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Literatura y periodismo en la época del Romanticismo en España

Descripción de la publicación No me olvides (1837-1838)

por María José Alonso Seoane
Universidad Complutense de Madrid

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Estampa litografiada por Federico de Madrazo que apareció acompañando el «No me olvides. Periódico de literatura y bellas artes», tomo I, numero 1, 7 de mayo de 1837La revista No me olvides, subtitulada Periódico de Literatura y Bellas Artes y Periódico semanal, a partir de la entrega número 37 (14/01/1838), anunció su publicación para el 1.º de mayo de 1837 aunque, finalmente, comenzó a publicarse en Madrid, editada por Jacinto de Salas y Quiroga, el 7 de mayo de 1837; manteniendo su salida cada domingo hasta el número 41 (11/02/1838), en que se suspendió abruptamente. Constaba de un pliego de 8 páginas en 8.º, con precio de 4 reales la suscripción mensual en Madrid, y 5, en provincias.

Las láminas que acompañan a algunas entregas hacen relación a los textos que se publican en las mismas. Las estampas litografiadas de Federico de Madrazo son «No me olvides», como frontispicio del primer número de la revista (No me olvides 1 07/05/1837), «Juan Eugenio Hartzenbusch» (7 18/06/1837), acompañando un artículo de Salas sobre este autor; «Una impresión supersticiosa», (No me olvides 9 02/07/1837), y «Laura y Petrarca» (No me olvides 16 20/08/1837), los dos últimos, sobre textos de su hermano Pedro de Madrazo. Las xilografías de Calixto Ortega, «La plegaria» (No me olvides 20 17/09/1837), sobre la que escribe la poesía, del mismo título, José Zorrilla; «Antonio Pérez» (No me olvides 25 22/10/1837), relacionado con la crítica del drama de Muñoz Maldonado que aparecerá en el número siguiente; «Recuerdos de un bautizo» (No me olvides 31 03/12/1837) y «El retrato» (No me olvides 38 21/01/1838), que ilustran dos relatos de Sebastián López de Cristóbal -el segundo, firmado como «L.»-.

Desde el principio, No me olvides fue acogido y seguido con gran interés, aunque la pronta dispersión de sus principales redactores y su corta vida hizo que su memoria se fuera diluyendo entre el recuerdo de El Artista, la presencia de fondo del Semanario Pintoresco Español y las nuevas publicaciones culturales más modernas, creadas en época de distinto carácter y posibilidades técnicas. Manuel Núñez de Arenas, que dedicó un temprano artículo a Jacinto de Salas y Quiroga, con nuevas aportaciones biográficas, muestra una profunda percepción del valor de Salas en del Romanticismo español, y considera que tanto El Artista como No me olvides son los guías indispensables para comprender nuestro panorama literario de esa época («Figuras románticas. El pobre Salas», Alfar, 59, julio 1926: 28).

Modernamente, No me olvides fue estudiada de forma monográfica por Pablo Cabañas, que realizó el Índice y estudio introductorio, transcribiendo los Prospectos y algunos textos publicados en la revista (No me olvides (Madrid, 1837-1838), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1946); recientemente, por María Esther Rincón, especialmente en su tesis doctoral Las fuentes del romanticismo en España: 'No me Olvides.' Periódico de literatura y Bellas Artes (Ohio State University, 2010).

El título de la revista tiene su origen en el de los almanaques, titulados No me olvides, imitación o adaptación de los Forget me not publicados por Rudolf Ackermann, que José Joaquín de Mora publicó durante varios años, en Londres, en la década anterior. Salas conoció a Mora en Lima en 1832, como declara en una nota de rectificación sobre unas poesías atribuidas a él por la Miscelánea [Periódico de música, literatura y variedades] (No me olvides, 23, 07/10/1837), dando también muestras de su relación literaria con Mora al publicar algunos textos suyos en las páginas de No me olvides. Especialmente, la relación del título con los almanaques de Mora se confirma al hacer que el primer texto que aparece en la revista de Salas, sea la poesía de Mora titulada «A la flor llamada en inglés ‘Forget me not’ (No me olvides)»; poesía que, acompañada de una ilustración de un ramo de flores en que aparece la flor llamada «no me olvides», había sido publicada, años atrás, por Mora, en su No me olvides. Colección de producciones en prosa y verso originales y traducidas (Londres, R. Ackermann, 1825) -«Recuerdo de amistad para el año 1825»-, abriendo el primero de sus almanaques.

En el frontispicio de la revista de Salas, en vez de flores, una litografía de Federico de Madrazo representa el momento en que un joven se despide de su dama. En el dintel de la puerta se lee la leyenda que parece ilustración de lo que ambos jóvenes están diciendo: No me olvides. Lejos ya de la primera entrega, Juan Eugenio Hartzenbusch publica, en un número posterior, el poema «No me olvides. Imitación del poeta alemán Augusto Bengenbach» (No me olvides 17, 27/08/1837), sobre el supuesto origen del nombre de la flor.

Jacinto de Salas y Quiroga, su creador y director, contribuyó con un gran número de textos y la orientación general de la revista. No me olvides tuvo un carácter netamente romántico, queriendo modestamente continuar El Artista, cuya nostalgia ha marcado su generación y a quien Salas evoca, en su artículo «Observaciones sobre el estado actual de nuestra poesía», publicado en la Revista Nacional, en que pone de relieve su gran importancia. Salas recuerda cuando, no hace tanto, se calumniaba a la juventud y se decía que no había poetas:

De pronto, un joven, orgullo de la moderna literatura española, Eugenio Ochoa, se propuso crear medios de dar publicidad a sus propios pensamientos y a los de los jóvenes literatos españoles: creó el Artista, y en el corto espacio de veinte meses […] hemos visto nacer producciones admirables de brillantes jóvenes, cuyos nombres y existencia nos eran desconocidas. Henchidas están nuestras almas todavía de los goces que nos han hecho disfrutar las hermosas composiciones impresas en el Artista […]. Recordaremos esos mágicos versos de Ochoa, de Bermúdez de Castro, Pastor Díaz, Escosura, Madrazo, Zorrilla y otros que, menos célebres, ocupan un lugar distinguido en aquella célebre colección (Revista Nacional, 12/02/1837).

