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ArribaAbajoII. Significado


ArribaAbajo2.1. El signo lingüístico gestual

El signo lingüístico es, según Saussure, una entidad psíquica de dos caras; es la unión de un concepto y de una imagen acústica. «Estos dos elementos están íntimamente unidos y se reclaman recíprocamente». (Saussure, 1916 ed. 1971: 129). El signo lingüístico, así concebido, puede representarse del siguiente modo:

El signo lingüístico

Para evitar la ambigüedad terminológica en el uso corriente, que entiende por signo sólo la imagen acústica y olvida el concepto, Saussure propone conservar la palabra signo para designar al conjunto, y reemplazar concepto e imagen acústica, respectivamente, por significado y significante.

El signo lingüístico es, pues, la unión de dos caras: significado y significante.

El signo lingüístico

Estos dos planos son denominados por Hjelmslev: contenido o aspecto conceptual y expresión o plano significante, respectivamente.

El signo gestual que utiliza el sordo, como signo de un lenguaje humano, entendido como la facultad y actividad humana de comunicarse mediante el uso de un sistema de signos, es también una combinación de dos planos: el significante o expresión quinésica-visual, al que se une el significado o representación de algo distinto de él mismo.

Como cualquier sistema semiológico, el lenguaje de signos gestuales se distingue por unos caracteres, como son (Benveniste, 1977: 55):

- el modo de operación, que es la manera como el sistema actúa, especialmente el sentido -vista, oído, etc.- al que se dirige.

- el campo de validez o espacio con el que se usa, se aplica y se entiende.

- La naturaleza y el número de los signos que lo constituyen.

- El tipo de funcionamiento o relaciones por las que se combinan los signos y rasgos por los que se distinguen.

Como dice E. Benveniste: «los dos primeros caracteres, relativos al modo de operación y al dominio de validez, suministran las condiciones externas, empíricas del sistema; los últimos, relativos a los signos y a su tipo de funcionamiento, indican las condiciones internas, semióticas» (ibídem).

El rasgo fundamental del lenguaje de signos gestuales, por la repercusión que tiene, como veremos, sobre las «condiciones internas» del sistema, es su modo operativo eminentemente visual, se dirige únicamente al sentido de la vista, excepto en los casos aislados de sordos-ciegos en que puede adoptar la forma visuo-táctil.

Se trata, pues, de un sistema de signos visuales, cuya percepción requiere un análisis muy diferente del que se establece cuando se considera un sistema de signos auditivos.

R. Jakobson en un excelente ensayo sobre la relación entre signos visuales y auditivos pone de relieve la tendencia universal que tenemos «a cosificar los signos visuales, a ligarlos con objetos, a atribuir una mimesis a tales signos y considerarlos como elementos de un arte imitativo» (Jakobson, 1976: 114).




ArribaAbajo2.2. Iconicidad y arbitrariedad

La tendencia a la mimesis como consecuencia de la representación esencialmente espacial y simultánea, que implica la percepción de los signos visuales, explicaría el hecho de que en todo sistema de signos visuales prevalecen los signos icónicos.

La iconicidad ha sido tratada ampliamente en semiótica; por la importancia que tiene en el lenguaje de signos gestuales vamos a considerar la caracterización del signo icónico según Charles Sanders Peirce, que luego difundirá Morris, y las revisiones críticas de Umberto Eco y de John Lyons.

Según la clasificación de los signos que propone Ch. S. Peirce «un icono es un signo que posee los caracteres que lo hacen significativo, aun cuando su objeto no exista realmente: por ejemplo, un trozo de lápiz que representa una línea geométrica... Un índice es un signo que perdería inmediatamente sus caracteres de signo si su objeto desapareciera, pero no los perdería si no tuviera interpretante: por ejemplo, una huella de bala en una moldura es índice de un disparo; sin el disparo no hubiera habido huella; pero hay huella, aunque se atribuya o no al disparo. Un símbolo es un signo que perdería sus caracteres de signo si no hubiese un interpretante: por ejemplo, las palabras tienen sentido porque se les da uno» (1940: 104). Así, el icono, para Peirce, es el signo no arbitrario, que originariamente tiene cierta semejanza con el objeto al que se refiere.

