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A Madrid me vuelvo

Comedia en tres actos

Manuel Bretón de los Herreros



  —29→  

Representada por la primera vez en el teatro del Príncipe el día 25 de enero de 1828.

PERSONAJES
 

 
CARMEN.
DOÑA MATEA.
DON BERNARDO.
DON BALTASAR.
DON ESTEBAN.
DON FELIPE.
DON ABUNDIO.
EL TÍO LAMPREA.
Criados.
 

La escena es en un pueblo de la Sierra de Cameros, en una sala baja de la casa de DON BALTASAR, con muebles antiguos, dos puertas y una ventana que da a la calle.

 




ArribaAbajoActo I


Escena I

D. BALTASAR
El huésped no se ha vestido,
y se va haciendo muy tarde.

 (Mira el reloj.)  

Las siete. Estos cortesanos
son lo mismo que las aves
nocturnas. ¡Eh! no me admiro. 5
Después de un molesto viaje
por caminos tan perversos
y posadas tan fatales...

 (Mirando a la puerta del cuarto de DON BERNARDO.)  

¡Hola! ha abierto la ventana
sin esperar que le llamen. 10
Vamos, no es tan perezoso
como creía. Ya sale.


Escena II

 

DON BALTASAR. DON BERNARDO.

 
D. BERNARDO
Buenos días, Baltasar.
D. BALTASAR
Felices. ¿Qué tal el catre?
D. BERNARDO
He dormido bien.
D. BALTASAR
Me alegro.
15
¿Quieres tomar chocolate?
D. BERNARDO
No. Más bien almorzaría
otra cosa.
D. BALTASAR
Muy bien haces.
El chocolate no es más
que un despertador del hambre 20
y un lavatorio de tripas.
Este año que soy alcalde
he resuelto prohibirlo.

 (Llamando.) 

¡Tío Lamprea! Si te place
sentémonos: me dirás, 25
—30→
mientras de almorzar nos hacen,
qué poderosos motivos
a la montaña te traen
cuando menos te esperaba.
¡Lamprea! Como llegaste 30
tan cansado del camino,
y había gente delante,
y eran ya más de las nueve,
nada quise preguntarte.
Pero ese viejo maldito... 35
¡Lamprea!
LAMPREA

 (Dentro.) 

Ya voy.


Escena III

 

DON BERNARDO. DON BALTASAR. LAMPREA.

 
LAMPREA
¡Qué diantre!
¿Por qué grita usted?
D. BALTASAR
¿Por qué
das lugar a que te llame
tantas veces?
LAMPREA
Yo no salgo
de mi paso, usted lo sabe, 40
aunque ardiera el universo.
Soy viejo, y con alifafes,
y hace usted mal...
D. BALTASAR
¿Será cosa
de que ahora me regañes?
LAMPREA
Es que a mí no se me trata 45
como a cualquier badulaque...
¿Entiende usted?
D. BALTASAR
Basta ya.
LAMPREA
Cuidado que no hay aguante...
D. BALTASAR
Bien, hombre, tienes razón
ahora y siempre que me hables. 50
Di a Gervasia que nos fría
unas magras con tomate,
y llena un par de botellas
de aquella cuba...
LAMPREA
¿La grande?
D. BALTASAR
Sí, y despacha, que yo tengo 55
que salir.
LAMPREA
Voy al instante.


Escena IV

 

DON BERNARDO. DON BALTASAR.

