Sonetos
Tirso de Molina
Ramón García González
(ed.)
Biografía
Nace en Madrid el
año 1581. Su verdadero nombre fue Gabriel Téllez. Al
ingresar en 1600 en el Convento de la Merced, situado en la plaza
que hoy lleva su nombre: Plaza de Tirso de Molina, fue conocido
como Fray Gabriel Téllez y más tarde escogió
para firmar sus comedias el de Tirso de Molina.
Pasada su
niñez en Madrid, en 1600, a los 19 años de edad, hace
su noviciado en Guadalajara. De allí pasa a Salamanca donde
se sabe que estudió tres cursos de Arte. Más tarde en
Toledo estudia Teología, Sagrada Escritura, y
Patrística, para finalizar estos estudios en Alcalá
de Henares entre los años 1608 y 1610.
En el año
1608 desempeña el cargo de vicario en Soria y Burgo de
Osma.
Hacia 1606
comienza escribir sus comedias, figurando entre las primeras,
según varias citas: La joya de las montañas
y Los lagos de San Vicente .
En 1610 Tirso
llega a Madrid y al año siguiente pasa a Toledo con el cargo
de lector de Artes. Entre 1610 y 1615 Tirso escribe alrededor de
treinta comedias, y recibe el aplauso de Lope y de Cervantes.
Desde Toledo parte
para Santo Domingo, haciendo escala en Puerto Rico, llevando a
todos los lugares que visitó en los dos años de su
peregrinaje su devoción por la Inmaculada
Concepción.
En el verano de
1620 Tirso llega de nuevo en Madrid, como ayudante de fray Gaspar
Prieto como nuevo cargo dentro de la Orden de la Merced. En estos
años ve publicadas partes de sus comedias.
En 1620 en Madrid,
durante la beatificación de San Isidro, organizadas por Lope
de Vega; Tirso no participa en estos certámenes
poéticos, aunque más tarde recibe un tercer premio
por una de sus poesías sobre el tema.
En 1632 es
nombrado Cronista general de la Orden de la Merced.
En 1646 es elegido
definidor provincial de Castilla y en 1648, cuando se
dirigía a Madrid, a su paso por Almazán (Soria) le
sorprende la muerte.
Fue el creador del
personaje de Don Juan Tenorio en su comedia El Burlador de
Sevilla con cuyo personaje alcanzó fama universal
más tarde José Zorrilla, con su Don Juan
Tenorio . Sus comedias más famosas fueron El
Burlador de Sevilla , El condenado por desconfiado y
La prudencia en la mujer .
Todos los sonetos
incluidos en esta investigación han sido encontrados en sus
comedias. Cosa que, como Lope de Vega, prodigó con gran
acierto a lo largo de su carrera dramática.
Comedias y autos
repasados1
Amar por razón de estado **
Amar por señas
Amazonas en la India
Amor no teme peligros
Amor y celos hacen discretos *
Antona García
Averígüelo, Vargas
Cautela contra cautela
Cómo han de ser los amigos *
Del enemigo el primer consejo
Desde Toledo a Madrid
Don Gil de las calzas verdes
Doña Beatriz de Silva *
El Aquiles
El amor médico
El amor y la amistad *
El árbol del mejor fruto *
El Burlador de Sevilla
El caballero de gracia
El castigo del pensequé *
El celoso prudente
El cobarde más valiente
El colmenero divino
El condenado por desconfiado
El honroso atrevimiento
El laberinto de Creta
El mayor desengaño
El melancólico *
El pretendiente al revés *
El vergonzoso en palacio *
Escarmientos para el cuerdo
Eso sí que es negociar
Habladme en entrando
La celosa de sí misma
La dama del olivar
La elección por la virtud ***
La fingida Arcadia **
La gallega Mari-Hernández
La huerta de Juan Fernández
La lealtad contra la envidia
La madrina del cielo *
La mejor espigadera
La mujer que manda en casa *
La Ninfa del cielo *
La prudencia en la mujer
La reina de los reyes *
La república al revés **
La romera de Santiago
La venganza de Tamar ****
La vida de Herodes
La villana de la Sagra ******
La villana de Vallecas
La joya de las montañas ***
Las quinas de Portugal
Los amantes de Teruel *
Los balcones de Madrid
Los celos con celos se curan
Los cigarrales de Toledo ********
Los hermanos parecido
Los lagos de San Vicente
Marta la Piadosa *
Palabras y plumas *
Por el sótano y el torno
Quien calla otorga **
Quien da luego da dos veces
Quien no cae no se levanta ***
Santa Juana *
Santo y sastre
Siempre ayuda la verdad *
Tanto es lo de más como lo de menos **
Todo es dar en una cosa
Ventura te dé Dios, hijo *
Tan largo me lo fiáis
De Amar por razón de
estado
¿Qué
confusión, enmarañados cielos,
es esta, que aborrezco y
solicito?
Perilo soy, pues su tormento
imito,
tejiendo celos por morir en
celos.
Eslabonan cadenas
mis desvelos,
5
siendo juez y agresor de mi
delito;
tercero del marqués, con
quien compito,
en mis tormentos fundo mis
consuelos.
Si no ama
Ludovico a mi Leonora,
publicando mi amor, mi muerte
trata,
10
y han de matarme celos si la
adora.
