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ArribaAbajo Capitulo XLIV

Donde se prosiguen los inauditos sucessos de la venta


En efeto, fueron tantas las vozes que don Quixote dio, que, abriendo de presto las puertas de la venta, salio el ventero, despauorido, a ver quién tales gritos daua, y los que estauan fuera hizieron lo mesmo1825. Maritornes, que ya auia despertado a las mismas vozes, imaginando lo que podia ser, se fue al pajar y desató, sin que nadie lo viesse, el cabestro que a don Quixote sostenia, y el dio luego en el suelo, a vista del ventero y de los caminantes, que, llegandose a el, le preguntaron qué tenia, que tales voces daua. El, sin responder palabra, se quitó el cordel de la muñeca, y, leuantandose en pie, subio sobre Rozinante, embraçó su adarga, enristró su lançon, y, tomando buena arte del campo, boluio a medio galope, diziendo:

«Qualquiera que dixere que yo he sido con justo titulo encantado, como mi señora la princessa Micomicona me de licencia para ello, yo le desmiento, le rieto1826 y desafio a singular batalla.»

Admirados se quedaron los nueuos caminantes de las palabras de don Quixote, pero el ventero les quitó de aquella admiracion, diziendoles que era don Quixote, y que no auia que hazer caso del, porque estaua fuera de juyzio.   —292→   Preguntaronle al ventero si acaso auia   -fol. 269r-   llegado a aquella venta vn muchacho de hasta edad de quince años, que venia vestido como moço de mulas, de tales y tales señas, dando las mesmas1827 que trahia el amante de doña Clara. El ventero respondio que auia tanta gente en la venta, que no auia echado de ver en el que preguntauan. Pero auiendo visto vno dellos el coche donde auia venido el oydor, dixo:

«Aqui deue de estar, sin duda, porque este es el coche que el dizen que sigue; quedese vno de nosotros a la puerta, y entren los demas a buscarle, y aun seria bien que vno de nosotros rodeasse toda la venta, porque no se fuesse por las bardas de los corrales.»

«Assi se hara», respondio vno dellos.

Y, entrandose los dos dentro, vno se quedó a la puerta y el otro se fue a rodear la venta, todo lo qual veia1828 el ventero, y no sabia atinar para qué se hazian aquellas diligencias, puesto que bien creyo que buscauan aquel1829 moço, cuyas señas le auian dado. Ya a esta sazon aclaraua el dia, y assi por esto, como por el ruydo que don Quixote auia hecho, estauan todos despiertos y se leuantauan, especialmente doña Clara y Dorotea, que, la vna con1830 sobresalto de tener tan cerca a su amante, y la otra con el desseo de verle, auian podido dormir bien mal aquella noche.

Don Quixote, que vio que ninguno de los quatro caminantes hazia caso del, ni le respondian a su demanda, moria y rabiaua de despecho   —293→   y saña, y si el hallara en las ordenanças de su caualleria que licitamente podia el cauallero andante tomar y emprender otra empresa, auiendo dado su palabra y fe de no ponerse en ninguna hasta acabar la que auia prometido,   -fol. 269v-   el enuistiera1831 con todos y les hiziera responder, mal de su grado. Pero por parecerle no conuenirle ni estarle1832 bien començar nueua empresa hasta poner a Micomicona en su reyno, huuo de callar y estarse quedo, esperando a ver en qué parauan las diligencias de aquellos caminantes, vno de los quales halló al mancebo que buscaua durmiendo1833 al lado de vn moço de mulas, bien descuydado de que nadie ni le buscasse, ni menos de que1834 le hallasse. El hombre le trauó del braço y le dixo:

«Por cierto, señor don Luys, que responde bien a quien vos soys el habito que teneys, y que dize bien la cama en que os hallo al regalo con que vuestra madre os crió.»

Limpiose el moço los soñolientos ojos, y miró de espacio al que le tenia asido, y luego conocio que era criado de su padre, de que recibio tal sobresalto, que no acerto o no pudo hablarle palabra por vn buen espacio, y el criado prosiguio, diziendo:

«Aqui no ay que hazer otra cosa, señor don Luys, sino prestar paciencia y dar la buelta a casa, si ya vuestra merced no gusta que su padre y mi señor la de al otro mundo, porque no se puede esperar otra cosa de la pena con que queda por vuestra ausencia.»

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«Pues ¿cómo supo mi padre», dixo don Luys, «que yo venia este camino y en este traje?»

«Vn estudiante», respondio el criado, «a quien distes cuenta de vuestros pensamientos, fue el que lo descubrio, mouido a lastima, de las que vio que hazia vuestro padre al punto que os echó menos; y, assi, despachó a quatro, de sus criados en vuestra busca, y todos estamos aqui a vuestro servicio, mas contentos de lo que imaginar se puede por el buen despacho   -fol. 270r-   con que tornaremos, llevandoos a los ojos que tanto os quieren.»

«Esso sera como yo quisiere, o como el cielo lo1835 ordenare», respondio don Luys.

«¿Qué aueys de querer, o qué ha de ordenar el cielo, fuera de consentir en bolueros, porque no ha de ser possible otra cosa?»

Todas estas razones que entre los dos passauan oyó el moço de mulas, junto a quien don Luys estaua, y, leuantandose de alli, fue a dezir lo que passaua a don Fernando y a Cardenio y a los demas, que ya vestido se auian; a los quales dixo como aquel hombre llamaua de don a aquel muchacho, y las razones que passauan, y como le queria boluer a casa de su padre, y el moço no queria; y con esto1836, y con lo que del sabian, de la buena voz que el cielo le auia dado, vinieron todos en gran desseo de saber mas particularmente quién era, y aun de ayudarle, si alguna fuerça le quisiessen hazer; y, assi, se fueron hazia la parte donde aun estaua hablando y porfiando con su criado.

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Salia1837 en esto Dorotea de su aposento, y tras ella doña Clara toda turbada; y, llamando Dorotea a Cardenio aparte, le conto en breues razones la historia del musico y de doña Clara, a quien el tambien dixo lo que passaua de la venida a buscarle los criados de su padre, y no se lo dixo tan callando, que lo dexasse de oyr Clara1838; de lo que quedó tan fuera de si, que si Dorotea no llegara a tenerla, diera consigo en el suelo. Cardenio dixo a Dorotea que se boluiessen al aposento, que el procuraria poner remedio en todo, y ellas lo hizieron.

Ya estauan todos los quatro que venian a buscar a don Luys dentro de la venta, y rodeados del, persuadiendole que luego, sin detenerse vn punto, boluiesse a consolar a su padre. El respondio que en ninguna manera   -fol. 270v-   lo podia hazer hasta dar fin a vn negocio en que le yua la vida, la honra y el alma. Apretaronle entonces los criados, diziendole que en ningun modo boluerian sin el, y que le lleuarian, quisiesse o no quisiesse.

«Esso1839 no hareys vosotros», replicó don Luys, «si no es lleuandome muerto, aunque de qualquiera manera que me lleueys, sera lleuarme sin vida.»

Ya a esta sazon auian acudido a la porfia todos los mas que en la venta estauan, especialmente Cardenio, don Fernando, sus camaradas, el oydor, el cura, el barbero y don Quixote, que ya le parecio que no auia necessidad de guardar mas el castillo. Cardenio, como ya   —296→   sabia la historia del moço, preguntó a los que lleuarle querian, que qué les mouia a querer lleuar contra su voluntad [a]1840 aquel muchacho.

«Mueuenos», respondio vno de los quatro, «dar la vida a su padre, que por la ausencia deste cauallero queda a peligro de perderla.»

A esto dixo don Luys:

«No ay para qué se de cuenta aqui de mis cosas; yo soy libre y boluere si me diere gusto, y si no, ninguno de vosotros me ha de hazer fuerça.»

«Harasela a vuestra merced la razon», respondio el hombre, «y quando ella no bastare con vuestra merced, bastará con nosotros para hazer a lo que venimos y lo que somos obligados.»

«Sepamos que es esto de rayz», dixo a este tiempo el oydor.

Pero el hombre que lo conocio, como vezino de su casa, respondio:

«¿No conoce vuestra merced, señor oydor, a este cauallero, que es el hijo de su vezino, el qual se ha ausentado de casa de su padre, en el habito tan indecente a su calidad, como vuestra merced puede ver?»

Mirole entonces el oydor mas atentamente, y conociole, y abraçandole, dixo:

«¿Qué niñerias son estas, señor don Luys,   -fol. 271r-   o qué causas tan poderosas, que os ayan mouido a venir desta manera, y en este trage, que dize tan mal con la calidad vuestra?»

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Al moço se le vinieron las lagrimas a los ojos, y no pudo responder palabra. El1841 oydor dixo a los quatro que se sossegassen, que todo se haria bien, y, tomando por la mano a don Luys, le apartó a vna parte, y le preguntó qué venida auia sido aquella.

Y en tanto que le hazia esta y otras preguntas, oyeron grandes vozes a la puerta de la venta, y era la causa dellas que dos huespedes, que aquella noche auian alojado en ella, viendo a toda la gente ocupada en saber lo que los quatro buscauan, auian intentado a yrse sin pagar lo que deuian; mas el ventero, que atendia mas a su negocio que a los agenos, les asio al salir de la puerta y pidio su paga, y les afeó su mala intencion con tales palabras, que les mouio a que le respondiessen con los puños; y, assi, le començaron a dar tal mano, que el pobre ventero tuuo necessidad de dar vozes y pedir socorro. La ventera y su hija no vieron a otro mas desocupado para poder socorrerle que a don Quixote, a quien la hija de la ventera dixo:

«Socorra vuestra merced, señor cauallero, por la virtud que Dios le dio, a mi pobre padre; que dos malos hombres le estan moliendo como a cibera.»

A lo qual respondio don Quixote muy de espacio y con mucha flema:

«Fermosa donzella, no ha lugar por aora vuestra peticion, porque estoy impedido de entremeterme en otra auentura en tanto que no   —298→   diere cima a vna en que mi palabra me ha puesto; mas lo que yo podre hazer por seruiros, es lo que aora diré: corred y dezid a vuestro padre que se entretenga en essa batalla   -fol. 271v-   lo mejor que pudiere y que no se dexe vencer en ningun modo, en tanto que yo pido licencia a la princessa Micomicona para poder socorrerle en su cuyta; que si ella me la da, tened por cierto que yo le sacaré della.»

«Pecadora de mi», dixo a esto Maritornes, que estaua delante, «primero que vuestra merced alcance essa licencia que dize, estará ya mi señor en el otro mundo.»

«Dadme vos, señora, que yo alcance la licencia que digo», respondio don Quixote; «que como yo la tenga, poco hara al caso que el esté en el otro mundo, que de alli le sacaré, a pesar del mismo mundo que lo contradiga; o, por lo menos, os dare tal vengança de los que alla le huuieren embiado, que quedeys mas que medianamente satisfechas.»

Y, sin dezir mas, se fue a poner de hinojos ante Dorotea, pidiendole, con palabras cauallerescas y andantescas, que la su grandeza fuesse seruida de darle licencia de acorrer y socorrer al castellano de aquel castillo, que estaua puesto en vna graue mengua. La princessa se la dio de buen talante, y el luego, embraçando su adarga y poniendo mano a su espada, acudio a la puerta de la venta, adonde aun todavia trahian los dos huespedes a mal traer al ventero; pero assi como llegó, embaçó1842 y se estuuo   —299→   quedo, aunque Maritornes y la ventera le dezian que en qué se detenia; que socorriesse a su señor y marido.

«Detengome», dixo don Quixote, «porque no me es licito poner mano a la espada contra gente escuderil; pero llamadme aqui a mi escudero Sancho; que a el toca y atañe esta defensa y vengança.»

