ella a la mar para sacar y meter gente, vn monte que estaua Ençima de la fortaleça que le dañaua esta todo çercado, saluo que es mucho de guardar, perdido es tomada la fortaleza, perdida esta çiudad tiene mucho trauajo napoles, y a dormir a mola53 que es vno de los puertos A do se rregistran todas las bestias que Entran en el rreyno. honze millas.


Como se puede observar, las frases se suceden sin la debida ilación o contigüidad de contenido y sin preparación ni enlace formal alguno; la torpeza del redactor es manifiesta, y todo indica que se está transcribiendo un texto de tono marcadamente coloquial, quizá tomado poco menos que al dictado, quizá reproduciendo casi mecánicamente las anotaciones apresuradas que pudieron tomar durante el viaje.

La mano C incurre a veces en pasajes torpes, donde no acierta con una solución estilística adecuada, pero remonta rápidamente estas caídas:

otro dia, xxvij del dicho mes, enbiamos al trujaman, que hera de Chipre, que aviamos llevado con nosotros desde venecià, que hablava arabjgo, a iherusalem a llamar al guardian de monte sion, porque es costumbre que los peregrinos no an de saltar en tierra hasta que el venga, por que el trae el seguro del señor de Jerusalen y trae consigo al señor de rama y a los \escri/vanos54 de Jerusalen para que escriviese los peregrinos, dende en quatro dias, postrero de junio, en la noche, vino el guardjan a Jafa, y otro dia, domjngo, primero de agosto, entro en nuestra nao a visitarnos y subiose luego y fuese a la otra nao de nuestra conserva y enbjonos vn frayle, el qual en latin nos dixo ciertas cosas que heran...


(f. xxxv r.)                


A pesar de la evidente pesadez de los ques, sobre todo en la primera parte, un párrafo de concepción tan simple ha conseguido una notable coherencia interna, sin saltos ni sobreentendidos, y resulta infinitamente más claro que los anteriores. Los resultados suelen ser mucho mejores, aún conservando siempre el lastre de una dicción casi oral:

...allegamos1 tarde y con muy rezio sol y reposamos allj, poco2, a cabsa del guardjan; porque el monesterio de monte sjon suele dar dos çenas a los pelegrinos, la vna a la yda y la3 otra a la despedida, y despues, a la postrera, anda el bacin. y lo que les dan, ellos lo mereçen muy bien, asj por proveer a los peregrjnos de todo el pan e vjno que han menester y4 alfombras y almohadas de guadamecir en que duermen, como por trabajo tan continuo que allj tienen con los moros y por los muchos djneros que sjenpre les dan por ser bjen tratados, ellos5 y los lugares santos, como por que, quando algunos peregrjnos van, el guardjan va por ellos y los torna hasta enbarcarlos, como por que, quando algunos peregrjnos les aconteze algo de peligro, sy ellos no tienen con que ljbrallo6, el guardian, a costa del monesterio, lo ljbra. e demas por los grandes trabajos que allj sufren, que quando allj7 estavamos, porque vn frayle que llevava vjno a los peregrinos no quiso dar de [be]ber a vn moro, el moro le pelo las barvas, y esto farian de contino sino a cabsa de lo mucho que el guardjan dona8 al señor de damasco y de Jerusalen. por esta cabsa son bien tratados y los tienen en rreputacion. y quando se le antoja al señor de Jerusalen yr al monesterio, a el y a los que con el van, dan de comer muy bien, como vj vna vez.

(ff. xxxvij v.-xxxviij r.)                


Variantes del impreso: 1 llegamos 2 vn poco 3 y la falta 4 y falta 5 dellos 6 librarse 7 aì 8 da.


He indicado las variantes del impreso a fin de poder cotejar cómo es editado un pasaje tan extenso. Y nótese que, aparte de alteraciones sin interés, normalmente banalizadoras, hay un error manifiesto (n.º 5) que rompe su difícil estructura sintáctica y conceptual. Bajo un estilo aparentemente fácil y no muy bien construido, muy próximo a la lengua oral, ofrece una notabilísima complejidad sintáctica, digna de un buen escritor que, probablemente, ha sabido articular el texto que se le ofrecía, quizá al dictado, sin alterarlo en profundidad. Algo que excedía las posibilidades de los demás copistas.

