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Juan José Pastor Comín. Por ásperos caminos. Nueva música cervantina. Interpretación musical: Ensemble Durendal dirigido por Sergio Barcelona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2005, ISBN: 84-8427-385-7. [Reseña]

Dolores Josa Fernández


(Universidad de Barcelona)

Mariano Lambea Castro (coaut.)


(CSIC. Institución Milá y Fontanals)



El paso del tiempo tiene sus ventajas. Una de ellas es la periodicidad que nos ofrece cíclicamente para celebrar efemérides y conmemoraciones varias. En este caso, nada menos que la que corresponde al IV Centenario de la publicación de la primera parte de El Quijote. Rara será la actividad científica, artística o cultural, por alejada que esté de la literatura, que no se apunte a los fastos del centenario. Especialistas de diversas disciplinas aportarán estudios y reflexiones en relación a la obra cumbre de nuestra literatura, y casi nadie va a estar dispuesto a dejar pasar la ocasión sin hacer oír su voz; y menos la música, por razones obvias. Tendremos oportunidad, después, de agradecerle al paso del tiempo la perdurabilidad de tal o cual proyecto, o la fugacidad de tal o cual propuesta, que, en este último caso, no hará más que evidenciar el oportunismo de su acción. Estamos seguros de que el disco compacto Por ásperos caminos -preparado por el filólogo (con amplias dotes de musicólogo) Juan José Pastor Comín y el violista y director Sergio Barcellona-, aunque oportuno, no va a pertenecer al segundo grupo de propuestas, si no al primer grupo de proyectos, al de los que quedarán para el futuro. Y esto por varias razones: por el rigor científico, por la fiabilidad de la propuesta, por el concepto de interdisciplinariedad perfectamente justificado y empleado, por el buen gusto en la interpretación y en la confección del libreto, etc. Veámoslo.

Aunque antes conviene volver atrás en el tiempo, porque este CD se gesta en los años inmediatamente anteriores al Centenario, en el seno de la Cátedra Cervantes (fruto del convenio de colaboración entre la Universidad de Castilla-La Mancha y Texas A&M University) y dentro del marco general del Proyecto Cervantes dirigido por Eduardo Urbina. En efecto, la tesis doctoral de Juan José Pastor Comín Música y literatura: la senda retórica. Hacia una nueva consideración de la música en Cervantes, presentada en la Universidad de Castilla-La Mancha y defendida en el mes de septiembre de 2004, ha puesto al día buena parte de la investigación filológica y musicológica que, desde hacía cincuenta años, se había realizado sobre la música en las obras de Cervantes1. Dotada de un gran aparato metodológico, como es privativo en los estudios de teoría de la literatura, la tesis se adentra en los vericuetos de la obra cervantina para dilucidar, entre otras cosas, qué tipo de relaciones pueden establecerse entre los lenguajes literario y musical, y hasta dónde puede llegar la cohabitación entre ambos discursos. Hemos tenido oportunidad de conocer este trabajo y podamos dar fe de la enjundia de su planteamiento y de los logros obtenidos en su desarrollo y exposición. Nos alegra sobremanera, también, comprobar cómo este trabajo lo ha emprendido y culminado con total acierto un filólogo que tiene en su haber el Premio Extraordinario en Contrapunto y Fuga por el Conservatorio Joaquín Turina de Madrid. Todo un dato a tener en cuenta que haría sonrojar a más de uno, puesto que se trata de un caso clarísimo de preparación académica interdisciplinaria que se da en un mismo investigador, formado en las aulas universitarias y en las clases del conservatorio.

No deja de ser significativo el hecho de que, a partir de un trabajo de investigación realizado con todo el rigor científico y académico necesario, pueda surgir una grabación discográfica bien planificada y definida. Ello nos da pie a dos reflexiones: la primera es que, además de su aportación al conocimiento humano -algo específico en el estudio de las humanidades, pero que, en honor a la verdad, sólo es conocido y valorado por una exigua minoría que nos dedicamos a estos temas-, encontramos en ella un componente pragmático en lo referente a la difusión social y goce cultural útil para sectores de la sociedad no tan minoritarios. O sea, que de la vertiente puramente teórica de las ciencias humanas, podemos pensar en una vertiente más práctica que dé sentido social a nuestra labor. Convendría que nuestras instituciones públicas y privadas no olvidaran que las humanidades también pueden ofertar arte y cultura; y no sólo que no lo olvidaran, sino que, además, lo apoyaran. La segunda es que la música vocal española antigua con textos poéticos profanos tiene en su ámbito histórico de creación, en su desarrollo artístico, en su íntima relación con el texto poético y en su valor patrimonial, una densidad cultural susceptible de ser valorada y estudiada convenientemente. Y, en este sentido, sólo la filología y la musicología unidas pueden llevar a cabo este propósito. El resultado está ahí: un CD que difunde nuestro patrimonio en las mejores condiciones posibles de rigor literario y musical, y de veracidad histórica.

