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Juan García Hortelano

Ensayos

El lector que conozca previamente la obra narrativa de Juan García Hortelano leerá con el mismo interés y admiración sus ensayos, prólogos y artículos. Se trata de dos vertientes, dos conjuntos en los que el escritor muestra dos talentos complementarios: junto al dominio del diálogo, del desarrollo novelesco, del diseño y la técnica narrativa, en el artículo encontramos la labor del prosista, el cuidado de la anécdota y, en ocasiones, al relato autobiográfico, se añade un talento para la crítica y el ensayo poco frecuentes.

También si analizamos los artículos que están relacionados con la actualidad, durante los años 80 y comienzos de los 90, sobre todo, veremos que no hay ninguna página precipitada, que en todos los aspectos se trata de textos de una exquisita factura y en los que destaca una crítica social y política de izquierda. García Hortelano muestra su enorme talento para conjuntar momentos de su vida y el análisis de una figura literaria, una obra o el tema que trata. Encontramos en esos momentos una cualidad que buscaba Walter Benjamín en su Infancia en Berlín hacia 1900: evitar el uso del «yo», aunque esté en el centro de la materia tratada11. Así, en «Un viaje por aquella Italia», publicado en 1991, recuerda los momentos previos a la publicación de Tormenta de verano y el viaje que en 1961 le lleva por tierras italianas donde conoce, entre otros, a asco Pratolini, un novelista hoy olvidado, pero entonces mude gran éxito y que fue muy valorado en la España de la posguerra, unos días en los que también persigue por la ciudad la huella del desaparecido Cesare Pavese. Como si se tratara de un hecho baladí, menciona que el editor Einaudi encargó a Italo Calvino su presentación a la sociedad literaria:

En la ciudad donde Pavese estudió, enseñó y trabajó algún tiempo en la propia casa Einaudi, Calvino ejerció de anfitrión perfecto, y el incesante ajetreo me devolvía, nunca antes de medianoche, al convento. Por entonces un joven escritor español que viniera del calor del infierno franquista suscitaba en los medios italianos una curiosidad, una admiración y una conmiseración absolutamente injustificadas, por supuesto, pero a las que no resultaba fácil sustraerse. Yo me dejé querer y quise. (Invenciones urbanas, 2001, p. 13)

En unas líneas podemos ver que se desentiende de lo que pudieron ser esas veladas para presentar una generalización en la que el escritor pierde cualquier aura que pudiera suponérsele. Al mismo tiempo señala aquellas obras que marcan su gusto literario, sus preferencias por Cesare Pavese y Marcel Proust, por Cervantes y el aprecio por un escritor tan discutido como Louis Ferdinand Celine. La suma de estos artículos muestra unos conocimientos enciclopédicos que no solo no quiere exhibir, sino que parece empeñarse en disimular.

La ironía y el humor siempre matizan y dan un tono característico del escritor, que en lugar de refugiarse en la nostalgia y en el yo que fue, recuerda esa situación desde 1991, desde la distancia de una situación social y política muy distinta, y evalúa las emociones de su yo pasado. No se dan muchos más detalles de aquel viaje a Italia y termina remitiéndonos a una reflexión en la que la subjetividad queda sumergida en el paso del tiempo:

Los tiempos, aunque lo ignorásemos, estaban cambiando. Todavía nos suponíamos jóvenes y todavía durante alguna velada romana parecía posible que de un día a otro la libertad llegara a España, incluso en un barco turco, y únicamente en virtud de la constancia de la razón. (Invenciones urbanas, 2001, p. 14)

Quizá uno de los elementos que no debemos olvidar y que recuerda en un breve texto dedicado a Marcel Proust, en 1988, es que a esas alturas el recuerdo de la lectura forma parte del escritor y entonces quien quería dedicarse a la labor creativa y no cayó en la simple idolatría, no me recuerdo al borde la beatería. Así, García Hortelano une vida y obra, y la gran novela de Proust le lleva, al prescindir de los elementos de culto al maestro, a los «salones de la vida». Caso muy diferente es el de L. F. Celine, pues señala que en su obra se encuentran los peores sentimientos y la más lúcida malevolencia (Invenciones urbanas, p. 17), y de este modo vemos que en la lectura el juicio estético y la moral son independientes, como ya había mostrado Kant.

