Escena I
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MARÍA, en el sitial
junto a la mesa, con una carta en la mano; JUANA, a su lado,
sentada en un taburete y haciendo una labor; a media escena
empieza el anochecer.
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MARÍA | Despacio las leí
y aún no concibo | | lo que dicen las líneas
de esta carta. | | Unas veces paréceme que sueño,
| | otras las miro como horrible trama, | | sin que pueda el
turbado pensamiento | | descubrir su intención ni adivinarla;
| | y luego,... ¿por qué medio, de qué modo | | puedo llegar hasta mi propia estancia? | | (Leyendo.) | «Los
barones de Orsini y de Colonna | | »y otros nobles de estirpe
menos clara, | | »con vuestro esposo Rienzi reunidos, | | »La
paz ajustarán en vuestra casa; | | »del juramento que
en solemne fiesta | | »al gran Tribuno prestarán mañana,
| | »se ha de tratar en este conciliábulo; | | »pero si
en él las bases se preparan, | | »mientras solemnemente
no se juren, | | »la cabeza de Rienzi amenazada | | »ha de vivir;
tan sólo una persona | | »con firme voluntad puede salvarla,
| | »porque acaso el citado juramento | | »no se llegue a prestar
si alguno falta; | | »para que esto se evite es necesario | | »consintáis recibir en vuestra estancia, | | »en esta
misma noche, estando sola | | »y al terminar el toque de las
ánimas, | | »a quien puede deciros claramente | | »el
modo de alejar desdicha tanta; | | »a más, grandes secretos
de familia | | »podréis saber, y acaso vuestra raza
| | »a Rienzi logre darle una corona | | »cual su ambición
jamás pudo soñarla; | | »pensadlo bien, mañana
tarde fuera. | | »Si aceptáis, colocad en la ventana
| | »una luz y después esperad sola | | »la salvación
de Rienzi o su desgracia; | | »aquesto dice quien blasones
tiene; | | »no lo olvidéis, puesto que sois romana.»
| | (Dejando de leer. Empieza a anochecer.) | Sin firma y con
la fecha de hoy. ¡Dios mío, | | qué otra nueva
tormenta se prepara! | |
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JUANA | Es una carta de intención
profunda | | y en estilo de nobles redactada. | |
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MARÍA | (Sin hacer caso de JUANA y como hablando sola.) | ¿Es verdad
o es mentira lo que leo? | | y si es verdad, ¿acaso hago yo
falta? | | Rienzi es mi esposo fiel, mi buen amigo, | | mando
en su corazón, mas no en su alma; | | ¿por qué
de mí se valen para un caso | | en que mi voluntad no
puede nada? | | (Dirigiéndose a JUANA.) | Juana, si me
escuchaste, ¿qué respondes? | |
|
|
JUANA | (Con resolución
y casi en sentido de reproche.) | Eres mujer de Rienzi; eres
romana; | | ¿acaso abrigarás dentro del pecho | | ese
fantasma ruin que miedo llaman? | | (Se levanta colocándose
junto a la mesa.) |
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|
MARÍA | Tienes razón, y a fe
que fuera mengua | | esconder el temor dentro del alma, | | pues
sólo teme la mujer amante | | perder el corazón
del ser que ama. | | ¿Qué puede sucederme? mis recuerdos
| | velozmente se pierden en mi infancia | | y me siento valiente
en el peligro, | | que siempre vi con la serena calma | | del
que alzando hasta Dios su pensamiento | | fija en otra región
sus esperanzas. | | (Se levanta.) | Veremos si esta cita encierra
un lazo | | o noblemente se dictó la carta. | |
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Escena III
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MARÍA y JUANA.
