Representada por la primera vez en
el teatro del Príncipe el día 25 de enero de
1828.
Escena
III
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DON BERNARDO.
DON BALTASAR. LAMPREA.
|
LAMPREA |
¡Qué diantre!
|
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¿Por qué grita
usted? |
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D. BALTASAR |
¿Por qué
|
|
das lugar a que te llame |
|
tantas veces? |
|
|
LAMPREA |
Yo no salgo
|
|
de mi paso, usted lo sabe, |
40 |
aunque ardiera el universo. |
|
Soy viejo, y con alifafes, |
|
y hace usted mal... |
|
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D. BALTASAR |
¿Será cosa
|
|
de que ahora me
regañes? |
|
|
|
LAMPREA |
Es que a mí no se me
trata |
45 |
como a cualquier badulaque... |
|
¿Entiende usted? |
|
|
|
LAMPREA |
Cuidado que no hay aguante... |
|
|
|
D. BALTASAR |
Bien, hombre, tienes
razón |
|
ahora y siempre que me hables. |
50 |
Di a Gervasia que nos
fría |
|
unas magras con tomate, |
|
y llena un par de botellas |
|
de aquella cuba... |
|
|
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D. BALTASAR |
Sí, y despacha, que yo
tengo |
55 |
que salir. |
|
|
|
Escena
IV
|
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DON BERNARDO.
DON BALTASAR.
|
D. BALTASAR |
Estos criados antiguos |
|
se toman mil libertades, |
|
pero a un hombre que es tan
fiel |
|
algo ha de disimularse. |
60 |
¿Conque establecerte
piensas |
|
en el lugar? ¡Qué bien
haces! |
|
|
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D. BERNARDO |
Sí, que ya estoy
fastidiado |
|
de la corte. |
|
|
D. BALTASAR |
Aquí los aires
|
|
son más sanos; las
costumbres |
65 |
más sencillas; aquí a
nadie |
|
se guarda contemplaciones |
|
sino al cura y al alcalde; |
|
aquí hay salud y
apetito; |
|
allá es un pobre petate |
70 |
el mismo que aquí es
feliz |
|
con cuatro o cinco heredades. |
|
|
|
D. BERNARDO |
Algunos son desgraciados |
|
porque segundones nacen: |
|
yo, al contrario, debo dar |
75 |
muchas gracias a mi madre |
|
porque tuvo la humorada |
|
de parirme un poco tarde. |
|
Quedamos huérfanos.
Tú |
|
el mayorazgo heredaste, |
80 |
y yo a la edad de quince
años |
|
tuve a bien emanciparme. |
|
Atravesado en un mulo |
|
a Madrid hice mi viaje; |
|
me recibieron de
hortera |
85 |
en la casa que ya sabes; |
|
me porté bien; me
estimaron; |
|
mis salarios y mi gajes |
|
dejé al riesgo del
comercio; |
|
crece mi peculio, cae |
90 |
enfermo mi principal... |
|
¡El médico era hombre
grande! |
|
Le mató de puro sabio. |
|
Se hicieron los funerales; |
|
di en consolar a la viuda, |
95 |
y ella, que era muy amable, |
|
no tomaba a mal que yo |
|
sus lágrimas enjugase. |
|
Nos casamos; cerró el
ojo |
|
a las ocho navidades; |
100 |
su heredero universal |
|
me nombró, ¡Dios se lo
pague!; |
|
y me encontré
millonario |
|
yo que pocos años antes |
|
no tenía sobre
qué |
105 |
caerme muerto. Al instante |
|
el tráfico me
aburrió |
|
tan contrario a mi
carácter. |
|
No quise ver mi fortuna |
|
expuesta a los huracanes, |
110 |
los subsidios, las aduanas, |
|
la guerra y el agiotaje; |
|
y empleando mi caudal |
|
en casas y en olivares, |
|
que me dan muy buena renta |
115 |
y cuestan pocos afanes; |
|
joven todavía, alegre, |
|
sin familia y sin achaques, |
|
en las olas de la corte |
|
bogó intrépida mi
nave. |
120 |
La felicidad buscaba |
|
con ansia por todas partes. |
|
No perdonaba conciertos, |
|
tertulias, suntuosos bailes, |
|
espectáculos,
banquetes... |
125 |
¡Baltasar! todo era en
balde. |
|
(El TÍO
LAMPREA va trayendo lo necesario para el desayuno hasta
dejar la mesa cubierta.)
