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111

49-13. Salpicón, Cov.: «la carne picada y aderezada con sal». Al mismo Sancho «dieron de cenar un salpicón de vaca con cebolla», II, 49. Compárese también Lope de Vega: Porfiar hasta morir, B. A. E., III, página 102, col. primera; Fuente Ovejuna, III, página 634; Quevedo: B. A, E, III (Jácaras), página 114; Tirso de Molina: La Villana de la Sagra, III, 5, B. A. E., página 321; A. Muro, op. cit., II, 841, y Castro en R. F. E., IV, 398. (N. del E.)

 

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49-14. La explicación de lo que era el manjar duelos y quebrantos tiene por base: a), los libros o artes de cocina; b), los léxicos y las traducciones del Quijote hechas en la época cervantina; c), las citas entresacadas de autores coetáneos, y d), leyes, costumbres y tradiciones de aquellos tiempos.

a) He manejado varios libros de cocina españoles en las principales bibliotecas europeas (entre ellos Roberto de Nola, 1538; Martínez Montiño, del que hay muchas ediciones; Diego Granado, 1599; hasta Altamira, 1758), y, si no me he equivocado, no se halla en ninguno de ellos una mención de duelos y quebrantos. De este silencio se puede inferir que era manjar de gente humilde, no digno de entrar en tales libros, que se escribían para los cocineros de la alta sociedad, o que no era plato fijo con ingredientes determinados.

b) Entre los léxicos que he podido examinar, ninguno registra el manjar duelos y quebrantos, que yo sepa, antes de la publicación del Quijote; esto quita mucho al valor general de la definición que parece querer adaptarse al texto del Quijote o al lenguaje de los traductores de Cervantes. Covarrubias no conoce los duelos y quebrantos como «yantar» y quizá sea arriesgado identificarlos (R. M., VI, 20) con la merced de Dios que Covarrubias registra (artículo guevos): «la muger [...] va al gallinero y trae sus guevos y corta una lonja de tozino, y fríelo con los guevos y dale a cenar una buena tortilla, con que se satisface, y de allí quedó llamar a los guevos y torreznos la merced de Dios». Bowle ya había señalado esta definición en sus notas, sin relacionarla con duelos y quebrantos (Anotaciones a Don Quijote, II, capítulo 50), y no he encontrado nunca en la literatura española que se hayan confundido los duelos y quebrantos con la merced de Dios. Este plato se define netamente cuando se le menciona como lo hace el autor de La Pícara Justina (edición Puyol, II, 162; III, 204): «la merced de Dios se llaman huevos y torreznos con miel». Comp. también Pagés: Gran Diccionario (artículo Duelos y quebrantos), que cita a Rafael José de Crespo: «tanto me vale desayunarme con la merced de Dios, comer duelos y quebrantos como chochos, pan de Mallorca», etc. César Oudin no registró duelos y quebrantos en la primera edición de su Tesoro de las dos lenguas francesa y española, París, 1607, ni en las tres subsiguientes, pero después, verbigracia: en la refundida de 1645, lo consigna el editor, lo cual ha de extrañar, porque Oudin, en su traducción del Quijote (1614), puso por duelos y quebrantos «des oeufs et du lard», y si no admitió dicha definición en su Tesoro es posible inferir que no estuviese seguro de la equivalencia. Tampoco John Minsheu en su Dictionarie in Spanish and English (Londres, 1599), ni Hierosme Víctor en su Tesoro de tres lenguas, Genève, 1606, conocen los duelos y quebrantos. Lorenzo Franciosini: Vocabolario italiano e spagnuolo: español e italiano, primera edición, Roma, 1620, lo registra por primera vez (artículo Duelo) con la mirada puesta en el Quijote: «comer duelos y quebrantos e un modo di dire straordinario e vale mangiar della carne secca con dell'huova, che in Firenza diremmo mangiar delle frittate rognose» y (artículo Quebranto): «duelos y quebrantose un termino e modo di dire usato particolarmente nella Mancia in Spagna, e significa mangiare huova con carne secca que noi diremmo mangiar delle carbonate (tocino frito)». El propio Franciosini, en su traducción del Quijote, Venecia, 1622, tradujo duelos y quebrantos por «frittate rognose», y en una acotación añadió: «sono prosciutto fritto con huova», con lo cual nos deja vacilar entre carne seca, tocino frito y jamón, sin saber a cuál atenernos. De todos modos, prosciutto no es un equivalente de torreznos o el gordo del tocino. El Diccionario de Autoridades trae «una tortilla de huevos y sesos» y le siguió Peter Pineda en A new Dictionary Spanish-English, English-Spanish, Londres, 1740112.1 (artículo Duelo), donde añade: «común y familiar entre la gente baja». Las primeras ediciones de Sobrino: Diccionario de las lenguas española, francesa y latina dan por duelos y quebrantos «une soupe aux pois», definición cambiada después (verbigracia: en la edición de Amberes, 1776) por la primitiva académica:«dans la Mancha une omelette faite avec des oeufs et de la cervelle de mouton ou d'agneau». Después de registrar en algunas ediciones de su Diccionario la interpretación de Pellicer (aceptada por Clem.), la Academia revisó otra vez la definición (desde 1893; consúltese Cotarelo: Los puntos obscuros en la vida de Cervantes, 1916, página 13). Por fin, Shelton, en la primera traducción inglesa del Quijote, I (primera edición, Londres, 1612), puso por duelos y quebrantos «griefs and complaints», disparate que se enmendó años después por «collops and eggs», copiando en este detalle la versión de Oudin (o el léxico de Franciosini, si es que llegó a verlo). Por tanto, Shelton nada contribuye a la definición. En resumidas cuentas, los léxicos y las traducciones señaladas carecen de toda autoridad, o por la fecha tardía en que se publicaron, o por lo vacilantes y mal fundadas que son sus definiciones.