Esto passaua en la puerta de la venta, y en ella andauan las puñadas y moxicones muy en su punto, todo en daño   -fol. 272r-   del ventero y en rabia de Maritornes, la ventera y su hija, que se desesperauan de ver la cobardia de don Quixote, y de lo mal que lo passaua su marido, señor y padre.

Pero dexemosle aqui, que no faltará quien le socorra; o si no, sufra y calle el que se atreue a mas de a lo que sus fuerças le prometen, y boluamonos atras cincuenta passos a ver qué fue lo que don Luys respondio al oydor; que le dexamos aparte preguntandole la causa de su venida a pie, y de tan vil trage vestido. A lo qual el moço, asiendole fuertemente de las manos, como en señal de que algun gran dolor le apretaua el coraçon, y, derramando lagrimas en grande abundancia, le dixo:

«Señor mio, yo no se deziros otra cosa sino que desde el punto que quiso el cielo y facilitó nuestra vezindad que yo viesse a mi señora doña Clara, hija vuestra y señora mia, desde aquel instante la hize dueño de mi voluntad; y si la vuestra, verdadero señor y padre mio,   —300→   no lo impide, en este mesmo1843 dia ha de ser mi esposa. Por ella dexé la casa de mi padre, y por ella me puse en este trage para seguirla donde quiera que fuesse, como la saeta al blanco, o como el marinero al norte. Ella no sabe de mis desseos mas de lo que ha podido entender de algunas vezes que desde lexos ha visto llorar mis ojos. Ya, señor, sabeys la riqueza y la nobleza de mis padres, y como yo soy su vnico heredero; si os parece que estas son artes para que os auentureys a hazerme en todo venturoso, recebidme luego por vuestro hijo; que si mi padre, lleuado de otros disignios1844 suyos, no gustare deste bien que yo supe buscarme, mas fuerça tiene el tiempo para deshazer y mudar las cosas que   -fol. 272v-   las humanas voluntades.»

Calló en diziendo esto el enamorado mancebo, y el oydor quedó en oyrle suspenso, confuso y admirado, assi de auer oydo el modo y la discrecion con que don Luys le auia descubierto su pensamiento, como de verse en punto que no sabia el que1845 poder tomar en tan repentino y no esperado negocio; y, assi, no respondio otra cosa sino que se sossegasse por entonces, y entretuuiesse a sus criados, que por aquel dia no le boluiessen, porque se tuuiesse tiempo para considerar lo que mejor a todos estuuiesse. Besole las manos por fuerça don Luys, y aun se las bañó con lagrimas, cosa que pudiera enternecer vn coraçon de marmol, no solo el del oydor, que, como discreto, ya auia   —301→   conocido quán bien le estaua a su hija aquel matrimonio; puesto que, si fuera possible, lo quisiera efetuar con voluntad del padre de don Luys, del qual sabia que pretendia hazer de titulo a su hijo.

Ya a esta sazon estauan en paz los huespedes con el ventero, pues por persuasion y buenas razones de don Quixote, mas que por amenazas, le auian pagado todo lo que el quiso, y los criados de don Luys aguardauan el fin de la platica del oydor y la resolucion de su amo, quando el demonio, que no duerme, ordenó que en aquel mesmo1846 punto entró en la venta el barbero a quien don Quixote quitó el yelmo de Mambrino, y Sancho Pança los aparejos del asno, que troco con los del suyo; el qual barbero, lleuando su jumento a la caualleriza, vio a Sancho Pança que estaua adereçando no se qué de la albarda, y assi como la vio, la conocio, y se atreuio a arremeter a Sancho, diziendo:

«¡A, don ladrón, que aqui os tengo! Venga mi vazia   -fol. 273r-   y mi albarda, con todos mis aparejos que me robastes.»

Sancho, que se vio acometer tan de improuisso y oyo los vituperios que le dezian, con la vna mano asio de la albarda, y con la otra dio vn moxicon al barbero, que le bañó los dientes en sangre; pero no por esto dexó el barbero la presa que tenia hecha en el albarda, antes alçó la voz de tal manera, que todos los de la venta acudieron al ruydo y pendencia; y dezia:

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«¡Aqui del rey y de la justicia; que sobre cobrar mi hazienda me quiere matar este ladron, salteador de caminos!»

«¡Mentis», respondio Sancho; «que yo no soy salteador de caminos; que en buena guerra ganó mi señor don Quixote estos despojos!»

Ya estaua don Quixote delante, con mucho contento de ver quán bien se defendia y ofendia su escudero, y tuuole desde alli adelante por hombre de pro, y propuso en su coraçon de armalle1847 cauallero en la primera ocasion que se le ofreciesse, por parecerle que seria en el bien empleada la orden de la caualleria. Entre otras cosas que el barbero dezia en el discurso de la pendencia, vino a dezir:

«Señores: assi esta albarda es mia como la muerte que deuo a Dios; y assi la conozco como si la huuiera parido, y ahi está mi asno en el establo, que no me dexará mentir; si no, prueuensela, y si no le viniere pintiparada, yo quedaré por infame; y ay mas: que el mismo dia que ella se me quitó, me quitaron tambien vna bazia de açofar nueua que no se auia estrenado, que era señora de vn escudo.»

Aqui no se pudo contener don Quixote sin responder, y, poniendose entre los dos, y apartandoles, depositando la albarda en el1848 suelo, que la tuuiesse de manifiesto hasta que la verdad se aclarasse, dixo:

  -fol. 273v-  

«¡Porque vean vuestras mercedes clara y manifiestamente el error en que está este buen escudero, pues llama bazia a lo que fue, es y   —303→   sera yelmo1849 de Mambrino, el qual se le quité yo en buena guerra, y me hize señor del con ligitima y licita possession! En lo del albarda no me entremeto; que lo que en ello sabre dezir es que mi escudero Sancho me pidio licencia para quitar los jaezes del cauallo deste vencido couarde, y con ellos adornar el suyo; yo se la di y el los tomó, y de auerse conuertido de jaez en albarda no sabre dar otra razón si no es la ordinaria: que como essas transformaciones se ven1850 en los sucessos de la caualleria; para confirmacion de lo qual, corre, Sancho hijo, y saca aqui el yelmo que este buen hombre dize ser bazia.»

«¡Pardiez, señor!», dixo Sancho, «si no tenemos otra prueua de nuestra intencion que la que vuestra merced dize, tan bazia es el yelmo de Malino1851 como el jaez deste buen hombre albarda.»

«Haz lo que te mando», replicó don Quixote; «que no todas las cosas deste castillo han de ser guiadas por encantamento.»

Sancho fue a do estaua la bazia y la truxo, y assi como don Quixote la vio, la tomó en las manos y dixo:

«Miren vuestras mercedes con qué cara podia dezir este escudero que esta es bazia, y no el yelmo que yo he dicho; y juro por la orden de caualleria que professo, que este yelmo fue el mismo que yo le quité, sin auer añadido en el ni quitado cosa alguna.»

«En esso no hay duda», dixo a esta sazon   —304→   Sancho; «porque desde que mi señor le ganó hasta agora no a hecho con el mas de vna batalla, quando libró a los sin ventura encadenados, y si no fuera por este vaziyelmo, no lo assara entonces muy bien, porque huuo asaz de pedradas en aquel trance.»



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ArribaAbajoCapitulo XLV1852

Donde se acaba de aueriguar la duda del yelmo de Mambrino y de la albarda, y otras auenturas sucedidas, con toda verdad


«¿Qvé les parece a vuestras mercedes, señores», dixo el barbero, «de lo que afirman estos gentiles hombres, pues aun porfian1853 que esta no es bazia, sino yelmo?»

«Y quien lo contrario dixere», dixo don Quixote, «le hare yo conocer que miente, si fuere cauallero, y si escudero, que remiente mil vezes.»

Nuestro barbero, que a todo estaua presente, como tenia tan bien conocido el humor de don Quixote, quiso esforçar su desatino y lleuar adelante la burla, para que todos riessen, y dixo hablando con el otro barbero:

«Señor barbero, o quien soys, sabed que yo tambien soy de vuestro oficio, y tengo mas ha de veynte años carta de examen, y conozco muy bien de todos los instrumentos de la barberia, sin que le falte vno; y ni mas ni menos fuy vn tiempo en mi mocedad soldado, y se tambien qué es yelmo, y qué es morrion y celada de encaxe, y otras cosas tocantes a la milicia, digo, a los generos de armas de los soldados; y digo, saluo mejor parecer, remitiendome siempre al mejor entendimiento, que esta pieça que está aqui delante, y1854 que este buen señor tiene en las manos, no solo no es bazia de barbero,   —306→   pero está tan lexos de serlo, como está lexos lo blanco de lo negro y la verdad de la mentira; tambien digo que este, aunque es yelmo, no es yelmo entero.»

«No, por cierto», dixo don Quixote, «porque le falta la mitad, que es la babera.»

  -fol. 274v-  

«Assi es», dixo el cura, que ya auia entendido la intencion de su amigo el barbero.

Y lo mismo confirmó Cardenio, don Fernando y sus camaradas; y aun el oydor, si no estuuiera tan pensatiuo con el negocio de don Luys, ayudara por su parte a la burla; pero las veras de lo que pensaua le tenian tan suspenso, que poco o nada atendia a aquellos donayres.

«¡Valame Dios!», dixo a esta sazon el barbero burlado. «¿Que es possible que tanta gente honrada diga que esta no es bazia, sino yelmo? Cosa parece esta que puede poner en admiracion a toda vna Vniuersidad, por discreta que sea. Basta; si es que esta bazia es yelmo, tambien deue de ser esta albarda jaez de cauallo, como este señor ha dicho.»

«A mi albarda me parece», dixo don Quixote; «pero ya he dicho que en esso no me entremeto.»

«De que sea albarda o jaez», dixo el cura, «no está en mas de dezirlo el señor don Quixote; que en estas cosas de la caualleria todos estos señores y yo le damos la ventaja.»

«Por Dios, señores mios», dixo don Quixote, «que son tantas y tan estrañas las cosas que en este castillo, en dos vezes que en el he alojado,   —307→   me han sucedido, que no me atreua a dezir afirmatiuamente ninguna cosa de lo que acerca de lo que en el se contiene se preguntare, porque imagino que quanto en el se trata va por via de encantamento. La primera vez me fatigó mucho vn moro encantado que en el ay, y a Sancho no le fue muy bien con otros sus sequaces, y anoche estuue colgado deste braço casi dos horas, sin saber cómo ni cómo no, vine a caer en aquella desgracia. Assi que ponerme yo agora en cosa de tanta confusion a dar mi arecer, sera caer en juizio temerario. En lo que toca a lo que dizen que esta es bazia y no yelmo, ya yo   -fol. 275r-   tengo respondido; pero en lo de declarar si essa es albarda o jaez, no me atreuo a dar sentencia difinitiua; solo lo dexo al buen parecer de vuestras mercedes. Quiça por o ser armados caualleros, como yo lo soy, no tendran que ver con vuestras mercedes los encantamentos deste lugar, y tendran los entendimientos libres, y podran juzgar de las cosas deste castillo como ellas son real y verdaderamente, y no como a mi me parecian.»

«No ay duda», respondio a esto don Fernando, «sino que el señor don Quixote ha dicho muy bien oy1855, que a nosotros toca la difinicion deste caso, y porque vaya con mas fundamento, yo tomaré en secreto los votos destos señores, y de lo que resultare, dare entera y clara noticia.»