Para Charles Morris «un signo icónico es cualquier signo que en algunos aspectos ofrezca semejanza con lo denotado. La iconicidad es, pues, una cuestión de grado. Es evidente que puede pertenecer tanto a signos auditivos como visuales... Los signos visuales suelen mostrar una amplia iconicidad, aunque, por supuesto, no es necesario que un signo visual sea icónico» (1946: 212). La definición del signo icónico propuesta por Morris, como aquél que «en algunos aspectos» ofrece semejanza con el objeto denotado, sólo puede satisfacer al buen sentido, no pertenece al campo científico de la semiótica.

U. Eco, tras analizar distintos signos icónicos, concluye que, «los signos icónicos no poseen las propiedades del objeto representado sino que reproducen alguna de las condiciones de la percepción común, basándose en códigos perceptivos normales y seleccionando los estímulos que permiten construir una estructura perceptiva que tenga el mismo 'significado' que el de la experiencia real denotada por el signo icónico» (1968: 212-222).

El problema de la iconicidad es complejo en el sentido de que no depende de la, denominada por Hjelmslev, «semiótica denotativa», sino que tiene su fundamento en el sistema de las «connotaciones sociales subyacentes al conjunto de las semióticas» (en Greimas, 1979: 212).

Como manifiesta U. Eco, «puede hablarse de cierta convención en el sentido de que el signo icónico pone de relieve ciertos rasgos de pertinencia establecidos por convenciones culturales; puede poseer, entre las propiedades del objeto, las ópticas -visibles-, las ontológicas -presuntas-, y las convencionalizadas -convertidas en modelo, conocidas como inexistentes, pero como eficazmente denotantes: como los rayos del sol en forma de varillas-» (Eco, 1976: 347).

Tanto U. Eco (1976) como J. Lyons (1977) han insistido en la importancia del aspecto cultural en la noción de semejanza. «Representar icónicamente el objeto significa transcribir mediante artificios gráficos o de otra clase las propiedades culturales que se le atribuyen» (Eco, 1976: 345). Por su parte, Lyons dice «... la noción entera de semejanza, considerada fuera de nuestro reconocimiento de rasgos por los cuales dos cosas vienen a ser similares, resulta, como mínimo, sospechosa. El reconocimiento de una semejanza entre un signo y su objeto se basa a menudo en el conocimiento de ciertas convenciones naturales de interpretación. De ahí que 'icónico' no pueda equipararse a 'natural'. Aun suponiendo que cupiese establecer una distinción entre lo natural (es decir, no aprendido) y lo cultural, por una parte, y entre lo arbitrario y no arbitrario, por otra, resultaría que los iconos serían una subclase de signos no arbitrarios en los que la semejanza puede ser natural o cultural» (Lyons, 1977: 98).

No hay, por tanto, una oposición tajante entre signo icónico y signo convencional. Las relaciones semánticas básicas en el lenguaje de signos gestuales son icónicas y también hay arbitrariedad. Si establecemos una clasificación de los diferentes tipos de signos gestuales teniendo en cuenta la forma del signo y su significado, distinguiremos signos arbitrarios y signos motivados.

En el lenguaje de signos gestuales hay mayor número de signos motivados, influidos por sus referentes, que en el lenguaje verbal.

La aportación de un tercer elemento en el signo: el «referente», la realidad u objeto, se debe a Ogden y Richards en 1923, quienes, por medio de un triángulo de la significación -triángulo semiótico- representaron las relaciones entre «pensamientos, palabras y cosas» (Ogden y Richards, 1923: 36 y ss.).

La relación entre la forma del signo y el referente puede ilustrarse, por consiguiente, mediante el triángulo de la significación del siguiente modo:

Triángulo de la significación

En el signo lingüístico arbitrario la relación entre la forma y el referente es indirecta -línea discontinua-; la forma se relaciona con su referente a través del significado conceptual, el cual, de un modo independiente, se asocia con ambos. Cuando la forma no presenta ninguna similitud con el referente o no puede ser expresada con referencia a alguna propiedad del referente, los signos son arbitrarios.