Todo es morir lo
que el penar dilata:
déme, pues, muerte airada el
Duque agora,
y no un recelo que despacio
mata.
Honor si dais
licencia a que fabrique
sospechas el temor que os
desvanece,
a Enrique la Duquesa favorece.
¿Osaréis afirmar que
quiere a Enrique?
Por ella es
mayordomo; multiplique
5
nobles cargos en él, pues
los merece;
la consulta le alcanza, bien
parece
que a un sabio mis despechos
comunique.
Hízole
Conde; ya, sospechas, pasa
de lo justo el favor que
manifiesta
10
quien con tanta eficacia a honrarle
acude.
Yo, honor, no
afirmo que por él se abrasa;
mas para deslucir su fama
honesta,
basta dar ocasión a que se
dude.
De Amor y celos hacen
discretos
Mariscal, si sois
cuerdo en esta empresa,
amando, mucho vuestra dicha
gana.
Estimad los favores de mi
hermana,
pues que no dan disgusto a la
duquesa.
Proseguid, pues
veis lo que interesa
5
con ella vuestro amor, la pena
vana
que tenéis, olvidad de la
tirana
voluntad que vuestra alma tiene
presa.
Mirad que, si os
preciáis de agradecido,
eterna fama y triunfo de esta
gloria
10
gozoso ganaréis contra el
olvido.
Acordaos, y a
vuestra alma haced memoria,
que siempre, de que sois de
mí querido
me acuerdo, mucho más que de
Victoria.
De Cómo han de ser los
amigos
Jornada II,
GASTÓN
Falsa amistad,
ladrón disimulado,
que lisonjea al que robar
procura;
perro que halaga lo que el manjar
dura,
para morder después que
está acabado.
¿Cómo es posible que hayas derribado
5
con el vano interés de una
hermosura
la más firme amistad y
más segura
que Francia vio jamás y
España ha dado?
Labra en palacio
en el verano el nido
la golondrina, que parece
eterno,
10
mas huye en el invierno y busca
abrigo.
De la falsa
amistad símbolo ha sido.
Labró el verano, pero
huyó el invierno
de mis trabajos el mayor
amigo.
De Doña Beatriz de
Silva
¡Oh premio
rico, que a perder provoca
el seso del dichoso que te
alcanza!
Pues si enloquece una
desconfianza,
también el gozo vuelve un
alma loca.
Ya la sentencia
mi temor revoca,
5
pues a pesar de celos y
mudanza,
Beatriz (por sustentar vos mi
esperanza),
os lo habéis hoy quitado de
la boca.
Haga flecha de
vos el rapaz ciego;
báculo sed, en que mi dicha
estribe,
10
vara en mis celos, id a
reducillos.
Leña de
amor con que atizáis mi fuego,
puntal de su edificio, que amor
vive
(como es rapaz) en casas de
palillos.
De El amor y la
amistad
El águila
que al sol da en sacrificio
los hijos que en sus rayos
legitima,
aquellos por bastardos
desestima
que no osan ver su luz: hasta este
indicio.
Examen hace un
lúcido juicio
5
de los polluelos cuya vista
anima
para mirarle, y al cobarde
intima,
en vez de amor materno
precipicio.
En la prosperidad
que es sol luciente,
no es mucho que sus rayos sean
testigos
10
de su nobleza, que es hermoso
Febo.
Mas yo, al
águila en esto diferente,
¿cómo me atrevo a
examinar amigos,
si en la tiniebla, no en la luz,
los pruebo?
De El árbol de mejor
fruto
La cerviz
indomable del toro ata
con las coyundas de su yugo
grave
el labrador, y brama, porque
sabe
que su preciosa libertad
maltrata.
Al
pájaro, que en plumas se dilata,
5
el cazador cautiva, del suave
acento enamorado, y llora el
ave,
aunque honren su prisión
rejas de plata.
No en los
jardines la florida hierba
medra en el modo que en el monte y
prado,
10
patria y solar de su morada
verde.
Dichoso,
libertad, el que os conserva,
pues es prisión el solio
sublimado
de quien por reinos, vuestro reino
pierde.
De El castigo del
pensequé
Yo os
prometí mi libertad querida,
no cautivaros más, ni daros
pena;
pero promesa en potestad
ajena,
¿cómo puede obligar a
ser cumplida?
Quien promete no
amar toda la vida,
5
y en la ocasión la voluntad
enfrena,
seque el agua del mar, sume su
arena,
los vientos pare, lo infinito
mida.
Hasta ahora con
noble resistencia
las plumas corto a leves
pensamientos,
10
por más que la
ocasión su vuelo ampare.
Pupila soy de
amor; sin su licencia
no pueden obligarme
juramentos.
Perdonad, voluntad, si los
quebrare.
De El melancólico
Estaba
melancólico yo, cielos,
por ver que un imposible
apetecía,
¿qué haréis
agora, pues, desdicha mía,
si sobre un imposible os cargan
celos?
Corales dan al
corazón consuelos,
5
y en mí corales son
melancolía:
vuélvase a un desdichado en
noche el día;
lo que a otros da quietud, a
mí desvelos.
Sabio dicen que
soy, mas si lo fuera,
tuviera en mis pasiones
sufrimiento;
10
pero, ¿quién le
tendrá con tanto agravio?