Para aquellos que la tenian del humor de don Quixote, era todo esto materia de grandissima   —308→   risa; pero para los que le1856 ignorauan les parecia el mayor disparate del mundo, especialmente a los quatro criados de don Luis, y a don Luis ni mas ni menos, y a otros tres passageros que acaso auian llegado a la venta, que tenian parecer de ser quadrilleros, como, en efeto, lo eran. Pero el que mas se desesperaua era el barbero, cuya bazia alli delante de sus ojos se le auia buelto en yelmo de Mambrino, y cuya albarda pensaua sin duda alguna que se le auia de boluer en jaez rico de cauallo, y los vnos y los otros se reyan de ver cómo andaua don Fernando tomando los votos de vnos en otros, hablandolos1857 al oydo, para que en secreto declarassen si era albarda o jaez aquella joya, sobre quien tanto se auia peleado. Y despues que huuo tomado los votos de aquellos que a don Quixote conocian, dixo en alta voz:

«El caso es, buen hombre, que ya yo estoy cansado de tomar tantos pareceres, porque   -fol. 275v-   veo que a ninguno pregunto lo que desseo saber, que no me diga que es disparate el dezir que esta sea albarda de jumento, sino jaez de cauallo, y aun de cauallo castizo, y, assi, aureis de tener paciencia, porque, a vuestro pesar y al de vuestro asno, este es jaez y no albarda, y vos aueis alegado y prouado muy mal de vuestra parte.»

«No la tenga yo en el cielo», dixo el sobre barbero1858, «si todos vuestras mercedes no se engañan, y que assi parezca mi anima ante   —309→   Dios, como ella me parece a mi albarda y no jaez; pero alla van leyes, etc., y no digo mas; y en verdad que no estoy borracho: que no me he desayunado si de pecar no.»

No menos causauan risa las necedades que dezia el barbero que los disparates de don Quixote, el qual a esta sazon dixo:

«Aqui no ay mas que hazer, sino que cada vno tome lo que es suyo, y a quien Dios se la dio, San Pedro se la bendiga.»

Vno de los quatro dixo:

«Si ya no es que esto sea burla pensada, no me puedo persuadir que hombres de tan buen entendimiento como son, o parecen todos los que aqui estan, se atreuan a dezir y afirmar que esta no es bazia, ni aquella albarda; mas como veo que lo afirman y lo dizen, me doy a entender que no carece1859 de misterio el porfiar vna cosa tan contraria de lo que nos muestra la misma verdad y la misma experiencia. Porque, ¡voto a tal! -y arrojole redondo-, que no me den a mi a entender quantos oy viuen en el mundo al reues de que esta no sea bazia de barbero, y esta albarda de asno.»

«Bien podria ser de borrica», dixo el cura.

«Tanto monta», dixo el criado; «que el caso no consiste en esso, sino en si es o no es albarda, como vuestras mercedes dizen.»

Oyendo esto vno de los quadrilleros que auian entrado, que auia oydo la pendencia y quistion, lleno de colera y de enfado dixo:

  —310→     -fol. 276r-  

«Tan albarda es como mi padre, y el que otra cosa ha dicho o dixere deue de estar hecho vua.»

«¡Mentis como vellaco villano!», respondio don Quixote.

Y, alçando el lançon, que nunca le dexaua de las manos, le yua a descargar tal golpe sobre la cabeça, que a no desuiarse el quadrillero, se1860 le dexara alli tendido; el lançon se hizo pedaços en el suelo, y los demas quadrilleros, que vieron tratar mal a su compañero, alçaron la voz pidiendo fauor a la Santa Hermandad. El ventero, que era de la quadrilla, entró al punto por su varilla y por su espada, y se puso al lado de sus compañeros. Los criados de don Luis rodearon a don Luis, porque con el alboroto no se les fuesse. El barbero, viendo la casa rebuelta, tornó a asir de su albarda, y lo mismo hizo Sancho. Don Quixote puso mano a su espada y arremetio a los quadrilleros; don Luis daua vozes a sus criados que le dexassen1861 a el, y acorriessen a don Quixote y a Cardenio y a don Fernando, que todos fauorecian a don Quixote. El cura daua vozes, la ventera gritaua, su hija se afligia, Maritornes lloraua, Dorotea estaua confusa, Luscinda, suspensa y doña Clara, desmayada; el barbero aporreaua a Sancho, Sancho molia al barbero; don Luis, a quien vn criado suyo se atreuio a asirle del braço porque no se fuesse, le dio vna puñada que le bañó los dientes en sangre; el oydor le defendia1862; don   —311→   Fernando tenia debaxo de sus pies a vn quadrillero, midiendole el cuerpo con ellos muy a su sabor. El ventero tornó a reforçar la voz pidiendo fauor a la Santa Hermandad; de modo que toda la venta era llantos, vozes, gritos, confusiones, temores, sobresaltos, desgracias, cuchilladas, moxicones, palos, coces y efusion de sangre; y en la mitad deste   -fol. 276v-   caos, maquina y laberinto de cosas, se le representó en la memoria de don Quixote que se veya1863 lo metido de hoz y de coz en la discordia del campo de Agramante; y, assi, dixo con voz que atronaua la venta:

«¡Tenganse todos; todos embaynen; todos se sossieguen; oyganme1864 todos, si todos quieren quedar con vida!»

A cuya gran voz todos se pararon, y el prosiguio, diziendo:

«¿No os dixe yo, señores, que este castillo era encantado y que alguna region1865 de demonios deue de habitar en el? En confirmacion de lo qual quiero que veays por vuestros ojos cómo se ha passado aqui y trasladado entre nosotros la discordia del campo de Agramante1866. Mirad cómo alli se pelea por la espada, aqui por el cauallo, aculla por el aguila, aca por el yelmo, y todos peleamos y todos no nos entendemos1867. Venga, pues, vuestra merced, señor oydor, y vuestra merced, señor cura, y el vno sirua de rey Agramante; y el otro de rey Sobrino, y ponganos en paz, porque, por Dios todopoderoso, que es gran vellaqueria   —312→   que tanta gente principal como aqui estamos se mate por causas tan liuianas.»

Los quadrilleros, que no entendian el frasis de don Quixote y se veyan1868 malparados de don Fernando, Cardenio y sus camaradas, no querian sossegarse; el barbero, si, porque en la pendencia tenia deshechas las barbas y el albarda; Sancho, a la mas minima voz de su amo, obedecio, como buen criado; los quatro criados de don Luis tambien se estuuieron quedos, viendo quán poco les yua en no estarlo. Solo el ventero porfiaua que se auian de castigar las insolencias de aquel loco que a cada passo le alborotaua la venta; finalmente, el rumor se apaziguó por entonces, la albarda se quedó por jaez hasta el dia del juicio, y la bazia por yelmo, y la venta por castillo en la imaginacion de don Quixote.

Puestos,   -fol. 277r-   pues, ya en sossiego, y hechos amigos todos, a persuasion del oydor y del cura, boluieron los criados de don Luis a porfiarle que al momento se viniesse con ellos; y en tanto que el con ellos se auenia, el oydor comunicó con don Fernando, Cardenio y el cura, qué deuia hazer en aquel caso, contandoseles1869 con las razones que don Luis le auia dicho. En fin, fue acordado que don Fernando dixesse a los criados de don Luis quién el era, y como era su gusto que don Luis se fuesse con el al Andaluzia, donde de su hermano el marques seria estimado como el valor de don Luis merecia, porque, desta manera, se sabia de   —313→   la intencion de don Luis que no bolueria por aquella vez a los ojos de su padre, si le hiziessen pedaços. Entendida, pues, de los quatro la calidad de don Fernando y la intencion de don Luis, determinaron entre ellos que los tres se boluiessen a contar lo que passaua a su padre, y el otro se quedasse a seruir a don Luis, y a no dexalle hasta que ellos boluiessen por el, o viesse1870 lo que su padre les ordenaua.

Desta manera se apaziguó aquella maquina de pendencias por la autoridad de Agramante y prudencia del rey Sobrino; pero viendose el enemigo de la concordia y el emulo de la paz menospreciado y burlado, y el poco fruto que auia grangeado1871 de auerlos puesto a todos en tan confuso laberinto, acordo de prouar otra vez la mano, resucitando nueuas pendencias y desassossiegos.

Es, pues, el caso que los quadrilleros1872 se sossegaron por auer entreoydo la calidad de los que con ellos se auian combatido, y se retiraron de la pendencia, por parecerles que de qualquiera manera que sucediesse, auian de lleuar lo peor de la batalla; pero vno dellos, que fue el que fue molido y pateado por don Fernando, le vino1873 a la memoria que entre algunos mandamientos que traya para prender   -fol. 277v-   a algunos deliquentes, traya vno contra don Quixote, a quien la Santa Hermandad auia mandado prender por la libertad que dio a los galeotes, y como Sancho, con mucha razon, auia temido.

  —314→  

Imaginando, pues, esto, quiso certificarse si las señas que de don Quixote traya venian bien; y, sacando del seno vn pergamino, topó con el que buscaua, y poniendosele a leer de espacio, porque no era buen lector1874, a cada palabra que leya ponia los ojos en don Quixote y yua cotejando las señas del mandamiento con el rostro de don Quixote, y halló que, sin duda alguna, era el que el mandamiento rezaua; y apenas se huuo certificado, quando recogiendo su pergamino, [en la yzquierda]1875 tomó el mandamiento, y con la derecha asio a don Quixote del cuello fuertemente, que no le dexaua alentar, y a grandes vozes dezia:

«¡Fauor a la Santa Hermandad!; y para que se vea que lo pido1876 de veras, lease este mandamiento, donde se contiene que se prenda a este salteador de caminos.»

Tomó el mandamiento el cura, y vio como era verdad quanto el quadrillero dezia, y como conuenia con las señas con don Quixote, el qual, viendose tratar mal de aquel villano malandrin, puesta la colera en su punto, y cruxiendole los huessos de su cuerpo, como mejor pudo, el asio al quadrillero con entrambas manos de la garganta, que, a no ser socorrido de sus compañeros, alli dexara la vida antes que don Quixote la presa. El ventero, que por fuerça auia de fauorecer a los de su oficio, acudio luego a dalle fauor. La ventera, que vio de nueuo a su marido en pendencias, de nueuo alçó la voz, cuyo tenor1877 le lleuaron luego   —315→   Maritornes y su hija, pidiendo fauor al cielo y a los que alli estauan. Sancho dixo, viendo lo que passaua:

«¡Viue el Señor, que es verdad quanto mi amo dize   -fol. 278r-   de los encantos deste castillo, pues no es possible viuir vna hora con quietud en el!»

Don Fernando despartio al quadrillero y a don Quixote, y, con gusto de entrambos, les desenclauijó las manos que el vno en el collar del sayo del vno, y el otro en la garganta del otro bien asidas tenian; pero no por esto cessauan los quadrilleros de pedir su preso y que les ayudassen a darsele atado y entregado a toda su voluntad, porque assi conuenia al seruicio del rey y de la Santa Hermandad, de cuya parte de nueuo les pedian socorro y fauor, para hazer aquella prision de aquel robador y salteador de sendas y de carreras.

