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La campaña de Portugal: oda al Excmo. Señor Príncipe de la Paz

María Rosa de Gálvez







    ¿A quién aprestas, sanguinario Marte,
el carro del terror? ¿A quién, Belona,
tus armas invencibles destinando,
previenes la corona
de laurel inmortal? ¿Será que hollando  5
los enemigos del hispano suelo
sus guerreros convoque a la campaña,
y que el clarín belígero sonando,
el héroe de la España,
para domar al Luso belicoso,  10
marche a su frente impávido y brioso?

   ¡Ay! Sí será. La patria desolada
su nombre implora, en su valor confía:
Lusitania, Albión, en odio ardiendo
la insultan a porfía;  15
él vuela a su socorro combatiendo
por su antiguo esplendor; hijos del Tajo,
seguid su curso; sus orillas vean
la afrenta y la venganza compitiendo;
porque testigos sean  20
de que el héroe español jamás consiente
de su patria el agravio impunemente.

    Sonó la trompa, y a su ronco estruendo
la tierra gime, y ruge el océano:
su antorcha horrible la discordia enciende;  25
y al nombre soberano
del heroico Borbón, que Esperia entiende
apellidar por ti, noble caudillo,
las huestes valerosas sus hogares
dejan en soledad. Ya el campo emprende  30
hazañas militares;
y al viento los pendones desplegando,
tú vas su marcha y su valor guiando.

    A tu ademán guerrero, al ver tu espada
defender los castillos y leones,  35
Lusitania, temblando estremecida,
teme que los corones
sobre su antiguo trono; enfurecida
invoca de sus hijos los aceros
en vano en su favor; en vano implora  40
sus soberbios guerreros;
aterrados los ve, y huye oprimida,
encubriendo las quinas con su manto,
a esconder su dolor bañada en llanto.

    Ya el español ejército penetra,  45
los enemigos campos; la victoria
volando en ellos, al valor ofrece
la palma de la gloria.
«Si tan ilustre premio pertenece
(Dijo el caudillo) al vencedor brioso,  50
nuestro será, españoles; peleamos
por la patria abatida; ella perece;
a defenderla vamos;
demos reposo a la afligida tierra,
y la paz arranquemos a la guerra.»  55

    Cesó; y la paz, que en el Olimpo habita,
de la mísera Europa desterrada,
sus votos oye, y al Eterno implora
en favor de su espada.
De morir o triunfar llega la hora;  60
llega, y tú marchas, lidias, y vencido
el furor de Olivencia y Portoalegre,
en sola una batalla destructora,
Campomayor rendido,
apenas vio empezarse la campaña,  65
cuando el triunfo cantó la madre España.

    Así, cuando del cielo la hermosura
el hórrido nublado va empañando,
y el rayo anuncia el pavoroso trueno,
al orbe amenazando,  70
suele romper su ennegrecido seno
del puro norte el soplo impetuoso,
y lanzándolo al sud, brilla sereno
el sol majestuoso,
reflejando su luz los horizontes  75
del hondo valle a los soberbios montes.

    «No más horror ni sangre (la Paz clama
desde la esfera al héroe victorioso)
yo desciendo a la tierra a coronarte
con el ramo dichoso  80
de la oliva pacífica; si Marte
sus armas te cedió, yo te destino
recompensa más digna de tu pecho.
Quien mi nombre te dio, también va a darte,
de la envidia en despecho,  85
el honor de gozar de la victoria,
y al lado tuyo disfrutar la gloria.»

    Dijo; y desciende, y el furor destierra
del campo vencedor; ve los guerreros
aclamar sus augustos Soberanos,  90
que llegan placenteros
a celebrar la paz, de gozo ufanos.
Salve una y veces mil, paz deseada;
salve una y veces mil, héroe dichoso,
que vuelves el descanso a los humanos;  95
tú logras animoso
que den fin a la guerra y sus horrores
la paz, y tus Monarcas vencedores.

   Y ¿qué, después de tan feliz conquista,
será negado a ti? Por todas partes  100
tu nombre sonará; benigno el cielo
de las divinas artes
vuelve a la España el plácido consuelo.
Paz y salud repiten los ancianos,
los jóvenes, las tímidas doncellas;  105
paz y salud al oprimido suelo
mi voz canta con ellas
y alborozado el genio que me inspira,
acentos de placer presta a mi lira.

   Y ¿a quién mejor que a ti la musa hispana  110
deberá celebrar, pues generoso
proteges de las artes las tareas;
pues tu influjo piadoso
en su prosperidad benigno empleas?
Yo a tu valor la dulce poesía  115
reverente consagro; ella te ofrece
la gloria de tu patria, que deseas,
y en su canto aparece
de tu campaña el triunfo, que en la historia
hará inmortal tu nombre y mi memoria.  120





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