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ArribaAbajoLa gracia, el don divino de la Pascua que la Iglesia distribuye a los hombres

Homilía del 5.º domingo de Pascua
13 de mayo de 1979

Hechos 9, 26-31
1.ª de Juan 3, 18-24
Juan 15, 1-8

Queridos hermanos:

Saludo al regresar de Roma

Yo siempre creo que lo mejor de un viaje es el retorno al hogar. Se aprende mucho, se viven experiencias nuevas, se enriquece la vida pero, sobre todo, cuando uno va como peregrino y como Pastor, todo ese enriquecimiento, todas esas experiencias las asimila en función de la casa que se le ha confiado. Trayendo, pues, a ustedes de Roma emociones nuevas, impresiones nuevas, mi retorno a ustedes es lo más grande de mi viaje y les agradezco que en esta Iglesia de El Rosario, convertida en un hogar donde estamos como en familia, me hayan dado una acogida tan calurosa que para mí es un nuevo motivo de estímulo para seguir conviviendo y compartiendo las alegrías y las tristezas, las preocupaciones, las tragedias, las angustias y las esperanzas de este pueblo que, juntos, vamos peregrinando.

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Motivo principal

Como ya les dije al principio, el motivo principal de mi viaje a Roma fue atender una amable invitación de las Hermanas Dominicas de la Anunciata, cuyo fundador, el P. Francisco Coll Guitart, iba a ser beatificado hace 15 días, el domingo 29 de abril. Eran dos los nuevos hombres elevados al honor de los altares: Junto con el P. Coll estaba otro misionero francés, el P. Santiago Désirée Laval.

Acto principal: 29 de abril. Beatificación

La Basílica Vaticana, la más grande del mundo, era incapaz de abarcar aquella muchedumbre que tuvo que quedarse gran parte afuera y que aplaudía enardecida en el momento en que, después de cantar como lo hemos hecho hoy: «¡Señor, ten piedad!», los postuladores de las causas de beatificación le pedían al Papa la gracia de proclamar, con su magisterio supremo de la Iglesia, que estos dos hombres merecían el honor de los altares y ser propuestos como modelo de virtud al pueblo cristiano de todo el universo. En respuesta, el Papa pronuncia las palabras que decretan la beatificación. Es un paso ya próximo a la canonización cuando un hombre es autorizado para recibir el culto de la Iglesia Universal. El P. Coll queda ya en ese proceso, cercano a la canonización. Esperamos verlo llegar muy pronto.

Cuando el Papa lee ese decreto de la beatificación, se descorre la cortina que cubre las imágenes de los dos nuevos beatos en la gloria de Bernini -que es como el fondo de la Basílica-, una inmensa imagen de siete metros; en la proporción de la Basílica parece tan natural; queda descubierta y se ilumina ante la alegría de todos que, siguiendo la invitación del Papa, cantaban: -«Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor». Y prosigue la misa, ya frente a dos nuevos santos que la humanidad ha podido ofrecer al Señor.

A pesar de todo lo hermoso de esto y de las ceremonias que luego se sucedieron, yo quiero aquí compartir con los PP. Dominicos la alegría que traigo de haber estado en la casa generalicia, de haber estado en la Iglesia principal de los Dominios, Santa María de la Minerva, donde se tuvo una Misa solemne en honor del nuevo Beato: Y después, en la Iglesia de los PP. Claretianos, ya que el P. Claret, fundador de los Misioneros del Corazón de María, tuvo gran amistad con el nuevo Beato.

Peregrinación por la cuna del Santo

Luego, pasando por España siempre en la misma peregrinación, visité los lugares donde nació y donde ejerció su ministerio sacerdotal Francisco Coll. Creo que termina esta peregrinación ahora aquí con todos ustedes, mis queridos hermanos, presididos por la comunidad de los PP. Dominicos   —339→   y las Hermanas Dominicas de la Anunciata, que quieren así unirse en el fervor de esta Iglesia dedicada a la Virgen del Rosario y a su fundador, al honor que le tributan al nuevo Beato en todo el mundo, ya que es una Congregación esparcida por muchos horizontes de nuestra geografía.

Urgencia de regresar: Noticias del país

Estando allá me llegaron las noticias de la triste situación de nuestra Patria. Y es penoso sentirse señalado fuera del país, como viviendo en un país donde la violencia parece como la respiración cotidiana. Se ven, allá fuera, versiones que aquí adentro no las podemos ver, se tienen impresiones más crueles de las que aquí mismo vemos; pero, a veces, la insensibilidad de Europa frente a América hace sentir el corazón más doloroso y sentirse uno de América Latina, en Europa, como un misionero, como un despertador de la conciencia, de la fraternidad universal para pedir comprensión y amor para nuestras grandes problemáticas de América Latina.

En este sentido pude cumplir ese deber cuando me llamaron a una entrevista en Radio Vaticana, cuando tuve oportunidad de platicar con el mismo Santo Padre y con otros colaboradores suyos en el Gobierno Central de la Iglesia y en todo lo que fue ese viaje de peregrinación: No solamente con mi fe, sino también con mi gran amor al País para traer nueva fortaleza, nueva iluminación. ¡Cómo quisiera yo que al regresar, queridos hermanos, pudiera darles a todos ustedes ese optimismo, esa alegría, esa esperanza, esos aires nuevos que nuestra fe cristiana produce donde quiera que se va implantando!

La Palabra de hoy coincide con el mensaje de los dos nuevos «Beatos»

Por eso creo que el mensaje que vamos a sacar de la palabra de Dios puede prescindir de un viaje a Europa, de unas impresiones tan grandiosas como las que yo he vivido, porque tenemos siempre la fuente que alimenta aquella misma santidad y aquella misma grandeza del culto, de la liturgia, del Papa y de los obispos de todo el mundo, aquí en nuestro marco concreto de El Salvador. La Palabra de Dios se hace nuestra y el mensaje de Dios, que todos los domingos y todos los días se proclama desde el altar de la Iglesia, tiene que ser alimento de la vida.

Los dos son dos vidas, testimonio de la riqueza pascual

Me acuerdo cuando el Papa, describiendo la figura de los nuevos beatos, hablaba precisamente del Tiempo pascual que hemos tratado de vivir desde la Cuaresma como preparación y, ahora, como ir recogiendo los valores que la Redención de Cristo nos ha dejado al morir el Señor en la cruz y al resucitar, ofreciéndonos una nueva vida, alegría, esperanza. El mundo se ilumina a pesar de sus tragedias y de sus dolores con esta esperanza y esta   —340→   fe de la palabra de Dios, de nuestro creer y esperar en el Cristo que vive y no morirá jamás, y que tiene el poder para salvar a todos los pueblos. El Papa decía: «este mensaje de Pascua se hace más luminoso ahora, cuando podemos presentarlo encarnado en dos hombres de esta tierra y casi contemporáneos nuestros. Cristo sigue siendo el atractivo, desde su eternidad, para todos los hombres que quieren hacer el bien a sus hermanos».

Y empezó el Papa a iluminar la figura de los dos beatificados como grandes evangelizadores, como grandes catequistas, como hombres que en ambientes políticos, difíciles como los de nosotros, supieron ser superiores a toda desesperación; y, aun, como el P. Coll, teniendo que sufrir las consecuencias de la persecución que cerró los conventos dominicanos y tuvo que emigrar, llevar por el mundo -sin contar con la protección de un convento-, su vocación dominicana que lo hizo tan fecundo hasta producir esa obra maravillosa de la Congregación de las Religiosas Dominicas de la Anunciata que prolonga en el mundo su espíritu.

Por eso, volvamos a las páginas de la Biblia; abramos allí el mensaje que se nos ha leído hoy. En el domingo de hoy hay una frase que da el tema a nuestra reflexión. Dice Cristo en el Evangelio: «Yo soy la vid, vosotros sois los sarmientos».

LA GRACIA, EL DON DIVINO DE LA PASCUA QUE LA IGLESIA DISTRIBUYE A LOS HOMBRES

1. ¿Qué es la gracia?

-a) Perdón del pecado. (Aspecto negativo. Quita de la vida del hombre lo que le separa de Dios).

-b) Comunión en la vida de Dios:

-por amor y por la verdad que él nos ha revelado. (Aspectos positivos).

2. Relación entre la Gracia y la Iglesia:

La Iglesia, signo visible y administradora de la gracia.

1. ¿QUÉ ES LA GRACIA?

Tratemos de comprender qué es la Gracia. Yo quisiera, queridos hermanos, y a los queridos periodistas que están aquí con nosotros, decirles que cuando lleven el mensaje de una de nuestras homilías no se fijen solamente en la iluminación que este mensaje da a la triste realidad de nuestro pueblo, porque entonces sí aparece como un discurso político. Que se fijen, ante todo, que lo principal de mi mensaje es la teología de la palabra de   —341→   Dios. Que lo que venimos a reflexionar nuestros domingos a la Iglesia es la revelación en la palabra divina del Señor. Que esta mañana la curiosidad que alguno ha traído a ver qué dice el arzobispo acerca de las matanzas de la semana, no es eso lo principal. Las vamos a iluminar pero desde esta teología sublime de la trascendencia de la palabra de Dios. Por eso, aunque no hubiera descripciones de nuestras realidades, la palabra de Dios siempre será necesario reflexionarla y será como la base de nuestra vida cristiana.

Palabra sintética de un gran contenido teológico

Yo me fijo, por ejemplo, cuando pregunto hoy, no por un capricho de nadie, sino porque la palabra de Dios nos sugiere hablar de la Gracia, ¿qué es la gracia? Es casi como una palabra sintética de un gran contenido teológico; es decir, recoge en esa palabra que la teología ha inventado la gracia, un conjunto de riquezas y valores que Cristo en su Evangelio ha ido regando, distribuyendo a manos llenas. La labor de la teología es sistematizar esa palabra que Cristo distribuye sin ninguna preocupación de hacer teología, sino como un Pastor bueno -como acaba de cantar el coro que reparte y da a su rebaño el alimento que necesita.

El Evangelio de hoy, la comparación y síntesis más exacta: Vid y sarmiento... (Los campos de Europa en primavera... en verano...)

En el Evangelio de hoy nos ha aparecido la palabra gracia y, sin embargo, todo él es una definición de la gracia. Cuando Cristo compara: «Yo soy la vid y vosotros sois los sarmientos. El sarmiento lleva frutos si permanece unido a la vid, pero si es cortado de la vid, ya no recibe la savia de la cepa y se marchita y muere y no sirve más que para ser echado al fuego». ¿Qué es esto en el lenguaje de Cristo? Una definición bellísima de la gracia.

He pasado por los campos de Europa precisamente hoy cuando comienza la primavera. Uno de los espectáculos más primorosos de la primavera que comienza son los viñedos que comienzan a retoñar. En Europa pasa el invierno frío como la muerte, ha dejado sin hojas la vegetación, entre ellos la vides. Los que cultivan las vides cortan toda la ramazón y dejan solamente la cepa, el tronquito. Esos tronquitos, esas cepas, están retoñando ahora. Vieran qué gusto da ver como que la vida comienza en aquella muerte y esas ramitas que ahora son tiernas, en mayo van creciendo y se van extendiendo y les ponen en que apoyarse porque luego comienza a echar los racimos de uva. Allá por agosto, en lo que se distingue bien el calor del verano, comienzan a recoger los racimos de uva.

Entonces comprende uno la comparación de Cristo: Yo soy la cepa, Yo soy como el tronquito que está en la tierra sacando el jugo, la vid; las   —342→   ramitas son ustedes y si permanecen unidos a esta cepa, comenzarán a producir los grandes racimos. Y mi Padre es el agricultor, él cortará esos racimos para que echen más, para que produzcan más. Permaneced unidos conmigo; si no permanecéis unidos conmigo, moriréis. «Sin Mí nada podéis hacer».

No se trata del hacer natural, hay muchos pecadores que están haciendo mucho. Todos los trabajos de la tierra se pueden hacer sin vivir en gracia de Dios; y hasta puede darse el caso que un profesional, un artista, un artesano sea buen profesional, buen artista, y no se preocupe de vivir en gracia de Dios; pero todo lo que está produciendo es como una cepa arrancada, no circula por allí la vida de la vid; no está unido a Cristo y puede producir muchos frutos en la tierra, grandes organizaciones, pero no produce para la vida eterna. Cuando Cristo dice: «Sin Mí nada podéis hacer» se está refiriendo a ese quehacer que permanece para la vida eterna. Ese quehacer que cuando se trata de un P. Coll, o de los hombres que han sido beatificados, o aunque no hayan sido beatificados, cuántas de nuestras gentes -humildes mujercitas de nuestro campo, hombres honrados de nuestros pueblos- han vivido preocupados de permanecer unidos a Cristo; a la hora de la muerte son felices, sus manos están llenas de racimos, obras buenas para la vida eterna que nadie se las puede quitar. ¿De qué sirve pasar la vida únicamente para hacer dinero, únicamente para estar bien y estar subiendo políticamente, si cuando menos se piensa se corta la vida? y ¿qué queda de todo lo que aquí en la tierra se ha trabajado? Solamente queda esa unión con Dios.

a) El perdón de los pecados

¿Qué es, pues, la gracia? En la palabra de hoy encuentro, en primer lugar, el perdón de los pecados. El gran milagro de la gracia, lo primero que hace es convertir a un hombre que encontraba su placer, su gusto, en las cosas de la tierra, en los placeres del vicio de la carne, en la idolatría del dinero; no confiaba más que en la fuerza del poder político o en el dinero; pero llega un momento en que la verdad de Dios le descubre la vanidad de todas esas cosas y descubre la belleza de vivir unido a Cristo por la gracia, por el amor.

Es cuando dice Jesucristo, en el Evangelio de hoy, «vosotros estáis limpios por las palabras que os he hablado». Quiere decir que el mensaje que se predica limpia el pecado.

Si hay una alegría profunda para el que predica, es oír que en el corazón del hombre ha cambiado el aspecto de su vida. Y le puede decir Cristo: «Ya estás limpio por las palabras que te he mandado decir». Si yo predico, hermanos, no es buscando otra cosa más que la conversión. Cuando denunciamos crímenes e injusticias, nosotros no buscamos venganza, ni   —343→   odios, sino que queremos la conversión del pecado. Cuántas veces hemos dicho ya que son muchas las veces que hemos tenido que denunciar manos manchadas de sangre, no para pedir venganza contra ellas, sino para obtener su conversión: ¡Lávense en el arrepentimiento, conviértanse al Señor! «Ya estáis limpios por las palabras que habéis oído». ¡Dichoso el hombre que escucha la palabra con sinceridad de conversión!

Esto es la gracia: Cuando el hombre siente que le han quitado de encima un peso enorme, el peso que le oprimía, el del pecado. Y lo queremos decir con palabras que la segunda lectura nos ha mencionado hoy, es «No amemos de palabras ni de boca sino con obras y según la verdad»; y nos ha hablado de tranquilizar la conciencia, de guardar los mandamientos, de hacer lo que Dios quiere. Todo esto está en esta línea de la Gracia, de quitar el pecado del hombre. Todo esto está en la línea de convertir y de poner la felicidad del hombre, que no la puede encontrar en la tierra ni en los bienes transitorios, más que en el amor y en la unidad con Jesucristo, cepa de vida eterna.

b) Comunión en el amor y en la verdad

Es también, digo, comunión en el amor y en la verdad. Si Cristo no hubiera hecho otra cosa más que quitar del corazón del hombre la pesada lápida del pecado, ya era bastante bienhechor; pero Cristo ha hecho algo más: La gracia de la Pascua. La gracia de la redención es algo positivo, no solamente es quitar el pecado, sino que es dar algo nuevo que el hombre no tenía, y son dos cosas: El amor y la verdad.

En la Palabra de hoy encontramos estos dos tesoros cuando Cristo habla: «Permaneced unidos conmigo. Permaneced en mi amor. Éste es mi mandamiento».

¿Qué es un mandamiento?, dice la segunda lectura: Que amamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó. Que creamos en el nombre de Jesucristo y nos amemos como el Señor nos mandó. Aquí están los dos aspectos de la gracia. Como verdad, creer en lo que Cristo ha traído, creer en el nombre de «Jesús», es todo el contenido de ese nombre. Es decir, «ese Cristo es Dios que ha venido a la tierra», es aceptar su Evangelio, es creer en todo lo que él ha hecho y ha predicado. Ésta es la verdad suprema, la que nos hace verdaderamente libres y la que pone la base del verdadero amor; que nos amemos unos a otros tal como nos lo mandó. No es un amor de romanticismo y de sentimentalismo, es un amor de obras y de verdad: Es un amor que despoja del egoísmo para compartir con nosotros la felicidad que se tiene; es un amor que tiene el valor y la audacia de perdonar hasta la mano que te hiere para decir, como Cristo: «Padre, perdónalos, no saben lo que hacen»; es un amor que lleva a identificarse hasta con el más odioso; es un amor   —344→   que no divide sino que une, que pone las bases de la verdadera paz.

