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Materiales para la interpretación de la obra literaria de Joan Roís de Corella

Lola Badia





Afirma Francisco Rico que el escritor valenciano de expresión catalana Joan Roís de Corella (1433/1433-1497) es el más genuino representante literario del prerrenacimiento español, pues consigue elevar la ambigüedad que producen sus aspiraciones clasicistas mezcladas con los defectos de su formación cultural a la dignidad de lo artístico. Por otra parte, Menéndez Pelayo, hurgando en los orígenes de un género literario que triunfó en el siglo XIX, calificó de «microscópica novelita» la obra en prosa de Corella que lleva por título Tragèdia de Caldesa y que ha dado con ser la más conocida y admirada de las que escribió. Joan Fuster, Martín de Riquer, Jordi Carbonell y Josep Romeu han mostrado desde puntos de vista muy distintos y a lo largo de los últimos veinte años que andaban equivocados los críticos decimonónicos de área catalana y sucesivas secuelas novecentistas que descalificaron a Corella por «innecesariamente barroco» y «escasamente sincero».

Corella fue un aristócrata con vocación intelectual que brilló como orador sagrado desde su posición de teólogo; su contribución a las bellas artes le llevó de los rifacimenti mitológicos ovidianos a las vidas de santos pasando por la lírica posausiasmarquiana. El tema prácticamente único en su obra profana es el amor visto como una imposible monstruosidad, ante la cual sólo se atreve a predicar la moral del desengaño. Como traductor Corella escoge decididamente la vía de una determinada espiritualidad: los salmos, la Vita Christi del Cartujano. Corella es el primer escritor catalán doblado de editor: invirtió no sólo en la impresión de sus propias traducciones, sino que se ocupó de sacar a la luz obras doctrinales de Francesc Eiximenis.

Si Ovidio y Séneca pueden ser buenas canteras de material ejemplar para Corella, Giovanni Boccaccio y Ausiàs March representan un horizonte mucho más familiar y manejable; no hay que descartar tampoco las experiencias literarias de Dante y de Petrarca, ni la tradición trovadoresca en general para comprender el alcance de sus creaciones artísticas. Un buen conocimiento de las polémicas literarias sobre la mujer y el amor en los siglos XIV y XV es también imprescindible, como también lo es ponerlo en relación con el universo de la novela sentimental castellana contemporánea, sin olvidar, claro está, la exégesis de los textos poéticos, que nos lleva de lleno al mundo de la alegoría. La prosa de Corella se puede calificar paradojalmente de «barroco prerrenacentista», como el plateresco o el gótico flamígero; la máxima explotación de los recursos retóricos y prosódicos parece ser una de las mayores aspiraciones del artista.

Leer a Corella es penetrar en un mundo artístico injustamente marginado y tozudamente malentendido; la lentitud que impone el paladeo de los vericuetos de su prosa hace resaltar los machacones principios de su «filosofía» de amor, eje único de todo lo que de pensamiento hay en sus textos profanos. La teoría del fracaso ineluctable del amor, entendido todavía como «fina amor», vincula estrechamente a Corella con la experiencia lírica occidental: la rotunda brillantez de su prosa adopta en contadísimas ocasiones las formas de la ficción narrativa a la que los modernos llamamos novela. Según mi opinión la Tragèdia de Caldesa ha llamado la atención desde este punto de vista por el hecho de presentarse como una nota autobiográfica; detrás de la historia de un yo desengañado, leemos en transparencia una larga y matizada topología literaria que desdora su supuesta innovación creativa absoluta. Para conocer al Corella narrador hay que leer al Corella mitógrafo y hagiógrafo: narrar algo ya conocido de antemano formaba parte de sus reglas del juego.

La propuesta de lectura de la Tragèdia de Caldesa que presenté en la charla que di en la Facultad de Letras de la Universidad Complutense el 23 de marzo de 1988 podría ser un camino para interpretar la literatura corelliana; por eso ofrezco aquí la traducción literalísima al castellano que pergeñé para la ocasión y una guía bibliográfica, encaminada sobre todo a aspectos de interpretación y lectura crítica. Salta a la vista que Corella espera todavía una edición filológica definitiva; ya que la mejor de las existentes, la de Ramón Miguel i Planas, (en realidad la única, puesto que todas las demás no hacen más que modernizarla superficialmente) ignora un manuscrito conservado en el Trinity College de Cambridge, descrito por Bohigas. El texto de la Tragèdia de Caldesa traducido aquí se puede leer sólo en dos manuscritos (el que procede de la biblioteca Mayans y que se conserva en la Biblioteca Universitaria de Valencia y el del cancionero de la Biblioteca Universitaria de Barcelona conocido con el nombre de Jardinet d'orats) y sigue la edición que Rico dio a conocer en un homenaje universitario alemán.


Bibliografía selecta comentada

Almiñana Vallès, Josep, Obres de Joan Roiç de Corella, transcripció i estudis preliminars del manuscrit de la Biblioteca Mayansiana, València. Del Cenía al Segura, 1985.

