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ArribaAbajoJornada II

 

Salen DON JUAN y DON PEDRO de guerra, con ginetas, y tocan dentro cajas y dice el SARGENTO.

 
SARGENTO

 (Dentro.) 

Marchad con la infantería
al muro de la Goleta.
DON PEDRO
El fïero mar se inquieta.
DON JUAN
¿Marcha vuestra compañía
a plantar las piezas?
DON PEDRO
No
don Juan, que queda de guarda
al César.
DON JUAN
Si en el mar tarda
don Pedro, bien pienso yo
que habrá de pasallo mal,
sin que le guarde respeto,
que es playa abierta en efeto
para cualquier temporal.
DON PEDRO
Yo solo he salido a tierra,
que reconocer espero
mejor desembarcadero.
DON JUAN
Cierta es esta vez la guerra,
la Goleta ha de rendirse,
que no podrá Barbarroja,
si Carlos Quinto se enoja,
ni esperar, ni resistirse.
DON PEDRO
¿Ha desembarcado ya
vuestra compañía?
DON JUAN
Sí.
con las piezas marcha allí,

 (Dispara.) 

y la Real señales da
de hacerse al mar.
DON PEDRO
Antes no
—fol. 100r→
desembarcarse pretende
el César, que el tiempo entiende.
DON JUAN
Ya una salva llegó,
Y otra de conserva luego.

 (Dentro.) 

A costa, a costa la barca,
Carlos Quinto desembarca.
 

(Disparan.)

 
DON JUAN
El aire ha quedado ciego
del humo, y al Sol presumo,
que con mirarse tan alto
le da el humo sobresalto.
DON PEDRO
Y da aviso al Moro el humo.
DON JUAN
El del Basto, General
de tierra a tierra ha llegado.
DON PEDRO
Él es un muy gran soldado.
DON JUAN
Don Luis de Portugal
el Infante le acompaña,
gran soldado portugués.
DON PEDRO
Cuñado de Carlos es.
DON JUAN
Y la nobleza de España
Tras ellos.
 

(Van saliendo como los va nombrando.)

 
DON PEDRO
El Duque de Alba
es este.
DON JUAN
Ha de ser Sol
de nuestro Ocaso Español,
a quien hace Marte salva.
Con el de Mondéjar viene.
DON PEDRO
Que Toledo, y que Mendoza.
DON JUAN
Ningún Rey tal valor goza,
ni tales vasallos tiene.
DON PEDRO
La proa de la Real
hacen que la arena marque,
porque mejor desembarque
el César.
DON JUAN
No han hecho mal,
Que está el tiempo alborotado,
y este Lebeche inquieta
el mar, con sorda mareta.
DON PEDRO
Ya como tan gran soldado,
armado el César, ocupa
la proa de la Real.
DON JUAN
¿Qué notable temporal?
DON PEDRO
Ya se acerca la chalupa.
DON JUAN
El Príncipe de Salerno
valeroso Italiano,
al César le da la mano;
respeta, o amar el gobierno
dese valeroso Atlante,
de las Águilas de Roma,
que en ti, como a Marte, asoma,
humilla el cuello arrogante.
DON PEDRO
Ya desde la proa saltó
a la chalupa; mas cielo
en el mar cayó.
DON JUAN
Recelo
que sí.
DON LUIS
¿Qué le sobresalta
a vuestra Señoría?
MARQUÉS
Al mar
pienso que el César cayó.
DUQUE
Un soldado se arrojó,
y le pretende sacar
A tierra.
MENDOZA
Estraño caso
acudamos allá todos.
 

(Éntranse los que salieron.)

 
DON JUAN
Porque diferentes modos
la fortuna impide el paso
a los altos pensamientos;
que ¿a quién le suele temblar
el mundo, se atreva el mar?
DON PEDRO
Danle soberbia los vientos.
 

(Vanse, y entra MARSILLA con CARLOS QUINTO en los brazos, todo mojado, y todos los grandes que salieren con él.)