Reyase de oyr dezir estas razones don Quixote, y con mucho sossiego dixo:

«Venid aca, gente soez y mal nacida; ¿saltear de caminos llamais al dar libertad a los encadenados, soltar los presos, acorrer a los miserables, alçar los caydos, remediar los menesterosos? ¡A, gente infame, digna por vuestro baxo y vil entendimiento que el cielo no os comunique el valor que se encierra [en]1878 la caualleria andante, ni os de a entender el pecado e ignorancia en que estais en no reuerenciar la sombra, quanto mas la assistencia de qualquier cauallero andante! Venid aca, ladrones   —316→   en quadrilla, que no quadrilleros, salteadores de caminos con licencia de la Santa Hermandad; dezidme, ¿quién fue el ignorante que firmó mandamiento de prision contra vn tal cauallero como yo soy? ¿Quién el que ignoró que son essentos de todo judicial fuero los caualleros andantes? ¿Y que su ley es su espada, sus fueros sus brios, sus prematicas su voluntad? ¿Quién fue el mentecato, bueluo a dezir, que no sabe que no ay secutoria1879 de hidalgo con tantas preeminencias ni esenciones   -fol. 278v-   como la que adquiere vn cauallero andante el dia que se arma cauallero y se entrega al duro exercicio de la caualleria? ¿Qué cauallero andante pagó pecho, alcauala, chapin de la reyna, moneda forera, portazgo, ni barca1880? ¿Qué sastre le lleuó hechura de vestido que le hiziesse? ¿Qué castellano le acogio en su castillo que le hiziesse pagar el escote? ¿Qué rey no le assento a su mesa? ¿Qué donzella no se le aficionó y se le entregó rendida a todo su talante y voluntad? Y, finalmente, ¿qué cauallero andante ha auido, ay, ni aura en el mundo que no tenga brios para dar el solo quatrocientos palos a quatrocientos quadrilleros que se le pongan delante?»



  —317→  

ArribaAbajoCapitulo XLVI

De la notable auentura de los quadrilleros y la gran ferocidad de nuestro buen cauallero don Quixote1881.


En tanto que don Quixote esto dezia, estaua persuadiendo el cura a los quadrilleros como don Quixote era falto de juizio, como lo veyan1882 por sus obras y por sus palabras, y que no tenian para qué lleuar aquel negocio adelante; pues aunque le prendiessen y lleuassen, luego le auian de dexar por loco; a lo que respondio el del mandamiento que a el no tocaua juzgar de la locura de don Quixote, sino hazer lo que por su mayor le era mandado, y que, vna vez preso, siquiera le soltassen trezientas.

«Con todo esso», dixo el cura, «por esta vez o le aueis de lleuar, ni aun el dexará lleuarse, a lo que yo entiendo.»

  -fol. 279r-  

En efeto, tanto les supo el cura dezir y tantas locuras supo don Quixote hazer, que mas locos fueran que no el los quadrilleros si no conocieran la falta de don Quixote, y assi, tuuieron por bien de apaziguarse, y aun de ser medianeros de hazer las pazes entre el barbero y Sancho Pança, que todavia assistian con gran rancor a su pendencia; finalmente, ellos, como miembros de justicia, mediaron la causa y fueron arbitros della, de tal modo, que ambas partes quedaron, si no del todo contentas, a lo   —318→   menos, en algo satisfechas, porque se trocaron las albardas, y no las cinchas y xaquimas. Y en lo que tocaua a lo del yelmo de Mambrino, el cura, a socapa y sin que don Quixote lo entendiesse, le dio por la bazia ocho reales, y el barbero le hizo vna cedula del recibo, y de no llamarse a engaño por entonces, ni por siempre jamas, amen.

Sossegadas, pues, estas dos pendencias, que lo eran las mas principales y de mas tomo, restaua que los criados de don Luis se contentassen de boluer los tres, y que el vno quedasse para acompañarle donde don Fernando le queria lleuar; y como ya la buena suerte y mejor fortuna auia començado a romper lanças y a facilitar dificultades en fabor1883 de los amantes de la venta y de los valientes della, quiso lleuarlo al cabo y dar a todo felice sucesso, porque los criados se contentaron de quanto don Luis queria, de que recibio tanto contento doña Clara, que ninguno en aquella sazon la mirara al rostro que no conociera el regozijo de su alma.

Zorayda, aunque no entendia bien todos los sucessos que auia visto, se entristecia y alegraua a bulto, conforme veya1884 y notaua los semblantes a cada vno, especialmente de su   -fol. 279v-   español, en quien tenia siempre puestos los ojos y trahia colgada el alma. El ventero, a quien [no] se le passó1885 por alto la dadiua y recompensa que el cura auia hecho al barbero, pidio el escote de don Quixote, con el menoscabo   —319→   de sus cueros y falta de vino, jurando que no saldria de la venta Rozinante ni el jumento de Sancho1886, sin que se le pagasse primero hasta el vltimo ardite. Todo lo apaziguó el cura y lo pagó don Fernando, puesto que el oydor de muy buena voluntad auia tambien ofrecido la paga; y de tal manera quedaron todos en paz y sossiego, que ya no parecia la venta la discordia del campo de Agramante, como don Quixote auia dicho, sino la misma paz y lo quietud del tiempo de Otauiano; de todo lo qual fue comun opinion que se deuian dar las gracias a la buena intencion y mucha eloquencia del señor cura, y a la incomparable liberalidad de don Fernando.

Viendose, pues, don Quixote, libre y desembaraçado de tantas pendencias, assi de su escudero, como suyas, le parecio que seria bien seguir su començado viaje y dar fin a aquella grande auentura para que auia sido llamado y escogido; y, assi, con resoluta determinacion se fue a poner de inojos ante Dorotea, la qual no le consintio que hablasse palabra hasta que se leuantasse, y el, por obedecella, se puso en pie y le dixo:

«Es comun prouerbio, fermosa señora, que la diligencia es madre de la buena ventura, y en muchas y graues cosas ha mostrado la experiencia que la solicitud del negociante trae a buen fin el pleyto dudoso; pero en ningunas cosas se muestra [mas] esta verdad que1887 en las de la guerra, adonde la celeridad y presteza   —320→   preuiene los discursos   -fol. 280r-   del enemigo y alcança la vitoria antes que el contrario se ponga en defensa. Todo esto digo, alta y preciosa1888 señora, porque me parece que la estada nuestra en este castillo ya es sin prouecho, y podria sernos de tanto daño, que lo echassemos de ver algun dia; porque ¿quién sabe si por ocultas espias y diligentes aura sabido ya vuestro enemigo el gigante de que yo voy a destruylle, y dandole lugar el tiempo, se fortificasse en algun inexpugnable castillo o1889 fortaleza contra quien valiessen poco mis diligencias y la fuerça de mi incansable braço? Assi que, señora mia, preuengamos, como tengo dicho, con nuestra diligencia sus designios, y partamonos luego a la buena ventura; que no está mas de tenerla vuestra grandeza como1890 dessea, de quanto yo tarde de verme con vuestro contrario.»

Calló y no dixo mas don Quixote, y esperó con mucho sossiego la respuesta de la fermosa infanta, la qual, con ademan señoril y acomodado al estilo de don Quixote, le respondio desta manera:

«Yo os agradezco, señor cauallero, el desseo que mostrays tener de fauorecerme en mi gran cuyta, bien assi como cauallero, a quien es anejo y concerniente fauorecer los huerfanos y menesterosos; y quiera el cielo que el vuestro y mi desseo se cumplan para que veais que ay agradecidas mugeres en el mundo. Y en lo de mi partida, sea luego, que yo no tengo mas   —321→   voluntad que la vuestra: disponed vos de mi a toda vuestra guisa y talante; que la que vna vez os entregó la defensa de su persona y puso en vuestras manos la restauracion de sus señorios, no ha de querer yr contra lo que la vuestra prudencia ordenare.»

«A la mano de Dios», dixo don Quixote; «pues assi es que vna señora1891   -fol. 280v-   se me humilla, no quiero yo perder la ocasion de leuantalla y ponella en su heredado trono; la partida sea luego, porque me va poniendo espuelas al desseo, y al camino1892, lo que suele dezirse que en la tardança está el peligro; y pues no ha criado el cielo ni visto el infierno ninguno que me espante ni acobarde, ensilla, Sancho, a Rozinante, y apareja tu jumento y el palafren de la reyna, y despidamonos del castellano y destos señores, y vamos de aqui luego al punto.»

Sancho, que a todo estaua presente, dixo, meneando la cabeça a una parte y a otra:

«¡Ay, señor, señor, y cómo ay mas mal en el aldeguela que se suena, con perdon sea dicho de las tocas honradas1893

«¿Qué mal puede auer en ninguna aldea, ni en todas las ciudades del mundo, que pueda sonarse en menoscabo mio, villano?»

«Si vuestra merced se enoja», respondio Sancho, «yo callaré y dexaré [de]1894 dezir lo que soy obligado como buen escudero, y como deue vn buen criado dezir a su señor.»

«Di lo que quisieres», replicó don Quixote1895,   —322→   «como tus palabras no se encaminen a ponerme miedo; que si tu le tienes, hazes como quien eres, y si yo no le tengo, hago como quien soy.»

«No es esso, pecador fuy yo a Dios», respondio Sancho, «sino que yo tengo por cierto y por aueriguado que esta señora que se dize ser reyna del gran reyno Micomicon no lo es mas que mi madre, porque a ser lo que ella dize, no se anduuiera hocicando con alguno de los que estan en la rueda, a buelta de cabeça y a cada traspuesta.»

Parose colorada1896 con las razones de Sancho Dorotea, porque era verdad que su esposo don Fernando alguna vez, a hurto de otros ojos, auia cogido con los labios parte del premio   -fol. 281r-   que merecian sus desseos -lo qual auia visto Sancho, (y)1897 pareciendole que aquella desemboltura mas era de dama cortesana que de reyna de tan gran reyno-, y no pudo ni quiso responder palabra a Sancho, sino dexole proseguir en su platica, y el fue diziendo:

«Esto digo, señor, porque si al cabo de auer andado caminos y carreras y passado malas noches y peores dias, ha de venir a coger el fruto de nuestros trabajos el que se está holgando en esta venta, no ay para qué darme priessa a que ensille a Rozinante, albarde el jumento y aderece al1898 palafren, pues sera mejor que nos estemos quedos, y cada puta hile, y comamos.»

¡O, valame Dios, y quán grande que fue el   —323→   enojo que recibio don Quixote oyendo las descompuestas palabras de su escudero! Digo que fue tanto, que con voz atropellada y tartamuda lengua, lançando viuo fuego por los ojos, dixo:

«¡O vellaco villano, mal mirado, descompuesto, ygnorante1899, infacundo, deslenguado, atreuido, murmurador y maldiziente!; ¿tales palabras has osado dezir en mi presencia y en la destas inclitas señoras? Y ¿tales deshonestidades y atreuimientos osaste poner en tu confusa imaginacion? ¡Vete de mi presencia, monstruo de naturaleza, depositario de mentiras, almario de embustes, silo de vellaquerias, inuentor de maldades, publicador de sandezes, enemigo del decoro que se deue a las reales personas! ¡Vete: no parezcas delante de mi, so pena de mi yra!»

Y, diziendo esto, enarcó las cejas, hinchó los carrillos, miró a todas partes, y dio con el pie derecho una gran patada en el suelo, señales todas de la yra que encerraua en sus entrañas. A cuyas palabras y furibundos ademanes quedó Sancho   -fol. 281v-   tan encogido1900 y medroso, que se holgara que en aquel instante se abriera debaxo de sus pies la tierra y le tragara. Y no supo qué hazerse, sino boluer las espaldas y quitarse de la enojada presencia de su señor. Pero la discreta Dorotea, que tan entendido tenia ya el humor de don Quixote, dixo para templarle la yra:

«No os despecheys, señor Cauallero de la Triste Figura, de las sandezes que vuestro buen   —324→   escudero ha dicho, porque quiça no las deue de dezir sin ocasion, ni de su buen entendimiento y cristiana conciencia se puede sospechar que leuante testimonio a nadie; y, assi, se ha de creer, sin poner duda en ello, que, como en este castillo, segun vos, señor cauallero, dezis, todas las cosas van y suceden por modo de encantamento, podria ser, digo, que Sancho vuiesse visto por esta diabolica via lo que el dize que vio tan en ofensa de mi honestidad.»