(Los estudios que acompañan este útil facsímil del manuscrito básico de las obras de Corella, plantean una harto dudosa reivindicación de la obra y la figura del autor en función de una «valencianidad» que se define como «anticatalanidad». Tal presuposición obliga al crítico que la defiende a rebatir prácticamente toda la bibliografía que le precede desde su óptica peculiar, lo que no redunda a la larga ciertamente en beneficio del conocimiento filológico y de la interpretación literaria crítica de Corella).

Badia, Lola, «Riba i els nostres clàssics: Notes de lectura». Actes del simposi Carles Riba, a cura de Jaume Medina i Enric Sullà, Publicacions de l'Abadia de Montserrat, Barcelona, 1986, 231-241.

(En las páginas 235-237 se habla del significado del artículo de Riba sobre la Oració de Corella. Riba se equivoca considerando a Corella como un «hombre del Renacimiento» y deduciendo de este hecho que no podía ser un místico. En cambio, es cierto que Corella practica el chiaroscuro y transforma la Pasión en espectáculo, que el verso con la imagen del sol llorando con cabellos negros destaca por sus resonancias barrocas y que se registran bajadas de tono. La imagen del corazón herido por un punzón u otra herramienta se halla en la tradición trovadoresca; Riba no parece saberlo, como tampoco parece sacar provecho de la circunstancia de que esta pieza es la descendiente última de una dilatada tradición latina y románica ―el planctus Mariae―, dentro de la cual adquiere una singularidad más que notable).

Badia, Lola, «En les baixes antenes de vulgar poesia: Corella, els mites i l'amor», comunicación al II Congreso Internacional de la Asociación Hispánica de Literatura Medieval (Segovia, octubre de 1987), en prensa en las Actas correspondientes y en el libro de la autora, De Bernat Metge a Joan Roís de Corella, de la serie «Assaig» de Edicions dels Quaderns Crema de Barcelona.

(Sobre las razones de la incomprensión de que ha sido objeto Corella. El estilo de Roig y el de Corella, como símbolos de los dos extremos de los gustos culturales del XV valenciano (verso narrativo cuadrisílabo, que somete la sintaxis a una arriesgada atrofia, contra la más barroca y sobreabundante de las prosas latinizantes a lo Boccaccio). Corella establece una gradación de nobleza entre teología, poesía latina y «vulgar poesía». Por lo que a la lectura e interpretación de las fábulas antiguas se refiere, Corella se sitúa del lado de Boccaccio frente a san Vicente Ferrer, radicalmente contrario a la familiaridad con autores paganos. Doctrina exegética de Lo juí de Paris. Doctrina exegética de Lo parlament en casa de Berenguer Mercader. Las fábulas antiguas como exempla y la «filosofía del amor» corelliana. Clasificación de las prosas mitológicas. La història de Leànder i Hero en perspectiva virgiliana. El Plant dolorós de la reina Hècuba y el valor emblemático del mito de Troya. Lo aprendido de Séneca).

Badia, Lola, «Ficció autobiogràfica i experiència lírica a la Tragèdia de Caldesa de Joan Roís de Corella», en prensa en el Homenaje a Antonio Vilanova, Universidad de Barcelona.

(Análisis de la prosodia y de la temática y retórica de los doce párrafos en que aparece dividida la obrita en la edición de Rico: cláusulas rítmicas, versos mezclados con la prosa, tópicos trovadorescos y ausiasmarquianos, catastrofismo amoroso, pecado sin remisión y ambiente apocalíptico. Tres lecturas del relato: de lo ejemplar a lo supuestamente real pasando por lo inverosímil y lo alegórico. Materiales líricos del «ciclo de Caldesa». Lugares comunes de la ficción sentimental en primera persona. Ambigüedad estilística e historia literaria).

Barrera, Jaume, «Roiç de Corella y su versión del Salterio», epílogo del libro El Psalteri de Roiç de Corella, edición gótica imitada del incunable veneciano de 1490, publicada per Octavi Viader, Sant Feliu de Guíxols, 1928.

Bohigas, Pere, «Sobre manuscrits i biblioteques, Curial-Publicacions de l'Abadia de Montserrat», Textos i Estudis de Cultura Catalana, 10, Barcelona, 1985, 37-42.

(Descripción del ms. R. 14.17 del Trinity College de Cambridge, que contiene versiones de obras de Corella no aprovechadas por Miquel y Planas, a parte de textos inéditos).

Carbonell, Jordi, «Les paraules en l'estil de Joan Roís de Corella», Homenatge a Carles Riba, Barcelona, s. a., págs. 140-142.

(Primer trabajo procorelliano del autor, que representa una nueva manera de tomarlo positivamente en consideración).

Carbonell, Jordi, «Sobre la correspondència literaria entre Roís de Corella i el Príncep de Viana», Estudis romànics, V (1955-56) 127-140.

(Edición y estudio de las cartas de tema amoroso ―casi una tenso a la occitana en prosa castellana o catalana según el interlocutor).

Carbonell, Jordi, Introducción a Obra profana de J. Roís de Corella, Valencia, Albatros, 1974, 7-38. Reproducido en la reedición del volumen por Tres i Quatre, Valencia, 1983.

