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Pensil de Príncipes y Varones Ilustres

Gabriel de Ayrolo Calar



portada




ArribaAbajoAprobación del Padre Diego Martínez de la compañía de Jesús, Lector de Escritura en el colegio de S. Hermenegildo

Este libro intitulado Pensil de Príncipes es visto por mandado del Señor Provisor, y no hallo en él cosa contra la Fe, y buenas costumbres, y se puede dar licencia para que se imprima, pareciendo así al Señor Provisor. En este colegio de San Hermenegildo de la Compañía de Jesús de Sevilla en 17 de Octubre de 1616.

Diego Martínez.

LICENCIA

El Licenciado don Gonçalo del Campo, Arcediano de Niebla, Canónigo, Provisor, y Vicario general de Sevilla, y su Arzobispado, doy licencia a cualquier impresor desta ciudad para que pueda imprimir, e imprima este libro intitulado Pensil de Príncipes, sin que por ello incurre en pena alguna. Fecha en Sevilla en 17 días del mes de Octubre de 1616 años.

Licenciado don Gonçalo del Campo. Ante mí

Doctor Luis Álvarez




ArribaAbajoAprobación del Padre Fray Pedro de Abrego, de la Orden de S. Francisco, y Lector jubilado en Santa Teología

Por mandado del Señor licenciado Alonso de Setina, Provisor, y Vicario general deste Obispo de Cádiz vi este tratado llamado Pensil de Príncipes y Varones Ilustres, compuesto por el doctor D. Gabriel de Ayrolo, y me parece poema muy agudo, y de delgados conceptos, en el cual no hay cosa contra nuestra Santa Fe, y se puede muy bien dar licencia para que se imprima. Dada en San Francisco de Cádiz a 20 de Junio, año de 1616.

Fray Pedro de Abrego.

LICENCIA

El licenciado Alonso de Cetina, Provisor, y Vicario general de la santa iglesia, y Obispado de Cádiz, por el ilustrísimo señor don Juan de Cuenca, el Consejo de su Majestad, Obispo del dicho Obispado, etc. Habiendo visto el parecer, y aprobación que dio el padre Maestro F. Pedro de Abrego, Guardián del dicho convento de S. Francisco desta ciudad, en que se aprueba este libro intitulado Pensil de Príncipes, compuesto por el doctor D. Gabriel de Ayrolo Calar, concedía, y concedió dar licencia para que cualquier impresor lo pueda imprimir libremente, sin por ello incurrir en pena alguna. Dada en Cádiz a 21 de Junio de 1616 años.

El Licenciado Alonso de Cetina.

Por mandado de su merced.

Fernando Martín Robles, Secretario




ArribaAbajoAl Excelentísimo Señor don Manuel Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, Duque de Medina Sidonia, Conde de Niebla, Marqués de Caçaça, Capitán General del Mar Océano, y costas de la Andalucía, de la insigne orden del Tusón de Oro

Excelentísimo Señor.

Enseña la Filosofía natural, que todas las cosas procuran dirigirle al centro donde proceden, que es la última perfección que reciben de la naturaleza, siendo esto así haría agravio (no sólo a mi trabajo, pero a muchos) si tratando en el de la grandeza de tantos Príncipes no procurase dirigirla a quien lo es della, así por la antigua sangre de su casa (con quien tanto se honra España) como por el hecho que ella mereció tener vinculado el nombre de Bueno, para que por su posición fuese el mayor; y siguiendo lo que la razón me dictara, cuando no lo hiciera la naturaleza, procure dirigir a su centro lo que es tan debido a él, con lo cual queda en la última perfección la grandeza de tantos Príncipes, y mi trabajo con la mayor honra que puede alcanzar, siendo favorecido de v. Ex. cuya vida guarde el Cielo, etc.

El Doctor D. Gabriel de Ayrolo Calar.




ArribaAbajoAl Excelentísimo señor don Manuel Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, Duque de Medina Sidonia, etc

El doctor D. Gabriel de Ayrolo Calar.



