Damián Salucio del Poyo, nacido hacia 1550 y muerto en 1614, fue, al igual que Claramonte, autor y comediante. Elogiado por Agustín de Rojas, por Cervantes, por Lope de Vega, puede ser recordado por sus comedias de tema histórico como La privanza y caída de don Álvaro de Luna, La próspera fortuna del famoso Ruy López de Ávalos el Bueno y La adversa fortuna del muy noble caballero Ruy López de Ávalos el Bueno. Valor anecdótico tiene la suposición de que Cervantes pudiera inspirarse en una perdida comedia de Salucio del Poyo para el asunto de La Gitanilla47.
Un tercer
dramaturgo murciano recordable por los elogios que a su obra
dedicaron Polo de Medina, Cervantes, Lope de Vega,
Montalbán, etc., fue
Gaspar de Ávila, nacido posiblemente en el último
tercio del XVI y muerto con posterioridad a 1631. Pasan por ser sus
comedias más famosas El valeroso español y
primero de su casa (sobre Hernán Cortés) y
El iris de la prudencia48.
Cultivó también el teatro, sin gran fortuna, el
escritor albaceteño Cristóbal Lozano, nacido en
Hellín en 1609, muerto en Madrid en 1667. Si sus obras
dramáticas y sus poesías líricas merecen, en
opinión de J. de Entrambasaguas, «un piadoso silencio, salvo raras
excepciones»
49,
no ocurre lo mismo con la amplia producción narrativa de
este escritor hellinense, digna de interés y de
atención. El hecho (recordado por Entrambasaguas) de que las
obras de Lozano fueran reimpresas continuamente a lo largo de los
siglos XVII, XVIII y primeros años del XIX hasta influir en
la literatura romántica (Espronceda, Zorrilla), dice
bastante acerca de la popularidad conseguida por este ameno e
imaginativo narrador, casi un folletinista avant la lettre.
Señala
Entrambasaguas cómo Lozano debe gran parte de su fama
«a las curiosas novelas contenidas en
las Soledades de la vida y desengaños del mundo
(1658), una de las cuales tiene por protagonista al famoso
Lisardo, el estudiante de Córdoba, relacionado en
cierto modo con la leyenda de don Juan y base principal de El
estudiante de Salamanca (1840) de Espronceda. Y también
a otra, más breve, titulada Persecuciones de Lucinda y
trágicos sucesos de don Carlos, donde se reproduce con
gran fuerza y originalidad la bella tradición de san
Julián el Hospitalario, difundida en la literatura universal
de modo sorprendente -Vorágine, Lope de Vega, Mira de
Amescua, Flaubert, Navarro Villoslada, Fernández
Ardavín, Eugenio de Castro, etc.- y popular en diversas
regiones»
50.
Con todo, las
obras más importantes de Lozano -de las cuales ha
extraído su editor, J. de Entrambasaguas, dos bellos tomos
de Historias y Leyendas- «son
la trilogía ascético-histórica integrada por
David perseguido (tres partes, 1652-1659-1661), El rey
penitente David arrepentido (1656) y El gran hijo de David
más perseguido (tres partes 1663-1665-1673), y el libro
histórico-novelesco titulado Los Reyes Nuevos de
Toledo»
51.
Retrato de Diego de Saavedra Fajardo, según un grabado de F. Selma
No es Lozano
escritor que se detenga excesivamente en ornamentaciones
literarias, arrebatado como escribe por la dinámica de los
lances contados. Determinados efectos de ambientes y de
caracterización son conseguidos, frecuentemente, a
través de deliberados anacronismos, merced a los cuales el
mundo antiguo aparece afectivamente acercado al seiscentista del
autor. Así, en la historia de Moisés, incluida en
David perseguido, Lozano se sirve de un lenguaje nada
bíblico y, por el contrario, de tono muy popular, al decir,
por ejemplo: «Amaba Faraón con
extremo a la princesa, y por no desazonarla, aunque no faltaron
soplos de chismosos que ladrándole a la oreja le dieron a
entender que era de los hebreos el infante, con todo, él
hizo gorda la vista y diose por
desentendido»
52.
En el mismo episodio aparece el motivo, tan traído y llevado
en la novela y, sobre todo, el teatro español del XVII, de
la dama vestida de varón, para así, con tal ropaje,
encubrir su audacia y afán aventurero. No otra cosa hace
Teibis, hija del rey de Etiopía, enamorada de la fama de
Moisés53.
Las historias y leyendas recogidas por Lozano son tan variadas como entretenidas: San Hermenegildo, Alfonso VI, el rey don Pedro el Cruel, el alcalde Ronquillo, los siete Infantes de Lara, Inés de Castro, los Argonautas, don Álvaro de Luna, el comediante San Ginés, el pacto de Teófilo con el Diablo, los palacios de Galiana, etc. Hay temas que se relacionan con el mundo medieval de los cantares de gesta y los romances. Otros coinciden con motivos del teatro barroco: así la historia de Herodes y Mariene, dramatizada por Calderón en El mayor monstruo, los celos. Abundan en Lozano las historias de adulterios, de crímenes horribles, el gusto por lo espeluznante y morboso. La historia que Entrambasaguas llama de La viga (en David perseguido) -un dormitorio preparado por los enemigos de Ebón y de sus hombres, en el cual una viga del techo está preparada para desplomarse sobre las cabezas de los durmientes- trae al recuerdo aquel cuento de terror o de tono gótico de Wilkie Collins titulado Una cama horriblemente rara. La historia del rey Duf de Escocia -asimismo en David perseguido- coincide con el tema shakesperiano de Macbeth.
La geografía local en que transcurrió parte de la vida de Lozano aparece en algún relato. Así, un milagro de Santa Bárbara se da como acaecido en Hellín. Y a propósito del nacimiento del rey don Pelayo, cuenta Lozano un caso ocurrido en Murcia que alcanzó legendaria popularidad: el de los Porceles.
En la novelística española del XVII, Cristóbal Lozano supone, junto al arte refinado de un Cervantes o el intelectual de un Gracián, una modalidad de relato popular, efectista, truculento y ameno, que, como tal, se inscribe en una línea muy viva luego, en el XIX, con escritores a la manera de Manuel Fernández y González.
En lo que a la
poesía barroca se refiere, se ha podido hablar de «una escuela literaria murciana»
,
comparable a lo que supone, en el XVII, el grupo
antequerano-granadino con Soto de Rojas como principal figura. Su
equivalente en la lírica murciana sería Polo de
Medina54.
La actividad poética de tal grupo murciano se vio favorecida
por la existencia de «academias» literarias y por la
celebración de exequias, justas y
certámenes55.
Circunstancias todas que hicieron de la Murcia seiscentista una
«ciudad de intensa vida
intelectual»
, según ha apuntado José
María de Cossío, algunos de cuyos poetas fueron
recordados por Cervantes como «muy
buenos»
, en las líneas que cierran La
Gitanilla.
Portada de la edición valenciana de 1658 de la Idea de un príncipe político cristiano representada en cien Empresas, de Diego de Saavedra Fajardo
Uno de los encabezamientos de la misma edición
Páginas de una edición de la Idea de un príncipe político cristiano representada en cien Empresas, de Diego de Saavedra Fajardo