Salas concluye el artículo dejando adivinar, como un presagio, la llegada de No me olvides: Si otro Artista se alzase ahora, de cierto que dejara confundidos a los que acusan nuestro siglo y nuestro suelo de escasez en punto a jóvenes literatos y poetas (Revista Nacional 12/02/1837). Sin embargo, cuando ya se publica el No me olvides, la personalidad de Salas y la diversidad de los nuevos colaboradores hace que No me olvides se vaya alejando de El Artista, con una impronta más tendente a resaltar la misión del artista y la moralidad del Romanticismo.

La revista aparece anunciada en el Diario de Avisos de Madrid (28/04/1837). Según el Diario, Desde el primero del próximo mes de mayo saldrá a luz todos los domingos un nuevo periódico meramente literario y artístico, señalando el título: No me olvides. El anuncio continúa

Es una empresa de jóvenes literatos a cuya cabeza está D. Jacinto de Salas y Quiroga.- Acompañarán a algunos números estampas litografiadas debidas al delicado pincel del distinguido artista D. Federico Madrazo.- Se publicará en un pliego de buen papel.- Precio 4 rs. al mes en Madrid y 5 en las provincias.- Subscríbese en la librería de Cruz, frente a S. Felipe el Real, y en la imprenta de Pascual, calle de Jardines, núm. 36 (Diario de Avisos de Madrid 28/04/1837).

La publicación de No me olvides se retrasó una semana. En el anuncio correspondiente a la salida del primer número (Diario de Avisos de Madrid 07/05/1837), se corrigió el desliz presente en el anuncio anterior sobre el delicado pincel de las litografías de Madrazo, del que se burla el Eco del Comercio (29/04/1837), señalando simplemente: Acompaña a este número una estampa litografiada de Don Federico Madrazo.

La Gaceta de Madrid, con el Prospecto del No me olvides a la vista, hace una amplia referencia al nuevo periódico, ante su inminente aparición, el 22 de abril de 1837. En el artículo de la Gaceta, se destaca el noble propósito de Salas y el esfuerzo que conlleva su publicación ya que, en el estado actual de la literatura en España, será menester mucho esfuerzo, constancia y atrevimiento contra los obstáculos.

Es menester, por último, todo el desinterés y todo el ardiente deseo de gloria que anima a nuestra juventud para acometer tamaña empresa, mucho más cuando la esperanza del lucro no puede entrar en los cálculos del que la proyecta. Pero el que no desea más que gloria e inmortalidad lo olvida todo, y solo piensa en el placer de trasladar sus sentimientos al papel, de mostrar las sensaciones de su alma por medio de la prensa (Gaceta de Madrid, 22/04/1837).

En el artículo se recuerda cuando, en ocasión no remota, un joven animado de iguales deseos, y muy ventajosamente conocido en la república literaria (Don Eugenio de Ochoa), fundó un periódico semejante al de que ahora hablamos; aunque, entre las dificultades que van a encontrar los jóvenes que promueven el No me olvides, al menos, no van a tener las derivadas del alto precio que hizo inviable El Artista. El artículo de la Gaceta fue reproducido días después, en Barcelona, por El Guardia Nacional (03/05/1837).

Prácticamente un mes después de haber comentado el Prospecto del No me olvides, la Gaceta de Madrid (21/05/1837) dedica un artículo a los dos primeros números (07/05/1837 y 14/05/1837, respectivamente), que son dignos de nuestro sincero e imparcial elogio. Entre otros aspectos, se destaca la bella litografía de Federico de Madrazo que sirve de portada, la especie de profesión de fe de Salas que encabeza la publicación, escrita en el estilo brillante y apasionado que distingue todas las producciones de este apreciable joven; la lindísima composición «A mi hijo Carlos», firmada por E. de O. [Eugenio de Ochoa], iniciales que revelan el nombre de uno de nuestros privilegiados ingenios, si la dulzura, la fluidez y la verdad de la poesía no le hubieran revelado desde el principio. Del segundo número de No me olvides, se destaca el artículo de Salas, muy bien escrito, y que interesa y conmueve, y el artículo de teatros, de Juan del Peral. La Gaceta pronostica a No me olvides una larga y próspera vida, si no se aparta del camino de regeneración de la literatura que ha iniciado.

El Porvenir, en su sección «Museo crítico semanal» (20/05/1837), anuncia la próxima salida del Museo Artístico y Literario, y da cuenta de la aparición de dos periódicos literarios aparecidos la semana anterior, No me olvides y La España Literaria. Dejando aparte este último, que considera de escaso valor, comenta el primer número de No me olvides, de título transpirenaico, en alusión a los almanaques londinenses de Mora, y destaca su elegante carpeta, lujo tipográfico y la bellísima composición poética de Eugenio de Ochoa [«A mi hijo Carlos»]. Unas semanas más tarde, de El Porvenir inserta, en el «Museo crítico», una breve reseña de ambas revistas, haciendo alusión a las circunstancias de guerra en que vive la sociedad española:

Los periódicos Museo Artístico y No me olvides han dado en sus últimos números dos estampas litográficas muy bien ejecutadas. La del primero es el retrato de Doña Matilde Díez, actriz de los teatros de esta corte; la del segundo el de D. J. E. de Hartzenbusch. Ambos periódicos contienen trozos de amena literatura muy escogidos, y los recomendamos al público porque deseamos que las bellas artes logren en medio de los días de amargura en que vivimos el premio a que aspiran. El movimiento literario y artístico que se advierte, revela a qué grado de esplendor pudiera llegar nuestra trabajada España si pudiera gozar algunos instantes de quietud (El Porvenir 13/06/1837).

