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ArribaAbajoIX. México232

Para nuestra historia antigua, el Departamento y sobre todo el valle de México, presentan el mayor interés. Era el centro de la civilización azteca; las mejores y más grandes poblaciones estaban asentadas en su superficie; las capitales de las principales monarquías se alzaban en él, y en él tuvieron lugar los maravillosos hechos de la conquista. La tarea que nos hemos impuesto es la de fijar la geografía de las lenguas; mas como también hemos aprovechado las oportunidades que se nos han presentado para decir acerca de nuestra geografía antigua lo que nos parece nuevo o poco sabido, no creemos que se nos llevará a mal el que, sin tratar de espacio el asunto, ni agotar lo cual se pudiera, entremos en algunas consideraciones que no son nuestro juicio despreciables.

En el Valle comenzaban, por decirlo así, el imperio de México y los reinos de Acolhuacan y de Tlacopan. Este último era el más pequeño; su jurisdicción se extendía al Oeste, perteneciéndole algunos pueblos otomíes y la tribu de los mazahuas. Tlacopan fue su capital, ciudad importante y populosa, hoy pueblo pequeño conocido con el nombre de Tacuba, y que no presenta otros vestigios de su antiguo esplendor, sino las ruinas de la pirámide que sustentó su gran templo en la plaza principal: por desdicha, actualmente, a pretexto de hacer excavaciones, se destrozan y convierten en adobes esas reliquias preciosas.

El reino de Acolhuacan era el segundo en poderío: su capital era Tetzcoco, a la orilla del lago de su nombre. Pequeña hoy y sin material interés,   —241→   en lo antiguo fue rival de México y la segunda población de las del Valle. Juan B. Pomar, escritor indígena, entra en largos pormenores describiéndola: nosotros tomaremos lo relativo a su templo mayor, como muestra del esplendor a que había llegado233. «El templo principal de estos ídolos, Huitzilopuchtli y Tlaloc, dice, estaba edificado en medio de la ciudad, cuadrado y macizo como terraplén, de barro y piedra, y solamente las haces de cal y canto. Tenía en cada cuadro ochenta brazas largas, y de alto veinte y siete; tenía ciento y sesenta escalones a la parte del Poniente por donde a él se subía. Comenzaba su edificio desde sus cimientos, de tal forma que como iba subiendo se iba disminuyendo y estrechando de todas partes en forma piramidal, y de trecho a trecho hacia un descanso como poyo alrededor de todo él, como camino de un estado en medio de las gradas que subía de abajo a arriba hasta la cumbre, que era como división para hacer dos subidas, que entrambas iban a parar a un patio, que en lo más alto de él se hacía, en donde había dos aposentos grandes, el uno mayor que el otro: en el mayor que estaba en la parte del Sur estaba el ídolo Huitzilopuchtli, y en el otro que era el menor el ídolo Tlaloc, que ellos y los aposentos miraban a la parte del Poniente, y por delante el patio que se ha dicho, prolongado de Norte a Sur, y muy llano y lucido, y tan capaz que cabían en él sin pesadumbre quinientos hombres, y al un lado de él, hacia la puerta del aposento mayor de Huitzilopuchtli, una piedra levantada de una vara en alto, con lo alto de ella al talle de un cofre tumbado, que nombraban techcatl, donde sacrificaban los indios. Estos ídolos estaban sentados... Tenía cada aposento de estos tres sobrados, que se mandaban por de dentro de uno en otro con una escalera de madera movediza, teníanlos llenos de munición de todo género de armas, especialmente de macanas, rodelas, arcos y flechas, lanzas y guijarros, y todo género de bastimento y arreos de guerra. El cú de Tezcatlipoca, ídolo principal, estaba en el barrio de Huiznahuac, mucho más pequeño, pero de la misma hechura, salvo que no tenía división en las gradas.»

Siguiendo con la autoridad de Pomar, diremos que a una legua al Este de la ciudad hay un pequeño cerro, al que en lengua chichimeca le llamaron Tetzcotl; los culhuaques al fundar allí corrompieron el vocablo, dijeron Tetzcoco, y al cerro Tetzcotzin. Tetzcoco quedó asentado en el llano, entre el lago y la Sierra, apellidándose la comarca Acolhuacatlali, «que quiere decir, tierra y provincia de los hombres hombrudos:» la sierra era la de Tlaloc, y en la montaña más alta, nombrada también Tlaloc, estaba el templo de este dios de las lluvias y de los temporales.