La relación motivada, no arbitraria, se representaría completando el triángulo de la significación mediante un trazado de su base en línea continua:

Triángulo de la significación

La forma se vincula directamente con el referente.

Ogden y Richards en su análisis de los sentidos del significado consideraron también esta relación: «ocurre un caso excepcional cuando el símbolo utilizado es más o menos directamente parecido al referente a que se aplica, como puede ocurrir, por ejemplo, cuando se trata de una palabra onomatopéyica, o una imagen, un gesto o un dibujo. En este caso se completa el triángulo; se traza la base, y parece simplificarse mucho el problema implícito. Por este motivo, se han hecho muchas tentativas para reducir la situación lingüística normal a esta forma, quizás más primitiva. Su carácter más complejo explica, sin duda, la eficiencia inmensamente superior de los lenguajes consistentes en gestos...» (Ogden y Richards, 1923: 37).




ArribaAbajo2.3. Clasificación de los signos gestuales

Atendiendo a las relaciones semánticas básicas en el lenguaje de signos gestuales, clasificamos los signos en los siguientes grupos:

  • SIGNOS MOTIVADOS
    • -signos icónicos quinésicos
      • -que reproducen la forma.
      • -que reproducen el movimiento.
      • -que reproducen una relación espacial.
    • -signos deícticos
      • -deícticos índices.
      • -deícticos iconos.
  • SIGNOS INTERMEDIOS -motivados de segundo grado-.
  • SIGNOS ARBITRARIOS.

ArribaAbajo2.3.1. Signos motivados


ArribaAbajo2.3.1.1. Signos icónicos quinésicos

Son signos que en algún sentido parecen lo que representan, que producen el efecto de sentido «realidad» porque, como decíamos anteriormente, ponen de relieve ciertos grados de pertinencia según convenciones culturales. Citaremos algunos ejemplos que, como se verá, ponen de manifiesto hasta qué punto la iconicidad es más una cuestión de grado.

BURGOS:

Es un signo bimanual en el que las dos manos hacia abajo en forma de copa invertida suben simultáneamente al tiempo que se cierran en capullo. La articulación de este signo representa las dos agujas que tiene el edificio de la catedral de esta ciudad:

Signo icónico quinésico

CASTAÑA:

Signo bimanual. Las dos manos juntas unidas, pero dejando un hueco entre ellas, se mueven un poco. Se alude así a la costumbre de calentarse las manos con castañas asadas en invierno:

Signo icónico quinésico

TARDE:

Con el significado de espacio de tiempo comprendido entre el mediodía y el anochecer. La mano derecha con el índice y pulgar formando pinza se mueve hacia la boca, rozando la barbilla. Con la forma de este signo se representa la forma de taza, aludiendo a la costumbre de tomar café por la tarde:

Signo icónico quinésico

TELEDIARIO:

Signo bimanual. Las dos manos en forma de copa, una hacia arriba y otra hacia abajo giran por la muñeca en movimiento contrario. Se alude al movimiento giratorio de la imagen esférica que aparecía en la televisión:

Signo icónico quinésico

LENGUA:

Como conjunto de conocimientos acerca del sistema lingüístico. Lo hemos registrado entre los niños asistentes al colegio de sordos de Valladolid cuando comentan sus exámenes de Lengua o sus clases de Lengua. Es muy posible que este signo se utilice sólo entre los niños de dicho colegio por la vinculación que tiene con un determinado contexto. La mano derecha con los dedos semiabiertos en forma de copa abarca la barbilla. Se mueve hacia abajo al tiempo que los dedos se unen en «piña». Un adolescente sordo nos comentó que el signo representaba la barba que tenía un escritor cuya imagen figuraba impresa en el libro de texto.