 
MARQUÉS
A fuera, pondrele en tierra,
y podrán llegar después.
CARLOS QUINTO
Infante, Duque, Marqués,
famoso Mendoza.
MARQUÉS
Encierra
—fol. 100v→
el mundo mayor valor.
DUQUE
Denos vuestra Majestad
su mano.
CARLOS QUINTO
Primos, llegad
a mis brazos.
DON LUIS
Con que amor,
y pecho, al próspero caso
a la fortuna siniestra
vuestra Majestad se muestra
ahora imagino escaso
para vuestra Majestad
el cielo.
DUQUE
Ansí lo parece.
CARLOS QUINTO
Vuestra Alteza favorece
su sangre.
MENDOZA
Esta novedad
pudiera darnos, señor,
en la empresa mal agüero.
CARLOS QUINTO
Mendoza, al fin, agorero,
no hay encubrirlo.
MENDOZA
El temor
de la inconstante fortuna
encoge, y tal vez el cielo
de los sucesos del suelo
da señal en Sol, y Luna.
Como la persona Real
de tanta importancia es,
todo nos turba.
CARLOS QUINTO
Marqués,
aún no se os vertió la sal,
que es el agüero mayor
de los Mendozas.
MENDOZA
No importa
verterse, porque no hay corta
dicha, con vuestro valor.
CARLOS QUINTO
Ni con la vuestra hay empresa
que yo pudiera temer;
dicen que dijo al caer,
César, de quien hoy profesa
ser mi valor semejanza
en semejante ocasión,
que tomaba posesión
con la dichosa esperanza
que tenía de la tierra
adonde entonces cayó,
y lo que dijo cumplió
de la venidera guerra.
Y en la África fue también,
cuando la vino a rendir.
Yo también podré decir,
porque con temor no estén
los que me han visto, que tomo
en tan dichosa ocasión
de tierra y mar posesión,
porque hoy mar y tierra domo.
DON LUIS
Vuestra Majestad se vea
señor de las partos tres
de la tierra, y de sus pies
alfombra humilde el Sol sea.
CARLOS QUINTO
El Príncipe de Salerno
¿volviose al mar?
MARQUÉS
Sí señor,
tuvo en la tierra temor,
que sin su vista, y gobierno
peligraría la armada,
y al mar luego se volvió,
que a vuestra Majestad vio
en tierra, y asegurada
su persona, y me parece
que quiere hacerse a lo largo
por temer la playa.
CARLOS QUINTO
El cargo
que le confío merece.
Bien hará de hacerse al mar,
que esta playa es arenosa,
y de escollos peligrosa,
y romperse, o encallar
pueden algunas galeras.
DUQUE
El mal tiempo durará
poco, que parece ya
—fol. 101r→
menos; ya las olas fieras.
CARLOS QUINTO
¿Dónde se fue aquel soldado,
que del mar me libró ansí?
DON LUIS
Corriendo un mar está allí,
de la frente al pie mojado.
MARQUÉS
Mirad que su Majestad
os llama.
MARSILLA
Suerte mudable,
favorecedme.
CARLOS QUINTO
Notable
habéis andado, llegad.
Dadme los brazos.
MARSILLA
Señor,
ese favor no merezco,
a besar los pies me ofrezco,
y lo tendré a más favor.
CARLOS QUINTO
Muy bien los brazos merece
el que del mar me libró
con los suyos, y el que dio
envidia al mundo.
MARSILLA
Hoy me ofrece
un grande bien la fortuna,
con que goce el bien que aguardo,
pasa apriesa tiempo largo,
nunca firme en cosa alguna,
y llegue la gloria mía
a la dichosa ocasión.
CARLOS QUINTO
¿De adónde sois?
MARSILLA
De Aragón.
CARLOS QUINTO
Bien se ve en vuestra osadía.
¿Ha mucho que sois soldado?
MARSILLA
No señor, bisoño soy.
CARLOS QUINTO
Servid, que palabra os doy
de tener de vos cuidado.
MARSILLA
Guarde a vuestra Majestad
mil siglos el cielo, amén.
CARLOS QUINTO
Señal a las piezas den
para batir, y marchad
a la Goleta, Marqués,
con toda la infantería.
DUQUE
Vuestra Majestad podría
mudar vestido.
CARLOS QUINTO
Después.
DUQUE
¿No ve que éste está mojado?
MENDOZA
Vuestra Majestad no ve,
que así no es razón que esté.
CARLOS QUINTO
Mas lo queda aquel soldado
que contrastó la mareta;
nunca regalado he sido,
no he de quitarme el vestido
hasta ganar la Goleta.
MENDOZA
Vamos, que presto podrá
vuestra Majestad mudalle
dese modo.
CARLOS QUINTO
Pues a dalle
el último asalto ya.
 

(Vanse todos, y queda MARSILLA solo.)

 
MARSILLA
Pudo la fortuna darme
más venturosa ocasión
de enriquecerme, y honrarme,
para que mi pretensión
más pudiese asegurarme.
Pudo ponerme en lugar
que más pudiese alcanzar,
pues hoy ocasión me ha dado
en que haya en brazos librado
a un Rey del mundo del mar.
Y por ello mereciendo
un premio rico y honroso,
me han pagado prometiendo,
quedando un mar proceloso
de mi vestido corriendo.
¿Qué es esto cielos airados,
mis amorosos cuidados
desta suerte contrastáis,
que en mi bien desobligáis
príncipes tan obligados?
¿Qué bien aguardo, qué espero
con tan grandes desengaños?
—fol. 101v→
desdichado soy, no quiero
esperar más, que en tres años
el mismo fin considero.
 