|
|
—31→ |
En cambio de algún
placer |
|
frívolo y poco durable, |
|
siempre estaba atormentado |
|
de disgustos y pesares, |
130 |
y en mi corazón
sentía |
|
un vacío perdurable. |
|
Mis queridas todas eran |
|
o coquetas o venales, |
|
y entre cien aduladores |
135 |
que me chupaban la sangre, |
|
ni un solo amigo contaba |
|
que por mí propio me
amase. |
|
¡Fuera de aquí! dije
un día. |
|
En las grandes capitales |
140 |
buscar la dicha es error. |
|
Hallarla será más
fácil |
|
en la pacífica aldea. |
|
No en vano tanto la aplauden |
|
los poetas, y mil pestes |
145 |
nos dicen de las ciudades. |
|
Tomé un coche de
colleras |
|
y emprendí alegre mi
viaje |
|
al lugar donde nací, |
|
deseoso de abrazarte |
150 |
y pasar contigo el resto |
|
de esta vida miserable. |
|
|
|
D. BALTASAR |
Eres un héroe,
Bernardo. |
|
Deja que otra vez te abrace. |
|
La corte es un laberinto, |
155 |
es una casa de orates, |
|
un infierno. |
|
|
D. BERNARDO |
¡Oh! sí, un
infierno.
|
|
Si entramos en el examen |
|
de los vicios infinitos |
|
que la hacen abominable, |
160 |
te aseguro... |
|
|
LAMPREA |
Cuando ustedes
|
|
quieran, pueden acercarse. |
|
(Vase.)
|
|
|
D. BALTASAR |
Vamos allá. |
(Se sientan a la mesa.)
|
Te haré plato.
|
|
|
|
D. BERNARDO |
Yo me le haré; no te
canses. |
|
|
|
D. BALTASAR |
Como quieras. Al principio |
165 |
es muy natural que
extrañes |
|
el lugar. Aquí no
tienes |
|
aquellas comodidades |
|
de la corte. Los paseos... |
|
|
|
D. BERNARDO |
¿Paseos? ¡Qué
disparate! |
170 |
no se pasea en Madrid |
|
aunque el médico lo
mande; |
|
se rabia. Fuera de puertas, |
|
ya que nada de agradable |
|
ni de ameno tiene el campo, |
175 |
al menos es puro el aire; |
|
pero desdeña el buen
tono |
|
lo que alegra a los
gañanes. |
|
¡Cuánto mejor es el
Prado! |
|
Allí se lucen los
trajes, |
180 |
allí se arman las
intrigas, |
|
y se disponen los bailes, |
|
se corteja a las muchachas, |
|
se hace burla de las madres, |
|
se critica a los de
atrás, |
185 |
se pisa a los de delante. |
|
Ya te llama la atención |
|
aquel delicado talle, |
|
donde la naturaleza |
|
gime víctima del arte; |
190 |
ya el cabello de Belisa..., |
|
que se lo debe a un
cadáver; |
|
ya la blancura de Anarda |
|
que encarece el albayalde. |
|
¿Quién se apea de
aquel coche? |
195 |
la marquesa del Ensanche, |
|
que antes de ayer fue modista. |
|
¿Quién es aquel
botarate |
|
que tararea entre dientes |
|
un aria de
Mercadante, |
200 |
y va saludando a todos |
|
aunque no conoce a nadie? |
|
Es el hijo de un fondista |
|
que vino aquí desde
Flandes, |
|
y dando gato por liebre |
205 |
llegó a hacerse un
personaje. |
|
¡Qué Babilonia!