c) De las citas entresacadas de varios autores contemporáneos se permite llegar a ciertas conclusiones sobre duelos y quebrantos: primero, que el manjar del sábado no era plato fijo, y segundo, que los consabidos duelos y quebrantos, fueran lo que fueran, no se comían solamente los sábados, sino en cualquier día de la semana. Esto quiere decir que al manjar (que los sábados debió de tener el carácter de media abstinencia) se podían añadir en los demás días ingredientes prohibidos, tales como jamón (perniles), magro del tocino, etc. Las citas conocidas en las cuales se mencionan los duelos y quebrantos, son tres, de Lope de Vega:

(1)


almorzando unos torreznos
con sus duelos y quebrantos.


(Las Bizarrías de Belisa, I, 9.)                


(2)


que me mate una sartén
con sus duelos y quebrantos.


(Los Locos de Valencia, II, 4.)                


(3)


Pardiez, señor, doce huevos
para duelos y quebrantos.


(La Serrana de Tormes, en R. F. E., 1915, pág. 39.)                


y una cita de la Mogiganga del Pésame, atribuida a Calderón:


huevos y torreznos basta,
que son duelos y quebrantos.


(R. F. E., 1915, página 36, y Rouanet: Intermèdes espagnoles, París, 1897, página 229.)

En ninguna de estas citas se trata del sábado, y en ninguna de abstinencia, como no sea en la última farsa, en la cual la viuda no quiere comer por estar de duelo, pero lo hace al fin con ciertos melindres de hipócrita, y se aviene a tomar solamente huevos y torreznos «que son duelos y quebrantos». El hecho de no ser abstinencia del sábado puede explicar el que hubiera torreznos con los huevos. De todos modos, estas cuatro citas, que parecen todas ser de fecha bastante posterior al Quijote, no aclaran el pasaje discutido. En Las Bizarrías de Belisa los torreznos no forman parte de los duelos y quebrantos; según Los Locos de Valencia, éstos eran guiso frito en el cual no hay mención de huevos, aunque por «la sartén» se pudiera entender que se trataba de algo como una tortilla; así nada prohíbe creer que los propios duelos y quebrantos pudieran muy bien mezclarse con huevos y torreznos; pero, según dichas citas, no era cuestión de «cosas de sábado». En fin, el anhelo de decir algo más concreto, nos hace creer que los duelos y quebrantos eran a veces solamente lo que se llamaba «grosura» («lo interno y extremo de los animales, conviene a saber: cabeza, pies y manos y asadura», Cov.), a lo cual se pueden añadir sesos y el gordo del tocino; debió de ser fácil el obtener estos «menudos» los sábados, por ser día de matanza en Castilla. De otro modo no se explica la infinidad de alusiones a «cosas de sábado», que, con bastante variedad, se mencionan a cada paso; verbigracia: Lazarillo: «Los sábados cómense en esta tierra cabezas de carnero» (edición Cej., página 134); Guzmán de Alfarache, I, 1, 5: «Hizo la carne postas, echólas en adobo, aderezó para este sábado el menudo: asadura, lengua y sesos; [...] sacó una poca de asadura guisada; [...] respondió si queríamos los sesos fritos en manteca con unos huevos», etc.; La Tía fingida: «los asturianos son buenos para el sábado, porque siempre traen a casa grosura y mugre» (Novelas, III, página 287); El Buscón: «en otra parte había cosas de sábado: cabezas y lenguas, aunque faltaban sesos» (edición Castro, pág. 271); Moreto: El Valiente Justiciero, II, 15:


      pues ha sido
todo manos y cabezas,
¿fue en sábado este delito?


Luego si múltiples autores dicen que la gente comía grosura, etc., los sábados, y sabemos que Don Quijote comía duelos y quebrantos los sábados, la lógica, antes que ningún documento, admite la conclusión de que éstos = grosura, etc., antes que huevos con torreznos, que se podían añadir en los demás días.

d) En cuanto a lo que se puede deducir de descripciones de costumbres y tradiciones, de leyes y relatos de viajes, véase Morel-Fatio: Études sur l'Espagne, III, página 403; Cort.: Don Quijote, III, preliminares XLV y siguientes; Cejador: Fraseología, II, artículo Duelo; R. M.: I, 79 y siguientes; VI, 20 y siguientes.

