Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

«Coqueta, Politicómana, y Marisabidilla»: tres tipos de mujer sin fronteras

María Pilar Espín Templado


UNED (Madrid)

Uno de los géneros con los que disfrutaron todos los países de Europa en sus respectivas literaturas y compartieron con Norteamérica durante todo el siglo XIX fue, sin duda, el de las colecciones costumbristas, obras colectivas en las que participaban numerosos autores.

Pretendo aquí detenerme en la comparación y tratamiento literario de tres tipos femeninos descritos en las tres colecciones costumbristas que constituyeron una moda europea y que fueron publicadas en la primera mitad del siglo XIX, antes de 1845 y, por lo tanto, en las fechas que cronológicamente se sitúa el movimiento romántico.

He escogido los tipos de mujer que podríamos calificar, lato sensu, de «cultivadas», si no cultas, y de rango social elevado, porque me parece que, al ser más escasa su aparición, no han sido objeto de una atención tan profusa como las de estamentos socialmente inferiores, más populares o de oficios de la clase trabajadora.

Como es sabido, la pionera de dichas colecciones fue la francesa Paris ou Le Livre des cent-et-un (1831-1834), obra en la que se alternan artículos de diversa calidad literaria y de contenido, pues se presentan las dos modalidades del género costumbrista: los tipos y las escenas, según la catalogación de Ucelay da Call1. Autores como Chateaubriand, Lamartine, Victor Hugo, Goethe, Saint Beuve, Alexandre Dumas, Jouy, Soulié, Ducange, Dueschampes, Desnoyers se incluyen en la nómina de sus colaboradores, aunque no todos son de esa categoría.

Si leemos la «Table de matière» de sus once tomos nos percatamos en primer lugar de que predominan las descripciones de los cuadros o escenas sobre las de tipos, y en segundo lugar de que, a pesar de la muy escasa presencia de autoras en la obra, abundan todavía menos los retratos o tipos de mujeres en sus páginas, tales como «Les jeunes filles de Paris» par M. Bouilli (tomo tercero), «Une demoiselle de Paris en 1832» par Victor Ducange, «Les filles d'actrices» par M. Jules Mayret (tomo octavo), «La femme a la mode et la femme elegante en 1833» par Madame Eugènie Foa (tomo undécimo).

Me hubiera gustado detenerme en los tipos femeninos que presenta esta pionera obra francesa, pero he optado por la posterior y más conocida colección de la misma nacionalidad, que según comprobaremos fue tomada como modelo por la española, Les français peints par eux mêmes. Sin embargo, primeramente nos detendremos en la obra inglesa que realmente inicia este género de las colecciones nacionalistas de tipos en Europa y América, la conocida Heads of the People, or Portraits of the English (1838 circa).






Heads of the People, or Portraits of the English (1838 circa)

Cuando apareció en Inglaterra, todavía en la década de los treinta, hacia 1838, la obra Heads of the People, or Portraits of the English, sus autores seguramente no tuvieron conciencia de la larga secuencia de imitaciones y derivaciones que daría lugar en todos los países de Europa esta iniciativa editorial que contaba con la colaboración de varios escritores y reunía artículos en los que se describían tipos, retratos, más bien caricaturescos, de personajes de diversas clases sociales con intención expuesta en el Prefacio de «preservar la huella del momento presente» (to preserve the impress of the present age)2.

En el prefacio se hace notar su favorable acogida y su positivo reconocimiento no sólo en Inglaterra sino en Francia: «Nor was it in England only that the purpose of the work was thus huppily acknowledged», además de haberse constituido en modelo de una obra nacional para los ensayistas e inteligentes de París: «It has not only been translated into French, but has formed the model of a national work for the essayists and wits of Paris...». Sigue el prefacio diciendo que si bien muchos acogieron el primer número como algo cómico, sin embargo «estamos orgullosos» (el autor se expresa en plural) de poder decir que leído en profundidad se puede apreciar una aproximación a la vida humana con delicada simpatía y gran regocijo, alegre filosofía y honesto sarcasmo lo que nos lleva a considerar el libro como «un amigo de casa» (Traduzco del original).

