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ArribaAbajo Capítulo II

Situación, extensión y clima. Población, contribuciones y consumos. División interior. Aspecto general del pueblo. Carácter de sus habitantes, y cuadro de un día en Madrid. Instrucción a los forasteros sobre los medios más cómodos de vivir en la corte, y los objetos de primera necesidad



Situación

Madrid se halla situado a los 40º 25' 7" de latitud. N., y su longitud es de 14º 30' E. de la isla del Hierro, 12º 47' 59" E. del pico de Teide47, 2º 34' 4" E. de Cádiz, 3º 41' 56'' O. de Greenwich, y 6º 2' 30'' O. de París. Está en suelo desigual, sobre algunas colinas de arena, en medio de una gran playa que circundan por la parte de N. N. E. las montañas de Somosierra, y las de Guadarrama al N. O. El río Manzanares la baña al O. inclinándose al S. a formar el vértice de un ángulo en su unión con el canal, el cual se halla a la parte del S. y S. O. Al oriente embellece a Madrid el sitio del Retiro. La altura sobre el nivel del mar es de 2412 pies, bajándose continuamente para llegar al Mediterráneo. Según el plano levantado por López, y rectificado, el Norte del   —40→   Mundo corresponde entre las puertas de Fuencarral y del Conde-Duque; el Este entre las de Alcalá y Atocha; el Sur entre la de Embajadores y la de Toledo; y el Oeste en las inmediaciones de la puerta de la Vega. Las principales cuestas de Madrid son: las de las Salesas, santa Bárbara, san Ildefonso, san Sebastián, el Rastro, las Vistillas y Palacio. Las diferencias más notables de niveles son; la del piso de la puerta de san Vicente sobre el nivel del río 41 pies, 2 pulgadas y 5 líneas; de la puerta del Sol sobre la de san Vicente 169 pies 8 pulgadas y 10 líneas. De la puerta de Alcalá sobre la del Sol 27 pies 10 pulgadas 9 líneas, que hacen la altura de la puerta de Alcalá sobre el río de 238 pies. De la puerta de Recoletos sobre el río 215 pies y 7 líneas. Y finalmente, de la puerta de santa Bárbara sobre el río 300 pies; con que este es el punto más elevado de Madrid.

La posición de Madrid, respecto a la administración del reino, es la mas ventajosa, por hallarse casi en el centro y a distancias proporcionadas de sus puertos principales, como se ve por el siguiente resumen.

Puertos principales
Leguas
De Alicante60 ½
De Barcelona104 ½
De Bilbao68 ½
De Cádiz109
De Cartagena65 ½
De la Coruña106 ¾   —41→  
De Gijón80 ½
De Gibraltar100 ½
De Málaga77 ½
De Santander71 ½
De Tarragona91 ½
De Valencia63
De Vigo95



Dista igualmente
De las fronteras de Francia por Irún83
Íd. por Navarra73 ½
Íd. por Aragón73 ¾
Íd. por Cataluña109 ½
De las fronteras de Portugal por Castilla 56 ¼
Íd. por Extremadura63 ¼
Íd. por Galicia 95
De Ávila19
De Burgos41
De Badajoz62 ¾
De Córdoba62
De Ciudad Real29
De Cuenca25 ¾
De Granada68
De Guadalajara10 ½
De Jaén53
De León58
De Murcia54
De Oviedo76
De Palencia40 ½   —42→  
De Pamplona63
De Sevilla87 ¼
De Segovia15 ½
De Salamanca3
De Soria35 ½
De Toledo12
De Toro36 ½
De Valladolid32
De Vitoria61
De Zamora41 ¾
De Zaragoza54 ¼






Extensión

La circunferencia de Madrid es de 15553 varas castellanas, que hacen 2 ¼ leguas de 20 al grado48, en estos términos: desde la puerta de Alcalá a la de Recoletos 986 varas; desde la de Recoletos a la de santa Bárbara 666; de esta a la de los Pozos 693; de esta a la de Fuencarral 525; de esta a la del Conde-Duque 401; de esta a la de san Bernardino 605; de esta a la de san Vicente 2387; de esta a la de Segovia 1445; de esta a la de Gilimón 778; de esta a la de Toledo 432; de esta a la de Embajadores   —43→   926; de esta a la de Valencia 338; de esta a la de Atocha 885; y de esta a la de Alcalá 4486. La extensión de Madrid casi de E. a O. desde la puerta de Alcalá a la de la Vega es de unos 8850 pies; y de N. a S. desde la puerta de santa Bárbara a la de Toledo unos 10500 pies.




Clima

El clima de Madrid, muy celebrado en lo antiguo por su salubridad, ha padecido notable alteración por la falta de arbolado de sus contornos. El cielo sin embargo es puro y sereno casi siempre; el aire es seco, vivo y penetrante, sobre todo en invierno. Los vientos que reinan con mas frecuencia son el N. en invierno, los de O. y S. en la primavera, y este último también en verano; y como esta villa no está resguardada de la acción de los vientos, en especial del N. que viene a travesando la cadena de montes carpetanos, casi siempre coronados de nieve, adquiere en ellos una frialdad excesiva, y llega a la corte después de haber corrido las 7 leguas que aquellos distan, sin encontrar obstáculo o modificación alguna, lo cual los hace sobremanera peligrosos, en particular a los forasteros. Esta misma falta de arbolado, que destempla las demás estaciones por la demasiada rigidez de los vientos, hace también más sensibles los calores del estío por la ninguna modificación que presta a los rayos del sol; de suerte que en el día los inviernos y veranos son excesivamente rigurosos; las primaveras húmedas y destempladas; y el otoño seco y hermoso hasta el mes de noviembre que empieza el frío. La temperatura media de Madrid parece ser de 12º de Reaumur, el frío medio 0º grados, y el calor 24º sobre cero. El primero no suele pasar de 5 bajo cero (aunque en el año de 1830 llegó   —44→   a 8), y el segundo de 32 sobre cero. La altura barométrica media es 30 ⅓ pulgadas.

Las enfermedades que suelen ser mas frecuentes en Madrid son los cólicos, las apoplejías, perlesías, pulmonías, fiebres catarrales, y otras, nacidas de lo seco del clima y de la acción ya dicha de los vientos; pero estas mismas causas contribuyen a la salubridad general de la corte, pues evitando la putrefacción de las carnes y alejando las exhalaciones impuras, la han puesto constantemente al abrigo de todo contagio. Así que sólo deberá recomendarse la precaución a los forasteros, en especial para no pasar rápidamente de una temperatura a otra, pues los de Madrid, ya más acostumbrados, pueden soportarlo con dificultad.




Población

Por el censo de policía, verificado en este mismo año, aparece que en fin de 1831 ascendía la población de esta capital a 49400 vecinos y 211127 habitantes, en esta forma:

Jóvenes menores de 16 años 51324
Varones solteros mayores de dicha edad29364
Mujeres íd. íd. íd. cabezas de familia4370
Íd. íd. que no lo son33006
Varones casados34052
Mujeres íd.33467
Varones viudos5808
Mujeres íd. cabezas de familia6524
Íd. íd. que no lo son10458
Eclesiásticos seculares692
Íd. regulares1309
Religiosas753
211127



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En la numeración anterior van comprendidas las siguientes:

Militares sin contar la guarnición2709
Oficiales de Voluntarios Realistas140
Empleados con título y sueldo5774



El número de nacidos en 1831 ha sido de 5684, inclusos los expósitos; y el de muertos en todas las parroquias y en los tres hospitales principales 4128, sin incluir los párvulos, comunidades religiosas, ni demás hospitales de esta corte.

Tiene Madrid unas 8000 casas en 540 grupos o manzanas de ellas; sus calles son 492; sus plazas 4, y 79 plazuelas; 17 parroquias intramuros (incluyendo las tres de Palacio, Buen-Suceso y Retiro sujetas a la Patriarcal), 38 conventos de religiosos, 32 de religiosas, 18 hospitales, 3 hospicios, un beaterio, una casa de niños expósitos, 3 casas de reclusión para mujeres, y 4 cárceles, presidio y galera, 16 colegios, 2 seminarios, y estudios generales de san Isidro, 9 academias, 4 bibliotecas públicas, 2 museos de pinturas, uno de ciencias naturales y otro militar, una plaza de toros, 2 teatros, 5 puertas reales, 12 portillos, 33 fuentes públicas, y unas 700 particulares.

Hay en Madrid 28 posadas públicas, 526 ídem secretas, 51 cafés con botillería, 41 botillerías sin café, 9 fondas, 13 hosterías, 14 pastelerías, 73 confiterías, 67 bodegones, 786 tabernas, 91 tahonas en uso, 980 tiendas de abacería, aguardiente y licores, 58 ídem de vinos generosos, 87 ídem de ultramarinos, 17 droguerías, 80 juegos de billar, 4 ídem de pelota y bochas, 187 coches de alquiler, 122 calesas y tartanas, 62 caballerías de alquiler, 12 cazadores   —46→   de oficio, 366 por afición, 6 pescadores de oficio, 39 por afición, 36 profesiones ambulantes, 1148 puestos ambulantes.




Contribuciones y consumos

La contribución anual de puertas asciende a 37.592331 rs. 18 mrs., en esta forma:

Derecho Real 17.023847 rs. 10 mrs. Cuarteles 737392 rs. 8. mrs. Municipales 13.178800 rs. 8. mrs. Impuesto de vino y aguardiente 2.555705 rs. 26 mrs. Arbitrios piadosos 1.191735 rs. 18 mrs. Ídem para voluntarios realistas 804736 rs. 20 mrs. Ídem para acopio de trigo 2.110113 rs.