Poco después, El Patriota publica en su Folletín un artículo laudatorio sobre No me olvides (18/06/1837). El Patriota lo presenta como una deuda de alabanza debida al que llama lindísimo periódico; deuda intencionadamente retrasada hasta ver suficientes números publicados, que ahora ya son seis, y dos estampas. De forma poética, el artículo comienza señalando el acierto del título de la publicación:

Ha sido una idea muy feliz la que ha tenido el editor en dar a su periódico el simpático título de No me olvides. ¡No me olvides! Hay un no sé qué de tierno y melancólico en esta sencilla súplica; parece la voz de una madre o de una esposa, de un amante o de un amigo. A ella van íntimamente enlazadas ideas de entrañable cariño y de separación, ¡cosa triste! Triste como un ¡a Dios! Exhalado entre lágrimas y sollozos, quejido de un alma despedazada, primera necesidad de un corazón amante, instintivo terror del olvido…… ¡El olvido! Esa primera mortaja de los vivos, esa segunda mortaja de los muertos!... Porque también las palabras no me olvides, encierran ideas de muerte, que es la más terrible de todas las ausencias. ¡Oh! Siempre al separarse por algún tiempo de un ser amado, o al separarse de él por toda una eternidad, siempre será la última voz del alma ¡No me olvides! (El Patriota, 18/06/1837)

Antes de seleccionar algunos fragmentos de poesía -lamentando pasar por alto otros no menos dignos de atención-, de destacar varios aspectos positivos y desear larga vida a esta preciosa joya literaria, El Patriota señala los nombres muy conocidos que figuran en sus páginas, mostrándose clarividente acerca de su fama posterior:

Salas y Quiroga, los dos jóvenes Madrazos, el pintor y el poeta, Pastor Díaz, Zorrilla; al pie de brillantes composiciones poéticas, de artículos de bellas artes y literatura, llenos de profundidad y filosofía se ven otros, hace un mes desconocidos en la república literaria, ya decididamente acreditados…. Acaso algún día, y no lejano, diremos justamente célebres. (El Patriota, 18/06/1837).

El artículo de El Patriota fue contestado irónicamente por el Eco del Comercio (21/06/1837); y, airadamente, por el Museo Artístico Literario (4, 22/06/1837). En el Museo, revista de gran calidad y breve vida, Luis González Bravo escribe un artículo de protesta ante la parcialidad de El Patriota, que cita los versos «A ti», de Salas y Quiroga -cuya elección escandalizó igualmente al Eco- y se olvida de «El amor sin objeto» de Nicomedes Pastor Díaz; que alaba desmesuradamente a Pedro de Madrazo, como poeta, y echa en saco roto a Zorrilla. No fue así exactamente pero no cabe duda de que los redactores del Museo Artístico Literario entendieron el menosprecio indirecto que se les hacía en el artículo de El Patriota -de tinte político opuesto al de los integrantes del Museo-, dejando aparte a los propios redactores del No me olvides, a los que considera ajenos a este hecho.

Con respecto a la relación de No me olvides con otros periódicos literarios, cabe destacar la acogida positiva al Museo Artístico Literario, recomendándolo al público a la vista del primer número, del que afirma Todo en él es digno de elogio (No me olvides 5, 04/06/1837), antes de que se agriara la relación a raíz del artículo aparecido en El Patriota (Museo Artístico Literario 4, 22/06/1837). La relación con el Observatorio Pintoresco fue problemática. La diferencia cultural con Basilio Sebastián Castellanos de Losada así como su peculiar modo de hacer, y con otros colaboradores del Observatorio, era grande. A pesar de no querer enfrentarse, puesto que tiene amigos entre los redactores del Observatorio, Salas corrige a veces los artículos de Castellanos: sobre el conde de Villamediana (No me olvides 7, 18/06/1837) y unas estrofas de Góngora que Castellanos cree inéditas (No me olvides 18, 03/09/1837). Salas demuestra que no lo son, publicándolas con las variantes que ofrece con respecto a la versión del Observatorio Pintoresco. Es el Salas bibliófilo, que se deja ver en otros lugares de No me olvides. Hay alguna referencia indirecta, como la clara alusión al Observatorio, que días antes había publicado un artículo titulado «Las artes necesitan protección» (Observatorio Pintoresco II, 1, 05/09/1837), a propósito de la exposición de pinturas en el Liceo, en que Salas escribe: Los que dicen que los artistas y las artes necesitan protección, que traigan a su memoria el LICEO, y conocerán que para sobresalir lo único que se necesita es genio (No me olvides 19 10/09/1837). Sin embargo, Castellanos aparece citado con respeto a propósito de su próxima cátedra de arqueología en el colegio de Humanidades de Sebastián Fábregas (No me olvides 21, 24/09/1837).

En el Prospecto (1837), que se conserva en la Hemeroteca Municipal de Madrid [Prospecto. No me olvides. Periódico de Literatura y Bellas Artes. Signatura A.H.7/2(1359)], está firmado en Madrid y abril de 1837. Jacinto de Salas y Quiroga. En él, Salas afirma que un grupo de jóvenes deseosos de renovar la sociedad, le han colocado a la cabeza de una empresa que se propone establecer un periódico meramente literario, artístico, e invita a todos los jóvenes literatos a colaborar en él. El optimismo juvenil de la época anima todo el Prospecto, que enumera las distintas formas en que la juventud entusiasta quiere renovar el panorama actual de España: con las armas en Navarra, con la palabra en el Ateneo, con la pluma en todas partes:

Los jóvenes del día, en cuya alma hierve el entusiasmo de la gloria, la sed de felicidad propia y ajena, no permanecen fríos espectadores de la encarnizada lucha en que se disputan la posesión del mundo el fanatismo y la ilustración. La noble juventud de nuestros tiempos está dividida en dos preciosas partes, una que dice, otra que hace, una que imagina, otra que ejecuta, una que destruye obstáculos, otra que construye el edificio de la regeneración social […].— Estos días que alcanzamos […], son días que han visto nacer a una juventud brillante, noble, pensadora y activa, que destruye lo malo con una mano, y con la otra edifica lo bueno (Prospecto No me olvides 1837)

La revista comienza a andar con la participación esencial de Manuel de Assas, Federico y Pedro de Madrazo, Fernando de la Vera e Isla. Desde el principio, colaboran, con aportaciones significativas, Eugenio de Ochoa y otros autores que tienen relación de amistad entre sí, como Zorrilla, Miguel de los Santos Álvarez, Juan Bautista Alonso, Ramón de Campoamor, Sebastián López de Cristóbal.