Siempre el
entendimiento fue su esfera,
y contra injurias del
entendimiento
jamás supo tener prudencia
el sabio.
De El pretendiente al revés
Un año,
cielo, ha que amor me obliga
a la dicha mayor que darme
pudo;
que, en fin, de puro dar, anda
desnudo,
y por tener que dar, pide y
mendiga.
A Sirena me dio,
porque le siga,
5
en amoroso e indisoluble nudo;
mas con tal condición, que
siendo mudo,
gocé callando: ¡viose
tal fatiga!
Callar y poseer
sin competencia,
aunque el bien es mayor
comunicado,
10
posible cosa es, pero
terrible;
mas que tanto
aquilaten la paciencia
que obliguen, si el honor anda
acosado,
a que calle un celoso es
imposible.
De El vergonzoso en palacio
Acto I, escena XI,
MIRENO
Del castizo
caballo descuidado
el hambre y apetito satisface
la verde hierba que en el campo
nace,
el freno duro del arzón
colgado;
mas luego que el
jaez de oro esmaltado
5
le pone el dueño, cuando
fiestas hace,
argenta espuma, céspedes
deshace,
con el pretal sonoro
alborozado.
Del mismo modo
entre la encina y roble,
criado con el rústico
lenguaje,
10
y vistiendo sayal tosco he
vivido;
mas
despertó mi pensamiento noble,
como al caballo, el cortesano
traje:
que aumenta la soberbia el buen
vestido.
De
La elección por la virtud
Si Cleantes de
noche agua sacaba
para vender, por estudiar de
día,
y en la atahona donde el pan
molía
nombre a sus letras y virtudes
daba;
si Plauto, con
ser sabio mendigaba,
5
y aun pastelero mísero
servía;
si Euménides en huesos
escribía
a falta de papel, que no
alcanzaba;
si ha habido
quien en el imperio altivo
por el cetro trocando el
aguijada
10
a célebres historias dio
motivo;
si a Pedro
pescador Roma agradaba,
no será mucho, aunque pobre
vivo,
por letras venga a ser... o Papa o
nada.
Acuérdome
una vez haber oído
una fábula en que ejemplos
toco,
notables de un ciprés, que
en tiempo poco
hasta el cielo creció
desvanecido.
Burlábase
de un junco, que vencido,
5
su segura humildad juzgaba en
poco;
mas con un viento recio al
ciprés loco,
quedando el junco en pie, se vio
abatido.
Su humilde
estado y pobres ejercicios
estime mi Sabina, aunque haya
hecho
10
burla el ciprés de su honra
y hermosura;
que cuando en los
soberbios edificios
abrase el rayo el más dorado
techo,
la más humilde choza
está segura.
Pintadas aves que
al pulir la aurora
con peines de oro sus compuestas
hebras,
al son de arroyos, arpas de estas
quiebras,
lisonjeáis cada
mañana a Flora.
Aura suave que
con voz sonora,
5
murmurando las aves, te
requiebras,
y las obsequias fúnebres
celebras
de Pocris muerta, que tras celos
llora.
Los pastores
imitan la armonía
con que resucitando la memoria
10
de mi Sabina vivo entretenido.
Cantad, amigos,
la firmeza mía;
que es la música imagen de
la gloria,
y mientras dura, mi tormento
olvido.
De La fingida Arcadia
Prenda me han
dado que a perder provoca
el seso. ¡Venturoso quien lo
alcanza!
Pues si enloquece una
desconfianza,
tal vuelve el contento un alma
loca.
Favor que entre
claveles labios toca
5
de Belisarda, no tema mudanza,
pues para que sustente mi
esperanza
diré que se lo quita de la
boca.
Haga flecha de
vos el amor ciego,
báculo sed en que mi dicha
estorbe;
10
cetro en mis celos, id a
reducillos.
Leña de
amor con que aticéis su fuego
y apoyo en su edificio; que amor
vive,
como es rapaz, en casas de
palillos.
De La madrina del cielo
Acto I,
MARCELA
Divino Redentor,
Celador santo,
de aquesta sinrazón a vos
apelo,
porque quedo afligida y sin
consuelo,
metida entre gemidos y
quebranto.
Muévaos a
compasión mi triste llanto
5
y ver rompido el virgíneo
velo
de que hice voto de llevar al
cielo,
librándome del reino del
espanto.
A vos, Sacro
Señor, venganza os pido.
No pase sin castigo tan mal
hecho
10
Aunque si de
otra cosa sois servido
y se mueve a clemencia vuestro
pecho,
con vuestra voluntad seré
conforme.
De La mujer que manda en casa
Tres años
ha, mi Dios, que las impías
persecuciones ocasionan
llantos,
y en sus profetas y ministros
santos
la crueldad ejecuta
tiranías.
Tres años
ha que de mi pecho fías
5
(a pesar de amenazas y de
espantos)
tus fieles siervos, puesto que a
otros tantos
que el cielo cierra la
oración de Elías.
En dos cuevas
amparo y doy sustento
a cien profetas tuyos
escondidos
10
del poder de la envidia y los
engaños.
¡Ampara
Tú, Señor, mi justo intento;
clemente abre a mis ruegos tus
oídos;
baste, mi Dios, castigo de tres
años!