La de frutos civiles importa 1.675533 rs. 11 mrs., en esta forma:

Predios rústicos y urbanos del término alcabalatorio 1.639448 rs. 9 mrs. Ídem de las afueras y casco 1 1566 rs. 15 mrs. Artefactos 2846 rs. 14 mrs. Oficios y derechos enajenados de la corona 21672 rs. 9 mrs.

La de paja y utensilios importa 2. 126550 rs.

Consumos. Los consumos de esta capital no pueden fijarse con exactitud por falta de datos seguros, y sólo por aproximación pueden calcularse los siguientes en cada año: l.095000 fanegas de trigo, 258000 ídem de cebada, l90000 arrobas de garbanzos, 48200 de arroz, 800000 arrobas de vino, 544597 de aceite, 200000 carneros, 22000 vacas, 70000 cerdos, 80200 arrobas de jabón, 1.844250 de carbón, 50000 de nieve, y 20233 fanegas de sal.




División interior

Madrid está dividido para la administración interior en 10 cuarteles, y estos en 64 barrios en esta forma49.

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Cuartel de Palacio. Empieza en la puerta de san Vicente, y sube por el paseo y calle del Prado nuevo a la de Leganitos, y sirviéndole de límite esta y la plazuela de santo Domingo (que son de Afligidos), comprende todas las calles de la derecha basta la bajada de santo Domingo, por donde desciende a la plaza de Oriente. De aquí toma la izquierda basta la esquina de la calle de los Caños, luego la derecha, y vuelve abrazando toda la plaza de Oriente, sirviéndole de límite la línea de casas hasta pasada la nueva de baños detrás de Santiago (que son todas de la Plaza). Entra por la calle de la Cruzada y por detrás de la del Luzón, va a salir a la de la Almudena, sigue por las de Nájera y del Rollo, llega a la del Sacramento, y después por la baja del Azotado y Tente tieso llega a la de Segovia que le pertenece en su totalidad. Este cuartel se subdivide en los barrios de Puerta de Segovia, Sacramento, santa María, san Nicolás, Encarnación, y doña María de Aragón.

Cuartel de la Plaza. Da principio en la vertiente del arroyo de la Puerta del Sol frente a la calle de Carretas para la del Arenal, y tomando la acera izquierda de esta calle hasta frente al teatro nuevo, sube abrazando la línea de casas nuevas hasta la de baños detrás de Santiago inclusive; desde esta entra   —48→   por la calle de Luzón a tomar la plazuela de la Villa, y por la calle alta del Azotado sale a la plazuela del Cordón, calle de san Justo, de los Tintes, atraviesa la de Toledo, y va a tomar la de la Concepción Gerónima en ambas aceras hasta la esquina de la calle de Barrionuevo, donde deja la acera derecha, y sigue por la izquierda hasta la calle de Atocha. Atraviesa esta, entra por la parte de la plazuela del Ángel que dirige a la calle de Carretas, inclusa la casa Consulado, y baja por dicha calle de Carretas a la Puerta del Sol donde empezó. Comprende este cuartel los barrios de santa Cruz, santo Tomás, san Justo, san Ginés, Santiago, y Panadería.

Cuartel de san Martín. Empieza en la Puerta del Sol en la corriente de la calle del Arenal a la de Alcalá frente a la de la Montera, y sirviéndole de límite toda la calle de Alcalá (que es de san Gerónimo) entra por la acera izquierda de la calle real del Barquillo a volver a la de las Infantas, cuya acera izquierda sigue en toda su longitud hasta la de Fuencarral: atraviesa esta, y tomando sólo de ella la manzana 344, entra por la acera izquierda de las calles del Desengaño y de Tudescos a la plazuela de santo Domingo, esquina de los Ángeles, por cuya calle baja a tomar el arroyo de la calle del Arenal, cuya izquierda sigue hasta la Puerta del Sol donde empezó. Comprende los barrios de san Luis, niñas de Leganés, Carmen Calzado, Descalzas Reales, Moriana, y los Angeles.

Cuartel de Afligidos. Desde la puerta de Fuencarral sigue toda la calle ancha de san Bernardo y plazuela de santo Domingo ambas aceras, retrocede después por toda la calle de Leganitos, y teniendo   —49→   por límite el paseo de san Vicente (sin comprenderle) sigue hasta la puerta y por las tapias hasta dar la vuelta a la de Fuencarral donde empezó. Se divide en los barrios de Leganitos, Rosario; plazuela del Gato, san Marcos, Montserrat, Monterrey50, Afligidos, y Guardias de Corps.

Cuartel de Maravillas. Desde la puerta de san Fernando toda la calle de Fuencarral, excepto la manzana 344, que forma la izquierda de la calle del Desengaño, y es de san Martín: entra por la acera derecha de dicha calle del Desengaño y de la de Tudescos hasta la plazuela de santo Domingo, y sirviéndole de límite esta y la calle ancha de san Bernardo (que son de Afligidos) comprende todas las calles intermedias hasta la puerta de Fuencarral, y vuelve luego a la de San Fernando donde empezó. Se subdivide en los barrios de san Ildefonso, san Basilio, Hospicio, san Plácido, Buena-Dicha, y Buen-Vista.

Cuartel del Barquillo. Empieza en la esquina del Pósito que divide el paseo de Recoletos y la calle de Alcalá, y por detrás de la Inspección de Milicias va a tomar la acera derecha de la calle real del Barquillo, y desde esta la derecha de la plaza del Rey y de la calle de las Infantas hasta la de Fuencarral; y teniendo por límite esta calle (que es de Maravillas) comprende todas las que desembocan en ella hasta la puerta de san Fernando, y vuelve por las tapias hasta la casilla de la puerta de Alcalá sin tocar en la puerta. Comprende los barrios de Guardias Españolas, san Antonio Abad, Mercenarias, san Pascual, Salesas, y capuchinos de la Paciencia.

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Cuartel de san Gerónimo. Empieza en Las tapias de la huerta de san Gerónimo junto a la entrada del Botánico; sube por la acera derecha de la calle de las Huertas a la plazuela de Matute, de que también toma la acera derecha y plazuela del Ángel, y teniendo por límite la casa Consulado y calle de Carretas (que son de la Plaza) comprende todas las calles que deja a la derecha hasta la esquina de la Puerta del Sol donde se fijan los carteles de los teatros: atraviesa luego a la esquina de la calle de la Montera y de Alcalá, y sigue por ambas aceras de esta calle hasta la puerta donde concluya. Comprende los barrios de Buen-Suceso, Baronesas, Pinto, Trinitarias, la Cruz, y Jesús Nazareno.

Cuartel de Lavapiés. Empieza en el portillo de Valencia, y sube por la acera derecha de la calle de Lavapiés hasta la fuente de Relatores; toma la derecha de las calles de la Merced, Cosme de Médicis, Barrionuevo, Concepción Gerónima a la de Atocha, y sigue por ambas aceras de esta a la plazuela de Matute, de la cual y de la calle de las Huertas toma la acera derecha hasta el Jardín Botánico y paseo que dirige a la puerta de Atocha, saliendo después por las afueras hasta el portillo de Valencia donde empezó. Comprende los barrios de Amor de Dios, plazuela de san Juan, Hospital General, Santa Isabel, Ave María, y Trinidad.

Cuartel de san Isidro. Empieza en el portillo de Valencia, y sube por la acera izquierda de la calle real de Lavapiés hasta la fuente de Relatores, y sigue por la izquierda de las calles de la Merced, Cosme de Médicis y Barrionuevo, volviendo a tomar la calle del Burro por donde sale a la de Toledo; sigue   —51→   la izquierda de esta hasta la fuentecilla, y luego la izquierda de la calle de Arganzuela hasta las tapias. Igualmente le corresponde la acera derecha de la calle de las Maldonadas. Comprende los barrios de san Isidro, Comadre, san Cayetano, niñas de la Paz, Huerta del Bayo, y Mira a el Río.

Cuartel de san Francisco. El límite de este cuartel le forman las calles de Segovia, Puerta Cerrada y de los Tintes (sin tocar en ellas) comprendiendo todas las calles a la derecha. Desde la esquina de la calle de los Tintes y la de Toledo sigue por la acera derecha de esta hasta la de Arganzuela, y luego por la derecha de esta a las tapias, dando la vuelta a buscar la bajada de las Vistillas a la puerta de Segovia donde empezó. También le está asignada la calle de san Millán, y la acera izquierda de la de las Maldonadas. Este cuartel comprende los barrios de san Francisco, Humilladero, Vistillas, san Andrés, puerta de Toledo y la Latina.