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MARÍA | Sabes muy bien que siempre te he querido;
| | servidora leal te hallé en mi casa. | | Tú
has sido para mí más que nodriza, | | amiga,
compañera, casi hermana; | | pero si bien te di pruebas
seguidas | | de ilimitada y ciega confianza, | | no puedo consentir
que en mi presencia | | a los hechos de Rienzi pongas tacha;
| | y el que escarnece al pueblo a Rienzi ofende, | | que es
amigo del pueblo que lo aclama. | |
|
|
JUANA | No me comprendes,
no; ¡triste es decirlo! | | La intención que demuestran
mis palabras | | es que ese pueblo que al Tribuno adora, | |
es indigno de Rienzi y de su alma. | |
|
|
MARÍA | (Con ironía.) | ¿Desde cuándo enemiga de la plebe? | |
|
|
JUANA | Sabes,
María, que nací africana, | | y que al Egipto
que me vio en la cuna | | le debo antiguo nombre, ilustre raza,
| | y aunque sierva por culpa de la suerte, | | siempre miré
de lejos la canalla. | | En las grandes llanuras del desierto,
| | do pasaron los días de mi infancia, | | a mi padre
escuché sencilla historia | | que al hablarle del pueblo
relataba. | | ¿Quieres saberla? |
|
|
|
JUANA | Un
gran liberto | | tenía una pantera encarcelada | | y en
ratos de placer se entretenía | | con un hierro candente
en azuzarla; | | y aunque para gozar con su tormento | | en la
prisión a veces penetraba, | | sin corbas uñas
la rugiente fiera | | y en cadenas de bronce aprisionada, | | aunque los aires con su voz hendía | | jamás
a su verdugo maltrataba; | | y aún hizo más;
cuando de carne hambrienta | | la miraba de lejos en su jaula,
| | fijando en su tirano dulces ojos, | | llegó a pedirla
con caricias mansas... | | Vio a la fiera un esclavo y compasivo,
| | quiso de sus martirios libertarla, | | rompió sus
hierros y a ignorada cueva | | la llevó; sus cadenas
quebrantadas | | logró cortar un día, pero entonces
| | la pantera a su pecho se abalanza, | | y antes de que pensara
defenderse | | arrancóle la vida con sus garras. | |
|
|
MARÍA | (Sin comprender la intención de la historia.) | Y bien
¿pero y el pueblo?... |
|
|
JUANA | El
pueblo es fiera | | que se debe tener encarcelada. | |
|
|
MARÍA | (Con tristeza y casi como un reproche.) | ¡Y sin embargo,
Juana, soy del pueblo! | | (Variando de tono.) | Tú lo
sabes, mi padre trabajaba, | | y aunque libre, jamás
pudo elevarse. | |
|
|
JUANA | Tu padre fue del pueblo ¿y eso basta
| | para probar que tú del pueblo seas? | |
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|
MARÍA | (Con asombro.) | ¡Intentas que reniegue de mi raza! | |
|
|
JUANA | (Interrumpiéndola.) | Esta noche recibe a quien te
cita | | y vuelve a preguntármelo mañana. | |
|
|
MARÍA | (Con vehemencia y queriendo comprender la intención
de JUANA.) | ¿Qué significa lo que dices? |
|
|
JUANA | (Como
si no la hubiese oído, dirigiéndose a la ventana.) | Juzgo
| | que la noche tranquila se adelanta | | y que Rienzi saliendo
del consejo | | te vendrá a ver; creyendo no le agrada
| | hallarte en compañía, me retiro, | | si el
permiso me das. |
|
|
MARÍA | (Con enojo.) | Vete,
que basta | | de escuchar un lenguaje tan oscuro | | como el
que tienes, por mi daño, Juana. | |
|
|
JUANA | Mi corazón
es grande para amarte | | aunque a veces le faltan las palabras.
| | (Se va.) |
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Escena V
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RIENZI,
precedido de dos pajes con hachas escondidas. MARÍA,
al escuchar a los pajes de otros salones que le anuncian,
se dirige rápida hacia la puerta. Los pajes, así
que pasa RIENZI se van.
|
UNA VOZ | (Dentro.) | El gran Tribuno
Rienzi. | |
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|
RIENZI | (Entrando y abrazando a MARÍA.) | ¡Esposa
mía! | |
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|
MARÍA | En esa frente, amada con delirio,
| | ¿hay nubes de pesar o de alegría? | |
|
|
RIENZI | Aunque
en ella estuviese el mundo entero, | | el mundo al contemplarte
olvidaría. | |
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|
MARÍA | ¡Oh Nicolás! mi amor
no es el primero. | |
|
|
RIENZI | Sólo amaré una vez;
oye, María. | |
(Se sienta. MARÍA repara en la
carta y la toma guardándosela con disimulo.)
| Si el
alma soñadora | | se encuentra de lo grande enamorada,
| | no supongas jamás que es su destino | | secar del
corazón la rica fuente, | | cuyo origen divino | | le
dice al hombre, piensa, pero siente. | | ¡Qué te importa
que en éxtasis profundo | | abarque el pensamiento | | la vida, Dios, la eternidad y el mundo, | | si en el bello
raudal del sentimiento | | vives idolatrada, | | como en búcaro
de oro | | la nítida azucena perfumada! | |
|
|
MARÍA |
No me importará, no, si el alma mía | | viese
el triunfo a tu lado. | |
|
|
RIENZI | ¿Lo dudas tú? (Con energía.)