¡qué polvo! |
|
¡Qué divertido
contraste |
|
hacen aquellos galones |
|
y aquel lacónico fraque |
210 |
con los andrajos hediondos |
|
de aquel intonso pillastre |
|
que va vendiendo candela! |
|
Y el ruido de los carruajes, |
|
el guirigay de la gente, |
215 |
aquel continuo rozarse, |
|
y al lado de Apolo, ¡el
numen, |
|
el creador de las artes! |
|
aquel batallón de
sillas |
|
tan prosaicas, tan infames... |
220 |
¡Uf! quita allá. De
pensarlo |
|
me están temblando las
carnes. |
|
|
|
D. BALTASAR |
Pero las buenas tertulias |
|
ese fastidio resarcen; |
|
y en Madrid... |
|
|
D. BERNARDO |
Reniego de ellas.
|
225 |
Algunas hay regulares, |
|
pero la etiqueta, el tono |
|
las hacen insoportables. |
|
En otras mandan en jefe |
|
mozalbetes petulantes, |
230 |
y el que no gasta corsé |
|
y, aunque fino en sus modales, |
|
no baila cuando saluda, |
|
ni pone en boga a su sastre, |
|
en un rincón bostezando |
235 |
hace un papel despreciable. |
|
En otras de dos en dos |
|
se acomodan los amantes, |
|
recreando sus oídos |
|
con recíprocos
dislates, |
240 |
y el pobre número impar |
|
espera a que haya vacante |
|
jugando a la perejila |
|
con las feas y las madres. |
|
Por último, en todas
ellas |
245 |
el que no baila es un cafre, |
|
el que no canta, un caribe, |
|
el que no juega, insociable; |
|
|
—32→ |
el hombre formal se aburre, |
|
y los tontos... se distraen. |
250 |
|
|
D. BALTASAR |
Por fortuna allí hay
teatros, |
|
y, por no mortificarte, |
|
muchas noches... |
|
|
D. BERNARDO |
No he perdido
|
|
función; pero en todas
partes |
|
me han perseguido los necios. |
255 |
Gastaba mis doce reales, |
|
y pico, con el objeto |
|
de instruirme y recrearme; |
|
pero en vano muchas veces. |
|
Ahora un lampiño
elegante |
260 |
flecha el anteojo en un palco |
|
y me pisa al perfilarse. |
|
Poco después, y en la
escena |
|
tal vez más
interesante, |
|
llora en la cazuela un
niño. |
265 |
No bien se logra que calle, |
|
dos títeres, que me
puso |
|
mi mala estrella delante, |
|
a media voz deletrean |
|
la traducción en
romance |
270 |
de una ópera italiana; |
|
y después que ni una
frase |
|
de la comedia han oído, |
|
dicen que es abominable. |
|
Nunca me falta un
moscón |
275 |
que con preguntas me balde. |
|
¿Qué función
hay en la Cruz? |
|
¿Qué sueldo tiene
Vaccáni? |
|
¿Cuáles son los
privilegios |
|
de las damas y galanes? |
280 |
¿Qué sainete hacen?
¿Vio usted |
|
hacer el Otelo a
Máiquez? |
|
Otro, incomodando a todos, |
|
y sólo porque reparen |
|
en él, viene a su
luneta |
285 |
poco antes del desenlace; |
|
y si silban los de al lado, |
|
silba; si aplauden, aplaude. |
|
Otro... Vamos, no hay
paciencia. |
|
Concluyo con afirmarte |
290 |
que el hombre recto y juicioso |
|
en la corte vive
mártir. |
|
|
|
|
(Se levantan.)
|
D. BALTASAR |
Bien dices. Aquí
estás libre |
|
de esas incomodidades. |
|
No hay paseos, ni teatro, |
295 |
ni óperas buffas,
ni bailes, |
|
ni tertulias... |
|
|
D. BERNARDO |
¿Cómo es eso?
|
|
Pues las noches perdurables |
|
del invierno ¿en qué
se pasan? |
|
La población no es muy
grande, |
300 |
pero siempre habrá a lo
menos |
|
diez familias principales |
|
que podrían reunirse... |
|
|
|
D. BALTASAR |
Ya se ve; si no mediasen |
|
pleitos, chismes, etiquetas... |
305 |
No hay dos casas que se
traten, |
|
mas ¿qué importa?