(Salen dos marineros, y sacan a LAÍN asido de un cable, echando agua.)

 
Iza, iza.

 (Dentro.) 

MARSILLA
¿Qué ruïdo
nuevo es este?
MARINERO 2.º
A tierra, a tierra.
MARSILLA
De un hombre tiran, que asido
de un cable, contra la guerra
del mar, a tierra ha surgido.
MARINERO 1.º
Atún es este pescado.
MARINERO 2.º
La vida el cable le dio.
LAÍN
¿Estoy en tierra, sí o no?
MARINERO 1.º
Suelte el cabo seor soldado,
Que ya está fuera del mar.
MARINERO 2.º
No tema trágico fin,
váyase al Sol a enjugar.
 

(Vanse los Marineros.)

 
MARSILLA
Por el cielo que es Laín,
y está a punto de espirar.
Laín.
LAÍN
¿Quién es?
MARSILLA
Tu señor,
no puede hablar con la pena.
LAÍN
Tu voz me causó temor,
que pensé que eras ballena,
que forzada del rigor
de la hambre, me venía
a tragar.
MARSILLA
En tierra estás,
vuelve en ti.
LAÍN
¿Por vida mía?
MARSILLA
¿No lo ves, nuevo Jonás?
LAÍN
Mi ballena, no lo vía.
MARSILLA
Muerto estás también gracioso
mira si puedes tenerte
en pie.
LAÍN
Aún estoy temeroso,
y en tierra engaño a la muerte,
que como toro en el coso,
que desta suerte tendido
buscaba nueva ocasión,
dándome ya por rendido.
MARSILLA
Estraña comparación
a tu flaqueza has traído.
Levántate.
LAÍN
Bien me pagas
el quererte socorrer,
así es bien que satisfagas
mi deseo, y con hacer
a ti el servicio, le estragas.
MARSILLA
¿Cómo?
LAÍN
Apenas te miré
arrojarte al agua, cuando
al esquife me eché;
quise apresurar nadando,
el llegar a ti, y no fue
de ningún modo posible,
que el mar furioso y terrible
hecho en mil olas pedazos,
los pies me rindió, y los brazos,
y fue llegar imposible.
Rendido me llevó el mar,
y las olas me alargaron,
y mirándome anegar
marineros, me arrojaron
un cable, en que pude dar
fondo en la tierra, a despecho
del mar soberbio y airado,
entrando el agua en un pecho,
siempre de nuevo ocupado,
y nunca dél satisfecho.
¿Cómo a ti te sucedió?
MARSILLA
Saqué entre tantos temores
libre el César.
LAÍN
¿Qué te dio?
MARSILLA
De palabras mil favores.
LAÍN
Pesar de quien me parió,
pensé hallarte Señoría,
¿y desa manera estás?
—fol. 102r→
MARSILLA
Qué quieres, es dicha mía.
LAÍN
No tendrás dicha jamás.
 

(Disparan.)

 
MARSILLA
Ya juega la artillería,
que tiene aquel rebellín
al caballero.
LAÍN
¿Qué importa?
MARSILLA
Vamos no falte, Laín,
por nosotros, que la corta
dicha no se ve hasta el fin.
Vamos.
LAÍN
Enjuguémonos
primero.
MARSILLA
¿Eso te desvela?

 (Dentro.) 

Santiago, España.
LAÍN
Ay Dios
si fuera el de Compostela
sobrara vino a los dos.
 

(Vanse, y salen DON GONZALO y RUFINO.)

 
DON GONZALO
No pido yo que contra la escritura
que habéis hecho, señor, habéis jurado,
hagáis cosas que a noble no parezcan,
sólo os pido y suplico, que si a caso
pasado el plazo no volviere a España,
o a Teruel, Marsilla, que yo sea
dueño dichoso del retrato vuestro,
sin que otro a esta fortuna levantase
vuestra piadosa mano, pues mi hacienda,
partes y calidad, no desmerecen.
RUFINO
Si al señor don Gonzalo no ayudaran
las partes que conozco de nobleza,
de hacienda, asiento y discreción, bastante
es el conocimiento de sus padres,
y tanta estimación, que a la persona
de Isabel tiene, para darle gusto
primero que otro alguno; yo os prometo
de que seáis, señor, su dueño, cuando
falte a la obligación Diego Marsilla,
por muerte, o por falta de ventura suya,
en pasando del plazo una hora sola;
pero hasta entonces no hay pedirme nada,
que los inconvenientes que os he dicho,
son causa de negaros, la que estaba
tan bien a su persona y a la mía,
y guárdeos Dios con esto.
DON GONZALO
El cielo quiera
que yo os sirva, señor, como deseo,
poniéndome en lugar de vuestro hijo.
RUFINO
Y alargará mi vida el regocijo.
DON GONZALO
Tiempo ligero, que con alas leves
—fol. 102v→
de descanso y piedad, siempre desnudas,
peñascos rindes, imposibles mudas,
muros entierras y montañas mueves.
Ya ceñidos de flores, ya de nieves,
de hermosas plantas, en cortezas duras,
que arrebatas al mar, al bien ayudas,
con plomo y plumas de tus horas breves.
Si alguna vez, de quejas lastimosas
te han dejado vencer, pasen los años,
que al intervalo de mis glorias veo.
Harás en esto alguna de dos cosas,
porque, o me acabarán tus desengaños,
o verá el bien que aguarda mi deseo.
 