Yo nunca lo he dudado. | |
|
|
MARÍA | Al escucharte el alma
se enaltece. | | Háblame del consejo; ¿qué ha
pasado? | |
|
|
RIENZI | ¡Ah María! ¡Qué rudo es mi
destino! | | ¡Cuánta fe necesita | | mi espíritu
gigante!, | | este espíritu mártir que se agita
| | en un siglo gastado y vacilante. | |
|
|
MARÍA | ¿Acaso se
te niega el juramento? | |
|
|
RIENZI | La queja que escuchaste | |
no se refiere sólo a tal momento. | |
|
|
MARÍA | Cuéntame
tu pesar, tu incertidumbre; | | el alma te comprende, | | tú
mismo la enseñaste, | | y en tan vivo fulgor su lumbre
prende. | | Sin ti ¿qué era yo? Acaso | | fantástico
destello, | | cuyo brillo jamás se abriera paso | | en
el mundo sublime de lo bello; | | sin ti, mi corazón,
mi inteligencia, | | en letárgico sueño dormirían
| | y fuera mi existencia, | | divina por su origen, | | como perla
escondida | | que en el fondo del mar muere perdida. | | *Mi
vida fue una rosa abandonada | | *de pétalos sencillos,
| | *por tu genio sublime cultivada. | | Háblame; si tus
penas | | pueden hallar en el amor consuelo | | yo romperé
sus frágiles cadenas, | | y olvidarás la tierra
por el cielo. | |
|
|
RIENZI | ¡Ese amor, ese amor divinizado | | que
busca el alma como origen cierto, | | tu corazón le
guarda inmaculado; | | sin ese amor, el mundo es un desierto!
| | ¡Y me le haces sentir! mi vida entera | | se pierde cual
fantástica quimera | | en la estela radiante | | que deja
en pos tu corazón amante. | | Las miserables luchas
| | que la traición me ofrece, | | mi pasado de horrible
sufrimiento, | | el hoy que me estremece | | y el lejano mañana
que se crece | | en las sombras del libre pensamiento, | | todo
entre luz confusa | | se pierde lentamente | | cuando el alma
cansada | | mira tu corazón puro y vehemente. | |
|
|
MARÍA |
Tus ideas, tu ser, tu inteligencia | | quiero guardarlas dentro
de mi pecho. | | ¿Qué te han dicho los nobles reunidos?
| | ¿Acaso se te niega ese derecho, | | que el pueblo te legó
como tribuno, | | o como siempre han hecho | | en la misma opinión
no está ninguno? | |
|
|
RIENZI | Para llegar al punto de esta
noche | | de largo he de tomar toda mi historia. | | Tú
la sabes cual yo, pero no quiero | | que se borre jamás
de la memoria. | | (Relatando.) | Cuando mataron a mi pobre
hermano | | una turba de audaces caballeros, | | aunque era niño,
levanté la mano | | y a los cielos juré tomar
justicia | | de un hecho tan villano; | | mi alma luchó,
luchó con mi destino | | que me dio humilde cuna | | y
una escasa fortuna | | para entrar de la vida en el camino;
| | en la lucha vencí grandes pasiones, | | el estudio
profundo marchitó mis primeras ilusiones | | y penetré
en el mundo | | llevando el corazón hecho girones. | | En él tan sólo había | | pura una fe,
cumplir con mi promesa; | | era muy grande sí, yo lo
sabía, | | ¡Pero el tiempo pasaba | | y cada vez mejor
la recordaba! | | Estudié, trabajé, busqué
un apoyo | | y al fin subí; el pueblo soberano | | su
Tribuno me aclama y llega el día | | en que vengue la
muerte de mi hermano. | |
|
|
|
RIENZI | (Transición.) | ¡Nunca,
María! | | Mi promesa es impía; | | que aprendí
a conocer en mis desvelos | | que el sol no brillaría
| | si hubiera siempre nubes en los cielos; | | nubes son los
rencores; | | quiero que el sol de la justicia brille | | como
en tiempos mejores | | haciéndonos iguales, | | que todos
somos hombres y mortales. | | Nunca veré la sangre derramada
| | para vengar ofensas de mi vida; | | yo cumpliré una
empresa levantada | | digna de un alma libre, engrandecida;
| | quiero que Italia con su antiguo nombre | | y uniendo su
poder, al mundo asombre. | |
|
|