Cada uno |
|
en la suya, y Dios... |
|
|
D. BERNARDO |
No obstante,
|
|
la sociedad... |
|
|
D. BALTASAR |
Esa fruta
|
|
no se come en los lugares; |
310 |
pero no faltan placeres |
|
que suplan... |
|
|
Escena
V
|
|
DON BERNARDO.
DON BALTASAR. DON ABUNDIO.
|
DON ABUNDIO |
Ínclito alcalde,
|
|
dilectísimo Mecenas |
|
de este respetuoso vate, |
|
buenos días. En las
casas |
315 |
que llaman consistoriales |
|
el senado reunido, |
|
permítaseme esta frase, |
|
espera a su presidente. |
|
|
|
D. BERNARDO |
(¡Calla!
¿También hay pedantes |
320 |
en la Sierra?) |
|
|
DON ABUNDIO |
Yo, no digno
|
|
secretario... |
|
|
D. BALTASAR |
Que se aguarden
|
|
un momento. Pronto voy. |
|
|
|
DON ABUNDIO |
Así al regidor
Peláez, |
|
a quien por antonomasia |
325 |
el vulgo llama
Tres-panes, |
|
nuncio fiel se lo diré. |
|
Pero ¿puedo gratularme |
|
con la plácida
esperanza |
|
de obtener, de mis afanes |
330 |
optado premio, el empleo |
|
de sacristán y
sochantre |
|
de esta población, que
vaca, |
|
es decir, que está
vacante |
|
por súbita
defunción |
335 |
de don Ciriaco
González? |
|
|
|
D. BALTASAR |
La plaza será de usted. |
|
En mi protección
descanse. |
|
|
|
DON ABUNDIO |
No tantas el turbio Reno, |
|
no tantas el ancho Ganges |
340 |
arenas cría, ni tantos |
|
cándidos sobre los
Alpes |
|
de frígida nieve copos |
|
el torvo Aquilón abate, |
|
como yo beatos días |
345 |
a usted le deseo.
¡Salve! |
|
|
|
Escena
VI
|
|
DON BALTASAR.
DON BERNARDO.
|
D. BERNARDO |
El hombre es original |
|
¿Se entiende aquí ese
lenguaje? |
|
|
|
D. BALTASAR |
No por cierto. Yo
estudié |
|
metafísica en Irache, |
350 |
y cuando habla, casi siempre |
|
me quedo en ayunas.
¡Sabe |
|
mucho el señor don
Abundio! |
|
|
|
—33→
|
D. BERNARDO |
Se conoce. |
El hombre grande
|
|
siempre se verá
abatido. |
355 |
Creyó poder sustentarse |
|
en Madrid con sus talentos. |
|
Escribió varios
romances, |
|
sainetes, discretos motes |
|
para damas y galanes, |
360 |
y ¿qué sé yo
cuántas cosas?; |
|
pero se moría de hambre |
|
el bueno de don Abundio, |
|
porque en este siglo infame |
|
dice que son muy contados |
365 |
los que quieren ilustrarse, |
|
y nada impreso se vende |
|
a excepción del
almanaque. |
|
Por fin, viéndose
aburrido |
|
el pobre, tomó el
portante, |
370 |
y, con recomendación |
|
de un influyente magnate, |
|
de dómine y fiel de
fechos |
|
aquí logró
acomodarse. |
|
|
|
D. BERNARDO |
¡Hola! ¡Grande
adquisición |
375 |
para el lugar! |
|
|
D. BALTASAR |
Admirable.
|
|
Él hace los villancicos |
|
cada año por Navidades. |
|
|
|
D. BERNARDO |
¡Oh! pues tenéis una
viña |
|
con él. |
¡Yo lo creo!