(La muestra más extensa del trabajo sobre Corella prometido por este autor. Influencia de Boccaccio en el estilo y ritmo de la prosa. Singularidad del caballero que renuncia a su status para hacerse teólogo: nueva realidad espiritual. Reivindica la fama de Corella del silencio de la posteridad).

Carreres de Calatayud, F. d'A., «Noticias referentes a diversas obras literarias», Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, 25 (1949) 625-626.

(Primera noticia sobre un hijo natural de Corella).

Colón, Germà, «La balada de la garsa i l'esmerla de Corella». Estudis de Llengua i Literatura Catalanes. IX - Miscel·lània Antoni M. Badia i Margarit, 3, Publicacions de l'Abadia de Montserrat, Barcelona, 1985, 157-178.

(Estudio léxico que demuestra que la garsa del poema de Corella es una «pica pica» i la esmerla una «turdus merula», contra todas las confusiones y enredos terminológicos, de que son responsables Fabra i Corominas, que identifican a los pájaros cantantes de Corella con aves rapaces de voz no precisamente melodiosa. Colón considera que Lo juí de Paris está escrito enteramente por Corella y subraya la armonía de la composición corelliana).

D'Ontavilla, L., (Seud. de Pasqual Boronat), «Mossèn Johan Roiç de Corella, ensaig crítich». Revista de Catalunya / (1897), 113-118, 166-173, 193-204 i 148-261.

(Rara pieza crítica decimonónica que toma seriamente a Corella).

Fuster, Joan, «Lectors i escriptors en la València del segle XV», Poetes, moriscos i capellans, València 1962 (varias reediciones); también en Obres completes, I, Llengua, Literatura, Història, Barcelona, Edicions 62, 1968, 317-390.

(Panorama de sociología literaria de lectura imprescindible para la correcta contextualización de Corella).

Fuster, Joan, «Lectura de Roís de Corella». Obres Completes, I, Llengua, Literatura, Història, Barcelona, Ed. 62, 1968.

(El texto corresponde a una conferencia pronunciada en abril de 1967. Buena descripción del talante de las narraciones de tema amatorio entresacadas de Ovidio. Cree en el autobiografismo literal del asunto Caldosa, que en el fondo es la única cosa que el crítico «salva» de una literatura que es solo «arqueología»: Corella escribe para consolarse de «ser cornudo». Corella es más medieval de lo que creemos; las consumidoras de Ovidio de la Valencia del XV son las lectoras para las que escribe Corella).

Guinot, Salvador, «Tertulias literarias de Valencia en el siglo XV», Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, IX (enero 1921) 1-5, 40-45, 65-76; XII (abril 1921) 97-104.

(Sitúa en su contexto la tertulia literaria reflejada en el Parlament en casa de Berenguer Mercader).

Miquel i Planas, R., Obres de J. Roiç de Corella, Barcelona, «Biblioteca Catalana», 1913.

(La única edición fiable de Corella, con un estudio de fuentes y de características literarias todavía vigente aunque poco entusiasta).

Miralles, Carles, «Raons de Mirra en boca d'Esperança. Sobre un altre plagi de Roís de Corella en el Tirant lo Blanc», Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, XXXVII (1977-1978), 140-147: también en Eulàlia. Estudis i notes de literatura catalana, Barcelona, Edicions del Mall. Sèrie Assaig, 1987, 51-62.

(En el capítulo 190 del Tirant el personaje alegórico Esperança pronuncia un discurso delante del emperador sacado de la lamentación de Mirra de Corella, la cual depende a su vez de Ovidio. El doble plagio conlleva una serie de adaptaciones y cristianizaciones del contenido del texto no siempre diáfanas).

Pacheco, Arseni, «L'anàlisi de la passió amorosa en alguns texts del segle XV. Anatomia d'un gènere en embrió», Estudis de Llengua i Literatura Catalanes, VI = Miscel·lània Pere Bohigas 3, Publicacions de l'Abadia e Montserrat, 1983. págs. 25-38.

(La Tragèdia de Caldesa es una pieza clave en la evolución del tratamiento literario de la pasión de amor. Corella introduce el análisis introspectivo de la angustia provocada por la infidelidad de la amada: la descripción literaria de la misma, entendida como alivio del mal de amor en lugar del suicidio preceptivo de los desesperados del XV como el Oliver del Moner catalán. Prepara la «filosofía del desengaño», presente en textos del Jardinet d'Orats).

Pagès, Amédée, La poésie française en Catalogne du XIIIe siècle a la fin du XVe. «Bibliothèque méridionale», Toulouse-París, 1936.

(En la página 270 publica el fragmento en versos cortos de la «Balada de la garsa i l'esmerla» y lo incluye dentro de los virelais catalanes, que estudia en la página 128, esp. 130).

Riba, Carles, «La Oració, de Roiç de Corella», Els marges, Barcelona, 1927, 52-56; Obres completes, II, Crítica, 1, (1920-1926), Barcelona, Edicions 62, 1985, 224-226.

