Aprobación del Padre Diego Martínez de la compañía
de Jesús, Lector de Escritura en el colegio de S.
Hermenegildo
Este libro intitulado Pensil de Príncipes es visto
por mandado del Señor Provisor, y no hallo en él
cosa contra la Fe, y buenas costumbres, y se puede dar licencia
para que se imprima, pareciendo así al Señor
Provisor. En este colegio de San Hermenegildo de la Compañía
de Jesús de Sevilla en 17 de Octubre de 1616.
Diego
Martínez.
LICENCIA
El Licenciado don Gonçalo
del Campo, Arcediano de Niebla, Canónigo, Provisor,
y Vicario general de Sevilla, y su Arzobispado, doy licencia
a cualquier impresor desta ciudad para que pueda imprimir,
e imprima este libro intitulado Pensil de Príncipes,
sin que por ello incurre en pena alguna. Fecha en Sevilla
en 17 días del mes de Octubre de 1616 años.
Licenciado don Gonçalo
del Campo. Ante mí
Doctor Luis Álvarez
Aprobación del Padre Fray Pedro de Abrego, de la Orden
de S. Francisco, y Lector jubilado en Santa Teología
Por mandado del Señor licenciado Alonso de Setina,
Provisor, y Vicario general deste Obispo de Cádiz
vi este tratado llamado Pensil de Príncipes y Varones
Ilustres, compuesto por el doctor D. Gabriel de Ayrolo, y
me parece poema muy agudo, y de delgados conceptos, en el
cual no hay cosa contra nuestra Santa Fe, y se puede muy
bien dar licencia para que se imprima. Dada en San Francisco
de Cádiz a 20 de Junio, año de 1616.
Fray
Pedro de Abrego.
LICENCIA
El licenciado Alonso de Cetina,
Provisor, y Vicario general de la santa iglesia, y Obispado
de Cádiz, por el ilustrísimo señor don
Juan de Cuenca, el Consejo de su Majestad, Obispo del dicho
Obispado, etc. Habiendo visto el parecer, y aprobación
que dio el padre Maestro F. Pedro de Abrego, Guardián
del dicho convento de S. Francisco desta ciudad, en que se
aprueba este libro intitulado Pensil de Príncipes,
compuesto por el doctor D. Gabriel de Ayrolo Calar, concedía,
y concedió dar licencia para que cualquier impresor
lo pueda imprimir libremente, sin por ello incurrir en pena
alguna. Dada en Cádiz a 21 de Junio de 1616 años.
El Licenciado Alonso de Cetina.
Por mandado de su merced.
Fernando Martín Robles, Secretario
Al Excelentísimo Señor don Manuel Alonso Pérez
de Guzmán el Bueno, Duque de Medina Sidonia, Conde
de Niebla, Marqués de Caçaça, Capitán
General del Mar Océano, y costas de la Andalucía,
de la insigne orden del Tusón de Oro
Excelentísimo Señor.
Enseña la Filosofía
natural, que todas las cosas procuran dirigirle al centro
donde proceden, que es la última perfección
que reciben de la naturaleza, siendo esto así haría
agravio (no sólo a mi trabajo, pero a muchos) si tratando
en el de la grandeza de tantos Príncipes no procurase
dirigirla a quien lo es della, así por la antigua
sangre de su casa (con quien tanto se honra España)
como por el hecho que ella mereció tener vinculado
el nombre de Bueno, para que por su posición fuese
el mayor; y siguiendo lo que la razón me dictara,
cuando no lo hiciera la naturaleza, procure dirigir a su
centro lo que es tan debido a él, con lo cual queda
en la última perfección la grandeza de tantos
Príncipes, y mi trabajo con la mayor honra que puede
alcanzar, siendo favorecido de v. Ex. cuya vida guarde el
Cielo, etc.
El Doctor D. Gabriel de Ayrolo Calar.
Al Excelentísimo señor don Manuel Alonso Pérez
de Guzmán el Bueno, Duque de Medina Sidonia, etc
El doctor D. Gabriel de Ayrolo Calar.
El padre del desengaño
Duque excelso, y generoso,
Sin reparar en su daño
Deja de tu nombre extraño
Tanta memoria en el
mundo,
Que por bueno, y sin segundo
Dice (cuando así
te llama)
Que del templo de la Fama
Eres tú lo
más profundo.
