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ArribaAbajo [XXXII] (Noria)

La noria es símbolo de regeneración de la vida por su círculo recolector de agua, vital para los regadíos y la vida misma. Recoge el llanto de la fuente.

«Contra nocturna luna, agua pajiza / de limonar...» (v. 1), la octava nos sitúa ante la noche, que es lo opuesto al día, y esa oscuridad encierra ciertos peligros, porque el hombre es un ser diurno, ya que la oscuridad le priva de visión, porque la noche se identifica con la ausencia de todo, y es propicia para el sueño y las maquinaciones, las pesadillas y la muerte. Esta agua pajiza de limonar podría situar a la noria en medio de un limonar o bien es una novedosa tonalidad amarillenta del color pajizo.

En «halladas acechanzas» (v. 2), deberíamos hacer un gran esfuerzo de imaginación y pensar en la luna y su reflejo sobre el agua pajiza del fondo de la noria, como dos elementos enfrentados y contrarios: se miran y se acechan. En consonancia con la octava real «XVIII (Pozo)», «subterráneo quinqué» (v. 6), como agua del Mediterráneo (observemos la rima consonante de estas dos palabras), las noches de luna, ésta se refleja sobre el espejo del mar, por ello las dos lunas (satélite y reflejada) se acechan mutuamente.

En los versos 3 y 4: «[...] una afila el cantar y otra desliza / su pleno, de soslayo [...]», debemos aceptar como muy válido el análisis de Sánchez Vidal (1976, 126), cuando escribe: «los cangilones [cántaros de la noria], que sobre el agua (uno recogiéndola y el otro dejándola deslizar fuera de él) por sorpresa». Cuando el cangilón recoge el agua lo hace de soslayo, es decir, oblicuamente, de lado, por la posición que ocupa en la cadena de montaje de la noria.

La segunda parte tiene ciertas alusiones perifrásticas complejas, por un lado tenemos: «Luna, a la danzarina de las danzas» (v. 5). La noria es como la veleta que gira y a la vez también es una luna que da vueltas en el firmamento, con estos tres elementos compone una metáfora por semejanza de movimientos, puesto que en la octava «XXIV (Veletas)» nos dijo el poeta «Danzarinas en vértices cristianos» (v. 1) y este movimiento se recoge también en la octava «XXIX (Gitanas)» con «¡Luna! Como gobiernas, como bronces, / siempre en mudanza, siempre dando vueltas» (vv. 2 y 3). Por otro lado, tenemos la acequia subterránea de donde la noria coge e iza el agua con los cangilones que golpean la superficie del agua como un pandero. Este pandero nos recuerda a García Lorca en «Su luna de pergamino / preciosa tocando viene» (vv. 17 y 18) de «Preciosa y el aire», o en «el jinete se acercaba / tocando el tambor del llano». (vv. 21 y 22) de «Romance de la luna, luna».

En el último verso: «¡cadena de ti mismo, prometea!», la noria es cadena sin fin de sí misma, y esta cadena nos recuerda el título de la tragedia Prometeo encadenado de Esquilo del (s. V a de J. C.), y no es más que una alusión a Prometeo en femenino prometea para que rime con golpea.

En la ilustración vemos una noria y su cadena de cangilones, y en la parte inferior una serie de canalizaciones o acequias geométricas subterráneas a modo de greca. Vemos tres lunas como movimiento en su fase danzarina.

La noria



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