Esto es la civilización del amor que los obispos en Puebla anhelan para toda América Latina. El amor no es débil. Muchos que han puesto su confianza en la violencia y en el odio y creen que así se va a componer la Sociedad, están ignorando que la fuerza no es el odio ni la violencia, eso es debilidad; la fuerza es el amor y si no hemos visto una transformación por amor es porque no hemos ensayado de verdad la fuerza del amor. Quisiéramos verla realizada sin poner nosotros el contributo de ese amor auténtico.

Amor y verdad

Cuando se habla también de libertad, la palabra es muy bonita y se ama mucho en nuestro tiempo, sin embargo, en la Encíclica nueva de Juan Pablo II quiere unir este concepto de la libertad, de los derechos del hombre, con el concepto de la verdad.

«Jesucristo -dice el Papa- sale al encuentro del hombre de toda época, también de nuestra época, con las mismas palabras: «Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres». Estas palabras encierran una exigencia fundamental y al mismo tiempo una advertencia: «Las exigencias de una relación honesta con respecto a la verdad, como condición de una auténtica libertad; y la advertencia, además, de que se evite cualquier libertad aparente, cualquier libertad superficial y unilateral, cualquier libertad que no profundiza en toda la verdad sobre el hombre y sobre el mundo. También hoy, después de dos mil años, Cristo se nos aparece como Aquel que trae al hombre la libertad basada sobre la verdad, como aquel que libera al hombre de lo que limita, disminuye y casi destruye esta libertad en sus mismas raíces, en el alma del hombre, en su corazón, en su conciencia. Qué confirmación tan estupenda de lo que han dado y no cesan de dar aquellos que, gracias a Cristo y en Cristo, han alcanzado la verdadera libertad y la han manifestado hasta en condiciones de constricción exterior».

Entonces el Papa menciona cómo Cristo, en el curso de tantos siglos, comenzando por los apóstoles, ha comparecido junto a hombres juzgados a causa de la verdad y ha ido a la muerte con hombres condenados a causa de la verdad. ¿Acaso cesa él de ser continuamente portavoz y abogado del hombre que vive en espíritu y en verdad? Sea ésta una palabra de aliento para que en un ambiente de mentira, de distorsión, de falsificación, sepamos que por allí no se respira la libertad. La Libertad tiene que ser esto que nos acaba de decir el Papa: «El producto de la verdad»; y Cristo irá con el hombre de la verdad, aun cuando sea llevado a los tribunales y aun como cuando, frente a Poncio Pilato, le pregunta «¿qué es la verdad?». Él dice: «Yo para eso he nacido, para dar testimonio de la verdad». Cristo acompaña a todas las víctimas de la verdad. Por eso la gracia es la verdad,   —345→   comulgar con la verdad que el Señor nos ha revelado, comulgar sobre todo con el amor que Dios nos ha revelado en su Hijo Jesucristo.

«Mirad, dice el Evangelio, cómo ha amado Dios al mundo, que le ha dado a su propio Hijo, para que el mundo sea salvo por él».

Y aquel Cristo, enviado por el Padre como testimonio del amor, nos dice todos los días y lo va a decir dentro de un momento en la Misa: «Tomad y comed, esto es mi cuerpo, ésta es mi sangre que se derrama por vosotros. Yo soy el que me entrego por la vida de mis hermanos y a la gloria de mi Padre». ¡Esto es amor! Amor es darse, amor es entregarse sin reservas; amor es querer sin egoísmo, amor es no explotar sino servir, amor es todo eso que nos enseña la religión. Comulgar con el amor que Dios tuvo al mundo enviándonos a su Hijo, eso es la gracia.

Que nos amemos como Dios nos ha amado, éste es el mandato nuevo de la ley cristiana y ésta es la gracia. Por eso, cuando se trata de beatificar o canonizar a un hombre, es aquí donde se le examina: Su amor. El amor es la santidad y la medida de la santidad. Si un hombre sabe desprenderse de sí mismo y amar, es santo; si un hombre habla mucho de santidad pero no sabe amar, no es santo.

Miremos a la luz de esta verdad, en la que se nos examinará en la tarde de la vida, como dice el poeta San Juan de la Cruz: «En la tarde de la vida te examinarán sobre el amor», y si pasas este examen, te salvarás y serás santo en la medida en que apruebes. Ojalá que con una nota lujosa, con un buen diez de examen, pases el examen del amor. Pero si no te encuentran válido en el amor no entrarás en el reino de los cielos. El que odia, aunque sea luchando por reivindicaciones de la tierra, pero si odia, no está construyendo la verdadera libertad; el que hace violencias, porque cree más en la violencia que en el amor, no está construyendo la verdadera libertad -libertad de apariencia, como ha dicho el Papa-, sino libertad fundada en la verdad y en el amor. Ésta es la comunión con el Señor que nos invita Cristo cuando dice: «Permaneced unidos como la vid y los sarmientos».

2. RELACIÓN ENTRE LA GRACIA Y LA IGLESIA:

LA IGLESIA, SIGNO VISIBLE Y ADMINISTRADORA DE LA GRACIA

Pablo sospechoso... su seguridad: Su vocación... y su comunión con la Iglesia.

Aquí quiero fijarme en la primera lectura. ¡Qué preciosa descripción de Pablo, perseguidor! Por eso era todavía sospechoso en las comunidades de la Iglesia. Llega a Jerusalén y no le tienen confianza, dice el libro de los Hechos. A pesar de que ya había hablado con Cristo, que ya había conversado   —346→   del nombre del Señor con otros gentiles, fue a Jerusalén para confrontar con Pedro y los apóstoles; y sólo cuando ha confrontado su predicación y su doctrina con los pilares de la Iglesia, entonces ya lo admiten; es un «predicador», ya pertenece a la jerarquía del cristianismo, y desde allí todavía sufre la persecución que tiene que sufrir el verdadero predicador. Unos filósofos griegos hasta trataron de eliminarlo. Ésta es la suerte de todo aquel que va predicando el nombre de Jesús: Trataron de eliminarlo, complotaron contra él; pero entonces los cristianos lo mandaron para otra parte. Huir no es cobardía cuando se puede hacer el bien en otro lado. Allá Pablo comienza a predicar la gran doctrina que lo ha hecho tan santo y tan famoso: La de la libertad en Cristo Nuestro Señor.

a) Iglesia jerárquica, institución...

Pero aquí tenemos dos cosas en la lectura de hoy: Una, conexión con lo jerárquico. Pablo, a pesar de que ya lleva en su corazón la vocación, ha visto a Cristo, les contó a los apóstoles cómo había platicado con el Cristo resucitado cuando lo derribó camino de Damasco. Sabe él que lo va predicando, es Cristo que le ha hablado a él, sin embargo, necesita una confrontación con aquellos que Cristo ha puesto para ser los guardianes de la revelación; y sólo cuando esa vocación de Cristo se conecta con esta misión de los apóstoles, Pablo ya es un «apóstol», ya es un obispo, ya es un predicador de la Iglesia Cristiana. Esto necesitamos todos los que predicamos también: Una vocación en la que sentimos el llamamiento de Cristo. Pero no basta, sino una comprobación jerárquica que nos una al magisterio autorizado de la Iglesia.

Mi visita al Papa...

Esto lo acabo de vivir por mi parte con gran alegría cuando el lunes, de esta semana que acaba de pasar, el Santo Padre tuvo la bondad de recibirme en una audiencia privada. Ya lo había saludado el miércoles pasado cuando fuimos a la audiencia pública que llena toda la plaza de San Pedro y él invita a los obispos para que suban a su tribuna, a su tarima, y desde allí impartir con él la bendición a todo el pueblo. Después saluda uno a uno; y cuando le dije mi nombre y mi cargo aquí en San Salvador, me dijo que esperaba poder platicar en privado. Me valió mucho esa palabra para poder, luego, pedir la audiencia que el Papa mismo me había insinuado; y el lunes, a medio día, tuve la dicha de estar conversando con el Papa, escuchar de sus labios mismos la consolación de decirme: «Ya comprendo que el ambiente en que usted tiene que llevar su pastoral es muy difícil, muy difícil.

Me dio, naturalmente, las orientaciones, los consejos que un Jefe Supremo de la Iglesia tiene que dar a un colaborador en una situación difícil también: «Mucha prudencia; mucho cuidado; pero también la audacia,   —347→   la denuncia cuando se trata de casos muy graves, tiene que hacerse también». La Iglesia tiene que cumplir ese deber de estar acompañando al pobre, de ser voz de los que no tienen voz; pero, precisamente, para no quemarse en esa misión, el Papa tiene la prudencia de aconsejar el cuidado de mantener siempre esa autoridad de la Iglesia. Y citó muchas veces, comparando con mi situación, su pastoral, que él también tuvo que desarrollar. Me dijo: «En ambientes muy difíciles en Polonia, donde el Gobierno tampoco es un gran colaborador de la Iglesia, la Iglesia tiene que ir también sorteando las dificultades para llevar el mensaje de Cristo a los corazones».

Habló mucho de ustedes, queridos hermanos. ¡Cómo el Papa trata de amar y de escuchar, a través de sus obispos, la voz de todo su pueblo! Un gesto que me quedó grabado para siempre es la atención con que Juan Pablo II escucha. Cuando terminaban sus frases y yo comenzaba a hablar, él se ponía todo atención, hasta físicamente se inclinaba para escuchar, como para comprender. Yo entiendo que él, que inesperadamente fue sacado del ambiente de Polonia para un cargo tan difícil como es el ser Pastor de todo el mundo, sin haber tenido antes experiencias de curias romanas, de trabajo universal, está ahora muy atento a escuchar los diversos horizontes del mundo para poder ser el Pastor de todos.

En conjunto, pues, este momento es que la Biblia hoy nos ha dicho: «Pablo subiendo a Jerusalén y hablando con Pedro...», se realizaba en mi pobre vida, también yendo a Roma y platicando con el nuevo Papa. Debió de ser lo mismo que sacaba San Pablo: Tenemos que ir a sufrir, tenemos que ser mal interpretados, tenemos que enfrentarnos con audacia a situaciones muy difíciles, pero vamos unidos en esa comunión que nos conecta con aquel que ha sido puesto para ser la autenticidad de la doctrina que Cristo ha traído al mundo.

b) Iglesia, Pueblo de Dios

Pero hay otro polo, queridos hermanos, y quiero subrayar esto: son ustedes. ¡Qué bonito termina la primera lectura de hoy!: «En tanto la Iglesia iba creciendo en fidelidad al señor, se iba extendiendo más bajo la fuerza del Espíritu».

Créanme, ahora cumplo el deber de decirles: Me he sentido muy orgulloso de mi Arquidiócesis cuando he recorrido mundos tan diversos, porque por todas partes se habla de nosotros y se quiere conocer la experiencia de nuestra Iglesia. En Europa, cuando estaba junto a la tumba del P. Claret, allá en Vich, cerca de Barcelona, me recordaba un P. claretiano que el P. Claret -fue obispo en Santiago de Cuba y después pasó a España, allá murió y fundó la congregación de los Claretianos- tenía esta frase: «América es la viña nueva, Europa es la viña vieja». Y que ponía toda su ilusión   —348→   y su esperanza en esta América a donde luego llegaron sus misioneros.

Y ahora que hablamos de la viña, de la vid y los sarmientos; y cuando nos dice el libro de los Hechos que la Iglesia del pueblo iba creciendo en fervor, en fidelidad al Señor, impulsada por la fuerza del Espíritu; yo creo, hermanos, que no hay el peligro, o si lo hay cuidémonos, que el Padre trató de desenmascarar en su discurso de Puebla: «Mucho cuidado, dijo el Papa cuando se habla de la Iglesia del pueblo, porque la podemos convertir en una democracia», como que si el pueblo es el que dispone y los ministros, los sacerdotes, tenemos que hacer lo que el pueblo diga: ¡No es eso!, si fuera así, un mal sentido de Iglesia.

Pero la Iglesia a la que me estoy refiriendo en la palabra de los Hechos de los Apóstoles, la Iglesia que crece en la fidelidad al Señor y en el impulso del Espíritu Santo, ésta es nuestra Iglesia: Sacerdotes, religiosas, laicos, comunidades de pueblos y cantones que tratan de alimentar su meditación en la palabra del Señor.

Yo, que están creciendo en fidelidad al Señor. Y por eso les llamaría yo la atención, como el Papa lo hizo a los obispos en Puebla: Que cuando hay un gran peligro de convertir la Iglesia en un grupo político, sí la echamos a perder; pero cuando la Iglesia mantiene su fidelidad al Señor y su impulso del Espíritu Santo y desde esa luz ilumina y participa en las realidades políticas, entonces es la Iglesia que necesita nuestro tiempo.

No es una Iglesia que por mantenerse fiel al Señor y bajo el impulso del Espíritu tenga que renunciar a las realidades de la tierra. Eso sería una desencarnación, eso sí sería opio del pueblo, eso sí sería una religiosidad alienante; y, por desgracia, hay muchos que piensan todavía en una piedad así, sin compromiso. Pero sepamos equilibrar este pueblo, sobre todo, ese pueblo nuestro tan angustiado, tan problematizado, tan necesitado de reivindicaciones justas. Tiene que encontrar en el fermento del evangelio y de sus cristianos la fuerza que lo transforme; pero lo transformará el cristiano que se mete en política en la medida en que sea fiel al Señor y se mantenga bajo el impulso del Espíritu Santo. En su propia vocación, cada hombre tiene que ser un mensajero del Espíritu y del Señor para transformar la Sociedad en que vive.

¡Ésta es la Iglesia que yo sueño!, ¡ésta la Arquidiócesis que yo le pido al Señor!: Un pueblo que vaya creciendo en la fidelidad al Señor y que se deja llevar por el impulso del Espíritu Santo. La Iglesia no quiere ser una fuerza de oposición política; ¡jamás! Jamás lo he dicho, ni seré. ¡La Iglesia no quiere ser un partido más de subversión, no lo será nunca, no lo puede ser! Si la Iglesia subvierte, si las inquieta, si la Iglesia es tildada de marxista, de política, de comunista, que eso quede solamente en el campo de la calumnia por parte de aquellos que no resisten que haya una Iglesia que,   —349→   desde la fidelidad al Señor y desde el impulso del Espíritu, denuncia todas las injusticias que se cometen en cualquier sector de la humanidad. Ésta es la Iglesia que tenemos que construir, queridos hermanos.

Yo les invito, todos los domingos, a que construyamos esta verdadera Iglesia de fidelidad al Señor y a dejarse llevar por el impulso del Espíritu Santo. Por eso digo que la Iglesia, que es ese pueblo de Dios, nos da también a los Pastores la garantía de estar proclamando la verdadera fe que Cristo nos ha revelado; por eso, desde esta perspectiva de la Iglesia, miremos las perspectivas del mundo.

HECHOS ECLESIALES

En primer lugar, esta comunidad que trata de ser fiel al Señor y con la cual es mi gran responsabilidad de Pastor, yo la siento casi palpable esta mañana, en esta misa, en que la Arquidiócesis se une a la alegría de las Hermanas Dominicas y de los Padres Dominicos, ya que el P. Coll vestía el hábito dominico. Era un dominico, un hijo de Santo Domingo de Guzmán, y el espíritu de Santo Domingo lo irradió y lo heredó a esta comunidad de las Dominicas de la Anunciata. Cuando ellos, los padres y las Religiosas, bajo esta inspiración, están haciendo tantas obras entre nosotros, toda la Arquidiócesis se alegra como se alegra con los diversos carismas de las diversas congregaciones, de las diversas parroquias y comunidades; ya que entre todos le damos la riqueza espiritual y verdadera de nuestra Iglesia.

A este propósito, me alegro con una comunidad que cuenta con sacerdotes y religiosas que -según me han contado- han sido un modelo de participación en la angustia del pueblo, cuando se ofrecieron el 8 de mayo a ir a colaborar en el hospital y a limpiar, vestir y sepultar a los muertos que quedaron en la Catedral. Yo me siento verdaderamente orgulloso de que ella en nuestra Diócesis una comunidad donde religiosas de diversos sectores, de diversas congregaciones, al llamamiento de la necesidad en el mundo, dejan una reunión de pastoral y se van a servir, ¿en qué podemos servir al hermano? quien quiera que sea. Esta comunidad también siente que es suyo el problema de todos los que la componemos.

Pasado mañana es día de las enfermeras; yo quiero anticipar una felicitación a ese gremio de la humanidad que comparte el sufrimiento de nuestros dolores e invitarlas si alguna me escucha y hace llegar esta invitación a otras enfermeras, enfermeros, médicos y trabajadores de hospitales, mañana a las 4 de la tarde, en el Hospital de la Divina Providencia. Quiero adelantar este homenaje a las enfermeras; las invito para que vayamos a reflexionar un poquito ante el médico divino, Jesucristo, en la misión de la enfermera en el mundo.

