Escena I
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RIENZI,
JUANA.
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JUANA | (De pie al lado del sitial.) | Y a Esteban ¿le
avisaste a Palestrina? | |
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RIENZI | (Que está sentado.) | A poco que saliste de mi estancia | | anoche mismo le avisé.
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RIENZI | Sé que al llegar mi heraldo a
su morada | | como una fiera se tornó el buen viejo,
| | diciendo que arrojasen de su casa | | al mensajero infame
que traía | | noticia que a su estirpe maltrataba: | | a poco se calmó, porque parece | | que ciertos nobles
que con él estaban, | | noticiosos de todo lo que en
Roma | | de algunos días a la fecha pasa, | | dijéronle
que peligroso era | | que en una negativa se encerrara; | | y
entonces más humano, al mensajero | | le dio respuesta
terminante y clara. | |
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JUANA | (Con vehemencia.) | Y esa respuesta
es... |
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RIENZI | Que
al ser de día | | mandaría a decirme si juraba.
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JUANA | (Acercándose a la ventana.) | El sol ya brilla
en el cenit ha rato | | y ¿aún nada sabes? |
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JUANA | (Volviendo al lado de RIENZI.) | Maldita raza. | |
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RIENZI |
Pero, Juana, aún no vuelvo de mi asombro | | cuando
recuerdo la perversa trama | | que ese Pedro, tan vil y tan
infame, | | a la pobre María le contaba. | | Tú
lo escuchaste bien? |
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JUANA | (Violentándose al responderle.) | Que
sí te digo. | |
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RIENZI | ¿Verdad que lo que dijo fue una
infamia? | | (Como hablando consigo mismo.) | ¡Mi buena esposa,
de Colonna hija! | | imposible, Dios mío, lo jurara!
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JUANA | Debes estar tranquilo, pues ya sabes | | que todo fue
mentira: historia larga | | es contarte la vida de María
| | desde los tiempos de su tierna infancia. | | (Con marcada
violencia.) | Yo la he visto nacer, y te aseguro | | que es
humilde su nombre cual su raza. | | (¡Oh! Dios mío,
valor!) |
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RIENZI | Ese
Colonna | | miserable que intenta deshonrarla, | | hoy mismo
se verá bajo mi yugo, | | y acaso su cabeza ensangrentada
| | anuncie a Roma que las leyes mías | | han podido cumplirse
sin jurarlas. | | Gracias a ti, de lo pasado anoche | | tengo
noticias, y por Dios que el alma | | no olvidará jamás
lo que te debe. | | (Se levanta.) | Pídeme lo que quieras,
noble Juana. | |
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JUANA | Pues bien, te pido que tu esposa ignore
| | que contigo yo hablé. |
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RIENZI | Te
doy palabra | | que nada le diré. ¿Estás contenta?
| |
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JUANA | Gracias, señor. ¿Olvidarás la carta?
| |
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RIENZI | (Se dirige hacia su habitación, pero antes
le enseña a JUANA la carta.) | Aquí llevo esa
cita maldecida | | que trajo los disgustos a mi casa. | |
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JUANA |
Que no sepa María que la tienes, | | pues yo se la pedí
para quemarla. | | (Vase RIENZI.) |
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Escena IV
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JUANA, PAJE.
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PAJE | (Mirando a la estancia de RIENZI.) | Lujoso está
el Tribuno, por mi nombre. | | (Ve a JUANA, que está
junto al sitial en actitud pensativa, y se dirige a ella.) | ¿Verdad que es hermosísima la fiesta? | | ¿No me escuchaste,
Juana? ¿qué respondes? | |
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JUANA | (Distraída.) | No bajé a la ciudad. |
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PAJE | Roma
presenta | | tan vistosos y ricos atavíos | | como la
mente en el delirio sueña; | | las calles de tapices
adornadas; | | las ventanas con flores y preseas; | | el caballo
que rige Marco Aurelio | | aunque es de bronce, sobre la alta
piedra | | vierte a raudales espumoso el vino | | por la ancha
boca con el freno abierta. | | Cruzan las calles en alegre
danza | | y dándose las manos mil parejas, | | en tanto
que resuenan los clarines | | y tremolan al viento las banderas.