(Corella no es un místico pero es un gran poeta barroco. Su poesía es mucho más importante que su prosa).

Rico, Francisco, «Imágenes del Prerrenacimiento español: Joan Roís de Corella y la Tragèdia de Caldesa», Estudios de literatura española y francesa, siglos XVI y XVII, Homenaje a Horst Baader, Verlag Klaus Dieter Vervuert, Frankfurt, 1984, 15-27.

(Versión castellana de la Introducción siguiente, seguida de una edición de la Tragèdia de Caldesa).

Rico, Francisco, Introducció a Tragèdia de Caldesa i altres proses, edició de M. Gusta, «les millors obres de la literatura catalana», 50, Edicions 62-La Caixa, Barcelona, 1980, 11-19.

(Utilización de productos elaborados por los humanistas italianos por parte de un personaje formado a la medieval. Mezcla de tendencias típicas del Cuatrocientos hispánico. Cenáculos de amateurs esnobs que producen ejercicios retóricos. Techo oral de las complicaciones estilísticas de Corella. Corella evoluciona hacia la literatura de tema religioso con la aparición de la imprenta).

Rico, Francisco, «Caldesa, Carmesina y otras perversas». Primera cuarentena y tratado general de literatura, Barcelona, El festín de Esopo, 1982, 91-93. També al vol. IV de la Miscel·lània Aramon, Barcelona, 1984, 236-236.

(Identificación de las fuentes de Caldesa: tema moral de Ubertino de Casale, pasado por Eiximenis que, en realidad, se remonta a la idea de Pasifae y el toro. Es la misma situación de Carmesina con el esclavo negro. Asistimos al nacimiento de la narrativa moderna a partir de los temas de la tradición moralística).

Riquer, Martí de, Història de la Literatura Catalana, Barcelona, 1964, 254-320.

(Primera documentación de la vida privada de Corella, su relación con Isabel Martínez de Vera, madre de sus dos hijos y heredera universal de sus bienes; identificación de Iolant D'Urleda. Fuentes y caracterización literaria: se ponen de relieve varias nuevas relaciones. Metge fue mucho más moderno que Corella. Cita de un texto inédito conservado en un incunable barcelonés de 1488).

Roís de Corella, Joan, Psalteri, introducció, transcripció i actualizació de Joan A. López Quiles i Vicent Ribes i Palmero, Edicions de l'Abadia de Montserrat, Biblioteca Serra d'Or, Barcelona, 1985.

Romeu i Figueras, Josep, «Dos poemas de Joan Roís de Corella: A Caldesa i La sepultura». Miscel·lània Sanchis Guarner, Universitat de València, 1984, 299-308 - Anàlisis i comentaris de textos literaris catalans, Barcelona, Curial, 1985, 137-167.

(Analiza las 17 poesías profanas de Corella y descubre dos ciclos poéticos relacionables con amores reales de la vida de Corella, que debieron ser varios. El «ciclo de Caldesa» comprende el Debat ab Caldesa (muy cercano a la «traición», entre el 27 de junio y el 14 de agosto de 1458), A Caldesa, Desengany, versos finales de la carta III del debate con el príncipe de Viana, cartas de amor perdidas que restaban en el «Jardinet d'orats» i la Tragèdia; se trata de un amor deshonesto y tempestuoso en que el poeta actúa por despecho y con sinceridad. La Tragèdia plantea las cosas más desde lejos y debió ser posterior a las poesías. El «ciclo de Lionor de Flors» comprende la dedicatoria de la Història de la Magdalena, el Plant de amor, la Sepultura y una «esparça» de Cambridge; es un amor de senectud por una viuda documentada entre 1482 y 1492. Corella habla de un amor honesto, es decir que la espiritualización de la situación impidió que hubiera realización carnal: de aquí la decepción del amante).

Rubió i Lluch, Antoni, El Renacimiento clásico en la literatura catalana, discurs d'ingrés a la Reial Acadèmia de Bones Lletres, Barcelona 1889, 89-90.

(Defenestración «clásica» de Corella: en el panorama del «humanismo catalán» queda desencajado en la medida en que su barroquismo desgarra brutalmente la lengua, lo cual viene a ser un síntoma de decadencia).

Rubió i Balaguer, Jordi, Història de la Literatura Catalana, vol. I, dins Obres de Jordi Rubió i Balaguer, I, Publicacions de l'Abadia de Montserrat, 1984, 452-461.

(Descripción breve y neutral).

Saavedra, Ana María de, «El humanismo catalán: Roiç de Corella», Clavileño, VI (1955) 43-47.

(El barroquismo de Corella no es responsable de la decadencia de las letras catalanas y su pretensión no es la de imitar a Ovidio. La poesía de Corella es fuertemente original. Fragmentos traducidos al castellano).