Bien es
que su templo labre
Con tan antigua nobleza,
Donde la
naturaleza
Por verla sus puertas abre
De la escultura
el filabre
Sirva de cielo inmortal
Al que con luz celestial
El diluvio le eterniza
Y acá su nueva ceniza
Nos da otro Fénix su igual.
Resucita
en ti la gloria
De aquella inmortal hazaña,
Que
a sido el honor de España,
Y de los siglos Memoria
La sangre que es tan notoria
Del mejor Guzmán
que ha habido,
En ti vemos que ha vivido,
Porque pongas
a millares
Pyras, Colosos, y Altares
Contra el invidioso
olvido.
No se celebre el César
Griego
Sus triunfos en Parangón
De tan heroico
blasón,
Como el que a tu sangre entriego,
Pues
como a su esfera el fuego
Va por natural costumbre,
Así porque más te encumbre
En eternos Simulacros,
De los Alcázares sacros
Toca la empinada cumbre.
Al Gigante Filisteo
Corte
el Pastor la cabeza,
Venza con heroica alteza
Tantos
triunfos Macabeo
Con admirable Trofeo
El Duque que Moisés
nombra,
Destierre la obscura sombra,
Que figure del Sol
la esfera,
Pare a su voz la carrera,
Con que a todo el
mundo asombra.
En Imperial ministerio
Se muestre cauto, y astuto
El César, que mató
Bruto,
Gloria del Romano Imperio,
Hasta el opuesto Hemisferio,
Donde su fama campea,
Con nuevo nombre se vea
El Teucro
más valeroso,
A quien Aquiles famoso
Dio muerte
espantosa, y fea.
Ponga nueva
fuerza al muro
De la ciudad sacrosanta,
El francés
que la levanta
Por coronarse seguro
Sobre su celada Arturo
Orle cuando allá se parte
Con Cristisero estandarte
El Timbre de fino acero,
Y Carlo Magno severo
Saque
de su cielo a Marte.
Que si
de varias naciones
Para dar al mundo ejemplo
Pone la
Fama en su Templo
Estos insignes varones,
Sus más
ilustres blasones
No se pongan en nivel
Con el tuyo heroico,
y fiel,
Donde el amor paternal
Se vence, dando el puñal
Contra el inocente Abel.
Ellos
con gloria vencieron
Triunfos, y sucesos varios,
Y fue
contra sus contrarios
Que tanto nombre les dieron,
Mas
aquellos que vencieron
Con tan singular valor,
En sí
mesmos el amor
Ha sido de alteza abismo,
Porque el vencerle
a sí mismo
Es la victoria mayor.
Esta
tu sangre pregona,
Y por lo que en ti a dejado
della
vemos un traslado
En tu excelente persona,
Blasona señor,
blasona
Contra el Bárbaro Africano
Del hecho más
soberano
que jamás hizo Español,
Ni aun
(en cuanto alumbra el Sol)
Fue visto por hombre humano.
De don Diego Jorge de Godoy, Tesorero de la santa Iglesia
de Cádiz, al autor
Soneto
Formó tu pensamiento allá en la Idea
De la hermosura de diversas
plantas,
Una fábrica
ilustre que levantas,
Donde
el entendimiento se recrea.
Tu ingenio (oh gran
Doctor) muy bien se emplea,
Cuando
escribiendo maravillas tantas,
Tanto
en el grave estilo te adelantas,
Que
en todo el mundo su primor campea.
Bien es que
de materia heroica, y grave
Fabriques
un Pensil tan levantado,
Que
tenga por su autor la primer silla.
Dispóngalo
también, quien también sabe,
Presidiendo
de tu ingenio fabricado,
Le
llamaran la octava maravilla.
De don Gómez de Figueroa caballero de la orden de
Calatrava, gentilhombre de la boca del serenísimo
Archiduque Alberto, el autor
Soneto
Cultivando Pensiles más que humanos
Con tanta sutileza, y gallardía
Vuestro ingenio (Doctor)
decir podría,
Que
en todo son sus frutos soberanos.
De las espigas
sarandais los granos,
Y en
la verdad haciendo anatomía,
En
concierto os respeta la armonía,
En
lenguaje cortés los cortesanos.