(Sale GARCERÁN.)

 
GARCERÁN
Aquí está.
DON GONZALO
¿Qué hay Garcerán,
hay algo de nuevo?
GARCERÁN
Nada.
DON GONZALO
¿Viste aquella piedra helada
donde mis suspiros van?
¿Hablaste aquel imposible
de amor, aquella quimera?
¿Diferencia aquella fiera,
más que la Esfinge terrible?
Aquel monstruo desigual
de belleza y de desdén
adonde miro mi bien,
y adonde vive mi mal.
Aquella mujer, en fin,
deste olmo enemiga yedra,
que con un alma de piedra
es terrenal Serafín.
¿Hablástela Garcerán?
GARCERÁN
Y es ablandalla, señor,
vencer del mar el furor,
cuando con arenas dan
sus olas, al Sol espanto,
excediendo su ribera,
no he visto mujer más fiera.
DON GONZALO
¿Qué resistir pueda tanto?
GARCERÁN
Casi me quiso arrojar
cuando el papel llegué a dalle,
desde el balcón a la calle,
no tienes que porfiar,
porque no la has de vencer,
si a la del Griego parece,
tu porfía.
DON GONZALO
Si aborrece,
más que Troya es la mujer,
¿quién es aqueste galán,
que con brava gentileza
a nosotros endereza,
al parecer, Garcerán?
GARCERÁN
A la soldadesca viene.
DON GONZALO
Sobresaltome por Dios.
 

(Sale el Capitán DON JUAN, de camino.)

 
DON JUAN
¿Descuidado estaréis vos
del nuevo huésped?
DON GONZALO
No tiene
más necio hombre que yo el suelo;
dadme los brazos don Juan,
qué soldado, y qué galán
venís, qué clima, qué cielo
¿Hasta ahora os ha encubierto,
que de vos no hemos sabido
nuevas?
DON JUAN
La ocasión ha sido
de la guerra; ya por muerto
juzgado me habréis acá.
DON GONZALO
Sólo supe que os había
—fol. 103r→
hecho de una compañía
el César, merced allá,
y no he tenido después
más nuevas de vos.
DON JUAN
A sólo
veros rodee, que al Polo,
donde están con nuestros pies
los Antípodas opuestos,
por sólo veros llegara;
tenedlo por cosa clara.
DON GONZALO
Bien se echa de ver en vos
el deseo que tenéis
de hacerme merced, don Juan;
¿cómo, señor Capitán,
a Zaragoza os volvéis?
DON JUAN
Ganó el César la Goleta,
como habréis sabido vos.
DON GONZALO
Buenas nuevas os dé Dios.
DON JUAN
Reformaron mi gineta,
y así, pidiendo licencia,
volveré, determinado
a Zaragoza, llamado
don Gonzalo, de una herencia.
DON GONZALO
Mucho heredéis ruego al cielo.
DON JUAN
Para serviros será.
DON GONZALO
¿Conocisteis por allá
don Juan, o pasó con vos
un hidalgo desta villa,
que a esa ocasión que ha pasado
salió de aquí a ser soldado,
que se llamaba Marsilla?
DON JUAN
Conózcole como a mí,
un muy gran soldado es,
no ha visto Aragón, después
que al Romano tuvo ansí,
más valeroso soldado;
él fue el primero que el pie
puso en la Goleta, y fue
en el foso derribado,
hecho un espín de saetas
dos veces por las ginetas
de la Morisca canalla.
DON GONZALO
Que le guarde la fortuna
por mi mal, ¿dónde quedó
ahora?
DON JUAN
Imagino yo
que tras la vencida luna
del Agareno, seguirá
al César en la conquista
de Túnez, que aun a su vista
para rendilla estará.
DON GONZALO
¿Tan gran soldado ha salido?
DON JUAN
Tiene en África gran nombre,
vendrá a ser un notable hombre.
DON GONZALO
Pierdo, oyéndolo, el sentido.
Don Juan vos habéis llegado
a tiempo, que habéis de ser
el bien que podrá tener
un imposible cuidado,
que sin esperanza daba
guerra a mi imaginación.
DON JUAN
Huélgome que a esa ocasión
llegué a Teruel.
DON GONZALO
Estaba
sin remedio, ahora estoy
don Juan con más esperanza
o amor, estraña mudanza
harás en mis males hoy,
si sucede como entiendo
la empresa que determino.
DON JUAN
El vestido de camino
quitarme luego pretendo,
si importa quedarme ansí.
DON GONZALO
Antes con él ha de ser
lo que pretendo.
DON JUAN
A poner
lo vamos por obra.
DON GONZALO
Así
alientas más mi deseo;
ánimo, don Juan, me das
de vencer.
DON JUAN
Tú le tendrás
si está en mi mano el trofeo.
 