En esta Iglesia del Rosario nos sentimos también una comunidad bajo   —350→   la protección de la Virgen María. Quiero hacerme eco a la insistencia del Papa para que los católicos seamos muy devotos de la Santísima Virgen María y recemos, si es posible, con frecuencia, el Santo Rosario. A propósito, hoy día 13 de mayo, se celebra a la Virgen de Fátima. Allá en Planes de Renderos, a las 4 de la tarde hoy, hay un espectáculo muy típico, muy bonito nuestro: La procesión de las palmas y la misa en honor de la Virgen. Yo les invito, si tienen tiempo, de que vayan a Planes de Renderos y participen en esta peregrinación, no por turismo, sino por oración. Vayamos a orar a la Virgen por las necesidades de nuestra Patria.

Esta comunidad también siente la venida litúrgica del Espíritu Santo. Dentro de tres semanas, el 3 de junio, vamos a celebrar el día de Pentecostés que nuestros sacerdotes, en la reunión última tuvieron, han recordado que es el día del Seminario; y que, por tanto, lo convertiremos en una plegaria por nuestras vocaciones y en un llamamiento a apoyar la obra del Seminario. También, el día del Espíritu Santo que viene a la Iglesia, sería bueno para esa fecha, como el año pasado, preparar las confirmaciones de nuestros jóvenes. Yo invito a las diversas comunidades que preparen jóvenes y que nos avisen para que, si es posible, en la misa del día de Pentecostés, podamos administrar el sacramento de la Confirmación a muchos jóvenes de nuestra comunidad arquidiocesana, como lo vamos a hacer el sábado que viene en la Parroquia de Colón, donde varios cantones van a unirse para recibir el sacramento de la Confirmación.

Junto a la memoria del Seminario, quiero recordar, en esta comunidad de la Arquidiócesis, a queridos sacerdotes que ya no están con nosotros pero que su memoria vive con nuestro cariño. Murió, como ustedes saben, trágicamente el P. Benito Alfaro en los días que yo estuve ausente, Párroco de San Rafael, Chalatenango. Hoy lo encomendaremos mucho en nuestra misa y me uno íntimamente al sufrimiento y a la orfandad de su familia. Iban cuatro niños con él en el vehículo que chocó, pero los niños, gracias a Dios, quedaron salvos.

Se celebró, ayer y anteayer, el aniversario segundo de la muerte trágica del P. Alfonso Navarro. Yo agradezco a quienes todavía le celebran con cariño su mensaje que trajo al mundo.

Recordemos también, con mucho cariño, al padre Segura que murió el 1.º de mayo hace un año. El Seminario, como es justo, se conmovió ante este recuerdo y celebró una preciosa misa en sufragio por él.

Me uno al dolor de tantos hogares de luto en estas circunstancias. Por tanto difunto pido oraciones, tantos acontecimientos que nos han traído amargura y sufrimiento. Entre estas familias de luto yo quiero recordar, por petición especial, a don Andrés Orellana Mejía, de Cancasque, en su aniversario de muerte; y pedir para que todos nuestros difuntos también encuentren esa gloria de la alegría que Cristo promete.

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Quiero ofrecerles un nuevo servicio de comunicación social de nuestro Arzobispado: Un boletín semanal titulado Noticias y Comentarios, cuyo objeto es llevar una verdad comprobada y depurada frente a tantas maneras de distorsionar la vida en nuestro País. A este propósito, quiero recomendarles que nos apoyen, nos ayuden en el sostenimiento entusiasta de nuestro periódico Orientación, que todas las semanas trata de ser un reflejo de la situación del país y del mensaje que la Iglesia quiere llevar a esa situación. Lo mismo, su apoyo para nuestra emisora YSAX, que ciertamente está cumpliendo una gran misión y por eso tiene que sufrir la persecución, como todo lo de la Iglesia. Estamos llevando también un esfuerzo para divulgar las encíclicas y las homilías. Hay una oficina aquí, al lado poniente de la Catedral, donde pueden adquirir estos folletos para que sean materia de reflexión en su vida cristiana.

Esta comunidad se une a la comunidad de la Diócesis de Santa Ana, donde han estado celebrando las bodas de Plata de Mons. Benjamín Barrera y Reyes, obispo de Santa Ana, que cumple 25 años. Desde el 5 de mayo de 1954 comenzó a pastorear como obispo aquella Diócesi hermana.

HECHOS DE LA REALIDAD NACIONAL

Terminando ya, hermanos, quiero decirles mi impresión al regresar. ¡Qué doloroso es peregrinar representando una Diócesis enclavada en un país convulsionado! Pero, ¡cuánto bien se puede hacer como misionero de esa Diócesis para aclarar informaciones tergiversadas, para despertar insensibilidades, para promover la comunión de la oración y de la solidaridad con otras comunidades! Éste ha sido mi peregrinar en estos días que he estado ausente de la Diócesis. Pero al volver, el gran consuelo de encontrarse con su familia, la familia de la Diócesis, es un consuelo que se torna participación en la angustia y en la tensión. He tratado de informarme y concebir un criterio justo y evangélico de lo que está pasando entre nosotros.

Según la realidad, tenemos que lamentar hechos que todos ustedes ya conocen, pero que quisiera recordarles brevemente como una densa semana vivida en estos días: -La Catedral y otras embajadas tomadas. -Policías asesinados. -Boicoteado el transporte. -Una cruel masacre en la que se disuelve a fuerza de balas una manifestación pacífica, dejando un saldo muy elevado de muertos y heridos. Este día se agregan otros cuatro que van a ser sepultados después de una misa que se ofrecerá por ellos en la Basílica a las 11 de la mañana. -Un informe oficial de la Policía Nacional -en que no reconoce su error, sino que culpa a los manifestantes de haber iniciado el tiroteo. -Una promesa del Presidente de hacer una minuciosa investigación sobre la masacre y la amenaza de decretar Estado de Sitio. ¿Qué pensar ante todos estos hechos? Ante todo, pregunto: ¿Por qué hemos tenido que llegar a estas situaciones? ¿Las causas últimas?

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Yo quiero solidarizarme con un pronunciamiento muy prudente y sabio que ha sido escrito por el Consejo Superior Universitario de la Universidad de El Salvador, donde dice:

«Es un hecho de aceptación general, tanto nacional como internacionalmente, que la crisis que conmueve periódicamente a la Sociedad salvadoreña encuentra explicación, en último término, en la naturaleza altamente desigualitaria en que los diferentes sectores participan en los procesos de producción y distribución del ingreso del país. No puede ignorarse que en los últimos años la producción se ha incrementado apreciablemente; pero tampoco se puede negar que la expansión económica no ha generado un proceso paralelo de democratización social, en cuanto a la participación en el goce de sus frutos por los sectores mayoritarios de la población.

Por otra parte, estos sectores no sólo son marginados por las formas prevalecientes de organización social de producción, sino que reciben las consecuencias de la crisis económica que desde mediados de los años sesenta perdura hasta hoy.

Al mismo tiempo se ha venido desarrollando y consolidando una tendencia hacia las formas autoritarias de conducción de la Sociedad, negando en la misma medida las formas orgánicas de expresión de los intereses de todos los sectores, y conduciendo, por ello, a una crisis de representatividad y legitimidad del Poder Político y del Estado de Derecho mismo.

Al negarse a los sectores populares, dentro de este marco general, las posibilidades efectivas de participación orgánica en el goce de los frutos del proceso productivo, los conflictos se presentan con mayor frecuencia y con más intensidad, obligando a dichos sectores a buscar métodos alternativos, como mecanismos de presión social, tratando con ello de que sus intereses sean atendidos, y generando con ello reacciones y respuestas cada vez más autoritarias y represivas de parte de los sectores que controlan el Poder Político.

Este proceso irracional no hace sino abonar el terreno para que los conflictos sociales y políticos tiendan a dirimirse con un método inconsecuente, que la Universidad de El Salvador definitivamente rechaza, y que es la VIOLENCIA.

A continuación hace una comparación con lo que pasó en la Universidad: Como los caminos de la represión no son conducentes y la reivindicación de un orden más racional se hace imperativo urgente, la Iglesia está muy de acuerdo con este pronunciamiento y cree que allí está la causa última de esta situación.

La causa próxima, como todos la han conocido, es la captura ilegal de cinco líderes del Bloque Popular Revolucionario. Ya dos de ellos fueron   —353→   liberados, pero no se dice nada de los otros tres quienes consta que fueron capturados por los cuerpos de seguridad y no han sido consignados a los tribunales. La única forma razonable y justa para resolver este conflicto, que actualmente aflige al País, no es reprimiendo ni amenazando con «Estado de Sitio», sino respondiendo a las demandas justas que se están haciendo. ¿Qué se han hecho los tres líderes que aún no han sido liberados? No es sólo el Bloque Popular Revolucionario quien hace esta pregunta, es todo hombre de buena voluntad en El Salvador, que pide al Gobierno el respeto de la ley y de la libertad de sus hermanos... Quisiera agregar también -muchas gracias por esa aprobación- que no son estos tres los únicos que están desaparecidos... que sólo a partir del 22 de febrero -prescindamos de lo anterior- hasta el 8 de mayo, tenemos la lista de 13 nombres, capturados y desaparecidos, que sumados a los anteriores, suman ya por lo menos 127 desaparecidos. ¡Son nuestros hermanos y queremos saber dónde están!...

Se ha prometido que se hará una investigación exhaustiva. ¡Cómo nos gustaría!, es lo justo. Pero tenemos un temor, si una investigación va a correr la misma suerte de la que el 14 de septiembre se pidió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para que observase e investigase la situación de los Derechos Humanos en El Salvador, no hay mucho que esperar. Ciertamente es lo justo, pero con el fin de aceptar responsabilidades, de sancionar a los culpables y de enmendar errores. Para mí, esto es lo más grave: Que se cometen errores y no se reconocen. Todos tenemos que reconocer nuestros errores y no distorsionar la verdad para una aparente salvación del honor.

Por otra parte, yo quiero decir con franqueza: Es mi deber repudiar las fuerzas de la violencia y los atropellos a la libertad de acción como: En la quema de vehículos, el ametrallamiento de residencias, ocupaciones de oficinas o de locales destinados al pueblo. Hay un principio de moral inconmovible que proclama: «No hay que hacer el mal aunque sea para lograr bienes». En mi Tercera carta pastoral, sobre la violencia, recuerdo una serie de detalles morales que no deben olvidar los que dirigen estas estrategias de presión, bajo pena de estar cometiendo ellos mismos lo que dicen condenar. Mayor razón, entonces, para que los encargados de promover el bien común conjuren a tiempo y prevengan, con leyes justas y actuaciones honestas e imparciales, la necesidad de llegar a estos excesos que tenemos que lamentar con vergüenza.

Me permito hacer un atento llamamiento a los países amigos, cuyas embajadas se han visto afectadas por esta situación, a que interpongan la fuerza de sus relaciones diplomáticas para obtener, dentro de nuestro País, una situación menos inhumana. La franqueza de un Senador en los Estados Unidos, creo que es un ejemplo reciente que es digno de imitarse cuando se tiene verdadera solidaridad internacional.

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PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTAR

Vamos a terminar después de esta perspectiva de nuestra historia concreta que, vuelvo a repetir, no es el objeto central que ilumina con la luz de mi predicación.

Recordemos que el centro de nuestra predicación y de nuestra reflexión: «Yo soy la vid, vosotros sois los sarmientos. Permaneced unidos conmigo». Sólo esto nos puede dar la verdadera dignidad y la verdadera libertad. No nos dejemos ilusionar por apariencias de libertad. Busquemos la libertad en la verdad y la verdad está solamente donde está Cristo: «Yo soy la verdad».

El Cristo que nos ofrece este gran don de la Pascua, el don de su gracia, la participación de su vida y de su verdad, nos está esperando en el altar. Y esta vez para recibir con agasajo de agradecimiento a las Hermanas Dominicas de la Anunciata y a los Padres Dominicos, ofreciendo un hermano, flor de santidad, para el cielo; y a toda la comunidad de la Diócesis de la que yo quisiera decir la hermosa frase de la primera lectura de hoy: «La Iglesia iba creciendo en fidelidad al Señor y se movía impulsada por el Espíritu de Dios». Así sea...



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ArribaAbajoEl don más grande de la Pascua: el dinamismo del amor

Homilía del 6.º domingo de Pascua
20 de mayo de 1979

Hch 10, 25-26, 34-35, 44-48
1a. Jn 4, 7-10
Jn. 15, 9-17

Hermanos:

No olvidemos que hoy día domingo es día del Señor y que la Iglesia ha organizado en torno del misterio del Señor, Jesucristo, todo el año litúrgico; que no sean las circunstancias temporales, políticas, etc. las que nos hagan perder de vista la perspectiva de nuestro viaje, de nuestro itinerario. La Iglesia conduce a la humanidad por en medio del vaivén de la historia con un horizonte muy seguro y lo principal de nuestra palabra quiere ser eso: La orientación que la Iglesia, nuestra Madre y Maestra, nos ofrece en medio del tiempo. Así es como el año litúrgico se va desarrollando en torno de la sólida meditación del misterio salvador de Jesucristo.

-Año litúrgico: el tiempo pascual toca a su fin: Ascensión, Pentecostés

No olvidemos que nos encontramos ya llegando casi al término del tiempo litúrgico de la Pascua. Tiempo pascual que abarca desde la noche de la resurrección del Señor: El Sábado Santo hasta el domingo próximo que es la venida del Espíritu Santo: Pentecostés, palabras de plenitud que   —356→   significa cincuenta días de Pascua. Son los cincuenta días que quieren subrayar bien hondo en la espiritualidad de los cristianos, el motivo de su fe, de sus esperanzas, de sus alegrías, de su caminar sereno en medio del tiempo. Cristo ha resucitado y vive en medio de nosotros.

-Frutos pascuales. Cada domingo hemos señalado uno...

Todo este tiempo pascual, los cincuenta días que ya están llegando a su término, tienen como objeto ofrecernos, como en una síntesis, todas las riquezas de los trabajos de Cristo, de su redención que se nos ofrece como dones pascuales, dones de la Pascua que hemos ido meditando en estos domingos después de la Semana Santa. El próximo domingo será ya la fiesta de la Ascensión del Señor y dentro de quince días coronaremos nuestra Pascua con la fiesta de Pentecostés, fiesta de la venida del Espíritu Santo, a inaugurar y a presentar al mundo la Iglesia que ahora somos nosotros que continúa caminando con la seguridad de que Cristo vive en medio de ella.

-Hoy: El amor. El amor es el estilo y espíritu de la Nueva Alianza

Entre los dones pascuales que hemos ido pensando, destacando de la liturgia en estos domingos, es el amor. Toda la palabra de hoy nos habla del don más grandioso de la Pascua: El amor. El amor es el estilo y el espíritu de la nueva alianza que Dios ha querido pactar con los hombres. La alianza y la Pascua son inspiraciones de Dios, bajo este espíritu de Dios que es el amor.

-Diversas alianzas que preparaban esta alianza de amor

Recordarán ustedes que toda la cuaresma estudiamos esos proyectos de Dios en el Antiguo Testamento: Las viejas alianzas que no eran más que presagios de la Nueva Alianza. Y la Semana Santa la celebramos bajo ese título: La celebración de la alianza nueva. El Jueves Santo, recuerdo en la Misa de la Institución de la Eucaristía, hablamos precisamente del amor que caracteriza esa alianza que es Cristo, Dios quiere firmar con los hombres. Hoy retorna ese tema porque todas las lecturas nos hablan del amor. Al leer hoy la palabra de Dios, me he acordado de una síntesis que el Concilio Vaticano II hizo cuando habla de la Iglesia como nuevo Pueblo de Dios. «El nuevo Pueblo de Dios -es la de los hijos de Dios en cuyos corazones habita el Espíritu Santo. -Y sobre todo esta frase-, este Pueblo de Dios tiene por ley el mandato nuevo de amor como el mismo Cristo nos amó a nosotros. Y tiene como fin -fíjense cuál es el fin de la Iglesia en la tierra- el dilatar más y más el Reino de Dios, iniciado por el mismo Dios en la tierra...»

Para eso estamos nosotros congregados en nuestra Misa dominical; para eso nos hemos bautizado; para eso integramos el Pueblo de Dios; para   —357→   vivir esta dignidad y esta libertad de los hijos de Dios y para colaborar con toda nuestra vida a que se implante ese Reino de Dios en el mundo. Pero no seremos buenos constructores de ese Reino de Dios, si no comprendemos esto sobre todo: Nuestra ley es el mandato nuevo del amor.