|
|
|
|
D. BALTASAR |
Está en su tocador:
|
|
voy a decirle que baje. |
|
|
|
D. BERNARDO |
No; no la incomodes. Ella |
|
bajará. Puedo
engañarme, |
|
pero me debe muy buen |
385 |
concepto. Son sus modales |
|
finos sin afectación... |
|
|
|
D. BALTASAR |
¡Si ha estado en Soria,
¿quién sabe |
|
cuánto tiempo? con su
tía |
|
la comisaria! |
|
|
D. BERNARDO |
Es amable;
|
390 |
¿no es verdad? y muy
modesta. |
|
|
|
D. BALTASAR |
¡Oh! y muy linda. Toda al
padre. |
|
|
|
D. BERNARDO |
Ya habrás pensado en
casarla. |
|
|
|
D. BALTASAR |
Y con ventajas muy grandes. |
|
|
|
|
D. BALTASAR |
El mozo es muy rico,
|
395 |
de esclarecido linaje, |
|
cristiano viejo... |
|
|
|
D. BALTASAR |
Hombre muy hábil
|
|
para la vihuela. |
|
|
|
D. BALTASAR |
No hay quien le gane
|
400 |
a tirar la barra. |
|
|
|
D. BALTASAR |
Un muchachón que no
cabe |
|
por esa puerta. |
|
|
|
D. BALTASAR |
¿Pues no ha de amarle?
|
|
Eso se supone, y luego... |
405 |
basta que yo se lo mande. |
|
Pero me están
esperando. |
|
Adiós, Bernardo. No
extrañes |
|
que te deje. Hoy es la fiesta |
|
del pueblo, y como yo falte, |
410 |
nada se hará con
concierto. |
|
Hay función de iglesia en
grande, |
|
y procesión, y
novillos, |
|
árbol de pólvora,
baile, |
|
rifas, gaita zamorana... |
415 |
Mandaré por ti al orate |
|
de don Abundio, y verás |
|
cómo te diviertes.
¡Carmen! |
|
¿No bajas? Vaya, hasta
luego. |
|
|
|
Escena
VIII
|
|
DON BERNARDO.
CARMEN.
|
CARMEN |
Buenos días,
|
|
tío Bernardo. |
|
|
D. BERNARDO |
Dios te guarde,
|
|
Carmencita. |
|
|
|
D. BERNARDO |
Sí, hermosa. ¿No
sales
|
430 |
tú a ver la fiesta? |
|
|
CARMEN |
Soy poco
|
|
amiga de semejantes |
|
funciones. Muy tempranito |
|
fui a misa, y prefiero estarme |
|
leyendo en casa. |
|
|
D. BERNARDO |
Mi hermano
|
435 |
me ha dicho que va a casarte |
|
muy pronto. |
|
|
|
D. BERNARDO |
Con un joven
|
|
poderoso, de la sangre |
|
azul, buen mozo... |
|
|
CARMEN |
Sí, es cierto;
|
|
padre quiere que me case... |
440 |
|
|
|
|
—34→
|
D. BERNARDO |
Teniendo ese talle,
|
|
y esa cara, y esos ojos, |
|
harto será que tú
trates |
|
de ser monja. |
|
|
CARMEN |
No por cierto,
|
445 |
porque al fin en todas partes |
|
se puede servir a Dios; |
|
pero... |
|
|
D. BERNARDO |
Te turbas, y casi
|
|
las lágrimas se te
saltan. |
|
Carmencita, no me
engañes. |
450 |
Yo no soy preocupado. |
|
No puedo aprobar que un padre |
|
por su capricho, o tal vez |
|
por el interés infame, |
|
a sus hijos tiranice. |
455 |
Tú eres la que ha de
casarse, |
|
y no mi hermano. Formar |
|
delante de los altares |
|
un nudo que sólo puede |
|
en la tumba desatarse, |
460 |
es negocio muy formal. |
|
|
|
CARMEN |
¡Ah! si mi padre pensase |
|
como usted... no me
vería... |
|
|
|
D. BERNARDO |
¿Conque es decir que ese
enlace |
|
repugna a tu corazón? |
465 |
|
|
CARMEN |
Preciso es que lo declare; |
|
seré muy desventurada |
|
si me obligan a casarme |
|
con ese hombre; pero debo, |
|
aunque con la vida pague, |
470 |
obedecer... |
|
|
D. BERNARDO |
Poco a poco.
