1
Como se recordará, en la carta VII el narrador se encuentra con un joven aristócrata, quien le describe cómo pierden el tiempo muchos jóvenes nobles, inteligentes y ricos, en compañía de gitanas y toreros, dedicados tan sólo a los amoríos, a beber y a tocar la guitarra.
2
Las provincias de España. Colección de trajes españoles. Madrid. Imprenta de J. M. Marés, calle de Relatores, 17. Todas las aleluyas mencionadas en este trabajo forman parte de la colección de la Fundación Centro Etnográfico Joaquín Díaz, Urueña, Valladolid.
3
Según
Eugenio de Tapia, en el último tercio del siglo XVIII se
veía en la Carrera de San Jerónimo a los aguadores
«sentados en las cubetas, tapando con
sus grasientos calzones la boca por donde entra y sale el
agua»
. Viaje de un curioso por Madrid. Jornada
primera. Madrid: Por Fuentenebro y Compañía, 1787. Se
hallará en la librería de Pérez, calle de las
Carretas, p.
12.
4
Le Gentil,
Le poète
Manuel Bretón de los Herreros et la societe espagnole de
1830 a 1860. París: Hachette, 1909, pp. 236-237, y Tarr,
«The local color of the
articulo (...) is not derived from abroad, but is rather a
manifestation and a continuation of the “comic realism”
so characteristic of Spanish letters. It is distinctly related in
types, scenes and language to the sainete (the short dramatic
sketch humorous and satirical, of picturesque Madrid types and
scenes)»
. [«Romanticism
in Spain», PMLA, LV, marzo de 1940, n.º 1,
p. 44,
n.º 1].
5
Sobre este tema véanse Julio Caro Baroja, Ensayo sobre la literatura de cordel. Madrid: Ediciones Istmo, 1990, y Joaquín Marco, Literatura popular en España en los siglos XVIII y XIX. (Una aproximación a los pliegos de cordel). Madrid: Taurus, 1977, 2 vols.
6
«Las 999 novias por 10 céntimos...»
7
«Las faltas de los hombres...»
8
Según L. Labrada, en Descripción económica del Reino de Galicia (Ferrol, 1808). Vigo: Galaxia, reed., 1971, ya en el siglo XVI se contaban por decenas de miles los gallegos que se veían obligados a salir todos los años a ganar un dinero para pagar las rentas y los impuestos [p. 189]. Cit. por Fidalgo Santamariña [p. 38]; y González Reboredo [p. 55] cita a A. Meijide Pardo (La emigración gallega intrapeninsular en el siglo XVIII. Madrid: Instituto Balmes de Sociología, CSIC, 1960), quien señala que a fines del siglo XVIII había gran número de gallegos trabajando como lacayos, mozos de cuerda o aguadores en Madrid, Sevilla o Cádiz (aparte de los que había en Portugal y los que marcharon a América durante el siglo XIX y primera mitad del XX).
9
Que yo sepa, aparecen en Las castañeras picadas, La merienda a escote, La hostería de Ayala, El hambriento de Nochebuena, La devoción engañosa, Los baños inútiles, Los refrescos a la moda, La viuda y el letrado, Las damas apuradas, Los aguadores de Puerta Cerrada, y en el «Catálogo alfabético de las obras dramáticas de don Ramón de la Cruz», preparado por Emilio Cotarelo, figuran Las gallegas celosas y El gallego burlado. Cf. Ramón de la Cruz, Sainetes, vols. I y II, Madrid: BAE, 1915, y Sainetes, edición de Francisco Lafarga. Cátedra. Letras Hispánicas, 1990.
10
«Las peculiaridades culturales,
lingüísticas y de actividad propias de los segadores y
otros galleros emigrantes provocaron que en tierras castellanas se
desarrollase toda una concepción estereotípica de
Galicia y de los gallegos que contiene acusados matices
negativos»
[González Reboredo, p. 56.]