(Vanse, y sale DOÑA ISABEL.)

 
  —fol. 103v→  
DOÑA ISABEL
Si hay más tormentos, ausencia
con que matarme y hundirme,
lluevan sobre mí, que firme
siempre ha de estar la paciencia.
Ay querido dueño ausente
cuándo pasará esta calma,
y podrá gozarte el alma,
a tus venturas presente.
No hay cosa alguna en el suelo,
que sin ti gusto me dé,
y es contra otro mar mi fe
escollo que llega al cielo.
 

(Sale DRUSILA con dos almohadillas y en una cesta unos libros.)

 
DRUSILA
Ya está la labor aquí.
DOÑA ISABEL
Tan melancólica estoy,
que a nada salida doy,
que está un laberinto en mí.
Muestra Drusila.
DRUSILA
Este es
tu cambray, y mi labor
esta.
DOÑA ISABEL
Ay si quisiese amor
dar sus alas a los pies
del tiempo, porque volase
con mayor velocidad,
porque de mi voluntad
el dueño a gozar llegase.
Trofeos le labraría
de oro y plata, que envidiara
Penélope, y levantara
su gloria amor, con la mía.
DRUSILA
El cielo tiene a su cargo
darte lo que niega amor.
DOÑA ISABEL
Ya me enfada la labor,
todo me es prolijo, y largo.
DRUSILA
¿En qué podrás divertir
tu imaginación?
DOÑA ISABEL
En nada,
ninguna cosa me agrada.
DRUSILA
¿Quieres leer y escribir?
DOÑA ISABEL
¿Están los libros ahí?
DRUSILA
En la cestilla han de estar
de la labor.
DOÑA ISABEL
No hay pensar,
que me agrade cosa a mí.
¿Qué libros hay?
DRUSILA
Cuatro.
DOÑA ISABEL
A ver,
el primero que he encontrado
es Boscán, qué gran letrado
de amor, quiérole leer.
Dice ansí, de Leandro, y Hero,
trágica historia encontré,
que ya que le abriese, fue
por aquí, que mal agüero.
Toma allá a Boscán, y muestra
otro.
DRUSILA
Vesle aquí, señora,
a ver si te agrada ahora.
DOÑA ISABEL
Virgilio es, en lengua nuestra,
del famoso toledano
Gregorio Hernández, que fue
del lenguaje castellano.
Quiero abrir por aquí, y leer,
dijo, dijo, y se arrojó
sobre la espada, y murió
como invincible mujer.
Cuanto encuentro, y cuanto leo,
todo es tragedias de amor,
parece que a mi temor
sale al paso lo que veo.
¿Qué libro es este?
DRUSILA
No sé.
DOÑA ISABEL
Silvestre es, si no me engaño,
él es.
DRUSILA
¡Qué amor tan estraño,
qué gran firmeza, y qué fe!
DOÑA ISABEL
El cielo quiera que acierte,
si el hado no contradice
mi intento, de Tisbe dice,
y Píramo vida, y muerte.
Míseras tragedias son
cuanto la vista me ofrece,
Drusila, ¿qué te parece?
—fol. 104r→
Qué notable confusión.
Guarda esos libros allá,
pues que no hay cosa que lea,
que trágico amor no sea.
DRUSILA
¿Quién se nos ha entrado acá?
DOÑA ISABEL
Ay cielo, es mi amado dueño
¿Drusila?
DRUSILA
Señora, no.
DOÑA ISABEL
Ay que el alma se engañó,
que es todo cuanto ve sueño.
 

(Sale DON JUAN.)