Signo icónico quinésico

CÓRDOBA:

Signo bimanual. Los índices de ambas manos extendidos hacia arriba, salen respectivamente, desde la parte superior de cada oreja describiendo un arco hasta juntarse delante de la cara. Esta forma de expresión representa el borde del ala del sombrero cordobés:

Signo icónico quinésico

MUJER:

Los dedos índice y medio de la mano derecha en «pinza» cogen el lóbulo de la oreja derecha. Se alude, de este modo, a la costumbre femenina de llevar pendientes:

Signo icónico quinésico

MÉDICO:

Los dedos índice y pulgar de la mano derecha cogen la muñeca izquierda. La expresión de este signo representa la práctica médica de localizar el pulso en la muñeca:

Signo icónico quinésico

VERANO:

La mano derecha semiflexionada en «puño», con el pulgar extendido se pasa, apoyándola en su dorso, por la frente, de izquierda a derecha. Esta articulación evoca la costumbre de quitarse el sudor de la frente cuando hace calor:

Signo icónico quinésico

GUARDIA CIVIL:

Signo bimanual. Las manos salen de las sienes en línea horizontal al tiempo que se van cerrando en «puño». Se representa la forma de tricornio del sombrero que lleva la guardia civil:

Signo icónico quinésico

La forma significante de gran número de signos icónicos quinésicos representa sólo una parte del referente. Este tipo de signos icónicos que, por presentar «sinécdoque gestual», podrían ser reclasificados como «signos contiguos» estarían dentro de los que U. Eco (1976: 348 y ss.) considera como fenómenos pseudoicónicos.

Aparte de los signos descritos, podemos citar el caso del signo PERRO, cuya articulación en el lenguaje de signos de Valladolid pone de relieve el olfato, mientras que en el lenguaje de signos de Barcelona se representa el movimiento de abrir y cerrar el hocico, como se vio en 1.14.

Brita Bergman (1982: 16) representa este tipo de motivación indirecta, mediante el triángulo de significación, del siguiente modo:

Triángulo
de significación

La forma del signo se apoya en la elección de una base que es motivada por el referente.

Clasificamos los signos gestuales icónicos según el aspecto que presenta su articulación, es decir, su forma significante: en tres grupos,

a) Signos cuya articulación reproduce la forma del objeto; se refieren, pues, a entidades concretas:

MUNDO:

Signo bimanual. Ambas manos en forma de copa describen la forma de una esfera:

Signo icónico quinésico

CAMISA:

Signo bimanual. Las dos manos en pinza de índice y pulgar cogen, respectivamente, los dos picos del cuello de la camisa:

Signo icónico quinésico

BOTELLA:

Signo bimanual. La mano izquierda fija en forma de C. Sobre ella, asciende la mano derecha, que presenta igualmente, forma de C:

Signo icónico quinésico

TORRE:

Signo bimanual. Las dos palmas, mirándose frente a frente, ascienden paralelas:

Signo icónico quinésico

b) Signos cuya articulación reproduce un movimiento:

ESCULPIR:

Signo bimanual. Puño izquierdo fijo, el lado del dedo meñique orientado hacia adelante, el lado del dedo pulgar hacia el cuerpo; la palma derecha choca contra el puño izquierdo por el lado del pulgar:

Signo icónico quinésico

RADIO:

Signo bimanual. La mano derecha con el dedo índice extendido señala el oído. A continuación ambas manos con los dedos semiflexionados realizan movimientos giratorios simulando maniobrar en los interruptores para localizar una emisora:

Signo icónico quinésico

CAERSE:

Signo bimanual. La palma izquierda fija orientada hacia arriba. Los dedos índice y medio de la mano derecha extendidos se apoyan por su punta sobre la palma izquierda. Se realiza un movimiento de la mano derecha de manera que los dedos se apoyen a lo largo de la palma izquierda:

Signo icónico quinésico

c) Signos que reproducen una relación espacial y, consecuentemente, llevan deixis; por ejemplo, los signos que expresan relaciones del tipo: dentro/fuera; arriba/abajo; alto/bajo...