Hoy vuestro
estilo levantado alcanza
Mayor
grandeza por su grave historia,
Que
os hace en esto peregrinos, y sólo;
Pues
dais en ella a tantos alabanza,
A
vuestra patria honor, a España gloria,
Memoria
al tiempo, y vida al alto Apolo.
Del doctor Alonso Gámez de Mendoça, Canónigo
Magistral de la doctoral de la santa Iglesia de Cádiz,
al autor
Soneto
De la ciudad donde Nebroth se encanta
Al tiempo que edifica contra
el Cielo
Suben su fama con
heroico vuelo
Los muros que
Semiramis levanta.
En ellos puso con grandeza
tanta
Los Pensiles hermosos,
que en el suelo,
Causando
su gran fábrica desuelo,
Es
maravilla que el mundo espanta.
Así doctor
a nuestra España ilustre,
Engrandecéis
con un Pensil, que muestra
Flores
de pensamientos tan sutiles,
Que dan al alma alor,
al tiempo lustre,
Porque
se diga (en maravilla vuestra)
Que
es esta la mayor de los Pensiles.
Discreto lector
Porque no cause novedad en algunos la propiedad metafórica
con que di título de Pensil a mi libro, en su principal
significación me pareció declarar la razón
que me movió para aplicarlo a la materia y sujeto
de que se trata. Plinio en el lib. 19. c. 9. dice que significa
el jardín, o huerto edificado en alto, cuyas palabras
son; Pensiles corum hortos promouentibus insoles rotis alitoribus,
etc. Y Ambrosio en su Dictionario dice; Pensilis hortus qui
supra edificia factus est. Fueron por esto celebrados los
Pensiles de Babilonia, cuya fábrica (sobre sus altos
muros) se cuenta por una de las siete maravillas del mundo.
De aquí se originó, que (por término
de su posición) significase el jardín, o huerto
puesto en lugar sublime. Siendo pues la variedad (que se
fabrica en este) de cosas supremas (y que la Idea las considera
de todo punto elevadas, y casi fuera de la naturaleza) me
pareció metáfora propia darle nombre de Pensil,
por lo que suspenden, y admiran grandezas de Príncipes,
y hazañas de Varones ilustres; las cuales por si son
tan levantadas, que con su valor, y precio suplen las faltas
del sujeto que las celebra. El tiempo que se puede pasar
en pasarlo, es tan breve, que (en el recreo de una siesta)
mereceré ser perdonado de lo inculto que en él
hubiere. Y si del todo no agradare (buen remedio) quien le
comenzó a ver en ella, cierre el Pensil, y duerma
lo restante, podrá ser (en sueños) goce de
otros de mayor entretenimiento. VALE.
Al Excelentísimo señor Duque de Medina Sidonia
El Doctor D. Gabriel de Ayrolo.
Soneto
Fidias gentil entallador famoso,
(a quien la antigüedad
con suma alteza
Dio el primero
lugar en sutileza
Del arte
de esculpir maravilloso).
Queriendo de un gigante
poderoso
Retratar el tamaño,
y la grandeza,
Un sólo
dedo con sutil destreza
Pintó
para mostrar su ser grandioso.
Así gran
Duque vuestra alteza, y fama
En
cifra en un Pensil es retratado,
Y
en ella de sus príncipes la alteza,
Para
que diga (quien el Bueno os llama)
Que
hay mucho más en vos depositado,
Como
en ellos también mayor grandeza.
Canción primera del Pensil de príncipes
(.?.)
Al Serenísimo príncipe Emanuel Filiberto
gran Prior de San Juan, y general del Mar.
(.?.)
¡Oh tú gran Dios Neptuno!
Que en el profundo piélago habitando,
Con tu soberbio
trono te levantas,
Do no llegó ninguno,
Y como
a gran señor te van besando
De varias partes de
regiones tantas
Las soberanas plantas,
Que por reconocerlas
Tus más cercanos deudos
Te van pagando feudos
En líquido cristal, en blancas perlas,
Hoy para
engrandecerlas
Con singular misterio
Recibe nuevo César
en tu imperio
Haz que del hondo
claustro
Salgan tus Yeguas entonando el Coche
Bordando
con aljófar la escarlata,
Y la Silla de Alabastro
El dorado Delfín en vez de broche
Le dé
al brocado azul tela de plata,
Y mientras se dilata
El
carro diamantino,
Tu Tritón mensajero
Salga a
ser pregonero
De que a tu margen bella un ángel
vino
Por Príncipe más digno
de mandar en
tu Puerto,
Que es nuevo dios Neptuno Filiberto.
