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Sobre mi poesía

Antonio García Teijeiro





Mi poesía para niños se ajusta a lo que yo entiendo que debe ser un acercamiento a la lírica para estas edades. Un acercamiento real que permita a los niños madurar con la palabra poética. Esa palabra que los va a hacer más sensibles, más abiertos, más libres. El primer paso de este acercamiento ha de ser el contacto con la poesía popular, con el folklore del lugar, con esas canciones de corro, adivinanzas, trabalenguas, etc., que tan vivas y frescas son y que tanto juego dan por lúdicas y juguetonas. Pues de ese acercamiento a esta literatura bebe mi poesía: rítmica, lúdica, fresca y viva. Yo me acerco a la poesía popular y mi poesía se contagia de ella.

Un segundo paso ha de ser la lectura de poetas que han escrito desde siempre para la infancia (M.ª Elena Walsh, Gloria Fuertes, Carlos Murciano o Manuel María, entre otros). Pues yo me he querido convertir en un poeta más para esos niños a los que quiero dar una poesía llena de autenticidad. Y entonces, junto a la rima y al elemento lúdico, intento llenar mis versos de ritmo, de música (soy un auténtico melómano), de imágenes hermosas y sugerentes (para mí la imagen juega un papel decisivo en la poesía, sin adjetivos), de juego de palabras, de colorido, de elementos de la naturaleza…; es decir, de sentimiento vivo que llegue a mojar al lector como si de una lluvia de palabras se tratase.

Pero también hay que acercarle a esos poetas que, sin escribir específicamente para niños, han sido capaces de crear poemas que los niños entienden (o no, pero les gustan por diversos motivos). Es el momento de conocer nuevas estructuras y nuevos temas a los ya conocidos. Hablo, lógicamente, de Juan Ramón, de Federico García Lorca (Federico, ¡cuánto te amo!), de Rafael Alberti (a quien conocí y de quien tanto bebí), de Neruda, Guillén o Gabriela Mistral entre tantos otros. Y yo también me acerqué a ellos para aprender. Y aprendí estructuras nuevas, reforcé otras populares que ellos también usaban, gané en léxico y amplié mi horizonte con los temas que ellos trataban: el amor (tema universal) pero también el sufrimiento, la alegría, el compromiso social, el valor de la palabra, el sentido de la paz, etc. De todo ello hay, desde luego, en mi poesía para niños. Los niños son niños pero no son tontos ni seres de segunda categoría. Ellos merecen lo mejor y yo intenté, por encima de todo, ofrecerles POESÍA con mayúsculas. Un reto que intento seguir ganando día a día cada vez que pienso una palabra, escribo un verso, construyo una estrofa o conformo todo un poemario. Los sonidos, los juegos con las palabras (rupturas, creación de otras nuevas…), el ritmo, la rima, la musicalidad, las imágenes poéticas, el canto a la naturaleza personificando sus elementos para que se sientan humanos, los problemas cotidianos y los homenajes a poetas que me siguen hablando al oído, forman parte de toda mi producción poética.

Medellín, 2007.





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