Aspecto general de Madrid

El aspecto general de Madrid ha variado casi del todo de pocos años a esta parte. El aseo y limpieza de las calles, la multitud de casas nuevas o reedificadas en esta época, y el buen gusto, en fin, que reina generalmente y se manifiesta en las tiendas, en los cafés y demás objetos públicos, prestan en el día a esta villa un aspecto lisonjero, capaz de sorprender a los que no la hayan visto hace algunos años. La mayor comodidad, sin embargo, nos ha hecho más exigentes, y en el día se notan ciertas faltas que en lo antiguo no fueron reputadas por tales. El empedrado, por ejemplo, aunque mejorado notablemente en ciertas calles por el cuidado de las autoridades municipales,   —52→   ofrece aún en las más un piso ingrato y desigual que molesta sobremanera al forastero, y ocasiona los charcos y lodazales que las hacen en tiempo lluvioso poco menos que intransitables. Las aceras o losas de los lados tampoco tienen la anchura conveniente ni unión entre sí, siendo apenas bastantes para el paso de una persona. Las casas, aunque reformadas y pintadas generalmente, no tienen uniformidad o armonía, por haberse dejado libremente a los dueños la facultad de alzarlas o bajarlas a su antojo, y pintarlas del color que han querido, con cuya libertad mal entendida, se ha renunciado a la regularidad que ha podido darse al aspecto de muchas calles que en el día están desfiguradas con hartos colorines y extravagancias. Por lo demás, la desigualdad de las casas en sus proporciones, las cuestas de algunas calles, la estrechez de otras, la falta de plazas anchas y adornadas, y otros defectos antiguos que sólo pudieron evitarse cuando la ampliación de la corte, serán todavía por largos años el objeto del celo del gobierno y del deseo de los amantes de este pueblo. Por ahora sólo puede cuidarse de que las calles y casas nuevamente construidas no adolezcan de aquellos inconvenientes, y con efecto se ve en las nuevas de santa Catalina, en las de la plaza de Oriente, calles de Santiago, Fuencarral, Hortaleza, León, Atocha, Príncipe, Carmen, Caballero de Gracia, Plaza y calle Mayor, y otros muchos sitios de la población51.

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La numeración de las casas es otro de los defectos de Madrid, por estar ejecutada por manzanas, de suerte que suele suceder el venir a colocarse casualmente dos o tres números iguales uno en frente de otro, lo cual ocasiona muchas molestias o la precisión de tomar alguna otra seña además del número. Sería, pues, de desear que se verificase una numeración mas cómoda por calles, colocando los números pares a la derecha y los impares a la izquierda, y aun marcando, por medio de   —54→   colores en las lápidas, la dirección de las calles, como sucede en París, donde se marcan con respecto al curso del Sena, que atraviesa la ciudad. Aquí podría adoptarse por punto divisorio la calle de Alcalá, Puerta del Sol y calle Mayor, que cruzan la capital de E. a O. Todas las calles o dirigen a este punto, o le son paralelas: podría fijarse el color blanco en las lápidas de las calles que dirigen a él, y el encarnado en las paralelas, empezando en las primeras la numeración por la parte mas próxima a la línea o punto divisorio, y en las paralelas por la parte mas próxima al principio del mismo (que es el Prado). Así que, entrando en una calle, se advertiría por los colores la dirección de ella, y por la diminución o crecimiento de la serie de los números, la mayor o menor proximidad del punto dado. Además, sería de desear que, se duplicase el nombre de las calles al principio y al fin de cada una, pues en el día sólo se halla al principio (lo que es casi inútil en una calle larga) y en muchas ni aun eso.

En cuanto a la limpieza de las basuras se ejecuta con mucha regularidad por los carros de la villa, que recorren alternativamente los barrios cada segundo día. Una de las cosas que más han contribuido a ella, es el haber despojado de cajones de comestibles ciertas calles principales, como la de la Montera y Santiago, las plazuelas de Antón Martín y del Ángel, que estaban desfiguradas con ellos. La limpieza de pozos, como más molesta, se hace de noche, desde las once en adelante, y es de desear se concluya lo más antes posible la obra de las alcantarillas subterráneas, para que se vea Madrid libre de aquella notable incomodidad.

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El alumbrado actual consiste en 4770 faroles colocados aproximadamente a la distancia de veinte varas castellanas en las calles anchas, y 32 en las angostas; pero no siendo suficiente para alumbrar competentemente la capital, el excelentísimo Ayuntamiento, presidido por el señor Corregidor don Domingo María de Barrafón, acordó invitar al público a fin de que manifestase las mejoras de que es susceptible el alumbrado de esta capital, ofreciendo un premio al autor de la memoria, modelo o diseño que llenase mejor su objeto. La voz del Ayuntamiento penetró en el taller del artista y en el gabinete del sabio; y del examen, análisis y experimentos de los trabajos presentados a virtud de este llamamiento, resultó que, aunque ninguno reunía las circunstancias del programa para merecer el premio, todos eran dignos de alabanza por el celo de sus autores y sus apreciables conocimientos; más conteniendo una de las memorias el proyecto de una sociedad que tomaría a su cargo iluminar la capital por medio de gas-light sin aumentar el gravamen del vecindario, el Ayuntamiento ha acordado admitir las proposiciones que al efecto se le dirijan.

Entretanto, aprovechando el feliz motivo del nacimiento de la serenísima señora infanta doña María Luisa Fernanda, dispuso S. E. hacer un ensayo del alumbrado público de esta capital por medio del gas hidrógeno carbonado extraído del aceite, y a pesar de la cortedad del tiempo, se hizo venir de Barcelona al catedrático de Química aplicada a las artes doctor don José Roura, el cual se prestó a tan difícil empresa, y dirigió el aparato en pocos días con artífices y materias del país. El total de faroles que se   —56→   pusieron corrientes de varias formas y dimensiones fue de 201 desde el arco de la real Armería, calles de la Almudena, Platerías y Mayor, Puerta del Sol, carrera de san Gerónimo y calle del Príncipe hasta el teatro de este nombre. Además se adornó la fachada del Buen-Suceso con más de 5000 luces, y en las varias noches que se encendió, adquirió el público el convencimiento de la inmensa mejora que este método proporciona. El aparato se colocó en el jardín del café de la Victoria, componiéndose de un gasómetro, correspondientes condensadores y lavadores, y de 10 retortas montadas en dos hornillas de forma paralelopípeda52.

Vigilan la seguridad de dos vecinos de Madrid desde las once de la noche hasta después de amanecer, los llamados serenos en número de 150, los cuales, por su honradez y diligencia, han merecido siempre la mayor confianza y prestado desde su establecimiento servicios importantes.




Carácter moral y físico de los habitantes

Los hijos de Madrid son en general vivos, penetrantes, satíricos, dotados de una fina amabilidad, y entusiastas por las modas. Afectan las costumbres extranjeras, desdeñan las patrias, hablan de todas materias con cierta superficialidad engañadora que aprendieron en la sociedad, y si bien el ingenio precoz que les distingue hace concebir de ellos las mas lisonjeras esperanzas en su edad primera, la educación demasiado regalada, las seducciones de la corte y otras causas, cortan el vuelo de aquellas facultados naturales, y les hacen quedar en tal estado. Así que, brillando por su elegancia, sus finos modales y su divertida locuacidad, se les ve permanecer   —57→   alejados de los grandes puestos y relaciones, dejando el primer lugar en su mismo pueblo a los forasteros, que con más paciencia y menos arrogancia vienen a vencerlos sin encontrar gran resistencia de su parte. Su físico es agradable, aunque se resiente de las mismas causas que el moral, y no pudiendo desenvolverse completamente, les hace permanecer pequeños, en general, delgados y enfermizos. Sólo saliendo de su pueblo varían de aspecto y aun de ideas, y entonces se ve de lo que serían capaces con otro método en sus primeros años.

Los forasteros, dejando su país tal vez por las mismas causas, vienen a Madrid, y lejos de sus familias, entregados a sí mismos, y sin las consideraciones orgullosas que inspira la presencia de sus compatriotas, adquieren más solidez en sus ideas, van derechos al fin, y no repugnan las privaciones y la paciencia necesarias para ello. Colocados en el puesto que anhelaron, se identifican con el pueblo que los ha visto elevarse, se confunden con sus naturales, adquieren los modales de la corte, y todos juntos forman la sociedad fina de Madrid, sociedad en que reina el buen tono, la amabilidad, y una franqueza delicada.

Esta mezcla de costumbres, estas distintas situaciones, de magnates distinguidos, empleados en favor, capitalistas, pretendientes, caballeros de industria, y tantas otras clases, dan a este pueblo un carácter de originalidad no muy fácil de describir. El trato es superficial, como debe serlo en un pueblo grande donde no se conoce con quién se habla, ni quién es el vecino, La confusión de las clases es general por esta causa; las conversaciones también generales   —58→   por los diversos objetos públicos que cada día las fijan; las diversiones frías, y sin aquel aire de alegría y franqueza que da en nuestras provincias el conocerse todos los que las componen; pero de esta misma circunstancia nace la conveniencia de poder vivir cada uno a su modo, sin el temor de la censura y de los obstáculos que presenta un pueblo pequeño.