Salga Glauco y Proteo
Con las hermosas
Ninfas, y Sirenas,
Y en argentado Monstruo, Can marino
El oriental Nereo
Entre Delfines, Focas, y Ballenas
Apresurando venga su camino,
Y mientras peregrino
Descubre
su belleza,
Toque Ansión el Plectro,
Y ofreciéndole
el Cetro
Al ínclito Emanuel, por más grandeza
Pongan en la cabeza
A su príncipe infante
Pancarpia
de Zafir, y de Diamante.
Humíllense
a su frente
Las diosas Anfitrite, y Galatea,
Postrándose
a los pies del nuevo Atlante
Cuyo valor prudente
En sustentar
su máquina se emplea,
Y a rendirse también
salga triunfante
La escuadra rutilante
Que tiene nombre
eterno
Entre las sacras Ninfas,
Porque sus crespas linfas
Gocen en paz celestial gobierno
Del que aunque joven
tierno
Tienen virtud extraña
Sangre de Austria
con valor de España.
La
mensajera Trompa
Alborotando la fragosa espuma
Resuene
por el húmedo elemento,
Publicando la pompa
De
Filiberto, cuya alteza suma
Es de virtud un singular portento,
Y del nativo asiento
El mayor de sus Dioses
En cambiante
carro
Mostrando más bizarro
Los caballos marítimos
feroces
Publique en altas voces
Que a tan grave persona
Humilla su tridente, y su corona.
Comience
pues ufana
La galera real de proa a popa
A esparcir por
los aires banderolas
Con pompa soberana,
Y el mástil
recto (cuya excelsa copa,
Flámulas vista, que entre
ebúrneas bolas
Dando objeto a las olas
Con altivos
pendones)
Muestre por la ancha orilla
De León,
y de Castilla
Entre la Cruz divina los blasones,
Y los
huecos cañones
Haciéndole la salva
Su acento
lleven do se absconde el alba.
Y
viéndose ensalzada
Con Príncipe tan alto,
y tan supremo,
Tremolando Menalcas, y Lábaros
El Áncora zarpada
La chusma al punto ponga mano
al remo.
Para que argenten los cristales claros,
Y den
espejos raros,
A quien borda, y matiza
De esmalte peregrino
El claustro alabastrino,
Con que su fama heroica se eterniza,
Y mientras se entapiza
Cuando de boga arranque
Entre
triunfando en el cerúleo estanque.
Y
tú por mil edades
Príncipe regio con tu nombre
quedes
En eterna memoria estampa y tipo
Por reinos y
ciudades,
Pues con tan grande honor preciarte puedes
De ser rayo del Sol del gran Filipo,
La mano de Lisipo
Sin invidia, y recelo
Contigo en esta parte
Honrar
pudiera el Arte,
Mas bástanos decir acá en
el suelo
Que ya del quinto Cielo
Te infunde claro infinito
Tu bisabuelo Marte Carlos Quinto.
Canción
si a los pies llegas
De un príncipe tan grande,
no presumas
Que han de volar tus plumas
A más
supremo asiento
Aunque levantes mucho el pensamiento
Al Excelentísimo señor don Pedro Fernández
de Castro Conde de Lemos, Marqués de Sarriá,
señor de la casa de Andrade, de los consejos de estado,
y guerra de su Majestad, y su presidente en el consejo de
Italia
Canción
Hay un convexo entre las dos Regiones
Del orbe celestial, y mortal suelo,
Que siendo natural,
es más que humana
La fábrica grandiosa, y
soberana
Que en él a puesto (con primor) el cielo
Para memoria de ínclitos varones,
Sus Hechos,
y Blasones
En Pórfidos, y Bronces eterniza,
Y
porque más el edificio espante
Su pared de Zafir
y de Diamante
De hazañas memorables entapiza,
Son su Coluna triunfos, y victorias,
Sus Pilastras valor,
sus Arcos fuerza.
Armas sus frisos, y quien más
lo esfuerza
Son los Menajes de diversas glorias
Es su
labor historias,
Las portadas el ánimo invencible,
Rematando la máquina terrible,
En donde pone por
mayor alteza
Trono de eternidad naturaleza.