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Los culhuaques dijeron al reino, de Acolhuacan, «que es tanto como decir, tierra y provincia de los hombres hombrudos, y por la misma razón al lenguaje que generalmente en toda esta provincia hablan, llamaron Acolhuatlatoli

La extensión del reino era, «desde el mar del Norte a la del Sur, con todo lo que se comprende a la banda del Poniente hasta el puerto de la Vera cruz, salvo la ciudad de Tlachcala y Huexotzinco.» Juan B. Pomar fija los límites del reino con toda la exageración que puede infundir el orgullo de raza. Por nuestra parte, hemos leído con cuidado las relaciones que a la monarquía corresponden, y hemos estudiado en el plano los lugares a que se refieren, y ni de las unas ni de los otros llegamos a sacar jamás que los reyes de Aculhuacan mandaran sobre las tribus avecindadas en la costa del Pacífico, no ya a la misma altura de México, sino aun a menores latitudes. Los emperadores chichimecas se daban el título de señores de la tierra; pero fuera de cierta extensión, el tal título era tan pretencioso como vano, pues su poderío era nominal en algunos lugares, y totalmente desconocido en los demás.

Para que formemos un juicio más aproximado a la verdad, vamos a copiar la nómina de las poblaciones sujetas a Tetzcoco en los tiempos de Nezahualcoyotl y de Nezahualpitzintli, tomada de un antiguo manuscrito mexicano: la tradujo del original el señor don José Fernando Ramírez, y a su verdadera amistad debo el ejemplar de donde tomamos lo siguiente:

«Las cabeceras que pertenecían al reino de Tetzcoco eran:

  • Huexotlan
  • Coatl-ichan
  • Chimalhuacan
  • Otompa
  • Teotihuacan
  • Tepetlaostoc
  • Cuauhchimanco
  • Acolman
  • Tepechpan
  • Tezoyocan Tetzcoco
  • Chiauhtlan
  • Chiuhnauhtlan
  • Tollantzinco
  • Xicotepec
  • Pantlan.

Pueblos que solo iban a servir a Tetzcoco:

  • Coatepec
  • Ixtlapalocan
  • Papalotlan
  • Xaltocan
  • Ahuatepec
  • Oztoticpac
  • Axapochco
  • Aztaquemecan
  • Tizayocan
  • Tlallanapan
  • Tepepolco
  • Coyohuac
  • —243→
  • Ototlatlauhyan
  • Achichilacachyocan
  • Tetliztacan
  • Tliltzapoapan
  • Tecpanmolanco
  • Tenchol
  • Xococapan
  • Tamazollan
  • Teoccuauhtla
  • Chamollan
  • Chicontepec
  • Teonochtlan
  • Teccizapan
  • Xocotitlan
  • Xochimilco
  • Ahuatlan
  • Cozcatecotlan
  • Ayacachtepec
  • Tecatlan
  • Xicallanco
  • Patzoquitlan
  • Cauchicol
  • Tonallan
  • Temoac
  • Cozoquentla
  • Tlapalichcatlan
  • Cihuatlan
  • Tlacotepec
  • Tziuhcoac
  • Macuextlan.»


Hasta aquí el manuscrito. Para confrontarlo y corregirlo, consultaremos otra nómina, que casi tiene un carácter oficial, supuesto que está tomada de una representación dirigida al rey por don Hernando Pimentel Nezahualcoyotl (hijo de Coanacotzin y nieto de Nezahualpilli), quien debía estar bien informado de cuanto había pertenecido a sus antecesores.

El segundo manuscrito dice así

«... Y para que a Vuestra majestad le conste que era la provincia de Tezcuco al tiempo que el dicho vuestro capitán (Hernán Cortés) vino a esta nueva españa estaban debajo del dominio y señorío del dicho mi tío (Cacamatzin) y de la ciudad de Tezcuco los pueblos y provincias siguientes:

  • Otumba (Otompan) con su subjeto que está en vustra real corona
  • Tepeapulco con su subjeto &.
  • Ahuatepec
  • Açapuchco
  • Cuauhtlantzinco
  • Coatepec
  • Tzinquilucan
  • Iztapaluca
  • Tepetlaoztoc.

Todos los sobredichos pueblos estaban señalados y dedicados para el servicio de la casa de dicho señor.

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Los pueblos que mis pasados ganaron por guerra donde tenían renteros y tierras son los siguientes:

  • Tulancingo (Tulantzinco)
  • Acoac
  • Tuchpa
  • Tlatlauhtepec
  • Tuchtepec
  • Tlalcotzauhtitlan
  • En Chalco, cierta parte del que está en vuestra real corona
  • En Cuauhnahuac, cierta parte del que es del marqués del Valle
  • Toluca, cierta parte del que está encomendado al marqués del Valle.