En esta obra, de los cuarenta tipos descritos en el único volumen de que consta, sólo ocho corresponden a mujeres como puede observarse en la enumeración que suscribo:

TIPOS FEMENINOS AUTOR PÁGINAS
1. The Chaperon and Debutante Mrs. Gore 1
2. The Ballet Mistress Douglass Gerold 33
3. The Fashionable Authoress Wiliam Thackeray 73
4. The Basket Woman Mrs. S. C. Hall 85
5. The Lodging-House Keeper Paul Prendergant 95
6. The Boom-Boat woman Captain Glas Cock 129
7. The Dowager A Bachelor of Arts 184
8. The Lady Mayoress (en Corporations Heads) Laman Blanchard 361

La obra inglesa Heads of the People or Portraits of the English curiosamente tuvo en Francia más fortuna e influencia al ser traducida al francés en el mismo año. Por ello, aunque la prioridad y la influencia de Heads of the People, or Portraits of... es algo ya probado, la obra que a su imitación se escribió en Francia Les français peints par eux mêmes (1840-1842) superó al modelo, pues su calidad literaria, su riqueza y variedad de tipos retratados mejoraban y enriquecían al género, y constituirá el modelo que se siguió en España y en toda Europa con títulos semejantes que aparecieron en Bélgica, y Alemania.




Les français peints par eux mêmes (1840-1842), Encyclopèdie morale du dix-neuviéme siècle3

Su «Introducción» titulada «La jeunesse depuis cinquante ans» escrita por P.-F. Tissot, de L'Academie Française ocupa XVIII páginas, en las que su autor hace un recorrido histórico sobre la juventud desde la Revolución francesa de 1789 hasta el momento.

En esta colección francesa se prodigan más que en la inglesa los artículos que describen tipos de mujeres: veintiséis de un total de noventa y nueve tipos. De estos personajes femeninos he escogido, como en la colección inglesa, los relativos no a la mujer trabajadora de oficios como la frutera, la criada, la nodriza etc. sino la mujer de posición social burguesa acomodada, intelectual o simplemente instruida y con suficientes conocimientos para poder opinar sobre cualquier asunto incluida la política, o lucir su belleza en los salones y actos a la moda como sucede en los siguientes tipos así titulados:

  • «La Lionne» par Eugène Guinot.
  • «La femme comme il faut» par M. Balzac.
  • «Les femmes politiques» par le comte Horace de Viel Castel.
  • «Une femme à la mode» par Mme. Ancelot.
  • «La grande dame de 1830» par Mmlle. Stephanie de Longeville.



Los españoles pintados por sí mismos en 1843-44 (2ª ed. 1851)

Desde la aparición de esta obra en España, el género costumbrista perdurará mediante la publicación de volúmenes colectivos o colecciones que se pondrán de moda, tendrán una gran acogida de público, y su éxito editorial hará que sigan publicándose durante todo el siglo XIX. En el fin de siglo, como es sabido, autores de primera fila como Alarcón, Valera, Galdós o Pardo Bazán colaborarán en muchas de estas colecciones4.

Me limito aquí a la primera de ellas, la mencionada Los españoles pintados por sí mismos5, publicada todavía en el período del Romanticismo español y que, como hemos dicho, nace inspirada en la colección francesa Les Français peints par eux-mêmes, a la que sigue de cerca.

Noventa y nueve tipos se describen entre los dos tomos que componen esta obra, de los cuales sólo veintisiete pertenecen a mujeres6. Entre los tipos femeninos abundan los de la clase trabajadora: la criada (José María de Andueza), la nodriza, la castañera (Bretón de los Herreros), el ama de llaves, la lavandera (J. E. Hartzenbusch), la cigarrera (A. Flores) etc., algunas a una clase media o a oficios de más categoría. Descripciones de mujeres pertenecientes a la clase burguesa acomodada o a la aristocracia, o a la intelectual, tan sólo creo encontrar los tipos titulados: «La Coqueta» de Ramón de Navarrete (pp. 69-76), «La Politicómana» de Gabriel García Tassara (pp. 39-48), y «La Marisabidilla» de Cayetano Rossel (pp. 413-428).

Vayamos al análisis de estos escasos tipos femeninos de clase acomodada y a los recursos literarios de sus autores, lo que nos llevará a su comparación con los modelos franceses en cada caso.