El padre del desengaño
Duque excelso, y generoso,
Sin reparar en su daño
Deja de tu nombre extraño
Tanta memoria en el mundo,
Que por bueno, y sin segundo
Dice (cuando así te llama)
Que del templo de la Fama
Eres tú lo más profundo.

    Bien es que su templo labre
Con tan antigua nobleza,
Donde la naturaleza
Por verla sus puertas abre
De la escultura el filabre
Sirva de cielo inmortal
Al que con luz celestial
El diluvio le eterniza
Y acá su nueva ceniza
Nos da otro Fénix su igual.

   Resucita en ti la gloria
De aquella inmortal hazaña,
Que a sido el honor de España,
Y de los siglos Memoria
La sangre que es tan notoria
Del mejor Guzmán que ha habido,
En ti vemos que ha vivido,
Porque pongas a millares
Pyras, Colosos, y Altares
Contra el invidioso olvido.

   No se celebre el César Griego
Sus triunfos en Parangón
De tan heroico blasón,
Como el que a tu sangre entriego,
Pues como a su esfera el fuego
Va por natural costumbre,
Así porque más te encumbre
En eternos Simulacros,
De los Alcázares sacros
Toca la empinada cumbre.

   Al Gigante Filisteo
Corte el Pastor la cabeza,
Venza con heroica alteza
Tantos triunfos Macabeo
Con admirable Trofeo
El Duque que Moisés nombra,
Destierre la obscura sombra,
Que figure del Sol la esfera,
Pare a su voz la carrera,
Con que a todo el mundo asombra.

   En Imperial ministerio
Se muestre cauto, y astuto
El César, que mató Bruto,
Gloria del Romano Imperio,
Hasta el opuesto Hemisferio,
Donde su fama campea,
Con nuevo nombre se vea
El Teucro más valeroso,
A quien Aquiles famoso
Dio muerte espantosa, y fea.

   Ponga nueva fuerza al muro
De la ciudad sacrosanta,
El francés que la levanta
Por coronarse seguro
Sobre su celada Arturo
Orle cuando allá se parte
Con Cristisero estandarte
El Timbre de fino acero,
Y Carlo Magno severo
Saque de su cielo a Marte.

   Que si de varias naciones
Para dar al mundo ejemplo
Pone la Fama en su Templo
Estos insignes varones,
Sus más ilustres blasones
No se pongan en nivel
Con el tuyo heroico, y fiel,
Donde el amor paternal
Se vence, dando el puñal
Contra el inocente Abel.

   Ellos con gloria vencieron
Triunfos, y sucesos varios,
Y fue contra sus contrarios
Que tanto nombre les dieron,
Mas aquellos que vencieron
Con tan singular valor,
En sí mesmos el amor
Ha sido de alteza abismo,
Porque el vencerle a sí mismo
Es la victoria mayor.

   Esta tu sangre pregona,
Y por lo que en ti a dejado
della vemos un traslado
En tu excelente persona,
Blasona señor, blasona
Contra el Bárbaro Africano
Del hecho más soberano
que jamás hizo Español,
Ni aun (en cuanto alumbra el Sol)
Fue visto por hombre humano.




ArribaAbajoDe don Diego Jorge de Godoy, Tesorero de la santa Iglesia de Cádiz, al autor

Soneto




Formó tu pensamiento allá en la Idea
   De la hermosura de diversas plantas,
   Una fábrica ilustre que levantas,
   Donde el entendimiento se recrea.

Tu ingenio (oh gran Doctor) muy bien se emplea,
   Cuando escribiendo maravillas tantas,
   Tanto en el grave estilo te adelantas,
   Que en todo el mundo su primor campea.

Bien es que de materia heroica, y grave
   Fabriques un Pensil tan levantado,
   Que tenga por su autor la primer silla.