«Por el omnipotente Dios juro», dixo a esta sazon don Quixote, «que la vuestra grandeza ha dado en el punto, y que alguna mala vision se le puso delante a este pecador de Sancho, que le hizo ver lo que fuera impossible verse de otro modo que por el de encantos no fuera; que se yo bien de la bondad e inocencia deste desdichado, que no sabe leuantar testimonios a nadie.»

«Ansi es y ansi1901 sera», dixo don Fernando; «por lo qual deue vuestra merced, señor don Quixote, perdonalle y reduzille al gremio de su gracia, sicut erat in principio, antes que las tales visiones le sacassen de juyzio.»

Don Quixote respondio que el le perdonaua, y el cura fue por Sancho, el qual vino muy humilde y, hincandose de rodillas, pidio la mano a su amo, y el se la dio, y despues de auersela dexado besar,   -fol. 282r-   le echó la bendicion, diziendo:

«Agora1902 acabarás de conocer, Sancho hijo,   —325→   ser verdad lo que yo otras muchas vezes te he dicho, de que todas las cosas de este castillo son hechas por via de encantamento.»

«Assi lo creo yo», dixo Sancho, «excepto aquello de la manta, que realmente sucedio por via ordinaria.»

«No lo creas», respondio don Quixote; «que si assi fuera, yo te vengara entonces, y aun agora1903. Pero ni entonces ni agora1904 pude, ni vi en quién tomar vengança de tu agrauio.»

Dessearon saber todos qué era aquello de la manta, y el ventero les1905 contó, punto por punto, la bolateria de Sancho Pança, de que no poco se rieron1906 todos, y de que no menos se corriera Sancho, si de nueuo no le assegurara su amo que era encantamento; puesto que jamas llegó la sandez de Sancho a tanto, que creyesse no ser verdad pura y aueriguada, sin mezcla de engaño alguno, lo de auer sido manteado por personas de carne y huesso, y no por fantasmas soñadas ni imaginadas, como su señor lo creya y lo afirmaua.

Dos dias eran ya passados los que auia que toda aquella ilustre compañia estaua en la venta, y, pareciendoles que ya era tiempo de partirse, dieron orden para que, sin ponerse al trabajo de boluer Dorotea y don Fernando con don Quixote a su aldea con la inuencion de la libertad de la reyna Micomicona, pudiessen el cura y el barbero lleuarsele como desseauan, y procurar la cura de su locura en su tierra. Y lo que ordenaron fue que se concertaron con   —326→   vn carretero de bueyes que acaso acerto a passar por alli, para que lo lleuasse en esta forma: hizieron vna como jaula de palos enrrejados1907,   -fol. 282v-   capaz que pudiesse en ella caber holgadamente don Quixote, y luego don Fernando y sus camaradas, con los criados de don Luys y los quadrilleros, juntamente con el ventero, todos por orden y parecer del cura, se cubrieron los rostros y se disfraçaron, quién de vna manera y1908 quién de otra, de modo que a don Quixote le pareciesse ser otra gente de la que en aquel castillo auia visto.

Hecho esto, con grandissimo silencio se entraron adonde el estaua durmiendo1909 y descansando de las passadas refriegas. Llegaronse a el, que libre y seguro de tal acontecimiento dormia, y, asiendole fuertemente, le ataron muy bien las manos y los pies; de modo que, quando el desperto con sobresalto, no pudo menearse ni hazer otra cosa mas que admirarse y suspenderse de ver delante de si tan estraños visages. Y luego dio en la cuenta de lo que su continua y desuariada imaginacion le representaua, y se creyo que todas aquellas figuras eran fantasmas de aquel encantado castillo, y que, sin duda alguna, ya estaua encantado, pues no se podia menear ni defender: todo a punto como auia pensado que sucederia el cura, traçador desta maquina. Solo Sancho, de todos los presentes, estaua en su mesmo1910 juyzio y en su mesma1911 figura, el qual, aunque le faltaua bien poco para tener la mesma1912 enfermedad   —327→   de su amo, no dexó de conocer quién eran todas aquellas contrahechas figuras; mas no osó descoser su boca hasta ver en qué paraua aquel assalto y prision de su amo. El qual tampoco hablaua palabra, atendiendo a ver el paradero de su desgracia, que fue, que, trayendo alli la jaula, le encerraron dentro y le clauaron   -fol. 283r-   los maderos tan fuertemente, que no se pudieran romper a dos tirones.

Tomaronle luego en hombros, y al salir del aposento, se oyo vna voz temerosa, todo quanto la supo formar el barbero, no el del albarda, sino el otro, que dezia:

«¡O Cauallero de la Triste Figura, no te de afincamiento la prision en que vas, porque assi conuiene para acabar mas presto la auentura en que tu gran esfuerço te puso! La qual se acabará quando el furibundo leon manchado con la blanca paloma tobosina yogiren1913 en vno, ya despues de humilladas las altas ceruices al blando yugo matrimoñesco; de cuyo inaudito consorcio saldran a la luz del orbe los brauos cachorros que imitarán las rumpantes1914 garras del valeroso padre. Y esto sera antes que el seguidor de la fugitiua ninfa faga dos vegadas la visita1915 de las luzientes imagines, con su rapido y natural curso. Y tu, ¡o el mas noble y obediente escudero que tuuo espada en cinta, barbas en rostro y olfato en las narizes!, no te desmaye ni descontente ver lleuar ansi1916 delante de tus ojos mesmos1917 a la flor de la caualleria andante; que presto, si al plasmador del mundo   —328→   le plaze, te veras tan alto y tan sublimado, que no te conozcas, y no saldran defraudadas las promessas que te ha fecho tu buen señor. Y assegurote, de parte de la sabia1918 Mentironiana, que tu salario te sea1919 pagado, como lo veras por la obra; y sigue las pisadas del valeroso y encantado cauallero; que conuiene que vayas donde pareys entrambos; y porque no me es licito dezir otra cosa, a Dios quedad; que yo me bueluo a donde yo me se.»

Y, al acabar de la profecia, alçó la voz de punto, y diminuyola despues, con tan tierno acento,   -fol. 283v-   que aun los sabidores de la burla estuuieron por creer que era verdad lo que oyan. Quedó don Quixote consolado con la escuchada profecia, porque luego coligio de todo en todo la significacion1920 de ella, y vio que le prometian el verse ayuntado1921 en santo y deuido matrimonio con su querida Dulzinea del Toboso, de cuyo felice vientre saldrian los cachorros, que eran sus hijos, para gloria perpetua de la Mancha. Y, creyendo esto bien y firmemente, alçó la voz, y, dando vn gran suspiro1922, dixo:

«¡O tu, quien quiera que seas, que tanto bien me has pronosticado!; ruegote que pidas de mi parte al sabio encantador que mis cosas tiene a cargo, que no me dexe perecer en esta prision donde agora1923 me lleuan, hasta ver cumplidas tan alegres e incomparables promessas como son las que aqui se me han hecho; que como esto sea, tendre por gloria las penas de mi carcel y por aliuio estas cadenas que me   —329→   ciñen, y no por duro campo de batalla este lecho en que me acuestan, sino por cama blanda y talamo dichoso. Y en lo que toca a la consolacion de Sancho Pança, mi escudero, yo confio de su bondad y buen proceder que no me dexará, en buena ni en mala suerte. Porque quando no suceda, por la suya o por mi corta ventura, el poderle yo dar la insula, o otra cosa equiualente que le tengo prometida, por lo menos, su salario no podra perderse; que en mi testamento, que ya está echo, dexo declarado lo que se le ha de dar, no conforme a sus muchos y buenos seruicios, sino a la possibilidad mia.»

Sancho Pança se le inclinó con mucho comedimiento, y le besó entrambas las manos,   -fol. 284r-   porque la vna no pudiera, por estar atadas entrambas. Luego tomaron la jaula en hombros aquellas visiones, y la acomodaron en el carro de los bueyes.



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ArribaAbajoCapitulo XLVII

Del estraño modo con que fue encantado don Quixote de la Mancha, con otros famosos sucessos


Quando don Quixote se vio de aquella manera enjaulado y encima del carro, dixo:

«Muchas y muy graues historias he yo leydo de caualleros andantes, pero jamas he leydo, ni visto, ni oydo, que a los caualleros encantados los lleuen desta manera y con el espacio que prometen estos perezosos y tardios animales; porque siempre los suelen lleuar por los ayres, con estraña ligereza, encerrados en alguna parda y escura1924 nuue, o en algun carro de fuego, o ya sobre algun ipogrifo o otra bestia semejante. Pero que me lleuen a mi agora1925 sobre vn carro de bueyes, ¡viue Dios que me pone en confusion! Pero quiça la caualleria y los encantos destos nuestros tiempos deuen de seguir otro camino que1926 siguieron los antiguos. Y tambien podria ser que, como yo soy nueuo cauallero en el mundo y el primero que ha resucitado el ya oluidado exercicio de la caualleria auenturera, tambien nueuamente se ayan inuentado otros generos de encantamentos, y otros modos de lleuar   -fol. 284v-   a los encantados1927. ¿Qué te parece desto, Sancho hijo?»

«No se yo lo que me parece», respondio Sancho, «por no ser tan leydo como vuestra   —331→   merced en las escrituras andantes. Pero, con todo esso, osaria afirmar y jurar que estas visiones que por aqui andan, que1928 no son del todo catolicas.»

«¿Catolicas? ¡Mi padre!», respondio don Quixote; «¿cómo han de ser catolicas, si son todos demonios que han tomado cuerpos fantasticos para venir a hazer esto, y a ponerme en este estado? Y si quieres ver esta verdad, tocalos y palpalos, y veras como no tienen cuerpo sino de ayre, y como no consiste1929 mas de en la apariencia.»

«Par Dios, señor», replicó Sancho, «ya yo los he tocado, y este diablo que aqui anda tan solicito es rollizo de carnes, y tiene otra propiedad1930 muy diferente de la que yo he oydo decir que tienen los demonios. Porque, segun se dice, todos huelen a piedra azufre y a otros malos olores, pero este huele a ambar de media legua.»

Dezia esto Sancho por don Fernando, que, como tan señor, deuia de oler a lo que Sancho dezia.

«No te marauilles desso, Sancho amigo», respondio don Quixote, «porque te hago saber que los diablos saben mucho, y puesto que traygan olores consigo, ellos no huelen nada, porque son espiritus, y si huelen, no pueden oler cosas buenas, sino malas y hidiondas1931. Y la razon es, que, como ellos dondequiera que estan, traen el infierno consigo y no pueden recebir genero de aliuio alguno en sus tormentos,   —332→   y el buen olor sea cosa que deleyta y contenta, no es possible que ellos huelan cosa buena. Y si a ti te parece que esse demonio que dizes huele a ambar, o tu te engañas, o el quiere engañarte con hazer que no le tengas por   -fol. 289r [285r]-   demonio.»

Todos estos coloquios passaron entre amo y criado, y, temiendo don Fernando y Cardenio que Sancho no viniesse a caer del todo en la cuenta de su inuencion, a quien andaua ya muy en los alcances, determinaron de abreuiar con la partida, y, llamando aparte al ventero, le ordenaron que ensillasse a Rozinante y enalbardasse el jumento de Sancho, el qual lo hizo con mucha presteza.