Versión literal de la «Tragèdia de Caldesa»

1. A tan alto grado el extremo de mi dolor alcanza, que en el presente me duelo en algún tiempo sea cierto mi tristura terminar pueda. En esto supero a los infernados, que el estar triste me deleita, y me satisface mi dolor eternamente cultivar. Y si a mi dolorido pensamiento en algún momento se presenta la muerte, me niego a aceptar, por el deleite que la pérdida de mi vida me reporta. ¿Cómo será, pues, causa de tanto dolor escribirse pueda? ¿Qué papel sufrirá ser teñido por la fealdad de tal crimen? ¿Consentirá el aire que voz se forme, para que tanta culpa claramente sea leída? Abrase el infierno, espíritus inmundos vomite; vuelvan los elementos a la confusión primera; muéstrense claramente a los condenados las penas, porque el mundo, en terror convertido, alegría no celebre. Párense los ríos y los montes apresurados corran; hirviendo la mar, los peces a la ribera lance; repose el sol bajo la habitable tierra, nunca jamás ante vuestra vista sus dorados cabellos extienda; no se cuenten más del año los doce meses, y sola una noche el venidero tiempo comprenda. Más ¿porqué quiero con longitud de palabras encarecer crimen de tan sobreabundante fealdad, la cual, sencillamente razonada, pavor de tan espantable maravilla consigo lleva, que es imposible los oyentes sin gran alteración los oídos a tan profanas palabras abandonen?

2. En la parte del mundo a la cual todavía en el presente de la gentil hija de Agénor propio nombre le resta, en la feroce belicosa provincia de España, en el deleitoso amenísimo reino de Valencia, dentro los muros de su mayor ciudad, reinando aquel que al animoso troyano ha sucedido con igual ánimo, rey don Juan, una ínclita doncella, en belleza sin par, en sagacidad sobrepasando a todas las demás, con gracia y singularidad tan extrema que sería necio quien en su presencia alguna otra alabara en estima de tanto valor, deliberó, cuando ya en su servicio mucho tiempo de mi dolorido vivir gastado tenía, mis cansados pensamientos, junto con mi persona, en el deseado estrado de su falda descansaran.

3. Larga historia sería teñir el papel de las enamoradas razones que entre nosotros, con muestra de extrema benevolencia pasaban. Fingía la bella señora tal contento de mis pasados servicios y presentes palabras, que todo lo que a su voluntad, persona y vivir tocaba, abandonadamente dejó en discreción de mi conocimiento. Mas, porque de mí solamente no fuera verdadero paraíso en este mundo alcanzado, tras poco espacio de tiempo de tan descansado estado, llamando a la puerta de la casa, dijo la avisada señora que en aquella hora esperaba a una persona, con quien sin tardar despachando de mucha urgencia breves negocios, a mí volvería, por lo cual con más reposo todo aquel día nadie tuviera poder separar dos personas, a las cuales extrema benevolencia en tal alta y deleitosa concordia acordaba.

4. Con esperanza de tan discretas noticias, permanecí yo solo en la estancia, la puerta de la cual ella no olvidó con fiel cerradura sellar. Ni sé si falta de ventana hacía la casa tenebrosa, que a mí pareció, dos horas después del mediodía, la noche con oscuras alas ocupara la tierra, o si Apolo escondía su luminosa cara, estimando cosa no razonable esta casa fuera por él iluminada en la hora en que tan deshonesto crimen se cometía.

5. Así pasé la mayor parte de este aciago día, solo, y acompañado de muchos y pavorosos pensamientos. El cuerpo cargado de pesada carga de mortales molestias lanzando sobre la cama, esperaba el fin de tan molesta tardanza; pero mi pensamiento tribulado no consintiendo mi persona estar segura, me fue forzado, paseando, seguir la variedad de mis tristes y solícitos pensamientos. Levantando lo ojos a una pequeña ventana que al patio de la casa se abría, vi a un hombre que, con actitud de esperar a otro, ligeros pasos paseaba, dando respuesta a los que de la bella señora preguntaban, que en negocios secretos y de gran importancia ocupada estaba.

6. ¡O, piadosos oyentes! Transportando vuestros misericordiosos pensamientos en mí, diga cada uno si semejante dolor al mío jamás ha sufrido, y con dolorido pensamiento mirad la tristura que en tal hora de mi triste pensamiento combatía, esperando cual sería el final que de tan dolorido principio se seguiría. Mas ¿porqué paro el tiempo, buscando palabras a tanta pena conformes, pues es imposible tan gran tristura razonar se pueda? Al fin, quedando del día tan poco, que los caballos de Febo tras las columnas de Hércules en el occidente pisaban, mis llorosos ojos merecieron ver a la tan amada doncella, que, saliendo de una estancia, gesto, palabras, abrazos y otras muestras de amor extremo, de honradez enemigas, a un enamorado presentó la figura: práctica, manera, gracia y gentil actitud de la cual escribir olvido, porque el fin de la presente sólo tiende a poner de manifiesto cuanto la magnitud de mi desventura las demás todas sobrepasa. Y, para ocasión de más adversa fortuna mía, el postrer despido al término de mi oído llegó, en estilo de semejantes palabras: «Queda con Dios, monada», tocando la última sílaba un beso deshonesto, cuyo sonido mis oídos ofendió, no de menor ofensa de la que sentirán en el triste valle los de la parte siniestra, diciéndoles nuestro Redentor «Id, malditos, al fuego eternal», cuando, con justa sentencia, en este mundo formará sus últimas palabras.