 
D. BALTASAR
Estos criados antiguos
se toman mil libertades,
pero a un hombre que es tan fiel
algo ha de disimularse. 60
¿Conque establecerte piensas
en el lugar? ¡Qué bien haces!
D. BERNARDO
Sí, que ya estoy fastidiado
de la corte.
D. BALTASAR
Aquí los aires
son más sanos; las costumbres 65
más sencillas; aquí a nadie
se guarda contemplaciones
sino al cura y al alcalde;
aquí hay salud y apetito;
allá es un pobre petate 70
el mismo que aquí es feliz
con cuatro o cinco heredades.
D. BERNARDO
Algunos son desgraciados
porque segundones nacen:
yo, al contrario, debo dar 75
muchas gracias a mi madre
porque tuvo la humorada
de parirme un poco tarde.
Quedamos huérfanos. Tú
el mayorazgo heredaste, 80
y yo a la edad de quince años
tuve a bien emanciparme.
Atravesado en un mulo
a Madrid hice mi viaje;
me recibieron de hortera 85
en la casa que ya sabes;
me porté bien; me estimaron;
mis salarios y mi gajes
dejé al riesgo del comercio;
crece mi peculio, cae 90
enfermo mi principal...
¡El médico era hombre grande!
Le mató de puro sabio.
Se hicieron los funerales;
di en consolar a la viuda, 95
y ella, que era muy amable,
no tomaba a mal que yo
sus lágrimas enjugase.
Nos casamos; cerró el ojo
a las ocho navidades; 100
su heredero universal
me nombró, ¡Dios se lo pague!;
y me encontré millonario
yo que pocos años antes
no tenía sobre qué 105
caerme muerto. Al instante
el tráfico me aburrió
tan contrario a mi carácter.
No quise ver mi fortuna
expuesta a los huracanes, 110
los subsidios, las aduanas,
la guerra y el agiotaje;
y empleando mi caudal
en casas y en olivares,
que me dan muy buena renta 115
y cuestan pocos afanes;
joven todavía, alegre,
sin familia y sin achaques,
en las olas de la corte
bogó intrépida mi nave. 120
La felicidad buscaba
con ansia por todas partes.
No perdonaba conciertos,
tertulias, suntuosos bailes,
espectáculos, banquetes... 125
¡Baltasar! todo era en balde.
 

(El TÍO LAMPREA va trayendo lo necesario para el desayuno hasta dejar la mesa cubierta.)

 
—31→
En cambio de algún placer
frívolo y poco durable,
siempre estaba atormentado
de disgustos y pesares, 130
y en mi corazón sentía
un vacío perdurable.
Mis queridas todas eran
o coquetas o venales,
y entre cien aduladores 135
que me chupaban la sangre,
ni un solo amigo contaba
que por mí propio me amase.
¡Fuera de aquí! dije un día.
En las grandes capitales 140
buscar la dicha es error.
Hallarla será más fácil
en la pacífica aldea.
No en vano tanto la aplauden
los poetas, y mil pestes 145
nos dicen de las ciudades.
Tomé un coche de colleras
y emprendí alegre mi viaje
al lugar donde nací,
deseoso de abrazarte 150
y pasar contigo el resto
de esta vida miserable.
D. BALTASAR
Eres un héroe, Bernardo.
Deja que otra vez te abrace.
La corte es un laberinto, 155
es una casa de orates,
un infierno.
D. BERNARDO
¡Oh! sí, un infierno.
Si entramos en el examen
de los vicios infinitos
que la hacen abominable, 160
te aseguro...
LAMPREA
Cuando ustedes
quieran, pueden acercarse.

 (Vase.) 

D. BALTASAR
Vamos allá.
 

(Se sientan a la mesa.)