Los pueblos donde tenían caballerías ganadas por sus personas:

  • En Azcaputzalco
  • En Tacuba
  • En Tultitlan
  • En Cuauhtitlan
  • En Ecatepec
  • En Huacalco
  • En Tepocotlan
  • En Cuauhtlapa
  • En Cuyuacan
  • En Suchimilco (Xochimilco)
  • En Aticpac
  • En Chicoloapa.

Los pueblos que partían los tributos entre México y Tescuco y Tacuba son los siguientes:

  • Coayxtlavuacan (Coaixtlahuacan)
  • Cuauhtuchco
  • Cotlaxtlan (Cuetlaxtan)
  • Avliçapan (Ahuilitzapan)
  • Tepeaca.

Los pueblos que eran comarcanos a la dicha ciudad de Tescuco subjetos que tributaban a la dicha ciudad son los siguientes:

  • Huexutla
  • Coatlichan
  • Chimalhuacan
  • Aculma
  • Tepechpa
  • Chiconauhtla
  • Teçayuca
  • Tlalanapan
  • Papalotlan
  • Cempoallan
  • Oztoticpac
  • Teutivuacan (Teotihuacan)
  • Xicotepec
  • Pahuatlan
  • Tlaculultepec
  • Papaloticpac.

Todos estos dichos pueblos arriba contenidos solían ser subjetos de esta dicha ciudad de Tescuco y tenían en ella sus casas y tributaban y obedecían al señor de Tescuco y no a otro alguno y como vino vuestro capitán don Hernando Cortés nos quitó y desposeyó de todos los dichos pueblos y nos   —245→   dejó tan solamente la cabecera que es la ciudad de Tescuco con cuatro sujetos que se llaman Vuejutla (Huexotla), Coatlichan, Chiauhtla, Teçayuca y no más &.»

234


Hasta aquí el segundo manuscrito, y añadiremos para completar nuestro intento, que en la relación correspondiente a Senpuhuala (Cempoallan) se ponen cuatro cabeceras con varias estancias, en esta forma:

Senpuhuala:

Tlaquilpa:

Tzacuala:

Tecpilpa:

Todos estos pueblos, dice Luis Obregón235, obedecieron a los reyes de Tetzcoco, hasta el tiempo de Itzcoatl, que Cempoallan, Tlaquilpa y Tecpilpa pasaron a ser parte del imperio de México, acudiéndole con navajas para las macanas, y en señal de tributo con una canoa que llevaban cada año a la capital: Ahuitzotl les impuso la carga de tributar mantas, gallinas y todo género de volatería. Cempoallan y otros pueblos de la comarca constan en efecto en el libro jeroglífico de la matrícula de los tributos, de la Colección de Mendoza, aunque no se encuentra la conquista hecha por Itzcoatl en las láminas de los anales jeroglíficos de la misma colección, que son la 5.ª y 6.ª. Esto se explica con lo que se dice en la relación de Epazoyuca236. Este pueblo y sus barrios y estancias,

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pertenecieron también a Tetzcoco, y en el reinado de Itzcoatl quedaron por mitad para México y para Tetzcoco, a fin de que de allí sacaran los imperiales navajas para sus macanas, que estos en sus terrenos no tenían: fue una concesión graciosa de los tezcocanos, de que abusó Ahuitzotl para imponerles el tributo. En la época de Itzcoatl pasaron también al dominio de México los pueblos de Pachuca, Tezontepec y Temascalapa. Todos tenían guerra con los de Tlaxcala, Cholula y Huexotzinco, y con los cuextecas.

Pertenecían también al reino de Acolhuacan, Tetliztaca y sus sujetos Tepechichilco, Tianguismanalco y Ciguayuca237.

De estos datos, puestos en relación con los que se encuentran en nuestra historia antigua, y principalmente en la de Clavigero, autor que atina bastante bien en materia de geografía azteca, se puede sacar con mucha aproximación cuáles eran los verdaderos límites del reino de Acolhuacan. Habría que tener en cuenta, para no caer en errores, que el Huaxtecapan y el Meztitlan eran independientes, y cuales eran los linderos del imperio de México y de la república de Tlaxcallan.