Dispóngalo también, quien también sabe,
   Presidiendo de tu ingenio fabricado,
   Le llamaran la octava maravilla.




ArribaAbajoDe don Gómez de Figueroa caballero de la orden de Calatrava, gentilhombre de la boca del serenísimo Archiduque Alberto, el autor

Soneto



Cultivando Pensiles más que humanos
   Con tanta sutileza, y gallardía
   Vuestro ingenio (Doctor) decir podría,
   Que en todo son sus frutos soberanos.

De las espigas sarandais los granos,
   Y en la verdad haciendo anatomía,
   En concierto os respeta la armonía,
   En lenguaje cortés los cortesanos.

Hoy vuestro estilo levantado alcanza
   Mayor grandeza por su grave historia,
   Que os hace en esto peregrinos, y sólo;

Pues dais en ella a tantos alabanza,
   A vuestra patria honor, a España gloria,
   Memoria al tiempo, y vida al alto Apolo.




ArribaAbajoDel doctor Alonso Gámez de Mendoça, Canónigo Magistral de la doctoral de la santa Iglesia de Cádiz, al autor

Soneto



De la ciudad donde Nebroth se encanta
   Al tiempo que edifica contra el Cielo
   Suben su fama con heroico vuelo
   Los muros que Semiramis levanta.

En ellos puso con grandeza tanta
   Los Pensiles hermosos, que en el suelo,
   Causando su gran fábrica desuelo,
   Es maravilla que el mundo espanta.

Así doctor a nuestra España ilustre,
   Engrandecéis con un Pensil, que muestra
   Flores de pensamientos tan sutiles,

Que dan al alma alor, al tiempo lustre,
   Porque se diga (en maravilla vuestra)
   Que es esta la mayor de los Pensiles.




ArribaAbajoDiscreto lector

Porque no cause novedad en algunos la propiedad metafórica con que di título de Pensil a mi libro, en su principal significación me pareció declarar la razón que me movió para aplicarlo a la materia y sujeto de que se trata. Plinio en el lib. 19. c. 9. dice que significa el jardín, o huerto edificado en alto, cuyas palabras son; Pensiles corum hortos promouentibus insoles rotis alitoribus, etc. Y Ambrosio en su Dictionario dice; Pensilis hortus qui supra edificia factus est. Fueron por esto celebrados los Pensiles de Babilonia, cuya fábrica (sobre sus altos muros) se cuenta por una de las siete maravillas del mundo. De aquí se originó, que (por término de su posición) significase el jardín, o huerto puesto en lugar sublime. Siendo pues la variedad (que se fabrica en este) de cosas supremas (y que la Idea las considera de todo punto elevadas, y casi fuera de la naturaleza) me pareció metáfora propia darle nombre de Pensil, por lo que suspenden, y admiran grandezas de Príncipes, y hazañas de Varones ilustres; las cuales por si son tan levantadas, que con su valor, y precio suplen las faltas del sujeto que las celebra. El tiempo que se puede pasar en pasarlo, es tan breve, que (en el recreo de una siesta) mereceré ser perdonado de lo inculto que en él hubiere. Y si del todo no agradare (buen remedio) quien le comenzó a ver en ella, cierre el Pensil, y duerma lo restante, podrá ser (en sueños) goce de otros de mayor entretenimiento. VALE.




ArribaAbajoAl Excelentísimo señor Duque de Medina Sidonia

El Doctor D. Gabriel de Ayrolo.


Soneto




Fidias gentil entallador famoso,
   (a quien la antigüedad con suma alteza
   Dio el primero lugar en sutileza
   Del arte de esculpir maravilloso).

Queriendo de un gigante poderoso
   Retratar el tamaño, y la grandeza,
   Un sólo dedo con sutil destreza
   Pintó para mostrar su ser grandioso.

Así gran Duque vuestra alteza, y fama
   En cifra en un Pensil es retratado,
   Y en ella de sus príncipes la alteza,

Para que diga (quien el Bueno os llama)
   Que hay mucho más en vos depositado,
   Como en ellos también mayor grandeza.