| |
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JUANA | (Que saliendo de su distracción, oyó
con atención las últimas palabras del PAJE.) | Muy alegre está el Paje a lo que veo. | |
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PAJE | Estoy
alegre como Roma entera. | | Y ¿cómo no? cuando tenemos
leyes | | que causarán la envidia de la tierra. | |
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JUANA | (Con tristeza.) | Leyes que acaso el pueblo las rechace. | |
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PAJE | Tú sola pensarás tanta demencia. | | Si
vieras hoy lo que sucede en Roma | | olvidaras al punto tus
ideas. | | Con briales lujosos las señoras | | y con sayal
humilde la plebeya, | | con tosco paño el campesino
rudo | | y el noble con escudo y con cimera, | | todos se apiñan
en confuso grupo | | para ver al Tribuno, y no lo hicieran
| | si Rienzi no le diese a nuestro pueblo | | unas leyes tan
sabias cual discretas. | | Gracias a él, el homicida
es muerto, | | y dispuestos al punto a la pelea | | cada cuartel
de Roma tendrá fijos | | cien hombres; además
a la nobleza | | la obliga a hundir sus torres y castillos
| | y le quita la guarda de las puertas | | de nuestra gran ciudad;
rinde el orgullo, | | de esa gente tiránica y soberbia
| | haciéndola jurar solemnemente | | que a sus mandatos
prestará obediencia; | | asegura la paz en los caminos
| | y habrá graneros do con mano abierta | | se les dará
a los pobres alimento | | si apareciese el hambre o la miseria.
| | Estas leyes tan sabias y precisas | | ¿se pueden olvidar?
|
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JUANA | El
tiempo abrevia | | lo que jamás el pensamiento humano
| | lograra prevenir y, aunque no creas, | | te aseguro que el
paso de la historia | | otras leyes más sabias nos presenta
| | hundidas entre el polvo del olvido | | o tenidas cual sombras
pasajeras. | | Además esa ley no está jurada,
| | y aunque al pueblo le agrade, la nobleza | | puede muy bien
negarse a recibirla | | y entonces, claro está, viene
la guerra | |
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PAJE | Pues bien, pelearemos. ¡Qué demonio!
| | no siempre ha de ser nuestra la prudencia; | | acaso lograremos
enseñarles | | que con el pueblo débil no se
juega, | | y que si ha consentido toda Roma | | esas luchas feroces
y sangrientas | | de Colonnas y Orsinis, llegó el caso
| | de ponerlos en paz, aunque no quieran. | | El Tribuno será
nuestro caudillo | | y con él ganaremos la pelea | | y
habremos de matar tantos barones | | como ellos matan de la
clase nuestra; | | que a la ley del Estado se resistan | | y
te juro... me voy, que Rienzi llega. | | (Se va.) |
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JUANA | (Sola.
Este monólogo depende de la actriz.) | ¡Pueblo!, ¡nobleza!
¡Oh Dios! Delirios vanos | | que empecéis esa lucha
fratricida! | | pueblan el mundo siervos y tiranos; | | ¡Mientras
no se confundan como hermanos | | jamás la ley de Dios
será cumplida! | | ¡La nobleza... ignorante, el pueblo...
imbécil! | | ¡Cuanta sangre vertáis toda perdida!
| | Faltan ciencia y virtud... ¡aún esta lejos | | la
redención completa de la vida! | |
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Escena VI
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MARÍA, seguida de JUANA y de dos camareras, entra
por la puerta del fondo con una carta en la mano; se quita
el manto, que lo da a una de ellas: éstas y JUANA
se van por la derecha y ella se adelanta hacia RIENZI, que
está sentado.