En efecto, al Norte de Tetzcoco existía el señorío independiente de Meztitlan, que hoy corresponde al Estado de México. Dice Gabriel de Chavez238, que los habitantes acostumbraban dar batalla de noche, por lo cual los apellidaron meztitlanecas, los de la luna: y que aseguran otros que Meztitlan viene «de una luna pintada que está en un cerro altísimo y agudo, y por la parte del Norte está de peña tajada, y en la misma peña está pintada una luna y un escudo con cinco pintas a manera de dados, que parece imposible que hombre humano, ni con ningún artificio pudiese hacer aquella pintura, y ansí los habitadores desta provincia en su principio llamaron este lugar Meztitlan, que quiere decir junto a la luna.» Obedecían a Meztitlan, cabecera principal, las provincias de:

El señorío, pues, se extendía por toda la sierra, hasta el límite con los huaxtecos: en Yahualica estaba la guarnición contra ellos, por ser la frontera, comenzando desde allí las llanuras del Huaxtecapan. Xelitla era el   —247→   punto más avanzado al Oeste y confinaba con los bárbaros chichimecas: el término al Sur era Zacualtipan y al Norte tenía a los chichimecas.

El imperio mexicano era la mayor de las divisiones políticas que existían en nuestro país; ocupaba la totalidad de lo que se llamaba el Anáhuac239.

El crecimiento progresivo del imperio, y lo que era al fin del reinado de cada uno de sus príncipes, puede deducirse aproximadamente de los anales jeroglíficos y de las matrículas de los tributos de los antiguos reyes mexicanos conservados en la Colección de Kingsborough; aunque advirtiendo que estos monumentos nos han llegado incompletos, y que sería necesario tomar en cuenta, cuáles pueblos se han perdido, y cuáles subsisten todavía; sacar de rastro las antiguas poblaciones en los nombres estropeados con que hoy figuran en nuestra geografía; no confundirse con los nombres homónimos derramados en todas las comarcas; atinar con las provincias a que corresponden los grupos jeroglíficos, y discutir metódicamente los asertos apasionados de los escritores de cada nación.

En el manuscrito tantas veces citado de don Alonso de Montufar encontramos un nombre y una provincia que nos eran totalmente desconocidos, el distrito de la Teotlalpan, o tierra de los dioses. Los pueblos que los componían eran:

Hablan nahual y otomí:

Tezayuhcan y sus seis estancias:

Otomí:

Nahual y otomí:

Zapotlan y sus dos barrios:

Nauquilpa y su estancia:

Mexicano:

Otomí y mexicano:

Tequisquiac y tres estancias:

Apazco y sus estancias:

Tetlapanaloya y su barrio:

Mexicano y otomí:

Huypuchtlan y tres estancias:

Xilotzinco y sus estancias:

Tezcatepec y sus estancias:

Le correspondían igualmente Tlahuelilpa, Atengo, Mizqueaguala y Tezontepec, pueblos que fueron del señorío de Tula (Tollan) y que después tributaban al imperio una gallina por indio, cada veinte días, y mantas de nequen, acudiendo a México con sus guerreros contra Tlaxcala y Huexotzinco.

Se le decía, tierra de los dioses, porque era muy abundante en producir semillas240.

Dentro de la fracción política actual de que nos estamos ocupando, caían las dos importantes provincias del imperio mexicano de los matlaltzincas y de los tlahuiques. Los primeros eran conocidos en México por matlaltzincas, matlatzincas, matlatzingas; tolucas, qüaqüatas, quatlatl; ellos en su lengua se decían nentambati, nepintatuhui, y en Michoacan les conocían por pirindas, pirintas, characos, charenses. Hablaban una lengua con la cual hemos formado familia particular. Vinieron del Norte en compañía de algunas tribus de filiación nahóa, y se asentaron en el valle de Tolocan (Toluca), extendiéndose al Oeste hasta Tlaximaloyan (Tajimaroa), frontera con el reino de   —249→   Michoacan: Tolocan era su ciudad principal y en el valle vivían confundidos con los otomíes.

Actualmente, ni en la lista de los curatos del arzobispado, ni en alguna de las relaciones del rumbo de Toluca, se hace mención de ningún pueblo en que se hable solo el matlatzinca, que casi ha desaparecido confundido entre el mexicano y el otomí. Para lo antiguo, la repetida relación del arzobispado marca como pueblos matlatzincas los siguientes, con expresión de las lenguas extrañas de que también hacían uso los habitantes:

Hablan mexicano, otomí y matalcinga:

Xalatlaco y sus estancias:

Quauhtepec y sus estancias:

Atlapulco y sus estancias:

Capuluaque y sus estancias:

Ocoyocaque y su estancia:

Tepeguexuyucan y sus estancias:

Mexicano y matalcinga:

Teutenango y sus estancias:

Zoquitzingo y sus estancias:

Atlatlauhca y sus estancias:

Suchiaca y su estancia:

Ciutepec y sus estancias:

Texcaltitlan y sus estancias:

Tejupilco y sus estancias:

Temazcaltepec y sus estancias:

Atlatlauca, según Gaspar de Solís, toma su nombre de un manantial cercano, a manera de pozo, y de agua amarilla que corre todo el año por un arroyo; con esa agua curaban a los heridos en la guerra, y allí arrojaban los cadáveres para que fueran devorados por los pájaros. Los montes alrededor de la población se dicen tepetl-xochitl, sierras de rosas, y al que está cerca de Suchiaca, micaxochitlan241.

