Entre Müller y Dalí

Roberto Herrero

Los rostros del personal teatrero y de los aficionados que no se pierden una, que los hay, llevaban el cansancio escrito bien clarito el sábado por la noche a la salida de la última función. Y es que cerca de treinta horas viendo teatro a lo largo de cuatro apretadas jornadas de mañana, tarde y noche, consiguen vencer a cualquiera.

Ojeras sí y en abundancia, pero aburrimiento más bien poco. Tiempo habrá para valoraciones oficiales y de las otras, pero los profesionales cada vez en mayor número reconocen a esta feria como la más importante de España tras la de Tárrega, que opta por una enorme concentración de espectáculos a lo largo de sus cuatro días de setiembre. Lo conseguido por la donostiarra, para ser la tercera edición, no está nada, pera nada mal. Algunos organizadores ya admiten, era la intimidad, su temor a morir de éxito.

Pero antes de bajar la persiana, el sábado todavía ofreció muy buen teatro. Para ir abriendo boca, salió a escena el montaje Cuarteto, obra de Heiner Müller basada en Las relaciones peligrosas, texto de Chordelos de Laclos que todos recordamos especialmente por la versión cinematográfica de Stephen Frears. En este caso Müller encierra a sus dos únicos personajes en una espiral de pasión en un doble juego teatral, en un descenso a los infiernos de un hombre y una mujer que juegan a destrozarse con la naturalidad que ofrece saberse prisioneros el uno del otro. Es un texto muy complicado de interpretar, sin demasiadas concesiones a la teatralidad. Con él la compañía de Valladolid, Producciones Ernesto Calvo, monta una obra densa, repleta de fuerza, que confía en un texto que lo pone muy complicado y salen victoriosos gracias especialmente a sus dos protagonistas, destacando el juego de sugerencia y contención de Blanca Herrera.

Y por la tarde saltó otra función capaz de cargar las pilas casi agotadas para entonces. Desde Aragón llegó Buñuel, Lorca y Dalí, la obra de Alfonso Plou que logra desde personajes tan manoseados dar forma a una historia teatral divertida, emocionante y repleta de vida. Actores de primera y un trabajo de dirección imaginativo como pocos lograron uno de los mayores aplausos.

Con el tiempo justo para un tentempié, apareció por el Victoria Eugenia Algo auténtico, la obra del grupo valenciano La Pavana. Teatro de apariencias más comerciales, es una comedia ácida, con un texto muy inteligente y un Joaquín Hinojosa que lo borda en ese escritor que recibe noticias de la vida con la mejor cara posible. Y de fin de fiesta tocaba educara Rita. Difícil labor a pesar del empeño y el buen oficio que ponen Chema Muñoz y el autor a la hora de abrir las entendederas de Rita (Anne Igartiburu). Complicada lección porque a esta actriz le falta todavía mucho, pero mucho camino para poder enfrentarse a un reto actoral de esta importancia. Funcionará esta obra en su vida comercial porque tiene cierto encanto y la televisión pone su parte, que es mucha.