ArribaAbajoCanción primera del Pensil de príncipes

(.?.)


Al Serenísimo príncipe Emanuel Filiberto gran Prior de San Juan, y general del Mar.


(.?.)




¡Oh tú gran Dios Neptuno!
Que en el profundo piélago habitando,
Con tu soberbio trono te levantas,
Do no llegó ninguno,
Y como a gran señor te van besando
De varias partes de regiones tantas
Las soberanas plantas,
Que por reconocerlas
Tus más cercanos deudos
Te van pagando feudos
En líquido cristal, en blancas perlas,
Hoy para engrandecerlas
Con singular misterio
Recibe nuevo César en tu imperio

   Haz que del hondo claustro
Salgan tus Yeguas entonando el Coche
Bordando con aljófar la escarlata,
Y la Silla de Alabastro
El dorado Delfín en vez de broche
Le dé al brocado azul tela de plata,
Y mientras se dilata
El carro diamantino,
Tu Tritón mensajero
Salga a ser pregonero
De que a tu margen bella un ángel vino
Por Príncipe más digno
de mandar en tu Puerto,
Que es nuevo dios Neptuno Filiberto.

   Salga Glauco y Proteo
Con las hermosas Ninfas, y Sirenas,
Y en argentado Monstruo, Can marino
El oriental Nereo
Entre Delfines, Focas, y Ballenas
Apresurando venga su camino,
Y mientras peregrino
Descubre su belleza,
Toque Ansión el Plectro,
Y ofreciéndole el Cetro
Al ínclito Emanuel, por más grandeza
Pongan en la cabeza
A su príncipe infante
Pancarpia de Zafir, y de Diamante.

   Humíllense a su frente
Las diosas Anfitrite, y Galatea,
Postrándose a los pies del nuevo Atlante
Cuyo valor prudente
En sustentar su máquina se emplea,
Y a rendirse también salga triunfante
La escuadra rutilante
Que tiene nombre eterno
Entre las sacras Ninfas,
Porque sus crespas linfas
Gocen en paz celestial gobierno
Del que aunque joven tierno
Tienen virtud extraña
Sangre de Austria con valor de España.

   La mensajera Trompa
Alborotando la fragosa espuma
Resuene por el húmedo elemento,
Publicando la pompa
De Filiberto, cuya alteza suma
Es de virtud un singular portento,
Y del nativo asiento
El mayor de sus Dioses
En cambiante carro
Mostrando más bizarro
Los caballos marítimos feroces
Publique en altas voces
Que a tan grave persona
Humilla su tridente, y su corona.

   Comience pues ufana
La galera real de proa a popa
A esparcir por los aires banderolas
Con pompa soberana,
Y el mástil recto (cuya excelsa copa,
Flámulas vista, que entre ebúrneas bolas
Dando objeto a las olas
Con altivos pendones)
Muestre por la ancha orilla
De León, y de Castilla
Entre la Cruz divina los blasones,
Y los huecos cañones
Haciéndole la salva
Su acento lleven do se absconde el alba.

   Y viéndose ensalzada
Con Príncipe tan alto, y tan supremo,
Tremolando Menalcas, y Lábaros
El Áncora zarpada
La chusma al punto ponga mano al remo.
Para que argenten los cristales claros,
Y den espejos raros,
A quien borda, y matiza
De esmalte peregrino
El claustro alabastrino,
Con que su fama heroica se eterniza,
Y mientras se entapiza
Cuando de boga arranque
Entre triunfando en el cerúleo estanque.

   Y tú por mil edades
Príncipe regio con tu nombre quedes
En eterna memoria estampa y tipo
Por reinos y ciudades,
Pues con tan grande honor preciarte puedes
De ser rayo del Sol del gran Filipo,
La mano de Lisipo
Sin invidia, y recelo
Contigo en esta parte
Honrar pudiera el Arte,
Mas bástanos decir acá en el suelo
Que ya del quinto Cielo
Te infunde claro infinito
Tu bisabuelo Marte Carlos Quinto.