7. Partiéndose de la casa el tan amado enamorado, hízole presente la señora de una tan lozana y humilde reverencia, que sólo la saya impidió a su rodilla izquierda tocar el suelo, señalando con su bella cara tristura no poca de su ausencia. Acompañó sus espaldas con piadosa y enamorada vista, acercándose después a un pozo que poco espacio distaba. Con la fría agua intentó apartar de su afable cara el calor que en la no sangrienta mas placentera y deleitosa batalla de Venus tomado había; y, acercándose a la cárcel de mi triste prisión o estancia, abriendo la puerta, fingió alegría de la mi vista, tanto como había mostrado verdadero dolor al que en extremo amaba de su partida. Estaba, empero, su delicada persona maculada, semejante a rosas con blancos lirios mezcladas si con sucias manos se manosean; que la persona del galante que con ella descansado había era en extremo no conforme a la delicadeza de la tierna doncella. Preguntándome si su tardanza me había sido molesta, que los negocios que despachado había, si no ella presente, no era posible se acabaran (¡o Dios inmortal, que el mundo en número, peso y medida rigiendo, las criaturas con debido orden administráis, no rechacéis otra vez poner la vuestra de infinito precio amada espalda en el estrecho palo, para acabadamente redimir tan profana culpa!), con gran angustia, el extremo de mi dolor, los ojos fijos a la tierra, me dio licencia con temblorosa lengua formara, en dos coplas, razones de semejante manera:

8.



Se moverá corriendo el firme viento del norte,
y todos a la vez los cielos caerán en pedazos;
se volverá frío el fuego de la alta esfera,
y en lo más profundo del mundo verán el centro;
teñida de sangre se mostrará la luna  5
y todo oscuro el sol perderá la forma,
antes que de nuevo por mi seáis servida;
y mi cuerpo, del delgado cabello hasta la uña,
mirándolo vos, se parta en pedazos
y, vuelto polvo, no tome sepultura,  10
ni reciba el mundo ceniza tan malvada;
ni se pueda hacer que alguien vuelva la lengua
para decir «En paz descanse» al alma maldita,
si Dios permite mis ojos os puedan ver.

Y si es verdad os dije jamás señora,  15
no se halle en el año el día de mi nacimiento,
sino que mi nombre, a todos abominable,
no haya en el mundo persona que lo nombre,
sino no que, borrado del todo del pensamiento humano,
pase como un viento todo mi ser;  20
tengan por falso lo que fue mi vivir,
y nada de mi en el mundo quede ya;
y si acaso de mi cuerpo nada queda,
sea comida para animales salvajes:
tome cada uno la parte de una centella,  25
para que en tales lugares esté mi sepulcro,
que el mundo acabado no se halle mi carne,
ni se pueda hacer que yo jamás resucite.

9. Conoció por el dolorido estilo de mis palabras la ínclita señora que la magnitud de la culpa claramente a mí estaba manifiesta; y con muchas lágrimas, suspiros y sollozos, con voz conforme, gentil y delicada, que no es posible en semejante manera describirla, repuso en rimas extrañas la seguida copla, acompañada de gesto no extraño al significado de sus palabras:

10.


Claramente veo que en la mundanal orla
Dios no ha hecho persona tan culpable:
yo os he cometido abominable culpa,
tal, que en el infierno no hallo pena conforme.
Me es la muerte más dulce que el azúcar,  5
si hacerse puede en vuestros brazos muera.
En vos está que toméis de mi venganza:
si os parece que baste muera por vuestras manos,
o, si queréis, cubierta de cilicio,
iré por el mundo peregrinado romera.  10
Dios no hará que el pasado suceso no sea;
pero si esperáis enmienda de mi vivir,
yo lo haré, siguiendo a la Madalena,
vuestros pies lavando con semejante agua.

11. Si necedad es empezar lo que es imposible fin alcance, necia cosa sería intentar escribir los contrastes que mi dolorido pensamiento combatían, después de oída la respuesta de tan humildes palabras: hubiese querido, con precio de mi vida, su gran error se pudiera redimir. ¡O, como hubiese preferido beber el agua del río Letes, para que, lo pasado ausente en la memoria, solo lo presente alcanzara término en mi entendimiento! Y hubiese estado más contento, aquella bella señora en partes de singular reparto, su gentil persona con tan sutil entendimiento fuera la parte mía, y su error y móvil voluntad, de falsa estimación guiada, buscase un cuerpo feo y deforme, a parte de aquel que indignamente la había tratado!

12. Con diversidad de tan imposibles pensamientos, me partí de la estancia o sepulcro donde tanta pena sufrido había. Aceptando la pluma, que a menudo graves males descansa, la presente con mi propia sangre pinte, para que el color de la tinta con el dolor que razona se conforme.