De La Ninfa del cielo
Tres años
ha, mi Dios, que las impías
persecuciones ocasionan
llantos,
y en sus profetas y ministros
santos
la crueldad ejecuta
tiranías.
Tres años
ha que de mi pecho fías
5
(a pesar de amenazas y de
espantos)
tus fieles siervos, puesto que a
otros tantos
que el cielo cierra la
oración de Elías.
En dos cuevas
amparo y doy sustento
a cien profetas tuyos
escondidos
10
del poder de la envidia y los
engaños.
¡Ampara
Tú, Señor, mi justo intento;
clemente abre a mis ruegos tus
oídos;
baste, mi Dios, castigo de tres
años!
De La reina de los reyes
Muerto, sin duda,
Virgen Soberana,
estuve cuando os vi, pues que me
privo
de aquella gloria cuando me hallo
vivo,
por ser de ella incapaz la vida
humana.
El alma de
gozarla quedó ufana,
5
y yo preso de amor, y aquí
cautivo,
haciendo estos favores que
recibo
mi fe segura y mi esperanza
llana.
Si el ausente
amador con razón pide
un retrato a quien ama, que
entretenga
10
las esperanzas de la vista y
trato,
mientras la
carne vuestra vista impide,
permitid, gran Señora, que
yo tenga
por prenda de mi fe vuestro
retrato.
De
La república al revés
Sansón,
¿qué vale cuando al campo sale
con las puertas a cuestas que de
Gaza
arranca fiero, si una mujer
traza
que en la tahona, ciego, a un bruto
iguale?
¿Qué vale Alcides con amor, qué vale
5
cuando leones vence y
despedaza,
si vuelta rueca su invencible
maza
a hilar le obligan el amor y
Onfale?
Sardanápalo no tuvo vergüenza
cuando sentado cual mujer le
vieron
10
desceñirse la rueca por
regalo.
¿Qué mucho, pues, que una mujer me venza,
no siendo yo más fuerte que
lo fueron
Sansón, Alcides y
Sardanápalo?
¿Contó
jamás la mentirosa fama
igual suceso y caso de esta
suerte
en cuantas partes de sus plumas
vierte
las nubes portentosas que
derrama?
¿Contó jamás de un hombre
que en la llama
5
se abrasa de amor, dios, cobarde y
fuerte,
que pretende gozar y dar la
muerte
a un mismo tiempo a quien adora y
ama?
Rigor es inaudito
y sin segundo;
mas, por vivir, a hacerle me
provoco,
10
pues en su ejecución mi vida
fundo.
Cuente la fama,
pues, mi intento loco,
que yo sé que dirá
después el mundo
que en un reino al revés
todo esto es poco.
De La venganza de Tamar
Besar la mano
donde el labio ha puesto
su príncipe, un vasallo, es
hecho aleve;
que el vaso se reserva donde
bebe,
el caballo, el vestido y el real
puesto.
Como hermano, es
mi agravio manifiesto;
5
como amante, a furor mi pecho
mueve.
¡Ídolo de mi amor,
hermana leve!,
¿tan presto atormentar?
¿Celos tan presto?
Como amante
ofendido y como hermano:
a locura y venganza me
provocas,
10
daré la muerte a tu Joab
villano,
y cuando niegues
tus mudanzas locas,
desmentirate tu besada mano,
pues por tener con qué, beso
dos bocas.
Ya sea,
Amón, tu hermana, ya tu dama,
aquella verdadera, esta
fingida,
quimeras deja, tu pasión
olvida;
que enferma, porque tú
sanes, mi fama.
Si una difunta
en mí busca tu llama,
5
diré que estoy para tu amor
sin vida;
si siendo hermana soy de ti
oprimida
razón es que aborrezca a
quien me infama.
No me hables
más palabras disfrazadas,
ni con engaños tu
afición reboces,
10
cuando Joab honesto amor
pretenda;
que andamos yo y
tu dama muy pegadas,
y no sé yo cómo tu
intento goces,
sin que la una de las dos se
ofenda.
Si amor consiste
sólo en semejanza,
y tanto los hermanos se
parecen,
que en sangre, en miembros y en
valor merecen
igual correspondencia y
alabanza,
¿qué ley impide lo que amor
alcanza?
5
De Adán, los mayorazgos nos
ofrecen,
siendo hermanos, ejemplos que
apetecen
lo mismo que apetece mi
esperanza.
Perdone, pues, la
ley que mi amor priva,
vedando que entre hermanos se
conserve;
10
que la ley natural en contra
alego.
Amor, que es
semejanza, venza y viva;
que, si la sangre, en fin, sin
fuego hierve,
¿qué hará
sangre que tiene tanto fuego?
Agora, noche, si
que a oscuras quedo,
pues un sol hasta aquí tuve
delante,
libre de amor entré, ya
salgo amante;
reíame antes de él,
ya llorar puedo.
¡Ay amorosa
voz, oscuro enredo!
5
cifrad vuestra aventura en
sólo un guante;
que si iguala a su música el
semblante,
victorioso quedáis, yo os lo
concedo.
¡Cuándo más descuidado,
más rendido!
¡Sin saber a quien quiero,
enamorado,
10
asaltando murallas, y vencido!
Mas
¡dichoso rapaz, vuestro cuidado,
si sacando quien es por el
vestido,
la suerte echáis, no en
blanco, en encarnado!