Ya, en esto, el cura se auia concertado con los quadrilleros que le acompañassen hasta su lugar, dandoles vn tanto cada dia. Colgo Cardenio del arzon de la silla de Rozinante, del vn cabo la adarga y del otro la bazia, y por señas mandó a Sancho que subiesse en su asno y tomasse de las riendas a Rozinante, y puso a los dos lados del carro a los dos quadrilleros, con sus escopetas. Pero antes que se mouiesse el carro, salio la ventera, su hija y Maritornes a despedirse de don Quixote, fingiendo que llorauan de dolor de su desgracia; a quien don Quixote dixo:

«No lloreys, mis buenas señoras, que todas estas desdichas son anexas a los que professan lo que yo professo, y si estas calamidades no me acontecieran, no me tuuiera yo por famoso   —333→   cauallero andante. Porque a los caualleros de poco nombre y fama nunca les suceden semejantes casos, porque no ay en el mundo quien se acuerde dellos. A los valerosos, si: que tienen embidiosos de su virtud y valentia a muchos principes y a muchos otros caualleros, que procuran por malas vias destruyr a los buenos. Pero, con todo esso, la virtud es tan poderosa, que por si sola, a pesar de toda la nigromancia que supo su primer inuentor Zoroastes1932, saldra vencedora de todo trance y dara1933 de si luz en el mundo, como la da   -fol. 289v [285v]-   el sol en el cielo. Perdonadme, fermosas damas, si algun desaguisado por descuydo mio os he fecho, que de voluntad y a sabiendas jamas le di a nadie; y rogad a Dios me saque destas prisiones donde algun mal intencionado encantador me ha puesto; que si de ellas me veo libre, no se me caera1934 de la memoria las mercedes que en este castillo me auedes fecho, para gratificallas1935, seruillas y recompensallas como ellas merecen.»

En tanto que las damas del castillo esto passauan con don Quixote, el cura y el barbero se despidieron de don Fernando y sus camaradas, y del capitan y de su hermano y todas aquellas contentas señoras, especialmente de Dorotea y Luscinda. Todos se abraçaron y quedaron de darse noticia de sus sucessos, diziendo don Fernando al cura dónde auia de escriuirle1936 para auisarle en lo que paraua don Quixote, assegurandole que no auria cosa que mas   —334→   gusto le diesse que saberlo; y que el assimesmo1937 le auisaria de todo aquello que el viesse que podria darle gusto, assi de su casamiento, como del bautismo de Zorayda, y sucesso de don Luys, y buelta de Luscinda a su casa. El cura ofrecio de hazer quanto se le mandaua, con toda puntualidad. Tornaron a abraçarse otra vez, y otra vez tornaron a nueuos ofrecimientos.

El ventero se llegó al cura y le dio vnos papeles, diziendole que los auia hallado en vn aforro de la maleta donde se halló la Nouela del Curioso Impertinente, y que pues su dueño no auia buelto mas por alli, que se los lleuasse todos; que pues el no sabia leer, no los queria. El cura se lo agradecio, y, abriendolos luego, vio que al principio de lo escrito dezia: Nouela de Rinconete y Cortadillo1938, por donde entendio ser   -fol. 286r-   alguna nouela, y coligio que, pues la del Curioso Impertinente auia sido buena, que tambien lo seria aquella, pues podria ser fuessen todas1939 de vn mesmo1940 autor; y assi, la guardó con prosupuesto de leerla quando tuuiesse comodidad.

Subio a cauallo, y tambien su amigo el barbero, con sus antifazes, porque no fuessen luego conocidos de don Quixote, y pusieronse a caminar tras el carro, y la orden que lleuauan era esta: yua primero el carro, guiandole su dueño; a los dos lados yuan los quadrilleros, como se ha dicho, con sus escopetas; seguia luego Sancho Pança sobre su asno, lleuando   —335→   de rienda a Rozinante. Detras de todo esto yuan el cura y el barbero sobre sus poderosas mulas, cubiertos los rostros, como se ha dicho, con graue y reposado continente, no caminando mas de lo que permitia el passo tardo de los bueyes. Don Quixote yua sentado en la jaula, las manos atadas, tendidos los pies, y arrimado a las verjas, con tanto silencio y tanta paciencia, como si no fuera hombre de carne, sino estatua de piedra.

Y, assi, con aquel espacio y silencio caminaron hasta dos leguas, que llegaron a vn valle, donde le parecio al boyero ser lugar acomodado para reposar1941 y dar pasto a los bueyes. Y, comunicandolo con el cura, fue de parecer el barbero que caminassen vn poco mas, porque el sabia1942 detras de vn recuesto que cerca de alli se mostraua, auia vn valle de mas1943 yerua y mucho mejor que aquel donde parar querian. Tomose el parecer del barbero, y, assi, tornaron a proseguir su camino.

En esto boluio el cura el rostro y vio que a sus espaldas venian hasta seys o siete hombres de a cauallo, bien puestos y adereçados, de los quales   -fol. 286v-   fueron presto alcançados, porque caminauan, no con la flema y reposo de los bueyes, sino como quien yua sobre mulas de canonigos, y con desseo de llegar presto a sestear a la venta, que menos de vna legua de alli se parecia. Llegaron los diligentes a los perezosos, y saludaronse cortesmente, y vno de los que venian, que, en resolucion, era canonigo   —336→   de Toledo y señor de los demas que le acompañauan, viendo la concertada procession del carro, quadrilleros, Sancho, Rozinante, cura y barbero, y mas a don Quixote enjaulado y aprisionado, no pudo dexar de preguntar qué significaua lleuar aquel hombre de aquella manera, aunque ya se auia dado a entender, viendo las insignias de los quadrilleros, que deuia de ser algun facinoroso salteador o otro delinquente, cuyo castigo tocasse a la Santa Hermandad. Vno de los quadrilleros, a quien fue hecha la pregunta, respondio ansi1944:

«Señor, lo que significa yr este cauallero desta manera digalo el, porque nosotros no lo sabemos.»

Oyo don Quixote la platica, y dixo:

«¿Por dicha vuestras mercedes, señores caualleros, son versados y perictos en esto de la caualleria andante? Porque si lo son, comunicaré con ellos mis desgracias, y si no, no ay para qué me canse1945 en dezillas1946

Y a este tiempo auian ya llegado1947 el cura y el barbero, viendo que los caminantes estauan en platicas con don Quixote de la Mancha, para responder de modo, que no fuesse descubierto su artificio. El canonigo, a lo que don Quixote dixo, respondio:

«En verdad, hermano, que se mas de libros de cauallerias que de las Sumulas de Villalpando1948. Ansi1949 que, si no está mas que   -fol. 287r-   en esto, seguramente podeys comunicar conmigo1950 lo que quisieredes.»

  —337→  

«A la mano de Dios», replico don Quixote. «Pues assi es, quiero, señor cauallero, que sepades que yo voy encantado en esta jaula por embidia y fraude de malos encantadores; que la virtud mas es perseguida de los malos que amada de los buenos. Cauallero andante soy, y no de aquellos de cuyos nombres jamas la fama se acordo para eternizarlos en su memoria, sino de aquellos que a despecho y pesar de la mesma1951 embidia, y de quantos magos crió Persia, bracmanes1952 la India, ginosofistas la Etiopia1953, ha de poner su nombre en el templo de la inmortalidad, para que sirua de exemplo y dechado en los venideros siglos, donde los caualleros andantes vean los passos que han de seguir, si quisieren llegar a la cumbre y alteza honrosa de las armas.»

«Dize verdad el señor don Quixote de la Mancha», dixo a esta sazon el cura, «que el va encantado en esta carreta, no por sus culpas y pecados, sino por la mala intencion de aquellos a quien la virtud enfada y la valentia enoja. Este es, señor, el Cauallero de la Triste Figura, si ya le oystes nombrar en algun tiempo, cuyas valerosas hazañas y grandes hechos seran1954 escritas en bronzes duros y en eternos marmoles, por mas que se canse la embidia en escurecerlos y la malicia en ocultarlos.»

Quando el canonigo oyo hablar al preso y al libre en semejante estilo, estuuo por hazerse la cruz de admirado, y no podia saber lo que le auia acontecido; y en la mesma1955 admiracion   —338→   cayeron todos los que con el venian. En esto Sancho Pança, que se auia acercado a oyr la platica,   -fol. 287v-   para adobarlo todo, dixo:

«Aora, señores, quieranme bien o quieranme mal por lo que dixere, el caso de ello es que assi va encantado mi señor don Quixote como mi madre; el tiene su entero juyzio, el come y beue y haze sus necessidades como los demas hombres, y como las hazia ayer, antes que le enjaulassen. Siendo esto ansi1956, ¿cómo quieren hazerme a mi entender que va encantado? Pues yo he oydo dezir a muchas personas que los encantados ni comen, ni duermen, ni hablan, y mi amo, si no le van a la mano, hablará mas que treynta procuradores.»

Y, boluiendose a mirar al cura, prosiguio diziendo:

«¡A, señor cura, señor cura!, pensaua1957 vuestra merced que no le conozco, y pensará que yo no calo y adiuino adonde se encaminan estos nueuos encantamentos; pues sepa que le conozco, por mas que se encubra el rostro, y sepa que le entiendo, por mas que dissimule sus embustes. En fin, donde reyna la embidia no puede viuir la virtud, ni adonde ay escaseza, la liberalidad. Mal aya el diablo; que si por su reberencia no fuera, esta fuera ya la hora que mi señor estuuiera casado con la infanta Micomicona, y yo fuera conde por lo menos, pues no se podia esperar otra cosa, assi de la bondad de mi señor, el de la Triste Figura, como de la grandeza de mis seruicios.   —339→   Pero ya veo que es verdad lo que se dize por ahi, que la rueda de la fortuna anda mas lista que vna rueda de molino, y que los que ayer estauan en pinganitos1958, oy estan por el suelo. De mis hijos y de mi muger me pesa, pues quando podian y deuian esperar ver entrar a su padre por sus puertas hecho gouernador o visorey de alguna insula o reyno, le veran entrar hecho moço de cauallos.   -fol. 288r-   Todo esto que he dicho, señor cura, no es mas de por encarecer a su paternidad haga conciencia del mal tratamiento que a mi señor se le haze1959, y mire bien no le pida Dios en la otra vida esta prision de mi amo, y se le haga cargo de todos aquellos socorros y bienes que mi señor don Quixote dexa de hazer en este tiempo que está preso.»

«¡Adobame essos candiles!», dixo a este punto el barbero. «¿Tambien vos, Sancho, soys de la cofradia de vuestro amo? ¡Viue el Señor que voy viendo que le aueys de tener compañia en la jaula, y que aueys de quedar tan encantado como el por lo que os toca de su humor y de su caualleria! En mal punto os empreñastes de sus promessas, y en mal hora se os entró en los cascos la insula que tanto desseays.»

«Yo no estoy preñado de nadie», respondio Sancho, «ni soy hombre que me dexaria empreñar del rey que fuesse, y, aunque pobre, soy christiano viejo y no deuo nada a nadie; y si insulas desseo, otros dessean otras cosas peores, y cada vno es hijo de sus obras, y debaxo   —340→   de ser hombre, puedo venir a ser papa, quanto mas gouernador de vna insula, y mas pudiendo ganar tantas mi señor, que le falte a quien dallas1960. Vuestra merced mire cómo habla, señor barbero, que no es todo hazer barbas, y algo va de Pedro a Pedro. Digolo, porque todos nos conocemos, y a mi no se me ha de echar dado falso. Y en esto del encanto de mi amo, Dios sabe la verdad, y quedesse aqui, porque es peor meneallo1961

No quiso responder el barbero a Sancho, porque no descubriesse con sus simplicidades lo que el y el cura tanto procurauan encubrir. Y por este mesmo1962 temor auia el cura dicho al canonigo que caminassen1963   -fol. 288v-   vn poco delante; que el le diria el misterio del enjaulado, con otras cosas que le diessen gusto. Hizolo assi el canonigo, y adelantose con sus criados1964, y con el estuuo atento a todo aquello que dezirle quiso de la condicion, vida, locura y costumbres de don Quixote, contandole1965 breuemente el principio y causa de su desuario, y todo el progresso de sus sucessos hasta auerlo puesto en aquella jaula, y el disignio1966 que lleuauan de lleuarle a su tierra, para ver si por algun medio hallauan remedio a su locura. Admiraronse de nueuo los criados y el canonigo de oyr la peregrina historia de don Quixote, y, en acabandola de oyr, dixo:

«Verdaderamente, señor cura, yo hallo por mi cuenta que son perjudiciales en la republica estos que llaman libros de cauallerias. Y aunque   —341→   [he leydo]1967, lleuado de vn ocioso y falso gusto, casi el principio de todos los mas que ay impressos, jamas me he podido acomodar a leer ninguno del principio al cabo, porque me parece que, quál mas, quál menos, todos ellos son vna mesma1968 cosa, y no tiene mas este que aquel, ni estotro que el otro. Y, segun a mi me parece, este genero de escritura y composicion cae debaxo de aquel de las fabulas que llaman milesias1969, que son cuentos disparatados que atienden solamente a deleytar, y no a enseñar, al contrario de lo que hazen las fabulas apologas, que deleytan y enseñan juntamente. Y puesto que el principal intento de semejantes libros sea el deleytar, no se yo cómo puedan conseguirle, yendo llenos de tantos y tan desaforados disparates.