 
DON JUAN
Vuesamerced perdone la licencia
que me tomé, entrando deste modo,
que son deseos de saber la casa
de un hidalgo que busco en este barrio,
y no habiendo quien dello me informase
hice este atrevimiento.
DOÑA ISABEL
Hasta ahora
ningún yerro habéis hecho; nuevos miedos
sobresaltan mi pecho.
DON JUAN
A cuantas casas
de aquí vive un hidalgo, que se llama.
DOÑA ISABEL
¿Cómo, señor?
DON JUAN
Hipólito Marsilla.
DOÑA ISABEL
Mas temo ahora mis desdichas, cielos,
la casa que se sigue después desta,
a mano izquierda, es suya, mas si puede
saberse la ocasión de andar buscando,
merced me haréis de que lo sepa.
DON JUAN
Traigo
unas cartas, señora, y unas nuevas
que darle.
DOÑA ISABEL
¿Son del hijo?
DON JUAN
Sí señora.
DOÑA ISABEL
¿Y está bueno?
DON JUAN
Ganando la Goleta,
una pieza, en la propia batería
le llevó la cabeza de los hombros,
y escríbele su muerte al padre ahora
el Capitán.
DOÑA ISABEL
Ay nuevas desdichadas,
también moriré yo.

  (Desmáyase.) 

DON JUAN
Los forasteros
hacemos estos yerros; si supiera
que era deuda, o hermana de Marsilla,
como a mujer, las nuevas escusara
decir.
DRUSILA
Mas parentesco le tenía,
que amor hace mayores parentescos.
DON JUAN
¿Cómo?
DRUSILA
Los dos estaban concertados
de casarse, y amor en esta ausencia,
con esperanza el tiempo divertía.
DON JUAN
Pésame por quien soy, de que yo fuese
—fol. 104v→
causa deste pesar inadvertido;
quedaos, adiós, que voy enternecido.
 

(Vase DON JUAN, y vuelve en sí DOÑA ISABEL.)

 
DOÑA ISABEL
Drusila, ¿es este sueño?
¿Es imaginación, o fantasía?
Que de mi amado dueño
¿no tengo de gozar la compañía?
¿Es cierto, es desvarío?
Di, ¿es ilusión del pensamiento mío?
¿Qué es esto, cielo airado
contra mi humilde pecho tan esquivo?
Muerto mi dueño amado,
mi dueño amado muerto, ¿cómo vivo?
Drusila, amiga amada,
dame la muerte con alguna espada.
DRUSILA
Señora, tu prudencia
has de mostrar aquí.
DOÑA ISABEL
Déjame agora,
que no ha de haber paciencia
a tan estraño mal.
DRUSILA
Mira señora,
que eres Cristiana advierte.
DOÑA ISABEL
Es Gentil el amor en vida y muerte.
Déjame.
DRUSILA
¡Caso estraño!
el seso ha de perder.
DOÑA ISABEL
Murió mi dueño,
mi bien faltó, mi daño
fue verdadero, mi ventura sueño,
mi gloria fantasía,
¿es sombra vana el esperanza mía?
Oh enemigo soldado,
de mis males injusto mensajero,
de brazo arremangado,
Alarbe, bañes el Morisco acero;
agraviete un cobarde,
y a la venganza siempre llegues tarde.
Quiébresete la espada
en la ocasión primera, y un bisoño
te dé una bofetada,
todo un tercio delante, y al otoño,
de la vida postrero,
llegue tu abril, como llegó mi enero.
Conjúrense los cielos
—fol. 105r→
contra los bienes que tu amor desea;
tu dama te dé celos,
y tu competidor humilde sea;
llores sin esperanza,
ausente olvido, y con amor mudanza.
Con la presencia enfades,
y bien ninguna gala te parezca;
nunca sirviendo agrades,
siempre la que sirvieres te aborrezca,
y a la envidia rendido
mueras, cobarde, como mal nacido.
Del mar a tus querellas
sordo te trague el piélago arrogante,
o al contar las Estrellas
una mina sin alas te levante;
y al fin como yo mueras,
serás retrato de mis penas fieras.
DRUSILA
Señora, aguarda, escucha.
DOÑA ISABEL
¿Qué he de escuchar?
DRUSILA
Consuelos y razones.
DOÑA ISABEL
Es la desdicha mucha,
no fueron mis agüeros ilusiones:
¡ah libros, compañeros,
que siempre sois amigos verdaderos!,
¡cómo avisos me disteis,
mudos espejos en que nos miramos,
destos sucesos tristes!
DRUSILA
Desdichada mujer.
DOÑA ISABEL
Drusila vamos,
porque imitar intente
a Dido, a Tisbe, a Hero juntamente.
 

(Vanse las dos, tocan cajas, y salga MARSILLA con un estandarte arriba.)

 
MARSILLA
Ea Españoles, Túnez por España,
arriba, arriba, la vitoria es nuestra:
¡viva Carlos de España, viva!
TODOS
¡Viva!
 

(Salen CARLOS QUINTO, y los Grandes.)