|
|
Será lo que tase un
sastre. |
|
Estoy aquí yo, y
primero |
|
he de sufrir que me empalen. |
|
¡Pues no faltaba otra
cosa! |
475 |
|
|
CARMEN |
Mi padre es inexorable, |
|
y en vano... |
|
|
D. BERNARDO |
Nada me ocultes.
|
|
¿Hay en campaña otro
amante? |
|
|
|
|
D. BERNARDO |
No te dé
vergüenza.
|
|
¡Voto va a cribas! No
claves |
480 |
los ojos en tierra. |
|
|
CARMEN |
Pero...
|
|
¡qué empeño de
sofocarme! |
|
|
|
D. BERNARDO |
Un amor honesto y puro |
|
nada tiene de culpable |
|
si el objeto lo merece. |
485 |
Soy indulgente. Es muy
fácil |
|
que yo también me
enamore, |
|
que aún soy de recibo. El
martes |
|
cuarenta años
cumpliré. |
|
Si yo me confieso
frágil, |
490 |
¿cuánto más
deberá serlo |
|
una niña? |
|
|
CARMEN |
Tío, un ángel
|
|
aquí le ha traído a
usted |
|
para protegerme. A nadie |
|
sino a usted revelaría |
495 |
mi oculto amor, mis pesares. |
|
Un joven, no acaudalado |
|
en verdad, pero... |
|
|
D. BERNARDO |
No pases
|
|
adelante, que ya viene |
|
el preceptor a buscarme. |
500 |
Hablaremos más
despacio. |
|
|
|
Escena
X
|
|
CARMEN.
DON ABUNDIO.
|
DON ABUNDIO |
Mi sitibunda pasión, |
505 |
que al de Tántalo
equivale, |
|
si bien la juzgo, suplicio, |
|
bendice el grato mensaje |
|
que ofrecerte me procura |
|
mis humildes homenajes. |
510 |
Mis homenajes humildes; |
|
que no así la que de un
áspid, |
|
egipcia reina, fue presa; |
|
ni la que en redes de alambre |
|
el unípede Vulcano |
515 |
encerró cuando in
fragranti |
|
en los brazos de Mavorte, |
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estando la luna en Aries... |
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CARMEN |
Si no me habla usted más
claro, |
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excusado es que se canse. |
520 |
No entiendo esa
algarabía. |
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DON ABUNDIO |
Tienes cuarenta quintales |
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de razón. Una muchacha |
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con tal gracia y tal donaire |
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en su cara y en su cuerpo |
525 |
y con dos ojos capaces |
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de abrasar, no digo a
mí |
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que soy de hueso y de carne, |
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sino al mismo mar glacial, |
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no necesita quemarse |
530 |
las pestañas estudiando |
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la prosodia y la sintaxis. |
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Por tanto en vulgar estilo, |
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aunque las musas me
arañen, |
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digo que por ti me muero, |
535 |
y que ni el troyano Paris, |
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ni Pirro, ni Marco Antonio... |
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CARMEN |
Si usted pretende mofarse |
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de mí... |
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DON ABUNDIO |
¿Yo mofarme? Caigan
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sobre mí montes y mares |
540 |
si no es cierto... |
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—35→
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DON ABUNDIO |
¿Y no más?
¡Crudo desaire |
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que es mi sentencia de muerte! |
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¿Y es justo que me
desbanque |
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el imbécil don Esteban? |
545 |
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CARMEN |
Si en mi voluntad mandase, |
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lejos de ser su mujer... |
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DON ABUNDIO |
¿Qué escucho!
¡Oh Jove! Renace |
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mi agonizante esperanza. |
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¿Es cierto que ese
elefante, |
550 |
ese avestruz con patillas |
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no merece que le ames? |
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Siendo así, quizá
sucumba |
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al amor que me inspiraste |
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ese corazón de acero. |
555 |
¡Oh! ¡Plegue a Dios que
se ablande!, |
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desde el lapón conciso |
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hasta la eritrea Gades, |
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el más plácido y
feliz |
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seré yo de los
mortales. |
560 |
No consientas que al altar |
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ese mastuerzo te arrastre, |
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más como víctima
pingüe |
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que como consorte amante. |
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No tu alabastrina mano |
565 |
a la de un bruto se enlace. |
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Dígnate aceptar la
mía, |
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dígnate exaudir mis
ayes; |
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que si no puedo ofrecerte |
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riquezas y dignidades, |
570 |
mi sabiduría inmensa, |
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mi facundia inagotable, |
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si en obscura no la sume |
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tu desdén hórrida
cárcel, |
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de mi numen los prodigios, |
575 |
de mi vena los raudales... |
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¿Te ríes?