   Canción si a los pies llegas
De un príncipe tan grande, no presumas
Que han de volar tus plumas
A más supremo asiento
Aunque levantes mucho el pensamiento




ArribaAbajoAl Excelentísimo señor don Pedro Fernández de Castro Conde de Lemos, Marqués de Sarriá, señor de la casa de Andrade, de los consejos de estado, y guerra de su Majestad, y su presidente en el consejo de Italia

Canción




Hay un convexo entre las dos Regiones
Del orbe celestial, y mortal suelo,
Que siendo natural, es más que humana
La fábrica grandiosa, y soberana
Que en él a puesto (con primor) el cielo
Para memoria de ínclitos varones,
Sus Hechos, y Blasones
En Pórfidos, y Bronces eterniza,
Y porque más el edificio espante
Su pared de Zafir y de Diamante
De hazañas memorables entapiza,
Son su Coluna triunfos, y victorias,
Sus Pilastras valor, sus Arcos fuerza.
Armas sus frisos, y quien más lo esfuerza
Son los Menajes de diversas glorias
Es su labor historias,
Las portadas el ánimo invencible,
Rematando la máquina terrible,
En donde pone por mayor alteza
Trono de eternidad naturaleza.

Aquí la antigüedad entre filabre
Haga soberbia estatua de alabastro
Al volador anciano dedicada,
El que nunca detuvo su jornada,
Porque dejando de memorias rastro,
La santa heroica nuevos templos labre
Al que las puertas abre
Deste divino, y suntuoso templo,
Para poner en él tantos despojos,
Que dando objeto a los altivos ojos
Causen admiración su raro ejemplo,
Donde publique con sonora trompa
Del ínclito Marqués, y excelso Conde
De Sarriá, y Lemos, los honores donde
Como en la luz se ve su grave pompa,
Allí el silencio rompa
A pesar de la invidia, y de la muerte
El tardo olvido, porque desta suerte
Digan que es la virtud que le acompaña,
Gloria de nuestra edad, y honor de España.

   Aunque más la verdad el tiempo oculte
con majestad levante un edificio,
Cuya grandeza suba al cielo sacro,
Porque le sirva aquí de Simulacro
De su fábrica hermosa el frontispicio,
En quien jamás su honra se sepulte,
Apolo le consulte
Para darle entre sabios Presidencia,
Y teniendo de Júpiter la parte,
Ríndanse a su valor Belona, y Marte,
Reconozca Mercurio su elocuencia,
Y entre sus triunfos diga la Fortuna
Que ha puesto firme su inconstante rueda,
Pues desta vez su nombre eterno queda
Encumbrado el cuervo de la Luna
En tan firme coluna,
Que tiene por defensa un fuerte Castro,
Bien pueden hoy poner seguro el Astro,
Amparado debajo de sus alas
Juno, Venus, Minerva, Cintia y Palas.

   No la escultura del sutil Lisipo
Se ponga en el Cesáreo Capitolio,
Ni Menfis sus Pirámides levante,
Pues pueden hoy con el que ven delante,
Fabricando de nuevo Regio Solio
Hacer una memoria estampa, y Typo
Las orbes de Filipo,
Testigos son de que les es Atlante,
Y no sólo lo dicen ellos solos,
Porque también publican ambos Polos
Del Antípoda Indiano, que es bastante
A gobernar (con singular despejo)
De sus Imperio sagaz la Monarquía,
Cuando Virreyes ínclitos le envía,
Pues se nombró, teniendo tal Mecenas,
Roma por Numa, y por Licurgo Atenas

