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ArribaAbajo Francisco Aguilar Piñal y Jovellanos

Francisco Aguilar Piñal, La biblioteca de Jovellanos (1778) Madrid, C. S. I. C., 1984


J. A. Ríos Carratalá


Universidad de Alicante


Tras la aparición del tercer tomo de la monumental e imprescindible Bibliografía de Autores Españoles del Siglo XVIII, D-F (Madrid, C.S.I.C., 1984), Francisco Aguilar Piñal nos ofrece una nueva aportación de su infatigable tarea bibliográfica. No hace falta subrayar la importancia de la misma, pues cualquier interesado por la cultura española dieciochesca habrá tenido la oportunidad de comprobarla al utilizar los numerosos y ricos repertorios bibliográficos preparados por el doctor Aguilar Piñal a lo largo de su fructífera carrera investigadora.

En esta ocasión, nos presenta una auténtica primicia capaz de interesar no sólo a los jovellanistas, sino también a todos aquellos que intentan reconstruir el proceso de formación intelectual y estética de los ilustrados españoles. La edición del manuscrito 21879 (2) de la Biblioteca Nacional de Madrid, «Yndice de los Libros y M. S. que posee D. Gaspar de Jove-Llanos y Ramírez, del Consejo de S. M. y su Alcalde de Casa y Corte», fechado en septiembre de 1778, supone la posibilidad de conocer el inventario de la biblioteca de Jovellanos cuando éste se disponía a trasladarse   —506→   de Sevilla a Madrid. A los 34 años, y tras su fructífera etapa sevillana (1768-1778), el joven magistrado había conseguido reunir 857 títulos impresos, con 1.300 volúmenes, una veintena de manuscritos y algunos tomos de papeles varios, así como 8 incunables. Importantes cantidades cuyo valor se acrecienta si tenemos en cuenta lo selecto de los libros reunidos. Sólo el empeño de un infatigable y exigente lector, más alguna circunstancia como la de poder adquirir en subasta pública parte de la biblioteca del Colegio de las Becas, uno de los que la Compañía de Jesús poseía en Sevilla, permite comprender que en un período relativamente corto se formara en la capital andaluza una biblioteca particular que sólo era superada por la magnífica del Conde del Águila, también estudiada por Aguilar Piñal («Una biblioteca dieciochesca: la sevillana del Conde del Águila», Cuadernos Bibliográficos, 37 [1978], 141-162).

Pero no es el aspecto cuantitativo o lo destacado de algunos títulos lo que más nos puede interesar, sino la posibilidad de utilizar el inventario de la biblioteca de Jovellanos para «profundizar también en el conocimiento de su personalidad, de sus preferencias ideológicas y de su proyecto de futuro para su patria» (pág. 9). La variedad de unos títulos que abarcan los campos de la jurisprudencia civil y eclesiástica, las bellas letras, la filosofía, la historia y la erudición es una invitación para todos los interesados en encontrar las bases del «modelo más honesto y representativo del hombre ilustrado español». La gran presencia del humanismo europeo del siglo XVI en el inventario, junto con los títulos más representativos de la práctica totalidad de las corrientes de pensamiento dieciochescas, aporta las bases de una mentalidad tradicional y progresista a la vez que constituye el punto más elevado de la Ilustración española. Una mentalidad en la que la sólida formación humanística se conjuga con un interés por lo editado en su propia época, lo cual le permite adentrarse en autores como Bacon, Hume, Milton, Pope, Young, Montesquieu, Voltaire, Beccaria, Muratori... y un largo etcétera de puntos de referencia básicos para comprender la génesis de su propia obra. Desde una Sevilla en la que, junto con Olavide y otros, llevó a cabo una acción cultural dinamizadora tan excelentemente estudiada   —507→   en otros trabajos por Aguilar Piñal, Jovellanos reúne una colección de textos en inglés, francés, latín, italiano y portugués que, a pesar de constituir tan sólo el germen de la que hubo de ser posteriormente una de las bibliotecas privadas más importantes de España -hoy perdida-, justifica plenamente las líneas esenciales de su propia trayectoria intelectual.

Creemos que el rigor de Aguilar Piñal complementa el estudio de Lucienne Domergue (Les démêlés de Jovellanos avec l’Inquisition et la Bibliothèque de l’Instituto, Oviedo, Cátedra Feijoo, 1971) y mejora el de Jean-Pierre Clément (Las lecturas de Jovellanos, Oviedo, IDEA, 1980), basado este último en una hipótesis de trabajo útil, pero muy relativa -máxime cuando no se aplica de una forma exhaustiva. Por otra parte, la presentación y los datos aportados por el investigador del C.S.I.C. permiten ofrecer un instrumento práctico de trabajo, en el que no falta la siempre recomendable presencia de la signatura de algún ejemplar localizado del título reseñado.

En definitiva, nos encontramos tal vez ante el más importante trabajo realizado en el interesante campo de las bibliotecas particulares españolas del siglo XVIII, el cual probablemente será estudiado con más asiduidad y precisión tras el oportuno artículo de Julián Martín Abad («Catálogos, índices e inventarios de bibliotecas particulares del siglo XVIII conservados en la sección de manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid», Cuadernos Bibliográficos, 44 (1982), 109-22). Por todo ello, nos debemos felicitar en la medida en que, gracias al presente trabajo y otros futuros de la misma índole, dispondremos de nuevos y precisos instrumentos de trabajo para enfrentarnos a la siempre difícil tarea de comprender nuestro siglo XVIII.