| Ya estoy en el otoño y todo es lejanía, | | |
| desde la estancia a los jardines evoco los recuerdos. | | |
| Me vuelvo hacia la infancia luminosa y alegre, | | |
| la adolescencia con su risa clara y un corto día | | |
| de amor en tanto espacio, mientras el corazón |
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| escribe el mismo nombre, más allá del
olvido, | | |
| más allá del desprecio, más allá
del vientre | | |
| florecido en las dulces laderas de la vida. | | |
| Ni el nombre. Ni el fugaz centelleo del rostro, | | |
| nada ansía de mí aquel a quien amé y sigo
amando. |
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| Ante el olvido doy la otra mejilla que vuelve | | |
| ensangrentada de desprecio. | | |
| Así tejí mi soledad bendita que es
lágrima y dolor | | |
| en cada instante, forma de una alegría desusada. | | |
| Velo que oculta aquel tenaz anhelo y sale en busca |
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| de una mano trémula. Una pequeña mano
palpitante, | | |
| sin palabras, hecha de gestos con los que bordo | | |
| el cielo de mi mundo. | | |
| Vamos juntos detrás de la ventana. Afuera la niebla | | |
| es espesa y la llovizna se agazapa entre la calle |
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| y el árbol. | | |
—76→
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| Qué dulcemente tibia es esta mano. Qué
pequeña | | |
| es esta mano que se arrebuja en el cuenco de las
mías | | |
| para mirar la tarde del otoño. | | |
| Quedémonos aquí pues se comprenden tanto |
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| nuestras manos. | | |
| Te haré cuna en mi pecho para bordar la alondra | | |
| de la dicha. | | |
| Mira quién pasa, amor, pequeño amor. | | |
| Cuántas madres empapadas de llanto. Madres |
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| que tienen hambre, sed y frío y en cuyos brazos | | |
| viajan los niños macilentos. | | |
| También los poderosos de la tierra, cargados de
cadena | | |
| y pesadumbre, bajan la cuesta final de su fatal victoria. | | |
| Los pobres a quienes cercenaron las palabras van |
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| maniatados como esclavos tristes. | | |
| Las novias a quienes un tiempo de impiedad aplastó | | |
| los mismos azahares. | | |
| Mira quién pasa, amor, pequeño amor. | | |
| La tarde de Hiroshima. Los revolucionarios |
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| de la sangre que encarcelaron la libertad. Los
archipiélagos | | |
| malditos. Los campos de concentración y las
murallas | | |
| y las celdas en las que el odio se afina. | | |
| Mira quién pasa, amor, pequeño amor. | | |
| Una constelación de ángeles custodios,
precedidos |
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| por mariposas blancas. | | |
| Una cajita de música que canta salmos a la vida. | | |
| Un pastor de Nazareth, tañendo la flauta. | | |
| Un marinero en la barca, cantando a las gaviotas y al mar. | | |
| Mira quién pasa, amor, pequeño amor. |
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| Dios. Pasa Dios, amor. Mira cómo los árboles
florecen. | | |
| Mira cómo se multiplican los panes y los peces. | | |
—77→
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| ¿No te deslumbran acaso los arcángeles,
pequeño amor? | | |
| Qué carnecita tibia la de tus manos sobre la cuna | | |
| de mi pecho. |
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| Mira la gran luz del sol. Los pájaros. | | |
| Durmamos hasta la esperanza, pequeño amor. | | |