De
La villana de la Sagra
Amor, hoy como
astuto me aconsejas
que a pesar de tus celos y
favores,
cogiendo de tu gusto verdes
flores,
labré la miel que en mi
esperanza dejas.
Yo sé que
los amantes son abejas,
5
que en el jardín que
aumentan sus amores
labran paneles dulces, sin
temores
no mezclan el acíbar de sus
quejas.
Abeja, soy, amor;
dame palabra
de darme miel sabrosa de
consuelos,
10
que la esperanza entre sus flores
labra.
No sequen mi
ventura tus desvelos;
que si es abeja amor, y el panal
labra,
los zánganos la comen, que
son celos.
No en balde,
niño amor, te pintan ciego.
Pues tus efectos son de ciego
vano:
un guante diste a un bárbaro
villano,
y a mí me dejas abrasado en
fuego.
A tener ojos,
conocieras luego
5
que soy digno de un bien tan
soberano,
dejándome besar aquella
mano,
que un labrador ganó,
¡costoso juego!
La falta de tu
vista me lastima.
Amor, pues eres ciego, ponte
antojos;
10
verás mi mal, mi desdichado
clima.
Diérasme
tú aquel guante por despojos,
que el labrador le tiene en poca
estima;
guardarele en las niñas de
mis ojos.
Movido de mis
ruegos, Febo el paso
alargó de su carro
rubicundo.
Espantado de verle todo el
mundo
tan presto madrugando de su
ocaso.
Vino la noche, y
con el negro raso
5
de sus ropas, causó
sueño profundo,
muerte que da a la vida ser
segundo,
sino es a mí, que velo y que
me abraso.
Amor me manda
que velando aguarde
a quien sin haber visto, me
enamora.
10
¡Extraña fuerza!
¡Grave desatino!
Temor me hiela
porque me acobarde;
mas llega tarde ya, que en mi alma
mora
por quien pienso seguir este
camino.
Reino famoso,
adiós, que alegre hago
ausencia de tu célebre
montaña,
pues que siendo mi patria, como
extraña
diste a mi juventud siempre mal
pago.
Adiós
ciudad, sepulcro de Santiago,
5
que das pastor y das nobleza a
España;
adiós fin de la tierra, que
el mar baña,
reino famoso, del inglés
estrago.
Adiós,
hermana, que en tus brazos dejo
tu nobleza, tu fama, tu
hermosura;
10
porque eres de mujeres claro
espejo.
Adiós
juegos, amores, travesura;
que aunque mozo, desde hoy he de
ser viejo,
si me ayudan el tiempo y la
ventura.
Adiós,
ciudad gallega, noble y sabia,
asombro del alarbe y
estorlinga,
estación del flamenco y del
mandinga,
del escita y quien vive en el
Arabia.
Adiós,
fregona, cuyo amor me agravia,
5
gallega molletuda; adiós,
Dominga,
que aunque lo graso de tu amor me
pringa,
siento más el dejar a
Ribadavia.
Adiós,
fondón, transpuesto en tantos cabos,
y conocido de los mismos
niños,
10
que aquí te dejo el alma con
mil clavos.
Adiós,
catujas, de mi amor briquiños,
adiós, redondos y tajados
nabos,
adiós, pescados, berzas,
bacoriños.
¿Cómo
podrá admitir el alma dueño
que ablande su dureza, si es de
encina?
Ni ¿qué provecho
hará la medicina
a quien la muerte sepultó en
su sueño?
Fuego pide a la
nieve, lengua al leño,
5
mi padre, que mi alma es
peregrina,
pues siendo amor bordón, mi
fe esclavina,
por ver un peregrino la
despeño.
¡Válgame Dios! Si fue Roque
divino,
¿quién me dio
libertad y dejó loca?
10
Que después que le adoro,
desatino.
Mas no, que amor
humano me provoca;
y cuando Roque sea el
peregrino,
en no amar a don Pedro seré
roca.
De La joya de las montañas
Sale el sol por
el cielo luminoso
las nubes pardas de oro
perfilando,
y con su luz los montes
matizando
ilustra el campo su zafir
hermoso.
Veloz pasa su
curso muy furioso
5
y cuando la quietud
solicitando
halla otro mundo que
vociferando
al sol le pide su esplendor
hermoso,
a la
campaña salgo defendido
de fuertes rayos de mi estoque
ardiente
10
a quien se rinde el bárbaro
vencido.
Y cuando del
descanso solamente
busco un instante, torpe mi
sentido
me acomete el amor
eternamente.
Dulce
Señor, enamorado mío,
¿adónde vais con esa
cruz pesada?
Volved el rostro a un alma
lastimada
de que os pusiese tal su
desvarío.
De sangre y
llanto entre los dos un río
5
formemos hoy; y si a la vuestra
agrada,
partamos el dolor, y la
jornada,
que de morir por Vos, en Vos
confío.
¡Ay, divino
Señor del alma mía!
No permitáis que otro nuevo
esposo
10
me reconozca suya en este
día;
bajad de vuestros
cielos amoroso,
y si merece quien en Vos
porfía,
dadme estos brazos, soberano
esposo.