En el artículo editorial del número 1.º (No me olvides 1 07/05/1837), Salas sentará, como esencial al periódico, la defensa del Romanticismo y de una literatura profunda, llena de sentido, frente a la época anterior clasicista en que la literatura era solo un pasatiempo. Ahora se trata de una lucha santa, en que el poeta tiene la misión más noble: consolar al desgraciado, hacer menos amargas las horas de esta vida. A la vez, deberá defender la escuela romántica de los falsos tópicos que se le achacan; ellos serían los primeros en rebelase si entendiesen por romanticismo esa ridícula fantasmagoría de espectros y cadalsos, que se presenta como violenta exaltación de los sentimientos, apología de los vicios. En cambio, creen que el romanticismo es, entre otros aspectos, un manantial de consuelo y pureza, germen de las virtudes sociales (No me olvides 1 07/05/1837). Salas también expone sus ideas en otros artículos como «Influencia de la literatura en las costumbres» (No me olvides 3 21/05/1837), y «Decir y obrar», sobre la necesidad de que el escritor sea coherente en su vida con lo que escribe (No me olvides 18 03/09/1837).

Además de Salas y Quiroga, otros autores defendieron el Romanticismo en No me olvides. Fernando de la Vera e Isla, que llegaría a coleccionar las obras en prosa de Enrique Gil y le dedicaría un delicado poema -«En la tumba de Enrique Gil» (Ensayos poéticos, París, 1852)-, insiste en su artículo, «Verdadera poesía», en la necia equivocación de identificar romanticismo con crímenes, inmoralidad, venenos y puñales, cuando la misión del romanticismo es santificar al hombre, no desmoralizarlo; se trata de una escuela que es el verdadero punto de intersección entre la literatura y la filosofía(No me olvides 2 14/05/1837). En su artículo «Moralidad del romanticismo» (No me olvides 6 11/07/1837) -reproducido meses después en El Sevillano (9, 23/10/1837)-, señala que la sensibilidad de los románticos sabe ver, en el mal aparentemente triunfante, el verdadero horror de la situación de los culpables; como es el caso de Margarita de Borgoña o Lucrecia Borja, en los dramas de Hugo, Lucrecia Borgia, y Dumas, La tour de Nesle. Vera publica algunos textos de distinto carácter en No me olvides, como el bello artículo «Placeres de un artista. Recuerdo» (No me olvides 3 21/05/1837); un artículo melancólico como su tema: las ruinas de lugares civilizados en las que Chateaubriand y Lord Byron, nombrados solo indirectamente, buscan recuerdos sublimes del pasado.

Ramón de Campoamor hace una parecida defensa del Romanticismo en su artículo «Acerca del estado actual de nuestra poesía» (No me olvides 32 10/12/1837). Campoamor separa el falso romanticismo, de escenas sangrientas y delirios criminales, que rechaza, del verdadero, que aprueba: el que busca conmover las pasiones para promover la virtud.

Aunque impugno aquí el romanticismo, no se crea que impugno el romanticismo verdaderamente tal, sino ese romanticismo degradado cuyo fondo consiste en presentar a la especie humana sus más sangrientas escenas, sueños horrorosos, crímenes atroces, execraciones, delirios y cuanto el hombre puede imaginar de más bárbaro y antisocial; esto no es romanticismo, y el que lo cree, está en un error; el romanticismo verdadero tiende a conmover las pasiones del hombre para hacerle virtuoso; el romanticismo falso que usurpó este nombre y es el que he expuesto anteriormente, solo tiende a pervertir la sociedad, y este es justamente el que yo trato de impugnar (No me olvides 32 10/12/1837).

La visión del Romanticismo como una legítima revolución frente al pasado se vería reforzada por la serie de artículos de historia literaria que escribe Manuel de Assas y Ereño, desde el primer número del No me olvides. Assas expone que la afición extrema a la antigüedad clásica había hecho que se perdiera el espíritu de nacionalismo en la literatura y en las bellas artes, lo que ha sido desterrado felizmente por la nueva escuela romántica (No me olvides 1, 07/05/1837). Sin embargo, Assas deja pronto de participar en No me olvides, ya que regresó a Santander al morir su padre, matriculándose en el Instituto Cántabro en Dibujo Lineal y Dibujo de Arquitectura el curso 1837-38. El artículo «Unidades del teatro griego» (No me olvides 10, 09/07/1837), fue su última colaboración.

Pedro de Madrazo publicó, desde su comienzo, varios textos relevantes en No me olvides: «Juicio sobre las artes en el siglo XV» (No me olvides 4, 28/05/1837; 5, 04/06/1837), «Una impresión supersticiosa» (No me olvides 9, 02/07/1837), y «Laura y Petrarca» (No me olvides 16, 20/08/1837), acompañado, como en el anterior caso, de una litografía de Federico de Madrazo. En el artículo titulado «Publicaciones artísticas» (No me olvides 7 28/06/1837), escribe sobre las revistas que se editan por entonces. Madrazo observa que, a la inversa de lo que sería predecible en tiempos de guerra y dificultades, España, en una ilusión de felicidad, sueña con las artes; y por eso han aparecido últimamente varios periódicos dedicados a las artes y a la bella literatura. Señala el papel impulsor de El Artista al que siguió un tropel de periódicos de este tipo, entre ellos, No me olvides; son publicaciones que no tienen la calidad formal de El Artista, pero que intentan seguirle en sus contenidos. Precisa que el Semanario Pintoresco Español no fue afortunado en un principio, y que solo le salvaba los artículos de costumbres de Mesonero; por el contrario, hace elogios de las imágenes debidas a Félix Batanero y Calixto Ortega en el Observatorio Pintoresco; elogios que, sin embargo, en conciencia, no puede hacer de la parte literaria.