«La coqueta» por Ramón de Navarrete7

Ramón de Navarrete comienza la descripción de este tipo femenino, «la coqueta» (Los Españoles, pp. 70-76), partiendo de su antigüedad y remontándose a Eva, ya que «de todos los males de la antigüedad tiene la culpa la coquetería de las mujeres». Sentada la base de que este defecto humano es sólo propio de las mujeres, para lo cual Navarrete cita ejemplos históricos (Elena, que provocó de la guerra de Troya, Cleopatra, o Isabel de Inglaterra) también afirma que no es sólo patrimonio de una clase social, sino que se encuentra en todas ellas... «porque es un vicio y este vicio es la esencia del corazón femenino». El autor se propone describir a la coqueta de buen tono, «que es el tipo legítimo y verdadero, sin distinción entre solteras o casadas, niñas o adultas» ya que «la dama elegante y la de alto rango es la coqueta por excelencia porque posee más medios de que disponer para servir a sus inclinaciones». La coqueta es la personificación de la falsedad puesto que «finge siempre, no siente nada de lo que expresa, acostumbrada a jugar con los sentimientos del corazón, a remedarlos sucesivamente, se hace escéptica y positiva, y en nada cree, y en todo busca un goce material, o el logro de una esperanza cualquiera».

Navarrete, que no muestra una opinión muy favorable a la mujer, como hemos podido observar a través de sus palabras, nos presenta en el tipo de esta coqueta una antítesis del tipo femenino descrito en la «Leona» de la colección francesa. La «Lionne» de Eugène Guinot sigue los pasos que la identifican o acercan al hombre en sus actividades y actitudes, intentando mostrar su igual preparación para todas las actividades sociales, mientras que el objetivo de la «coqueta» de Navarrete lo que persigue es precisamente no ser ella misma, sino adaptarse al gusto del amante de turno porque no tiene opinión propia, sino precisamente posee una total ductilidad, una «disposición para plegarse a todo dócilmente», y «en su afán de conquistar al hombre prefiere la muerte a dejar de agradarle». Su cometido es tener «en todas partes obedientes siervos» y admiradores seducidos por su belleza y cualidades, y a este fin dedica sus cuidados. Los lugares donde la coqueta despliega todos sus inmensos e innumerables recursos son el baile, el carnaval, el teatro y la ópera.

[...] El Carnaval es un gran recurso para la coqueta: sobre la careta natural que lleva siempre, se pone otra artificial, [...] El teatro es otro de los sitios donde tiene erigido su trono: situada en un palco bajo, echa los anteojos al lion de la décima fila de lunetas [...] entonces es de verla repartir miradas a diestro y siniestro, hacer imperceptibles señas con la cabeza, o moviendo ligeramente los dedos. Nada más frecuente que escenas semejantes en los teatros: yo trocaría el nombre de éstos por el de oficinas telegráficas de coqueteos [...]. Por último, si es ópera, se agita, se conmueve, y tiene que aspirar varias veces su frasquito de sales, para no desmayarse con la emoción que siente.


(Los españoles, p. 75).                


En este aspecto social, el tipo francés paralelo al de Navarrete sería en parte «Une femme à la mode» escrito por Madame Ancelot, quien nos describe a la mujer que para ser feliz necesita ser la primera dama de los salones y de todos los actos sociales en París. El personaje se nos presenta con el monólogo interior que la bella y joven Emma, «comtesse de Marcilly», sostiene consigo misma a la vez que contempla en el espejo su espléndida belleza, a quien la moda había convertido en su divinidad favorita. La indolencia que desprende su atuendo matinal hace resaltar aún más la natural hermosura de la dama, quien no ha amado a nadie en el mundo más que a sí misma, y que en este momento se pregunta torturada qué fallos ha podido cometer para caer del pedestal de su protagonismo social. Repasa en su mente todos los sacrificios realizados para conseguir mantenerse en el puesto de primera dama parisina porque, como se pregunta la protagonista de Mme Ancelot recurriendo a la interrogación retórica para resaltar este esfuerzo de heroína: «Que des sacrifices n'ai-je pas faits? Que de soins n'ai-je pas pris pour assurer mes succès et conserver ma place de femme à la mode, dans un temps ou la gloire est si capricieuse et les places si difíciles à garder?».