   Deje de celebrar el César Griego,
Quien su triunfal historia dejó escrita,
Volviéndose a su ser el siglo de oro,
Estime más Europa este tesoro,
Que Grecia su arrogante Estagirita,
Pues va subiendo como a esfera el fuego,
Donde si a mirar llego
En Paragón de todos tanto alcanza,
Por ser de las virtudes raro Emporio,
Que toca de los cielos el Cimborio,
Y aun dice el mundo (lleno de esperanza)
Que si la fama ilustre, y más antigua
De los ínclitos héroes se ocultara,
Firmes estribos en don Pedro hallara,
Porque su causa no quedase ambigua,
Bien aquesto averigua
De sus mayores la mayor nobleza,
Do se quiso extremar naturaleza,
Con darle clara sangre Regia altiva,
Para que eterno en nuestro siglos viva.




ArribaAbajoAl hecho memorable de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, de quien decienden los excelentísimos Duques de Medina Sidonia

Canción




Cual suele combatida
Del Euro bravo en áspero arrecife
La Nao furiosa que tocó el estrecho,
Donde apenas guarida
Halla la barca, o el pequeño esquife,
Por ser del agua al centro poco el trecho,
Y en el cerúleo lecho,
Quedándose encallada,
Y de Orión forzada
Rompe el árbol mayor, y el grueso cable
Que hace al mar mudable
El peso de su entena
Hundir los bancos de la oculta arena.

   Y entre peñas disformes,
O las ocultas puntas de un peñasco,
Donde las ondas baten por momentos
Con estruendos inormes
De la perdida Nave tiembla el casco,
Porque soplando los airados vientos
En húmedos cimientos
De una escondida laja
Se rompe, quiebra, y raja,
Y en la Región nubífera a la tierra,
(Haciendo fuerte guerra)
Relámpagos escupe
El Dios Airado que las densa, y tupe.

   Y sacando del centro
Del líquido elemento blanca espuma
La arroja entre los pernos, y herrumbre,
Y por la popa adentro
Bañándose con ella, hace que fuma
Desde la baja quilla, hasta la cumbre
Cuanto trae por costumbre,
Y estremeciendo el lastre
Descuelga, porque arrastre
La Jarcia, Velas, Gúmenas, Motones
Y en las hondas Regiones
El que la rige, y mueve
El trago de la muerte a tragos bebe.

   Ya mira por la Proa
Hundida de la Nao la mayor parte,
Y amarrándose el cuerpo el argonauta
Su navecilla atoa,
Ya se ve por el agua el estandarte,
Que sacudiendo espuma el penol pauta,
Ya cual confusa flauta
Sueña la Caña, y Comba
Del Timón, y la Bomba,
Bramando entre los árboles vomita
Con fuerza que le incita
Turbio licor salado,
Que en ella entró para salir forzada.

   Así en el mar del mundo
Una tormenta brava, y rigurosa
Mira en su pecho aquel Guzmán preclaro
el Bueno, y sin segundo,
En una nave, que su sangre honrosa
De un hijo fabricó cuyo Honor raro
Sirve de espejo claro
A una inmortal hazaña,
Que fue gloria de España,
Asombro del Gentil, Del moro espanto
Por ser el valor tanto,
Que sólo un Guzmán pudo
Ser de tan gran tormenta fuerte Escudo.

   Fue roca combatida
El gran Alfonso, do la furia brava
De la tormenta, el pecho está batiendo,
Volviendo por la vida
De un inocente Abel, en quien fundaba
La esperanza que le iba sucediendo,
Con fuerza resistiendo
Las olas de congoja,
Do se enturbia, y se moja,
El corazón sentido, y pensamiento,
Y en contrario Elemento
a su pequeña Nave
Mira con rostro valeroso, y grave.

   De la Región turbada
Siente las olas, que a su honor derechas
Van, deshaciendo de su Ifac querido
La vida tan preciada,
Cuando el amor con sus ardientes flechas
Vencerle, ni rendirle no ha podido,
Antes viéndose herido
Tan grande esfuerzo abarca,
Que imita al Patriarca,
Que ofrece a Dios humilde el hijo tierno
Y si él con nombre eterno
Por voluntad cobró tal fama, y gloria,
Es digno el hecho de inmortal memoria.