Aquí la antigüedad entre filabre
Haga soberbia estatua de alabastro
Al volador anciano
dedicada,
El que nunca detuvo su jornada,
Porque dejando
de memorias rastro,
La santa heroica nuevos templos labre
Al que las puertas abre
Deste divino, y suntuoso templo,
Para poner en él tantos despojos,
Que dando objeto
a los altivos ojos
Causen admiración su raro ejemplo,
Donde publique con sonora trompa
Del ínclito Marqués,
y excelso Conde
De Sarriá, y Lemos, los honores
donde
Como en la luz se ve su grave pompa,
Allí
el silencio rompa
A pesar de la invidia, y de la muerte
El tardo olvido, porque desta suerte
Digan que es la
virtud que le acompaña,
Gloria de nuestra edad,
y honor de España.
Aunque
más la verdad el tiempo oculte
con majestad levante
un edificio,
Cuya grandeza suba al cielo sacro,
Porque
le sirva aquí de Simulacro
De su fábrica
hermosa el frontispicio,
En quien jamás su honra
se sepulte,
Apolo le consulte
Para darle entre sabios
Presidencia,
Y teniendo de Júpiter la parte,
Ríndanse
a su valor Belona, y Marte,
Reconozca Mercurio su elocuencia,
Y entre sus triunfos diga la Fortuna
Que ha puesto firme
su inconstante rueda,
Pues desta vez su nombre eterno queda
Encumbrado el cuervo de la Luna
En tan firme coluna,
Que tiene por defensa un fuerte Castro,
Bien pueden hoy
poner seguro el Astro,
Amparado debajo de sus alas
Juno,
Venus, Minerva, Cintia y Palas.
No
la escultura del sutil Lisipo
Se ponga en el Cesáreo
Capitolio,
Ni Menfis sus Pirámides levante,
Pues
pueden hoy con el que ven delante,
Fabricando de nuevo
Regio Solio
Hacer una memoria estampa, y Typo
Las orbes
de Filipo,
Testigos son de que les es Atlante,
Y no sólo
lo dicen ellos solos,
Porque también publican ambos
Polos
Del Antípoda Indiano, que es bastante
A
gobernar (con singular despejo)
De sus Imperio sagaz la
Monarquía,
Cuando Virreyes ínclitos le envía,
Pues se nombró, teniendo tal Mecenas,
Roma por
Numa, y por Licurgo Atenas
Deje
de celebrar el César Griego,
Quien su triunfal historia
dejó escrita,
Volviéndose a su ser el siglo
de oro,
Estime más Europa este tesoro,
Que Grecia
su arrogante Estagirita,
Pues va subiendo como a esfera
el fuego,
Donde si a mirar llego
En Paragón de
todos tanto alcanza,
Por ser de las virtudes raro Emporio,
Que toca de los cielos el Cimborio,
Y aun dice el mundo
(lleno de esperanza)
Que si la fama ilustre, y más
antigua
De los ínclitos héroes se ocultara,
Firmes estribos en don Pedro hallara,
Porque su causa
no quedase ambigua,
Bien aquesto averigua
De sus mayores
la mayor nobleza,
Do se quiso extremar naturaleza,
Con
darle clara sangre Regia altiva,
Para que eterno en nuestro
siglos viva.
Al hecho memorable de Alonso Pérez de Guzmán
el Bueno, de quien decienden los excelentísimos Duques
de Medina Sidonia
Canción
Cual suele combatida
Del Euro bravo en áspero arrecife
La Nao furiosa
que tocó el estrecho,
Donde apenas guarida
Halla
la barca, o el pequeño esquife,
Por ser del agua
al centro poco el trecho,
Y en el cerúleo lecho,
Quedándose encallada,
Y de Orión forzada
Rompe el árbol mayor, y el grueso cable
Que hace
al mar mudable
El peso de su entena
Hundir los bancos
de la oculta arena.
Y entre
peñas disformes,
O las ocultas puntas de un peñasco,
Donde las ondas baten por momentos
Con estruendos inormes
De la perdida Nave tiembla el casco,
Porque soplando
los airados vientos
En húmedos cimientos
De una
escondida laja
Se rompe, quiebra, y raja,
Y en la Región
nubífera a la tierra,
(Haciendo fuerte guerra)
Relámpagos escupe
El Dios Airado que las densa,
y tupe.