 
Te haré plato.
D. BERNARDO
Yo me le haré; no te canses.
D. BALTASAR
Como quieras. Al principio 165
es muy natural que extrañes
el lugar. Aquí no tienes
aquellas comodidades
de la corte. Los paseos...
D. BERNARDO
¿Paseos? ¡Qué disparate! 170
no se pasea en Madrid
aunque el médico lo mande;
se rabia. Fuera de puertas,
ya que nada de agradable
ni de ameno tiene el campo, 175
al menos es puro el aire;
pero desdeña el buen tono
lo que alegra a los gañanes.
¡Cuánto mejor es el Prado!
Allí se lucen los trajes, 180
allí se arman las intrigas,
y se disponen los bailes,
se corteja a las muchachas,
se hace burla de las madres,
se critica a los de atrás, 185
se pisa a los de delante.
Ya te llama la atención
aquel delicado talle,
donde la naturaleza
gime víctima del arte; 190
ya el cabello de Belisa...,
que se lo debe a un cadáver;
ya la blancura de Anarda
que encarece el albayalde.
¿Quién se apea de aquel coche? 195
la marquesa del Ensanche,
que antes de ayer fue modista.
¿Quién es aquel botarate
que tararea entre dientes
un aria de Mercadante, 200
y va saludando a todos
aunque no conoce a nadie?
Es el hijo de un fondista
que vino aquí desde Flandes,
y dando gato por liebre 205
llegó a hacerse un personaje.
¡Qué Babilonia! ¡qué polvo!
¡Qué divertido contraste
hacen aquellos galones
y aquel lacónico fraque 210
con los andrajos hediondos
de aquel intonso pillastre
que va vendiendo candela!
Y el ruido de los carruajes,
el guirigay de la gente, 215
aquel continuo rozarse,
y al lado de Apolo, ¡el numen,
el creador de las artes!
aquel batallón de sillas
tan prosaicas, tan infames... 220
¡Uf! quita allá. De pensarlo
me están temblando las carnes.
D. BALTASAR
Pero las buenas tertulias
ese fastidio resarcen;
y en Madrid...
D. BERNARDO
Reniego de ellas.
225
Algunas hay regulares,
pero la etiqueta, el tono
las hacen insoportables.
En otras mandan en jefe
mozalbetes petulantes, 230
y el que no gasta corsé
y, aunque fino en sus modales,
no baila cuando saluda,
ni pone en boga a su sastre,
en un rincón bostezando 235
hace un papel despreciable.
En otras de dos en dos
se acomodan los amantes,
recreando sus oídos
con recíprocos dislates, 240
y el pobre número impar
espera a que haya vacante
jugando a la perejila
con las feas y las madres.
Por último, en todas ellas 245
el que no baila es un cafre,
el que no canta, un caribe,
el que no juega, insociable;
—32→
el hombre formal se aburre,
y los tontos... se distraen. 250
D. BALTASAR
Por fortuna allí hay teatros,
y, por no mortificarte,
muchas noches...
D. BERNARDO
No he perdido
función; pero en todas partes
me han perseguido los necios. 255
Gastaba mis doce reales,
y pico, con el objeto
de instruirme y recrearme;
pero en vano muchas veces.
Ahora un lampiño elegante 260
flecha el anteojo en un palco
y me pisa al perfilarse.
Poco después, y en la escena
tal vez más interesante,
llora en la cazuela un niño. 265
No bien se logra que calle,
dos títeres, que me puso
mi mala estrella delante,
a media voz deletrean
la traducción en romance 270
de una ópera italiana;
y después que ni una frase
de la comedia han oído,
dicen que es abominable.
Nunca me falta un moscón 275
que con preguntas me balde.
¿Qué función hay en la Cruz?
¿Qué sueldo tiene Vaccáni?
¿Cuáles son los privilegios
de las damas y galanes? 280
¿Qué sainete hacen? ¿Vio usted
hacer el Otelo a Máiquez?
Otro, incomodando a todos,
y sólo porque reparen
en él, viene a su luneta 285
poco antes del desenlace;
y si silban los de al lado,
silba; si aplauden, aplaude.
Otro... Vamos, no hay paciencia.
Concluyo con afirmarte 290
que el hombre recto y juicioso
en la corte vive mártir.
 

(Se levantan.)

 
D. BALTASAR
Bien dices. Aquí estás libre
de esas incomodidades.
No hay paseos, ni teatro, 295
ni óperas buffas, ni bailes,
ni tertulias...
D. BERNARDO
¿Cómo es eso?
Pues las noches perdurables
del invierno ¿en qué se pasan?
La población no es muy grande, 300
pero siempre habrá a lo menos
diez familias principales
que podrían reunirse...
D. BALTASAR
Ya se ve; si no mediasen
pleitos, chismes, etiquetas... 305
No hay dos casas que se traten,
mas ¿qué importa? Cada uno
en la suya, y Dios...
D. BERNARDO
No obstante,
la sociedad...
D. BALTASAR
Esa fruta
no se come en los lugares; 310
pero no faltan placeres
que suplan...


Escena V

 

DON BERNARDO. DON BALTASAR. DON ABUNDIO.

 
DON ABUNDIO
Ínclito alcalde,
dilectísimo Mecenas
de este respetuoso vate,
buenos días. En las casas 315
que llaman consistoriales
el senado reunido,
permítaseme esta frase,
espera a su presidente.
D. BERNARDO
(¡Calla! ¿También hay pedantes 320
en la Sierra?)
DON ABUNDIO
Yo, no digno
secretario...
D. BALTASAR
Que se aguarden
un momento. Pronto voy.
DON ABUNDIO
Así al regidor Peláez,
a quien por antonomasia 325
el vulgo llama Tres-panes,
nuncio fiel se lo diré.
Pero ¿puedo gratularme
con la plácida esperanza
de obtener, de mis afanes 330
optado premio, el empleo
de sacristán y sochantre
de esta población, que vaca,
es decir, que está vacante
por súbita defunción 335
de don Ciriaco González?
D. BALTASAR
La plaza será de usted.
En mi protección descanse.
DON ABUNDIO
No tantas el turbio Reno,
no tantas el ancho Ganges 340
arenas cría, ni tantos
cándidos sobre los Alpes
de frígida nieve copos
el torvo Aquilón abate,
como yo beatos días 345
a usted le deseo. ¡Salve!