En algunos de sus artículos revisa, desde los años 80, su actividad literaria en sus comienzos y no adopta una posición cómoda de rechazo del pasado social-realista, o de intentar intensificar ahora sus dudas de entonces. En textos en los que se refiere, por ejemplo, a Nathalie Sarraute y su Edad de la sospecha, García Hortelano reconoce que las sospechas de la escritora francesa resultaban problemáticas para quienes creían en el realismo social, y en los modelos del realismo socialista. Los escritos y el contacto personal, en muchos casos con los escritores franceses, suponían un apoyo en la posición política frente al régimen, pero no ocurría lo mismo en el terreno estético.

Por otro lado, en un artículo del año 1976 («Pecados de juventud») muestra unos conocimientos inesperados de Teoría de la Literatura, a propósito de un libro de Víctor Sklovsky, La cuerda del arco, publicado por Planeta, en una magnífica colección que supuso un gran impulso para la teoría en nuestro país. No solo valora con justicia la obra del formalista ruso sino que añade distintos comentarios en que muestra, como en otros textos, su conocimiento del contexto y las corrientes teóricas de la época.

En los artículos en que trata la actualidad política, veremos que no se desentiende de la forma y de una búsqueda de estilo: en algún caso, como por ejemplo, las protestas sindicales en tiempos del gobierno socialista de Felipe González, en 1988, Hortelano apoya las reivindicaciones de los trabajadores e ironiza sobre la situación. No hay una gran acumulación de argumentos, algo que sin duda podría haber desarrollado, sino que presenta una crítica burlona que mezcla otras historias y anécdotas con el tema tratado y donde destaca su sobresaliente capacidad verbal.

Como otros escritores de su generación en varios artículos se ocupa de temas históricos y en distintas ocasiones, como hizo también Carmen Martín Gaite, su atención se centra en las inacabadas reformas del país desde la decadencia en la España de los Austria, y el comienzo de la dinastía borbónica.

No tenemos constancia de que Juan García Hortelano escribiera poemas durante un largo periodo de su vida, y si nos atenemos a los testimonios con que contamos, su escritura iría desde 1970 hasta 1989. Frente a la prosa, tanto publicada como inédita12, su poesía apareció tardíamente, cuando ya era conocido como novelista, y probablemente Las pecas a la espalda (1977) muestra su interés en un género para el que no se consideraba muy diestro. También publica la antología El grupo poético de los años 50 (1978) donde se comprueba su conocimiento de este importante grupo de poetas, con algunos de los cuales mantiene intensas relaciones personales. Su segundo volumen de poemas apareció póstumo, de modo que la ordenación, el título, La incomprensión del comercio (1995) y la edición de los diferentes textos, corresponderían al editor, Antonio Martínez Sarrión, pues el autor no dejó muchas indicaciones para su publicación.

Existen pocos trabajos dedicados a estos poemas, pero los de Juan José Lanz, Antonio Martínez Sarrión y Carlos Bousoño analizan con gran precisión los rasgos de esta poesía y nos ofrecen un balance de sus logros. Juan José Lanz, situando esta obra en su contexto, ha señalado que con alguna frecuencia los narradores de la generación del medio siglo han publicado poemas (Ignacio Aldecoa, Luis Martín-Santos, etc.), mientras que los poetas han realizado incursiones en la narrativa, como las Jaime Gil de Biedma o Carlos Barral.

En la poesía de García Hortelano, desde los títulos de ambos libros (el segundo podría haberse titulado también, según el autor, «La musa ataca de nuevo») o de un buen número de poemas («Mal negocio») vemos que la ironía y la creatividad lingüística son dos de sus características permanentes. En sus dos libros predomina el verso libre, aunque a veces utilice estrofas tan conocidas como el tetrámetro monorrimo de la cuaderna vía medieval.

Los comentaristas citados señalan que tanto en el tono como en los temas coincide con los de los poetas de su generación, y hay que añadir que, dada la importancia de estos (Claudio Rodríguez, José Ángel Valente, Ángel González, etc.) no resulta extraño. Así, otros rasgos frecuentes que pueden citarse son el tono narrativo, el biografismo y la crítica social. Lanz ha señalado que en los poemas de García Hortelano es frecuente la escenificación de un dialogo interior que también está presente en los poetas del medio siglo, una dualidad que enfrenta el recuerdo personal y la conciencia colectiva, el tono confesional y la actitud irónica, la nostalgia del pasado y el sentimiento de culpa. La memoria, sin duda, tendría un papel fundamental y así en la contraportada de su primer libro, Echarse las pecas a la espalda, aparece la última estrofa del poema titulado «Requerimiento y rencor»

No imagines, recuerda,
poeta vergonzante,
pordiosero de imágenes,
profanador de oficio,
plagiario, hermafrodito,
chulo de la Belleza

                 (Echarse las pecas, p. 9)

En otros poemas veremos que la conciencia temporal muestra también un matiz existencial, mientras en otros casos encontremos un tono celebratorio y de exaltación vital que está siempre lejos, según señala Martínez Sarrión, de la ampulosidad y la sobrecarga patética. En uno de los poemas de su último libro, «A distancia, como verdad a distancia», se puede comprobar que, además de lo humorístico y lo vulgar, su originalidad alcanza los temas más conocidos y reiterados en la tradición:

Como estar escribiendo
a media tarde
y, a distancia de un beso,
un poema. Como estar escribiendo.
Y tus mejillas, a distancia de un verso,
el que viene seguido:
tus mejillas. 