A eso se refiere toda la liturgia de la Palabra de hoy. Hay muchos -y en nuestro tiempo abundan- que han perdido su fe en el amor. El Documento de Puebla -que ya está circulando- dice entre otras cosas: «A primera vista el amor parece una expresión sin la energía necesaria para enfrentar los graves problemas de nuestra época». ¡Qué certeza esta idea! Para muchos, esto que voy a predicar esta mañana se margina por sí solo, no le dan importancia, no quieren oír hablar de amor, quieren hablar sólo de violencia, de odio, de reivindicaciones justas, de derechos. Todo eso no es el lenguaje de Jesucristo y de su Iglesia. Las reivindicaciones, las luchas sociales que la Iglesia acompaña, las acompaña con amor, y les dice a todos los protagonistas de la historia que sin la fuerza del amor no se construye nada sólido.

Muchos piensan -dice Puebla- que al amor... «es una expresión sin la energía necesaria para enfrentar los graves problemas de nuestra época. Sin embargo -continúa diciendo-, os aseguramos no existe palabra más fuerte que ella en el diccionario cristiano. Se confunde con la propia fuerza de Cristo. Si no creemos en el amor, tampoco creemos en AQUEL que dice: «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis los unos a los otros como Yo os he amado».

Yo quisiera que en esta mañana -a la luz de nuestras reflexiones sobre la Palabra de Dios que nos inculca el amor como la energía del cristiano- nosotros reconfirmáramos nuestra fe en el amor. El amor no es cobardía, el amor no es pasivismo; el amor es fuerza, tanta fuerza que es la única que ha salvado al mundo. ¡No hay otra salvación más que la del amor de Cristo que nos trajo el amor redentor de Dios!

EL DON MÁS GRANDE DE LA PASCUA:

EL DINAMISMO DEL AMOR

1. Dios es amor y fuente de amor.

2. Cristo es la revelación del amor de Dios entre los hombres.

3. Los cristianos somos los responsables del dinamismo del amor.

Si el mundo no se salva a pesar de que hay tantos cristianos, es porque no hemos respondido a esa tremenda responsabilidad: Somos los depositarios de la energía salvadora del amor. Y el llamamiento de esta mañana es: Hacer uso, poner en experiencia, la energía del amor que depositado está en nuestro corazón.

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1. DIOS ES AMOR Y FUENTE DE AMOR

Invitación de las lecturas a una alta contemplación

Hoy las lecturas nos remontan a la más alta contemplación. Hoy nos hemos remontado como el águila hasta los cielos más elevados: Allá donde nace el amor.

a) Dios es la fuente del amor

Hoy nos ha dicho el mismo Jesucristo en el evangelio que se ha leído: «Como el Padre me ha amado, así os he amado Yo». Y San Juan, que escribió esa preciosa frase de Cristo por su propia cuenta; como asimilando toda esa lección de Cristo, dice: «El amor es de Dios, Dios es amor».

-Origen de las relaciones divinas

Cuando la Palabra de Dios nos ofrece estas revelaciones tan altas, podemos decir: Que el origen de las relaciones divinas, como el Padre engendra al Hijo en el Espíritu Santo por toda la eternidad, es su actividad de pensamiento, de amor, de caridad por los siglos eternos. Diremos que nos ha revelado Cristo: «Así como mi Padre me ha amado...» quiere decir: Ésta es la relación entre el Padre y el Verbo que soy Yo hecho carne, es relación de amor. La fuerza que une a las tres personas de la Trinidad Santísima en la intimidad grandiosa de Dios, es el amor.

Por eso el Concilio Vaticano II, teniendo en cuenta estas perspectivas altísimas de Cristo y de su evangelio en la última Cena, dice: «El Señor... Abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere una cierta semejanza entre la unión de las Personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad. Esta semejanza demuestra que el hombre... no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás».

«Como mi Padre me ha amado, así os amo yo y así tenéis que amaros vosotros». ¿Cómo ama el Padre al Hijo? Dándole toda su naturaleza de Dios, entregándosele por completo. No son tres dioses -dice el catecismo- sino un solo Dios, una sola naturaleza que se entrega por amor a las tres divinas personas.

Qué hermoso sería el mundo el día en que los hombres pusieran toda la plenitud de su desarrollo, toda la grandeza de sus ideales, en darse a los demás. Lo que empequeñece a los hombres, como por un imposible también destruiría a Dios, es el egoísmo. El día en que el Padre diga: Toda mi naturaleza para mí, nada para los demás, no existiría Dios ya. Dios es amor, es darse; Dios es entregarse, todo es común en las tres divinas personas.   —359→   Como mi Padre me ama, entregándome todo, así yo os amo, entregándoos todo.

b) Dios tomó la iniciativa de esta alianza del amor

«El amor es de Dios -nos ha dicho la segunda lectura-, Dios es amor», pero ahora descendemos de esa fuente altísima con la palabra de Dios, que estamos autorizados para decir que toda la iniciativa de venir a redimir a los hombres partió del amor de Dios. Y San Juan nos ha dicho en la segunda lectura de hoy: «En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo...» El amor es iniciativa, el amor no está esperando gratitudes ni admiraciones, sino que ama como las madres aman, sin esperar del hijo que ni cuenta se da de sus desvelos, de sus sacrificios. Así nos ama Dios, se entrega a nosotros aun cuando nosotros no pensábamos en él, aun cuando éramos sus enemigos por el pecado. Él miró nuestra desgracia y manda a su Hijo a salvar al mundo.

Miren cómo estamos aprendiendo, en la misma escuela de Dios, la generosidad que hoy hace falta en el mundo. No es necesario esperar que el desgraciado tienda su mano para pedirme. Yo debía tener, como Dios, la iniciativa de socorrer aun cuando él no se acuerde de mí. Por eso decimos que Dios es la fuente del amor. Y cuando Cristo concreta esta iniciativa de Dios en su relación con los apóstoles, les dice esta bella palabra que se dice en el día de nuestra ordenación sacerdotal: «No me habéis elegido vosotros, Yo os he elegido». Somos amigos no porque ustedes me hayan buscado. Yo os he buscado. Ustedes me han sabido responder, pero Yo tuve la iniciativa de llamarlos.

¡Qué dulce es pensar que, esta mañana, todos los que estamos aquí es por iniciativa de fe; porque hemos venido a adorar a nuestro Dios en el día domingo, porque buscamos a Dios; no somos nosotros los que hemos tenido la iniciativa de venir a Misa, es Dios que nos ha dado la salud, que nos ha dado la buena voluntad, que nos ha dado la iniciativa misma para que nosotros como que creamos que nosotros buscamos a Dios! Pero Cristo nos revela: No son ustedes los que me han buscado, Yo los he llamado, Yo les he dado capacidad de venir. Ustedes han sabido responder, pero Yo estoy al principio de esta relación de amor que existe entre ustedes y Yo.

Es hermoso pensar que Dios toma la iniciativa en esta alianza de amor y que nosotros no nos toca otra cosa que responder. El amor no lo creamos nosotros, lo ha creado Dios; y si la madre es capaz de amar a su hijo, es porque Dios ha puesto, en el corazón de la mujer, amor de madre. Si hay matrimonios que se aman hasta la muerte con una fidelidad ejemplar, ese amor viene de Dios. Si hay amor a nuestra patria y hay amor en nuestro sacerdocio para el servicio del pueblo, con toda sinceridad amamos y quisiéramos parecernos a Dios, es porque de Dios deriva el amor.

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Es una mañana esta para darle gracias a Dios por la gran cantidad de amor que tenemos en nuestro corazón. ¿Quién de nosotros no es capaz de amar, de perdonar, de comprender? ¡Qué riqueza, qué ánforas llenas de amor las que están aquí haciendo esta reflexión! Pensar que todas esas ánforas las ha llenado Dios y nuestra capacidad de tener distintos modos de amar, es porque Dios nos lo ha dado. El amor es de Dios -dice San Juan-, es de Dios, respetémoslo, no lo profanemos, no lo prostituyamos convirtiéndolo en falso amor. ¡Conservémoslo, acrezcámoslo, es de Dios! ¡Dios es amor!

2. CRISTO ES LA REVELACIÓN DEL AMOR DE DIOS ENTRE LOS HOMBRES

a) Su relación con nosotros ejemplariza su relación con el Padre

Comienza el evangelio diciéndonos: «Como mi Padre me ha amado, así os he amado Yo». ¿Queréis conocer el amor que existe en mi Padre? Fijáos cómo Yo os amo. Es la revelación. Y cuando lleva este amor del Redentor de los hombres a dejarlo crucificado, deshecho por amor a nosotros, comprendemos: Así lo ama el Padre a él y así nos ama Dios a nosotros: desinteresadamente.

b) El Padre lo envía

Cristo nos revela el amor del Padre porque es el Padre quien lo envía, nos lo ha revelado la segunda lectura de hoy: «En esto se manifiesta el amor que Dios nos tiene: En que Dios mandó a su propio Hijo para que vivamos por medio de él». Diríamos que es una locura la de un padre al entregar a su hijo para redimir a otro ser extraño. Pues ésa es la locura de Dios: Nos dio a su propio Hijo para salvarnos a nosotros, que éramos sus enemigos. Tomó la iniciativa y Cristo nos ha revelado que él ha venido, no por voluntad propia, sino enviado por el Padre. Siempre se presentó así, enviado por el Padre: La doctrina que les predico, es el Padre que me manda a decírsela. Todo es originario en Dios.

En Cristo, Dios entabla con los hombres una serie de relaciones que a la luz de la palabra de Dios, hoy domingo del amor, pueden resumirse así como he tratado de resumirlas yo.

-En Cristo, Dios nos revela su amor. ¡Qué preocupación la de Cristo al predicar! Convencernos que Dios nos ama: «Mi Padre os ama». ¡Qué mensaje más bello! Sólo eso que nos hubiera dicho Cristo: «Vengo a revelarles que el Dios, que los ha creado, los ama. Y en los momentos difíciles de su historia -como está hoy nuestra Patria- y en los momentos amargos de nuestro hogar desolado, de nuestra enfermedad, de nuestra tristeza; cuando parece que el hombre puede decir como Cristo en la cruz: «Dios mío,   —361→   ¿por qué me has desamparado? ¡No nos ha desamparado, es cuando está más cerca! Está aquilatando tus méritos. Te está probando, que en la hora de la amargura no te abandonará y te hará asumir después, en la gloria de tus méritos, esos momentos amargos que ahora no los comprendes, como el oro no comprende, cuando está en el crisol, todo el fuego que le está madurando.

En Cristo, Dios nos perdona. Nos lo ha dicho la segunda lectura hoy: «Dios envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados». Hermanos, no confiemos que Dios nos va a perdonar por nuestros méritos humanos. Si confiamos que Dios me va a perdonar y me va a dar su cielo a pesar de mis muchos pecados, es por Cristo Nuestro Señor que pagó por mí. Recordemos la historieta que les conté un día, de la artista que había puesto todo su afán en ganar aplausos y en vanidades. Y a la hora de morir presentarme a Dios. El sacerdote tuvo la feliz ocurrencia manos lloraba ante el sacerdote Padre1, ¡me siento vacía! mis manos están vacías para ponerle su crucifijo en sus manos: «ya no están vacías, preséntese con Cristo». ¡Cristo es el mérito de todas las manos vacías!

Hagamos nuestros los méritos de Cristo crucificado. Dios lo envió para que fuera propiciación por nuestros pecados. Si no nos perdona Dios en atención a nuestra humildad, a nuestra pequeñez, a nuestra oración, nos perdona en atención a que Cristo cargó sobre sus espaldas mis pecados y los pagó en la cruz. Cuando yo hago mía, por una solidaridad de fe y de amor, la muerte de Cristo en la cruz, Dios me perdona; no por mí, sino por el Cristo que se dejó crucificar por mis pecados. Él es propiciación por nuestros pecados. En Cristo, Dios me revela su amor, su perdón; me perdona por más graves que sean mis culpas.

En Cristo, Dios establece una relación de amistad. ¿Qué otra relación establece Dios con los hombres en su Hijo Jesucristo? Lo más hermoso, hermanos, una relación de amistad. Nos lo ha revelado Cristo en el evangelio de hoy. «Ya no os llamaré siervos, esclavos, criados, -porque esa categoría de relaciones entre el patrón y el esclavo, no entabla confianza-, Yo os llamo ya amigos, porque os he revelado todo lo que mi Padre me ha dicho». El hijo entra en la confidencia de la familia y vosotros sois hijos y sois mis amigos.

Yo tuve la dicha de conocer la tumba que la tradición dice que es la tumba de Abraham. Un solo nombre lo dice todo: «El Kalil», «El amigo», define la Biblia a Abraham: «El Amigo de Dios». El que platicaba con Dios como un amigo o como nos dice la Biblia de Moisés: platicaba cara a cara con Dios, como un amigo platica con otro amigo. Ésta es la relación que ha establecido Dios con sus cristianos. En Cristo Jesús nos ha mandado a llamar para decirnos: Ya no los quiero llamar siervos, les voy a llamar amigos. ¡Qué hermosa liberación!, somos libres porque Dios nos ha hecho casi sus   —362→   iguales, sus amigos. Ya no hay secretos entre Dios y yo. Platicamos como amigo con amigo. Todos ustedes, queridos hermanos, pueden hoy mismo entablar con Dios una conversación de amigos. Esto es revelar Cristo el amor que el Padre nos tiene. Quiere hacerse nuestro amigo.

Si conmovió tanto Juan Pablo II en su viaje a México es porque, ante todo, quiso aparecer como el amigo. Se ponía los sombreros de los mejicanos, abrazaba a los niños de las mujeres mejicanas, conversaba con los obreros y los mendigos; un amigo en medio de amigos: El Papa. Pero más que el Papa es Dios que en Cristo se ha querido hacer amigo de todos los hombres, hasta del más grande pecador si se arrepiente.

-En Cristo nos ha revelado el Padre una relación de consuelo y alegría. En estas horas de pesimismo de la patria, cuando muchos creen que ya no hay remedio, qué hermoso es oír a Cristo que nos dice en el evangelio de hoy: «Para que por estas palabras tengáis mi alegría y tengáis la plenitud de la alegría». No hay derecho para estar tristes. Un cristiano no puede ser pesimista. Un cristiano siempre debe alentar en su corazón la plenitud de la alegría. Hagan la experiencia, hermanos, yo he tratado de hacerla muchas veces y, en las horas más amargas de las situaciones, cuando más arrecia la calumnia y la persecución, unirme íntimamente a Cristo, el amigo, y sentir más dulzura que no la dan todas las alegrías de la tierra. La alegría de sentirse íntimo de Dios aun cuando el hombre no lo comprenda a uno. Es la alegría más profunda que pueda haber en el corazón.

Cristo, que estaba precisamente en la noche trágica de su vida cuando al día siguiente hasta sus discípulos lo iban a abandonar, les dice esta palabra de alegría, -Él, sin duda, que al subir al Calvario en medio de las amarguras de la pasión, en el fondo de su alma había una plenitud de alegría porque estaba haciendo la voluntad de su Padre, y sentía que Dios no lo abandonaba aun cuando aparentemente parecía un abandono de Dios-: «Para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud».

-Finalmente, en el evangelio de hoy se revela otra maravilla que Cristo hace en nombre del Padre: Personificar nuestra oración. Hoy nos lo ha dicho: «Todo lo que pidáis a mi Padre en mi nombre, se os dará». ¡Qué más queremos! Y quien nos ha dado a su propio Hijo, ¿cómo nos va a negar lo demás que vale menos que su Hijo? No hagamos consistir la vida en bienes transitorios. Pidámosle al Padre los grandes bienes pascuales. Pidamos para nuestra tierra, para nuestra Patria, la paz, la justicia, el amor. Si no lo hemos alcanzado es porque no hemos puesto en práctica estas promesas de Dios. Pero el día en que todo el pueblo salvadoreño, convencido de que Cristo, el Divino Patrono de la Patria, el Divino Salvador del Mundo, ha entablado con Dios y los salvadoreños unas relaciones tan profundas de amor, entonces los salvadoreños nos convertiremos al Señor en el amor, en vez de idolatrar los falsos dioses de la riqueza, del poder y de las cosas de la carne, del dinero, de las cosas de la tierra.

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Lamentablemente esto es lo que pasa, que hemos roto la alianza de amor y no amamos a Dios sobre todas las cosas, sino que sobre Dios amamos como aquel avaro: mi dios es mi dinero; o como aquel lujurioso: Mi dios es el placer de la carne; o como el político: Su dios es el poder. Porque hacemos consistir en estos dioses nuestra oración y no en Cristo. ¡Por eso El Salvador está tan mal! Convirtamos al Señor en el amor y creamos en el amor. Creamos en Cristo que nos ha revelado el amor. No dudemos de él y tengamos plena confianza y todo lo que pidiéramos en el amor, lo alcanzaremos.