Escena VI

 

DON BALTASAR. DON BERNARDO.

 
D. BERNARDO
El hombre es original
¿Se entiende aquí ese lenguaje?
D. BALTASAR
No por cierto. Yo estudié
metafísica en Irache, 350
y cuando habla, casi siempre
me quedo en ayunas. ¡Sabe
mucho el señor don Abundio!
  —33→  
D. BERNARDO
Se conoce.
El hombre grande
siempre se verá abatido. 355
Creyó poder sustentarse
en Madrid con sus talentos.
Escribió varios romances,
sainetes, discretos motes
para damas y galanes, 360
y ¿qué sé yo cuántas cosas?;
pero se moría de hambre
el bueno de don Abundio,
porque en este siglo infame
dice que son muy contados 365
los que quieren ilustrarse,
y nada impreso se vende
a excepción del almanaque.
Por fin, viéndose aburrido
el pobre, tomó el portante, 370
y, con recomendación
de un influyente magnate,
de dómine y fiel de fechos
aquí logró acomodarse.
D. BERNARDO
¡Hola! ¡Grande adquisición 375
para el lugar!
D. BALTASAR
Admirable.
Él hace los villancicos
cada año por Navidades.
D. BERNARDO
¡Oh! pues tenéis una viña
con él.
¡Yo lo creo!
D. BERNARDO
¿Y Carmen,
380
tu hija?
D. BALTASAR
Está en su tocador:
voy a decirle que baje.
D. BERNARDO
No; no la incomodes. Ella
bajará. Puedo engañarme,
pero me debe muy buen 385
concepto. Son sus modales
finos sin afectación...
D. BALTASAR
¡Si ha estado en Soria, ¿quién sabe
cuánto tiempo? con su tía
la comisaria!
D. BERNARDO
Es amable;
390
¿no es verdad? y muy modesta.
D. BALTASAR
¡Oh! y muy linda. Toda al padre.
D. BERNARDO
Ya habrás pensado en casarla.
D. BALTASAR
Y con ventajas muy grandes.
D. BERNARDO
Me alegro.
D. BALTASAR
El mozo es muy rico,
395
de esclarecido linaje,
cristiano viejo...
D. BERNARDO
Muy bien.
¿Y Carmen...
D. BALTASAR
Hombre muy hábil
para la vihuela.
D. BERNARDO
Siendo
a gusto...
D. BALTASAR
No hay quien le gane
400
a tirar la barra.
D. BERNARDO
¿Y ella...
D. BALTASAR
Un muchachón que no cabe
por esa puerta.
D. BERNARDO
La chica
le amará...
D. BALTASAR
¿Pues no ha de amarle?
Eso se supone, y luego... 405
basta que yo se lo mande.
Pero me están esperando.
Adiós, Bernardo. No extrañes
que te deje. Hoy es la fiesta
del pueblo, y como yo falte, 410
nada se hará con concierto.
Hay función de iglesia en grande,
y procesión, y novillos,
árbol de pólvora, baile,
rifas, gaita zamorana... 415
Mandaré por ti al orate
de don Abundio, y verás
cómo te diviertes. ¡Carmen!
¿No bajas? Vaya, hasta luego.


Escena VII

 

DON BERNARDO.

 
D. BERNARDO
    Mucho voy a fastidiarme 420
en un pueblo donde no hay
sociedad... Pero ¿es tan grave
esta falta que no pueda
de mil modos compensarse?
Sobre todo, aquí habrá paz, 425
y sin intrigas ni fraudes
como en Madrid...


Escena VIII

 

DON BERNARDO. CARMEN.