¡Fausto presagio! |
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Mírame, terrestre
arcángel, |
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estático y genuflexo... |
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DON ABUNDIO |
¡Oh! no te apartes.
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580 |
Permite que de tus manos |
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en las ebúrneas
falanges |
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del venerando himeneo |
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el ósculo tierno
estampe, |
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y mi delirio... |
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(La sigue de rodillas, y en esta actitud le sorprende
DON ESTEBAN, que entra sin
quitarse el sombrero, vestido como señorito de lugar, con
grandes patillas, y un cigarro en la boca.)
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Escena
XI
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CARMEN.
DON ABUNDIO. DON ESTEBAN.
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DON ESTEBAN |
¡Hola, hola!
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585 |
¡Estamos lucidos! Alce |
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usted de ahí, dómine
endeble, |
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si no quiere que le arrastre |
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por la sala. |
(Le levanta con violencia,
asiéndole del cuello.)
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DON ABUNDIO |
Poco a poco.
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No hay necesidad de ahogarme |
590 |
para eso. |
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DON ESTEBAN |
¿Sabe usted,
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fiel de fechos vergonzante, |
|
que yo mando aquí? |
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DON ESTEBAN |
¿Si querrá usted
disputarme |
|
la novia? ¿Qué
hacía usted |
595 |
arrodillado delante |
|
de ella? |
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DON ABUNDIO |
Soy flojo de nervios,
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|
y desde el año del
hambre |
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flaquean tanto mis piernas, |
|
que no pueden sustentarme |
600 |
muchas veces. Otros hay |
|
que de cogote se caen; |
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pero yo, es maravilloso, |
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siempre de rodillas. |
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DON ESTEBAN |
¡Diantre!
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Pues hágame usté el
favor |
605 |
de no sufrir ese achaque |
|
delante de mi futura, |
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o a palos sabré
curarle. |
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DON ESTEBAN |
¡Cuidado! Y usted,
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|
niña, con ninguno me
hable, |
610 |
o nos oirán los sordos. |
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CARMEN |
Ese imponente lenguaje |
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no le corresponde a usted. |
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Yo dependo de mi padre |
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solamente, y no acostumbro |
615 |
a sufrir que otro me mande. |
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DON ESTEBAN |
Usted va a ser mi mujer |
|
dentro de poco aunque rabie; |
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¿entiende usted?; y no
quiero |
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que tolere en adelante |
620 |
otro amor que el de su novio; |
|
no porque ese ruin abate, |
|
figura de friso antiguo, |
|
sea capaz de inquietarme. |
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DON ABUNDIO |
(¿Qué escucho!
¡Oh tempora!
¡oh mores! |
625 |
Quantum, in rebus inane!) |
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CARMEN |
Señor don Esteban,
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me es desconocido el arte |
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de fingir. Si Dios no quiere |
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que mis lágrimas
alcancen |
630 |
piedad de un padre cruel, |
|
podrá usted
vanagloriarse |
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de ser dueño de mi
mano... |
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CARMEN |
Pero, aunque me maten,
|
|
jamás de mi
corazón. |
635 |
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DON ESTEBAN |
Eh, todo eso nada vale. |
|
Usted me querrá, y tres
más. |
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Yo no soy de esos amantes |
|
débiles que, aunque de
injurias |
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—36→ |
y de desprecios los harten, |
640 |
adulan a sus queridas, |
|
las miman y las aplauden. |
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(Se pasea sin hacer caso de DON BERNARDO, que sale ya vestido y se
le queda mirando.)
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Escena
XII
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CARMEN.