3. LOS CRISTIANOS SOMOS LOS RESPONSABLES DEL DINAMISMO DEL AMOR

El amor de Dios en Cristo hizo nacer la Iglesia. Eso es la Iglesia: Ustedes y yo. ¿Por qué? Porque, dice el Concilio Vaticano II, que toma conciencia de lo que es ser Iglesia: «La Iglesia es el sacramento, es decir, signo e instrumento de la íntima unión de los hombres con Dios y de los hombres entre sí». No hay una definición más bella de la Iglesia que esta que define el amor que nos debe unir con Dios y del amor que nos debe unir entre nosotros. Esto es Iglesia.

a) Estamos comprometidos por una alianza que es un mandato de amor

Cuando en el corazón de un cristiano crece su amor hacia Dios y crece su amor hacia el prójimo, entonces ese cristiano está haciendo Iglesia. Yo quisiera subrayar hondamente este pensamiento porque hay muchos que aun perteneciendo a la Iglesia con estas perspectivas de unidad y de comunión con Dios y con los hombres, ponen más confianza en sus opciones políticas. Creen más en el Bloque Popular Revolucionario, creen más en FAPU, creen más en ORDEN, creen más en sus organizaciones terrenales y se olvidan que la fuerza de esas cosas es pasajera, tanto más cuanto más violenta y más crean en la fuerza del odio; pero cuanto más se pone la confianza en unir por el amor a los hombres entre sí y unirlos con Dios, se hace Iglesia, se hace comunión.

Yo quisiera que mis queridos hermanos sacerdotes y las comunidades religiosas y las comunidades eclesiales parroquiales y de base, tuvieran en cuenta que esto es hacer Iglesia. Y se medirá la eficacia de un sacerdote y de una comunidad en la medida en que se sepa hacer comunión; comunión, es decir, amor que une a los hombres entre sí y los une con Dios. Por más brillante que sea la obra de un sacerdote o de una comunidad, pero no deja como huella la comunión en el amor, no ha hecho Iglesia; lamentablemente ha hecho nada más que un cascarón que se rompe frágil. No deja huella lo que no siembra amor.

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Yo quisiera, queridos cristianos, hoy cuando hay tanto fanatismo en las fuerzas políticas y en las fuerzas de la violencia, que no nos dejáramos alucinar por esas luces de bengala. Yo quisiera que en la serenidad tranquila de nuestra fe, viéramos que lo único consistente es la comunión que Cristo nos ha dejado.

Por eso, el tercer pensamiento nos dice: Somos responsables de esa comunión que Cristo nos ha heredado como un gran don pascual. Estamos comprometidos por una alianza que al mismo tiempo es un mandato. Dos veces aparece en el evangelio de hoy la palabra terminante de Cristo: «Éste es mi mandamiento», y al final dice: «Esto os mando». Así, terminante, el que puede mandarnos porque nos ha redimido, porque nos ha comprado con su sangre y somos suyos, nos ha dicho: Esto es lo que yo pido a cambio de mi sacrificio, a cambio de mi redención: «que os améis los unos a los otros».

-Amar: Criterio para saber si somos de Dios...

La segunda lectura de hoy es profunda. Yo quisiera que la reflexionaran ustedes en sus casas. Si no la llevan en sus hijitas, léanla en sus Biblias, la 1.ª Carta de San Juan. Quizás es más profunda que su mismo evangelio, cuando dice: «El que ama, ha nacido de Dios, quien no ama, no ha conocido a Dios». Por eso San Juan de la Cruz escribía en uno de sus versos: «En la tarde de tu vida, te examinarán sobre el amor». Si amas, eres de Dios, has conocido a Dios y vivirás con Dios para siempre. Si no amas, no eres de Dios, no has conocido a Dios. Qué triste es decir: Hay muchos hermanos nuestros que no han conocido a Dios porque en su corazón nunca sonrió el amor. Porque en su corazón siempre hubo amarguras de violencias, de venganzas y de odios.

b) Universalismo del amor:

«Está claro, Dios no hace distinciones, acepta al que lo tome y practica la justicia, sea de la nación que sea».

La primera lectura como que nos da una pauta de los peligros en que puede escollarse nuestro amor: Riesgos.

-Cuando el hombre puede divinizarnos

La primera lectura nos relata cuando San Pedro, invitado por un pagano, el centurión Cornelio, fue desde Joppe porque Dios lo mandaba llamar por medio de unas visiones que lo hizo encontradizo con este pagano, con este centurión. Nos dice que al llegar a la casa del centurión, el centurión Cornelio se arrodilló como reconociendo en él algo divino, y Pedro le dice: «No, no hagas eso, yo no soy más que un hombre como tú».

-Cuando un pueblo o grupo humano se cree superior y discrimina

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Y cuando ven que el Espíritu Santo se ha dado a aquellos paganos -según los judíos, Dios solamente tenía relaciones con el pueblo judío y los gentiles eran tratados como perros, como gentiles (gente aparte), hasta en el templo de la oración de Jerusalén había un atrio que dividía a los gentiles: El atrio de los gentiles. De allí no podía pasar un gentil a la zona de los judíos, porque hasta había sentencia de muerte si pasaba. Eran los exclusivismos, creían que Dios sólo amaba a los judíos -se admiran que Dios dé su espíritu a los gentiles.

Aquí hay muchas lecciones que comentar en este momento en que estamos reflexionando sobre el amor. Si Pedro no hubiera sido humilde y se hubiera dejado adorar como Dios, no hubiera hecho el prodigio que hizo: De bautizar en nombre de Dios a unos que estaban lejos de su fe. Y si los judíos hubieran permanecido en su sentido de discriminación, los gentiles no hubieran dejado bautizar a los gentiles. Dios no hubiera abierto esa compuerta entre el pueblo judío y el pueblo gentil. Dios no hubiera cumplido la promesa de los profetas: De hacer un solo pueblo en la fe en nuestro Señor Jesucristo.

El don del Espíritu es para todos

¿Qué es lo que hizo capaz a la Iglesia de abrazar a todas las razas sin tener discriminación para nadie? El amor que Cristo le enseñó a tener. «El Espíritu Santo -nos dice la primera lectura de hoy- no tiene aceptación de personas». «Está claro -dijo Pedro- que Dios no hace distinciones, acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea». Y cuando vio estos prodigios, San Pedro se pregunta: «¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?» Y los bautizó y comenzó la Iglesia Universal.

Hermanos, lo que puede estorbarnos en nuestro amor son estos sentidos de pequeñez, de mezquindad, de egoísmo, de discriminación. Aquel sí, aquel no; ustedes sí, ustedes no. Son los hombres los que han marcado fronteras en los pueblos de la tierra. Son los hombres los que discriminan las razas unas de otras. Dios no discrimina a nadie. Ojalá tuviéramos un corazón tan amplio como el de Dios, para no discriminar; y un corazón tan humilde como el de Pedro, para no dejarnos endiosar. Esto estorba, esto hace mal. Cuando la política endiosa, cuando el dinero endiosa y los hombres que están arriba, en política o en poder económico, se creen dioses para despreciar a los otros, entonces es cuando están las raíces del mal como las están en nuestra pobre Sociedad. Es necesario retornar a la sencillez de Pedro por más rico que lo sentía, dueño nada menos que de Dios. «No, yo soy como todos los demás y el don que Dios me ha dado es para compartirlo con todos». Vamos a compartirlo y a convivirlo, el Espíritu de Dios se dará también a ustedes.

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-Puebla: La civilización del amor: «¿Qué nos impone el mandamiento del amor?

Si hubiera tiempo, hermanos -siento que el tiempo ha transcurrido mucho-, yo quisiera recalcar el Mensaje de Puebla a los pueblos latinoamericanos, cuando los llama a todos -y por tanto a ustedes que me están escuchando- a ser constructores de la civilización del amor. Si quiera unos conceptos voy a tomar para que resumamos la palabra de Dios hoy, y vean cómo la Iglesia, predicando en América Latina, cómo está predicando ahora en el púlpito de la Iglesia del Rosario en San Salvador, es la Iglesia del Evangelio del Amor; creo que nadie será capaz, por más vil y calumniador que se sienta, de decir que yo hoy he predicado la violencia o he estado contra alguien. He predicado el amor desde las mismas páginas de la palabra santa.

Desde la palabra de los obispos unidos en Puebla, quiero decirles: ¿Qué nos impone el mandamiento del amor? «El cristiano sobrepasa las categorías de todos los regímenes y sistemas». Grábense bien esta palabra: El amor cristiano sobrepasa las categorías de todos los regímenes y sistemas. Me ha dado risa cuando en esta semana me preguntan que si es cierto que mi predicación ya cambió, que si ahora estoy más con unos que con los de antes; que si ya no estoy con los grupos. Queridos hermanos, seamos sinceros, nunca he estado a favor de nadie porque he estado únicamente comprometido con mi Dios. Y siempre he predicado mi autonomía para poder alabar lo bueno que hay en cualquier ser humano, así como para poder reprochar con toda libertad, lo malo e injusto que existe en cualquier ser humano; para eso está la Iglesia.

Las coyunturas políticas de los pueblos cambian; y la Iglesia no va a ser juguete de ese vaivén de las coyunturas. La Iglesia siempre tendrá que ser el horizonte del amor de Dios que he tratado de esclarecer en esta mañana. Por eso el amor cristiano sobrepasa las categorías de todos los regímenes y sistemas. Si hoy es democracia, si mañana es socialismo, si después es otra cosa, eso no es competencia de la Iglesia. ¡Háganlo ustedes, que son el pueblo; ustedes, que tienen el derecho de organizarse con la libertad que tiene todo pueblo! Organicen su sistema social, la Iglesia se quedará siempre al margen, autónoma, para poder, en cualquier sistema que sea, ser la conciencia, el Juez de las actitudes de los hombres que manejan o que viven en esos sistemas o regímenes, «porque trae consigo la fuerza insuperable del Misterio Pascual, del valor del sufrimientos de la cruz y las señales de victoria y resurrección».

Siempre busquen esto en la Iglesia, hermanos. No busquen a qué lado político está la Iglesia. Busquen su virtualidad de cruz y de su resurrección. Busquen a Cristo en la Iglesia. Busquen al Señor humillado en la crucifixión así como glorioso y victorioso en su Pascua. Busquen siempre   —367→   en la Iglesia el don pascual del amor y lo encontrarán. Otra cosa no pueden encontrar en su Iglesia. Y si alguien quiere manipular la Iglesia para sus intereses políticos, está buscando mal, allí no encontrará.

«El amor produce la felicidad de la comunión e inspira los criterios de la participación... la civilización del amor repudia la violencia, el egoísmo, el derroche, la explotación y los desatinos morales». No me voy a prolongar más, pero ya el Documento de Puebla que pueden ir teniendo en sus manos les da toda esa doctrina para que vayamos conociendo a nuestra Iglesia cada día más.

HECHOS ECLESIALES

La Iglesia se concreta así en la comunidad; y la comunidad tiene sus efemérides, sus acontecimientos que hay que saberlos distinguir también de las coyunturas políticas. Les decía al principio que vamos caminando en el año litúrgico, esto sí es vida de la Iglesia, y que dentro de quince días celebraremos Pentecostés; y con Pentecostés, la venida del Espíritu Santo, vamos a celebrar el día del Seminario.

Esto nos interesa: Tener seminario donde los jóvenes que quieran continuar la misión de Cristo aprendan esos criterios de auténtica Iglesia. Yo quiero saludar esta mañana al simpático grupo del Seminario Menor de Chalatenango, donde allá hay una verdadera cantera de vocaciones. Chalatenango ha sido tierra que nos ha provisto de muchas vocaciones sacerdotales y por eso hemos querido hacer un esfuerzo y sostener allá un Seminario Menor, del cual tenemos hoy una participación muy entusiasta en la parte del canto de esta mañana, y así como tenemos también aquí nuestro Seminario Menor, y nuestro Seminario Mayor, es de todos ustedes, queridos hermanos, así a todos nos toca apoyarlos moral, espiritual y también económicamente. El próximo día del Seminario haremos una colecta específica, para ayudar a esta gran obra que tanto nos cuesta, pero que nos inspira sacrificio con mucho amor.

Quisiera hacer un llamamiento a la juventud para el día de Pentecostés. Los que no se han confirmado, que se preparen para dentro de quince días. Aquí en la Misa de 8, si hay jóvenes de confirmación, celebraremos la venida del Espíritu Santo con ese sacramento de la Confirmación. Ya algunos grupos se han anunciado y espero que algunos otros se sumen a ellos. Y los que ya somos confirmados, aprovechemos la fiesta de Pentecostés para renovar nuestro compromiso con el Espíritu Santo.

Como comunidad Iglesia, inspirado en el amor de Dios, no debemos olvidar la presencia y el cariño de María, Madre de la Iglesia, el 24 de mayo, ustedes saben, es la fiesta de María Auxiliadora. Los PP. Salesianos, gracias a Dios, mantienen este culto a la Santísima Auxiliadora. Queremos   —368→   que todos, en estos últimos días de mayo, intensifiquemos nuestra oración. Cabalmente, por eso quiero hacerme eco a la iniciativa de la CONFRES (Conferencia de Religiosos de El Salvador), que junto con un pronunciamiento de solidaridad con el llamamiento que el Arzobispo ha hecho para solucionar el problema de El Salvador, llaman a una vigilia de oración en una fecha que se anunciará próximamente.

Quiero agradecer y felicitar a las comunidades eclesiales de base por su iniciativa de tener una semana de oración. Ojalá que encuentren mucha participación, ya que desde el martes de este semana, martes 22 de 7 a 9 de la noche, en diversas parroquias se comenzará así: El jueves 24, en El Despertar, San Antonio Abad; el viernes 25, en Zacamil; el sábado 26, en San Francisco Mejicanos; el domingo 27, en Miramonte y el 28 en Plan del Pino. Bendito sea Dios, que hay inspiración de plegaria en nuestra Iglesia. Todos oremos mucho poniendo por intercesora a la Santísima Virgen.

Quiero agradecer la atención que me dispensaron en la parroquia de Colón ayer, cuando fui a visitar una zona rural para dar también allá el sacramento de la Confirmación, a jóvenes.

Saludo al nuevo Superior y párroco de esta Iglesia del Rosario, P. Rodríguez, que junto con el P. José Luis y con la comunidad dominicana, seguirán dándole exquisita atención a esta Iglesia de la Virgen del Rosario, que hoy, con tanto sentido de hospitalidad, nos acoge en nuestras misas dominicales mientras dure la ocupación de Catedral.

En la vida de nuestra Iglesia ha habido también horas dolorosas. Por ejemplo, el ultraje que esta semana se hizo a la Comunidad de Religiosas Guadalupanas, en Arcatao. Las Hnas. Nicolasa Ramírez y Beatriz Velásquez fueron subidas a un carro de Migración, diciéndoles que había un asunto de Migración y que después las iban a llevar a su Colegio Guadalupano aquí en San Salvador. Lo cual no fue más que un engaño, porque fueron a dejarlas en la frontera de las Chinamas y allá, apenas con Q3.00, a las pobres las despachan a media noche hasta Guatemala, donde han tenido que correr aventuras de desterradas por nuestra Iglesia. Gracias a Dios que parece que todo se arreglará y volverán. Todavía no puedo decir la última palabra, pero seguro que no sea más que un incidente -muy desagradable, por cierto-, en que la Iglesia lamenta esta falta de comprensión y de relaciones meramente humanas.

Quiero solidarizarme con el P. Walter Guerra, Párroco de Armenia, que me enseñó sus dedos pulgares todavía muertos por la amarrada que le dieron y los golpes que le dieron en la cara, teniéndolo como el instigador de la revoltosidad en Armenia. Gracias a Dios que el pueblo entero no pensó así y que lo defendió oportunamente. En Orientación de hoy pueden ver los relatos de lo que sucedió en Armenia.

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Anoche tuve noticias de un atentado de incendio contra el convento de Tamanique. No sabemos el origen, pero ciertamente ha habido mano criminal que regó gasolina y comenzaba a prender fuego el convento, donde la Madre Juanita realizaba una obra pastoral muy de acuerdo con la línea pastoral de la Iglesia.

Quiero unirme a la preocupación del Colegio de la Asunción por la muerte en asesinato de su policía que vigila el tránsito y hacía simplemente un oficio de colaboración con el Colegio, el Sr. Flamenco. Para él también nuestras oraciones.

En la Parroquia Miramonte hubo intento de bloquear y de intimidar una procesión de antorchas que la parroquia había organizado en el segundo aniversario de la muerte del P. Navarro.

Queridos hermanos, yo creo que todo esto son notas que con toda razón se puede llamar persecución. Esto no es un estímulo para la Iglesia, sino un estorbo a su trabajo.