ARRIBA:

Mano derecha con el dedo índice extendido hacia arriba realiza movimiento ascendente repetido:

Signo icónico quinésico

DEBAJO:

Signo bimanual. La palma izquierda fija y orientada hacia el suelo; la mano derecha en la misma dirección pasa por debajo de la izquierda:

Signo icónico quinésico




ArribaAbajo2.3.1.2. Signos deícticos

La «deixis», en su sentido etimológico «mostrar», «señalar», es una referencia gestual, es decir, una identificación del referente por medio de un gesto corporal en el contexto espacio-temporal que sirve de marco a la enunciación.

Como dice Lyons (1981: 230 y ss.), en el lenguaje verbal hay expresiones referenciales que tienen las mismas propiedades lógicas que un gesto corporal y que, por tanto, son deícticas, como los pronombres personales, los demostrativos, los adverbios referenciales de lugar, incluso el tiempo gramatical -pasado, presente y futuro- y diferencias léxicas tales como las de los verbos ir-venir, llevar-traer.

En el lenguaje de signos gestuales, basado en la dimensión espacio-temporal, la expresión de la deixis es fundamental. El intercambio comunicativo entre los sordos se lleva a cabo visualmente cara a cara, con la presencia de los interlocutores; se produce lo que Lyons (1977: 575) denomina situación canónica de la enunciación en la que el emisor sordo es el centro o punto cero de las coordenadas espacio-temporales de lo que va a funcionar como contexto deíctico; su presencia física, aquí y ahora, es determinante para expresar las dimensiones espacio-temporales del contexto deíctico, es decir, su cuerpo es el eje referencial de dicho contexto.

Dentro de los signos referenciales deícticos, distinguimos dos subgrupos: signos deícticos índices y signos deícticos icónicos:

2.3.1.2. a) Signos deícticos índices: persona, tiempo y espacio

«La indicación mediante el dedo -señala Lyons- es un método culturalmente establecido, para identificar por medio de un gesto corporal -índex, en latín, o índice, en español, significan dedo señalador-» (1981: 230).

Deixis de persona. La categoría gramatical se expresa con el dedo índice de la mano derecha señalando en la línea de profundidad, en relación con el interlocutor.

Deixis de persona

En los distintos lenguajes de signos no se conoce la gramaticalización de las funciones representadas por las personas que participan en el acto de comunicación; no existe flexión verbal, ni se gramaticaliza de ninguna otra manera.

A la función del emisor: YO o primera persona, le corresponde el signo del dedo índice de la mano derecha apuntando hacia el propio cuerpo:

Signo deíctico

El dedo índice de la mano derecha apuntando hacia el receptor expresa la función de la segunda persona, TÚ, al mismo tiempo que se orienta la mirada:

Signo deíctico

La tercera persona, ÉL, tiene dos signos: si se halla presente, el dedo índice de la mano derecha apunta hacia ella; si no está a la vista, el dedo pulgar de la mano derecha extendido se dirige hacia atrás por encima del hombro derecho o del hombro izquierdo -dependiendo de la situación del receptor para percibir visualmente mejor el hombro derecho o el izquierdo-.

Signo deíctico

En la designación del plural se indica la combinación interpersonal: NOSOTROS:

Se designa YO y, a continuación, con el mismo dedo índice orientado hacia abajo, y ante el cuerpo se describe un amplio círculo:

Signo deíctico

VOSOTROS:

Se repite el movimiento de señalización correspondiente a TÚ llevando la mano un poco hacia la derecha:

Signo deíctico

ELLOS:

Se designa del mismo modo que ÉL. Se puede expresar el plural indicando el número de personas.

NOSOTROS DOS:

Con el índice y el dedo medio extendidos en forma de V -el dedo medio orientado hacia el interlocutor- se realiza un movimiento repetido de muñeca en la línea de «profundidad»:

Signo deíctico

VOSOTROS DOS, ELLOS DOS, TRES,... etc.:

Se indican del mismo modo que el anterior, pero siempre señalando a las personas presentes, o, si no lo están, en un espacio elegido por el emisor:

Signo deíctico

Deixis temporal. La referencia temporal tampoco está gramaticalizada en el lenguaje de signos, como lo está en el lenguaje verbal, incluida en el sistema de flexión verbal.