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MARÍA | (Después de quitarse
el velo y al dirigirse al centro de la escena.) | (Aparte.) |
(Dios atendió mi ruego, y a mi alma fortaleza le da
para la lucha.) | | (Ve a RIENZI y se dirige hacia él
con cariño.) | ¡Rienzi! |
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RIENZI | (Se vuelve a la voz
de MARÍA, se levanta y se abrazan.) | Mi
amor. |
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MARÍA | (Despréndese de sus brazos.) |
¡Lograste
ya la calma! | |
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RIENZI | (Con pasión e intención
doble.) | Un alma grande necesita mucha. | | (Viendo el papel
que trae MARÍA.) | ¿Qué papel es aqueste? |
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MARÍA | (Refiriéndose al papel.) |
Roma entera | | le pregona
cual nuncio de alegría, | | y tu querida esposa la primera
| | quiso decirte lo que en él había. | | La lira
del Petrarca te saluda | | como jamás le saludó
a ninguno, | | y aunque se torne la fortuna ruda, | | tu fama
pasará, noble Tribuno! | |
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RIENZI | (Con altivez.) | Si
el alma mía levantó su vuelo | | nunca fue por
lograr palma de gloria, | | que guarda muchos mártires
el cielo | | ignorados del hombre y de la historia. | | Hónrame
que el Petrarca, astro divino, | | cuyo genio a los hombres
les aterra, | | me salude al cruzarse en mi camino: | | mas si
no he de cumplir con el destino, | | ¡qué me importan
las glorias de la tierra! | |
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MARÍA | Acaso con el canto
del poeta | | se enaltezcan los hechos de tu vida, | | si la
historia fingiéndose discreta | | débil o apasionada
los olvida. | |
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MARÍA | No,
leerla quiero, | | que si la fama tu virtud pregona, | | yo que
a todo en el mundo te prefiero, | | voy a ceñirte la
mejor corona. | | (Leyendo.) | «¡Salud, romanos! ¡pueblo cuya
fama | | »es antorcha del mundo, | | »antorcha que en fulgores
se derrama | | »sobre el centro profundo | | »y en la inmensa
región que el sol inflama. | | [...] | | »La libertad se sienta a vuestro lado; | | »madre del hombre,
diosa de la suerte, | | »es una emperatriz cuyo reinado | | »no
se puede acabar ni con la muerte. | | »Se aduerme de pesar
estremecida, | | »o se aleja del pueblo temerosa | | »cuando
siente una lucha fratricida. | | »No la busquéis en
noche tenebrosa, | | »la libertad es lumbre de la vida. | | »Velad
por ella como amantes hijos, | | »y con los ojos fijos | | »en
la cumbre del alto Capitolio, | | »obedeced al salvador de
Roma, | | »¡al héroe que levanta la paloma | | »entre
los pliegues fúlgidos del solio! | | »Con el puñal
sangriento de Lucrecia | | »este nuevo Camilo en su venganza
| | »hará de Roma la moderna Grecia; | | »tan sólo
en él fijad vuestra esperanza, | | »y unidos bajo el
trono de su gloria | | »pasaréis a los siglos de la
historia. | | »Y tú, noble mortal predestinado, | | »tú,
que viendo las sombras del pasado | | »sigues de Bruto y Rómulo
el camino | | »y a tu pueblo infeliz y desgraciado | | »le das
un rayo del fulgor divino; | | »tú, si quieres cumplir
con el destino | | »no abandones jamás a tus hermanos,
| | »que si muere la fe de tus conquistas | | »se alzarán
imponentes los tiranos. | | »¡Gloria a tu nombre, gloria a
tus hazañas, | | »patricio ilustre de la altiva Roma;
| | »por ti la Italia con naciente vida | | »contempla engrandecida
| | »el águila feudal que se desploma; | | »por ti la
libertad, pura y triunfante, | | »alumbrará nuestros
sepulcros yertos | | »y la cuna tranquila del infante. | | »Yo
te saludo, protector del hombre. | | »¡Romanos del ayer! ¡Paso
a su nombre!» | |
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RIENZI | (Entusiasmado con las frases que le
dirige el poeta, exclama:) | ¡Honra del mundo! con tu hermosa
lira | | de polvo de tierra me levantas. | | ¡Tu ardiente corazón!