 
CARLOS QUINTO
¿Quién es aquel soldado, que en el muro
ha puesto el estandarte, y el primero
ha sido, que subió?
MARQUÉS
Señor, Marsilla.
CARLOS QUINTO
Es un Marte Español, con lo que tengo
—fol. 105v→
no le podré pagar lo que merece;
prosígase el asalto.
MARQUÉS
Cierra España.
MARSILLA
Túnez es n.ra, arriba, arriba.
TODOS
Arriba.
MARSILLA
Viva el César de España.
TODOS
Viva, viva.
 

(Tocan cajas, y dase dentro la batalla, y salgan tres soldados con despojos.)

 
SOLDADO 1.º
Esto sí que es lucirse lo que un hombre
pelea, vive Dios que voy cargado
de ajorcas, de balajes, y rubíes.

 (Vase.) 

SOLDADO 2.º
Bien haya, amén, quien inventó la guerra,
que de una vez un hombre queda rico,
aunque en mil años no haya visto blanca
de perlas llevo dos jaeces Turcos,
que no los tiene Solimán mejores.

 (Vase.) 

SOLDADO 3.º
Oh saco de los cielos milagroso,
o Túnez santa, o Túnez salubérrima,
rico salgo de ti Túnez famosa,
que me has dado este cofre de cequíes,
que será desde hoy más, por la comida
el arca del diluvio de mi vida.

 (Vase.) 

 

(Sale MARSILLA.)

 
MARSILLA
Fortuna, en vano contra ti peleo,
vencer pretendo tu furor en vano;
desdichado hombre soy, que no haya puesto
en casa alguna el pie, donde haya hallado
cequí, ni ropa, estraño caso ha sido,
el cielo contradice mi deseo,
pues no hay soldado humilde, que no salga
rico del saco; y yo que no he dejado
que me pase adelante otro ninguno,
sino es sangre en la espada, de los moros,
otra prenda no tengo, yo porfío
contra la desdichada suerte mía.
 

(Sale LAÍN con una talega.)

 
LAÍN
Pues no está la talega muy vacía,
mirarla quiero agora que estoy solo,
que desta vez pretendo quedar rico.
En el nombre de Dios, qué hermoso encuentro,
un alpargate es este, bien empiezo;
pasar quiero adelante, aquí está, creo
—fol. 106r→
un almohaza de limpiar caballos;
fortuna amiga de rascarse, entiendo
que es la mía por Dios; quizá está abajo
el oro y joyas; vuelvo a meter dentro
la mano, y Dios me tenga de la suya;
cosa viva parece, mas quisiera
que fuera gato muerto; vive Cristo
que me ha mordido agora, y fuera sale
 

(Salga un perro de la talega.)

 
el mal hechor; hay cosa semejante,
que un perro me cupiese en el despojo,
y un alpargate, y almohaza, cielos,
¿por qué me perseguís? Si no me engaño
es este mi señor; suspenso mira
al cielo, y a la tierra; Señor mío
dame tus pies, ¿qué tienes, no respondes?
MARSILLA
¿Qué te he de responder, qué me preguntas?
LAÍN
Señor furioso estás.
MARSILLA
Soy desdichado;
vuelve a sacar la espada de la vaina,
y dame muerte, muera quien no puede
vencer a su fortuna.
LAÍN
¡Caso estraño!
¿Estás en ti señor?
MARSILLA
Villano acaba
haz lo que te digo, o matarete.
LAÍN
Mira
que no es razón que así te desesperes.
MARSILLA
Matarete por Dios, si no me matas:
saca tu espada.
LAÍN
Vesla aquí desnuda,
el seso se le ha vuelto.
MARSILLA
Acaba matame.
LAÍN
Brava resolución, no sé qué diga,
ni que haga tampoco.
MARSILLA
¿A cuándo, esperas?
Dame muerte, villano.
LAÍN
¿Estás loco?
Entretenerle quiero mientras viene
gente que le sosiegue.
MARSILLA
¿No me matas?
LAÍN
¿Por dónde quieres que te mate?
MARSILLA
Pásame
este pecho, de modo que no ofendas
al dueño que está en el del alma mía.
LAÍN
¿Echaré al lado izquierdo o al derecho?
MARSILLA
Arrójate por medio.
LAÍN
¿Que no asoma ninguno?
MARSILLA
Acaba.
LAÍN
Espera, porque quiero no tocar
a la imagen milagrosa
que adoras; pero el cielo favorece
—fol. 106v→
mi deseo, que el César viene cerca
con toda la grandeza que le sigue,
y será medio de su furia fiera.
MARSILLA
Quien no puede vivir dichoso, muera.
 

(Sale CARLOS QUINTO con los Grandes y detiénenle.)

