Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.

  —[78]→     —[79]→  

ArribaAbajo- V -

Un pueblo y otros pueblos


  —[80]→     —81→  


ArribaAbajoLázaro Montiel regresa al pueblo



ArribaAbajo Un pueblo de Misiones limpio y blanco
como otros pueblos de esas pampas verdes.
Este pueblo tenía un camposanto,
el más santo de toda la comarca.

Y aconteció que un día, a mediodía,  5
un hombre recio y fuerte,
salió de la más blanca de las tumbas,
y arengó a aquella gente silenciosa:

«-Señoras y señores:
¿Por qué estamos aquí tantas personas útiles,  10
aunque dormidas en profundo sueño?
¡Levántense, sacúdanse, despiértense,
péinense con los dedos el cabello,
y volvamos sin miedo a nuestras casas!».

Se levantaron todos  15
alegres, sin esfuerzo.
—82→


Cuando llegaron ágilmente al pueblo,
nadie en el pueblo se extrañó de verlos.

Al hombre recio fuerte
honraron todos como a Juez de Paz.  20

Y la paz más feliz reinó en el pueblo.
Del cementerio hicieron un jardín
con una rosalera cuyas rosas
dicen que nunca se marchitan.
La Muerte entonces se marchó muy lejos,  25
hacia el confín de la llanura inmensa,
y se olvidó de los resucitados.

Abril, 1991.

  —83→  


ArribaAbajoDijo el Juez de Paz Lázaro Montiel


ArribaAbajo «Queridos compueblanos:
gracias por la adhesión, por el apoyo
que, como a Juez de Paz, me brindan todos.

Yo, Lázaro Montiel,
me he podido escapar del cementerio  5
y despertar del sueño a mucha gente.

Hoy les propongo yo un experimento:
declaremos un paro general
tocante a la vejez,
la enfermedad, la muerte.  10
¡Sencillamente seamos inmortales!

Todo niño varón que nazca en nuestro pueblo,
debe llamarse Lázaro como este servidor.
Yo di el ejemplo.
Lo que propongo no es cosa imposible.  15
Mírenme bien. ¿No estoy mejor que nunca?».

El pueblo todo, unido en asamblea
aclamó al Juez de Paz.
—84→
Y el pueblo prosperó sano y dichoso.
El Paro General obró milagros.  20
Y nadie se enfermaba ni moría.

Aconteció, no obstante,
que por envidia o por superstición,
los otros pueblos le tuvieron miedo.

«Ese pueblo de Lázaros -decían-  25
cree ser inmortal pero se engaña.
Del cementerio hicieron un jardín.
Pero esos vivos sanos y orgullosos
no son de carne y hueso: son fantasmas».

Marginaron al pueblo. Lo evitaron.  30
El pueblo sonrió: «-Mejor -se dijo-;
nosotros somos únicos, felices.
¿Qué nos importa lo que piense el mundo?

Abril, 1991.

  —85→  


ArribaAbajoEl pueblo


ArribaAbajo Lo sueño, lo entresueño, lo persigo.
Para su acceso no hay más que el recuerdo.

Faltan los ojos puros, la inocencia.
Faltan los pies pequeños.

La calle larga, de calzada roja,  5
de la casa dormida en el silencio,

está en aquel lugar, acaso idéntica,
bajo idéntico cielo.

La que entreveo no es la misma calle
y se esfumina y se me pierde, lejos.  10

La casa del zaguán siempre cerrado
y oscuro de misterio;

la casa de la parra prodigiosa
de racimos que asedian los insectos

no existe ya. Lo sé. Ya es otra casa.  15
Ha cambiado de dueños:
—86→

La habitan hoy ancianas como brujas
horribles de vejez y de ojos ciegos.

Acaso el pueblo es pura fantasía.
O un pueblo en que conozco a los espectros,  20

pero en el que los vivos son extraños
que nunca conocieron a mis muertos.

Pero lo sueño siempre, lo persigo,
y si jamás lo encuentro y recupero

para mirarlo, allí palpable y vivo  25
como se ven, palpables, otros pueblos,

es porque es invisible, por llevarlo
adentro, adentro, demasiado adentro.

Abril 3, 1974.

  —87→  


ArribaAbajoAreguá


(A Gabriel Casaccia, que duerme el sueño eterno en Areguá)



ArribaAbajo La calle principal (como la sueña
el novelista acerbo), a media siesta:

Su largo y ancho ámbito respira,
pueblerina, apacible mansedumbre;

una humildad que sabe ser amable,  5
amable y dulce en su sosiego cálido.

La calle principal sube a la loma
y se detiene ante la iglesia blanca,

y baja lentamente de la loma
hasta llegar al lago: allí difunde  10

el son de las campanas que ha escuchado
y lleva luego a lo alto un son de aguas.