No quiero dejar esta sección sin dedicar algunas líneas a la letra de un corrector que revisó el conjunto del manuscrito, añadiendo notas al margen o sílabas e incluso palabras interlineadas. Algunas veces hay que atribuirlas al mismo copista que se ocupaba de la sección correspondiente, y la mano E se muestra especialmente cuidadosa en este aspecto (ff. cj v., cij v. y ciij v.); en la mayoría de los casos, se trata de una semigótica marcadamente redondeada, del estilo de las manos C y D, pero más regular y caligráfica, seguramente a fin de evitar malentendidos en unas letras o sílabas, como máximo una palabra, que debían apretarse en el espacio interlineal, a veces muy estrecho. Comparando las palabras çinco (caso 1 en el peritaje relativo a esta mano, interlineada en f. cxiiij r. y al margen en xxij v.), casas y casa (caso 2, interlineada en ff. cxxv r. y xciv v.) y dize (interlineada en ff. xxxj v. lxix r.) y las sílabas se (interlineada en ff. cxx r. y clj r., número 5 y 6 del peritaje) resulta obvia la identidad del trazo, que se puede observar también en letras aisladas de otros lugares.

Como decía más arriba, esta mano usa un tipo de semigótica muy redondeada, como sólo ofrecen en el manuscrito las manos C y D. Obsérvese, por ejemplo, el distinto enlace de la sílaba co en la palabra çinco arriba citada, idéntico al de complidos (f. clij r. = v. 105, mano C) y al de conpañja (f. clviij v., = v. 409, también de mano C), así como al de con (f. lxj, línea 11, mano D) y contra (f. lxxxiij v. línea 3, mano D) pero distinto de comer (f. xx r., copista B); aunque el enlace sea semejante, el trazo de la o es también distinto en costumbres (f. lxxxviij v. línea 1, mano E), y ambos difieren en encomiendas (f. cxvj r. 1. 1, mano F).

Obsérvese la siguiente corrección, también interlineal:

  •               //seze//
  • [35] El martes a // seys despues que saljmos (f. clxxxj v. = v. 1512).

La edición, quizá considerando que seze era un arcaísmo intolerable55, rehízo así el verso:

martes diez y seis, después que salimos (f. 222 v.)56.


estropeando irremisiblemente la cadencia del arte mayor. Y sin embargo, una lectura de tal calidad invita a pensar en un copista excelente, muy superior a lo que la tipología de la letra invitaría a pensar. Quizá, incluso, pudiera tratarse de una corrección del autor, puesto que seys por diez y seis podría antojarse una licencia poética que no compromete el sentido cuando en la misma estrofa, cuatro versos más abajo, puede leerse:

a los dezisiete mjercoles partimos (f. clxxxj v. = v. 1517).


Sea quien fuere este corrector era muy consciente de la dificultad de la lectura, pues a lo largo de todo el manuscrito es rara la ese sigmática para representar, como en seze, la z57. Podemos pensar que su aparición en este punto es un intento de evitar cualquier equívoco.

El análisis detallado de otras dos palabras que aparecen tanto en las correcciones interlineales como en el texto del manuscrito permite afirmar su compatibilidad, preferentemente con la mano C, aunque el parecido depende en gran medida de lo cuidado del trazo. Así, por ejemplo, en el f. clxxv r. (= v. 1214 de Trivagia, número 8 del peritaje correspondiente), el corrector escribe xpo, abreviatura de Cristo. La p es de un tipo marcadamente librario, semejante a la que suele usarse en la copia de cancioneros en este mismo período, mientras que en el resto del manuscrito predomina la variedad más cursiva58; en ciertos lugares, el copista C usa la misma abreviatura con una p más cursiva (ff. clxiv r. y v. = v. 683, 686 y 719) aunque en otros pasajes opta abiertamente por la forma más libraría (en general, en el Romance y suma de todo el viaje, especialmente ff. clxxxvij r.-v., vv. 139, 164, 174, 177, 187 y 199, pero más cursiva en v. 211).