Poco después de que se inicie la publicación de No me olvides, Federico y Pedro de Madrazo salen de España para París, a finales de agosto de 1837. Salas reconoce su labor en la revista, a la vez que se alegra de la experiencia que tendrán al viajar por otros países (No me olvides 17, 27/08/1837). Seguramente la partida de los Madrazo y de Assas motivó el rumor de que el No me olvides finalizaba. En el mismo número, en un breve artículo titulado «Habladurías», Salas afirma que no se le ha pasado por la imaginación suspender sus tareas literarias y que tienen el número suficiente de suscritores para esperar tiempos mejores.

A Ochoa, que sale de Madrid el 27 de octubre de 1837, todavía le da tiempo a publicar en No me olvides un elogioso poema «Al pintor de cámara Don Federico de Madrazo» (No me olvides 23 07/10/1837). En el mismo número, Salas manifiesta sus conocimientos artísticos en una reseña de la Exposición de la Academia de San Fernando en que señala que no se atreve a hablar de los retratos ejecutados por Federico de Madrazo porque no se le considere imparcial; pero, continúa: ¿quién no es tenido por parcial hablando del pintor-poeta Madrazo? En un segundo artículo (24, 15/10/1837), hablando de otros artistas, sigue, sin citarlas, las teorías de José de Madrazo y su entorno sobre la imposibilidad de restablecer la escuela sevillana -el caso de Gutiérrez de la Vega y Esquivel-. Salas alaba a otros participantes, como Jenaro Pérez Villaamil, al que también considera pintor-poeta.

En No me olvides se nota el vacío que dejan los hermanos Madrazo, Manuel de Assas y Eugenio de Ochoa al irse. Ya se había notado el cambio de clima en el panorama literario madrileño desde el año anterior; por la ausencia, menor, de José Bermúdez de Castro y, de manera dramática, por la del conde de Campo de Alange y de Larra, que mueren en diciembre de 1836 y febrero de 1837, respectivamente. Dentro de la unidad general de esta etapa del Romanticismo en España, los cambios que se producen a raíz de los sucesos de agosto de 1836, suponen un punto de inflexión que abre, en cierto modo, una época distinta.

Seis meses después de su creación, se inicia con el número 27 (05/11/1837), el tomo II de No me olvides. Salas comenta los malos ratos que le ha causado la revista, las recriminaciones anónimas que ha recibido, los versos impublicables que le han enviado y los que ha impreso pero que ahora se avergüenza de leer. Termina volviéndose a brindar a ser amigo de los jóvenes que desean contribuir al fomento de la literatura; pero no su adulador. A finales de año se anuncia un Prospecto para el año 1838 (No me olvides 34 24/12/1837) que se publicará en la Gaceta de Madrid el 7 de enero de 1838. En el Prospecto para 1838, Salas manifiesta que se propone dar menos atención a las letras en favor de lo que considera ideas profundas como política, filosofía o religión, subrayado por el cambio de subtítulo a partir del 14 de enero de 1838: de Periódico de Literatura y Bellas Artes a Periódico semanal -aunque no descuidará la amenidad, para que sus amables suscritoras sigan leyendo la revista-.

Aunque no todas las colaboraciones literarias que aparecen en No me olvides tienen la misma calidad, en conjunto, la revista tiene gran interés, tanto por el panorama literario de la época que presenta como por la aportación de escritores relevantes, aunque algunos solo colaboren ocasionalmente, con textos de creación valiosos y significativos para el romanticismo en el momento.

Salas se multiplica en No me olvides con numerosos textos. Algunos colaboradores le prestarán amplio apoyo hasta el final, como Pedro Luis Gallego o Sebastián López de Cristóbal; además de los que siguen enviando colaboraciones, a veces, solo de manera aislada. Se reproducen también textos que, salvo excepción, habían aparecido en El Artista, como la traducción de Balzac, ¡Yadeste!, firmado con las iniciales de Eugenio de Ochoa (No me olvides 21 24/09/1837). En alguna ocasión, el propio Salas ofrece, por su interés formativo para los jóvenes, la traducción de dos baladas de Goethe, «Zaubwelwheling» y «Der Gott und die Bajadere» («El mango de escoba. La bayadera. Cuentos» (No me olvides, 33, 17/12/1837), a través del francés. Ambos textos, tal como aparecen en No me olvides, están tomados del capítulo XIII, «De la poésie allemande», de De l´Allemagne, de Madame de Staël. Entre otras referencias a autores extranjeros, también aparece Balzac en No me olvides, en un breve resumen de Ferragus («Apariencias», en los números 35, 36 y 39, 31/12/1837, 07/01/1838, y 28/01/1838, respectivamente), y la traducción de un fragmento de La comédie humaine. Scènes de la vie parisienne, con el título de «El cuarto de dormir de una joven y bella casada» (No me olvides, 28 12/11/1837), como señaló José F. Montesinos en su artículo «Notas sueltas sobre la fortuna de Balzac en España», Revue de Littérature Comparée, XXIV, 2, 1950, 309-338/ 310, recogido con leves variantes en su Introducción a una historia de la novela española en el siglo XIX. Seguida del esbozo de una bibliografía española de traducciones de novelas (1800-1850) (Madrid Castalia 3.ª ed. 1973). Montesinos considera que las iniciales D. B. que aparecen como firma de «Apariencias» podrían corresponder a De Balzac y que la traducción del segundo texto podría ser de Eugenio de Ochoa.

La poesía es esencial en No me olvides. Poesía lírica, de tono íntimo; de tinte pesimista, por lo general, las de Jacinto de Salas y Quiroga, que publica un número muy elevado -más de 30 poemas-. Entre ellas, cabe destacar sus versiones de Victor Hugo y de la Biblia, algunas poesías que habían sido publicadas en El Artista, como «La muerte del bravo» -con razón muy estimada- (El Artista I, 12 [22/03/1835], reproducida en No me olvides 8, 25/06/1837), y otras nuevas, inspiradamente románticas como «Ruega por mí!» (No me olvides 13 30/07/1837) y «El viático» (No me olvides 30 26/11/1837). Pocos críticos han hecho justicia a Salas como poeta como Guillermo Díaz-Plaja, que ha sabido ver en su poesía, dentro de sus defectos, rasgos de belleza indudable (Historia de la poesía lírica española, 2.ª ed. corr. y aum., Barcelona, Labor, 1948, 310-12).