 
CARLOS QUINTO
¿Tened no es este Marsilla?
MARQUÉS
Sí señor.
CARLOS QUINTO
Llegad, llegad
DUQUE
Marsilla, su Majestad.
MARSILLA
Mi frente a sus pies se humilla.
CARLOS QUINTO
¿Qué es esto? Cómo, por qué
estabais desta manera?
¿Qué novedad os altera;
contadme qué causa fue?
MARSILLA
Monarca del universo,
cuyas Águilas descubren
las dos contrapuestas Zonas,
vuestra Majestad me escuche.
Yo puse desde la edad
primera, hasta que esta tuve,
los ojos en una dama;
que al Sol de vergüenza cubren.
Y llegó este amor a tanto;
perdóneseme que junte
amorosas relaciones
entre marciales costumbres.
Que pidiéndosela al padre,
como es la pobreza nube
del sol de cualquiera sangre,
y el oro es la más ilustre.
Sólo en ella reparó,
y como amante, no pude
dejar la empresa, que amor
que ha partido se reduce,
trazo de pedille un plazo,
que cuanto hay fácil presume,
en que pudiese volver
rico, y alcanzarlo pude.
El plazo fue de tres años,
aunque esperar pocos sufren;
y como atropella amor
cuanto el temor dificulte,
con don Pedro de Guevara,
Capitán, que ha muerto en Túnez
agora, llegué a la armada,
y allí, aunque bisoño, supe
hacerme prático presto;
diéronnos unos laúdes
aviso sobre el Estrecho,
que de Morato Mamute,
renegado Calabrés,
toda la costa destruyen
seis bastardas galeotas;
ordenan que seis las busquen.
Fue en una mi Capitán,
y a pocas millas descubren
entre las dos Algeciras
al cosario, y dando lumbre
las escopetas Turquescas,
y Españoles arcabuces,
salen al mar, y yo solo
con una rodela, puse
los pies en su Capitana,
y tan buena maña tuve,
que rindiendo la galera,
a su Arráez preso truje,
las demás, preso el cosario,
fueron remolcos ilustres
de los Españoles leños
sobre las olas azules.
Zarpamos toda la armada
luego, y en la pesadumbre
sintió el mar, que el César iba
sobre sus hombros a Túnez.
Llegamos a la Goleta,
y desembarcando, pude
—fol. 107r→
ver que a vuestra Majestad
a recebille el mar sube,
y para que se la diese
a las galeras, escupe
al Sol, como pajas leves;
salté, y en brazos le puse
libre del mar en la tierra;
baten la Goleta y suben
tras de mí a la batería
los soldados, y a las nubes
de las saetas fui erizo;
aquí nuestro intento cumple
los cielos, y Barbarroja
solo, en una Alfana huye.
Ponemos a Túnez cerco,
y mientras ganaba Túnez,
no hay consigo en las tres leguas,
jinete que escaramuce.
Hoy la asaltan, y en su muro
el primero fui que puse
el Estandarte de España,
con las Águilas y Cruces.
Danle saco, y salen ricos
los soldados más comunes,
y para mí, el hado, apenas
un capellar me descubre.
Véome pobre, y el plazo
cerca, y la difícil cumbre
del honor, subir sin premio,
que es la mayor pesadumbre.
Y desesperado, viendo
a lo que el mal me conduce,
quiero morir a las manos
deste criado que truje.
Que pues que soy desdichado,
y la tierra no me sufre,
pienso correr este día
la misma suerte que Túnez.
CARLOS QUINTO
Por cierto, vos tenéis razón muy grande,
tan desdichado sois, que en todo cuanto
os he visto hacer, he procurado
con alguna merced honrar los pechos
que han dado honra a España, y nunca pude
acabar de poner nada en efeto.
Pero venza esta vez vuestra fortuna
la mía, y salgan juntas las mercedes;
de vuestro Capitán la compañía
os doy primeramente, y luego os hago
merced en Teruel de mil ducados
de renta, y del despojo de la guerra
seis mil, con que podéis volveros venturoso,
ya que vuestra fortuna os ha traído
a ser tan gran soldado.
MARSILLA
Siempre vivas
poderoso, señor, siglos eternos,
porque tengas, gran César, deste modo
el mundo que sustentas como Atlante.
LAÍN
¿Quieres dejarme, que también le pida
mercedes?
MARSILLA
No me afrentes, que yo llevo
para los dos.
LAÍN
Mi Carlos Quinto has sido.
—fol. 107v→
CARLOS QUINTO
Marqués, haced que alguna infantería
a Barbarroja siga.
MARQUÉS
Ya han marchado
algunas compañías.
CARLOS QUINTO
Pues recójanse1
las demás, y procúrese al momento
de consagrar de Túnez las mezquitas,
que yo a escribir voy a España esta vitoria.
MARSILLA
Más que la fama dure tu memoria.

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