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Una de las imágenes simbólicas más potentes a nivel visual y significativo para la figura del pastor es el pelo. Mientras los caballeros de la ciudad solían mostrar sus cabelleras peinadas, los pastores lucían una salvaje pelambrera larga: las greñas se convierten en seña de identidad propia del pastor.

 

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Es otra característica común con pocas excepciones: el desprecio y, sobre todo, desconfianza, hacia todo lo cortesano y su cosmovisión, que se muestra en la actitud que asumen los pastores al encontrarse con uno de sus representantes. El enfrentamiento, motivado o no por una doncella, se produce de forma súbita; generalmente verbal, dada la condición de caballero del segundo; pero, en el caso de la Farsa o quasi comedia de Lucas Fernández, en la que se introduce el çoiço, sí asistimos a una pseudoviolencia física. Véase Françoise Maurizi, «La teatralización del soldado a fines del s. XV en Lucas Fernández», Criticón, 66-67 (1996), pp. 287-305. En definitiva, se trata de un enfrentamiento, cuanto menos inicial, entre los dos universos contrarios cuando se entrecruzan.

 

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Recurre Mingo para la caracterización del caballero a tópicos de cancionero. Sirvan de ejemplo las composiciones de Suero de Ribera como la larga «Ley que fizo Suero de Ribera a los galanes que tales deben ser» o «Non teniendo qué perder»: «Ha de ser lindo, loçano, / el galán a la mesura, / apretado en la cintura, / vestido siempre liviano, / muy bien calçado de mano / pero non traer peales, / faser los tiempos eguales / en invierno e verano. / Capelos, galochas, guantes, / el galán deve traer, / bien cantar y componer / por coplas e consonantes; / de cavalleros andantes / leer estorias e libros, / la silla e los estribos / a la gala concordantes» (vv. 33-48). V. Beltrán (2009), p. 458-9.

 

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La música, el canto o el baile serán habilidades intrínsecas a la condición de pastor. Es muy relevante en este sentido la condición de bailar como signo identitario de Cristino en la Égloga XI de Encina cuando abandona su falso hábito de ermitaño y recupera su verdadera condición pastoril. F. López Estrada (1974) p. 518.

 

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El juego es otro de estos atributos básicos. Otros ejemplos en Égloga IX de Encina (pares y nones); Égloga XIV (dados). Igualmente en Lucas Fernández: Auto o farsa del nascimiento (estornija, palo, salta-buitre, tejo, juegos de mueca: saltar, correr, luchar; chueca).

 

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Uno de los principios fundamentales que gobierna el comportamiento cortesano es «una economía de la ostentación que ajusta los gastos a las exigencias del rango que hay que mantener, constituye las jerarquías sutiles de la etiqueta como patrón de las diferencias sociales y hace de los lugares y los papeles en el ritual curial la apuesta fundamental de la competencia social. En la configuración social de la corte, la construcción de la identidad de cada individuo siempre se ubica en el cruce de la representación que propone de sí mismo y el crédito concedido o rehusado a esa representación» R. Chartier (2000) p. 165.

 

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Buen ejemplo de ello, aunque no haya sido posible desarrollarlo en estas páginas, es la Égloga de Fileno, Zambardo y Cardonio, donde se nos presenta al pastor doliente como enfermo de amor héreos que hace suya toda la retórica cancioneril frente al pastor Zambardo, más en la línea del pastor rústico y entre ambos Cardonio, en un punto intermedio.

 

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M. Á. Pérez Priego (1991), p. 55.