HECHOS DE LA REALIDAD NACIONAL

Viendo ya la perspectiva desde nuestra comunidad, continúa sin resolverse el conflicto entre el Gobierno y el BPR. Se mantiene tomada nuestra Catedral. Yo quiero agradecerle a Mons. Modesto López Portillo, y a sus colaboradores, la fidelidad con que están cuidando los intereses de nuestra Catedral. Lo mismo que a los trabajadores, por la prudencia con que van llevando la construcción de la obra en estas circunstancias.

La Embajada de Francia continúa ocupada y el Sr. Embajador Especial demuestra el dolor que le causa la incomprensión ante una pretensión de diálogo. Dentro de la Embajada hay una anciana de 70 años; hay personas con complicaciones en el corazón y tienen que dormir en el suelo. ¡Un trato más humano para ellos siquiera! Y la embajada de Venezuela, también continúa con sus rehenes.

También se tomaron otras iglesias en estos días

La de María Auxiliadora, aquí en la capital; El Calvario; en Apopa, en Suchitoto, en San Antonio de los Ranchos, en Aguilares y San Martín de Porres en Santa Ana. Además de otros locales como la Escuela Joaquín Rodezno y la planta central de Pan Lido.

El saldo que ya va dejando este conflicto es espantoso. Y por lo menos se suman 54 muertes de ambas partes; 70 heridos, 25 capturados, 3 expatriados, 30 vehículos quemados.

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También el FAPU sufrió represión al querer hacer una manifestación. Tuvo de saldo un muerto y 6 heridos, se tomó el templo de Soyapango y El Calvario.

Ante este conflicto, el Arzobispo ha hecho un llamamiento. Yendo más a fondo en buscar una solución a nuestra crisis misma estructural, yo quisiera repetir mis puntos de vista brevemente, para pedir que la solución justa y razonable sería reconocer el abuso que se ha cometido con tres líderes que aún no han sido consignados ni puestos en libertad y que se sancione a los responsables de la violación de estos derechos, conforme a la ley. Está escrito mi pronunciamiento y salió en los periódicos. «No basta con que continúa negándose que estén en las cárceles de los cuerpos de seguridad. Existen razones suficientes para pensar que estas tres personas han sido capturadas por ellos. Otros casos similares han sido investigados, comprobados y denunciados por organismos internacionales que han venido a investigar este tipo de violaciones. Negar que tienen capturados a estos líderes, es aún entrar más en la desconfianza popular y el descrédito internacional. Reconocer la falta y castigar a los responsables, es signo de querer empezar a solucionar los graves problemas de nuestra Patria y es un medio de adquirir credibilidad para poderlo hacer».

Pero también escribo esto: «En caso de que el Gobierno errónea e injustamente siga obstinado en no reconocer este abuso de poder, proponemos a los dirigentes del BPR pongan un plazo corto para terminar este conflicto. Ya han alcanzado los objetivos que se propusieron al organizar las medidas de presión que han estado realizando estos días. Lograron la libertad de su Secretario General y del estudiante de la UCA, consiguieron que a nivel nacional e internacional se supiera que los cuerpos de seguridad han desaparecido a otros tres capturados, han tenido el apoyo y la solidaridad de miles de personas que los acompañaron a enterrar a las víctimas de la masacre del 8 de mayo.

Si el Gobierno no cede consignando o liberando a los tres líderes que faltan, es porque probablemente haya que tener algo fatal. De este hecho la mayoría del pueblo ya está enterada y convencida.

Existen otros motivos de carácter popular y aun humanitario que deben moverlos a no ser intransigentes, sino más reflexivos y consecuentes para terminar con las quemas de los buses, tomas de templos y embajadas, etc. Necesitamos crear un clima que permita plantear, estudiar y resolver los problemas estructurales que están a la raíz del crecimiento del malestar popular.

El pueblo, sobre todo el no consciente ni organizado, está molesto con las quemas de buses porque han sido nocivas para sus intereses.

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Las personas que el Bloque está reteniendo en las embajadas necesitan gozar de su libertad y algunas de ellas restablecerse de la tensión que han vivido en estos días.

Hace falta que la Catedral, y los demás templos ocupados, prosigan la labor pastoral en beneficio del pueblo.

Continuar manteniendo las tomas y agitando el país nos parece desproporcionado a los objetivos que les falta por alcanzar. Queremos decirlo claramente:

NO LO APROBAMOS. Esto en cuanto a la situación coyuntural.

Con estas circunstancias, han llegado algunas muestras de solidaridad de carácter internacional y nacional al Arzobispado. Quiero agradecer de manera especial la carta de Adveniat: «Sufrimos con las familias afectadas y sumergidas en luto por sus maridos, padres y hermanos muertos en actos de violencia. Queremos acompañar a su Excelencia, como padre y pastor de la Arquidiócesis, en el dolor. Y yo personalmente recordaré, en la Santa Misa, las almas de los difuntos, rogando a Nuestro Señor por la pronta convalecencia de los heridos. Mons. Esteleleri, Director de Adveniat» Así han llegado otras cartas.

Quiero agradecer las referencias del periódico El Independiente, que ha iniciado su tercera etapa.

Además del pronunciamiento del Consejo Superior Universitario de la Universidad Nacional, a la cual me referí el domingo pasado, en esta semana se han pronunciado en la crisis actual la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, el Partido político MNR, la Conferencia de Religiosos y Religiosas y también la Presidencia de la República, en el discurso que todos escuchamos.

Nos alegra que el Sr. Presidente esta vez no haya reaccionado recrudeciendo la represión y esperamos que los hechos se encargarán de dar credibilidad ante el escepticismo con que muchos han acogido sus palabras. Hubiéramos deseado de nuestra parte oír una respuesta concreta a las peticiones hechas acerca de los desaparecidos, que son el motivo inmediato de las fuertes tensiones políticas de estos días. Por nuestra parte ya les leí cuál es nuestro pensamiento.

Acerca de las palabras en general de ese mensaje presidencial, yo solamente quisiera decir: 1.º) Que la Iglesia ya ha dicho su opinión y ha expresado su buena voluntad en ese mensaje que está a la vista de todos. 2.º) Que necesita hechos concretos como signos de credibilidad para las promesas que ahí se hacen: y 3.º) Que la Iglesia buscará siempre, en toda   —372→   relación, el servicio a la vocación integral del hombre, tanto en lo personal como en lo social, es decir, la reciente Conferencia de Puebla confirmó la opción de Medellín al compromiso preferencial por los pobres, por lo que procuremos seguir fieles defensores de los justos intereses del pueblo.

Estamos convencidos que entre más se les margine y explote, más expuestos están a reaccionar con una violencia desesperada y mayor es la injusticia que se comete estructuralmente en contra de ellos. En cualquier sistema o coyuntura política, la Iglesia -repetimos- no se identifica con ninguna opción concreta política, sino que apoya lo que en ella haya de justo, así como está dispuesta a denunciar siempre lo que tenga de injusto. No dejará de ser voz de los que no tienen voz, mientras haya oprimidos, marginados de la participación en la gestación y en los beneficios del desarrollo del país.

La Iglesia no dejará de predicar el amor mientras exista egoísmo, rencor y odio entre los hombres y ofrece todos los medios que están a su alcance como cooperación para solucionar nuestras grandes dificultades. Esperamos que todos los sectores respondan con responsabilidad y generosidad y no se quede todo en una mera manifestación de juicios, y soluciones, ofrecimientos, sino que colaboremos todos eficazmente para salir de esta crisis.

En cuanto a los pronunciamientos de la UCA y del BPR, queremos dejar a los técnicos y al pueblo que opinen sobre sus análisis y soluciones. Por nuestra parte sólo queremos subrayar, en el pronunciamientos de la UCA, su petición de cese de la represión, de las capturas ilegales y de la tortura; que se reconozca y favorezca el derecho de organización campesina y sindical, y que se esclarezca la suerte de todos los desaparecidos después de haber sido capturados por los cuerpos de seguridad.

Como solidarios con el sufrimiento humano y las preocupaciones de la familia, queremos también llevar al público de nuestra Catedral, de nuestra Misa dominical, la queja de la Confederación Universitaria de Trabajadores Salvadoreños, acerca de su Secretario de Finanzas, José Guillermo Rivas Flores, quien fue capturado por la Policía Nacional. A los demás trabajadores ya los dejaron libres, pero de él todavía no se sabe.

Queremos unirnos a la aflicción de las familias que han visto capturados a sus seres queridos y esperan saber algo de su suerte: José Armando Flores León, en la ciudad de Santa Ana; Andrés Molina Clímaco, campesino en San Nicolás Lempa; Héctor Antonio Benítez Castellón y Alejandro Humberto Alarcón, en Santa Ana; José Amílcar Mateu y Naun Choto en El Congo; Carlos Delgado y Blanca Alas, campesinos en la población de San José Las Flores de Chalatenango; Jorge Antonio Ascencio Álvarez, campesino, en la Iglesia de Santa Lucía de Zacatecoluca; Pedro Abrego en   —373→   El Tablón, Dulce Nombre de María; Lucio Cándido Alfaro, campesino, en El Carao y Juan Francisco Romero, capturado a inmediaciones de la estación del ferrocarril, en Zacatecoluca.

PENSAMIENTO FINAL

-Terminamos donde había comenzado, hermanos, un llamamiento al amor.

La situación de nuestro país está muy lejos de este mensaje que la Sagrada Biblia nos ha dejado en esta mañana, pero ojalá como cristianos en esta reflexión y ante situaciones concretas en que más se transpira el odio, la venganza, los intereses de la tierra que las grandes aspiraciones que Cristo vino a traer al mundo en su siembra de amor y de elevación hasta la unión con Dios de donde procede el amor que vino a salvarnos, nosotros cristianos, depositarios de todo este mensaje del amor de Cristo, hagamos de nuestra parte todo lo que esté a nuestro alcance, para cumplir lo que Cristo Nuestro Señor nos ha dejado en las palabras bíblicas de esta mañana: «Esto os mando, que os améis como Yo os he amado». Así sea.



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ArribaAbajoLa Ascensión del Señor, proclamación de la transcendencia humana

Homilía de la Ascensión del Señor
27 de mayo de 1979

Hechos 1, 1, 11
Efesios 1, 17-23
Marcos 16, 15-20

Queridos hermanos:

Circunstancias. Anécdotas: El capitán del barco al aprendiz de marinero que se mareaba al subir al mástil: «Mira para arriba».

Desde que era seminarista escuché algo que hoy, en estas circunstancias, me viene muy a la mente y quisiera transmitirle a ustedes. Es la historia de un aprendiz de marinero que lo mandaron a componer algo en el mástil y desde aquella altura, al mirar el mar revuelto, se mareaba y estaba para caer; el capitán, que se dio cuenta, le dice: «¡Muchacho, mira hacia arriba!». Y fue su salvación. Mirando hacia arriba dejó de ver aquel mar revuelto que lo mareaba y pudo hacer su operación tranquilo.

-También aquí esta semana el ambiente ofrece la imagen de un mar alborotado y muchos se marean. Mirar para arriba... Tal la fiesta litúrgica de la Ascensión.

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Digo que me viene esta comparación porque la mayoría de nuestros hermanos salvadoreños como que se encuentran así, viendo el mar alborotado de nuestra historia, confusos, casi pierden la esperanza. Y es oportuno cómo, en estas circunstancias de nuestra historia, aparece el año litúrgico ofreciéndonos hoy como un grito de alerta: ¡Miren hacia arriba! Es la fiesta de la Ascensión del Señor. Aquel cuerpo de hombre, que es al mismo tiempo Dios, subiendo sobre el vaivén de las cosas de la tierra para situarnos en una perspectiva de eternidad sobre las cosas que pasan: Creo que es la mejor orientación en esta hora de confusiones.

Nuestro ambiente está muy tenso. Hay muchos muertos que ya se han presentado ente el Tribunal de Dios a dar cuenta de su actuación en la vida; casi, diríamos, que la Patria se ha convertido en un campo de guerra. Hay muchos hogares de luto. Muchos sin duda tendrán la esperanza cristiana y orarán con serenidad, pero hay otros que anidan sentimientos de venganzas, de rencores, de violencia. Hay muchos heridos. Hay dos fuerzas en choque ensangrentadas y temerosas mutuamente. Hay mucho odio, hay mucho miedo, hay tensión y alarma; y el pueblo, bajo un Estado de Sitio como que se toma más tímido por una parte y por otra, tal vez, más agresivo. En una palabra, nos toca vivir esta celebración de la Ascensión del Señor cuando todo aquí abajo en la tierra nos invita a no evadir -el cristiano no huye- sino a encarnarse más en la historia pero con una perspectiva de cielo. El cristiano juzga la historia con criterios de eternidad.

-La Catedral, como otros templos desocupados, parece una nave que se rehace después del vendaval...

He aquí que el llamamiento desde esta Catedral -lástima que nuestra emisora también nos está sometiendo a prueba, un desperfecto técnico no ha permitido transmitir hoy esta homilía- es también el símbolo de una nave que se rehace después de un vendaval. Nos la han ocupado, estaba cerrada al culto; y esta semana, por fin, gracias a Dios, se abre nuevamente al culto. El estimado rector de la Catedral ha rezado sobre el templo las plegarias de desagravio que se acostumbran para abrir nuevamente al culto estas naves que siguen balancéandose sobre el mar de la historia.

-La vida y la muerte necesitan un sentido; ¿qué sentido tiene el gobierno de un pueblo, las reivindicaciones del pueblo, el bienestar del dinero, la miseria la marginación?

Pero quienes entran a esta nave que es símbolo de la unidad y de la doctrina, de la serenidad y de la voz eterna de la Iglesia, aun cuando se altere con otras voces porque no encuentran otros cauces donde pronunciarse, la voz de la Iglesia seguirá siendo conocida y quiere ser, a pesar de la distorsión y de la mala voluntad, de la calumnia y de la difamación, la voz que predica el mensaje eterno del Señor que desde las alturas del cielo   —376→   atrae hacia sí a todas las cosas, para decirnos el sentido de la vida y de la muerte, el sentido del Gobierno y de las luchas reivindicadoras, el sentido del bienestar, la miseria, de la marginación, las situaciones de pecado, para que ya hagamos de esta tierra, iluminados por esa visión de la eternidad, lo que debe ser la tierra: No un campo de guerra, no un desahogo de pasiones, sino la antesala del cielo, la peregrinación de los hermanos, todos hijos de Dios, en pos de aquella cabeza como acabamos de cantar en la oración: Cabeza que ya entró al cielo y que va arrastrando en pos de sí a todos los que lo quieran seguir con amor, con fe, con esperanza.

-Sólo Cristo puede dar sentido a la vida; y la fiesta de la Ascensión es una perspectiva certera desde la eternidad.

Ésta es la verdadera gracia pascual que hemos estado meditando durante todo este tiempo de la resurrección de Cristo. El cumplimiento de tantas bendiciones de Dios con que culmina ahora en este mensaje de la Ascensión el regalo estupendo del Cristo subido a los cielos y de un llamamiento que nos dice a los hombres el sentido verdadero de la vida y de la muerte.

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR, PROCLAMACIÓN DE LA TRASCENDENCIA HUMANA

1. Cristo, fuente de la trascendencia cristiana.

2. La Iglesia, una misión de trascendencia.

3. Todo hombre tiene una vocación de trascendencia.

1. CRISTO, FUENTE DE LA TRASCENDENCIA CRISTIANA

¿Qué quiere decir trascendencia? Es como irrumpir circunscripciones. Es como no dejarse aprisionar por la materia. Es como decir el hombre en su reflexión: Estoy por encima de todas las cosas que me quieren encadenar; ni la muerte, ni la vida, ni el dinero, ni el poder, ni los halagos, nada puede sustraer al hombre de esta vocación trascendental. Hay algo más allá de la historia, hay algo que transpone los umbrales de la materia y del tiempo, hay algo que por eso se llama lo trascendente, lo escatológico, el más allá, la meta final. Dios que no se deja abarcar por las cosas sino que lo abarca todo, ésa es la meta a la que nos llama Cristo resucitado.

a) ¿Qué celebra la Iglesia en la Ascensión del Señor?

Como hecho histórico, le pone dimensiones históricas. Cuarenta días después de resucitado, después de haber hablado con sus apóstoles del Reino de Dios, después de haberse aparecido innumerables veces.

Todos estos acontecimientos históricos que el evangelista tenía que situarlos,   —377→   al menos, en un término simbólico. Cuarenta días no es una dimensión cronológica de exactitud. En el Evangelio quiere decir un número simbólico, lo necesario como para empalmar la enseñanza del Dios que vino, trayéndonos el mensaje, con unos hombres que se habituaron a ser testigos del Cristo resucitado. Es como número de perfección, como número de cuaresma, como número de plenitud, como número de coordinación entre el mensaje que Cristo trajo y el que los hombres han de llevar. Cuarenta días, como quien dice, ya empalmó completamente Cristo con la humanidad.