MARÍA | Pero no sin luchar
llegará el día | | en que el pueblo romano | |
se apellide liberto y soberano. | |
|
|
RIENZI | Lo sé muy
bien, la raza de los nobles | | a ese plan gigantesco no se
aviene, | | ella vive gozando como reina | | y de vida cambiar
no le conviene. | | La firme ilustre casa de Colonna | | con
la de Orsini en declarada guerra | | parece no se aterra | |
con el aspecto que mi pueblo toma, | | y no quiere ceder, en
cuyo caso | | una lucha presiento sobre Roma. | | La ley del
buen estado | | que la nobleza jurará mañana
| | en presencia del pueblo y del legado | | del gran papa Clemente
| | dominará el orgullo de esa gente; | | pero si se rebela
| | y en jurar no consiente, | | su rebelión en forma
declarada | | será anuncio de próxima tormenta,
| | principio de una lucha encarnizada, | | titánica y
sangrienta, | | donde el pueblo llegando al heroísmo
| | derrumbe las postreras atalayas | | que sirven de guarida
al feudalismo. | |
|
|
MARÍA | Mas si la jura, el mundo con
tu nombre | | alzará un monumento. | |
|
|
RIENZI | Sí,
María, por eso no te asombre | | que anhele el juramento;
| | no hay gloria para el hombre | | como empezar su siglo en
las edades | | sin que la sangre humana | | a torrentes vertida
| | oscurezca los hechos de su vida. | | Si juran esa ley, si
en mi presencia | | rinden sus armas los opuestos bandos, | | si a mi edictos prestan obediencia, | | el asombrado mundo
| | verá en ruinas los fuertes torreones, | | y en la
ciudad, señora de los siglos, | | alfombra de los templos
los pendones. | | Los de Estensi, Carrara y Malatesta, | | los
Savelli y Orsini | | esta noche ofrecieron | | rendir su voluntad
a mis designios. | |
|
|
|
RIENZI |
No
sé; después dijeron | | que o todos o ninguno;
| | Colonna se callaba | | y tengo para mí que imaginaba...
| |
|
|
MARÍA | (Con vehemencia.) | ¡Declararle la guerra al
gran tribuno, | | indisponerse acaso con el Papa, | | que apoya
tu poder, retar al pueblo | | que su padre te nombra! | |
|
|
RIENZI |
Es noble y no me asombra. | | ¿Puede acaso dejar esa campiña
| | hundiendo sus castillos, | | albergue de la infamia y la
rapiña? | |
|
|
MARÍA | Y si en ellos se encierra, | | ¿qué vas a hacer? |
|
|
RIENZI | (Levantándose.) | Empezaré
la guerra. | | Si mañana al subir al Capitolio, | | en
mi linaje oscuro | | vieras sólo una sombra de nobleza,
| | ninguno levantara la cabeza, | | que tengo por seguro | | les
detiene pensar que su grandeza | | ante el pueblo se inclina
| | y un hijo de ese pueblo la domina. | |
|
|
MARÍA | (Levantándose,
aparte.) | (Acudiré a la cita de esta noche.) | | (Alto.) |
Y acaso el pueblo duerme confiado | | mientras velando tú
pierdes la calma. | |
|
|
RIENZI | Duérmese el cuerpo mientras
vela el alma. | |
|
|
MARÍA | (Con insistencia.) | Breves horas
no más ríndete al sueño. | |
|
|
RIENZI | (Como
hablando solo y dejándose llevar hacia su habitación.) | Lucharé y venceré. |
|
|
MARÍA | (Con pasión.) | Y
en tu camino | | tranquila me verás siempre a tu lado,
| | mi destino será cual tu destino. | |
|
|
RIENZI | (Con pasión,
rodeando uno de los brazos a la cintura de MARÍA.) | ¡Ángel idolatrado, | | yo soy lo terrenal, tú
lo divino! | |
|
|
|
(Se van por la primera puerta de la derecha
del espectador.)
|
Escena VI
|
|
JUANA primero, después
PEDRO COLONNA.
|
JUANA | (Mirando a todos lados.) | Se fue con
Rienzi, la señal olvida | | y con ella tal vez el solo
medio | | para decirle un día a toda Roma | | que su nombre
es ilustre y no del pueblo. | |
(Empiezan a tocar las ánimas;
las campanas se oyen lejos, JUANA toma una luz y la coloca
en la ventana, sobre una mesa que habrá cerca de ella.