Hagamos alto en esta calle sola:
A la derecha vemos una acera

-que se diría nunca transitada-  15
y una verja de hierro. Detrás de ella
—88→

un espacioso corredor callado.
Es la fachada de una gran casona:

una vivienda en que no vive nadie,
en que no vive nadie sino el sueño  20

de otro tiempo mejor: una nostalgia
de antiguos días prósperos, de mozas

vestidas de percal y muselina,
que los domingos iban a la iglesia
-la iglesia de la loma- ¡tan gentiles!,  25

tocadas de mantilla o tul diáfano,
bajo cuyo misterio sus miradas

ardían en relámpagos esquivos
ante la admiración de los varones.

Ha tiempo que se fueron esas mozas  30
y ni sus hijas ni sus nietas nunca

vienen al pueblo tan feliz otrora;
nadie entra en estas casas señoriales

sumidas en un sueño melancólico.


Cerradas puertas y ventanas, mudas,  35
—89→
todas las casas saben un lenguaje

que comprenden los árboles, los pájaros
y el mismo cielo azul, que está tan alto:

preguntan, se preguntan si habrá alguien
que regrese, que oree las alcobas,  40

que traiga del jardín abandonado
un ramo de claveles o de rosas,

que hoy, en arriates que no cuida nadie,
piadosamente abren sus corolas.


En esta calle, árboles muy viejos,  45
pintados a la cal sus rudos troncos,

dialogan en diálogo secreto
con la brisa viajera. Se resignan

a estar allí evocando días muertos
y esperando, esperando que la vida  50

que fue en el pueblo música y amores
de juventud gozosa ya abolida,

vuelva a traer su ruido y resucite
todo el ardor que se ha llevado el viento.
—90→


El final de la calle es invisible:  55
el resol esfumina la distancia.

En los patios guardados por las verjas
que inútilmente yerguen lanzas negras,

los mangos de follaje verde oscuro
y tan tupido que ni el sol ni lluvias  60

pueden filtrarse entre el verdor compacto:
los mangos dicen un adiós callado

a sus frutos dulcísimos que caen
en madurez ya próxima a la muerte
y dorados, se pudren en la tierra.  65

  —91→  


ArribaAbajoLa casa del cielo


ArribaAbajo ¡Casa de Villarrica simple y fresca
como un antiguo cántaro de arcilla!

¡Casa de Villarrica hoy ya fantasma,
en que alojé delicias de mi infancia!

¡Casa de Villarrica en que persigo  5
atisbos de unas piezas silenciosas

como aquel dormitorio donde el sueño
se posaba en mis párpados de niño

tal como una dorada mariposa
y aleteando sobre mí, muy dulce  10

infundíame imágenes, visiones,
que a veces hoy en la vigilia encienden
relámpagos de cándidos reflejos!

¡Antigua casa de mi antigua dicha
que en vano ansío recobrar, andando  15

por otros cuartos como aquellos cuartos
que algo me dicen de mis viejos sueños!
—92→

¡Casa de Villarrica, de altos patios,
eres perdido cielo que quisiera
fuese el eterno cielo del mañana!  20

Febrero 28, 1988.

  —93→  


ArribaAbajoGénesis del poema


(A María Teresa)


ArribaAbajo ¡Los estímulos son tan misteriosos
en el alumbramiento del poema!

Vemos un muro blanco, por ejemplo;
el muro bajo el sol relampaguea.

Es sábado. Hay reposo y hay silencio.  5
El relámpago blanco nos recuerda

quién sabe qué solar deslumbramiento
ante la hondura de la azul esfera.

Y ya sabemos que recuperamos
una intuición del Ser que se renueva.  10

Y entonces nos sentimos más ligeros,
como impelidos por febril urgencia:

hay algo que decir y hacerlo canto,
y de un ardor de sol surge el poema.

El muro blanco, nada más; un sábado,  15
un resplandor oscuro que nos ciega

pero que en una zona del espíritu
¡una anhelosa música despierta!

Julio 12, 1986.

  —94→  


ArribaAbajoAlquimia del verso


(A Neida Mendonça)


ArribaAbajo Mi verso, servidor de mi albedrío,
me devuelve mañanas abolidas

y muy lejanas siestas de mis juegos
en que fui más que yo en mis alegrías.

Lo que fui, lo que quise, lo soñado,  5
son un soy y un querer en llama viva.

Si se ha apagado el fuego, lo reenciende
quemándome las manos y mejillas.

Y así me encuentro con que soy los seres
que se desperdigaron por la vida.  10

El presente, el pasado, transfundidos
modulan una sola melodía.

Mi ayer, mi hoy y hasta el mañana incierto
unidos forman una serie íntima.

Julio 9, 1986.

  —95→  


ArribaAbajoMes de junio en California


ArribaAbajo ¡Esto de estar en ti, en tus treinta días
atenido al sinsonte,

con los ojos colgantes
del eucalipto alado!

