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1

En esta serie de Estudios históricos figuran La Reina mártir, obra en la que hace revivir la figura de la reina María Estuardo, y Fray Francisco, estudio dedicado al Cardenal Cisneros.

 

2

Con cierta perspicacia Emilia Pardo Bazán comenta «la recuperación» con fines ideológicos de los talentos del padre Coloma: «Tal vez ni al mismo Coloma se le ocurriría reanudar su trato con las letras, si fieles a su costumbre de aplicar a cada jesuita a la labor para que mayor aptitud revela, no le hubiesen impulsado sus propios maestros a recordar las habilidades de otro tiempo, para fines edificantes y a mayor gloria de Dios» (Pardo Bazán, 1890, pág. 90).

 

3

El siglo XVI, la «epopeya» de la guerra de Granada, la batalla de Lepanto..., fascinaron a numerosos escritores católicos. Entre la abundante producción novelesca del XIX que trata de estos míticos acontecimientos históricos, mencionemos: La huérfana de Lepanto, novela histórica del siglo XVI; Guerras civiles de Granada, de Ginés Pérez de Hita; El dedo de Dios (1855), episodio histórico del padre Juan de la Llama sobre la batalla de Lepanto y El monje del monasterio de Yuste (1883) de Leandro Herrero, novela dedicada a los últimos momentos de la existencia de Carlos V.

 

4

En varios capítulos del tomo II de la Historia de los Heterodoxos, Menéndez Pelayo desarrolla la tesis de la pureza de la fe católica y de la raza española y se extiende sobre la «santa y sana virtud de la intolerancia». Para el autor de los Heterodoxos, el siglo XVI es el momento más glorioso de la España cristiana: «¿Cuándo ha sido España tan española y tan grande como entonces? [...] En el siglo XVI, todo el mundo creía y todo el mundo era intolerante» (Menéndez Pelayo, 1956, págs. 288 y 291). Evidentemente el discurso integrista de Menéndez Pelayo se dirigía a los católicos «mestizos» de la Restauración que, como los de la Unión Católica de Pidal, habían transigido con el liberalismo. Para comprender la violencia de la postura y del lenguaje del sector católico intolerante conviene recordar el impacto duradero del Syllabus (1864) y de la encíclica Quanta Cura en el siglo XIX. Pío IX, al afirmar que el liberalismo era una de las peores herejías y al condenar los «errores de los tiempos modernos», había reforzado la tendencia ultramontana del catolicismo español (Hibbs, 1995, págs. 21-37).

 

5

Entre estos escritores e historiadores pueden mencionarse a Miguel de Unamuno, Joaquín Costa o Ricardo Macías Picavea del que nos dice Fernando Hermida de Blas que consideraba que «[...] esos Austrias al contrario que el resto de los monarcas respecto a sus reinos, fueron extranjeros para España. En vista de lo cual, la convirtieron -con absoluta frialdad e indiferencia, y sin ningún miramiento- en un mero instrumento de su política teutónica, cesarista, teocrática y antiespañola» (Hermida de Blas, 1988, págs. 201-202).

 

6

En Jeromín, Coloma propone una visión providencialista de la Historia y se refiere a «la misión altísima del Cielo que anunció poco después al orbe todo el gran Pontífice San Pío V con aquellas Palabras: «hubo un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan» (Coloma, 1905, pág. 310).

 

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Remitimos al apasionante estudio de Laureano Bonet sobre Pereda, y más particularmente análisis de La Montálvez: Introducción a esta novela en Obras Completas VI de José María de Pereda, Santander, Ediciones Tantín, 1996, págs. 413-468.