¿Y las mujeres? se dirá: ¡qué!, ¿no merecen ser nombradas en estas observaciones? ¡Y tanto cómo lo merecen! Ellas regulan nuestra sociedad; ellas incitan al hombre a todas sus empresas; ellas nos hacen pretendientes, comerciantes, empleados; sus caprichos dirigen nuestros cálculos; sus necesidades fingidas nos crean las verdaderas. Si esta regla es general en todas partes, ¡con- cuánta mayor extensión no deberá aplicarse a un pueblo donde el deseo de lucir, el lujo extravagante, las continuas ocasiones de arruinarse, y en fin, la adoración tributada únicamente al exterior, disculpan en cierta manera y autorizan los caprichos mujeriles! Con efecto, es general el deseo de cada uno de sobrepujar a sus facultades. La mujer del artesano se esfuerza a parecer señora; el empleado consume su corto sueldo porque su esposa brille al lado de la marquesa; ésta gasta las enormes rentas de su esposo por igualar su tren al de los príncipes, y todos se arruinan ante el ídolo funesto de la moda... Pero ¿a dónde vamos a parar con estas tétricas ideas? ¿Y qué? ¿Habrá de olvidarse la finura, la elegancia que esta misma moda de las madrideñas53 presta a su sociedad? Si su educación se ve descuidada en los puntos económicos, ¿quién las iguala en las artes de recreo y   —59→   en los talentos de sociedad? ¿quién sabe trasladar mejor los armoniosos acentos de un Rossini?, ¿quién baila con más perfección?, ¿quién habla, ríe, juega, burla, reprende y seduce con más gracia a sus numerosos adoradores?, ¿quién sabe unir el sentimentalismo de las novelas con la más amable coquetería?, ¿quién en modales, en vestido, y aun en lenguaje, sabe hermanar la gracia nacional a la extranjera, formando una peculiar que podemos llamar gracia matritense?, ¿quién...? Pero basta lo dicho para formarse una idea de su carácter. El físico es interesante: pequeñas, bien formadas, facciones lindas, talle airoso, color quebrado y aire distinguido; tal es el verdadero retrato de las madrideñas54.

Las costumbres del pueblo bajo son lastimosas; mezcla de grosería y de libertinaje; valientes hasta la temeridad; enemigos del trabajo, que soportan tal vez algunos días para emplear su producto el domingo y el lunes en las tabernas y en los toros. Las mujeres, conocidas bajo el nombre de manolas, son dignas de tales esposos, de tales amantes. Su ingenio natural se convierte en desenvoltura; su animosidad en alevosía; sus gracias en objeto de un vil tráfico: acostumbradas a ser engañadas por sus pérfidos amantes, los engañan; acostumbradas a ser maltratadas, los maltratan; para ellas y para ellos la mejor, razón es el palo, y el argumento más sublime la navaja; y sólo en fuerza de la extremada vigilancia del Gobierno se contienen en ciertos límites. Es de creer que la mejor educación del día pueda variar las costumbres de esta parte del pueblo, tanto más sensibles, cuanto que precisamente recae en la capital del reino.



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Un día en Madrid

Al rayar el día empieza lentamente el movimiento de este pueblo numeroso. Se abren sus puertas para dar entrada a infinidad de aldeanos que conducen las producciones de sus lugares circunvecinos para depositarlas en los abundantes mercados de la capital. Otros, circulando por ella con sus provisiones, permanecen durante toda la mañana ocupados en la venta por menor. En estas primeras horas los tahoneros, montados en sus caballos con enormes serones, reparten el pan por las tiendas; los ligeros valencianos cruzan las calles en todas direcciones pregonando sus refrescos; las tiendas se llenan de mozos y criados que concurren a beber; los carros de los ordinarios que salen, se cruzan con la rechinante carreta de bueyes que viene cargada de carbón; las plazas y mercados van progresivamente llenándose de gentes que se ocupan de las compras en menudo, las iglesias de ancianos piadosos y madrugadores, que concurren a las primeras misas de la mañana, y los talleres de los artesanos de multitud de obreros que van alegres a sus trabajos respectivos. Suenan las ocho, y el tambor de las guardias que se relevan se hace oír en todos los cuarteles de la capital. Las jóvenes elegantes que habían salido a misa o a paseo en un gracioso negligé vuelven lentamente a sus casas, acompañadas, por supuesto, casualmente. Tampoco falta su casual compañía a la alegre sirvienta, que con el cesto de provisiones bajo el brazo, viene prestando piadoso oído a los tiernos acentos del agraciado barberito a del gracioso ordenanza. Los cafés retirados, las tiendas de vinos y las hosterías presencian a tales horas estos obsequios misteriosos; pero a las nueve el cuadro ha variado de   —61→   aspecto: los coches de los magnates; de los funcionarios públicos, seguidos a carrera por la turba de pretendientes, que los espera a su descenso, corren a los Consejos y a las oficinas públicas; el empleado subalterno, saboreando aún su chocolate, marcha también a colocarse en su respectiva mesa; los estudios de los abogados quedan abiertos a la multitud de litigantes; el ruido de la moneda resuena en el contador del comerciante; el martillo en el taller del artesano, y las elegantes tiendas de modas bien decoradas, bien frescas y limpias, empiezan a dar entrada a las diligentes damas, que vienen a saciar en ellas sus caprichos y su vanidad. La Puerta del Sol empieza a ser el centro del movimiento del público y del quietismo de una parte de él; que se la reparten como su propiedad. Los corredores subalternos de préstamos y demás, hacen allí sus negocios sin correr; los músicos esperan avisos de bodas, llegadas de forasteros y festividades para correr a felicitar a los dichosos; los calesineros andaluces convidan con sus coches y calesines; los ciegos pregonan sus curiosos romances; los aguadores riñen por haberse quitado la vez para llenar sus cubas, y las vendedoras de naranjas hacen conocer sus excelentes pulmones; en tanto los elegantes corren en un ordenado desorden al despacho de los billetes de la ópera, que, como una plaza de guerra, se halla defendido por tropa de infantería y caballería, y sitiado por una multitud innumerable pronta a dar el asalto; otros van a rendir sus homenajes matutinos a la amable beldad, que los recibe a su tocador; o bien a almorzar con sus amigos; a probar sus caballos y floretes. La agitación, entre tanto, se ha hecho más general. Los elegantes carruajes que   —62→   llevan a palacio las personas de corte, dan paso a las encumbradas y enormes diligencias que salen para todos los puntos; las gentes a pie cruzan las calles con bien diferentes objetos; hombres de negocios, desocupados, curiosos, mujeres, muchachos, todos corriendo en distintas direcciones, forman una confusión, un ruido, un movimiento a que el forastero tiene trabajo en acostumbrarse. Los Consejos, la Sala, los Juzgados de la villa, la caja de Amortización y otros muchos objetos llaman a la multitud hacia55 la calle Mayor; los litigantes cargados de papeles; los procuradores de sus procesos; los escribanos y alguaciles con sus respectivas vestimentas, apenas dejan paso franco al observador, que con dificultad puede penetrar a las salas del Consejo a escuchar las elegantes oraciones de los abogados que intentan defender la justicia, disminuir el delito, o aclarar la verdad. El artesano, entre tanto, que al punto de las doce dejó sus trabajos, prepara su comida sencilla, mientras el pretendiente va a ocupar su conocido lugar en la antesala de la secretaría; el petimetre varía su traje para empezar la pesada ocupación de sus inútiles visitas, y la dama ensaya sus estudiadas palabras. La una. ¡Hora preciosa! Los pretendientes la esperan con ansia para saber el resultado de sus solicitudes; la encantadora belleza para recibir la visita de su apasionado; el hombre del pueblo para sentarse a su sencilla mesa, y para todos es aquella la hora de las esperanzas. Una hora después las oficinas van desocupándose; se cierran bufetes, tiendas y despachos, y cada cual se prepara a sentarse a la mesa; los celibatos y forasteros corren a las fondas a recobrar sus fuerzas, mientras que el padre de familia, en su casa, saborea una   —63→   comida frugal, sazonada con la presencia de los suyos. Un poco después las mesas elegantes ofrecen, en sus exquisitas salsas un tormento al estómago y en la etiqueta un inconveniente al placer. La población permanece en reposo; la siesta, que en la clase inferior es muy poca cosa o nada, se prolonga más de una hora en las otras clases; pero a las cuatro vuelve la animación, que va en aumento en las horas posteriores. Entonces ya se prescinde en general de los trabajos, dando más lugar a los placeres; los paseos empiezan a poblarse de gentes de todas condiciones; los toros, las meriendas y paseos ofrecen diversiones a todas las clases; en el Prado luce la sociedad elegante, los brillantes trenes y la esmerada compostura; la multitud esparciéndose fuera de las puertas, busca los paseos adecuados a sus gustos. Todos permanecen en ellos hasta que la noche se acerca; y mientras unos se retiran a sus modestas habitaciones a sentarse a sus puertas y cantar al son de su guitarra o de las de los músicos ciegos, otros pueblan los cafés y los billares. Las tertulias o pequeñas reuniones de confianza ofrecen entretanto su sencilla franqueza, y los teatros el punto de reunión de las gentes de buen tono. La multitud va disminuyendo en las calles; los barrios apartados permanecen solitarios, y sólo los del centro ofrecen todavía vida hasta después de cerrados los teatros. La mayor parte vuelve a sus casas a disfrutar del reposo; pero otra parte prolonga la vida que hurtaron al día, ostentando en tertulias elegantes sus estudiados adornos, o arruinándose en juegos reprobados; sus coches hacen retemblar las pacificas calles, y va disminuyendo su número hasta que ya a las dos de la mañana se   —64→   oye sólo la voz del vigilante sereno, que da la hora y avisa al desvelado las que aún le faltan que penar. Los cantos de las aves precursoras del día suceden56 a aquel silencio, y el cuadro anterior vuelve a comenzar.




Instrucción a los forasteros sobre los medios más cómodos de vivir en Madrid

Como el objeto de este libro es facilitar a los forasteros las noticias útiles que puedan necesitar, nada parece más natural, después de haber dado una idea general del pueblo de Madrid, que colocar esta instrucción, en la cual habrá que descender a ciertos pormenores interesantes que constituyen los objetos de primera necesidad para un recién venido.