-Dirigiéndose con la vista a la habitación
de MARÍA.)
| Mas yo velo por ti, yo que en el mundo
| | ni hogar, ni patria, ni familia tengo, | | yo que te adoro
como adora el alma | | que ha sentido el calor de los desiertos.
| | (Termina el toque de ánimas.) | Sabré por
fin quién es el que posee | | de tu nombre y origen
el secreto. | |
|
|
|
(Entra COLONNA embozado, y al ver a JUANA da
un paso para retirarse.)
|
JUANA | (Que le detiene con un ademán.) | María ha de venir, pero es preciso | | que, antes de
verla, escuches un momento. | |
|
|
COLONNA | (Sin desembozarse.) | Tengo que hablarla. |
|
|
JUANA | (Con energía.) | Bien,
conmigo antes, | | y habla con ella si te place luego; | | acércate,
contempla ese retrato | | (Le saca.) | y deja lo demás,
que pasa el tiempo. | |
|
|
COLONNA | (Cediendo al tono imperioso
de JUANA, se acerca, se desemboza y mira el retrato.) | ¡La
madre de María! |
|
|
JUANA | (Con desprecio, al reconocer
a COLONNA.) | Te
esperaba, | | Pedro Colonna. ¿Sabes lo que pienso? | | que en
tu raza no mueren los infames, | | y si el hermano de tu padre
ha muerto, | | tu carta y la venida de esta noche | | cual sobrino
te aclaman desde luego. | |
|
|
COLONNA | (Sin hacer caso de los insultos
de JUANA.) | Sabes entonces que María es hija... | |
|
|
JUANA |
De un Colonna que noble caballero | | supo fingirse de villana
estirpe | | para mirar cumplidos sus deseos. | | (COLONNA hace
intención de hablar.) | No me interrumpas, porque el
tiempo pasa | | y quiero hablarte... |
|
|
COLONNA | Lo
que no comprendo | | es que tú sin razones ni motivo
| | poseedora te encuentres del secreto; | | ¿quién eres
y qué intentas al hablarme? | |
|
|
JUANA | Quién soy
ya lo sabrás, mas lo que intento | | es decirte que
velo por María, | | que no he sabido nunca lo que es
miedo, | | y una lágrima sola que derrame | | podrá
costarte la cabeza, Pedro. | |
|
|
COLONNA | Me asombra que te escuche
con paciencia, | | que eres sierva y a todos los desprecio.
| |
|
|
JUANA | Desprécianos y acaso llegue el día | | que te mires esclavo de los siervos. | | (COLONNA se sienta.) | Noble soy como tú; libre mi padre | | un tesoro perdió
y al verse deudo | | de la casa feudal de los Colonnas, | | que
para negociar le concedieron | | mil tornesas, temiendo su
venganza | | firmó un tratado en que los hijos, luego
| | que él muriese, la deuda pagarían, | | obligándose
en caso de no hacerlo | | a rendirla tributo y homenaje | | y
a acatar cual villanos su derecho | | Los hijos no pagamos,
¡fue imposible! | | y a cambio de un puñado de dinero
| | toda una raza ilustre fue vendida: | | ¡así amontona
el feudalismo siervos! | | los compra con el hierro o con el
oro. | |
|
|
|
JUANA | Sí;
pasando el tiempo | | murieron mis hermanos y mi esposo, | |
que un hijo me dejó: tu noble abuelo | | en Palestrina
estaba con tu padre, | | y el hermano menor de aqueste, viendo
| | una tarde a mi hermana, enamoróse; | | quiso rendirla
con traidor manejo, | | y fingiéndose un hijo de la
plebe | | logró su amor y consiguió su intento;
| | nació María el día en que mi hijo
| | de paso en este mundo voló al cielo, | | y entonces
la infeliz hermana mía, | | próxima a sucumbir
y conociendo | | que el hombre a quien amó la abandonaba,
| | me hizo depositaria del secreto | | legándome su hija...