 
CARMEN
Buenos días,
tío Bernardo.
D. BERNARDO
Dios te guarde,
Carmencita.
CARMEN
¿Ha descansado
usted?
D. BERNARDO
Sí, hermosa. ¿No sales
430
tú a ver la fiesta?
CARMEN
Soy poco
amiga de semejantes
funciones. Muy tempranito
fui a misa, y prefiero estarme
leyendo en casa.
D. BERNARDO
Mi hermano
435
me ha dicho que va a casarte
muy pronto.
CARMEN
(¡Ay Dios!)
D. BERNARDO
Con un joven
poderoso, de la sangre
azul, buen mozo...
CARMEN
Sí, es cierto;
padre quiere que me case... 440
D. BERNARDO
Y a ti no te pesará.
CARMEN
A mí...
  —34→  
D. BERNARDO
Teniendo ese talle,
y esa cara, y esos ojos,
harto será que tú trates
de ser monja.
CARMEN
No por cierto,
445
porque al fin en todas partes
se puede servir a Dios;
pero...
D. BERNARDO
Te turbas, y casi
las lágrimas se te saltan.
Carmencita, no me engañes. 450
Yo no soy preocupado.
No puedo aprobar que un padre
por su capricho, o tal vez
por el interés infame,
a sus hijos tiranice. 455
Tú eres la que ha de casarse,
y no mi hermano. Formar
delante de los altares
un nudo que sólo puede
en la tumba desatarse, 460
es negocio muy formal.
CARMEN
¡Ah! si mi padre pensase
como usted... no me vería...
D. BERNARDO
¿Conque es decir que ese enlace
repugna a tu corazón? 465
CARMEN
Preciso es que lo declare;
seré muy desventurada
si me obligan a casarme
con ese hombre; pero debo,
aunque con la vida pague, 470
obedecer...
D. BERNARDO
Poco a poco.
Será lo que tase un sastre.
Estoy aquí yo, y primero
he de sufrir que me empalen.
¡Pues no faltaba otra cosa! 475
CARMEN
Mi padre es inexorable,
y en vano...
D. BERNARDO
Nada me ocultes.
¿Hay en campaña otro amante?
CARMEN
¡Señor...!
D. BERNARDO
No te dé vergüenza.
¡Voto va a cribas! No claves 480
los ojos en tierra.
CARMEN
Pero...
¡qué empeño de sofocarme!
D. BERNARDO
Un amor honesto y puro
nada tiene de culpable
si el objeto lo merece. 485
Soy indulgente. Es muy fácil
que yo también me enamore,
que aún soy de recibo. El martes
cuarenta años cumpliré.
Si yo me confieso frágil, 490
¿cuánto más deberá serlo
una niña?
CARMEN
Tío, un ángel
aquí le ha traído a usted
para protegerme. A nadie
sino a usted revelaría 495
mi oculto amor, mis pesares.
Un joven, no acaudalado
en verdad, pero...
D. BERNARDO
No pases
adelante, que ya viene
el preceptor a buscarme. 500
Hablaremos más despacio.


Escena IX

 

CARMEN. DON BERNARDO. DON ABUNDIO.

 
DON ABUNDIO
Me envían los concejales...
D. BERNARDO
Ya sé. Me voy a vestir.
Soy con usted al instante.

 (Entra en su cuarto.) 



Escena X

 

CARMEN. DON ABUNDIO.