   Atendiendo a las voces
Del enemigo, que cual Bóreas fiero
Fuerza le quiere hacer a que recoja
Con ímpetus feroces
Las velas de su honor, mas el primero
Que las amaine, aferre, quite, y coja
Cuando el viento se enoja
Quiere se su navío
Se pierda en un bajío,
Rompa las velas, árboles, y Quilla
Antes, que en la barquilla
De la esperanza cuerda
La vida salve, y el honor se pierda.

   Arroja desde el muro
El sacro Marte sus puñal dorado,
Porque viendo el contrario la destreza,
No viva muy seguro,
Que quien las armas dio, que al hijo amado
Rompan el cuello, con mayor braveza
Vengará la bajeza
De un bárbaro Africano,
Cuya cobarde mano
Hecha Orión contra la Nave amada,
Desenvainó la espada
Con impetuoso vuelo,
Y dio con ella en el Imperio cuelo,

   Con tan grandioso ejemplo
Bate la fama sus ligeras alas,
Que pierde mucho si esta gloria pierde,
Y da la voz al Templo,
Porque la pongan en Impíreas salas,
Vuélvese en Rosicler el campo verde,
Que quiere que concuerde
Con la gloria del alma,
Por cuyo triunfo, y Palma
Cual Fénix en el mundo le eterniza,
Y en su nueva ceniza,
Que otra vida recibe,
Con letras de diamante el hecho escribe.




ArribaAbajoA don Iván de Mendoça y Luna Marqués de Montesclaros, y Marqués de Castildebayuela, señor de las villas de Higuera, de las Dueñas, el Bado, Cardoso, y Valconete, Virrey de la nueva España, cuando della pasó al Pirú

Canción




Deje el profundo Rey su azul estanque,
Que al lado de Anfitrite ocupa solo
Sobre el soberbio trono plateado,
En que basta el cielo sube, cuando Eolo
Se entriega en su cristal del todo airado,
Y de coral bruñido un gancho arranque,
Y con el desatranque
La puerta al archipiélago, que bebe
Del Mar del Norte las saladas linfas,
Reconociendo aquí las blancas Ninfas,
Como su crespo dios a andar se atreve
Sobre las alas de los dos Delfines
Visitando las costas de su Imperio
Desde el Indiano lago hasta el Hisperio,
Y desde aquí llegando a los confines,
Y los remotos fines
Del bravo Chile, y margen de Acapulco,
Y aljofarando el rastro de su sulco
Espere en él la Nao que le acompaña
Su propio Reino en la Occidente España.

   Vengan los Potros entonando el coche,
De cuyas verdes crines llueven Perlas,
Cuando el viejo Monarca encaramado,
Para adornar el Musgo va a cogerlas,
Sirviéndole de conchas lo escamado,
Y un hueco caracol en vez de broche,
Y en la serena noche
Salgan de sus alcobas las Sirenas,
Nereidas, Tetis, Doris, con Proteo,
Y en verdinegro Monstruo el dios Nereo
Vaya pisando conchas de Ballenas,
Y todo el escuadrón de uno en uno
Muestren las trenzas que Orión desata,
Dando al azul Zafir la blanca plata,
Con que adornen las Yeguas de Neptuno,
Aquí el padre importuno
Arroje por la barba en sus regiones
Arroyos de cristal a borbollones,
Y los demás con el argentería
Del oro puro que Pactolo envía.

   Y en tanto que sacude la cabeza
El argentado Pez, o dios Marino
Dando sepulcro el cuerpo diamantino
En lo profundo de su heroico pecho,
Sosegando el orgullo con que empieza
Cuando de su fiereza
Muestra la cara turbia embravecida,
De Bóreas impelida, y ambas juntas
Deshagan por igual las canas puntas,
Y al darle franco paso en su partida
Deje la gruta de arenoso barro,
Y alborotando la fragosa espuma,
Sin que Aquilón contrario lo consuma,
El mensajero dios salga bizarro,
Y en el triunfante carro
Adonde tiene su escarchado asiento,
Sulcando vaya el líquido elemento,
Dejando a Forco, Galatea, y Glauco
Mientras llega a las costas del Arauco.