Igualmente la coqueta de Navarrete, se siente una heroína, y del mismo modo este autor recurre a la interrogación retórica cuando formula la siguiente pregunta dirigida al lector: «Por qué no hemos de llamar heroínas a las que así se sacrifican a sus voluntarios deberes... en su afán de conquistar al hombre?»

Esta mujer elegante queda claramente homologada con La coqueta de la colección española. No quiere el matrimonio, ni el amor, sólo gustar, seducir y sobresalir en todas partes. En el artículo de Mme. Ancelot, la palabras coquette y coquetterie salen a relucir en cada una de sus páginas, lo que también nos revela una pista del seguimiento que el autor español hace del tipo de la colección francesa.




«La político-mana» (sic) por Gabriel García y Tassara8

Como en el caso de «La Coqueta» de Navarrete, el artículo de García Tassara, «La político-mana» (Los españoles..., pp. 39-47) rezuma cierta crítica violenta contra la mujer cuando parte de razonamientos como el siguiente: la política es la gran enfermedad de nuestra época, es una epidemia que ataca a las partes más nobles del cuerpo, la cabeza y la lengua, y cuando acomete a las mujeres causa en ellas mayor estrago, «puesto que su cabeza no resiste tanto, su lengua es más movible; y una vez acometidos sus órganos orales del azogamiento en que los pone la política, se convierte en la viva imagen de los antiguos endemoniados». Las politicómanas no tienen siquiera fisionomía de mujer, aunque también hay que decir que nunca han sido hermosas, y es por ello por lo que han caído en tan tremendo pecado. Generalmente la politicómana es una mujer

[...] originariamente fea cuyos órganos intelectuales se han desarrollado con la idea constantemente fija de su fealdad, que ha buscado con qué suplir los atractivos que le faltan para brillar en el mundo, y se ha hallado con el atractivo postizo de la política, que ha dejado las novelas por los periódicos, el amor por la patria, los héroes de los torneos por los héroes de la plaza pública, y ha concluido por entregarse en cuerpo y alma a (la) cosa pública.


(Los españoles... p. 41).                


A continuación Tassara, cambiando la intención de su aserto, da comienzo a un repaso histórico de la historia de la mujer política en España, desde la Guerra de la Independencia hasta la contemporaneidad, deteniéndose en las peculiaridades de la que él llama la «mujer liberal o patriota», «moderada o exaltada, retrógrada o progresista según su posición, no importa, conserva siempre su estofa revolucionaria». Una de sus particularidades es su odio a la diplomacia, como también es consustancial a ella el sentimiento de la «incompris», el vivir

con el sentimiento de haber nacido mujer, sentimiento profundo de desprecio hacia los hombres, hacia ese sexo esencialmente pastelero a quienes Dios cometió un error en confiar el destino de las revoluciones humanas» [...] Ah si ella hubiera nacido hombre [...] pero nació mujer y no ha sido nada. Los hombres, esta envidiosa mitad del género humano, en vez de ceder a la superioridad de la mujer el gobierno del mundo, no le han dejado más carrera que el estado antisocial del matrimonio. En vano la mujer superior ha luchado con la suerte, en vano ha aspirado a la independencia del hombre [...] Nada; pas meme academicien ni siquiera diputado, la ley electoral no se ha acordado de ella [...].


(Los españoles, p. 46).                


Finalmente, Tassara se decanta abiertamente por la ironía y el sarcasmo en la descripción de este tipo femenino al concluir que a esta mujer sería necesario fusilarla: «Nosotros insistimos en nuestra opinión, y confirmamos nuestra sentencia; que se las fusile, que se las fusile -Hombres al fin- exclamará alguna de ellas; tiranos, tiranos, y factores de la tiranía. Fusilar por delitos políticos... - Cállese usted señora, cállese usted; no haga usted más discursos en su vida». (Los españoles..., p. 47).