¿dónde se inspira? | | inmortal ha de ser lo que tú
cantas! | |
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MARÍA | (Siguiendo el pensamiento de RIENZI.) | Su apasionado corazón respira | | en el ambiente de
las cumbres santas, | | nuevo sol en los cielos de levante
| | prosigue el rumbo que le enseña el Dante. | |
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Escena X
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MARÍA y COLONNA, después
JUANA. COLONNA entra por la puerta del fondo medio embozado
en su manto y como agitado y temeroso.
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COLONNA | (Sin ver a
MARÍA.) | Por fin llegué, cruzando los salones
| | entre pajes y heraldos confundido | | pude pasar. |
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MARÍA | (Que sigue en la ventana viendo la ceremonia, no ha sentido
a COLONNA.) | Le
siguen cien legiones | |
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COLONNA | (No en balde tengo fama de
atrevido.) | |
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MARÍA | (Siente ruido, se vuelve y ve a
COLONNA.) | ¿Quién llega aquí? | | (Al verle.) | ¡Dios mío! |
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COLONNA | (Avanzando en medio de la escena.) | Aquí me tienes. | | Mis gentes en mi casa preparadas
| | para salir están; si me detienes, | | se acabará
la fiesta a cuchilladas | | y morirá la plebe y el Tribuno.
| | ¿Serás mía? Responde, el tiempo pasa. | | Rienzi
en la plaza está, no falta uno | | de cuantos nobles
hay. |
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MARÍA | Pero
tu casa, | | acaso no es la última en la jura? | |
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COLONNA |
Sí, mas si no me ven, esa nobleza | | no ha de jurar.
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|
MARÍA | No
pienses tal locura. | | Orsini es tu enemigo declarado, | | y
por causarte enojos juraría. | |
|
|
COLONNA | (Con cinismo.) | Cuando surge un peligro inesperado | | nuestra raza se pone
en armonía. | | Orsini hará lo que Colonna hiciere.
| | (Se oye un toque de clarín.) | Los clarines anuncian...
|
|
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MARÍA | (Con desesperación.) | ¡Cielo
santo! | |
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COLONNA | (Con pasión y acercándose a
ella.) | ¿Tu amante corazón no me prefiere? | |
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MARÍA | (Con horror y alejándose.) | Calle tu lengua, que me
causa espanto. | | No me dijiste anoche que mi cuna... | |
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COLONNA |
Tu padre fue un Colonna... |
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|
COLONNA | (Interrumpiéndola.) | Su
herencia | | recae en ti. |
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|
COLONNA | (Interrumpiéndola.) | Mas
por fortuna | | yo sólo he descubierto tu existencia.
| |
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MARÍA | Quiero creer que es cierto lo que escucho;
| | jura la ley y cedo mi derecho. | |
|
|
COLONNA | (Con cinismo.) | Inútil sacrificio; fuera mucho | | si no estuviera
el testamento hecho. | | Mi voluntad y mí conciencia
sólo | | pueden darte tu nombre y tu riqueza. | |
|
|
MARÍA | (Con ira.) |
Hábil estás en la maldad y el dolo.
| |
|
|
COLONNA | (Con tono de amenaza.) | Que peligra de Rienzi la
cabeza. | |
|
|
MARÍA | (Con espanto y vehemencia.) | ¡Oh Dios
mío!... Pues bien, jura... y mañana... | | (Aparte.) | (Entre la muerte buscaré la vida.) |
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|
COLONNA | ¿Quién
me asegura tu palabra vana? | |
|
|
MARÍA | (Con espanto.) | Pues qué pretendes, ¿di? |
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|
COLONNA | Comprometida
| | por una carta... | |
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|
MARÍA | (Con indignación.) |
Tu conciencia humana | | es de un genio infernal digna guarida.