Varios autores destacados publican poemas en No me olvides. Eugenio de Ochoa contribuye, desde el primer número, con varias poesías: «A mi hijo Carlos», que fue muy apreciada (No me olvides 1 07/05/1837); «Ilusión» -fechado en noviembre de 1834- (No me olvides 9 02/07/1837); y «Al pintor de cámara don Federico de Madrazo» (No me olvides 23 07/10/1837). Pedro de Madrazo publica varios poemas; de Nicomedes Pastor Díaz, autor esencial, que escribe por entonces en el Museo Artístico Literario, hay dos poesías. Una de ellas, muy significativa: «El amor sin objeto» (No me olvides 7 18/06/1837), fechada en Santiago de Compostela en 1830 -aunque, posteriormente, el autor la considerase anterior-, que había sido leída en la Sección de Literatura y Bellas Artes del Ateneo de Madrid, el 23 de enero de 1837. Hay también importantes poesías de Miguel de los Santos Álvarez. José Zorrilla, entre otras, colabora con «La plegaria» que hace alusión a la estampa, dibujada y grabada por Calixto Ortega, que se reparte con el mismo número (No me olvides 20 17/09/1837). Muy interesante la intervención de Ramón de Campoamor en las que son sus primeras poesías publicadas, bellas y delicadas; por otra parte, muy distintas a las que le harían célebre después.

Entre los autores que publican poesía y colaboraciones en otros géneros, como Fernando de la Vera, Miguel de los Santos Álvarez y Juan Bautista Alonso, merece lugar aparte Pedro Luis Gallego, al que Gregorio Romero Larrañaga dedicó una elegía y unos «Apuntes biográficos de don Pedro Luis Gallego» (El Reflejo, 26, 1843, 201-203). Pedro Luis Gallego, nacido en 1815, excelente pianista, compositor y crítico musical, era íntimo amigo de Santiago de Masarnau -de quien se reproduce en No me olvides su artículo «Gran función anual en la catedral de San Pablo de Londres» (No me olvides 30, 26/11/1837), publicado anteriormente en El Artista (I, 23 [35/06/07])-. En No me olvides, escribe crónicas de las actividades del Liceo, poesía, relato y atractivos artículos literarios como el titulado «A mí me gusta el invierno» (No me olvides 25, 22/10/1837).

Otros escritores conocidos publican ocasionalmente, como Hartzenbusch -muy admirado por Salas, que le dedica un perfil semejante a los de la «Galería de ingenios contemporáneos» de El Artista, en la misma entrega en que se reparte la litografía de su retrato por Federico de Madrazo (No me olvides 5, 04/06/1837)-; y Serafín Estébanez Calderón, que firma como 'El Solitario', «La noche de San Juan» (No me olvides 9, 02/07/1837).

Con gran acierto, Salas publica la poesía «Una gota de rocío», con la que Enrique Gil y Carrasco se dio a conocer. Salas sabe apreciar su madurez frente a otras primeras poesías de algunos autores que publica, como la de su hermano José María o de Antonio Ferrer del Río. El poema de Gil había sido leído en el Liceo por Espronceda, a quien Salas admiraba profundamente, y publicada anteriormente en El Español, el 17 de diciembre de 1837. En su introducción al poema, recomendándole el estudio de Thomas Moore, Salas pronostica a Enrique Gil merecidos triunfos si se entrega a este género tan nuevo y poético, en que está presente la idea filosófica sublime «de no ver nada en la naturaleza que no represente un gran pensamiento, que no encierre la personificación de algún misterio» (No me olvides 34, 24/12/1837).

Entre los autores de menor relieve que aparecen en No me olvides, se encuentra Manuel de Assas, aunque su aportación fundamental son sus artículos sobre arte y literatura. Lamentablemente, su poema «¡Tu amor o una lágrima!!!» (No me olvides 6, 11/06/1837) apareció con una cómica errata que se corrige en el número siguiente (No me olvides 7, 18/06/1837). También publican poemas Sebastián López de Cristóbal, Gerónimo Morán, y otros representantes del grupo de Valladolid y del de Sevilla. La particular apertura a América del No me olvides se advierte en la presencia de José María Heredia. Aunque, con «extremado dolor» no pueden insertar un trozo de una bella poesía que se les ha remitido por sus alusiones políticas (No me olvides 6, 11/06/1837), meses después aparecen publicados sus poemas «Ay de mí» (No me olvides 27, 05/11/1837) y «Al Niágara» (No me olvides 29, 19/11/1837).

En cuanto a la prosa de creación, destaca el propio Salas, con relatos de autoficción -«Recuerdo de amor» (No me olvides 5, 04/06/1837); «Una escena de amores en un buque» (No me olvides 8, 25/06/1837); «Rosa» (No me olvides 17, 27/08/1837)-, la narración histórica que titula «1534» (No me olvides 18, 03/09/1837), y un relato de no ficción sobre un joven, Camilo, a propósito de hechos sucedidos en 1835 (No me olvides 29, 19/11/1837). Juan Bautista Alonso publica un interesante artículo, entre viajes y costumbres, sacado de sus recuerdos, «Las Aureanas» (No me olvides 13 y 14, 30/07/1837 y 06/08/1837); y un original texto de escritura autobiográfica, «Mi retrato» que relata el momento, en tiempo real, en que Federico de Madrazo está haciendo su retrato en el Liceo (No me olvides 17, 27/08/1837). Otras narraciones interesantes son el cuento «Los jóvenes son locos», de Miguel de los Santos Álvarez (No me olvides 18 y 19, 03/09/1837 y 10/09/1837), así como un relato actual, inacabado, sobre el joven Pablo-Guido, de Zorrilla (No me olvides 39, 28/01/1838).