Muchos años antes de hacerse manjar los duelos y quebrantos, estas dos palabras se hallan juntas en su sentido literal. En el Arcipreste de Talavera se lee: «¡Yuy, qué duelo fué aquéste, qué quebranto atan grande, qué dolor tan desygual!» (edición Pérez Pastor, página 211), y se halla la combinación a menudo al través de la literatura española. Véanse Gómara, Conquista de México: «por un cabo los cercaban duelos y por otros quebrantos» (capítulo CX); en Quevedo, frecuentemente, verbigracia: B. A. E., I, 348, 369, 431, III, 118. Debo a la atención de mi erudito maestro el doctor H. R. Lang las ediciones siguientes: crebanto nin duelo en la Primera Crónica General (edición Menéndez Pidal), página 537 b; pesar et quebranto, 354 a; lloro et crebanto, 645 a; Poemas de Alfonso onceno, estrofa 878: duelo y quebranto; Gómez Manrique, Cancionero (edición Paz y Melia), I, 166: dolor y quebranto; y en el Cancionero de Baena se encuentra varias veces la misma frase: dolor e quebranto.112.1 Por sí sola la palabra duelo se halla a menudo, ora sea en frases hechas, como: «los duelos con pan son menos», «donde no está su dueño, ahí está su duelo», «ser un retablo de duelos»; ora para significar aflicción o demostración de dolor: «duelos tenemos: en casa se hauran de ayunar estas franquezas», Celestina, segundo auto; y también: «a cada cabo ay tres leguas de mal quebranto», cuarto auto. A veces se halla una alusión a abstinencia o ayuno en relación con duelo, tratándose en tales casos de las comidas «que se dan en los mortuorios» (según frase de El Crotalón). Véase también Morel-Fatio: Bulletin hispanique, 1915, página 59. Si el duelo y la media abstinencia han llegado a ser asociados por los manjares comidos en los entierros, nada más fácil que el uso llevase tras sí también la palabra quebrantos, tantas veces unida a duelos. Tales combinaciones (véase Les formules rimées de la langue espagnole: R. F. E., 1927, 2.º, página 113) son típicas del genio del lenguaje, y son, por la mayor parte, de dos clases: o de sonido, verbigracia: «de hoz y de coz», «en paz y en haz»; o de sentido, verbigracia: «tratos y contratos», «oficio ni beneficio», y los consabidos «duelos y quebrantos». En cambio, si había equivalencia de sentido en huevo y duelo (consúltese María Goyri de Menéndez Pidal: R. F. E., 1915, página 39), la asociación de quebrantos tendría que justificarse de otro modo, quizás por tener que quebrantarse los huesos para sacar los sesos y cortar las extremidades. A pesar de tantas pesquisas, el origen del giro como manjar sigue obscuro y perdido en el pasado lejano de tales costumbres. Lo que deja suspenso al lector, todavía más que la fórmula o receta para confeccionar los duelos y quebrantos de Don Quijote, es el hecho de ser de Cervantes mismo la más antigua cita conocida del manjar que ha dado tanto que discurrir a los eruditos. ¿Lo tomó el gran novelista del lenguaje popular, y si fue así, a qué región de España correspondería este uso? (N. del E.)

 

112.1

[«1840» corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

112.1

[«Debo... quebranto» añadido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

113

49-14.


El jueves cenarás, por tu mortal yra,
e porque perjureste deziendo la mentira,
lantejas con la sal.


(Arcipreste de Hita, edición Cej., estrofa 1167.)                


«En su pasto y comida se figura la virtud de la templanza, por quanto los pobres se contentauan antiguamente con el puchero de las lentejas.» (Cov.) (N. del E.)

 

114

50-8. C: verisimiles. (N. del E.)

 

115

50-9. B, C, Br: Quixana. (N. del E.)

 

116

50-20. C omite: en. (N. del E.)

 

117

50-23. B, Br: tan bien; C: tâ bien. (N. del E.)

 

118

51-3. Sobre Feliciano de Silva, consúltese: Boletín Academia Española, XIII, 1926, página 129; Paz y Melia: Sales españolas, segunda serie, página 80; Gayangos: op. cit., B. A. E., página XXX y siguientes; Menéndez y Pelayo: Orígenes de la Novela, I, CCLXI y siguientes; Cejador: Historia de la lengua y literatura castellana, II, página 112; Bradford: Indice de las Notas de Clem., 430, 488; Thomas: op. cit., 69 y siguientes. F. de Silva se halla entre las autoridades citadas por la Academia en su primer léxico. (N. del E.)

 

119

51-7. C: mismo. (N. del E.)

 

120

51-20. De las infinitas heridas que recibió don Belianis, Clemencín llegó a contar ciento y una graves, éstas sólo en los dos primeros libros de los cuatro de que consta la obra. Sobre la promesa del autor de acabar la historia, consúltese Clem.: Don Quijote, I, 8. (N. del E.)