Virgen, paloma
cándida que al suelo
trajo la verde paz, arco
divino,
pues en los tres colores a dar
vino
fe del concierto entre la tierra y
cielo,
dadme remedio,
pues sabéis mi celo;
5
no casé con Fortunio, que
imagino
que más dichosa soy, si
más me inclino
a conservarme pura en blanco
velo.
No me
dejéis, cristífera María;
favoreced mi intento puro y
santo
10
hasta que llegue de mi muerte el
día.
Mi pureza
guardad, pues podéis tanto,
si mereciere la esperanza
mía
que del sol que pisáis pase
mi llanto.
De
Los amantes de Teruel
Todo es temor,
amor, todo es recelos,
pues ¿cómo puede ser
el amor gloria,
si está siempre luchando la
memoria
con tantos sobresaltos y
desvelos?
Estas penas del
alma son sus cielos;
5
estas guerras y asaltos, su
victoria,
y es bien todo este mal, cuando a
su historia
no encuaderna capítulo de
celos.
Amor, en popa
voy con mi esperanza,
haciendo espejo tus azules
mares;
10
no trueques en tormenta la
bonanza.
No se me niegue
puerto en que me ampares,
que si el que el alma ha deseado
alcanza,
daré perpetuo asiento a tus
altares.
De Los cigarrales de Toledo
Si el confesar la
deuda pagar fuera
yo ajustara a los gastos el
recibo,
por donde el alcance es
excesivo,
y ninguno el caudal, aunque no hay
espera.
Prendas
sacó la ejecución primera
5
de una verdad en cuyos yerros
vivo,
y no hay acción a bienes de
cautivo,
que a poderos gozar, libre
viviera.
Acabad vos con
él, suelte la prenda,
y hasta que vos cobréis su
finca aguarde,
10
que a fe que es abonada el alma
mía.
Pero vos
acreedor, yo sin hacienda,
cobraréis, mi señora,
nunca o tarde,
que a esto se pone quien a pobre
fía.
¡Oh,
tú, descaminado que entre engaños
admiras los trofeos que te
enseño!
No juzgues que los cuelga el
desempeño
de amor correspondido en verdes
años.
Mi ingratitud, a
costa de los daños
5
de quien me sembró palma, y
creyó sueño,
negó el tributo a su primer
dueño,
que necia doy agora a los
extraños.
Ingratos son
también estos despojos,
por serlo la ocasión de
suspenderlos,
10
que imita en pagar frutos a la
palma;
mas ¡ay!
que buen fin diera a sus enojos,
si como el cuerpo se desnuda de
ellos
se desnudara de su amor el
alma.
Penetra amor con
invisible fuego,
pues sin ofender ojos alma
pasa;
pero no es fuego amor, que el fuego
abrasa
y amor me hiela a mí cuando
a él me llego.
Ciego se pinta,
mas tampoco es ciego
5
quien en la vista ha puesto corte y
casa;
llámase dios sin
límite ni tasa
pero mal será dios quien en
fe es griego.
No es nada, en
fin amor; y así no hace
a nadie bien ni mal, ni causa
efectos,
10
ni con penas o gustos
satisface.
Es un humor
discreto en los discretos;
pero en los necios, necio, porque
nace
a la medida, amor, de los
sujetos.
Tal vez el cazador
el arco afloja,
porque descanse un poco, y con
más brío
volviendo a amenazar el aire
frío,
con más valor la flecha
alada arroja.
El sol esconde la
madera roja,
5
porque en su ausencia, como el amor
mío,
e prado se marchite y llore el
río
por que su cristal de luz
despoja.
Si aflojaron de
amor el arco, celos,
fue para hacer mejor después
el tiro,
10
pues no le quiebra aunque le
desadorna.
¡Vuelva tu
luz a dar luz a mis cielos,
que el tiempo que sin verte estoy,
suspiro,
pues no huye, en fin, aquel que a
casa torna!
Compárase
a la muerte una partida,
porque es el mayor mal que dan los
cielos,
(si no es peor la ausencia y sus
desvelos
que el acabar tormentos con la
vida).
Ausente estoy de
quien de mí se olvida,
5
y si el estarlo aumenta
desconsuelos,
¿qué sentirá
una ausencia que, entre celos,
de amor y agravios vive
combatida?
Viva tu
ingratitud, pues es la cosa
que agora se usa más y
tú apeteces;
10
quedaré yo vengada, aunque
quejosa.
Que tú, de
ingrato el nombre, al fin, mereces,
y yo después de ausente
sospechosa,
estando viva, moriré dos
veces.
¡Cuán envidiosa, dulce prenda mía,
el alma, de sus mismos
pensamientos,
juzga por siglos largos los
momentos
que no goza los rayos de tu
día!
Ellos que vuelan
por la esfera fría
5
usurpando las alas a los
vientos,
en la fruición de su beldad
contentos
dan flor a mi esperanza, aunque
tardía.
¡Oh mar!
¡Oh, montes! ¡Oh, prolija tierra!
Impedimentos sois de mi
ventura,
10
mientras ausente peno y amo
loco.
Mas si la paz es
premio de la guerra,
¡sufrid por merecer tanta
hermosura,
alma, que nunca mucho costó
poco!
¿Qué
confusión de estrellas, que influencia
eclipsada y oscura junto el
cielo
cuando a la primer cárcel
rompí el velo
que de mi centro fue
circunferencia?