La crítica teatral y todo lo que se refiere al teatro constituye un aspecto de gran relieve en No me olvides, reflejo de la importancia en la vida social y cultural de un género esencial en el romanticismo. Juan del Peral inicia la crítica teatral en No me olvides, pero pronto le sustituye Jacinto de Salas y Quiroga, amante del teatro y autor teatral él mismo, del que queda alguna huella en No me olvides: dos fragmentos de un drama inédito cuyo título completo es Leonardo de Pimentel en Lima (El Duende Liberal, 11/01/1837), que titula «Una escena de una comedia inédita, nunca representada (Acto 1, escena 2)» (No me olvides 15 13/08/1837) y «Una escena del Leonardo, drama inédito» (No me olvides 35 31/12/1837). A Salas le tocará juzgar obras, por lo general, relevantes; lo hará con imparcialidad, atendiendo a todos los aspectos de la representación, y conforme a su ideario moral. En conjunto, expone las ideas esenciales presentes en No me olvides: adhesión al romanticismo, pero no al que sigue las inmoralidades y excesos del romanticismo exagerado, que se presenta de modo particularmente patente en el teatro. En general, el valor de Salas para juzgar de modo independiente las obras llega hasta la temeridad, teniendo en cuenta además las relaciones que tenía con algunos de sus autores.

Las críticas se suceden siguiendo el ritmo de los estrenos, entre las que se incluyen, las representaciones musicales y otras noticias que hacen referencia a la música. Salas, gran aficionado a la música, hace referencia a la admiración que le produce Manuel Ducasi, compositor jovencísimo entonces (No me olvides 9 02/07/1837) y otros músicos españoles; así como de acontecimientos musicales, como la crítica de Lucia di Lammermoor, de Gaetano Donizetti (No me olvides 14 06/08/1837), que había sido recibida con indiferencia, a la que no considera obra de genio sino de arte y estudio.

Juan del Peral, con quien Salas colaboró después en ocasiones, inicia sus reseñas con la que, significativamente, fue primera y última representación en Madrid de María Tudor, de Victor Hugo, que no considera adecuada a la escena española (No me olvides 2 14/05/1837). Su segunda colaboración fue la «Revista semanal de Teatros» (No me olvides 3 21/05/1837), con una crítica positiva de La straniera, de Vincenzo Bellini, en el Teatro de la Cruz. En el Teatro del Príncipe se representó Jacobo II, obra anodina, ni clásica ni romántica, que no recomienda poner empeño en ir a verla, a pesar de que la traducción es buena -no lo indica, pero la traducción era de Ventura de la Vega-.

Salas se hace cargo de las críticas teatrales desde comienzos de junio, en que anuncia La Corte del Buen Retiro, de Patricio de la Escosura (No me olvides 6 11/06/1837), prometiendo una crítica extensa que nunca llegó a publicar. A comienzos de julio, da cuenta del Teatro de Buena Vista, señalando defectos y posibilidades del nuevo teatro. Salas termina el artículo enlazándolo con el de Pedro de Madrazo «Publicaciones artísticas», que había aparecido poco antes (No me olvides 7 18/06/1837): ¡Teatros nuevos, periódicos nuevos! Señor, ¿está cerca el juicio final y por eso nos damos tanta prisa en gozar?... Señor, ¿durara esto mucho?... Señor, ¿conducirá esto a algo? (No me olvides 9 02/07/1837). En el mismo número, se ocupa Salas de la primera representación de El Gondolero (Gaspard le pêcheur, de Joseph Bouchardy, que había sido traducido por Gaspar Fernando Coll y Manuel Antonio Lasheras), de la que alaba una buena ejecución, con una crítica positiva en conjunto, con algún reparo moral.

Más adelante, Salas escribe una reseña optimista sobre la comedia La primera lección de amor -Un premier amour, de Jean-François-Alfred Bayard y Émile Vanderburch-, traducida del francés por Bretón de los Herreros (No me olvides 11 16/07/1837). De modo excepcional en la crítica de Salas, todo le parece bien: el argumento, la traducción y, especialmente, la ejecución. Los actores han estado admirables y, Julián Romea, superior a todo elogio.

Salas, que había mostrado sus reservas sobre la excelencia del drama Fray Luis de León o el Siglo y el Claustro (No me olvides 10 09/07/1837), al contrario que el Museo Artístico Literario (9 27/07/1837), que alude al comentario del No me olvides, lo que fuerza a Salas a anunciar una crítica extensa cuando el drama está a punto de ser estrenado (No me olvides, 14, 06/08/1837). Después de su primera representación, Salas publica la reseña del drama de José de Castro y Orozco, cuyo nombre omite para hablar con mayor libertad. Entre otros extremos, elogia la parte lírica pero no la dramática. Especialmente, por su falta de rigor histórico, lo que es especialmente grave cuando se trata de una figura como fray Luis de León, «el hombre más puro de su siglo»; ejemplo de coherencia entre su vida y sus obras, que por eso encantan. El público ha recibido mal el drama y en el último acto, que considera una profanación, no ha cesado de chichear y silbar (No me olvides 16 20/08/1837).

Precedida por una nota de urgencia sobre el estreno del drama Doña María de Molina, de Mariano Roca de Togores (No me olvides 13 30/07/1837), Salas presenta poco después su reseña (No me olvides 15 13/08/1837). En un «Artículo 1.º» (no habrá segundo artículo), a pesar de su amistad y admiración por el autor, expresa su desacuerdo con la elección de un tema que, aunque no sea así, parece ser mero disfraz de la política actual. Lamenta que tenga poco de historia en lo que se refiere a las costumbres y creencias; que se presenten actitudes anacrónicas, como la poco respetuosa de los villanos ante la reina, delante de prelados y nobles.

En octubre de 1837, Salas aborda la crítica de Antonio Pérez y Felipe II, de José Muñoz Maldonado (No me olvides 26 29/10/1837). El carácter que el autor supo dar a Felipe II produjo en Salas tal impresión de realidad que, según dice, en los primeros actos casi se escondía en su luneta, «temeroso de que me viera y se le antojase llamarme a sí». La obra le parece de gran calidad en sus primeros dos actos aunque decae definitivamente después.

