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«El romance que lleva es llano y cual agora usan, la orden concertada e igual, los capítulos cortos por ahorrar palabras...» (Op. cit., p. 155).

 

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Con todo, la historiografía de Indias ofrece numerosas excepciones a la preceptiva general marcada, porque las circunstancias hicieron que soldados y capitanes escribieran «historias» para las que, en principio y según los preceptistas, no estaban capacitados. De ahí que autores tan disímiles como P. Cieza de León, Bernal Díaz del Castillo, Francisco de Jerez o Agustín de Zarate sintieran la necesidad de excusarse por ello, y, en ocasiones, la de darle otro nombre. El último de éstos dice en su Dedicatoria a Felipe II: «Necesitóme a cesar allá en la escriptura, y traer acá para acabarla los memoriales y diarios que pude haber, por medio de los cuales escribí una relación que no lleva la prolijidad y cumplimiento que requiere el nombre de historia, aunque no tan breve ni sumaria, que se pueda llamar comentarios...» (Historia del Descubrimiento y Conquista de la Provincia del Perú), BAE, n.º 26, p. 459) Los subrayados son míos.

 

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Sin exceder el ámbito que me he propuesto analizar, los preliminares, son bastantes los casos en que Valle y Caviedes opone el ideario hipocrático de servicio y desinterés a la avaricia de los médicos de su época. A guisa de ejemplos, recordemos la acusación del autor de que matan «por mosca» (v. 32 de la Dedicatoria); la imprecación de la Anotomía a los hombres para que mueran de balde y no paguen, además, «el verdugo / los cordeles y el cuchillo» (vs. 184-185 del Parecer); o la hiperbólica crítica del primero a la avaricia de los médicos y a su terrible eficacia letal (vs. 65-68 del Prólogo): «Y después que le han quitado / la hacienda, lo despabilan / y de achaque de pagarlos / muere muerte de codicia».

 

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Sigue siendo paradigmático el estudio de Antonio Rodríguez-Moñino, Construcción crítica y realidad histórica en la poesía española de los siglos XVI y XVII, Madrid, Castalia, 1968, pp. 24-32, para vislumbrar las enormes dificultades que plantea la circulación manuscrita de las obras poéticas de nuestro Siglo de Oro. Dificultades que son fruto de la dinámica de la propia transmisión manuscrita y constituyen fuente continua de confusiones y de falsas atribuciones. La propia Obra Poética de Juan del Valle y Caviedes es un claro exponente de ello.

 

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Como es bien sabido, un rasgo característico del Barroco Español es la superposición antitética de las «apariencias» a la «realidad verdadera», con lo que se oponían las realidades transitorias a lo realmente trascendente. Este es el trasfondo de lo que se ha dado en llamar el desengaño barroco, que en la cultura española adopta diversas actitudes. Para el caso concreto de la poesía de Valle y Caviedes, véase Eduardo Hopkins Rodríguez: «El desengaño en la poesía de Juan del Valle Caviedes», Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, n.º 2 (1975), pp. 7-19. En este artículo se toca, desde la óptica de la fuga del espíritu heroico de su comunidad, la parodia burlesca que yo he desarrollado.