|
|
|
COLONNA | (En son de burla.) | ¿Y su
venganza? | |
|
|
JUANA | (Le mira con desprecio y sigue.) | Busqué
a Colonna, conocióme presto, | | y me juró que
si al morir quedaba | | sin un hijo legítimo heredero,
| | su fortuna y su nombre dejaría | | a la niña
infeliz; levantó el feudo | | que sobre mí pesaba,
me hizo libre, | | y a dos ancianos de su casa deudos, | | les
obligó a adoptar por hija suya | | a la hija de su amor,
dándoles luego | | una fortuna con la cual pudieran
| | librarse de homenaje; en su derecho | | estaba al separarme
de María | | y nada pude hacer. |
|
|
|
JUANA | (Con impaciencia.) | Déjame terminar
y entonces habla. | | Colonna de mi sombra tuvo miedo | | y no
quiso que cerca de su hija | | viviese quien guardaba su secreto;
| | yo que miraba en la inocente huérfana | | un porvenir
de amor a mis recuerdos, | | me eché a sus plantas,
supliqué llorando, | | y conseguí del hijo de
tu abuelo | | pasar como nodriza de la niña, | | tomándome
el solemne juramento | | de que jamás mi labio la diría
| | que el mismo nombre que su madre llevo. | | Veinte años
hace que callando vivo | | y sellará la muerte mi silencio.
| |
|
|
|
JUANA | De
María | | los padres adoptivos sucumbieron, | | pero antes
de morir me le dejaron | | con el encargo de que andando el
tiempo, | | si otro retrato igual se me entregaba | | pudiese
reclamar con justo empeño | | la legítima herencia
de María. | |
|
|
COLONNA | ¿Pues ignorantes los taimados viejos
| | no sabían la estirpe de la joven? | |
|
|
JUANA | Infelices,
jamás la conocieron. | | Tu tío, ese Colonna
maldecido, | | veló entre sombras la verdad del hecho.
| |
|
|
COLONNA | Y al casarla con Rienzi... |
|
|
JUANA | Como
hija | | con su humilde apellido se la dieron. | |
|
|
|
JUANA | En
el mundo | | Colonna y yo su nombre conocemos. | |
|
|
|
JUANA | Lo
sé, y acaso | | ¿tú sabes lo que dice el testamento?
| |
|
|
COLONNA | No puedo responderte, que a María | | solamente
le importa conocerlo. | |
|
|
JUANA | Voy a buscarla, pero nunca olvides
| | que sangre egipcia en mi linaje tengo. | |
|
|
|
JUANA | No,
como nodriza | | de la niña infeliz guardarle debo.
| | Si ha de vivir cual hija de Colonna | | preséntame
otro igual y desde luego | | te le daré; hasta entonces
con la vida | | podrás arrebatármelo del pecho.
| | (Se va por la puerta por donde salieron RIENZI y MARÍA.) |
|
|
Escena VIII
|
|
MARÍA,
seguida de JUANA, entra por la puerta de la derecha, primer
término. Al ver a COLONNA en medio de la estancia,
hace un movimiento de asombro. JUANA se queda junto al tapiz
izquierdo del fondo.
|
MARÍA | ¡Colonna aquí, Dios
mío! el pensamiento | | túrbase a veces entre
sombra vana. | |
|
|
COLONNA | (Saludándola.) | Noble María...
|
|
|
MARÍA | (Interrumpiéndole y con acento altanero.) | Sin
perder momento | | dime al punto qué quieres. (A JUANA.)
Vete, | | Juana. | (A COLONNA.) | Sé breve y no levantes
el acento; | | Rienzi no duerme. |
|
|
JUANA | Espiaré
cercana. | | (Al escuchar la orden de MARÍA cruza lentamente
la escena y se va por la puerta de la derecha, cerrando antes
la del fondo.) |
|
|
COLONNA | (Con tono persuasivo.) | Por su patria
y por él pretendo hablarte. | |
|
|
MARÍA | (Con altanería.) | Por mi patria y por él vengo a escucharte; | | como
llegaste aquí dime primero | | y el nombre del traidor...