»Que el deleyte que en el alma se concibe ha de ser de la hermosura y concordancia   -fol. 289r-   que vee o contempla en las cosas que la vista o la imaginacion le ponen delante, y toda cosa que tiene en si fealdad y descompostura no nos puede causar contento alguno. Pues ¿qué hermosura puede auer, o qué proporcion de partes con el todo y del todo con las partes en vn libro o fabula donde vn moço de diez y seys años da vna cuchillada a vn gigante como vna torre, y le diuide en dos mitades, como si fuera de alfeñique; y que quando nos quieren pintar vna batalla, despues de auer dicho que ay de la parte de los enemigos vn millon de competientes1970, como sea contra ellos el señor del libro,   —342→   forçosamente, mal que nos pese, auemos de entender que el tal cauallero alcançó la vitoria por solo el valor de su fuerte braço?

»Pues ¿qué diremos de la facilidad con que vna reyna o emperatriz heredera se conduze en los braços de vn andante y no conocido cauallero? ¿Qué ingenio, si no es del todo barbaro e inculto, podra contentarse leyendo que vna gran torre, llena de caualleros, va por la mar adelante, como naue con prospero viento, y oy anochece en Lombardia, y mañana amanezca en tierras del preste Iuan de las Indias, o en otras que ni las descubrio Tolomeo ni las vio Marco Polo? Y si a esto se me respondiesse que los que tales libros componen los escriuen como cosas de mentira, y que assi no estan obligados a mirar en delicadezas ni verdades, responderles hia1971 yo que tanto la mentira es mejor quanto mas parece verdadera, y tanto mas agrada quanto tiene mas de lo dudoso1972 y possible. Hanse de casar las fabulas mentirosas con el entendimiento de los que las leyeren, escriuiendose de suerte, que, facilitando los impossibles, allanando las   -fol. 289v-   grandezas, suspendiendo los animos, admiren, suspendan, alborocen y entretengan, de modo que anden a vn mismo passo la admiracion y la alegria juntas; y todas estas cosas no podrá hazer el que huyere de la verisimilitud y de la imitacion, en quien consiste la perfecion de lo que se escriue.

»No he visto ningun libro de cauallerias que haga vn cuerpo de fabula entero con todos sus   —343→   miembros, de manera que el medio corresponda al principio y el fin al principio y al medio, sino que los componen con tantos miembros, que mas parece que lleuan intencion a formar vna quimera o vn monstruo que a hazer vna figura proporcionada. Fuera desto, son en el estilo duros; en las hazañas, increibles; en los amores, lasciuos; en las cortesias, mal mirados; largos en las batallas; necios en las razones; disparatados en los viajes, y, finalmente, agenos de todo discreto artificio, y, por esto, dignos de ser desterrados de la republica christiana, como a gente inutil.»

El cura le estuuo escuchando con grande atencion, y pareciole hombre de buen entendimiento y que tenia razon en quanto dezia; y assi, le dixo que, por ser el de su mesma1973 opinion y tener ogeriza a los libros de cauallerias, auia quemado todos los de don Quixote, que eran muchos. Y contole el escrutinio que dellos auia hecho, y los que auia condenado al fuego y dexado con vida, de que no poco se rio el canonigo; y dixo que, con todo quanto mal auia dicho de tales libros, hallaua en ellos vna cosa buena, que era el sujeto que ofrecian para que vn buen entendimiento pudiesse mostrarse en ellos, porque dauan largo y espacioso campo por donde sin empacho alguno pudiesse correr la pluma, descubriendo1974 naufragios, tormentas,   -fol. 290r-   rencuentros y batallas; pintando vn capitan valeroso, con todas las partes que para ser tal se requieren, mostrandose prudente,   —344→   preuiniendo las astucias de sus enemigos, y eloquente orador, persuadiendo o dissuadiendo a sus soldados, maduro en el consejo, presto en lo determinado, tan valiente en el esperar como en el acometer; pintando ora vn lamentable y tragico sucesso, aora vn alegre y o pensado acontecimiento; alli vna hermosissima dama, honesta, discreta y recatada; aqui vn cauallero christiano, valiente y comedido; aculla vn desaforado barbaro fanfarron; aca vn principe cortes, valeroso y bien mirado; representando bondad y lealtad de vassallos, grandezas y mercedes de señores. Ya puede mostrarse astrologo, ya cosmografo excelente, ya musico, ya inteligente en las materias de estado, y tal vez le vendra ocasion de mostrarse nigromante, si quisiere. Puede mostrar las astucias de Vlixes, la piedad de Eneas, la valentia de Aquiles, las desgracias de Ector, las trayciones de Sinon, la amistad de Eurialo1975, la liberalidad de Alexandro, el valor de Cesar, la clemencia y verdad de Trajano, la fidelidad de Zopiro, la prudencia de Caton, y, finalmente, todas aquellas acciones que pueden hazer perfecto1976 a vn varon ilustre, aora poniendolas en vno solo, aora diuidiendolas en muchos; y siendo esto hecho con apazibilidad de estilo y con ingeniosa inuencion, que tire lo mas que fuere possible a la verdad, sin duda compondra vna tela de varios y hermosos lazos1977 texida, que, despues de acabada, tal perfecion y hermosura muestre, que consiga el fin mejor   —345→   que se pretende en los escritos, que es   -fol. 290v-   enseñar y deleitar juntamente, como ya tengo dicho. Porque la escritura desatada destos libros da lugar a que el autor pueda mostrarse epico, lirico, tragico, comico, con todas aquellas partes que encierran en si las dulcissimas y agradables ciencias1978 de la poesia y de la oratoria; que la epica tambien puede escreuirse en prosa como en verso.



  —346→  

ArribaAbajoCapitulo1979 XLVIII

Donde prosigue el canonigo la materia de los libros de cauallerias, con otras cosas dignas de su ingenio.


«Assi es como vuestra merced dize, señor canonigo», dixo el cura, «y por esta causa son mas dignos de reprehension los que hasta aqui han compuesto semejantes libros, sin tener aduertencia a ningun buen discurso, ni al arte y reglas por donde pudieran guiarse y hazerse famosos en prosa, como lo son en verso los dos principes de la poesia griega y latina.»

«Yo, a lo menos», replicó el canonigo, «he tenido cierta tentacion de hazer vn libro de cauallerias, guardando en el todos los puntos que he significado, y si he de confessar la verdad, tengo escritas mas de cien hojas; y para hazer la experiencia de si correspondian a mi estimacion, las he comunicado con hombres apassionados desta leyenda, dotos1980 y discretos, y con otros ignorantes, que solo atienden al gusto de oyr disparates, y de todos he hallado vna agradable aprobacion; pero, con todo esto, no he proseguido adelante, assi por parecerme que hago cosa agena de mi profession, como por ver que es mas el numero de los simples   -fol. 291r-   que de los prudentes; y que puesto que es mejor ser loado de los pocos sabios que burlado de los muchos necios, no quiero sujetarme al confuso juyzio del desuanecido vulgo, a   —347→   quien por la mayor parte toca leer semejantes libros.

»Pero lo que mas me le quitó de las manos, y aun del pensamiento de acabarle, fue vn argumento que hize conmigo mesmo1981, sacado de las comedias que aora1982 se representan, diziendo: “Si estas que aora se vsan, assi las imaginadas como las de historia, todas o las mas son conocidos disparates, y cosas que no lleuan pies ni cabeça, y, con todo esso, el vulgo las oye con gusto, y las tiene y las aprueba por buenas, estando tan lexos de serlo, y los autores que las componen, y los actores1983 que las representan dizen que assi han de ser, porque assi las quiere el vulgo, y no de otra manera, y que las que lleuan traça y siguen la fabula como el arte pide, no siruen sino para quatro discretos que las entienden, y todos los demas se quedan ayunos de entender su artificio, y que a ellos les está mejor ganar de comer con los muchos, que no opinion con los pocos, deste modo vendra a ser mi1984 libro, al cabo de auerme quemado las cejas por guardar los preceptos referidos, y vendre a ser el sastre del cantillo1985”.

»Y, aunque algunas vezes he procurado persuadir a los actores1986, que se engañan en tener la opinion que tienen, y que mas gente atraeran y mas fama cobrarán representando comedias que hagan1987 el arte, que no con las disparatadas, y1988 estan tan asidos y encorporados en su parecer, que no ay razon ni euidencia   —348→   que del los saque. Acuerdome que vn dia dixe   -fol. 291v-   a vno destos pertinazes: “Decidme, ¿no os acordays que ha pocos años que se representaron en España tres tragedias1989, que compuso vn famoso poeta destos reynos, las quales fueron tales, que admiraron, alegraron y suspendieron a todos quantos las oyeron, assi simples como prudentes, assi del vulgo como de los escogidos, y dieron mas dineros a los representantes ellas tres solas que treynta de las mejores que despues aca se han hecho?” “Sin duda”, respondio el autor1990 que digo, “que deue de dezir vuestra merced por la Isabela, la Filis y la Alexandra.” “Por essas digo”, le repliqué yo, “y mirad si guardauan bien los preceptos del arte, y si por guardarlos dexaron de parecer lo que eran y de agradar a todo el mundo. Assi que no está la falta en el vulgo que pide disparates, sino en aquellos que no saben representar otra cosa. Si que no fue disparate la Ingratitud vengada, ni le tuuo la Numancia, ni se le halló en la del Mercader amante, ni menos en la Enemiga fauorable, ni en otras algunas que de algunos entendidos poetas han sido compuestas1991 para fama y renombre suyo, y para ganancia de los que las han representado.” Y otras cosas añadi a estas, con que a mi parecer le dexé algo confuso, pero no satisfecho ni conuencido, para sacarle de su errado pensamiento.»

«En materia ha tocado vuestra merced, señor   —349→   canonigo», dixo a esta sazon el cura, «que ha despertado en mi vn antiguo rancor que tengo con las comedias que agora1992 se vsan, tal, que yguala al que tengo con los libros de cauallerias; porque auiendo de ser la comedia, segun le parece a Tulio, espejo de la vida humana, exemplo de las costumbres y1993 imagen de la verdad1994,   -fol. 292r-   las que aora se representan son espejos de disparates, exemplos de necedades e imagenes de lasciuia. Porque, ¿qué mayor disparate puede ser en el sujeto que tratamos que salir vn niño en mantillas en la primera cena1995 del primer acto, y en la segunda salir ya hecho hombre barbado? Y ¿qué mayor que pintarnos vn viejo valiente y vn moço cobarde, vn lacayo rectorico, vn paje consejero, vn rey ganapan y vna princesa fregona?