Conocimiento topográfico de la villa

La vista general de Madrid puede gozarse desde una altura, tal como la torre de la parroquia de Santa Cruz u otra situada en el centro; pero como la figura de este pueblo es irregular, servirá muy poco esta precaución para familiarizarse con el conocimiento de él: así que lo que debe hacer el forastero para este objeto, es dedicarse los primeros días a estudiar el plano y tomar en la memoria las calles principales. Sólo se dirá que Madrid está cruzado aunque imperfectamente de N. a S. desde las puertas de los Pozos y de Santa Bárbara por las calles paralelas de Hortaleza y Fuencarral, que vienen a desembocar en la de la Montera, siguiendo por ésta, puerta del Sol, calle de Carretas, de la Concepción Gerónima   —65→   a la de Toledo, y puerta de este nombre; y de E. a O. desde la puerta de Alcalá, calle de este nombre, puerta del Sol, calle Mayor y Almudena hasta la puerta de la Vega. Todas las demás calles vienen a dirigir a éstas; y como la puerta del Sol es el centro de estas líneas, de aquí la importancia de esta plaza para el forastero, que regularmente la toma por punto de partida para todas sus expediciones. Últimamente, para buscar las calles con comodidad, se pone al fin de esta obrita una lista alfabética de todas ellas con sus entradas y salidas, y cuartel en que están situadas, con lo cual es difícil perderse.

Elección de calle y casa. Lo primero que debe hacer un forastero, es la elección de una calle y casa que estén situadas a la inmediación de los sitios a que le hayan de conducir sus particulares circunstancias, pues el desatender este punto, es una de las causas de la gran fatiga que experimentan los recién venidos a Madrid. Si, por ejemplo, fuese pretendiente, deberá situarse en las calles Mayor, Arenal y sus convecinas, para no estar lejos de los Consejos, Ministerios y otras oficinas generales. Pero si la mera curiosidad o el deseo de divertirse le traen a Madrid, puede escoger su habitación por las calles principales de Alcalá, san Gerónimo, Carretas, Montera, y sus traviesas, con lo cual se proporcionará la vecindad del Prado, museos, teatros y demás objetos curiosos. Es inútil advertir que para ningún objeto deberá situarse en paraje extraviado, pues entonces no gozará de Madrid; pero sin embargo, si quiere conservar en la corte la tranquilidad de su provincia, no tiene más que fijarse en los barrios   —66→   del N. hacia57 las extremidades de la calle Ancha de san Bernardo, y allí reunirá, además de las ventajas del silencio, las del menor coste, mayor amplitud en la habitación, y aires más saludables.

Fondas. Para la elección de casa se presentan al forastero varios medios; pero debe consultar antes con su bolsillo, escogiendo el más proporcionado. Las fondas reúnen en general mayor elegancia en el servicio, pero en ellas, a proporción de la habitación y el trato, sube el precio, que suele ser bastante alto; porque, además del cuarto y cama, que se paga bien, puede regularse la manutención en unos 20 rs. diarios; más el aseo y finura en el trato recompensan de este sacrificio, a pesar de que las fondas no están en Madrid tan brillantemente montadas como otros establecimientos. Las principales son: la Fontana de Oro en la Carrera de san Gerónimo; la gran Cruz de Malta en la calle del Caballero de Gracia; la de San Luis en la calle de la Montera; la de Genieis en la calle de la Reina; la de Europa en la calle del Arenal; la de los Dos Amigos en la calle de Alcalá; la de Perona en la misma calle, y otras. En todas ellas, además de admitirse huéspedes, se sirve comida al que la pide desde 10 rs. cubierto. Hay además otras fondas más pequeñas llamadas Hosterías, donde se sirven comidas más baratas de 6 rs. arriba. Citaremos algunas: la del Caballo blanco calle del Caballero de Gracia; la del Carmen en la calle del mismo nombre; la de la calle del Carbón; la del Postigo de san Martín; la del Arco de san Ginés; la de la calle de la Gorguera, y otras varias. Finalmente, en toda la población hay diseminadas multitud de tiendas de comestibles y figones, donde se sirven comidas y   —67→   almuerzos a la clase menos acomodada, y con toda conveniencia. Además la multitud de tiendas de vinos generosos, géneros ultramarinos, pastelerías famosas, y lindísimas confiterías, situadas en todas las calles, ofrecen un recurso siempre abierto y expedito para restaurar las fuerzas perdidas del estómago, u ofrecer un obsequio franco y sencillo a alguna beldad errante. En estas tiendas se encuentra bastante comodidad, limpieza y buena voluntad de parte de sus dueños. No hay que indicarlas, porque siendo tantas, y teniendo a la vista sus grandes muestras, sería trabajo inútil. Permítase sin embargo hacer una excepción en favor del almacén de vinos de la calle de Fuencarral, llamado de los Andaluces, en donde bajo el lema de la muestra Delicias de la Bética se sirven pescados y mariscos, vinos exquisitos, y otros frutos de aquellas provincias que tantos apasionados tienen.

Casas de huéspedes. El segundo medio y más a propósito para vivir en Madrid un forastero, son las casas llamadas de huéspedes, en las cuales, cediendo sus amos una parte de la habitación, ya amueblada, contratan con el huésped el precio de la comida por un tanto diario, que nunca es tan excesivo como en las fondas, teniendo además la ventaja de verse asistido con mayor interés y por personas de otra clase que en aquellas: las hay en todas las calles de la población, y sus precios varían según la situación, dimensiones, mueblaje y demás comodidades; por lo que no se puede fijar regla general, pero por 4 a 8 reales se encuentra un cuarto y cama decente. Para darse a conocer estas casas se usa de la señal de un papel atado a la extremidad de los balcones, y no en   —68→   el medio como se pone cuando se alquila un cuarto por entero.

Casas de alquiler. Pero si el forastero hubiese de permanecer largo tiempo en Madrid, puede alquilar una habitación, tratando para ello con el casero sobre precio y condiciones; las cuales suelen ser dar un fiador abonado, o medio año adelantado de alquiler por vía de fianza, en cuyo caso, verificado el recibo, no puede ya despojársele de la habitación, cumpliendo con lo estipulado, y sobre esto favorecen mucho las leyes a los inquilinos en Madrid. Pero entonces tiene que amueblar la habitación, y si no quiere comprar los muebles, en los muchos almacenes que hay de ellos puede alquilarlos, ya usadas, en los mismos, aunque este medio es siempre caro, y sólo puede tener ventaja en algunas ocasiones.

Posadas o Paradores. Últimamente, las posadas, o paradores propiamente tales, son en Madrid bastante malas en general, y los precios más bajos en correspondencia, por lo cual no paran en ellas las personas que gustan gozar alguna comodidad. Las principales y mejores son el parador de San Bruno en la calle de Alcalá; el de Barcelona en la calle Ancha de Peligros; el de Cádiz en la calla de Toledo. Otros muchos hay en dicha calle, Cava baja, calles de Segovia, Alcalá, Carmen, Montera, Concepción Gerónima, la Reina, y otras; pero en general están limitados a aposentar a los trajineros por sus escasas comodidades.

Cafés. Los principales son los ya citados como fondas, a saber; la Fontana de Oro, que por su situación, magnífica sala, buen alumbrado y adorno,   —69→   y excelentes bebidas, reúne siempre una concurrencia numerosa; el de la Victoria (Lorencini) lindamente decorado y situado en la Puerta del Sol, que reúne como el anterior las circunstancias de fonda y billar, y además baños en la temporada de estío; el de san Luis reformado en este año con mucho gusto, y notable por su brillantez y frescura; la Cruz de Malta, elegantemente adornado, y con un bonito local; el de Solís en la calle de Alcalá, que ha sabido conservar su constante fama desde que se estableció después de la guerra de los franceses; el del teatro del Príncipe; el de Solito, que está en frente; el de santa Ana, plazuela de este nombre; el de San Vicente, en la calle de Barrionuevo; el de los Dos Amigos, el de la Aduana, y el de la Estrella, en la calle de Alcalá, y otros muchos diseminados en todo Madrid, se reparten entre sí la concurrencia, y tienen respectivamente para sus abonados su mérito particular. La moda, que otro tiempo se daba por contenta con hediondas botillerías, no se satisface ahora con los brillantes quinquets, las mesas de mármol y los delicados cristales y porcelanas que han sustituido a los candilones, los bancos y los vasos de campana con que se holgaban nuestros mayores. Así que la vemos negar alternativamente sus favores a todos estos establecimientos, a pesar de que se esfuerzan a complacerla diariamente con notables mejoras. Sea ejemplo de esta injusticia la prematura muerte del Tívoli del Prado y del gran café de Santa Catalina, cuyo lujo les hacía competir con los más brillantes establecimientos de esta clase en el extranjero. Sin embargo, hay algunos ejemplares de inmutabilidad afortunada: tal   —70→   es el que ofrece el café de Levante en la calle de Alcalá, que protegido por sus jugadores de damas, dominó, ajedrez y demás, ha sabido desafiar constantemente los desdenes de la moda. Para finalizar este punto sólo diremos que en cuanto a precios son distintos según la mayor o menor elegancia del establecimiento.

Además de los cafés hay un inmenso número de juegos de billar, nunca desocupados de jugadores y espectadores, que ofrecen un recurso a la distracción y a la holganza.

Memorialistas y escribientes. Los hay que se ofrecen a ejecutar toda clase de memoriales, cuentas, copias, y aun traducciones, en todas las calles de la población en los portales, y más principalmente en la calle detrás de Correos. En dicha casa de Correos en los postes del patio fijan también sus anuncios los escribientes que buscan acomodo para dentro de las casas. Los precios varían según la importancia del servicio que prestan.