En el lenguaje de signos el tiempo se expresa de manera deíctica en relación con el cuerpo del emisor:

Deixis temporal

El presente del discurso, momento inherente a la lengua, no tiene un signo propio en el lenguaje de signos. Cuando no se indica otro momento temporal, los signos realizados ante el cuerpo se entienden en el presente; es, pues, un tiempo implícito.

El cuerpo del emisor está en la línea de separación entre las otras dos referencias temporales, que como dice Benveniste «no llevan al tiempo sino a visiones del tiempo, proyectadas hacia atrás y hacia adelante a partir del punto presente» (1974: 78).

El pasado se expresa dirigiendo la mano derecha hacia atrás por encima del hombro derecho, en el eje de la retrospección:

Signo deíctico

El futuro se manifiesta con un movimiento de la mano hacia el frente, en el eje de la prospectividad:

Signo deíctico

Más adelante, en 4.2., trataremos de los distintos matices temporales en el lenguaje de signos, y de los signos deícticos espaciales.

2.3.1.2. b) Signos deícticos icónicos

Se trata de un escaso número de signos basados en una referencia señalizadora concreta como los que significan determinadas partes del cuerpo: CARA, OJOS, OJERAS, MANOS, que generalmente se señalan con el dedo índice de la mano derecha:

Signos deícticos

Los signos deícticos que acabamos de describir designan lo que Lyons denomina deixis pura (1981: 233), en el sentido de que su función consiste en identificar el referente -una entidad o un lugar- respecto a la ubicación del acto sígnico-gestual y sus participantes. Por otra parte, de acuerdo con otra de las distinciones de Lyons (1981), en el lenguaje de signos sólo se observa deixis primaria, es decir, «la que se puede explicar en términos de referencia gestual en el marco operativo del contexto deíctico»; mientras que «la deixis secundaria supone el desplazamiento o reinterpretación de las dimensiones espacio-temporales de los contextos deícticos primarios» (Lyons, 1981: 234). En el lenguaje de signos no existen desplazamientos del significado de tipo metafórico.






ArribaAbajo2.3.2. Signos intermedios

Incluimos aquí un pequeño grupo de signos cuyo origen es dactilológico. De ellos nos ocupamos en el apartado 1.10. dedicado a la dactilología. Algunos se basan plenamente en el alfabeto dactilológico, por ejemplo, los conceptos nuevos y otros que permanecen porque representan articulaciones rápidas de palabras muy breves, como las expresiones siguientes:

Signos intermedios

Signos intermedios

Otros reproducen el referente mediante la letra o letras iniciales del alfabeto dactilológico, basándose, en algunos casos, en la influencia del entorno visual, como son las letras de las matrículas de los automóviles:

Signos intermedios

R: SANTANDER:

Se observa su origen dactilológico sólo en la forma de la mano, que, en este caso, reproduce la última letra: R:

Signo intermedio

PROVINCIA:

Reproduce el paréntesis con que se escribía, hasta hace poco tiempo, en los sobres de las cartas:

Signo intermedio

SUMAR, RESTAR, MULTIPLICAR:

El movimiento del índice reproduce la forma del signo:

Signos intermedios

DIVIDIR:

Reproduce el símbolo utilizado en la escritura para dicha operación aritmética:

Signo intermedio




ArribaAbajo2.3.3. Signos arbitrarios

Como se viene observando, hay también signos gestuales arbitrarios. Podemos decir que hay una evolución general hacia una progresiva abstracción, como el signo con el que se designa SANTANDER, que hemos considerado en el epígrafe anterior.