Generalmente las grabaciones discográficas de música antigua suelen ir acompañados de textos de divulgación e información musicológica que sitúan las obras en su contexto histórico, social y estético. Pero pocos discos contienen un estudio filológico y musicológico tan minucioso y detallado para cada composición como el que consta en el libreto del CD que comentamos. Y en nuestra opinión no está fuera de lugar una explanación tan detallada como la que nos muestra Pastor Comín, en lo referente al rastreo de cada poema musicado en la obra cervantina y en las fuentes poético-musicales de la época. Todos debemos de empezar a ser conscientes de que la música tiene idéntica importancia que el texto, y que la musicología, bien entendida, tiene la misma prestancia científica y rigor metodológico que la filología o cualquier otra disciplina humanística.

Lo que sucede también es que la musicología tiene una leyenda negra a sus espaldas, en muchos casos, ganada a pulso. El problema que surge en la ciencia musicológica es que cuenta entre sus filas con practicantes que se dedican a ella sin una formación musical completa y sólida, y ello menoscaba ciertamente su credibilidad. Es impensable que un filólogo no conozca el lenguaje del que van a tratar sus estudios e investigaciones. Un hispanista que no sepa español «algo tiene del imposible», como diría el cura después de escuchar la novela del Curioso impertinente. En cambio, en la musicología española puede llegar a ser, incluso, hasta escandalosamente (para)normal que un musicólogo no sepa el lenguaje musical. Algo que tendría que ser un imposible metafísico, llega a ser moneda de curso legal. Para levitar, pero real y verdadero. De esa manera no es de extrañar que un disco sobre la música en El Quijote lo tenga que hacer un filólogo con conocimientos musicales que para sí quisiera más de un musicólogo. Pero no nos extrañemos: estamos en el país de Don Quijote, y las quijotadas están a la orden del día.

Pastor Comín, en sus ásperos caminos, que no son ásperos, en absoluto, sino suaves y fáciles de transitar, nos guía con mano sensible y culta. Cualquier pasaje de la obra cervantina que pertenezca a la producción dramática, poética o narrativa de nuestro gran escritor, leído con predisposición musicológica, contiene referencias musicales de todo tipo que Pastor Comín ha sabido captar y trasladar a la amplia selección de veintidós piezas, entre las que se hallan romances, canciones y danzas, que conforman la hora de buena música que nos ofrece esta grabación. Estas composiciones ilustran o, incluso, llegan a condensar líricamente determinados pasajes de la producción cervantina, y reunidas como están, en un todo unitario y coherente, sirven a la perfección para pintar musicalmente el paisaje sonoro de la época de Cervantes. No en vano para conocer bien cualquier época hay que saber, entre otras cosas, cómo era la música de entonces, qué se cantaba y cómo se cantaba. Y a la realidad musical de la época nos acerca la interpretación musical del Ensemble Durendal, dirigido por Sergio Barcellona. Este conjunto vocal e instrumental está formado por cantantes e instrumentistas especializados en la interpretación de la música antigua con instrumentos originales y siguiendo criterios historicistas. Cinco cantantes y ocho instrumentistas nos ofrecen una lectura musical de las piezas del disco correcta, sensible, esmerada y atenta. Nada que objetar a todo ello. Es posible que con mayores medios económicos se hubiera obtenido una mejor toma de sonido y se hubieran pulido algunos detalles técnicos que hubieran contribuido a la obtención de un producto musical más acabado y perfecto, pero sospechamos que conseguir una gran financiación de las instituciones públicas para apuestas culturales, en el fondo, tan selectas y minoritarias y tan poco rentables como la presente, significa adentrarse por ásperos caminos. Nos resultan muy conocidas las composiciones «¡Oh, más dura que mármol a mis quejas!» y «Prado verde y florido», ambas de los hermanos Guerrero, Pedro y Francisco, respectivamente. La primera con texto de Garcilaso, la segunda con texto anónimo, ambas conservadas en el Cancionero musical de Medinaceli, y las dos con esas sonoridades tan hermosas, sutiles y evocadoras. El buen gusto que preside la interpretación musical se traslada también a la presentación formal y editorial del CD, que es sugerente y bella. Forma un pequeño libro de setenta páginas que alberga en su interior toda la información necesaria para que quien quiera pueda leer escuchando o escuchar leyendo. Las ilustraciones de escenas quijotescas están tomadas de la edición de El Quijote (México, Ignacio Cumplido, 1842) que la Universidad de Castilla-La Mancha reeditó en facsímil (Miguel Ángel Porrúa, librero-editor, 1995). Todo un acierto. Nos ratificamos: el trabajo quedará como referencia ineludible para conocer y disfrutar mejor la música en las obras de Cervantes.





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