Tragèdia de Caldesa

1. A tan alt grau l'estrem de ma dolor ateny, que de present me dolch en algun temps sia ver ma tristor finar pugua. En açò passe los infernats, que l'ésser trist me delita, e só content ma dolor eternament coldre. E si a ma dolorida penssa alguna hora la mort se presenta, refuse acçeptar, per lo delit que la pèrdua de ma vida-m porta. ¿Com, donchs, serà causa de tanta dolor escriure's pugna? ¿Quim paper soferrà ésser tint de legea de tant crim? ¿Consentrà l'ayre que veu se conforme, per a que tanta culpa clarament sia lesta? Obra's l'infern, esperits inmundes sobreïxcha; tornen los elements en la confusió primera; mostren-se clar dels champnats les penes, perquè lo món, en terror convertir, alegria no çelebre. Estiguen los rius [segurs] e los monts cuytats córreguen: bollint la mar, los peixos a la rriba lançe: repose lo sol davall l'abitable terra, nunqua jamés en nostra vista los seus daurats cabells estengua; no's compten pus de l'any los dotze mesos, e sola una nit l'esdevenidor temps comprengua. Mas ¿per què vull ab larguea de paraules encarir crim de tant sobreabundant legea, la qual, planament rahonada, feredat de tant espantable maravella ab si porta, que és inpossible los hoynts sens gran alteració les orelles a tan profanes paraules abandonen?

2. En la part del món a la qual encara de present de la gentil filla d'Agenor propi nom li resta, en la feroçe bel-licosa provincia d'Espanya, en lo delitós ameníssim regne de València, dins los murs de la sua major çiutat, regnant aquell que a l'animós troyà ha sucçehït en egual ànimo, rey don Johan, una inclita donzella, en bellea seans par, en avisament passant toles les altres, ab gràcia e singularitat tan estrema que seria foll qui en sa presència algun-altra lohàs en estima de tanta vàlua, delliberà, après que en son servir molt temps de mon adolorit viure despès tenia, los meus canssats pensaments, ensemps ab ma persona, en lo desigat estrado de la sua falda descansasen.

3. Largua istòria tenyir lo paper de les enamorades rahons qu-entre nosaltres, ab mostra d'estrema benvolença, passaven. Fiengia la bella senyora tant contentament de mos passas servir e presents paraules, que tot lo que a sa volentat, persona e viure s'esguardava, abandonadament deixà en discreçió de ma coneixença. Mas, perquè de mi sols no fos ver parahís en aquest món haver atès, aprés poch espay de tant reposat estament, tocant a la porta de la casa, dix l'avisada senyora que per aquella hora esperava una persona, ab la qual sens tarda desempaxant de molta neçessitat breus fahenes, a mi tornaria, perquè ab més repòs tot aquell jorn algú no [tingués] poder partir dos persones, a les quals estrema benvolença en tan alta e delitosa concòrdia acordava.

4. Ab esperança de tant discretes noves, romanguí yo soi en la cambra, la porta de la qual ella nos'oblida ab fel tancadura sagellar. No se si fretura de finestra feya la casa tenebrosa, que a mi paregué, dos hores aprés minjorn, la mit ab ses escures ales oscupaya la terra, ho si Apol-lo amagava la sua luminosa cara, estimant cosa no rahonable aquesta casa fos per ell il-luminada a la hora que tant desonest crim se cometia.

5. Axí passí la major parte de aquest egipçíach dia, sol, e acompanyat de molts e duptosos penssaments. Lo cos carregat per fexugua càrregua de mortals enugs lançant sobre-l lit, esperava la fi de tant enujosa tarda; però, ma penssa tribulada no consentint la mia persona estar segura, fón-me forçat, passejant, seguir la varietat de mos trists e sotlíçits penssaments. Dreçant los ulls a una pocha finestra que en lo pati de la casa responia, viu un home que, ab continença d'esperar algun altre, suaus passos passejava, donant resposta, als qui de la bella senyora demanaven, que-n fahenes secretes e de gran inportànçia occupaba estava.

6. O piadosos hoints! Transportant vostres misericordes pensses en mi, digua cascú si semblant dolor a la mia jamés ha sofert, e ab adolorit penssament mirau la tristor que a tal hora ma trista penssa combatia, esperant quina seria la fi que de tant dolorós prinçipi esde vendria. Mas ¿per què detinch lo temps, çercant paraules a tanta pena conformes, puix és impossible tan gran tristor rahonar se pugua? A la fi, restant del dia tan poch, que-ls cavalls de Febo dellà les colones de Hèrcules en l'ocçident calçiguaven, los meus plorosos ulls mereixqueren veure la tant estimada donzella, que, partint-se de una camba, gest, paraules, abraçar, ab altres mostres de amor estrema, de honestat enemigues, a un enamorat presentà la figura: pràticha, manera, gràçia[e] gentil continença de l[a] qual d'escriure deixe, perquè la fi de la present sol esguarda en fer palès quant la granea de ma desaventura les altres totes avança. E, per cas de més adverssa fortuna mia, lo darrer comiat al terme de ma hoÿda arribà, en estil de semblants paraules: «Adéu sies, manyeta!», tancant la darrea síl-laba un desonest besar, lo so del qual les mies orelles ofené, no de menor ofenssa de la que sentran en la trista vall los de la part sinestra, dient-los nostre Redemptor «Anau, maleyts, al foch eterna!», quant, ab justa sentènçia, en aquest món formarà les sues darreres paraules.