 
DON ABUNDIO
Mi sitibunda pasión, 505
que al de Tántalo equivale,
si bien la juzgo, suplicio,
bendice el grato mensaje
que ofrecerte me procura
mis humildes homenajes. 510
Mis homenajes humildes;
que no así la que de un áspid,
egipcia reina, fue presa;
ni la que en redes de alambre
el unípede Vulcano 515
encerró cuando in fragranti
en los brazos de Mavorte,
estando la luna en Aries...
CARMEN
Si no me habla usted más claro,
excusado es que se canse. 520
No entiendo esa algarabía.
DON ABUNDIO
Tienes cuarenta quintales
de razón. Una muchacha
con tal gracia y tal donaire
en su cara y en su cuerpo 525
y con dos ojos capaces
de abrasar, no digo a mí
que soy de hueso y de carne,
sino al mismo mar glacial,
no necesita quemarse 530
las pestañas estudiando
la prosodia y la sintaxis.
Por tanto en vulgar estilo,
aunque las musas me arañen,
digo que por ti me muero, 535
y que ni el troyano Paris,
ni Pirro, ni Marco Antonio...
CARMEN
Si usted pretende mofarse
de mí...
DON ABUNDIO
¿Yo mofarme? Caigan
sobre mí montes y mares 540
si no es cierto...
  —35→  
CARMEN
Bien; lo estimo.
DON ABUNDIO
¿Y no más? ¡Crudo desaire
que es mi sentencia de muerte!
¿Y es justo que me desbanque
el imbécil don Esteban? 545
CARMEN
Si en mi voluntad mandase,
lejos de ser su mujer...
DON ABUNDIO
¿Qué escucho! ¡Oh Jove! Renace
mi agonizante esperanza.
¿Es cierto que ese elefante, 550
ese avestruz con patillas
no merece que le ames?
Siendo así, quizá sucumba
al amor que me inspiraste
ese corazón de acero. 555
¡Oh! ¡Plegue a Dios que se ablande!,
desde el lapón conciso
hasta la eritrea Gades,
el más plácido y feliz
seré yo de los mortales. 560
No consientas que al altar
ese mastuerzo te arrastre,
más como víctima pingüe
que como consorte amante.
No tu alabastrina mano 565
a la de un bruto se enlace.
Dígnate aceptar la mía,
dígnate exaudir mis ayes;
que si no puedo ofrecerte
riquezas y dignidades, 570
mi sabiduría inmensa,
mi facundia inagotable,
si en obscura no la sume
tu desdén hórrida cárcel,
de mi numen los prodigios, 575
de mi vena los raudales...
¿Te ríes? ¡Fausto presagio!
Mírame, terrestre arcángel,
estático y genuflexo...
CARMEN
¿Qué hace usted?
DON ABUNDIO
¡Oh! no te apartes.
580
Permite que de tus manos
en las ebúrneas falanges
del venerando himeneo
el ósculo tierno estampe,
y mi delirio...
 

(La sigue de rodillas, y en esta actitud le sorprende DON ESTEBAN, que entra sin quitarse el sombrero, vestido como señorito de lugar, con grandes patillas, y un cigarro en la boca.)

 


Escena XI

 

CARMEN. DON ABUNDIO. DON ESTEBAN.

 
DON ESTEBAN
¡Hola, hola!
585
¡Estamos lucidos! Alce
usted de ahí, dómine endeble,
si no quiere que le arrastre
por la sala.

 (Le levanta con violencia, asiéndole del cuello.) 

DON ABUNDIO
Poco a poco.
No hay necesidad de ahogarme 590
para eso.
DON ESTEBAN
¿Sabe usted,
fiel de fechos vergonzante,
que yo mando aquí?
DON ABUNDIO
¿Quién duda...?
DON ESTEBAN
¿Si querrá usted disputarme
la novia? ¿Qué hacía usted 595
arrodillado delante
de ella?
DON ABUNDIO
Soy flojo de nervios,
y desde el año del hambre
flaquean tanto mis piernas,
que no pueden sustentarme 600
muchas veces. Otros hay
que de cogote se caen;
pero yo, es maravilloso,
siempre de rodillas.
DON ESTEBAN
¡Diantre!
Pues hágame usté el favor 605
de no sufrir ese achaque
delante de mi futura,
o a palos sabré curarle.
DON ABUNDIO
Gracias.
DON ESTEBAN
¡Cuidado! Y usted,
niña, con ninguno me hable, 610
o nos oirán los sordos.
CARMEN
Ese imponente lenguaje
no le corresponde a usted.
Yo dependo de mi padre
solamente, y no acostumbro 615
a sufrir que otro me mande.
DON ESTEBAN
Usted va a ser mi mujer
dentro de poco aunque rabie;
¿entiende usted?; y no quiero
que tolere en adelante 620
otro amor que el de su novio;
no porque ese ruin abate,
figura de friso antiguo,
sea capaz de inquietarme.
DON ABUNDIO
(¿Qué escucho! ¡Oh tempora! ¡oh mores! 625
Quantum, in rebus inane!)
DON ESTEBAN
Pero...
CARMEN
Señor don Esteban,
me es desconocido el arte
de fingir. Si Dios no quiere
que mis lágrimas alcancen 630
piedad de un padre cruel,
podrá usted vanagloriarse
de ser dueño de mi mano...
DON ESTEBAN
¡Oh! sí.
CARMEN
Pero, aunque me maten,
jamás de mi corazón. 635
DON ESTEBAN
Eh, todo eso nada vale.
Usted me querrá, y tres más.
Yo no soy de esos amantes
débiles que, aunque de injurias
—36→
y de desprecios los harten, 640
adulan a sus queridas,
las miman y las aplauden.
 