DON ESTEBAN. DON ABUNDIO. DON BERNARDO.
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DON ESTEBAN |
Sí, ¡pues bonito soy
yo! |
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No hay en la provincia un
jaque |
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que tosa donde yo toso, |
645 |
¿y tengo de sujetarme |
|
al capricho de una
niña? |
|
Si otros maricas se abaten, |
|
¿qué importa? Yo soy
muy hombre; |
|
¡pues!; y tengo siete
pares |
650 |
de mulas en mi labranza; |
|
y se pierde en los anales |
|
mi nobleza; y tengo tres |
|
capellanías de sangre; |
|
y muchas prerrogativas; |
655 |
y... |
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D. BERNARDO |
(Aparte con CARMEN.)
|
¿Quién es ese
salvaje,
|
|
sobrina? |
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CARMEN |
¿Quién ha de
ser?
|
|
¡Mi novio! |
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DON ESTEBAN |
Y a centenares
|
|
tengo yo novias más
ricas |
|
y de más rancio linaje, |
660 |
y más hermosas
también |
|
que quisieran atraparme. |
|
Pero no se ha de decir |
|
que un hombre de mi talante |
|
ha llevado calabazas. |
665 |
Yo sostendré a todo
trance |
|
mi empeño; y me
casaré |
|
aunque se oponga mi madre, |
|
y usted, y todo el lugar; |
|
y... |
|
|
D. BERNARDO |
Eso no será tan
fácil
|
670 |
viviendo yo... |
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ESTEBAN |
(Sin oír a DON BERNARDO.)
|
Y ha de haber
|
|
la de Dios es Cristo si
alguien |
|
lo estorba. ¿Está
usted? Que yo |
|
de bien a bien soy un
ángel; |
|
pero de mal a mal no hay |
675 |
quien se me ponga delante. |
|
Soy hombre que tengo
puños, |
|
¡y pobre del que yo
agarre |
|
del pescuezo!... |
(Lo hace con DON ABUNDIO.)
|
|
|
DON ABUNDIO |
¡Ay! ¡ay! Sí;
basta
|
|
que usted lo diga. |
|
|
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DON ESTEBAN |
¡Voto a bríos!... Si
alguien se atreve |
|
a provocar mi coraje, |
|
tiemble... |
|
|
DON ABUNDIO |
¿Quién se ha de
atrever?
|
|
Todos aman su gaznate |
|
y... |
|
|
DON ESTEBAN |
Es mucha fuerza la
mía.
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685 |
|
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DON ABUNDIO |
¿Quién lo duda?
Formidable. |
|
Es usted un cananeo, |
|
es usté un abencerraje, |
|
un Hércules, un
Sansón, |
|
y no hay en los arenales |
690 |
del África un
dromedario |
|
que con usted se compare. |
|
Jamás... |
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DON ESTEBAN |
Dómine de viejo,
|
|
calle usted y no me enfade. |
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DON ABUNDIO |
¿Qué hace usted
aquí? |
Yo aguardo
|
695 |
al señor para llevarle |
|
a la fiesta del lugar |
|
de orden del señor
alcalde; |
|
pero si le estorbo a usted |
|
le iré a esperar a la
calle. |
700 |
|
|
D. BERNARDO |
No hay para qué. Ya nos
vamos. |
|
(Aparte con CARMEN.)
|
Tú sube a tu cuarto,
Carmen, |
|
que este novio es muy cerril. |
|
|
|
CARMEN |
Tío, no me desampare |
|
usted... |
|
|
D. BERNARDO |
Anda: no te apures.
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705 |
(Vase CARMEN.)
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Oiga usted, señor
alarbe, |
|
el de las catorce mulas, |
|
si no quiere granjearse |
|
el odio de mi sobrina, |
|
tenga mejores modales. |
710 |
Yo no soy hombre de
puños |
|
como usted dice, ni jaque, |
|
ni perdonavidas; pero |
|
tengo energía bastante |
|
para obligarle a guardar |
715 |
más respeto a estos
umbrales, |
|
o de lo contrario hacer |
|
que por la ventana salte. |
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