Y sacando del centro
Del líquido elemento blanca espuma
La arroja entre
los pernos, y herrumbre,
Y por la popa adentro
Bañándose
con ella, hace que fuma
Desde la baja quilla, hasta la
cumbre
Cuanto trae por costumbre,
Y estremeciendo el
lastre
Descuelga, porque arrastre
La Jarcia, Velas, Gúmenas,
Motones
Y en las hondas Regiones
El que la rige, y mueve
El trago de la muerte a tragos bebe.
Ya
mira por la Proa
Hundida de la Nao la mayor parte,
Y
amarrándose el cuerpo el argonauta
Su navecilla
atoa,
Ya se ve por el agua el estandarte,
Que sacudiendo
espuma el penol pauta,
Ya cual confusa flauta
Sueña
la Caña, y Comba
Del Timón, y la Bomba,
Bramando entre los árboles vomita
Con fuerza que
le incita
Turbio licor salado,
Que en ella entró
para salir forzada.
Así
en el mar del mundo
Una tormenta brava, y rigurosa
Mira
en su pecho aquel Guzmán preclaro
el Bueno, y sin
segundo,
En una nave, que su sangre honrosa
De un hijo
fabricó cuyo Honor raro
Sirve de espejo claro
A una inmortal hazaña,
Que fue gloria de España,
Asombro del Gentil, Del moro espanto
Por ser el valor
tanto,
Que sólo un Guzmán pudo
Ser de tan
gran tormenta fuerte Escudo.
Fue
roca combatida
El gran Alfonso, do la furia brava
De
la tormenta, el pecho está batiendo,
Volviendo por
la vida
De un inocente Abel, en quien fundaba
La esperanza
que le iba sucediendo,
Con fuerza resistiendo
Las olas
de congoja,
Do se enturbia, y se moja,
El corazón
sentido, y pensamiento,
Y en contrario Elemento
a su
pequeña Nave
Mira con rostro valeroso, y grave.
De la Región turbada
Siente las olas, que a su honor derechas
Van, deshaciendo
de su Ifac querido
La vida tan preciada,
Cuando el amor
con sus ardientes flechas
Vencerle, ni rendirle no ha podido,
Antes viéndose herido
Tan grande esfuerzo abarca,
Que imita al Patriarca,
Que ofrece a Dios humilde el
hijo tierno
Y si él con nombre eterno
Por voluntad
cobró tal fama, y gloria,
Es digno el hecho de inmortal
memoria.
Atendiendo a las voces
Del enemigo, que cual Bóreas fiero
Fuerza le quiere
hacer a que recoja
Con ímpetus feroces
Las velas
de su honor, mas el primero
Que las amaine, aferre, quite,
y coja
Cuando el viento se enoja
Quiere se su navío
Se pierda en un bajío,
Rompa las velas, árboles,
y Quilla
Antes, que en la barquilla
De la esperanza cuerda
La vida salve, y el honor se pierda.
Arroja
desde el muro
El sacro Marte sus puñal dorado,
Porque viendo el contrario la destreza,
No viva muy seguro,
Que quien las armas dio, que al hijo amado
Rompan el
cuello, con mayor braveza
Vengará la bajeza
De
un bárbaro Africano,
Cuya cobarde mano
Hecha Orión
contra la Nave amada,
Desenvainó la espada
Con
impetuoso vuelo,
Y dio con ella en el Imperio cuelo,
Con tan grandioso ejemplo
Bate
la fama sus ligeras alas,
Que pierde mucho si esta gloria
pierde,
Y da la voz al Templo,
Porque la pongan en Impíreas
salas,
Vuélvese en Rosicler el campo verde,
Que
quiere que concuerde
Con la gloria del alma,
Por cuyo
triunfo, y Palma
Cual Fénix en el mundo le eterniza,
Y en su nueva ceniza,
Que otra vida recibe,
Con letras
de diamante el hecho escribe.
A don Iván de Mendoça y Luna Marqués
de Montesclaros, y Marqués de Castildebayuela, señor
de las villas de Higuera, de las Dueñas, el Bado,
Cardoso, y Valconete, Virrey de la nueva España, cuando
della pasó al Pirú