51
Loc. cit., p. XV.
52
Recordemos que se trata del texto con el que se inicia el primer capítulo de Años y leguas en La Nación, utilizado para cerrar Libro de Sigüenza en 1927, con lo que el escritor refuerza la unidad de la trilogía.
53
Lo había demostrado en su última novela, El obispo leproso. Véase un excelente estudio sobre la utilización de la elipsis como técnica básica en las novelas de Oleza, el de Yvette E. Miller, La novelística de Gabriel Miró, Madrid, Ediciones y Distribuciones Códice, S. A., 1975.
54
La más destacada bibliografía sobre la novela lírica es fundamental para estudiar a Miró, y para analizar este libro, como hemos de ver. Al libro en que Ralph Freedman estudia los casos de Herman Hesse, André Gide y Virginia Woolf, después de trazar las bases caracterizadoras (La novela lírica, Barcelona, Barral Editores, 1972), siguen los excelentes volúmenes de Ricardo Gullón, La novela lírica, Madrid, Cátedra, 1984, y la recopilación de Darío Villanueva en dos volúmenes, La novela lírica, Madrid, Taurus (Col. «El escritor y la crítica»), 1983. En los estudios españoles, figuran excelentes páginas sobre la obra de Gabriel Miró, incluyendo sus libros de Sigüenza.
55
Responde a las ideas sobre el tiempo que había desarrollado «poéticamente» en «Plática. Un amigo. El mar», la última de las «Nuevas jornadas de Sigüenza» (20 de octubre de 1920); en Libro de Sigüenza es el capítulo «Simulaciones».
56
«La novela lírica», en Darío Villanueva, op. cit., I, p. 252.
57
Miguel Ángel Lozano Marco, «Gabriel Miró y el estilo íntimo: La novela de mi amigo», en Actas del I Simposio Internacional, cit., p. 64.
58
Edmund L. King, «Sigüenza y sus modelos», en Homenaje a Álvaro Galmés de Fuentes, Madrid, Ed. Gredos-Universidad de Oviedo, 1985, pp. 483-492.
59
Ibid., p. 490.
60
Véase mi art. «Gabriel Miró: Del vivir (1904) y su ruptura con la convención novelesca», Revista de Literatura, tomo LXVII, núm. 134 (2005), pp. 483-500.