Por ejemplo, en las realizaciones gestuales que hay para significar ALCALDE puede verse la importancia del aspecto cultural, al que aludíamos en 2.2. El primero de ellos, más antiguo, se basa en la costumbre del alcalde de llevar el bastón de mando. El segundo es más actual, más arbitrario, y se utiliza con más frecuencia; no obstante, algunos sordos adultos, conscientes del cambio de expresión, realizan el signo actual y, a continuación, también el antiguo. Los cambios en el significado social de los signos influyen, por tanto, en su tendencia a la arbitrariedad:

Signos arbitrarios

Como cualquier sistema lingüístico, la lengua de signos gestuales no solamente denota el mundo real, sino que también hay en ella un componente no figurativo. En cualquier caso, de acuerdo con lo expuesto en 2.2., en el lenguaje de signos lo icónico y lo arbitrario no son propiedades excluyentes, sino manifestaciones de un mismo proceso de simbolización gestual.

Algunos ejemplos de signos arbitrarios, que no permiten ver su origen probable y tampoco pueden ser identificados de manera natural, son los siguientes:

Signos arbitrarios

Signos arbitrarios

Los lenguajes de signos gestuales son, pues, códigos quinésicos culturalmente establecidos, que deben aprenderse como cualquier sistema simbólico, pero, a diferencia de las lenguas orales, totalmente convencionales, la forma de muchos signos está determinada por el referente.

Como dice B. Virole (1989), los signos gestuales responden a un proceso de abstracción icónica:

Nous définissons donc l'iconicité comme l'opération psychique qui permet la transformation d'un concept abstrait ou d'un objet en une figure visuelle concrète par l'intermédiaire de la prise en considération de sa figurabilité latente ou de sa stylisation pictogrammatique sous jacente. Il y a ainsi un intérêt profond pour la théorie générale de la connaissance à étudier les processus de symbolisation gestuelle des sourds pour comprendre comment par exemple, toute notion fusse t-elle apparemment la plus abstraite et dégagée de toute materialité sensible, peut toujours être figurée et servir ainsi de matériau conceptuel à la pensée.


(1989: 67)                


Tervoot (1961) ilustra la evolución del comportamiento simbólico del niño sordo hacia un sistema de comunicación lingüística mediante el siguiente ejemplo:

Imaginemos una clase de pre-escolar de niños sordos de tres años y medio. Llega una nueva alumna, Mary Lou, que tiene como carácter sobresaliente unos ricitos en su cabello a cada lado de la frente. En el momento en que entra en la clase, dos o tres niños señalan sus rizos y se codean entre ellos, señalando esos rizos. La segunda fase es que ellos mismos se hacen esos rizos, queriendo decir: «¿has visto eso?». Enseguida se transformará en lenguaje cuando, transcurrida una hora, Johnie, se refiera a Mary Lou, imitando los rizos como un signo referido a ella. Tal imitación se realizará muy cuidadosamente para que el maestro pueda reconocerla por asociación. Suponiendo que el signo quede establecido de modo que el maestro y los niños se refieran todos a Mary Lou tratando de imitar sus ricitos, las realizaciones del signo se vuelven menos cuidadosas porque ya hay un acuerdo lingüístico entre todos.

Desde el momento en que hay acuerdo en un signo formal, se aproxima más al signo lingüístico que al comportamiento imitativo porque ya no es necesario imitar cuidadosamente. Hay un reconocimiento inmediato de las simples aproximaciones al gesto original imitativo.


(1961: 436-38)                


Concluye Tervoot afirmando que «éste es uno de los procesos en el paso del no-lenguaje, de un nivel sub-lingüístico a un nivel lingüístico de comunicación» (1961: 438).

Observador, también, de la tendencia a la arbitrariedad de los signos, Francisco Fernández Villabrille, profesor del Colegio de Sordo-Mudos y Ciegos de Madrid, como se ha visto, escribe en 1858:

Estos signos, fundados parte en la naturaleza y parte en la convención, forman el verdadero lenguaje del sordo-mudo, que tiene un genio infatigable para reducirle a convenciones expresas o tácitas, cuando no halla en la sola analogía expresiones que le satisfagan.


(1858: 43)                


Por otra parte, en la medida en que varios signos icónicos se unen, van perdiendo iconicidad al modificarse entre ellos, de manera que la actualización de los signos es siempre convencional por la estructura rítmica de los enunciados.