La obra de Antonio Gil y Zárate, Carlos II el Hechizado, saludada con buenas expectativas en No me olvides (2, 14/05/1837), recibirá una crítica negativa cuando, mucho más tarde, se estrena. Salas analiza con gran disgusto el drama de un autor al que respeta y que considera «una obra maestra»; pero que no contribuye al bien moral del público. Increíblemente, Gil y Zárate, al dejar de ser clásico, se pone al servicio del peor romanticismo, desfigurando el papel del confesor de Carlos II, en contra de lo que se conoce de él históricamente. El público aplaudió, pero Gil y Zárate, con este drama, se aparta del respeto que el escritor debe a la alta misión que ejerce en la sociedad, precisamente en el momento en que «el germen de la incredulidad y el escepticismo está haciendo tantos estragos» (No me olvides 28 12/11/1837).

Ya en diciembre, Salas se ocupa del drama Don Fernando el Emplazado, de Manuel Bretón de los Herreros. En opinión de Salas, Bretón, al acercarse al género moderno lo hace «a costa de su reputación y del gusto del público». La carga de propaganda política actual lastra el drama, a pesar de los hermosos diálogos y bellos versos. Salas aconseja a Bretón que siga cultivando la comedia y «no apadrine un género espurio que puede llegar a corromper las costumbres públicas» (No me olvides 32 10/12/1837).

Por último, aparece la crítica de El rey monje, de Antonio García Gutiérrez. En un suelto anterior, se había reseñado negativamente su obra El paje, de versos sonoros pero de argumento trillado e inmoral (No me olvides 4 28/05/1837). Salas lamenta el carácter de retroceso y destrucción social del teatro actual. A su juicio, El rey monje es el drama mejor versificado y de más armonioso lenguaje de esta época; pero es un mal drama porque el carácter de Don Ramiro es históricamente falso, y un mal ejemplo desde el punto de vista moral. Por lo demás, Salas alaba la ejecución del drama por parte de los actores y hace acertados comentarios sobre el vestuario, para lo que recomienda fijarse en las pinturas de época (No me olvides 34 24/12/1837).

Otros temas de actualidad que aparecen en la revista constituyen una interesante aportación al conocimiento de la época. Aunque el No me olvides aparece, prácticamente, solo un año después de El Artista, el cambio de contexto social propició la aparición de nuevos temas de actualidad cultural, como la crítica de las condiciones de la Biblioteca Nacional, el seguimiento de la Comisión de Teatros o la exaltación del Liceo Artístico y Literario, nuevo espacio cultural y de entretenimiento positivamente transmitido, de cuyo nacimiento da noticia inmediata (No me olvides 8 25/06/1837), así como de la salida de la revista del Liceo, El Liceo Artístico y Literario, periódico mensual (No me olvides 35 31/12/1837). El Liceo es uno de los ámbitos en cuya vida Salas y los redactores y colaboradores de No me olvides están inmersos, dando cuenta en la revista de sus actividades, especialmente, de pintura, música y literatura. Salas reseña la exposición del Liceo, de septiembre de 1837 (No me olvides 19, 10/07/1837). Pedro Luis Gallego firma con sus iniciales la reseña de una de las sesiones en que comenta los trabajos que se ejecutaron en pintura (José Gutiérrez), literatura (Nicomedes Pastor Díaz leyó un romance de Estébanez Calderón, y Zorrilla un fragmento suyo), y música: piano y, al violoncello, Ducasi. A Ducasi le acompañó «con la maestría que acostumbra», el propio Gallego, como Salas aclara en nota (No me olvides 4 15/10/1837).

En enero de 1838 se produjo un incidente debido a una confusión de Campoamor, que atribuye a Esquivel un retrato de Virginia Eaton expuesto en el Liceo, al que dedica un poema (No me olvides 36 07/01/1838). El poema dio motivo a un «Comunicado» de Esquivel en que precisa «que exige mi delicadeza que declare no haber yo jamás retratado a la señorita de que se hace mérito en dicha composición y que no puedo permitir pase sin rectificarse una equivocación que pudiera perjudicarme»; equivocación sobre la que se dan explicaciones en el No me olvides (37 14/01/1838). En el número siguiente, quizá inspirado por José de Madrazo, «J. L.» sale al paso con un «Comunicado» que defiende al verdadero autor del cuadro, Federico de Madrazo. En mi opinión, la identidad de J. L. corresponde a Juan Lobo, íntimo amigo de los Madrazo, especialmente de Pedro, y de Eugenio de Ochoa. En el «Comunicado», expresa que

honrándome con la amistad del verdadero autor del retrato, don Federico Madrazo, ausente en la actualidad de esta capital, me atrevo a declarar en su nombre, que a mi amigo también le podría perjudicar el que se creyera que este retrato hubiera sido ejecutado por el señor Esquivel; declaración que hago movido de la misma delicadeza (No me olvides 38 21/01/1838).

Sebastián López de Cristóbal firma, como «L.», un último artículo acerca del Liceo, en febrero de 1838 (No me olvides 41 11/02/1838). Comienza por una nota de actualidad sobre la numerosa concurrencia que se agolpaba a la puerta del Liceo para ver la exposición; aspecto que se corrobora en otras fuentes, como en la propia revista del Liceo, a pesar de las lluvias y lodos de esos días. El autor considera que este entusiasmo, a pesar de la guerra, es la herencia de habitar en el lugar en que vivieron Murillo, Velázquez, Lope y Calderón. Lamenta cómo nuestros cuadros se van de España y cómo se han derribado monumentos admirables, animando al gobierno a que cuide de lo que ha quedado para las generaciones venideras.

El No me olvides, que Jacinto de Salas y Quiroga llevó adelante con gran entusiasmo y dedicación, terminó sin previo aviso -salvo las alusiones a su final, que Salas desmiente («Habladurías», No me olvides, 17 27/08/1837)-; finalizó demasiado pronto su trayectoria como, por otras razones, había ocurrido con El Artista. A pesar de su olvido posterior, fue una publicación de primera importancia en su época, con notables aportaciones, que prolongó durante un tiempo la estela imborrable de El Artista; mientras la literatura y la vida, en esa etapa del Romanticismo, cambiaba lentamente hacia las nuevas formas de la mitad del siglo.

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