¡Esto  5
de flotar en el aire
voluptuoso,
de oler la tierra que tu aliento orea!

¡Mes del calor amable y cielo índigo,
mes del sol con almíbar,  10
mes del más hondo amor a lo creado!

¡Oh Junio, Junio amigo,
qué exaltación me dan tus días fugitivos
hechos de muchedumbres
de besos y de silbos!  15

¡Esto es, Junio,
la dicha:
la dicha humana, breve, entre tus límites,
Junio feliz que vives y que mueres
palpitando en mi sangre,  20
como el canto del pájaro que es eco
de cantos infinitos sobre el mundo!

Junio, 1972.

  —96→  


ArribaAbajoPrimer recuerdo


(1919)


ArribaAbajo Primero fue la lluvia.
Fue lo primero, la ilusión primera.
Vi una puerta entreabierta
que daba a un patio
Vi sobre baldosas  5
crearse y deshacerse
copas brillantes, sin ruido.

Vi las mojadas plantas,
vi el paredón mojado,
vi el viento impetuoso  10
que aplastaba
las copas instantáneas sobre el piso.

Vi contra el cielo oscuro
un tremolar de sábanas de fuego.

Vi el agua, el agua interminable  15
sobre los vahos del verano.

Vi, dentro, luz eléctrica:
vi unas figuras vagas
mirar la lluvia.
—97→

Yo, tras cristales húmedos,  20
estaba, en brazos fuertes, mudo y tibio.

Afuera, la frescura
y la cristalería renovada
sobre el piso.
Y el viento rápido  25
que iba y volvía impetuoso...

Fue la ilusión primera.
Fue el principio del mundo.

1962.

  —98→  


ArribaAbajoEl pueblo y su arroyo


(Piribebuy)


A Carlos Villagra Marsal


ArribaAbajo Lo cruza de arriba abajo
un arroyo transparente:
un arroyo que va lejos
y que de muy lejos viene;

un arroyo en que desafían  5
cardúmenes diferentes,
unos de peces comunes
y otros de muy raros peces.

¡Ah, los eucaliptos blancos
que como atletas se yerguen  10
a lo largo del camino
que desde el pueblo desciende!

El pueblo antiguo y callado,
de calles todas de césped,
sombreado de mil árboles  15
es casi del todo verde.
Pero bajo el cielo azul
que verde, a veces parece,
las casas de muros blancos
bermejos tejados tienen.  20
—99→

A la iglesia austera y firme,
heroica historia embellece:
tronó el cañón contra ella;
y aún hoy día pueden verse
cicatrices que dejaron  25
granadas rojas de muerte.

¡Pero qué pueblo tranquilo
el que este arroyo fulgente
atraviesa susurrante,
y luego desaparece  30
para emerger victorioso
tras galope subterráneo
por soledades agrestes!

Hay una casa en el pueblo
merecidamente célebre  35
donde todos los domingos
bien se come y bien se bebe.

Los que visitan el pueblo
acuden siempre a este albergue,
y allí le toman el pulso  40
feliz, al pueblo y su gente.

Julio, 1995.

  —100→  


ArribaAbajoBerro de Areguá


A Gilda


ArribaAbajo El berro que flotaba, que crecía,
que fulgía muy verde en aguas tímidas;

el berro era una magia de las vías
del tren, en Areguá, mi patria antigua.

Venía el tren y en Areguá abrevaba  5
el agua de su máquina sedienta;
y el agua que sobraba, que caía
entre una y otra vía,

daba vida a las hojas, a los tiernos
y picantes pecíolos del berro.  10

Y el berro era tan berro a los reflejos
del Padre Sol de mi Areguá ya mítica,

que yo creía que su nombre era
una deformación color muy tierno

de la palabra beso, en que la ese  15
de puro verde se volvía erre.

6 de enero, 1984.

  —101→  


ArribaAbajoLa reina de Villa Rica


ArribaAbajo La Reina de Villa Rica
mira con ojos muy negros
sobre los que le fulguran
oro puro, sus cabellos.

La Reina de Villa Rica  5
es de andares tan angélicos,
que parece descendida
este minuto, del cielo.

La Reina de Villa Rica
es virgen toda misterio:  10
a su paso cadencioso,
-que va imponiendo silencio-
la gente baja los ojos
y queda como en suspenso:
nadie se atreve a mirarla  15
para leerle el pensamiento.

Dorada nieve sus manos
de largos, de finos dedos,
sueñan tañer una música
que ella entreoye en los sueños.  20
—102→

Siempre está como de paso
por este mundo imperfecto,
atenta a voces profundas
que le hablan de muy lejos.

La Reina de Villa Rica  25
inaccesible en su Reino,
cuando siente que la llaman
entorna los ojos negros:
y entonces le resplandecen
aún más oro, los cabellos.  30

Villarrica, 1995.