|
|
|
COLONNA | No
hubo ninguno. | | Entré como le cumple a un caballero:
| | fui llamado a presencia del Tribuno | | para ser de sus actos
consejero. | | Me retiré sin que me viera alguno, | |
y al salir en la opuesta galería | | esperé la
señal que te pedía. | |
|
|
MARÍA | No es muy
noble tu acción: dime qué quieres. | |
|
|
COLONNA |
Darte los medios de salvar a Roma. | |
|
|
MARÍA | ¿Y para
aquesto a Rienzi me prefieres? | |
|
|
COLONNA | Rienzi el orgullo
de monarca toma; | | nada quiero con él, en ti confío;
| | tu voluntad será la que decida. | |
|
|
MARÍA | Y
acaso ¿puede tanto mi albedrío? | |
|
|
COLONNA | (Con gran
intención.) | Puede causar la muerte o dar la vida.
| |
|
|
MARÍA | De tus palabras, Pedro, desconfío. | |
|
|
COLONNA | Mañana Roma se verá perdida | | si no
me escuchas con serena calma. | |
|
|
MARÍA | Comienza a relatar.
| | (Cállese el alma.) | (Se sienta.) |
|
|
COLONNA | (De pie.) |
Mi hermano Esteban por los años yerto, | | viviendo
en Palestrina retirado, | | ignora el pernicioso descontento
| | que en Roma Nicolás ha levantado. | | Representante
de mi noble casa | | en la ciudad eterna yo me veo, | | la fuerza
de mi nombre nada escasa, | | yo solo por fortuna la poseo.
| | ¡Debes saber, María, cuanto pasa! | |
|
|
|
COLONNA | Pues
bien, a tu deseo. | | ¿He de jurar la ley del buen estado,
| | o me declaro en guerra levantado? | |
|
|
MARÍA | (Con vehemencia.) | ¡Que si la has de jurar, Virgen María! | | Pedro Colonna,
sí, yo te lo ruego; | | no guarda más afán
el alma mía. | | ¡No ha de querer al sol el pobre ciego!
| | Dime lo que he de hacer, mi vida toda | | no pudiera comprar
fortuna tanta. | |
|
|
COLONNA | (Con frialdad y odio.) | Mucho quieres
a Rienzi; me acomoda. | |
|
|
MARÍA | (Suplicante.) | Deja ese
acento frío que me espanta, | | y dime que he de hacer.
|
|
|
COLONNA | (Primero con vehemencia y luego con pasión.) | ¿Viste
en el cielo | | la nube que ligera se estremece | | y henchida
por atmósfera de hielo | | sobre la tierra gigantesca
crece? | | Mi corazón en su amoroso anhelo | | a la nube
ligera se parece; | | el amor que te guarda es tan profundo
| | que deja en sombras lo demás del mundo. | |
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MARÍA | (Levantándose con un brusco movimiento y demostrando
en sus ademanes que está espantada de lo que oye.) | ¡Jesús qué horror! la mente que delira | | pudo
fingirme, Pedro, tus palabras; | | todo cuanto escuché,
todo es mentira. | |
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COLONNA | (Con ímpetu.) | De Italia
y Roma la desdicha labras; | | dame tu amor. |
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MARÍA | (Con resolución.) |
¡Jamás! |
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COLONNA | (Con encono.) | Pues
bien, mañana | | empezará la lucha fratricida.
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MARÍA | (Como si no le oyera y siguiendo con horror
los pensamientos de COLONNA.) | ¡Que te venda mi honor siendo
romana! | |
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COLONNA | (Amenazándola.) | ¡Que firmas la sentencia
de su vida! | |
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MARÍA | (Con espanto.) | ¡Ah! qué
dices, no, no, Dios soberano, | | eso no puede ser, Rienzi
es querido. | |
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COLONNA | (En tono de convicción.) | El
jefe de los nobles es mi hermano, | | si no le juran se verá
perdido. | |
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MARÍA | (Con vehemencia.) | Y esto se llama
¡oh Dios! un ser humano. | |
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COLONNA | (Acercándose a MARÍA.) | Dime que serás mía, y tu apellido | | de Colonna,
legítima heredera, | | podrá saberlo la nación
entera. | |
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MARÍA | (Como si de pronto recordase la carta,
la saca del bolsillo, y recorriéndola precipitadamente
con la vista, une la acción a la palabra.) | Eso es
cierto, tu carta... |
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MARÍA | El
destino | | en hondo abismo por mi mal me encierra. | | (Dirigiéndose
a COLONNA con vehemencia.) | ¿Para qué te pusiste en
mi camino, | | aborto miserable de la tierra? | | Cúmplase
tu maldad, cúmplase el sino; | | levanta el estandarte
de la guerra | | y la sangre que vierta el inocente | | caiga
como baldón sobre tu frente. | |
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(Durante estos últimos
versos JUANA aparece en el dintel de la puerta por donde
se marchó, escucha breve rato y vuelve a retirarse
a la terminación de la escena.)