García Tassara ha seguido de cerca el retrato de LA FEMME POLITIQUE del conde Horace de Viel-Castel, que no es tan «antifeminista» como la de nuestro autor, o al menos la vocación política de esta politicómana no parte de su fealdad, aunque como la inglesa, no es una mujer joven, es una mujer sin edad: «son âge ne se dit plus et ne se devine même pas». Existen dos tipos de femme politique: progobierno o de la oposición. Dos condiciones debe poseer esta femme politique para que su salón se transforme casi en un consejo ministerial: tener buena posición social y poseer una gran fortuna. Si no es viuda, lo que sería una inmensa ventaja, debe tener «uno de esos maridos, funcionarios subalternos y que pasan desapercibidos, modestos y discretos, que ocupan sin ambición junto a sus mujeres una especie de «alto-cargo de domesticidad». Sus lecturas se asemejan en todo a las de la politicómana española: nada de literatura, jamás una novela, sobre mesas, canapés, sillones y chimenea, periódicos y documentos diplomáticos o el boletín oficial del estado.

El autor en fin remarca irónicamente la seudo-intelectualidad de algunas de ellas que leen el ensayo filosófico de Cousin, o se pasean por el Bois de Boulogne con un volumen de la Filosofía de la Historia de Guizot. Las actividades de la política de la oposición nos recuerdan sospechosamente a las doceañistas o liberales de la española.

Finalmente en la colección inglesa el tipo de mujer dedicada a la política es uno de los tipos de la viuda -The Dowager-, quien se caracteriza por el sentimiento de Fuimus. La Political dowager continúa en cierto modo el círculo del poder que rodeó a su difunto.

También aquí el narrador se dirige al lector incluso preguntándole si le está aburriendo, como aburre esta political dowager a los de su alrededor: «And has she not bored you too, friend reader?».

La solución es acabar con la institución de las viudas, ya que no es apropiada a estos tiempos.




«La Marisabidilla» por Cayetano Rossel9

Otro tipo de entre las mujeres más preparadas de la sociedad sería la «Marisabidilla» (Los españoles..., pp.413-427), que también presenta concomitancias con Les femmes politiques, en el tipo de sabidilla metida a política y en otra modalidad en el de sabidilla literata o poetisa con el de las Fashionable Authoress de la colección inglesa.

Su autor nos presenta una Marisabidilla síntesis de varios tipos y fruto de sus varias lecturas, y aunque precisamente alardea de que en Los Españoles pintados por sí mismos «no se admiten reproducciones, ni traducciones, ni refundiciones», es fácil seguirle la pista en la escritura de su Marisabidilla, cuya conexiones con algún párrafo de la femme politique y en algún modo con las Fashionable Authoress es evidente en los dos tipos de sabidillas o sabihondas cultas (no las vulgares), descritos: la politicómana y la escritora.

Así, para la primera, cita a Numa, segundo rey de Roma sucesor de Rómulo, cuya autoridad estaba legitimada por la ninfa Egeria con quien se comunicaba. Esta misma cita clásica la toma del autor francés, Viel-Castel, quien comienza sus Femmes politiques hablando del libro Numa Pompilius, y de la ninfa «Égérie», contando exactamente la anécdota histórica-mitológica y apodando a sus mujeres políticas «les Égérie du dix-neuvième siècle».

Su otra fuente de inspiración, o continuación del tipo, son las Fashionable Authoress, a las que Cayetano Rossel llama Literatas y Poetisas, aunque no hace tanto hincapié en la prodigalidad y fecundidad de las escritoras femeninas a la moda como William Thackeray, cuya Lady Flummery «writes everything; that is, nothing».

Para concluir, trataremos de resumir los items temáticos, y rasgos narrativos que presentan la mayoría de ellos desde el modelo inglés hasta el francés y el español:

  1. Comienzo de la descripción con la etimología del nombre con el que caracteriza al personaje que se propone describir.
  2. Se recurre a personajes de la historia para mostrar la antigüedad del tipo.
  3. Se exponen diversas clases de mujeres dentro del mismo tipo. Casi siempre se distinguen por la clase social. En el caso de la Marisabidilla: Rosell distingue entre la vulgar y la culta.
  4. Descripción física de este tipo de mujer, o para ensalzar su belleza o para hacer notar la falta de la misma, cuando se quiere dar a entender que el cultivo de sus facultades intelectuales viene dado por la carencia de la belleza.
  5. Descripción detallada de sus atuendos, toilettes, elegancia o falta de la misma, accesorios de adorno (sombreros, cintas, echarpes, zapatos...).
  6. Enumeración del tipo de lectura: en el caso de las politicómanas, el rechazo de la literatura considerada frívola y «de mujeres al uso» como las novelas, sustituidas por periódicos y libros de filosofía política o historia. En al caso de las autoras Fashionable Authoress, o La Marisabidilla, no aficionada a la política, sino la autora literata o poetisa o aspirante a dramaturga, e incluso de la mujer de moda mención de los libros o poetas preferidos.
  7. Empleo de continuos galicismos a la moda.
  8. Narrador omnisciente. Intercala pequeños diálogos en su descripción, incluso se dan casos de monólogo interior.
  9. Uso continuo de la interrogación retórica, en muchos casos dirigida al lector, destacando la función conativa del texto con esas invocaciones al lector buscando su captatio benevolentiae, o pidiendo disculpas por meterse con el bello sexo, aunque para la portada de su artículo se haya sido tan cruel como reza el pie del grabado que lo antecede, por ejemplo en Fashionable Authores: «Cómo fluyen chorros de tonterías de su pluma».

Estos retratos de tipos femeninos de buena posición social que hemos visto se resumen por tanto en dos tipos de mujer: por un lado aquella que sólo piensa en sus cualidades femeninas como tales, para brillar, lucir y seducir en los salones y lugares de encuentro de la mejor sociedad, aunque su fin no es el matrimonio ni el amor, que ve como algo vulgar y común, sino estar a la moda y en los ojos de todo el mundo: mujeres y hombres. («La mujer a la moda», «La mujer elegante», «La coqueta»).

Por otro lado, las que se dedican a ejercer actividades consideradas del exclusivo terreno masculino, la política, la escritura, o actividades sociales como las apuestas en las carreras de caballos o los juegos de cartas, y los deportes («La Lionne», «La Politicómana», «La Marisabidilla», «Les femmes politiques», «The dawager», «The Fashionable Authoress»).

En resumen, la visión de la mujer, al menos de la mujer situada socialmente en un estamento superior, en las colecciones costumbristas europeas de la primera mitad de siglo, dista mucho todavía de la atención y reivindicación de la problemática femenina, que motivó o al menos explicaría en España la aparición entre 1870 y 1885 de tres colecciones: Las mujeres pintadas por los españoles, Las mujeres españolas, portuguesas y americanas y Las mujeres españolas, americanas y lusitanas pintadas por sí mismas10. La reivindicación aquí está ausente en esa forma más explícita, aunque se halla presente en mujeres pintadas con rasgos de independencia y actitudes masculinas como La Leona francesa, las politicómanas inglesas, francesas y españolas, y las intelectuales, despectivamente llamadas por el autor español Marisabidillas, o más diplomáticamente por el inglés Fashionable Authorless.

Si, como Mª. Ángeles Ayala afirma, en las colecciones posteriores se pretenderá un ideal de que la mujer aspire a un mayor perfeccionamiento intelectual y moral, en estas primeras colecciones, por el contrario, se ridiculiza, o al menos se satiriza, a aquellas que se sitúan fuera del patrón de dignas esposas y madres respetables. Si bien en las quejas que los autores ponen en boca de algunas de ellas, se expresan entre líneas las reivindicaciones femeninas. Si las ciencias, artes, filosofía, historia o política serán para las mujeres de clase trabajadora cuestiones inexistentes, las mujeres del primer rango social que se afanan en esas inquietudes, son objeto de cierta ridiculización intelectual, a la vez que se percibe alarma y temor por parte del hombre ante esta nueva mujer a la moda: escritora, política, independiente, y triunfadora socialmente sin necesidad de la presencia del consorte. También y, valga esto a modo de justificación para sus autores, se ha de reconocer que asimismo la ironía y el sarcasmo con el que se las describe ataca de igual manera a los tipos masculinos. Valga esta irónica conclusión no carente de humor de Rossel acerca de los límites de estos tipos de mujeres marisabidillas, politicómanas y coquetas:

[...] Las Circes, las Musas y las Sibilas prueban el respeto y admiración con que se miraba a las mujeres cultas; y sin embargo ninguna de ellas tendría las pretensiones que las sabidillas de nuestros tiempos, pues si alguna osaba, verbi gratia, entremeterse en asuntos de estado, y penetrar por el laberinto de la política, era convertida en ninfa con el nombre de Egeria por ejemplo, y se propagaba la voz de que era el numen inspirador de un rey, tal como el apacible Numa [...].