Criados. Los asturianos, en general, abastecen a Madrid de criados de servicio; los más finos y aseados sirven de lacayos; otros más toscos hacen de compradores y mozos de servicio, y todos por lo regular no desmienten la antigua y conocida honradez de su provincia. Son trabajadores, sufridos, y sólo torpes en los principios de su llegada a Madrid, aunque muy luego se enteran de sus calles, usos y costumbres. Sus salarios varían según el convenio y trabajo que se les de, pero puede fijarse por término medio el de dos reales diarios y la comida, que pagan la mayor parte de las casas de Madrid.

Aguadores y mozos de cordel. También los asturianos   —71→   y gallegos desempeñan en Madrid estos oficios. Los aguadores suelen servir igualmente de mozos de compra, y el precio de su trabajo suele ser 20 rs. al mes, con lo cual surten de agua que toman en las fuentes principales. Los robustos mozos de cordel que se hallan en las esquinas de las calles, aunque toscos sobremanera, sirven para conducir los efectos y hacer toda especie de mandados, lo cual ejecutan con bastante exactitud y notable probidad, pagándoles de 2 a 4 rs. por cada mandado.

Coches de alquiler y cabriolés. Muchos establecimientos proporcionan esta comodidad por días a aquellas personas a quienes sus muchas ocupaciones, visitas y demás los hacen necesarios. Los hay en muchas calles, tales como las de la Reina, Sordo, Baño, Huertas, Cedaceros, Greda, Tres Cruces, Silva, los Negros, Desengaño, y otras varias, donde sólo se alquilan por días y medios días, y sus precios suelen variar de 3 a 4 duros diarios, según el mayor o menor lujo de los carruajes, lacayos, etc. Además hay que dar propina a los lacayos.

Caballos y mulas. Los caballos de paseo se alquilan en las calles de san Bernardo angosta, de san Bruno, de los Remedios, de Peregrinos, del Infante y otras. Los precios suelen ser 24 rs. al día por caballo, y las mulas 16.

Calesines. Estos antiguos carruajes, cuya estrambótica figura, mal movimiento y poca seguridad, no los hace muy recomendables, son sin embargo de grande uso en Madrid entre la gente común del pueblo, de cuyos bulliciosos placeres participan tranquilamente desde su fundación. Los baños en el río, los toros, las comilonas y meriendas, y toda correría   —72→   a los alrededores de Madrid, es el ordinario empleo de estos góticos muebles, que con su rápida carrera suelen comprometer a los que van dentro y a los que pasan por la calle. Suelen situarse en las calles de Alcalá y del Humilladero en Puerta de Moros. Puede además acudirse a casa de los respectivos alquiladores, que siempre tienen sus dependientes en la Puerta del Sol y sitios más públicos para convidar a los parroquianos con tan peregrina comodidad. Los precios son convencionales, y se arreglan por la conciencia del alquilador y la bondad del alquilante; variando extraordinariamente en los días de grande romería, toros o cosa tal.

Carros. En la calle de Santa Catalina a la del Prado están los llamados de la Gamella, que sirven para conducir los efectos de la aduana, como también para llevar muebles en las mudanzas de casas, etc., a cuyo último objeto hay destinados otros muchos.

Baños. Son muchas las casas de baños establecidas en Madrid de pocos años a esta parte. Las principales son dos en la plaza de Oriente, la de la Victoria en el café llamado de Lorenzini, la de la calle del Caballero de Gracia, la de la calle de Fuencarral, las de la calle de los Jardines, las de Santa Bárbara, cuartel de guardias de Corps, y otras, donde, según la mayor o menor elegancia, varían los precios desde seis a diez reales cada baño. En general sólo sirven en la temporada de estío; pero hay algunas casas, tal como la del Caballero de Gracia, que continúan abiertas todo el año, y además se llevan baños a las casas en caso necesario. También los hay de vapor y gaseosos en la calle de Fuencarral. En la temporada de verano se   —73→   hacen baños o barracas de estera en el río, y allí es a donde acude la multitud de aficionados, pues la baratura del precio, que es 2 rs. por persona, facilita esta comodidad a todas las clases.

Vestido. En un pueblo donde el vestido es una de las circunstancias más recomendables, tomándosele por fiador de las personas, no es regular dejar de atender a esta necesidad. Así que el forastero al llegar a Madrid podrá renovar su vestido, si bien no a poca costa, al menos con arreglo a los preceptos del buen tono. Muchos son los sastres y modistas encargados en Madrid de hacernos pasar originales, y sin tomarse el trabajo de traducirlas; las modas francesas, miradas como otras tantas leyes por la juventud madrideña58. Sin pretender singularizarnos ni calificar su respectivo y sublime mérito, nos permitiremos nombrar algunos de los célebres. Tales son Utrilla, en la Carrera de san Gerónimo; Picón, en la misma calle; Ortet, calle de la Montera; Álvarez, frente a Correos; Bartelet, calle de Carretas; y otros muchos; y entre las modistas, la de S. M. la Reina, en la calle del Carmen; las de las calles de la Montera, Jardines, Prado, Concepción Gerónima, Carrera de san Gerónimo, Príncipe, y otras muchas, fieles observadoras de los figurines parisienses59.

En punto al calzado deberá acudirse a los almacenes   —74→   de Galán, en la calle de la Montera; Smith, calle de Fuencarral; Seseña, calle de Jacometrezo, y otros muchos, pues no es fácil citarlos, siendo este uno de los objetos que se trabajan generalmente bien en Madrid.

Tiendas. Por último, se encuentran en Madrid infinidad de tiendas de toda especie, donde puede cualquiera satisfacer sus gustos o necesidades en proporción al gasto que quiera hacer. Los productos y manufacturas de esta villa se mezclan en ellas a los más célebres de las provincias, del extranjero y de ultramar. Grandes almacenes elegantemente adornados y servidos por diestros y amables jóvenes, convidan con todos los objetos del lujo más delicado. Las brillantes tiendas de las calles Mayor, Carretas y del Carmen, ofrecen todos los caprichos de la moda en punto a vestido, y allí es a donde concurren a tributar sus sacrificios la elegante beldad y el almibarado petimetre. Los surtidos almacenes de paños y las lindas tiendas de quincalla de las calles del Carmen y de la Montera ofrecen a los mismos los refinamientos de la industria extranjera y los esfuerzos de la nacional. Fruto exclusivo de esta son los almacenes de Puerta del Sol, calle de la Montera y otros; los galones y cintas de la plazuela de santa Cruz, los botones de las calles de Carretas y Atocha, las flores y plumas de las calles de la Montera, Carrera de san Gerónimo y otras, los percales de la fábrica de san Fernando que se despachan en las calles de Carretas y plazuela del Ángel, como asimismo otros objetos del vestido de la más elegante sociedad; al mismo tiempo que los almacenes de paños de la calle de Toledo, Mayor y otras   —75→   muchas, los lienzos de la calle de Postas, y las roperías de la calle Mayor y Atocha, surten de géneros del reino, que compiten con los extranjeros, a aquellas clases a quienes una preocupación ridícula no obliga a sacrificar su fortuna a una vana apariencia. Otras infinitas tiendas derramadas en todas las calles de la capital y decoradas más o menos, ofrecen el surtido de todos los objetos: entre ellas citaremos los almacenes de muebles de casa de las calles de Hortaleza, Caballero de Gracia, del Carmen, Jacometrezo y otros muchos; los de papel de la plazuela del Ángel, calle de Majaderitos, del Carmen, del Arenal, del Prado, Atocha y otros muchísimos; los despachos de alfombras y alabastros de la compañía de Empresas varias en la calle de la Reina; las tiendas de hierro, acero, metal y otros objetos de la subida de santa Cruz; las de vidriado y porcelana de la Plaza Mayor, calle del Arenal y del Desengaño; las de cristal y loza de las reales fábricas de la Granja, Moncloa y Aranjuez, sitas en las calles de Alcalá y Carretas; las de estampas en las calles de Atocha, Jacometrezo, Carmen, Majaderitos, Carretas, y el almacén de mapas de la calle del Príncipe; los de música de la calle de la Gorguera, Carrera de san Gerónimo y frente a las gradas de san Felipe; las Covachuelas, donde se venden juguetes de niños y otros objetos; y las muchas y abundantes lonjas de sedas. Por último nombraremos también la riqueza y elegancia de las boticas de todas las calles, y la provisión admirable de los artículos de los tres reinos que encierran las droguerías de las calles de Postas, Tudescos y subida de santa Cruz.

  —76→  

Toda esta reunión de tiendas y comercios que desde las magníficas columnas y brillantes cierros de cristal, van descendiendo hasta los portales y rincones más oscuros, prestan al aspecto de Madrid una animación singular.

Sin pretender establecer comparaciones ni preferencias, séanos lícito indicar como una prueba de lo que el buen gusto ha ganado últimamente en el adorno de esta clase de establecimientos las tiendas siguientes: almacén de géneros de Carrillo, calle de Carretas; los de la calle Mayor frente a la casa del conde de Oñate; las tiendas de quincallería de Dutil, hermanos, y otra núm.º 29 calle de Carretas; la de Scrop y demás de dicha clase: en la calle de la Montera; la platería de Huidobro, calle de Carretas; la de la plazuela del Ángel, la de la calle del Príncipe y dos en la calle del Carmen; todas las confiterías en general, y particularmente la de los andaluces, Carrera de san Gerónimo; la de la calle de Alcalá, la de la calle del Príncipe, y la de la calle Mayor; las peinerías de la calle de Carretas; las boticas de la plazuela de santa Ana, calle de la Montera y calle de León; la florista de la calle de la Montera; el almacén de mapas de López, calle del Príncipe; Rulla, constructor cronometrista, calle del Carmen; una perfumería y una sombrerería en la misma calle, y otras infinitas tiendas que sería prolijo enumerar, sin que muchas de las que se dejan por citar desmerezcan en nada a las que al pronto han ocurrido.