                 (La incomprensión del comercio, p. 47)

En sus versos resuena la poesía Charles Baudelaire, de T. S. Eliot y Jaime Gil de Biedma, y en ellos vemos que la ruptura del verso, de la frase y el encabalgamiento dan lugar a una sorpresa que atenúa el tono confesional y que mostrarían, en última instancia, la distancia entre la enunciación y el poema, entre la realidad y el deseo.

Obras citadas y consultadas

  • Benjamin, Walter, Infancia en Berlín hacia 1900, Madrid, Alfaguara, 1982.
  • Bousoño, Carlos, «Poesía de Juan García Hortelano», Compás de Letras 2 (1993), pp. 179-180.
  • Champeau, Geneviève, «Tormenta de verano: el regador regado», Compás de Letras 2 (1993), pp. 116-119.
  • García Hortelano, Juan, Echarse las pecas a la espalda, Madrid, Peralta, 1977.
  • ——, El grupo poético de los años 50 (Una antología), Madrid, Taurus, 1978.
  • ——, Los vaqueros en el pozo, Madrid, Alfaguara, 1979.
  • ——, Tormenta de verano, ed. Antonio Gómez Yebra, Madrid, Castalia, 1989.
  • ——, El gran momento de Mary Tribune, ed. Dolores Troncoso, Madrid, Cátedra, 1990.
  • ——, [Luciana de Lais] Muñeca y Macho, Madrid, Mondadori, 1990.
  • ——, Nuevas amistades, ed. Juan Cano Ballesta, Madrid, Taurus, 1991.
  • ——, Cuentos completos, 2 vols., Madrid, Alianza, 1992.
  • ——, La incomprensión del comercio, ed. Antonio Martínez Sarrión, Madrid, Visor.
  • ——, Gramática parda, ed. Milagros Sánchez Arnosi, Madrid, Cátedra, 1997.
  • ——, Invenciones urbanas, Valladolid, cuatro ediciones, 2001.
  • García Jurado, Francisco, «Mitología y nominalismo de los personajes en la novela española contemporánea: el personaje épico de Niso en Los vaqueros en el pozo», Cuadernos de Filología Clásica. Estudios latinos 7 (1994), pp. 235-253.
  • Lanz, Juan José, «La Musa ataca de nuevo (Juan García Hortelano y la poesía», Campo de Agramante, 21 (2014)
    Homenaje a Juan García Hortelano (1928-1992), pp. 107-120.
  • Moix, Ana María, «Juan García Hortelano. Un embajador en las Ramblas», en 24x24, Barcelona, Península, 1972, pp. 53-62.
  • Ortega y Gasset, José, Ideas sobre la novela, en Obras de José Ortega y Gasset, Madrid, Espasa Calpe, 1932.
  • Proust, Marcel, Contre Sainte-Beuve, Paris, Gallimard, 1954.
  • Sanz Villanueva, Santos, La novela española durante el franquismo, Madrid, Gredos, 2010.
  • ——, «La doble facies de Juan García Hortelano», Compás de Letras 2 (1993), pp. 73-79.
  • ——, «García Hortelano, olvidado e inédito», Campo de Agramante 21 (2014) Homenaje a Juan García Hortelano (1928-1992), pp. 123-140.
  • Sobejano, Gonzalo, Novela española de nuestro tiempo 1940-1974 (En busca del pueblo perdido), Zaragoza, Marenostrum, 2005.
  • Troncoso, Dolores, La narrativa de Juan García Hortelano, Santiago de Compostela, Universidad de Santiago, 1985.

[11]. Walter Benjamin, Berliner Kindheit um neunzehnhundert. Benjamin escribió gran parte de los textos que componen el libro en los años 30. La traducción española que puede consultarse de Klaus Wagner está publicada en 1982.

[12]. Véase al respecto el artículo reciente de Santos Sanz Villanueva «García Hortelano, olvidado e inédito» (2014).

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