| | (Se sienta junto a la mesa y toma la pluma.) | Dicta la
carta, corazón maldito, | | y acaso te horrorice tu
delito. | |
|
|
COLONNA | (Dictando.) | «Dame mi herencia; de la estirpe
mía | | »el nombre ilustre en la ciudad pregona, | | »que
pueda yo ceñir feudal corona | | »y ven a por mi amor...»
|
|
|
MARÍA | (Con indignación.) | ¡Qué
vil! |
|
|
|
MARÍA | (Al concluir la carta oye rumor y se levanta.) | (Se acerca a la ventana.) | ¡Oh cielos, qué rumor!
la plaza entera | | entre gritos y vivas se estremece. | | (Al
ver lo que pasa en la plaza.) | ¡Virgen santa! |
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COLONNA | (Acercándose
a la ventana también por detrás de MARÍA.) | ¿Qué
es ello? |
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|
MARÍA | (Con entusiasmo.) | Que
aparece | | enfrente del Tribuno tu bandera. | |
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|
COLONNA | (Con
ira.) | ¿Qué dices? ¡Maldición! | |
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|
MARÍA | (Señalando con la mano hacia la plaza.) | Sigue la
mano; | | mira junto al altar una figura. | |
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COLONNA | (Siguiendo
la indicación de MARÍA y con indignación.) | ¡Esteban de Colonna! |
|
|
MARÍA | (Con entusiasmo.) | Sí,
tu hermano, | | que al pie del ara la obediencia jura. | |
|
|
COLONNA | (Separándose de la ventana.) | Quién le pudo
avisar, ¡suerte maldita! | |
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|
MARÍA | (Sin volver la vista
a COLONNA y siempre junto a la ventana.) | Pedro, tu estirpe
cede dominada. | |
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|
COLONNA | (Toma la carta escrita por MARÍA
y se dirige hacia la puerta del fondo sin que MARÍA
se aperciba de ello.) | (Aparte.) | (Pero al fin te perdiste,
desgraciada, | | que tu deshonra me la llevo escrita.) | |
|
|
MARÍA | (Se separa de la ventana y ve que COLONNA se ha ido.) | Se
fue como el leopardo perseguido. | | (Recuerda la carta y la
busca sobre la mesa. Al ver que no está se siente
poseída de terror. Este momento sólo la actriz
puede interpretarlo.) | Mi carta! ¡Oh Dios, mi carta se la
lleva!. | | (Llamando.) | Juana, favor; ¡Colonna maldecido!
| | esta carta de infamia es una prueba. | |
|
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|
MARÍA | (Con vehemencia.) | Colonna,
por ruin medio, | | una carta arrancóme: pronto, Juana,
| | recóbrala por Dios o sin remedio | | sin honra alguna
me veré mañana. | | (Indicando a JUANA, que está
dispuesta a salir, la puerta por donde se fue COLONNA.) |
Por allí... |
|
|
JUANA | (Va a salir y ve a RIENZI, que
se supone entra en aquel momento en el salón anterior.) | Rienzi
llega. |
|
|
MARÍA | (Con terror.) | ¡Suerte
impía! | |
|
|
JUANA | Ten confianza en mí, juro salvarte,
| | pero no estés aquí, vete, María. | | (La lleva hacia la puerta derecha.) |
|
|
MARÍA | (En tono
suplicante antes de salir de escena.) | Juana, mi honor. |
|
|
JUANA | Procura
serenarte. | | (Sola, dirigiéndose a la puerta del fondo.) | ¿Quién pudiera esperar tal villanía? | |
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|
RIENZI | (Desde dentro.) | Levantad en la Plaza mi estandarte | | y sujetad
al pie de sus borlones | | de Orsini y de Colonna los pendones.
| |
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|
JUANA | No viene solo, no, rudo destino, | | más tarde
le hablaré. | (Se va.) |
|
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Escena
XII
|
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PEDRO COLONNA y RIENZI, después MARÍA.