Cambio de monedas. Hay varias casas establecidas para este objeto en las calles de la Montera y Toledo, donde se reducen por un tanto, que varía   —77→   según las circunstancias, las monedas de oro a plata, y vice-versa. En ellas se reciben y cambian las monedas extranjeras, pero de estas no corren más que las francesas; así que las otras no se admiten más que al peso. Las monedas francesas tienen según la última tarifa el siguiente valor:

OROrs. vn. mrs.
Pieza de 40 francos152"
— de 20 íd.76"
Luis de 48 libras17912
— de 24 íd.89 17
PLATA
Pieza de 5 francos19"
— de 21 íd.720
— de 1 íd.327
de medio, o 50 cents.130
Luis, o escudo de dos libras22"



Periódicos. Los periódicos son una de las necesidades del día en una gran población. En Madrid hay la Gaceta, el Diario de avisos, el Correo literario y mercantil, la Revista Española y el Boletín de Comercio. La Gaceta de Madrid es un papel del gobierno, en que se publican las reales órdenes y noticias políticas de los diferentes estados: también se hacen anuncios de obras literarias y otros. Sale los martes, jueves y sábados de cada semana. Se imprime en la imprenta real, donde se suscribe, y su coste es 196 reales al año y 220 en las provincias, franca de porte. Los suscriptores reciben la Gaceta la víspera por la noche. Los números sueltos cuestan 8 cuartos. El Diario de avisos es un pequeño periódico que sale todos los días,   —78→   y está destinado a los anuncios del gobierno, bandos, citas y emplazamientos, subastas, y además los anuncios particulares de festividades religiosas, ventas, alquileres, criados, diversiones públicas y demás. Es sumamente útil, y se publica e imprime por empresa particular, mediante una retribución al gobierno para establecimientos de beneficencia. Su precio es 8 reales al mes llevado a las casas, y 16 en las provincias franco de porte; el número suelto 3 cuartos. La redacción y oficina se halla en la plazuela de santa María, detrás de la parroquia del mismo nombre, y allí se admiten, para insertar, los anuncios que se lleven, mediante una retribución de medio real por línea: se suscribe en la librería de Cuesta frente a las gradas de san Felipe. El Correo literario y mercantil es otro periódico por la misma empresa particular, que sale los lunes, miércoles y viernes de cada semana; la suscripción en la misma librería de Cuesta es 10 reales al mes llevado a las casas, y el precio de cada número ocho cuartos. La Revista Española, dedicada a la Reina N. S., se publica los miércoles y sábados; la suscripción en la librería de Pérez calle de Carretas es de 14 reales al mes llevada a las casas, y el precio de cada número 2 rs. La redacción está en la plazuela de santa Ana, núm.º 14. El Boletín de Comercio, periódico nuevamente publicado bajo la dirección de la Junta de Comercio de esta capital, sale los martes y viernes por la tarde. Se suscribe en la librería de Sojo calle de Carretas, y el precio es 7 rs. al mes llevado a las casas.

Lectura. Para la lectura de los papeles ya dichos y los extranjeros hay un gabinete en la calle de la   —79→   Montera, otro en la del Carmen, núm.º 6, y varios puestos en las calles del Príncipe, detrás de Correos, y otros. En dicho gabinete de la calle de la Montera, en la librería extranjera de Mr. Denné, calle de los Jardines, en la de Justo, calle de la Cruz, y en otras, se admiten suscripciones a lectura de libros por un tanto al mes. Las demás librerías, que son muchas y abundantes, están en las calles de Carretas, Mayor, frente a las gradas, Montera, Carrera de san Gerónimo, Príncipe y demás.




Siguiendo el propósito de orientar desde luego al forastero en las cosas más precisas, nos adelantaremos a hablar de algunos establecimientos públicos con relación a la corte, aunque luego se trate de ellos en sus respectivos capítulos con relación al reino entero. Tales son la policía, los correos, las diligencias, loterías, y estancos

Policía. Carta de seguridad. Para la administración de policía se hallan repartidos los diez cuarteles de Madrid en cinco comisarías o distritos en esta forma. Primera: cuarteles de Palacio y Afligidos. Segunda: san Martín y la Plaza. Tercera: Barquillo y Maravillas. Cuarta: san Gerónimo y Lavapiés. Quinta: san Francisco y san Isidro. Los caballeros comisarios tienen a sus órdenes a los celadores de los barrios respectivos.

El forastero, al llegar a Madrid, debe presentar en la puerta su pasaporte expedido con dirección a esta capital. Allí se le recoge, y diciendo la calle y casa a donde va a parar, se le da una papeleta para que al siguiente día se presente al comisario respectivo. Si ha de permanecer pocos días, le basta con dicha   —80→   papeleta visada por el comisario: pero para obtener carta de seguridad, se le manda presentarse al celador de su barrio para que le empadrone, con lo cual se le expide la carta por un mes, que después renueva por más según necesite. Para obtener pasaporte debe dirigirse al celador, y éste le dice cuándo debe ir a recogerle a la subdelegación.

Para los señores militares hay establecida una comandancia en cada cuartel que corre con la matrícula de las personas que gocen de aquel fuero, y a ellas deben dirigirse a dar las razones de salida, entrada, mudanza y demás.

Correos. Todos los correos salen de Madrid a las doce de la noche, y hasta dicha llora se admiten cartas por el buzón de la calle de Carretas. Los días de la llegada y salida son en esta forma:

LLEGANSALEN
De los cuatro reinos de Andalucía, en que se comprenden las de Gibraltar, Ceuta, y presidios de la costa de África, Manzanares, Ciudad-Real, Almagro, Infantes, Alcázar de san Juan, Ocaña, Aranjuez y todas sus carreras.Lunes y jueves.Martes y viernes.
Mala de Francia, Vizcaya, Pamplona, Estella, Rioja, Valladolid, Soria, Burgo de Osma, Peñafiel y Aranda del Duero.Lunes y jueves.Lunes y jueves.
Toledo y su carrera.Lunes y viernes.Martes y viernes.   —81→  
Valencia, Murcia, Cartagena, Campo de Tarragona, Tortosa, Alicante, Albacete, Cuenca y Tarancón, Portugal, Extremadura, Talavera y sus carreras, y la Isla de Ibiza.Martes y viernes.Martes y viernes.
Castilla la vieja, León, Asturias, Galicia, Aragón, Cataluña, Soria, Ágreda, parte de Rioja, Tudela de Navarra, Alcarria y sus carreras, y las islas de Mallorca y Menorca.Martes y viernes.Miércoles y sábados.



Para la correspondencia de América sale un buque el primero de cada mes de los puertos de Cádiz o la Coruña, según se anuncia, y debe escribirse con anticipación para que lleguen las cartas a dichos puertos antes del día primero del mes.

Las cartas para el extranjero que se remiten por la mala de Francia los lunes y jueves, deben franquearse hasta la frontera de España.

También puede escribirse para Madrid mismo todos los días, y las cartas se reparten con las demás; lo cual es un medio expedito para entenderse con personas cuya casa se ignora.

Durante la permanencia de SS. MM. en los reales sitios hay parte diario, que sale a las doce de la noche, y tiene un buzón particular en la callejuela detrás de Correos.

Las cartas se reparten de varios modos. Primero: pagando el apartado, que son 60 rs. cada medio año, y consiste en entregar al interesado sus cartas en el mismo establecimiento con anticipación de algunas   —82→   horas. Segundo: por medio de los carteras que las llevan a las casas, para lo cual es necesario que ésta conste en el sobre de la carta, y este servicio empieza a las ocho de la mañana; el cartero cobra un cuarto por cada carta. Tercero: por listas, que se fijan en el patio de Correos a la una del día. Son alfabéticas, y hay una para militares, otra para paisanos y otra para las atrasadas, las cuales se conservan durante un año en la administración. Últimamente, para mayor comodidad del público, hay establecidas varias Estafetas en distintos puntos de la capital, en las que, hasta las once de la noche, se reciben cartas para el correo por la corta retribución de cuatro maravedís cada una. Están situadas en la calle del Horno de la Mata, Corredera de san Pablo, calles de Silva, de Amaniel, del León, de Hortaleza, Costanilla de Santiago, calle del Calvario, del Conde de Barajas, de Toledo, de las Infantas, y del Mesón de Paredes.

Sillas de posta. Para correr la posta hay que acudir a la Dirección de Correos solicitando la licencia, quien la expide en vista del pasaporte del interesado, teniendo éste que pagar por ella 40 rs. de vellón, y otros 40 por cada persona, si fuesen más en su carruaje.