Difiere más la forma de trazar la x. En la abreviatura que estudiamos (f. clxxv r. = v. 1214) está formada por dos trazos en aspa cuidadosamente trazados; el que desciende de derecha a izquierda es fino y su extremo inferior está levemente curvado hacia arriba. Por el contrario, en el resto del texto atribuido a la mano C, predomina el modelo basado en un solo trazo que primero desciende de izquierda a derecha, se levanta luego en forma curvada hasta la parte superior de la caja para descender hacia la izquierda, desviándose luego por debajo de la caja hacia la derecha hasta enlazar con la letra siguiente. Muy semejante es la forma de esta letra en la parte de la mano D; aunque trazada en forma de aspa, es el trazo descendente de derecha a izquierda el que vuelve hacia su derecha, trazando una curva que baja hasta la caja de la línea inferior, para enlazar con la letra siguiente (ff. lxij v., línea 5, y cvj r., líneas 3 y 7), y lo mismo sucede con la mano E (f. lxxxviij v., línea 6). En la caligrafía más cuidada de la mano C, correspondiente a las Coplas sobre el año quinientos veinte y uno, la equis recupera la forma de aspa, con el brazo descendente de izquierda a derecha ligeramente curvado a la derecha, sin llegar a enlazar (ff. cxlv r. = v. 133 y cxliij v. = vv. 71-73). Sin embargo, en el lugar donde el autor ha trazado la letra con el máximo cuidado (en la palabra Xerez del f. cxlv v. = v. 151) adquiere el mismo trazo que en la abreviatura que comentamos. Y este tipo aparece alguna que otra vez a lo largo de esta sección (excelsa, f. clij r. = v. 97).

Lo mismo sucede con dize (f. xxxj v., línea 6, número 9 del corrector) y dizen (f. lxix r., línea 8, número 10), cuyo rasgo más característico es el trazo inferior de la z, inclinado hacia la izquierda. La mano C tiende a una línea más cursiva, que se inclina primero a la izquierda, luego gira rápidamente a la derecha para enlazar con la letra siguiente (ff. xlvj r. y v., xlvij v., xlix v. y clx v. = Trívagia v. 527); pero cuando la caligrafía se vuelve más regular y cuidada adopta una forma idéntica a la de estas correcciones (ff. 48 r., línea 3), muy semejante también a la que encontramos en las Coplas sobre el año quinientos veinte y uno (ff. cxlij v. y cxliij r. = vv. 31 y 42). El trazo de la z resulta muy semejante en la mano D, pero el de la e difiere un tanto, menos redonda y cerrada (ff. lxj v., línea 11 y lxxxiiij r., línea 7). Creo, por tanto, que este corrector puede ser el copista que venimos denominando C.

Llegados a este punto, ¿quién pudo ser este personaje, dotado de un excelente dominio de la lengua y colaborador del Marqués, al menos en la mayor parte del relato de su Viaje? La pregunta se responde por sí misma si prestamos atención a la sección del manuscrito que se le confió. Ya sabemos que se ocupó de los dos cuadernos finales, con poemas de Encina. En cuanto a la narración en prosa, su aparición y desaparición son también significativas. Se hace cargo del texto en Venecia, en el momento de copiar las capitulaciones con el patrón de la nave que había de llevarlos a Tierra Santa (f. xxix r.); Encina nos dice en su Romance y suma de todo el viaje:


fuerame para veneçia
por mejor via seguir
que de allj los peregrinos
cada año suelen partir.


(ff. clxxxvj r. = vv. 3-6)                


En su Trivagia, relata por extenso el encuentro con el Marqués, resume el viaje que éste había realizado desde Andalucía y encarece su linaje y sus cualidades personales (ff. clix r.-v. = vv. 441-472).

Si ahora pasamos a la desaparición definitiva de la mano C en la redacción del Viaje, nos situaremos en el f. cxxvij r., del cual se ocupa la mano F que sigue hasta el final. El salto se produce bruscamente, durante la descripción de Sena o Siena (ff. cxxvj r.-cxxvij v.); sigue un breve itinerario:

ponteçentina. veynte t dos millas / [...] viterbo veynte e seys millas [...] / [...] monterrosso diez y seis mjllas / [...] ysola que es vn meson ocho mjllas de rroma [...] / entramos en rroma donde estovimos tres meses menos vn dia / salimos de Roma sábado çinco de mayo [...].


(ff. cxxvij v.-cxxviij r.)                


Es todo el comentario que merece al Marqués la estancia en la Ciudad Eterna, aunque se detendrá ampliamente en Nápoles y las atracciones geológicas, históricas, arqueológicas y artísticas de su reino.

Pero volvamos a los relatos de Encina. Primero, el Romance:


yo me torne para Roma
donde me aplaze el bjvir
asi que este mj viaje
a rroma torno a finir.