   Visite por el piélago profundo,
(Tocando alegre su confusa trompa,
Que resuene en los húmedos asientos,
Sin que el airado Bóreas le corrompa
Los formados marítimos acentos)
El Occidente Mar del nuevo Mundo,
En quien el fin segundo,
Y Quinto Carlos puso las colunas,
Que sustentan el Plus de su grandeza,
Humillando la frente a su nobleza
Del que en su escudo pone blancas Lunas
Y por diversas bandas, que reparte
El Ave celestial, única, y sola
de aquella hazaña insigne, y Española
Honra de España, de Belona, y Marte,
Pues cupo tanta parte
A la preclara estirpe de Mendoza,
Blasón ilustre de quien tanto goza
Con los suyos heroicos, y preclaros
El ínclito Marqués de Montesclaros.

   Humille su Pancarpia, o su Corona,
Y el soberano Cetro de Diamante,
Con que gobierna por el hondo claustro,
Y prosiguiendo en él, vaya delante
Con los negros caballos de su Plaustro,
A quien el mesmo espanto los entona,
Y a la excelsa persona
Del gran don Juan, teniente de Filipe,
Acompañando en él, a Lima vaya,
Hasta llegar a ver su fértil playa,
Porque de su grandeza participe,
Y restaure la ausencia que a su gente
hizo Monte, que honró los Indios Polos
A quien levanta el mundo Manseolos,
Para que viva eterno entre la gente
El varón más prudente
Que en nuestros siglos sustentaba el cielo
Mas como a propio para el alto cielo
Ausencia hizo a la inmortal esfera,
Y ésta sólo don Juan suplir pudiera.

   Comience Pues la Nao desde la Popa
A esparcir por los aires banderolas,
Y sobre el árbol de mayor trofeo
Flámulas ponga, que en doradas bolas
Entonen de la Gavia el Masteleo,
En cuya excelsa, y empinada copa
De matizada ropa
Vista con un pendón su altivo extremo,
Que azote el aire aprisa tremolando,
Y en el espejo azul reverberando
Muestre la Cruz, cuyo valor supremo
Entre Castillos fuertes, y Leones
Divide el campo, que junto a Castilla
Del Asturio León la Regia silla,
Por quien quedaron unos los blasones,
Los sulfúreos cañones
Que el elemento más voraz impele,
Hagan tronando que su acento vuele
Mientras hacen la salva a quien la espera
Al rubio trono de la cuarta esfera.

   Y pues recibe ya la Nao gallarda,
Aprestando la leva el Condestable,
Al que ilustra en el mar su luengo esquife,
Zarpe el grumete audaz el grueso cable
Quitando el tenaz diente al arrecife,
Que la respuesta del cañón aguarda,
Y mientras esto tarda,
Con el sutil ingenio, docto, y sabio
El Argonauta apreste antes que parta,
La ampolleta, el Imán, el Pito, y Carta
La Astronómica aguja, y Astrolabio,
Y puesto en su lugar, al punto acuda
Mandando al Marinero se aperciba
Cuando subiendo por la Jarcia arriba
De sus lugares los Trinquetes muda,
Y al viento que le ayuda
Largan las Trizas, y en tocando a leva
Mueva el Timón la caña el que lo lleva,
La Senadera en cruz salga al encuentro,
Y rompa el agua pues que ca en su centro.

   Aquí el Marqués se embarca,
Y pues que vas siguiendo su carrera,
Vete canción con él como la Barca
Tras de la Nao Ligera,
Que si humildad ofreces,
Es que a su dueño en esto te pareces.



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