Simbólica
deidad, si toda ciencia
5
es certidumbre y vos sois en el
suelo
fuego que alumbra,
¿cómo en vos me hielo,
y os hallo oscuridad y no
evidencia?
Si Floriso me
quiere, es por rodeo
y equívocos, que agora
dificulto,
10
amándome en enigmas quien no
veo.
¡Amor,
salid a la luz, no andéis oculto,
que no sé yo, aunque versos
cultos leo,
que haya también amor
crítico y culto!
Risa del monte, de
las aves lira,
pompa del prado, espejo de la
aurora,
alma de abril, espíritu de
Flora,
por quien la rosa y el
jazmín suspira.
Aunque tu curso
en cuantos pasos gira
5
perlas vierte, esmeraldas
atesora,
tu claro proceder más me
enamora
que en cuanto en ti naturaleza
admira.
¡Cuán sin engaño tus
entrañas puras
dejan que por luciente
vidriera,
10
se cuenten las hijuelas de tu
estrado!
¡Cuán sin malicia cándida
murmuras!
¡Oh, sencillez de aquella
edad primera!
¡Perdiola el hombre, y
adquiriola el prado!
De
Marta la Piadosa
El tardo buey
atado a la coyunda
la noche espera y la cerviz
levanta,
y el que tiene el cuchillo a la
garganta
en alguna esperanza el vivir
funda.
Espera la
bonanza, aunque se hunda,
5
la nave a quien el mar bate y
quebranta.
Sólo el infierno causa pena
tanta
porque de él la esperanza no
redunda.
Es común
este bien a los mortales,
pues quien más ha alcanzado
más espera,
10
y a veces el que espera, el fin
alcanza.
Mas a mí
la esperanza de mis males
de tal modo me aflige y
desespera,
que no puedo esperar ni aun
esperanza.
Que no puedo
esperar ni aún esperanza
me dice la Fortuna, aunque
inconstante.
Lloro un hermano muerto, y un
amante
de su vida homicida y mi
confianza.
Esperar vida a
un muerto, ¿quién lo alcanza?
5
Esperar que en la ausencia sea
constante
Amor, es esperanza de
ignorante;
que es huésped de la
ausencia la mudanza.
Al homicida de
mi hermano adoro.
¡Ved si se iguala a mi
tormento alguno,
10
pues amo aborreciendo
juntamente!
Dos muertos,
aunque el uno vive, lloro;
que si la ausencia es muerte, todo
es uno:
un muerto hermano y un amante
ausente.
De
Palabras y plumas
¡Ah pelota
del mundo, que no encierra
sino aire vil que se deshace
luego!
¡De favor me das cartas,
cuando llego
ofendida de un rey que me
destierra!
Quien fe a las
palabras da, ¡qué de ello yerra!
5
Prueba tu amor el mar cuando me
anego,
tu cobardía saca a plaza el
fuego,
y hasta el favor me niegas de la
tierra.
Tres elementos,
bárbaro, han mostrado
que eres cobarde, ingrato y
avariento;
10
en el cuarto tu amor sólo
has cifrado.
¡Qué a mi costa, villano, experimento
que en palabras y plumas me has
pagado!
Mas quien de ellas fió, que
cobre en viento.
De Quien calla otorga
Amor, vuestro
absoluto y real respeto
de conde de Monreal, me ha
trasformado
en secretario: de señor,
criado.
Vuestro fuego es la causa, yo el
feto.
En la
contemplación de tal objeto,
5
secretario me hiciera mi
cuidado
de mí mismo, si no hubiera
llegado
a profanar los cielos mi
secreto.
Mira Narcisa
apasionadamente
a don Rodrigo, para darme
enojos,
10
y en vano, siendo así,
callar presumo.
Es mina Amor, y
es fuerza que reviente
cuando no por la boca, por los
ojos,
él convertido en fuego,
ellos en humo.
Acto II,
AURORA
¿Qué
mudanzas, decid, envidia mía,
son éstas, que a mi amor
hacen Proteo?
¿Cuando os pensáis
quietar, loco deseo,
que amáis, no la
elección, más la porfía?
Al conde quiero
ya que aborrecía;
5
porque Narcisa pone en él su
empleo,
al español me inclino porque
veo
que en ella amor, y celos en
mí cría.
Sombra soy de mi
hermana. A cualquier parte
que va su voluntad, doy en
seguilla;
10
y sin amar, amor me da
desvelos.
Mas si su
hacienda entre las dos reparte
mi padre aun hasta aquí,
¿qué maravilla
que ella herede el amor y yo los
celos?
De Quien no cae no se levanta
Dos veces he
salido de Florencia,
y el recelo, otras tantas
adivino,
volviendo las espaldas al
camino,
no me consiente hacer de casa
ausencia.
Venció al
fraterno amor la diligencia
5
del honor que amenaza un
desatino,
que al fin su parentesco es
más vecino,
aunque su hermano soy, cual de
Laurencia.
Si ella a la
muerte el túmulo previene,
y a la muerte mi honra en casa
espera,
10
fuerza es mirar por lo que
más conviene.
Menos me importa
que Laurencia muera,
que quien enfermos en su casa
tiene
no hay para que visite a los de
fuera.