Las carreras de posta desde Madrid son las siguientes:

ParadasLeguas de posta
De Madrid a Irún3591 ½
De íd. a Barcelona por Zaragoza.42110
De íd. a íd. por Valencia42 110
De íd. a Cádiz por Sevilla.43111 ½
De íd. a Cartagena por Murcia2573 ½
De íd. a Badajoz.2564
De íd. a la Coruña.3498 ½



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Los precios son cada legua los siguientes:

Del real servicio De particulares
Por cada caballo en viaje a la ligera5 rs. 7
Por las sillas de posta.6 7
Por cada caballo para estas.5 6
Agujetas en cada posta.46
Portazgos y barcas.Nada.Los paga el viajero.



Los que viajan a la ligera pagan su caballo y el del postillón. Las corridas se satisfacen antes de salir de parada. La real casa de postas está situada detrás de Correos.

Reales diligencias. En la misma casa está la real Compañía de Diligencias, cuyos carruajes para el real servicio y del público salen y entran en Madrid en esta forma:

Carreras SalenLlegan
Valencia y Barcelona.Martes y sábados a las 4 de la mañana; y lunes y jueves hasta Valencia sólo. Lunes, miércoles, viernes y domingos al anochecer.
Vitoria y Bayona.Lunes y jueves a las 12 de la noche con el correo. Martes, viernes y domingos a las 10 de la mañana; y miércoles y sábados a la misma hora sólo hasta Vitoria. En verano salen a las 12 del día.Todos los días a las mismas horas con corta diferencia.   —84→  
Sevilla y Cádiz.Salen miércoles y sábados a las 12 del día en invierno, y a las 3 de la tarde en verano; y martes y viernes a las 12 de la noche con el correo hasta Cádiz.Llegan lunes y jueves a las 10 de la mañana.
Valladolid y Burgos. Martes y viernes a las 6 de la mañana en invierno, y a las 4 en verano.Miércoles y sábados al anochecer.
Badajoz.Jueves y domingos a las 6 de la mañana.Miércoles y sábados al anochecer.
Zaragoza.Salen lunes y viernes a las 12 del día en invierno, y a las 2 de la tarde en verano. Miércoles y sábados a mediodía.
Alcalá y Guadalajara. Domingos, martes y jueves a las 6 de la mañana en invierno, y a las 4 en verano.Lunes, miércoles y viernes.
Aranjuez y Toledo. Todos los días a las 4 de la mañana hasta Aranjuez; y los lunes, miércoles y viernes hasta Toledo. Todos los días.
Martes, jueves y sábados.
Sitios reales durante la permanencia de SS. MM. y AA.Todos los días una, dos o más veces, según se comunica al público al principio de cada jornada.En los mismos días.



PRECIOSBerlinaInteriorCabrioléRotonda
A Valencia460400340460
A Barcelona780675470   —85→  
A Burgos138160116106
A Vitoria244212180166
A Bayona528478438378
A Sevilla840700600500
A Cádiz1000840720600
A Valladolid180160120100
A Badajoz400360320280
A Zaragoza300260240180
A Alcalá1816 1412
A Guadalajara36302624
A Aranjuez24201816
A Toledo484036 30



Los triciclos salen los miércoles y sábados hasta Vitoria, y son a 160 rs. cada asiento.

Para viajar en la diligencia es preciso presentar el pasaporte y tomar el asiento, pagándolo por entero. El equipaje hasta 25 libras de peso se conduce gratis: el exceso se paga. Las demás prevenciones para viajar en diligencia se hallan en el Manual publicado por la empresa, que se vende en su oficina.

La misma compañía de Reales diligencias ha establecido en el presente año mensajerías aceleradas en las carreras de Madrid a Sevilla, a Málaga y a Cádiz, que salen de Madrid los martes a las diez de la mañana para Sevilla y Málaga, los sábados ídem para Sevilla, y los jueves ídem para Cádiz. Los precios de asientos son para Sevilla 200 rs., Cádiz 240, Málaga 220, y los de arrobas 14, 18 y 18.

La administración de mensajerías se halla establecida en la calle de las Huertas, número 17, taller de Reales Diligencias.

Diligencia de caleseros. Su administración está sita en la Red de San Luis, y hace el viaje de Madrid   —86→   a Bayona, saliendo los lunes y jueves a las 6 de la mañana. Precios; berlina 558 rs., interior 478, y rotonda 378.

Diligencia del Real Sitio de Aranjuez. En el día está limitada a hacer un viaje diario a Alcalá, cuyos precios son 18 y 16 rs., y los billetes se despachan en el café del Sol, Carrera de San Gerónimo.

Diligencias para Alcalá, Escorial, Torrelaguna, Pardo y los Carabancheles. Para la ciudad de Alcalá hace el viaje todos los días, y los precios son 18 y 16 rs.; al Escorial hace viaje lunes y viernes, precio 30 rs.; a Torrelaguna los miércoles y sábados, precio 20 rs.; al Pardo los domingos, precio de ida y vuelta 14 rs.; a los Carabancheles alto y bajo dos veces al día, precios 6 y 5 rs. La administración está sita en la calle de las Huertas, n.º 2, donde se despachan los billetes.

Otra diligencia para Alcalá. Sale los lunes, miércoles y viernes a las 7 de la mañana de la lonja de ultramarinos, calle de Alcalá. Precio 14 rs

Diligencia de Toledo. Está sita en la calle de la Merced, n.º 2, y sale un día sí y otro no; los precios son 64 y 44 rs.

Diligencia de la Quinta del Espíritu Santo. Sale todos los días a varias horas de la fonda de Perona, calle de Alcalá, donde se despachan los billetes. Precio 3 rs.

Hay además ordinarios con viajes fijos periódicamente para todas las ciudades del reino, los cuales en la regularidad de ellos y en la forma de sus coches, galeras, tartanas y carros han adelantado mucho, siendo su precio generalmente módico y al alcance de toda clase de fortunas. Dichos ordinarios   —87→   paran por lo regular en los puntos siguientes:

En la posada de la Encomienda, calle de Alcalá, suelen parar los de Alcalá, Guadalajara, Barcelona, Zaragoza, Granada, Málaga, Córdoba, Sevilla, Cádiz, Soria, Cuenca, Calatayud y otros puntos. En la nueva de la Gallega, calle de la Montera, los de Burgos, Santander, Bilbao, Oñate, Castrourdiales y Laredo. En la del Rincón, calle de Alcalá, los de Zaragoza, Santiago, Coruña, Valladolid y Badajoz. En la de Castilla, calle Angosta de San Bernardo, los de Vitoria, Bilbao, San Sebastián y Bayona. En la de la Reina, calle de San Miguel, los de Santiago y la Coruña. En la de San Bruno, calle de Alcalá, los de Bilbao y Oviedo. En la de la Herradura, calle de la Montera, los de Calatayud, Zaragoza, Bilbao, Pamplona y Corella. En la de la Cruz, Red de San Luis, los de Burgos y Rioja alta y baja. En la de los Huevos, calle de la Concepción Gerónima, los de Ávila, Cáceres, León, Palencia, Plasencia, Zamora y el Molar. En la de la Torrecilla, calle de Toledo, los de Granada, Málaga, Jerez y Toledo. En la de Ocaña, en la misma calle, los de Lorca, Murcia, Cartagena, Orihuela, Jaén, Granada, Málaga, Trujillo y la Granja. En la de Medina, en la propia calle, otros de Murcia, Lorca, Orihuela y Cartagena. En la de Cádiz, en la dicha calle de Toledo, los de Alicante y Valencia. En la de Monroy, en la propia calle, los de Ocaña y Sitios Reales. En la del Dragón, en la Cava baja, los de Salamanca. En la del Peine, calle de Postas, los de Sigüenza. En la del Soldado, calle de Toledo, otros de Jaén y Granada. En la de la Madera, plazuela de la Cebada, los de Talavera. En la de los Gallegos, calle de Segovia, los de Oviedo y Santiago.   —88→   En las mismas paran otros ordinarios de los puntos menos conocidos.

Reales Loterías. La primitiva sale una vez al mes en los días que se anuncian de antemano, y según las bases que pueden verse en el cap. III. La lotería moderna sale por lo regular dos veces al mes, en los términos que se anuncia cada sorteo. Para el despacho de billetes existen en Madrid 27 administraciones, situadas en la Plazuela de Santo Domingo, calles de Tintoreros, Toledo, Atocha, Duque de Alba, Platerías, Puerta del Sol, Cuatro Calles, Hortaleza, Desengaño, León, Corredera de San Pablo, Red de san Luís, Luna, Príncipe, plazuela de san Martín, Concepción Gerónima, otra en la de Toledo, Ave María, Olivo Bajo, Coloreros, Maldonadas, Fuencarral, Atocha, Cruz del Espíritu Santo, Alcalá, y otra en la de Toledo.

Estancos. Los géneros estancados por la real Hacienda, como son papel sellado y letras de cambio, tabaco y sal, se venden en la real Aduana, y para mayor comodidad del público hay establecidos varios estanquillos en la población donde se despachan por menor, excepto la sal. Estos son 37, y están situados en la puerta del Sol, Palacio, Platerías, Puerta Cerrada, Caños a los Consejos, calles de Segovia, Leganitos, plazuela de santo Domingo, Cuarteles, san Bernardo, Pez, Desengaño, san Ildefonso, Hospicio, Recogidas, san Luis, plazuela de la Paja, Cuatro Calles, Cruz, Santo Tomás, Barrio Nuevo, Antón Martín, San Juan, Atocha, Santa Isabel, Merced, Lavapiés, Embajadores, San Isidro, Rastro, Cava baja, Calatrava, Puerta de Moros, plazuela de la Cebada, puerta de San Vicente, puentes de Segovia y Toledo.