(ff. cxc r.-v. = vv. 461-64)                


Trivagia sólo habla explícitamente de la vuelta a Venecia desde Jafa, sigue un largo panegírico del Marqués y acaba con una Exclamación sobre la vergüenza que supone para los cristianos la dominación sarracena de los Santos Lugares. Resumiendo, pues: la mano C se ocupa exclusivamente de la sección del Viaje que Encina compartió.

Creo por tanto posible proponer que la mano C, la ejecutora principal del Viaje y la que copió los poemas de Encina, ha de atribuirse a este autor. También creo que se le deben la mayor parte de las correcciones. Por lo que respecta a los problemas cronológicos derivados de esta hipótesis, sabemos que Encina se dirigió a Andalucía en 1521, que la composición del Viaje podía estar ya adelantada a fines de enero de 1523 y que Encina no aparece en León hasta fines de noviembre del mismo año, fecha tras la que emerge regularmente en la documentación del cabildo59. En cualquier caso, tenemos la seguridad de que acudió junto al Marqués en el período en que éste redactaba su relato.

En cuanto a los aspectos estilísticos, hemos visto la diferencia que existe entre la parte que atribuimos a Encina y las que pertenecen a otras manos. Creo, por tanto, que nada se opone a esta hipótesis, y que cuenta con algunos argumentos de peso a su favor. Una parte sustancial del Viaje del Marqués de Tarifa ha de ser considerado como obra de Encina, aún con la salvedad de su forma de composición que, en parte, hemos procurado desentrañar. Puede extrañar que una obra nacida de la mano de Juan del Encina ofrezca una factura tan endeble; quizá el autor no se interesó por un proyecto donde su trabajo quedaba tan mediatizado y devenía anónimo, quizá no recibió del Marqués la compensación que esperaba. Esto podría explicar también que ocho o nueve meses después de la fecha anotada en el libro del Viaje lo tengamos ya documentado en León.

Por otro lado, he de advertir que la mano a la cual debemos el cancionero LB1 (London, British Library, Add. 10431), hasta donde se puede juzgar por un microfilm, es distinta, más libraría, regular y cuidada, de caja mayor, por lo que no puedo proponer, por el momento, su identificación con la del manuscrito que acabamos de estudiar. Afirmarla o negarla exigiría un estudio paleográfico detenido que algún experto debería emprender. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta que en una época en que la copia manual era el único sistema de elaboración de escritos, un mismo personaje, si había sido entrenado en el trabajo intelectual, poseía por lo regular distintos tipos de letra para la copia de libros, más una forma corriente de cursiva para uso epistolar e informal60. Por otra parte, el propio R. O. Jones, que proponía a Encina como el responsable de su ejecución, consideraba «más verosímil que se sirviera de un copista»61. Es una cuestión abierta que convendría cerrar.

Queda un autógrafo, esta vez seguro, cuyo facsímil fue publicado por R. Mitjana en 1914, aunque se limita a una firma62. El trazo de z y el de la i resulta semejante al del manuscrito que estudiamos, especialmente en los tramos de ejecución más cuidada; de todos modos, su condición de firma, compleja y caligráfica, de trazo detenido, y la escasa entidad de la muestra no permiten un cotejo fructífero. Esperemos que futuras aportaciones nos den los datos necesarios para la verificación de la hipótesis que hoy presentamos.

En cualquier caso, no cabe duda de que nos encontramos ante un testimonio excepcional del primer paso en la circulación del material que luego confluyó en los grandes cancioneros. Tal como hemos podido reconstruir el proceso de creación de este manuscrito, Juan del Encina regaló a su protector, el marqués de Tarifa, dos Liederblätter con poemas suyos que se nos han conservado en el manuscrito 17510 de la Biblioteca Nacional de Madrid. El primero contenía las composiciones redactadas durante su viaje a Tierra Santa, y le fue entregado, probablemente, a su regreso a Roma, durante los meses que el magnate andaluz permaneció en esta ciudad; el segundo era más breve, y conservaba sólo las Coplas sobre el año de qujnjentos y veynte y vno, compuestas este mismo año, cuando el poeta se le reunió en Andalucía. Aún cuando estos cuadernos no fueran autógrafos, resultan todavía un testimonio precioso, único hasta el momento, del modelo escrito más sencillo de comunicación literaria en la época de los manuscritos.





 
Indice