Referencias bibliográficas

    Ediciones de las Colecciones consultadas

  • Paris ou Le Livre des cent-et-un (1831-1834). A Paris, Chez Ladvocat, Libraire. De S.A.R. Le Duc D'Orléans. MDCCCXXXI.
  • Heads of the People, or Portraits of the English. London: Robert Tyas & Paternoster row 1841 (Biblioteca de Oxford University).
  • Heads of the People, or Portraits of the English. Philadelphia: Carey & Hart, 1841 (Biblioteca de Harvard).
  • Heads of the People or Portraitas of the English. Londres Drawn by Kenny Meadows with original essays by distinguissed writters. London: Willoughby & Co, 22, Warwick-Lane&26, Smithfield (1855?) (sic).
  • Les Français peints par eux-mêmes, encyclopédie morale du dix-neuvième siècle. Province. Paris, L. Curmeur Editeur, MDCCCXL, (1840) procedente de la Colección Americana de la New York Public Library. (The first 5 vols. deal with general types. The next 3 [6-8] contain provincial and colonial types and have title.
  • Les Français peints par eux-mêmes. Universidad de Otawa, 1840 (dos volúmenes).
  • Los españoles pintados por sí mismos. Edición de Agustín Criado Becerro, Editorial Dossat, S.A., Madrid, 1992, facsímile de la publicada en Madrid, en 1843 por I. Boix Editor (MDCCCXLIII).
    Estudios

  • Ayala Aracil, Mª. Ángeles (1984): «Costumbrismo y reivindicación feminista». Anales de Literatura Española, n° 3.
  • - (1997): Las colecciones costumbristas (1870-1885). Universidad de Alicante, Alicante.
  • Rodríguez Sánchez. Tomás (1994): Catálogo de dramaturgos españoles del siglo XIX. Fundación Universitaria Española, Madrid.
  • Rubio Cremades, Enrique (1998): «Tipos ausentes en Los españoles pintados por sí mismos. Doce españoles de brocha gorda». Del Romanticismo al Realismo. Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX. Coloquio (1°. Barcelona, 1996.), Luis F. Díaz Larios, Enrique Miralles (editores). Universitat, Barcelona, pp. 301-307.
  • Rubio Cremades, Enrique (1997): «El Costumbrismo. Las colecciones costumbristas». Hª. de la Literatura Española. Siglo XIX (I). Director Víctor García de La Concha. Espasa Calpe, Madrid, pp. 153-168, y 218-224.
  • Ucelay Da Cal, Margarita (1951): Los españoles pintados por sí mismos (1834-1844). Estudio de un género costumbrista, Colegio de México, Fondo de Cultura Económica.



Imágenes

imagen

1. Paris ou Le livre des cent-et-un (1831-1834).

imagen

2.(a). Heads of the People, or Portraits of the English (1838 circa).

imagen

2.(b). Heads of the People, or Portraits of the English. Edición de 1841.

imagen

3. «The Fashionable Authoress» por William Thackeray (Heads of the People, or Portraits... p. 73).

imagen

4. «The Dowager» por A Bachelor of Arts... (Heads of the People, or Portraits... p. 184).

imagen

5.(a). Les français peints par eux mêmes (1840- 1842) Encyclopèdie morale du dix-neuviéme siècle. Paris, L. Curmeur Editeur.

imagen

5.(b). Les français peints par eux mêmes (1840- 1842) Encyclopèdie morale du dix-neuviéme siècle. Edición de 1853.

imagen

7. Los españoles pintados por sí mismos en 1843-44 (2ª ed. 1851).

imagen

6. «La Lionne» por Eugene Guinot (Les français peints par eux mêmes).



Indice