-Celebramos más bien el hecho teológico: La glorificación de Cristo

En nuestra catequesis de la Ascensión, más que la dimensión de 40 días, lo que interesa es que aquí celebramos un hecho teológico. El hecho de la glorificación del Hijo de Dios. Poco antes de morir, Cristo engloba en una sola palabra la hora de la glorificación: Tanto la muerte como la resurrección, como la Ascensión y el envío del Espíritu Santo. Todo es un solo hecho teológico: «Os conviene que Yo me vaya porque, si no me voy y no soy glorificado por el Padre, no podré enviaros el Espíritu que empalmará mi vida divina con la vida divina de vosotros: La Iglesia». El hecho teológico que hoy celebramos es lo que más interesa, es el hecho de que Cristo ha sido asumido con todos sus méritos, con todas sus enseñanzas, con toda su Iglesia; es un solo Cristo y la Iglesia, que es hoy asumido a la gloria del Padre. Por eso Cristo se presenta más que todo, hoy, camino hacia la trascendencia.

b) Cristo, camino hacia la trascendencia

El Evangelio nos ha dicho: «El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios». Esta expresión: «sentarse a la derecha de Dios» no hay que tomarla en sentido literal, porque literal, porque Dios no tiene cuerpo, no tiene derecha ni izquierda; pero era el concepto tomado del Salmo 110: «Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha». Un salmo que canta la realeza del Rey de Israel. Para los orientales, para los hebreos, el reinado, la autoridad, era una participación de Dios y el Rey como que estaba sentado a la derecha de Dios participando de su realeza. Así se explica la expresión de nuestro Credo: «Subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre». Quiere decir, ha sido asumido para participar de la autoridad, de la grandeza, de la gloria de Dios. Es un hombre que nació de una mujer pero encarnando una persona divina; y cuando cumplió su misión histórica en la tierra, no sólo lo divino sino lo humano, lo que nació de María, lo que lleva nuestra humanidad, un hombre de carne y hueso como nosotros, ha subido también a hacerse Dios, a participar de lo divino. Cristo es Dios, Cristo es hombre que sentado a la derecha de Dios disfruta todas las prerrogativas de Dios. Y nosotros,   —378→   que hemos sido llevados con él, hemos recibido también esa vocación de lo divino. Es camino hacia la trascendencia y nos levanta a ver más allá de la historia.

-Nos levanta a ver más allá de la historia

La primera lectura de hoy nos invitaba, con los apóstoles, a «aguardar a que se cumpla la promesa de mi Padre». Él es el que lo da todo y los hombres tenemos que esperar, de aquella trascendencia, la fuerza que puede transformar este mundo.

-La segunda lectura, lo llama «el Padre de la gloria... su poder por encima de todo poder». Allá está la verdadera trascendencia de donde deriva la inteligencia de los hombres, la capacidad organizativa de los seres humanos. Todas las capacidades que los hombres tenemos han venido de allá, de la fuente de la trascendencia y por eso se orientan hacia allá.

Nos ha hablado, la lectura sagrada de hoy, de la potencia del Espíritu Santo. Dice que Cristo: «Movido por el Espíritu...» es elevado. El camino de la trascendencia sólo lo puede recorrer la fuerza del espíritu. Es el triunfo de Cristo sobre toda la naturaleza. Un día dijo Cristo: «Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré todas las cosas hacia Mí». Y Cristo aparece hoy, en esa plenitud de su destino.

San Pablo descubre el secreto de los proyectos de Dios y encuentra a Cristo como en la cima de todos los ideales de Dios. Todo fue creado por él y para él. Toda creatura, así sea el hombre más inteligente, es creatura. No tiene razón de ser si no es orientándose hacia aquel por quien fueron hechas todas las cosas y para el cual son todas las cosas. En la segunda lectura de hoy, también se habla del Cristo que planifica todo. Es decir, la creatura está vacía cuando se la quiere divorciar del creador. Así como un rayo de luz, cuando se quisiera separar del foco, se convierte en tinieblas, el hombre, la creatura, el sol, la estrella, todo cuanto existe, si se separa de esa plenitud que le da el ser queda vacío. El hombre es un absurdo, cuando no se orienta hacia Dios. Cristo aparece hoy como la clave de toda la historia, como fuente de la trascendencia.

2. LA IGLESIA, UNA MISIÓN DE TRASCENDENCIA

a) Empalme de la vida de Cristo con la misión de la Iglesia. «Id por todo el mundo...»

Escuchábamos hoy en el Evangelio al clausurar San Marcos sus páginas sagradas: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación». Y en la segunda lectura, que es una reflexión sobre esa gloria que Cristo hace suya en esta fiesta de Ascensión, se nos presenta también   —379→   a la Iglesia como cuerpo que completa la existencia de esa cabeza gloriosa: Cristo; y que desde esa Iglesia, que es su cuerpo, Cristo es Rey del universo. ¡Qué honor para los que formamos la Iglesia! Nosotros somos la plenitud de Cristo, nosotros somos como el complemento del Dios que se hizo hombre.

b) La trascendencia de Cristo no se va con él, sino que se queda en la historia para que la Iglesia la siga proclamando.

La Iglesia tiene que realizar en la historia la gran misión de Nuestro Señor Jesucristo. Y si la misión de Cristo es una misión de trascendencia, la Iglesia no se puede entender sin un sentido profundo de trascendencia.

-El Señor actuaba con ellos. La Ascensión hace a Cristo más presente en la vida de toda la Iglesia.

¿Qué quiere decir esto? En el Evangelio de hoy, cuando nos dice de los primeros creyentes de Cristo que hacían signos: No les hacían daño los venenos, hablaban diversos lenguajes, eran signos del poder de Dios para decir que con la Iglesia iba esa potencia del Dios que lo ha creado todo. El sentido de los carismas, el sentido de estos prodigios de las curaciones, de las lenguas, no son juguetes, no son exhibicionismo ni vanidades, sucedieron en un tiempo cuando se necesitaba, como dice San Agustín, «Para regar el arbolito de la Iglesia». Como todo arbolito que se riega necesita esa agua de los prodigios de Dios, una vez que el árbol se ha hecho corpulento, ya no lo estamos regando. Aunque florece el árbol, y cada floración, y cada cohollo es como una vida nueva que en el árbol, a veces centenario y quizás milenario, está indicando que hay vida, ternura, hay frescura, así es la Iglesia. La Iglesia sigue siendo prodigio de Dios en la historia pero lo será mientras se oriente en su función trascendente. Yo quiero recalcar mucho este sentido, queridos hermanos, para que comprendamos, en una hora de tantas confusiones, qué es la Iglesia y qué no es la Iglesia.

-La Iglesia y el hombre en Cristo...

Dice el Papa en su Encíclica «Redemptor Hominis»: «Jesucristo es el camino principal de la Iglesia. Él mismo es nuestro camino hacia la casa del Padre y es también el camino hacia cada hombre». ¡Miren qué imagen más bella! Cristo es camino que nos lleva a la trascendencia del Padre, pero Cristo también es el camino de la Iglesia que lo lleva a cada hombre. En este momento, ustedes para mí no son una multitud, son un conjunto de hombres. Cada uno tiene un camino que lo conecta con Dios; y la misión de la Iglesia que predica, y santifica, y orienta, es, precisamente, poner en contacto a cada uno de ustedes con Dios. Y nos dice el Papa: «Cristo es el camino por el cual la Iglesia camina hacia cada hombre». Los caminos   —380→   que ustedes han traído hoy, para que nos reunamos todos en Catedral, son caminos de la Iglesia. Mi palabra en este momento está caminando por caminos de Iglesia a cada uno de ustedes y no tendría ninguna eficacia si no fuera que camina por el camino verdadero que es Cristo. Si yo no les predicara a Cristo, si no los llamara a todos: A justos y pecadores, a opresores y oprimidos -como se gusta decir hoy- no caminará por caminos de Iglesia. A todos tiene que llegar este camino si quieren ser salvos y la Iglesia es la encargada de caminar este difícil camino de Cristo en conexión con cada hombre.

«En este camino que conduce de Cristo al hombre, en este camino por el que Cristo se une a todo hombre, la Iglesia -óiganlo bien- no puede ser detenida por nadie...» Me alegro que esta mañana el aplauso es para el Papa y que mi pensamiento coincida plenamente con el de él. La Iglesia no quiere otra cosa más que llevar a Cristo al hombre y en este camino nadie la puede detener. «Ésta es la exigencia del bien temporal y del bien eterno del hombre». Fíjense: El bien temporal no es meterse en política. Cuando la Iglesia habla también del bien temporal, sabe que no lo alcanzará el hombre mientras no respete el camino que conecte al hombre con Cristo. Ésta es la exigencia del bien temporal y del bien eterno del hombre.

«La Iglesia, en consideración de Cristo y en razón del misterio que constituye la vida de la Iglesia misma, no puede permanecer insensible a todo lo que sirve al verdadero bien del hombre, como tampoco puede permanecer indiferente a lo que lo amenaza. El Concilio II ha expresado esta solicitud fundamental de la Iglesia, a fin de que «la vida en el mundo sea más conforme a la eminente dignidad del hombre en todos sus aspectos, para hacerla 'cada vez más humana'». Ésta es la solicitud del mismo Cristo, el Buen Pastor de todos los hombres -y dice el Concilio- «...la Iglesia que por razón de su ministerio y de su competencia, de ninguna manera se confunde con la comunidad política y no está vinculada a ningún sistema político, es al mismo tiempo el signo y la salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana». Esto hace la Iglesia en medio de todas las complicaciones políticas, Ella no hace política, Ella se acerca a la política para defender al hombre en su trascendencia y para decirle a todos los regímenes, sean totalitarios o democráticos, sean comunistas, socialistas o de cualquier signo histórico: La Iglesia no profesa ningún sistema porque a todos los sistemas les tiene que decir: Lo importante es el hombre y su trascendencia y hay que respetar esa trascendencia, esa unión del hombre con Dios, la cual hay que respetar bajo cualquier sistema político.

3. LA VOCACIÓN TRASCENDENTE DE TODO HOMBRE

a) Llamamiento universal: Nadie excluido. Predicar a toda creatura.

En la fiesta de hoy, y por lo que acabamos de estar diciendo, cada hombre, cada uno de nosotros, aunque hubiera aquí algún ateo que se   —381→   gloría de no creer en Dios, no es el que define su naturaleza y su relación con su Creador. Aun protestando de Dios, el hombre siempre es un ser trascendente hacia Dios y siempre, hasta en el incrédulo, se tiene que verificar lo que decía San Agustín, el gran humanista, que también caminó por caminos de incredulidad y no fue feliz hasta llegar a decir esta frase; «Nos hiciste Señor para Ti, y nuestro corazón anda inquieto hasta descansar en Ti». Sólo Dios es el punto de gravedad en que el hombre descansa. Como cuando la piedra ha llegado al abismo, como cuando Cristo ha subido hasta Dios.

Por eso, Cristo subiendo a los cielos, aquellos músculos, aquellos nervios, aquella vida nacida de una mujer como la nuestra, que también nació de una mujer, nos está diciendo el verdadero destino trascendente de nuestra vida. El misterio del hombre, dice el Concilio Vaticano II en una frase genial: «El misterio del hombre, solamente puede esclarecerse por el misterio del Dios que se hizo hombre», si no fuera por Cristo, el Hijo del hombre, todos los hombres no seríamos más que un absurdo. Si tienen sentido las luchas reivindicativas de la dignidad, de la libertad, de la igualdad de los hombres, solamente será a la luz de Cristo. Por eso el Papa decía también a los hombres de hoy, a los que luchan por la libertad y por las justas reivindicaciones: «No le tengan miedo a Cristo, ábranle las puertas: Las puertas de la política, las puertas de la economía, las puertas de la sociología, todo recobra sentido cuando lo ilumina la luz del Dios que se hizo hombre». Y si no es así tendremos lo que hemos tenido en estos días: sangre, violencia, venganza, odio; el hombre un lobo para otro hombre, cuando no lo hace otro Cristo su fe en el Señor.

-Cuestión de vida o muerte: El que crea se salvará y quien se resiste a creer se condenará

Hay en la palabra de hoy una disyuntiva de vida o muerte. Cuando Cristo manda a predicar su mensaje, dice: «El que crea se salvará y el que no quiera creer, se condenará». Éste es el anatema más espantoso; nadie es condenado por Dios, Dios ha mandado llamar a todos. «Id y predicad este mensaje a todos». Se condena el hombre por sí solo, el hombre que se abre a ese mensaje de salvación. Se salva porque encuentra el camino de Dios; pero el hombre, que más creído de sus propias industrias cree ser más sabio que Dios y rechaza los mandamientos y la fe, no puede entrar en el Reino de los Cielos. Si en alguna parte se entra libremente, es el cielo. ¡Nadie es metido a la fuerza! Sólo se salva el que libremente se quiere salvar, pero el que no se quiera salvar libremente, alguna parte tiene que ir y Cristo lo ha dicho hoy.

-Meditación personal de la trascendencia. Necesidad de vivir la esperanza cristiana...

Yo quisiera que nos fijáramos mucho en la segunda lectura donde está el problema de la trascendencia del hombre con unas pinceladas inimitables.   —382→   San Pablo dice como en una plegaria que esta mañana se elevará en pos de Cristo que va a los cielos: «Que el Dios del Señor nuestro, Jesucristo...» ¡Qué expresión más dulce! Siempre para San Pablo, Dios es el Dios de Jesucristo, el Dios de los cristianos no tiene que ser otro, es el Dios de Jesucristo, el del que se identificó con los pobres, el del que dio su vida por los demás; el Dios que mandó a su hijo Jesucristo a tomar una preferencia, sin ambigüedades, por los pobres; sin despreciar a los otros, los llamó a todos al campo de los pobres para poderse hacer iguales a él. Nadie está condenado en vida, sólo aquel que rechaza el llamamiento del Cristo pobre y humilde y prefiera más las idolatrías de su riqueza y de su poder.

«... el Padre de la gloria -lo llama San Pablo también hoy-, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo». Esto es un privilegio, una gracia de Dios, llegar a conocer a Dios. Hermanos, yo creo que muchos creen que conocen a Dios y en cambio están adorando ídolos. La Iglesia no quiere ser ya cómplice de falsos dioses. La Iglesia ha tomado un camino bien claro para encontrar al verdadero Dios de Nuestro Señor Jesucristo y no apañar, con piedades hipócritas, falsas adoraciones de falsos dioses.

Es el Dios verdadero el que debe iluminar vuestros ojos, vuestro corazón, para conocerlo donde está el verdadero Dios y no tenerle miedo a los ídolos que quieren competir con ese Dios, pero, que según la misma lectura de hoy, quedan vencidos por el Dios único y verdadero. «Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál es la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el Cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro». Éste es el absoluto, ésta es la fuerza, ésta es la gloria, ésta es la riqueza, ésta es la verdad. No fanaticemos la lucha por las cosas de la tierra.

-Aplicación a la actividad política

Entre lo bueno y justo de las organizaciones que buscan reivindicaciones en medio de tanto pecado e injusticia, da lástima que la perspectiva sea miope y sólo se queden al alcance de bienes temporales, de libertades de la tierra, de igualdades aquí no más en el mundo cuanto más2. Cuando yo escribí en mi carta pastoral el servicio que la Iglesia presta a las justas reivindicaciones de los hombres fue, precisamente, englobar todos esos esfuerzos nobles de libertad, de justicia en la gran liberación, en la liberación de Cristo que está por encima de todas las potestades no sólo en el presente sino en el futuro. Por eso, cuando hablo hoy de que todo hombre tiene una vocación trascendente, yo quiero recordarles, hermanos -porque la   —383→   hora es bien oportuna y me alegro que fue bien oportuno también decir en la carta pastoral antes de que se sacudieran estos vendavales de hoy-, el pensamiento sereno de la Iglesia: «Para luchar por la justicia en una «organización popular» no es necesario ser cristiano ni reconocer explícitamente la fe en Cristo. Se puede ser un buen político o trabajar bien por la realización de una Sociedad más justa sin ser cristiano, con tal que se respete y se tenga en cuenta el valor humano y social de la persona.

Quede bien claro eso. Ninguna organización puede reivindicarse el título cristiano; si es una lucha política, es campo abierto a creyentes y no creyentes; y nadie identifique una organización, mucho menos de fuerza terrorista con la Iglesia; como si toda reivindicación, aunque fuera a fuerza de violencia, quisiera ampararse en la Iglesia. Queda bien clara esa definición.