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COLONNA | (Entra por la puerta del fondo.) | A tu palacio, Rienzi,
me has citado. | |
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RIENZI | Y me complace que a la cita vienes.
| |
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|
COLONNA | ¿Necesitas algún nuevo tratado? | |
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|
RIENZI | Si
a lenguaje más llano no te avienes | | bastante con
lo dicho hemos hablado. | |
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|
COLONNA | ¡Que hables de orgullo tú
que tanto tienes! | |
|
|
RIENZI | (Con intención sarcástica.) | A barones de excelsa jerarquía | | se les debe tratar
con hidalguía. | |
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|
COLONNA | (Con impetuoso ademán.) | Dejémonos de sátiras y al hecho; | | ¿qué
concesión, qué apoyo necesitas? | |
|
|
RIENZI | (Acercándose
a COLONNA.) | Si tienes corazón dentro del pecho, | | si me dejas hablar y no te irritas | | consejo me darás
sobre un derecho | | que a preguntarte voy y así me
evitas | | que la mente orgullosa y ofuscada | | sentencie con
pasión o equivocada. | | (Estos versos han de decirse
con una gran intención.) |
|
|
COLONNA | (Se acerca a RIENZI,
como si de mala gana y sólo por condescender, consintiera
en oírle.) | No me honra mucho ser tu consejero. | |
|
|
RIENZI | (Sin hacer caso de este insulto de COLONNA, sigue en el mismo
tono.) | Si algún villano, siervo de tu raza, | | por
odio, por venganza o por dinero | | en ruin manejo y con artera
traza | | te ultrajase en tu honor de caballero | | en las lides
de amor o de la plaza, | | tu justicia feudal, dime, ¿qué
haría | | si descubierto fuese? |
|
|
COLONNA | (Con acento
breve.) | ¡Le ahorcaría! | |
|
|
RIENZI | (Dando un paso hacia
atrás y cambiando de entonación.) | Usando ese
derecho, que es preciso, | | con severo rigor voy a tratarte,
| | que la fortuna veleidosa quiso | | que tú mismo llegaras
a juzgarte. | | Ya que fuiste tan claro y tan conciso, | | ¡Colonna!
te diré que voy a ahorcarte, | | pues con maña
infernal, traidor e impío, | | has querido ultrajar
el nombre mío. | |
|
|
COLONNA | (Con tono insultante y ademán
provocador.) | Traidor me llamas y en traidor manejo | | relatando
una historia que es mentida, | | traidoramente pides mi consejo
| |
|
|
RIENZI | (Interrumpiéndole y con vehemencia.) | Mas
sin traición te quitaré la vida. | |
|
|
COLONNA | (Con
orgullo.) | Pudiera suceder, si te la dejo; | | pero tenemos
tu ambición medida, | | y si en lucha sangrienta se
abalanza, | | el primero caerás en la matanza. | |
|
|
RIENZI | (Le enseña la carta que JUANA le ha entregado, que
como ya se sabe, es la que COLONNA le escribió a MARÍA,
amenazándola con la caída y muerte de RIENZI.) | ¡Ves esta carta de tu mano escrita, | | cada infame renglón
tu sangre clama! | |
|
|
COLONNA | (Mira la carta y disimula su impresión
bajo un tono de desprecio.) | Tu ambición mi cabeza
necesita, | | y a una carta leal infame llama; | | ¡hallas acaso
una ofensa en una cita...! | |
|
|
RIENZI | (Con vehemencia.) | Es
villano imponérsela a una dama, | | diciéndola
en lenguaje misterioso | | que de no obedecer pierde a su esposo.
| |
|
|
COLONNA | (Al escuchar las palabras de RIENZI cobra nueva
osadía, pues supone que RIENZI ignora cuanto ha pasado
entre MARÍA y él, y como la carta que le enseña
no prueba nada, contesta a RIENZI con tono insultante.) |
(Nada sabe por fin.) (Alto.) Basta, Tribuno; | | esa carta
fue mía, no lo niego; | | pero no miro en ti derecho
alguno | | sobre mi estirpe, y sólo como juego | | pude
seguir tu diálogo importuno. | | ¿Te olvidas de quién
soy, iluso y ciego? | |
|
|
RIENZI | (Con ironía y desprecio
en los primeros versos, y después con indignación.) | Eres, si no me falta la cabeza, | | un ilustre barón
de la nobleza: | | de esos que mira el pensamiento mío
| | como un castigo de la humana raza, | | que debieran estar,
¡no desvarío! | | encerrados con grillos y mordaza.
