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De este aspecto me ocupé en «El realismo en el teatro de Buero Vallejo», Cuadernos Interdisciplinarios de Estudios Literarios 4, I, 1993. Reproducido en Mariano de Paco, De re bueriana, cit., pp. 51-66.

 

22

Ricardo Doménech, «Reflexiones sobre la situación del teatro», Primer Acto, 42, 1963, p. 8.

 

23

José Mª Rodríguez Méndez, «Aportaciones positivas al teatro. Un autor: Antonio Buero Vallejo», El Noticiero Universal. 7 de octubre de 1966. p. 32. Ideas semejantes debieron de llevar a Alfonso Sastre a escribir tras el estreno de Historia de una escalera: «Los 'dramaturgos' monopolizadores de nuestro teatro han palidecido, [...] y algunos nos hemos solidarizado plenamente, como era de esperar, con la presencia de este nuevo autor en el escenario» («El Premio Lope de Vega 1949», La Hora, 6 de noviembre de 1949).

 

24

Rodríguez. Méndez escribió al final del citado artículo: «Suceda lo que suceda el caso es que Antonio Buero Vallejo ha marcado hondamente el teatro español de nuestros últimos tiempos.»

 

25

A propósito de Noviembre y un poco de yerba, estrenada dos meses después de El tragaluz y que también trata el tema de la guerra civil, se relacionaron ambas obras con dispares valoraciones; puede verse al respecto la Introducción de Phyllis Zatlin Borimg (cuyas opiniones sobre el texto de Buero no comparto) a Antonio Gala, Noviembre y un poco de yerba. Petra Regalada, Madrid, Cátedra. 1981, pp. 80-81. Es también habitual, por otra parte, en el teatro de Gala la utilización de dos planos entrelazados, el de la realidad inmediata y el simbólico.

 

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Francisco García Pavón, El teatro social en España (1895-1962). Madrid, Taurus, 1962, apuntó la relación entre el primer teatro de Muñiz y el de Buero Vallejo, al tiempo que recordaba que «Bueno, siempre generoso y dispuesto a ayudar a quien empieza, animó a Muñiz a seguir la carrera dramática, comenzada insatisfactoriamente con el estreno de Telarañas en 1955»: basta para comprobarlo la lectura del penetrante texto de Buero titulado «Muñiz» que apareció en Carlos Muñiz, El tintero. Un solo de saxofón. Las viejas difíciles, Madrid, Taurus. El mirlo blanco, 1963, pp. 53-70 (en Obra Completa, II, pp. 940-956.) Vid. también Gregorio torres Nebrera, «Construcción y sentido del teatro de Carlos Muñiz», Anuario de Estudios Filológicos, IX, 1986, pp. 295-297.

 

27

En algunos momentos de La camisa Olmo tiene incluso lo que creemos un recuerdo-homenaje a Historia de una escalera, como la mención en boca de Lola de «los golpes del cobrador de la luz» que suenan en la puerta, ejemplo también aquí de las penurias económicas.

 

28

Amando Carlos Isasi Angulo, Diálogos del teatro español de la posguerra, Madrid, Ayuso, 1974. pp. 351 y 373.

 

29

Enric Gallén, Introducción a Josep M. Benet i Jornet. Merendabais a oscuras, Murcia, Universidad, Antología Teatral Española. 30, 1996, pp. 11-12. El resumen que hace Benet en la entrevista citada en la nota anterior (p. 359) de Un viejo y conocido olor (su primer texto. escrito en 1963) es significativo, a pesar de su brevedad respecto a lo que venimos indicando: «intentaba pintar un ambiente asfixiante, cerrado, representado en las galerías traseras de las casas de vecindad de un barrio popular».

 

30

Puede verse en Teatro español 1970-1971, Madrid, Aguilar, 1972, Prólogo y selección de Federico Carlos Sainz de Robles. pp. 3-4.

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