7. Partint-se de la casa lo tant estimat enamorat, féu-li present la senyora de una tan loçana e homil reverència, que sol la gonella féu estalvi lo seu genoll esquerre no toquàs la dura terra, senyalant ab la sua bella cara tristor no pocha de la sua abssènçia. Acompanyà les sues espatles ab piadosa e enamorada vista, acostant-se aprés a un pou, que poch espay d'ella distava. Ab la freda aygua assajà apartar de la sua afable cara la color e calor que en la no sangonosa, mas plaent e delitosa batalla de Venus pres havia; e, acostant-se al carçre de la mia trista presó ho cambra, obrint la porta, fengí alegria de la mia vista, tanta com havia mostrat vera dolor al que en estrem amava de la sua partida. Estava, però, la sua delicada persona maculada, semblant a roses ab blanchs liris mesclades si ab sútzies mans se menegen; que la persona del galant que ab ella reposat havia era en estrem no conforme al delicament de tan tendra donzella. Demanant-me si la sua tarda me era estada enugosa, que les fahenes que desempaxat havia, si no ella present, no era possible se acabassen (o Déu inmortal, qui lo món en nombre, pes e mesura regint, les creatures ab degut orde administrau, no < reffuseu altre vegada metre les vostres de infinit preu > estimades < espatles en l'astret pal, per acabadament rembra tant > profana culpa!), ab gran < treball, l'estrem da ma dolor, > los ulls endreçats a la terra, me leçençià ab tremolosa lengua formàs, en dos cobles, rahons de semblant manera:

8.



-Mourà's corrent          la tremuntana ferma
e tots ensemps          los çels cauran en troços;
tornarà fret          lo foch alt en la spera,
y en lo més fons          del món veuran lo centre;
tinta de sanch          se mostrarà la luna
e tot escurt          lo sol perdrà la forma,
ans que jamés          de mi siau servida;
e lo meu cos,          del prim cabell fins l'ungla,
mirant-ho vós,          sia partit en peçes
e, tornat pols,          no prengua sepoltura,
ni reba'l món          tant çelerada çendra;
ni-s pugua fer          algú gire la lengua
a dir: «Bon pos»          a l'ànima maleyta,
si Déu permet          mos ulls vos pugen veure.

E si és ver          vos diguí may senyora,
no-s trobe-n l'any          lo jorn de ma naxença,
mas lo meu nom,          a tots abominable,
no sia-l món          persona que l'esmente,
< ans, del tot ras          de les penses humanes,>
sia passat          com un vent lo meu ésser;
tinguen per falts          lo que fón de mon viure,
e res de < mi          en lo món no-y romangue;>
e si per cas          del < meu cos gens ne resta,>
sia menjar          als animals salvatges:
prenga'n cascú          la part d'una sentila,
perquè-n tants lochs          sia lo meu sepulcre,
que-l món finit          no-s trobe la carn mia,
ni-s pugua fer          que may yo ressuçite.

9. Conegué per lo adolorit estil de mes paraules la ínclita senyora que la granea de sa culpa clarament a mi era palesa; e ab moltes làgremes, sospirs e sanglots, ab veu tan conforme, gentil e delicada, que no és possible en semblant manera reçitar-la, respòs en rims estranys la seguida cobla, acompanyada de gest no estrany al significat de ses paraules:

10.


-Clarament veig          que-n la mundana orla
Déu no ha fet          persona tant culpable:
yo-us he comès          abominable culpa,
tal, que-n l'infern          no trob pena conforme.
És-me la mort          més dolça que no çucre,
si fer-se pot,          en vostres traços muyra.
En vós està          que prengau de mi venja:
si-us par que-y bast,          per vostres mans espire,
ho, si voleu,          cuberta de sçeliçi
hiré pel món          peregrinant romera.
Déu no farà          que-l passat fet no sia:
mas si sperau          esmena de mon viure,
yo la faré,          seguint a Magdalena,
los vostres pues          lavant ab semblant aygua.

11. Si follia és començar lo que és impossible fi attenygua, folla cosa seria assajar escriure los contrast que ma dolorosa penssa combatien, aprés de haver hoÿt resposta de tan homils paraules: volguera, ab preu de ma vida, la sua tant gran erra se pogués rembre. O, quant estimara beure de l'aygua del riu Letes, perquè, lo passat abssent de la memòria, sol en lo present atengués mon enteniment terme! E fóra més alegre, aquesta bella senyora en parts de singular partida, la sua gentil persona ab tant subtil enteniment fos la part mia, e la sua falla e moble voluntat, de la falssa estima guiada, çercàs un cos leig e diforme, en part de aquell qui indignament la havia tractada!

12. Ab diverssitat de tan inpossibles penssaments, me partí de la camba ho sepulcre ha hon tanta pena sofert havia. Acçeptant la ploma, que sovint greus mals descança, la present ab ma pròpia sanch pinte, perquè la color de la tinta ab la dolor que rahona se conforme.







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