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COLONNA | (Que se halla
enfrente de la puerta de las habitaciones de RIENZI, ve venir
a éste y hace un movimiento de terror.) | Rienzi viene.
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MARÍA | (Con espanto.) | ¡Jesús, estoy perdida!
| | Retírate. |
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(COLONNA va a salir por la puerta del
fondo, y encontrándola cerrada no tiene más
tiempo que el necesario para ocultarse detrás del
tapiz del fondo, correspondiente a las habitaciones de MARÍA.)
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RIENZI | (Apareciendo por la puerta derecha del primer término.) | Me
pareció que hablabas. | |
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MARÍA | (Haciendo un esfuerzo
para serenarse.) | Pudiera suceder, porque dormida... | |
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RIENZI |
¡En pesadilla acaso te agitabas! | | (Cruza la escena y se
coloca junto a la mesa.) | Yo la tengo despierto, sí,
¡Dios mío! | | si no jura esa raza miserable, | | ¿qué
va a pasar en Roma? |
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MARÍA | (Mirando al tapiz.) | Yo
confío... | |
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RIENZI | No, María, la guerra inevitable,
| | y después, no lo sé; si yo pudiera | | obligar
a Colonna al juramento! | |
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MARÍA | (Aparte y refiriéndose
a COLONNA.) | (¡Virgen santa, y lo escucha! Si supiera!...)
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RIENZI | (Siguiendo la hilación de su pensamiento.) | Pero es tan orgulloso y violento... | | Si fuese noble yo
le obligaría, | | que esa gente fiada en sus blasones
| | no atiende ni discursos ni razones, | | y obedece a dudosa
jerarquía. | | (Dirigiéndose a MARÍA.) | Déjame meditar, esposa amada, | | porque al verte tan
pura y tan hermosa, | | el alma olvidaría enamorada
| | el fin de una misión harto grandiosa. | | Vete, porque
al salir la nueva aurora | | he de luchar con fuerzas de gigante,
| | y el hombre que rendido se enamora | | no puede ser caudillo,
sino amante. | |
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MARÍA | (Dirigiéndose a su habitación.) | Adiós. (Le salvaré dando la vida.) | |
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RIENZI | (Hablando consigo mismo, ínterin sale MARÍA.
-Toma el libro.) | En la historia de ayer voy a fijarme, | | y acaso alguna página perdida | | me aconseje los medios
de salvarme. | |
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MARÍA | (Al pasar por el tapiz se para
y brevemente dice a COLONNA.) | Antes de que principie el
juramento | | quiero hablarte. |
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COLONNA | (Con el mismo tono.) |
Vendré, pierde cuidado. | |
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RIENZI |
(Que al terminar sus
últimas palabras se sentó en el sitial, se
refiere al libro que tiene en la mano, y que según
él mismo dijo al cogerlo, es la antigua historia de
Roma.)
| A mi pesar vacila el pensamiento | | recorriendo la
historia del pasado. | |
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COLONNA | (Sale de detrás del
tapiz, echando mano al puñal.) | (Si muriera... Por
Cristo, tal momento | no lo debo perder.) | (Se adelanta con
cautela.) |
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RIENZI | (Refiriéndose a la historia.) | Asesinado
| | murió Graco. |
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JUANA | (Sale por la puerta de la izquierda,
ve la actitud amenazadora de COLONNA, y con un movimiento
rápido abre la puerta del fondo, indicándola
a COLONNA con imponente ademán.) | (Aquél
es tu camino.) | |
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RIENZI | (Refiriéndose siempre a la
historia.) | ¡Quién pudiera leer en su destino! | |
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(Cae el telón, dejando a los personajes en la siguiente
actitud: a la derecha y en el fondo, COLONNA, inmóvil
ante la figura de JUANA, que en frente de él le señala
la puerta con la mano: RIENZI, sentado y meditando con el
libro abierto, ignorante de todo lo que ha pasado a su espalda.)
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FIN DEL ACTO I
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