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ArribaApuntes de estudio para los tres papeles más importantes del drama

PAPEL DE ISABEL (26 AÑOS)

Es el papel más importante de la obra, por pesar sobre ella la última escena del drama, en donde radica y está el peligro y de la cual depende, en parte, el éxito. Isabel es la personificación de la mujer del porvenir; de la mujer ideal, de la mujer que ha de surgir en la gran familia humana como producto acumulado de todas las herencias de nuestras heroicas antepasadas y de nuestras ilustradas presentes. Como tipo ideal, Isabel tiene que ser muy estudiada por la actriz, que ha de cuidar de librar al personaje de toda vulgaridad; en ella han de dominar dos pasiones, mejor dicho una pasión, y una convicción; la pasión hacia Ramón y la convicción en la inmortalidad; panteísta sin saberlo, ella ha de representar la razón emancipada de todo dogma, de toda doctrina; creyendo sólo en el gran Todo que forma la naturaleza tan magníficamente manifestada en los soberbios paisajes de la región asturiana; ha de representar una naturaleza selecta, espontánea, noblemente activa, con la altivez prestada por su raza y por la propia conciencia de su valer; junto con este lado heroico, digámoslo así, de su carácter, ha de mostrarse sencilla, dulce, casi niña en sus ademanes, en su voz, en su modo de ser, hasta la escena final del tercer acto: aquí la exacerbación del dolor ha de levantarla hasta un carácter trágico: cuide bien la actriz de no caer en el sentimentalismo en el final del drama; en aquellos momentos ha de pasar como sobre ascuas por el dolor agudo que le cause la muerte de Ramón, para llegar en seguida a personificar a la mujer de raza goda, cuya valiente energía se sobreponía a todos los dolores femeninos, ante la idea de vengar a los seres amados. Al decir la actriz las dos palabras ¡Parricida! ¡parricida! su voz ha de vibrar como la hoja de su puñal, de modo que el público sienta que con aquellas palabras el castigo del fraile se realiza; esta escena final del drama, mejor dicho, el monólogo de Isabel, que es la escena final, ha de estudiarla la actriz concienzudamente en todas sus palabras y signos; repito que de ella depende el éxito de la obra. Los ademanes, los modos de la actriz, a más de los intrínsecos al carácter que queda expresado, han de estar dentro de la educación más esmerada, pero sin sombra de afectación ni amaneramiento. Isabel ha de hacerse profundamente simpática al público que tiene que decir mujeres como ésa no las hay, pero así deberían ser todas. Trajes graciosos, modernos en el primero y tercer acto; de aldeana asturiana, según la descripción del segundo acto.



PAPEL DE RAMÓN (28 AÑOS)

Ramón es el drama: es la figura sintética de la obra; como Isabel, es ideal, abstracto, de carne y hueso no hay ningún Ramón, pero lo habrá: lo dice la lógica del pasado, que descubierto ante las leyes de selección, muestra en un porvenir no remoto los hombres viriles sobre los hombres degenerados. Ramón es el héroe de todos los tipos, que lo será también en el porvenir para bien de nuestra patria y progresión de nuestra raza. Como ideal, al encarnarse en la escena, no ha de vulgarizarse: además de su representación como tipo ideal, tiene otra: es la nueva Iglesia (cuyo dogma será la razón ilustrada por la ciencia), luchando contra la vieja Iglesia, representada en el drama por el grupo de personajes cuya alma, cuya esencia, cuyo espíritu es el Padre Juan; de modo que Ramón como hombre ideal y como doctrina también ideal, ha de ser un personaje muy estudiado, muy cuidadosamente sobrepuesto a todo lo que sea rutinario; ha de tener un poco de soñador, otro poco de maníaco, otro poco de egoísta; y sobre todo, una personalísima fuerza de concentración hacia todo lo que constituye sus ideales, única pasión, único objetivo, una vitalidad psicológica de Ramón. Ramón ama a Isabel, pero en segundo término; como todos los redentores (o los que se creen serlo).Ramón no ama a nadie más que a su obra de redención; fíjese bien en esto el actor, porque en el tercer acto ha de sobresalir enérgicamente esta obsesión de Ramón hacia la realización de sus ideales. En el tercer acto es donde el actor ha de estudiar mucho; el segundo es de sentimiento, de acción; las energías de Ramón puestas en contacto con las bajas pasiones de sus contrarios, producen naturalmente las escenas del segundo acto; en el tercero es donde Ramón se levanta a su verdadero carácter y por eso en el tercero tiene que estudiar el actor todas las frases y palabras, sobre todo el monólogo, que es donde está condensado el carácter de Ramón, monólogo cuyo fin es lo que dice cuando muere. Modales, voz, acción general, entonada de modo que sobresalga como excepcional sobre todos los personajes que le rodean. Trajes elegantes, pero sin rigorismo en la moda; no se olvide que Ramón es millonario. El personaje ha de aparecer profundamente simpático, arrastrando al público hasta cuando se muestre más intransigente, que es en las escenas del tercer acto.



PAPEL DE LUIS (25 AÑOS)

Carácter simpático, con la simpatía que despiertan los hombres del siglo, es decir, con una simpatía un tanto recelosa y prudente. Perfectamente ateo; completamente egoísta en teoría y absolutamente generoso y abnegado en los hechos; este personaje ha de mostrarse como un tipo, como una concreción de nuestra época, descreída, materialista, sensual, epicúrea, y al mismo tiempo magníficamente humana, racional, filantrópica y abnegada; al exterior y aún en el fondo llena de un petrificante egoísmo, y en los actos y en los fines henchida de un sublime amor al género humano, hasta en los últimos límites de su porvenir. Luis es el alma, el espíritu, la esencia de nuestra sociedad, que hace un bien, lanzando un epigrama y realiza un beneficio envuelto en una sátira. Sus palabras han de ser siempre intencionalmente dichas; sus modales naturales, impregnados de una cierta afectación de escepticismo, hastío e indiferencia, propia de los hombres que creen vivir sólo por la razón; ha de resultar un buen muchacho, aun a través de su epicureísmo, de su culta sátira, y de su desprecio hacia la humanidad. Voz vibrante, incisiva, pero no dañina; voz imperativa del que tiene la seguridad de no tener corazón, pero del que en realidad le tiene; ademanes del más perfecto caballero moderno. Traje moderno de completa elegancia. En la escena final del drama, sin descomponerse, debe, sin embargo, marcar el personaje el dolor real que le embarga; los personajes Luis e Isabel, son en realidad, los árbitros del éxito del drama, pues en la escena final que ellos hacen, es donde existe el peligro para la obra.



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