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Juan José de Austria llegó al Buen Retiro el 23 de enero de 1677 (cf. Maura, op. cit., p. 269) y murió el 17 de octubre de 1679 (ibid., p. 314). La vida social continuó, en los palacios reales, muy activa: «La vida cortesana prosiguió durante la segunda mitad del año 1677 con ritmo análogo, aunque algo más entonado, que en los anteriores...» (ibid., p. 283). La Reina Madre, después de recibir la orden de dirigirse a Toledo, «se resignó a salir del Alcázar el primero de marco [de 1677]», pero «se quedó en Aranjuez hasta que se terminasen las obras» (ibid., pp. 270-271). En 1676, pues, Juan José no había llegado aún a Madrid. Obviamente la información de Méndez Plancarte, op. cit., t. III, p. 692 no es correcta cuando dice que Mariana de Austria «se vio desterrada a Toledo, de 1675 a 1679, durante el ministerio del bastardo real D. Juan de Austria el II». Lo que cita a continuación Méndez Plancarte, de Robles, sobre que en 1675 no se celebraron en México los años de la Reina, se debería a causas locales.

 

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Clarence Henry Haring, Trade and Navigation between Spain and the Indies. In the Time of the Habsburgs, Peter Smith, Gloucester, MA, 1964, p. 201.

 

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Cristóbal Colón fue quien, en sus cuatro viajes, consiguió récords en cuanto al tiempo empleado en la travesía, lo mismo de ida que de vuelta (Georges Baudot, Vida cotidiana en la América Española en tiempos de Felipe II. Siglo XVI, México, F. C. E., 1983, pp. 37-38; Silvio Zavala, El mundo americano en la época colonial, México, Porrúa, 1967, t. I, p. 6). Para las fechas de salida y regreso véase José Luis Martínez, Pasajeros de Indias, Alianza Editorial, Madrid, 1983, p. 87. Esta información, obviamente, se refiere a las flotas que hacían la travesía dentro de la normalidad más o menos precaria que hemos señalado, no a las naves que funcionaban como correo.

 

74

Cf. la «Apelación» de Alatorre, en Vuelta, 1991, núm. 170, p. 169.

 

75

Para las citas de la Carta de Monterrey, sigo la ed. crítica de Alatorre (NRFH, 1987, XXXV, 591-673). Sor Juana menciona este asunto en la p. 621.

 

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En el texto de la Carta que da Octavio Paz (Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, México, F. C. E., 1983), se lee «los años» en vez de «dos años», que es lo correcto; seguramente Paz siguió a Tapia (Carta de Sor Juana Inés de la Cruz a su confesor. Autodefensa espiritual, Monterrey, Impresora Monterrey, 1986, p. 23). En cuanto a lo escrito después de la «pausa de ocho años», Sor Juana dice que esos «dos villancicos a la Santísima Virgen» (p. 619), unos tienen su nombre y otros no. En Méndez Plancarte (op. cit., t. II, p. 85), 1685 es la fecha de impresión de los que aparecen con su nombre y hay otros, atribuibles, de «año de 1686, en que se imprimieron» (ibid., p. 302); ambos juegos de villancicos se dedican a la Asunción. Recordemos, de todas maneras, que su nombre no aparecía en la comedia, y que sólo eran mil y pico de versos en el texto de otro (aunque era muy frecuente la colaboración de varios «ingenios», como puede verse en la lista final de Subirats, art. cit., este caso es distinto); por eso, como ha dicho Alatorre no se publicó ese final con las obras de la monja. Era lo que se hacía, dato que ha confirmado Moll. Aprovecho la oportunidad para darle las gracias a Marie Cécile Bénassy por una fotocopia del original de la «Carta de Monterrey» que me envió hace años y al padre Tapia por el ejemplar de su libro que me obsequió posteriormente.

 

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Consta que La segunda Celestina se presentó en palacio el domingo 31 de octubre de 1683 (Subirats, art. cit., p. 472) y en el día de Carnestolendas de 1696, el 6 de marzo, por la Compañía de Carlos Vallejo (Varey y Shergold, op. cit., t. IX, p. 216, también se registra en t. I, p. 217, donde se dan los nombres de toda la compañía de Vallejo). Amor es más laberinto se presentó en palacio el jueves 13 de noviembre de 1692 (Subirats, art. cit., p. 423). Recordemos que Sor Juana le escribió loas no sólo a Carlos II sino que le dedicó una a la Reina Madre (Méndez Plancarte, op. cit., t. III, pp. 394-403). En la BMM hay una suelta impresa de Los empeños, y hay una ficha que vagamente se relaciona con Sor Juana y remite a un manuscrito de música (s. a., 605-1) de un «Baile de las Quatro Naciones» que estudié con la ayuda de Elias Rivers. No parece haber ninguna relación directa entre la composición literaria de la monja y la musical, sino quizá en los títulos. Sor Juana, Empeños, «Sarao de Quatro Naciones que son: Españoles, Negros, Italianos, y Mexicanos». Spunzoni, «Baile de las Quatro Naciones», que contiene baile inglés, guaracha y zorongo, francés (pas de deux), entre otros números. Pensamos que hay una relación genérica, pero no hay correspondencias verbales. Una persona entendida en música debía de verlo.

 

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Véase P. Henríquez Ureña, «Bibliografía de Sor Juana Inés de la Cruz», RHi, 1917, XL; reimpreso por Kraus Reprinted, Vaduz, 1964, pp. 161-214.

 

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El Marqués de Mancera fue mayordomo de Mariana de Austria hasta la muerte de ella, ocurrida el 16 de mayo de 1696 (a causa de cáncer en un pecho), pero él siguió como personaje importante en palacio; su larguísima vida (108 años) es prueba de una enorme energía. En 1687 había alcanzado la Grandeza de España (H. Kamen, La España de Carlos II, Barcelona, Crítica, 1981, p. 411, n. 132). El Marqués de la Laguna, mayordomo de la joven reina Mariana de Neoburg, murió el 22 de abril de 1692. Seguramente los Mancera le hablarían a la joven reina de Sor Juana pero, si a alguien debe atribuírsele el haber provocado el interés de parte de la Reina en la obra de la monja mexicana en 1700 -cuando Castorena se ocupaba de la edición de la Fama- es, aparte de los esfuerzos que hiciera la Marquesa de la Laguna, al Marqués de Mancera.

 

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El matrimonio de Mariana de Neoburgo y de Carlos II se efectuó a la llegada de la joven Mariana a Valladolid el 4 de mayo de 1690 (Maura, op. cit., pp. 522-523). Sus relaciones con la reina madre, Mariana de Austria, no fueron nunca cordiales (ibid., p. 524) así que, me parece, no convenía en lo absoluto mencionar en la Fama que, como se ha dicho se le dedicaba a la joven reina, nada que pudiera estar relacionado con la Reina Madre y sus gustos.

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