«Pero los que se profesan cristianos, y como tales se organizan, tienen la obligación de confesar su fe en Cristo y de usar, en su actividad social y política, aquellos métodos que estén de acuerdo con dicha fe». Sigo explicando cómo el fanatismo político, la euforia de las reivindicaciones, puede hacer olvidar las exigencias de la fe cristiana, puede hacer olvidar que la política no es la única dimensión del hombre. Y que para un cristiano la fe es lo primero. Por eso yo reclamo que si algunos cristianos, habiendo sido motivados en un principio por su fe cristiana para tomar un compromiso en favor de los pobres, lamentablemente perdieron aquella fe y la consideran ahora sin valor, como decimos vulgarmente, se aprovechó como una escalera y después se le da la patada. Y esto puede suceder con la Iglesia para quienes la quisieran utilizar; cuando ya no les sirve la Iglesia les sale sobrando. ¡No nos extrañe!, solamente les pediré esto: Los exhortamos a la sinceridad y a no utilizar una fe que ya no tienen para conseguir sus objetivos políticos, por más justos que fueren.

Yo quiero esta reflexión, hermanos, muy nítida en nuestro tiempo, no porque queramos volvernos contra las reivindicaciones justas del pueblo; lo hemos prometido y nos lo exige nuestro compromiso pastoral. La Iglesia del Vaticano II, de Medellín, de Puebla, es bien clara para pedirle a los pastores estar con el pueblo en sus justas reivindicaciones; pero el pueblo de sus justas reivindicaciones tampoco se identifica con las organizaciones, sobre todo cuando ellas ya quisieran ir por otros caminos que no son los de la fe del pueblo. El pueblo sea fiel a su fe y si alguno del pueblo quiere incorporarse a alguna organización, si quiere mantenerse fiel a su fe, tenga en cuenta lo que hemos dicho: La preferencia principal de un cristiano no es el marco político de un sistema o de un grupo, sino su fe en Cristo, la que nunca debe traicionar y ante la cual tiene que estar dispuesto a dejarlo todo, pero no a dejar a Nuestro Señor Jesucristo. Esto quiere decir cuando digo que el hombre tiene una vocación trascendente.

  —384→  

Me da pena, hermanos, pensar cuántos muertos se han presentado ante el Tribunal de Dios en estos días. Ciertamente, Dios habrá tenido en cuenta los móviles justos de cada hombre. ¡Nosotros no podemos juzgar a nadie que haya muerto, sólo Dios juzga! Pero, ciertamente, que allá lo que vale es, ante el Tribunal del Señor, esta trascendencia del hombre que trató de ser justo y buscó la justicia pero con Cristo, la justicia del Reino de Dios, no otra justicia. La justicia del Reino de Dios que es la que brillará por toda la eternidad. Ésta es la Iglesia que yo quisiera, hermanos, que tuvieran clara conciencia de que se está construyendo.

Por eso hagamos ahora un recuento de nuestra historia concreta, de esta Iglesia, pero no olvidemos este sentido trascendente, esta misión trascendente, esa fuente de transcendencia que es Cristo resucitado. Yo quisiera que lo principal de mi mensaje, los domingos en Catedral -o en otra Iglesia cuando la Catedral esté ocupada-, no tenga que ser otro más que éste que le mandó a decir Cristo en el Evangelio de hoy: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio». ¡Que no se nos distorsione, por favor! Que si hemos de tocar las tristes realidades de nuestro ambiente y arde que se toquen esas realidades, no es porque nosotros las queramos ni las provoquemos, sino que las iluminamos con la intención que se van y se curen. Un sentido de conversión, de reino, de vida eterna.

HECHOS ECLESIALES

Quiero alegrarme del desalojo de nuestros templos y poder celebrar ya aquí nuestra Eucaristía. Yo quiero felicitar y agradecer mucho al querido rector de la Catedral, a Monseñor Modesto López, por su prudencia y su lealtad con que ha sabido manejar la situación. Quiero unirme a las preocupaciones de los otros párrocos que tuvieron que soportar también igual prueba en su fidelidad sacerdotal, porque fueron ocupadas y ya desalojadas El Rosario, Concepción y últimamente Suchitoto, donde se veló un matado del FAPU.

Me preocupa no contar ahora con nuestra emisora, pero se trata de fallos técnicos y espero que muy pronto podamos estar otra vez en comunión a través de la radio.

Lamento el robo sacrílego de la Iglesia de Tonacatepeque, una reliquia del patrón San Nicolás, el cáliz con su patena y un acetre fueron desaparecidos.

En mayo, la devoción a la Virgen en nuestra Iglesia no ha disminuido. Si es cierto que otras preocupaciones violentas nos llevaron la atención, siempre hemos pensado en María, nuestra Madre, y a Ella hemos encomendado situaciones difíciles de nuestra Iglesia. En María Auxiliadora, el 24, se celebró con toda la pompa que allí lo saben hacer los Padres Salesianos.

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Me alegra que comunidades eclesiales de base hayan celebrado una semana de oración, todavía hoy y mañana. Hoy, en parroquia Miramonte y mañana en Ermita de Los Pinos se está celebrando esta oración a las 7 de la noche. Clausuramos el mes de mayo el jueves de esta semana 31, en que la liturgia celebra la fiesta de la visita de la Virgen a su prima Santa Isabel.

Quiero recordarles que el próximo domingo es la fiesta de Pentecostés. La solemne clausura del tiempo pascual, la manifestación espléndida de la Iglesia, impulsada por el Espíritu Santo. Coincide con esa fiesta, el día del Seminario. También, que todo el pueblo sienta que hay que orar, apoyar moral y económicamente la obra de la formación de nuestros futuros sacerdotes. También quisiera que Pentecostés, el próximo domingo, se distinguiera por una celebración de juventud. Los jóvenes que no estén confirmados, prepárense como ya lo están haciendo varios, para que a esta hora, a las 8 a.m. el próximo domingo, les podamos dar aquí el sacramento del Espíritu Santo, la fuerza propia de una juventud que quiere comprometerse con el Señor.

Yo quiero agradecer múltiples testimonios de solidaridad que han llegado en las circunstancias que ha vivido nuestro pueblo y nuestra Iglesia. Vienen principalmente del Secretariado de Justicia y Paz de Barcelona y de París; del Comité por Libertad de Santo Domingo; del Servicio Ecumenique d'entraide de París; del Instituto Ecuménico para el Desarrollo de los Pueblos, también de París; de una comisión francesa de Justicia y Paz y de más de 200 sacerdotes, seminaristas, religiosas y laicos de San José, Costa Rica.

Este domingo el Papa ha consagrado en Roma 26 nuevos obispos, entre ellos el nuevo Obispo de Estelí, Nicaragua. Monseñor Obando, Arzobispo de Managua, como ustedes saben, ha sido amenazado y se informa que ha sido llamado a Roma también, donde estará sin duda en la ordenación de este nuevo Obispo nicaragüense. Una oración para orar por nuestro hermano país de Nicaragua.

HECHOS DE LA REALIDAD NACIONAL

Desde esta Iglesia hemos mirado con tristeza y preocupación cómo ha continuado esta semana el derramamiento de sangre y consecuentemente un estado de tensión en el pueblo. Frente a la Embajada de Venezuela se sofocó una manifestación del BPR, dejando un saldo de 14 muertos y 16 heridos. Se asesina al Señor Ministro de Educación, Dr. Carlos Antonio Herrera Rebollo. Queremos unirnos a esta oración de su familia y a su condolencia, su sufrimiento, lo mismo que a la de su fiel motorista, el Sr. Fabio Rivas. Así como hemos orado por estos muertos, yo les pido oraciones ahora por ese grupo que cayó junto a la Embajada de Venezuela y otros muertos más.

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La UGB se atribuye otros dos asesinatos. Asesinan al Contador Carlos Humberto Montoya Ortiz, que fue tesorero de la Fundación Promotora de Cooperativas que es asesorada por el Arzobispado. Él fue un buen colaborador de la Iglesia y la Iglesia se une al sufrimiento de su familia y a la oración por su eterno descanso.

Se publicó sobre un enfrentamiento cerca de la Embajada de Chile en que murieron tres personas, parece que un policía y dos civiles. Continuó la quema de buses en San Salvador y en Santa Ana.

Se han multiplicado operativos combinados entre el ejército, los cuerpos de seguridad y ORDEN para catear cantones, capturar campesinos y han sido asesinados cuatro de ellos. Yo quiero mencionar aquí, porque Creo que esta mención de algo ayuda a esos atropellos de nuestra pobre gente, que han sido capturados varios campesinos y aún no han sido consignados a los tribunales, no se vayan a dar por «desaparecidos». La familia con quienes yo comparto su preocupación son: Andrés Molina Clímaco, de San Nicolás Lempa; Jorge Antonio Ascensio Álvarez, de Zacatecoluca; Herminio de J. Orellana, en Tecoluca; Adilio Pedro Abrego, en Tablón, Chalatenango; Lucio Cándido Alfaro, en Tecoluca; Luis Alfredo Amaya Dubón, en Jiquilisco; Salvador Arana Flores, en San Salvador; José Milagro Clavel Romero, en El Tablón, Chalatenango; Edgar Antonio Fuentes, en San Salvador, es obrero; Marta Alas, en la Reubicación de la ciudad de Chalatenango; Cecilio Ala, también en el mismo lugar y Mizael Guillén, fueron capturados con ellos otras personas de las cuales no se tiene noticia.

Quiero recalcar de manera especial el caso de los hermanos Joaquín y Eduardo Gavidia, que después de capturados aparecieron asesinados, uno en Guacotecti y otro en un municipio de Cabañas, el 22 de mayo, con visibles señales de tortura.

Ante estos hechos, ¿qué ha hecho la Iglesia? Yo tengo a la mano un llamamiento del Sr. Obispo de Santa Ana, Mons. Barrera y Reyes, al Clero y al pueblo salvadoreño, en que nos llama a la reflexión y a la colaboración para buscar una paz sobre bases de justicia. Y sus recomendaciones finales son éstas: «1) Un alto inmediato de las partes involucradas en el conflicto a todo recurso a la violencia. 2) Pongámonos en una actitud sincera de aportar lo que esté de nuestra parte para construir en base sólida la paz que anhelamos. 3) Que todos los que tengan una responsabilidad, grande o pequeña, creen las condiciones propicias para acercarnos al objetivo común que es la paz. 4) A todos los salvadoreños, que nos comprometamos a orar insistentemente para que no nos conformemos con meras intenciones, sino que procedamos a conquistar la paz. Recordemos al Papa Juan Pablo I, que decía «El mundo va mal, porque hay más batallas que oraciones».

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También de mi parte y ante el conflicto desatado violentamente junto a la Embajada de Venezuela y la situación de las embajadas, hice un llamamiento que fue publicado en algún periódico, no en todos, y que yo quisiera que lo conociéramos para que colaboráramos intensamente con lo que la Iglesia desea:

«Una vez más con profunda pena tengamos que reprobar la nueva masacre cuyo saldo es por lo menos de 14 muertos y el asesinato del Ministro de Educación...

Con ellos ya asciende a 85 el número de muertos y 86 los heridos que ha habido desde el 1 de mayo hasta hoy a causa del conflicto entre el Gobierno y algunas organizaciones populares.

Nos duele que continúe este derramamiento de sangre, pero lo que más nos da pena es que hasta estos momentos no hayamos visto que alguna de las partes esté dando pruebas de querer terminar con el conflicto. Más bien éste tiende a agravarse y a seguir enlutando a innumerables familias de todas las clases sociales de nuestro país. Se repiten, una vez más, las mismas acciones de represión y de venganza.

Como Arzobispo de San Salvador hago un llamado a las conciencias y al corazón de los responsables para que en lugar de continuar mostrando su postura firme e intransigente, cedan y busquen la forma de cortar lo más pronto posible esta cadena interminable de hechos sangrientos.

Lo que ahora importa no es mostrar al país y al mundo quién es el más fuerte o el vencedor, sino quién es el más responsable y humano, capaz de detener esta espiral creciente de violencia.

Pido a todos que no se dejen llevar por los sentimientos de orgullo, odio y venganza, sino que hagan lo posible para que en estos momentos se impongan la razón y el perdón.

Hago un llamamiento especial a las personas o instituciones que tienen posibilidad de influir sobre el Gobierno o los dirigentes del Bloque Popular Revolucionario para que se acerquen a ellos, no para enfurecerlos sino para convencerlos de que cedan y tomen actitudes constructivas que logren una rápida solución de esta crisis.

Por parte de la Arquidiócesis ofrezco, una vez más, nuestra disponibilidad de servicio a la causa de la paz.

Quiero también dirigirme en forma muy cordial a los familiares de las víctimas de estos días para acompañarlos en su dolor y ofrecerles nuestras oraciones por ellos y los que han muerto.

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Invito a todos los cristianos y hombres de buena voluntad a que oremos y contribuyamos a salir de la crisis».

Dentro del marco de nuestra Iglesia, quiero contarles la alegría de haber visto que han regresado las dos hermanas que Migración obligó a salir de Arcatao. Diciendo que fue una equivocación les han abierto otra vez las puertas para que regresen, aunque se cierne sobre ellas una amenaza de ambigüedades, acusaciones que no se prueban ni se concretan. La suerte de nuestra Iglesia es predicar una verdad que no es comprendida ni siquiera para acusarla.

Por lo cual quiero comunicarles también en el marco del Estado de Sitio: Que fue promulgado desde el 24 de mayo, por 30 días. Quiero recordar que el Estado de Sitio es disminuir el uso de ciertos derechos. Espero que no es prohibición de reuniones con fines culturales e industriales. Nuestra reunión de esta mañana en la Catedral es perfectamente lícita, como lo puede ser la reunión religiosa de cualquier parroquia y cantón dentro del marco religioso-cultural que la Iglesia predica.

-Además quiero recordar que entre las limitaciones del Estado de Sitio, la misma Constitución no toca el artículo 157, que se refiere a la libertad religiosa; con lo cual, pues, no se vaya a alegar Estado de Sitio para perseguir la labor evangelizadora de nuestra Iglesia ni nuestros trabajadores de la evangelización teman mientras se mantengan en el marco cultural-religioso-evangelizador de nuestra predicación.

-También, a este propósito, yo quiero decirles a los que decretan el Estado de Sitio que no vaya a suceder lo que la experiencia nos ha dado en la historia: Que junto al Estado de Sitio que suprime ejercicios de derechos a otros, como que autoriza el crimen de extrema derecha y la difamación de la Iglesia y de sus ministros... En otras palabras, que la ley sea pareja. Que si se coartan derechos, sobre todo se coarte el abuso de atacar a la Iglesia y que a la Iglesia se le respete en aquello que la ley también le garantiza.

Acerca de las ocupaciones de embajadas, continúan Venezuela y Francia. El Gobierno pone una alternativa a los ocupantes: O entregarse a la captura o buscar el asilo de Panamá. Panamá, por su parte, ha ofrecido el asilo a los ocupantes de las Embajadas, pero el Bloque Popular Revolucionario parece que hasta ahora no lo ha aceptado. De mi parte hago un llamamiento a la reflexión a unos y a otros que puedan mediar, para que este conflicto no provoque más derramamiento de sangre y más violencia sino que, en una solución justa y razonable, se lleve a un feliz término.

Finalmente, se tuvo la primera sesión de trabajo para el Foro Nacional convocado por la Presidencia de la República. Ustedes se han dado cuenta de varios comunicados que expresan el escepticismo y la poca credibilidad   —389→   que se ha dado a esa invitación. En la misma reunión de trabajo hubo ausencias muy significativas. La Conferencia Episcopal fue invitada, la cual envió dos representantes. Por mi parte, quiero dejar constancia de mis deseos: Mis deseos son que se construya con hechos la credibilidad y la confianza que deben estar a la base de un diálogo. Yo creo en la necesidad de un diálogo verdaderamente necesario y urgente, pero tiene que ser un diálogo sobre bases de credibilidad y de confianza y eso es lo que pediría yo para que un Foro fuera eficaz. Los hechos son los que hablan mejor que las promesas...

Quiero terminar informando, con alguna esperanza, la noticia de que los dos banqueros secuestrados por la FARN parece que están vivos y que todavía hay posibilidades de negociación. ¡Ojalá! Yo les hago un llamamiento una vez más, en favor de esas vidas y para que no haya allí otro foco de malestar.

PENSAMIENTO FINAL

Terminemos, hermanos, acercándonos al altar con la visión clara y luminosa del Cristo subido a los cielos como una perspectiva de trascendencia. No olvidemos este mensaje de trascendencia y no nos dejemos encerrar en el marco material en que se desenvuelve a veces nuestra vida. Sepamos romper todas aquellas cosas que nos quisieran esclavizar a cualquier clase de servidumbre. Sepamos mirar por encima de todo, más allá de la historia y del tiempo, la figura de un Cristo que nos dice desde su eternidad: Él es la cabeza, y quiere hacer de todos nosotros los miembros de su Cuerpo Místico, para que en pos de esa cabeza, después de haber cumplido como él la misión en pro de la libertad y de la dignidad de los hombres en esta tierra, sepamos disfrutar la alegría de la justicia eterna junto al trono del Padre de la gloria. Así sea...



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