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Algo sobre Teodoro Guerrero

[El Solfeo, n.º 668, 30 de octubre de 1877]

Leopoldo Alas





  —831→  

Con los pelos de punta leo en un periódico la siguiente nota relativa al pleito del matrimonio sostenido entre T. Guerrero y R. Sepúlveda:

«Felicitamos afectuosamente a nuestros dos amigos Sepúlveda y Guerrero por la conclusión de un pleito que tanto preocupaba a los que tenían el placer de leerle. ¡Dichosa manera de terminarle!... ¡Ganando los dos!

¡Deseamos una eterna dicha a los nuevos esposos!

¡Deseamos una eterna dicha a los nuevos esposos!».

¡Es decir, que Guerrero se ha casado con Sepúlveda!

O de otro modo, que Sepúlveda... ¡se ha casado con Guerrero!

La naturaleza sólo aprueba las justas nupcias entre macho y hembra...

* * *

Al fin respiro. Ya decía yo que eso no podía ser. No una inteligencia mía, sino la mala, pésima redacción de la nota que dejo copiada me hizo tomar el rábano por las hojas. Lo que hay es que el simpático escritor Sepúlveda ha contraído matrimonio... con una señorita. (Deseamos a los esposos una larga luna de miel, como dicen los versos, etcétera.)

¿Ve usted, señor Guerrero, lo que tiene escribir mal? Le ponen ustedes a uno en tales compromisos. Lo peor es que para enterarme de lo sucedido he necesitado leer unos versos del Teodoro Guerrero susodicho, y francamente, yo que ya los he leído voy a vengarme en el inocente lector haciéndole partícipe de este disgusto.

Sirvan estas notas de sifón-estomacal, que diría un autor realista.


«Y al contemplarte rendido
amante, al pie del altar,
—832→
tenaz dejé deslizar
estos versos en su oído».

Veamos esos versos tenaces:


«Yo sé que el lazo sagrado
que funde dos en un ser
del hombre y de la mujer
es el más perfecto estado».

Obra de un autor tenaz parecen esos versos hechos con tenazas.


«Rebosaba en ti el placer
la esperanza de los dos
puestos los ojos en Dios
y el alma en una mujer».

Eso es, Dios que se contante con los ojos.

II


«Tú sueñas con una esposa,
ves a tu lado un vacío».

Un vacío que se ve ya pasa a la categoría de vacido.


«Pues sentiste dicha tanta
y confiesas la mentira

(usted dispense; Sepúlveda es incapaz de mentir)


poeta, coge la lira,
y con entusiasmo canta...»

No haga usted caso; no cante usted, disfrute como dejo dicho una larga luna de miel, y deje usted a Guerrero seguir cantando a la susodicha luna.


«Al ver que ya no denostas»

  —833→  

Y aquí otra nota que dice: «La fuerza del consonante me obliga a hacer regular el verbo».

Pues muy mal hecho. ¿En qué mesa ha comido usted, señor Guerrero, con la gramática para tratarla con esa confianza? Haber dicho denuestas, y si el consonante apuraba pudo usted escribir en vez de costas cuestas; y si no vendaba, que es consonante de velas y de denuestas y de todo, como demostró don Clemente Díaz.

* * *

Y escribe en prosa Guerrero: «No puedo ni quiero decir con Víctor Hugo, que Sepúlveda, como Febo, ha tenido un fin trágico».

Pero que ¿también Víctor Hugo ha hablado de la boda de Sepúlveda? Y yo que le creía tan recogido.

N. D. El señor Sepúlveda comprenderá que con él no va nada de lo dicho (como no sea lo de desearle una larga luna de miel) -¡Pero ese Teodoro!

CLARÍN.





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