Rosario soberano:
mi esperanza
en vuestras cuentas tiene un firme
estribo;
esclava fui del infernal
cautivo,
un año ha que tomó de
mí venganza.
Mucho os debo, mi
Dios; en mucho alcanza
5
a mis pequeños gastos el
recibo;
no saquéis mandamiento
ejecutivo,
que yo os daré en Domingo
una fianza.
Mas,
Señor, si os agradan las migajas
de mi corto caudal, aunque son
cosas
10
de pequeño valor y prendas
bajas,
ejecutadlas y
serán dichosas,
que si el mal pagador os paga en
pajas,
aunque yo os pague mal,
pagaré en rosas.
Virgen divina: si
mi vida exenta
de mi casa me saca en que
habéis sido
huéspeda mía un
año que he cogido
rosas de aquel jardín que el
bien aumenta,
ya que me parto
por huir mi afrenta,
5
puesto que cuenta no me
hayáis pedido,
tomadla, no digáis que me
despido
haciendo sin la huéspeda la
cuenta.
Cuentas os debo
de hoy, que no he rezado;
pero, Señora, aún no
es pasado el día,
10
mas no queréis que os pague
en este trance.
Mal viene la
oración con el pecado;
huir es lo mejor, Virgen
María,
mas temo vuestro alcance no me
alcance.
De
Santa Juana
Quiere hacer un
tapiz la industria humana
en donde el arte a la materia
exceda,
y con su adorno componer se
pueda
la pared de la cuadra más
profana.
Matiza en el
telar la mano ufana
5
y mezcla hilos con que hermoso
queda;
pero entre el oro ilustre y noble
seda
entreteje también la humilde
lana.
Lo propio hace
el amor, que mezcla y teje
con la lana la seda, aunque
más valga,
10
igualando al villano con el
noble.
Noble yerno me
da, no es bien que deje,
que con mi lana y con su seda
hidalga
saldrá el tapiz de amor
curioso al doble.
De
Siempre ayuda la verdad
Después
que la infeliz estrella y astro
con que nació mi amor, el
blanco velo
quiso que viese, como rosa en
hielo,
teñido en sangre a
Doña Inés de Castro,
y un ángel
retratado en alabastro
5
pedir venganza a mi abrasado
celo,
que discurrió la tierra como
el cielo
de cometa veloz fogoso rastro,
nunca tuve
más penas, ni mayores
asombros, aunque puede la
conciencia
10
mejor asegurarse la disculpa;
que a
Doña Inés matáronla traidores,
a Blanca un rey, con esta
diferencia:
culpada Blanca, y Doña
Inés sin culpa.
De Tanto es lo de más como lo de menos
No fueras
tú mujer, y no eligieras
interesables gustos. Si tú
amaras,
mis dotes naturales abrazaras,
sus miserables bienes
pospusieras.
Adora a un
monstruo de oro; lisonjeras
5
mentiras apetece, estima
avaras
felicidades torpes, pues
reparas
en lo que esconden montes, pisan
fieras.
Riquezas, de tu
amor apetecidas,
herede yo, si así te
satisfaces,
10
que premiaran tu amor, pero
más justo
es que, imitando
en la elección a Midas,
tengas, cuando en tu esposo el oro
abraces,
con sed al interés, con
hambre al gusto.
Tan lejos de
formar quejas ni celos
estoy de ti, Felicia
interesable,
que mil gracias te doy porque,
mudable,
tus desengaños curan mis
recelos.
¡Qué contrarios que son nuestros desvelos!
5
Tú en deleites humanos
variable,
felicidad eliges; yo,
inmutable,
agregación de bienes en los
cielos.
No es gloria la
que teme a la mudanza
y amenaza en peligros de la
vida;
10
mas funda en ella tu razón
de estado,
pondré yo
en Dios mi bienaventuranza
y veremos los dos, a la
partida,
cuál de los dos es
bienaventurado.
De Ventura te dé Dios, hijo
Llegar
Tántalo al árbol avariento,
y huir la fruta cuando el labio
toca;
el líquido cristal besar la
boca,
y burlarle dejándole
sediento;
a la mesa
asentarse el rey hambriento,
5
y cuando apenas el manjar
provoca
al apetito, ver que el Arpía
loca
alza los platos y convida al
viento.
Lo mismo por
mí pasa. No sintiera
Tántalo el hambre tanto, a
no incitarle
10
del árbol la presencia
apetecible.
Vi a Clemencia y
perdila. ¡Ay suerte fiera!
Que ver tan cerca el bien y no
gozarle
es hacer el tormento más
terrible.
De Tan largo me lo
fiáis
Envidian las coronas de
los reyes
los que no saben la pensión
que tienen,
y mil quejas, y lástimas
previenen,
porque viven sujetos a sus
leyes.
Pero yo envidio
los que guardan bueyes,
5
y en cultivar la tierra se
entretienen,
que aunque de su trabajo se
mantienen,
ni agravios lloran ni gobiernan
greyes.
Porque, aunque
con más ojos que Argos vivan,
y miren por la espalda y por el
pecho
10
los reyes, no proceden como
sabios
si de oír
con el mirar se privan:
que un rey siempre ha de estar
orejas hecho,
oyendo quejas, y vengando
agravios.
FIN DE LOS Sonetos DE TIRSO DE MOLINA