(Se pasea sin hacer caso de DON BERNARDO, que sale ya vestido y se le queda mirando.)

 


Escena XII

 

CARMEN. DON ESTEBAN. DON ABUNDIO. DON BERNARDO.

 
DON ESTEBAN
Sí, ¡pues bonito soy yo!
No hay en la provincia un jaque
que tosa donde yo toso, 645
¿y tengo de sujetarme
al capricho de una niña?
Si otros maricas se abaten,
¿qué importa? Yo soy muy hombre;
¡pues!; y tengo siete pares 650
de mulas en mi labranza;
y se pierde en los anales
mi nobleza; y tengo tres
capellanías de sangre;
y muchas prerrogativas; 655
y...
D. BERNARDO

  (Aparte con CARMEN.)  

¿Quién es ese salvaje,
sobrina?
CARMEN
¿Quién ha de ser?
¡Mi novio!
DON ESTEBAN
Y a centenares
tengo yo novias más ricas
y de más rancio linaje, 660
y más hermosas también
que quisieran atraparme.
Pero no se ha de decir
que un hombre de mi talante
ha llevado calabazas. 665
Yo sostendré a todo trance
mi empeño; y me casaré
aunque se oponga mi madre,
y usted, y todo el lugar;
y...
D. BERNARDO
Eso no será tan fácil
670
viviendo yo...
ESTEBAN

  (Sin oír a DON BERNARDO.)  

Y ha de haber
la de Dios es Cristo si alguien
lo estorba. ¿Está usted? Que yo
de bien a bien soy un ángel;
pero de mal a mal no hay 675
quien se me ponga delante.
Soy hombre que tengo puños,
¡y pobre del que yo agarre
del pescuezo!...

  (Lo hace con DON ABUNDIO.)  

DON ABUNDIO
¡Ay! ¡ay! Sí; basta
que usted lo diga.
D. BERNARDO
(¡Es un cafre!)
680
DON ESTEBAN
¡Voto a bríos!... Si alguien se atreve
a provocar mi coraje,
tiemble...
DON ABUNDIO
¿Quién se ha de atrever?
Todos aman su gaznate
y...
DON ESTEBAN
Es mucha fuerza la mía.
685
DON ABUNDIO
¿Quién lo duda? Formidable.
Es usted un cananeo,
es usté un abencerraje,
un Hércules, un Sansón,
y no hay en los arenales 690
del África un dromedario
que con usted se compare.
Jamás...
DON ESTEBAN
Dómine de viejo,
calle usted y no me enfade.
DON ABUNDIO
¿Qué hace usted aquí?
Yo aguardo
695
al señor para llevarle
a la fiesta del lugar
de orden del señor alcalde;
pero si le estorbo a usted
le iré a esperar a la calle. 700
D. BERNARDO
No hay para qué. Ya nos vamos.

 (Aparte con CARMEN.)  

Tú sube a tu cuarto, Carmen,
que este novio es muy cerril.
CARMEN
Tío, no me desampare
usted...
D. BERNARDO
Anda: no te apures.
705

  (Vase CARMEN.)  

Oiga usted, señor alarbe,
el de las catorce mulas,
si no quiere granjearse
el odio de mi sobrina,
tenga mejores modales. 710
Yo no soy hombre de puños
como usted dice, ni jaque,
ni perdonavidas; pero
tengo energía bastante
para obligarle a guardar 715
más respeto a estos umbrales,
o de lo contrario hacer
que por la ventana salte.


Escena XIII

 

DON ESTEBAN.

 
    ¿Cómo es eso? ¡Oiga usted...! ¡Vaya
una cara de vinagre! 720
¡Oh! y yo le veo resuelto...
A fe de Esteban Oñate
que me ha cortado el tal tío.
Yo no soy ningún cobarde,
pero, como no estoy hecho 725
a que me hable gordo nadie,
—37→
confieso... Eh, nada me importa
que murmure y amenace.
Don Baltasar me ha elegido
por yerno; soy el tu autem 730
del pueblo; él es temerario,
y le soplará en la cárcel
si estorbar quiere la boda;
y si acaso no lo hace
por ser un hermano suyo, 735
nada me será más fácil
que encomendar mi venganza
a cuatro o cinco jayanes
que le derrienguen a palos
al revolver una calle. 740



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