»¿Qué dire, pues, de la obseruancia que guardan en los tiempos en que pueden o podian suceder las acciones que representan, sino que he visto comedia que la primera jornada començo en Europa, la segunda en Asia, la tercera se acabó en Africa, y aun si1996 fuera de quatro jornadas, la quarta acabaua1997 en America, y assi se huuiera hecho en todas las quatro partes del mundo? Y si es que la imitacion es lo principal que ha de tener la comedia, ¿cómo es possible que satisfaga a ningun1998 mediano entendimiento que, fingiendo vna accion que passa en tiempo del rey Pepino y Carlomagno, el1999 mismo que en ella haze la persona principal le atribuian que   —350→   fue el Emperador Eraclio, que entró con la Cruz en Ierusalen, y el que ganó la Casa Santa, como Godofre de Bullon, auiendo infinitos años de lo vno a lo otro; y fundandose2000 la comedia sobre cosa fingida, atribuyrle verdades de historia y mezclarle pedaços de otras sucedidas a diferentes personas y tiempos, y esto, no con traças verisimiles, sino con patentes errores de todo punto inexcusables? Y lo es lo malo que ay ignorantes que digan2001 que esto es lo perfecto2002, y que lo demas es buscar gullurias2003.

»Pues ¿qué si venimos a las comedias diuinas? ¡Qué de milagros falsos2004 fingen en ellas, qué de cosas apocrifas y mal entendidas, atribuyendo a vn santo   -fol. 292v-   los milagros de otro! Y aun en las humanas se atreuen a hazer milagros, sin mas respeto ni consideracion que parecerles que alli estara bien el tal milagro y apariencia2005, como ellos [los]2006 llaman, para que gente2007 ignorante se admire y venga a la comedia; que todo esto es en perjuyzio de la verdad y en menoscabo de las historias y aun en oprobrio de los ingenios españoles, porque los estrangeros, que con mucha puntualidad guardan las leyes de la comedia2008, nos tienen por baruaros e ignorantes, viendo los absurdos y disparates de las que hazemos.

»Y no seria bastante disculpa desto dezir que el principal intento que las republicas bien ordenadas tienen, permitiendo que se hagan publicas comedias, es para entretener la comunidad   —351→   con alguna onesta recreacion, y diuertirla a vezes de los malos humores que suele engendrar la ociosidad; y que, pues este se consigue con qualquier comedia buena o mala, no ay para qué poner leyes ni estrechar a los que las componen y representan a que las hagan como deuian hazerse; pues, como he dicho, con qualquiera se consigue lo que con ellas se pretende. A lo qual responderia yo que este fin se conseguiria mucho mejor, sin comparacion alguna, con las comedias buenas que con las no tales. Porque de auer oydo la comedia artificiosa y bien ordenada, saldria el oyente alegre con las burlas, enseñado con las veras, admirado de los sucessos, discreto con las razones, aduertido con los embustes, sagaz con los exemplos, ayrado contra el vicio y enamorado de la virtud; que todos estos afectos2009 ha de despertar la buena comedia en el animo del que la escuchare, por rustico y torpe que sea. Y   -fol. 293r-   de toda impossibilidad, es impossible dexar de alegrar y entretener, satisfacer y contentar la comedia que todas estas partes tuuiere, mucho mas que aquella que careciere dellas; como por la mayor parte carecen estas que de ordinario agora se representan.

»Y no tienen la culpa desto los poetas que las componen, porque algunos ay dellos que conocen muy bien en lo que yerran, y saben estremadamente lo que deuen hazer. Pero como las comedias se han hecho mercaderia vendible, dizen, y dizen verdad, que los representantes   —352→   no se las comprarian si no fuessen de aquel jaez; y, assi, el poeta procura acomodarse con lo que el representante que le ha de pagar su obra le pide. Y que esto sea verdad, vease por muchas e infinitas comedias que ha compuesto vn felicissimo ingenio destos reynos, con tanta gala, con tanto donayre, con tan elegante verso, con tan buenas razones, con tan graues sentencias, y, finalmente, tan llenas de elocucion y alteza de estilo, que tiene lleno el mundo de su fama; y por querer acomodarse al gusto de los representantes, no han llegado todas, como han llegado algunas, al punto de la perfeccion2010 que requieren.

»Otros las componen tan sin mirar lo que hazen, que despues de representadas tienen necessidad los recitantes de huyrse y ausentarse, temerosos de ser castigados, como lo han sido muchas vezes, por auer representado2011 cosas en perjuyzio de algunos reyes y en deshonra de algunos linages. Y todos estos inconuenientes cessarian, y aun otros muchos mas, que no digo, con que huuiesse en la corte vna persona inteligente y discreta que examinasse todas las comedias antes que se representassen2012,   -fol. 293v-   no solo aquellas que se hiciessen en la corte, sino todas las que se quisiessen representar en España, sin la qual aprouacion, sello y firma, ninguna justicia en su lugar dexasse representar comedia alguna; y desta manera los comediantes tendrian cuydado de embiar las comedias a la corte, y con seguridad podrian   —353→   representallas2013; y aquellos que las componen mirarian con mas cuydado y estudio lo que hazian, temorosos2014 de auer de passar sus obras por el riguroso examen de quien lo entiende, y desta manera se harian buenas comedias y se conseguiria felicissimamente lo que en ellas se pretende, assi el entretenimiento del pueblo, como la opinion de los ingenios de España, el interes y seguridad de los recitantes, y el ahorro del cuydado de castigallos2015.

»Y si se diesse cargo a otro, o a este mismo, que examinasse los libros de cauallerias que de nueuo se compusiessen, sin duda podrian salir algunos con la perfeccion2016 que vuestra merced ha dicho, enriqueciendo nuestra lengua del agradable y precioso tesoro de la eloquencia, dando ocasion que los libros viejos se escureciessen a la luz de los nueuos que saliessen, para honesto passatiempo, no solamente de los ociosos, sino de los mas ocupados. Pues no es possible que esté continuo el arco armado, ni la condicion y flaqueza humana se pueda sustentar sin alguna licita recreacion.»

A este punto de su coloquio llegauan el canonigo y el cura, quando adelantandose el baruero, llegó a ellos, y dixo al cura:

«Aqui, señor licenciado, es el lugar que yo dixe que era bueno para que, sesteando nosotros, tuuiessen los bueyes fresco y abundoso pasto.»

«Assi me lo parece   -fol. 294r-   a mi», respondio el cura.

Y, diziendole al canonigo lo que pensaua   —354→   hazer, el tambien quiso quedarse con ellos, combidado del sitio de vn hermoso valle que a la vista se les ofrecia; y, assi, por gozar del como de la conuersacion del cura, de quien ya yua2017 aficionado, y por saber mas por menudo las hazañas de don Quixote, mandó a algunos de sus criados que se fuessen a la venta, que no lexos de alli estaua, y truxessen della lo que huuiesse de comer, para todos, porque el determinaua de sestear en aquel lugar aquella tarde. A lo qual vno de sus criados respondio que el azemila del repuesto, que ya deuia de estar en la venta, traya recado bastante para no obligar a no2018 tomar de la venta mas que ceuada.

«Pues assi es», dixo el canonigo, «lleuense allá todas las caualgaduras, y hazed boluer la azemila.»

En tanto que esto passaua, viendo Sancho que podia hablar a su amo sin la continua assistencia del cura y el baruero, que tenia por sospechosos, se llegó a la xaula donde yua su amo2019 y le dixo:

«Señor, para descargo de mi conciencia le quiero dezir lo que passa cerca de su encantamento, y es que aquestos dos que vienen aqui cubiertos2020 los rostros son el cura de nuestro lugar y el baruero, y imagino han dado esta traça de lleualle2021 desta manera, de pura embidia que tienen como vuestra merced se les adelanta en hazer famosos hechos. Presupuesta, pues, esta verdad, siguese que no va encantado,   —355→   sino embaydo y tonto. Para prueua de lo qual le quiero preguntar vna cosa, y si me responde como creo que me ha de responder, tocará con la mano este engaño, y vera como no va encantado, sino trastornado el juyzio.»

«Pregunta lo   -fol. 294v-   que quisieres, hijo Sancho», respondio don Quixote; «que yo te satisfare y respondere a toda tu voluntad. Y en lo que dizes que aquellos que alli van y vienen con nosotros son el cura y el baruero, nuestros compatriotos y conocidos, bien podra ser que parezca que son ellos mesmos2022; pero que lo sean realmente y en efeto, esso no lo creas en ninguna manera. Lo que has de creer y entender es que si ellos se les parecen, como dizes, deue de ser que los que me han encantado auran tomado essa apariencia y semejança; porque es facil a los encantadores tomar la figura que se les antoja, y auran tomado las destos nuestros amigos para darte a ti ocasion de que pienses lo que piensas, y ponerte en vn laberinto de imaginaciones que no aciertes a salir del, aunque tuuiesses la soga de Teseo; y tambien lo auran hecho para que yo vacile en mi entendimiento, y no sepa atinar de dónde me viene este daño; porque si por vna parte tu me dizes que me acompañan el baruero y el cura de nuestro pueblo, y por otra yo me veo enxaulado, y se de mi que fuerças humanas, como no fueran sobrenaturales, no fueran bastantes para enxaularme, ¿qué quieres que diga   —356→   o piense sino que la manera de mi encantamento2023 excede a quantas yo he leydo en todas las historias que tratan de caualleros andantes que han sido encantados? Ansi2024 que bien puedes darte paz y sossiego en esto de creer que son los que dizes, porque assi son ellos como yo soy turco. Y en lo que toca a querer preguntarme algo, di; que yo te respondere aunque me preguntes de aqui a mañana.»

«¡Valame nuestra señora!», respondio Sancho, dando vna gran voz. «Y ¿es possible que sea vuestra merced tan duro de celebro y tan falto de meollo, que no   -fol. 295r-   eche de ver que es pura verdad la que le digo, y que en esta su prision y desgracia tiene mas parte la malicia que el encanto? Pero pues assi es, yo le quiero prouar euidentemente como no va encantado. Si no, digame, assi Dios le saque desta tormenta, y assi se vea en los braços de mi señora Dulcinea quando menos se piense...»

«Acaba de conjurarme», dixo don Quixote, «y pregunta lo que quisieres; que ya te he dicho que te respondere con toda puntualidad.»

«Esso pido», replicó Sancho, «y lo que quiero saber es que me diga, sin añadir ni quitar cosa ninguna, sino con toda verdad, como se espera que la han de dezir y la dizen todos aquellos que professan las armas, como vuestra merced las professa, debaxo de titulo de caualleros andantes...»

«Digo que no mentire en cosa alguna», respondio   —357→   don Quixote. «Acaba ya de preguntar; que en verdad que me cansas con tantas saluas, plegarias y preuenciones, Sancho.»

«Digo2025 que yo estoy seguro de la bondad y verdad de mi amo, y assi, porque haze al caso a nuestro quento, pregunto, hablando con acatamiento, si acaso despues que vuestra merced va enxaulado, y a su parecer encantado, en esta xaula, le ha venido gana y voluntad de hazer aguas mayores o menores, como suele dezirse.»

«No entiendo esso de hazer aguas, Sancho; aclarate mas, si quieres que te responda derechamente.»

«¿Es possible que entiende vuestra merced de hazer aguas menores o mayores? Pues en la escuela destetan a los muchachos con ello. Pues sepa que quiero dezir si le ha venido gana de hazer lo que no se escusa.»

«¡Ya, ya te entiendo, Sancho! Y muchas vezes, y aun agora la tengo. ¡Sacame deste peligro; que no anda todo limpio!»