| |
(Movimiento de COLONNA, que ante las palabras de RIENZI,
da un paso hacia él, poniendo mano al puño
de la espada.)
| No te asombres; que al ver el poderío
| | que ostentáis en la guerra o en la caza, | | pienso
ver entre lanzas y bridones | | cuadrillas de asesinos y ladrones.
| |
|
|
COLONNA | (Con violencia y sacando a medias la espada.) | ¡Detén
la lengua, Rienzi, que aún mi espada | | puede cortar
de un golpe tu destino! | |
|
|
RIENZI | (Interrumpiéndole
y sin hacer caso de su furor, como si relatara los crímenes
de los barones.) | ¡La castísima Virgen profanada,
| | robado el viajero en su camino, | | sin honra el artesano
en su morada, | | vilmente asesinado el peregrino, | | hechos
son, que grabados en la historia, | | cubrirán de baldón
vuestra memoria! | |
|
|
COLONNA | (Ciego de ira, mientras oye las
palabras de RIENZI, busca frases con que herirle y le dice
con encono.) | Pero en tanto, ese pueblo envilecido | | ha de
sufrir nuestra ferrada planta. | | Si neciamente piensa que
ha dormido | | y en loco desvarío se levanta, | | será
para caer mudo y rendido, | | con un nuevo dogal en su garganta;
| | que la suerte precisa del villano | | tiene que ser de siervo
o de tirano. | |
|
|
RIENZI | (Siente la herida que le causan estas
palabras y responde con vehemencia.) | ¡No! ¡Vive Dios! salvarle
yo pretendo | | del yugo vergonzoso en que se halla, | | por
eso a vuestros planes no me vendo, | | quiero ganar yo solo
la batalla. | |
|
|
COLONNA | (Gozándose en sus palabras.) | ¡Tu cabeza sangrienta ya estoy viendo | | digno trofeo de
la ruin canalla! | |
|
|
RIENZI | (Con arrebatador entusiasmo y cual
si contestase a COLONNA.) | ¡Con sangre por los mártires
vertida | | se escriben las conquistas de la vida! | |
|
|
COLONNA | (En tono despreciativo.) | Entusiasmo furioso de heresiarca.
| |
|
|
RIENZI | (Con ademanes sublimes.) | ¡Fulgor divino de la luz
del cielo | | donde el poder de Dios su huella marca! | | ¡Él
levanta mi espíritu del suelo! | |
|
|
COLONNA | (Con sarcasmo.) | ¿Aprendiste esa cita del Petrarca? | |
|
|
RIENZI | (Con indignación
y desprecio.) | ¡Corazón de chacal y alma de hielo!
| | ¡Qué sabes tú de Dios ni de la vida | | si
tienes la conciencia entumecida! | |
|
|
COLONNA | (En tono de burla.) | Y la tuya dormida en ambiciones, | | la tuya cuyo fondo no
concibo, | | ¿puede acaso elevarse a las regiones | | donde reina
la luz, villano altivo? | |
|
|
MARÍA | (Entra en escena por
la primera puerta de la derecha, a la que RIENZI da la espalda,
oye las últimas dos palabras de COLONNA y se adelanta
en medio de los dos, contestando a éste.) | Nunca fue
Rienzi siervo de barones. | |
|
|
COLONNA | (A MARÍA, con tono
protector.) | Como a loco le trato compasivo. | |
|
|
RIENZI | (Al
escuchar la voz de MARÍA, se vuelve hacia ella tendiéndola
sus brazos, que ella se apresura a estrechar.-Con entereza,
dirigiéndose a COLONNA y sin separarse de MARÍA.) | Cuanto dicen los sabios es locura, | | y al fin se torna en
la razón segura. | |
|
|
COLONNA | (Al ver a MARÍA en
los brazos de RIENZI, siente el aguijón de los celos,
y con ademán de rencor y de odio se dirige a RIENZI.) | Traición no más te guarda entre sus brazos;
| | para lograr su verdadero nombre | | vende su honor. |
|
|
MARÍA | (Comprendiendo la intención de COLONNA.) | ¡Jesús!
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COLONNA | (Enseñando a RIENZI la carta que MARÍA
escribió en una de las anteriores escenas, y que como
ya se sabe prueba su complicidad con COLONNA. De leer RIENZI
esta carta, MARÍA está perdida; ella lo cree
así y se cubre el rostro con las manos, horrorizada
de la infamia de COLONNA que, sabiendo su inocencia, intenta
deshonrarla.) | Mira
sus lazos. | |
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RIENZI | (Con un movimiento espontáneo y
rápido se apodera de la carta, y uniendo la acción
a la palabra, la rompe sin leerla.) | Indigno me creyera de
ser hombre, | | si no la desgarrara en mil pedazos. | |
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MARÍA | (Levantando la cabeza y con un arranque de entusiasmo, dirigiéndose
a COLONNA.) | ¡Y aún dudarás que al mundo no
le asombre | | aprenda a conocer tu raza impía | | donde
están la virtud y la hidalguía! | |
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RIENZI | (Coge
de la mano a MARÍA, la separa del lado de COLONNA,
y poniéndose enfrente de él, le dice con ademán
altanero:) | Y basta ya por Dios; con dura mano, | | comprenderéis
mejor nuestras quimeras. | | Vete de aquí, Colonna,
y a tu hermano | | dile que al ser de día mis banderas
| | guiadas por el pueblo soberano, | | victoriosas por montes
y laderas, | | llevarán al confín de las naciones
| | mil cabezas sangrientas de barones. | |
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COLONNA | (Viendo que
al fin se decide RIENZI por la guerra, hace un movimiento
de alegría, como si viera conseguidos sus más
grandes deseos, y apostrofa a RIENZI con energía.) | A la lucha, tirano maldecido, | | no desistas ¡por Cristo!
de esa guerra | | que lanzará tu nombre escarnecido
| | hasta el último reino de la tierra. | | A la plebe
convoca, lo has querido; | | no pienses, no, que el corazón
se aterra; | | que bastan a espantar la vil canalla | | nuestros
bravos corceles de batalla; | | aún las almenas orlan
los castillos | | (Crece su entonación.) | y en las torres
se ven nuestros pendones; | | aún gimiendo resbalan
los rastrillos; | | aún diadema tenemos los barones.
| | Necesitáis para romper los grillos | | cadáveres
y ruinas a montones; | | que ese pueblo provoque a la nobleza
| | y rodará su sangre y tu cabeza. | | (Se va.) |
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RIENZI | (Esforzando la voz.) | ¡Pudiera ser, tu raza es homicida!
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MARÍA | (Echándole los brazos al cuello.) | ¿Dudarás
si la fe que te he jurado | | a ese infame traidor le fue vendida?
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RIENZI | (Con pasión.) | ¡Dudar de ti! ¿Del alma yo
he dudado? | |
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MARÍA | (Con pasión el primer verso,
y dirigiéndose en el segundo hacia la puerta por donde
salió COLONNA.) | Pues a luchar hasta perder la vida.
| | ¡Nobleza, la batalla ha comenzado! | |
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RIENZI | (Con entusiasmo
y en tono profético.) | Y acaso en los anales de mi
historia | | se levante el fulgor de la victoria. | | Aún
castillos tenéis; pero el cimiento | | por el peso del
tiempo socavado, | | puede que se derrumbe en el momento | |
en que Rienzi se siente en el Senado. | | ¡Pueblo! libre serás,
que el pensamiento | | empieza a dominar sobre el pasado, | | y en mil pedazos rotas tus cadenas | | colgadas han de ser
de las almenas. | |
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(Se van juntos. Cae el telón.)
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