Atlatlauca era cabecera con dos barrios:

Y cuatro pueblos sujetos:

Además, los pueblos de su comarca eran Tenango, Calimaya, Tepemaxalco, Malinalco, Ocuila y Tenantzinco. Todos ellos reconocían al cacique de Tenantzinco como a su señor, hasta que Axayacatl los sujetó al imperio de México, imponiéndoles de tributo maíz, huevos, gallinas y mantas de iztli242.

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Esto concuerda (no hablamos de los tributos), con los anales jeroglíficos, como puede notarse consultando las láminas 9.ª y 10.ª

Recordando que hasta Zacualpan, donde comenzaban los cohuixques, se encuentran matlaltzincas, ya no será difícil marcar los límites de la provincia matlaltzinca. Al Norte ocuparía todo el valle de Toluca, que era su ciudad principal, entre los otomíes, acabando de marcar la línea el país ocupado por los mazahuas; al Oeste se internarían en el reino de Michoacan hasta Indaparapeo y Tiripitío, y al Sur y al Este quedaría limitado por líneas fijas, marcadas por los puntos que sabemos le pertenecen. Esta demarcación difiere un poco de la de Clavigero243, y precisa lo que allí está puesto en términos generales. Además, resulta que los señoríos de Xalatlauhco, Malinalco y Ocuila pertenecen a los matlaltzincas, y no se deben tener como cacicazgos independientes, sino sujetos al imperio.

Pasemos a los tlahuiques.

«Esta villa de Acapiztla (dice un manuscrito)244 se llamó así porque antiguamente se llamaba Xihuitza capitzalan, porque los señores que la gobernaban traían unos chalchihuites atravesados en las narices, y que eso quería decir, y como agora está la lengua corruta se dice y le llaman Ayacapiztla.»



Sus estancias sujetas son:

Ayacapiztla tenía en su jurisdicción catorce cabeceras de los pueblos de la Tlalnahuac, que caían al Sur de la villa, y la llamaban Tlalnahuac por que era tierra llana y más caliente que Ayacapiztla.

Esto ya nos marca con más precisión la provincia de los tlahuiques; al Norte las montañas que cierran el valle de México; al Oeste los matlaltzincas; al Sur los cohuixcas: solo al Este quedarían los límites algo indefinidos, no sabiendo con certeza hasta dónde colocarlos. La capital de los tlahuiques era Cuauhnahuac (Cuernavaca).

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Culhuacan, capital del señorío de los culhuas, pertenecía al imperio; pasaba por la ciudad un canal que la comunicaba con México, adonde los habitantes de aquella venían a vender yerba y piedra: las casas estaban construidas con el barro de la laguna llamado tlalzacutle, engrudo de barro. En 1550 había allí una fábrica de papel de maguey245.

ltztapalapa, también correspondiente al imperio, quiere decir, según Gonzalo Gallego, «pueblo situado en lugar de hiedras, losas y de agua, las cuales dichas piedras llaman ellos en su lengua yztapaltetlesta traducción está corrompida a juicio del señor don Fernando Ramírez. La fiesta secular del fuego nuevo, tenía lugar en la cumbre del cerro a cuyo pie está la población246: esta altura se conoce en el Valle bajo el nombre de cerro de la Estrella.

Si de las demarcaciones del imperio pasamos a considerar las razas que lo poblaban, encontraremos como una verdad innegable que tanta tribu diversa no tenía un lazo común de unión. Cada una era independiente bajo el mando de sus señores. Las ambiciones particulares encendían la guerra, y la misma familia se fraccionaba. A su semejanza, cada pueblo tenía un jefe que de nombre reconocía al señor principal, y todas las provincias estaban subdivididas hasta formar un sistema bajo algunos puntos semejante al feudal. Rencores y odios apartaban las tribus, y la guerra era constante, porque siendo una de sus principales virtudes la valentía, no podían verse sin combatirse, a imitación de los orgullosos animales que sirven de diversión en los palenques. Por instinto, o porque las generaciones son arrastradas aun a su pesar por la corriente de los tiempos, los mexicanos emprendieron la tarea de reunir en un solo haz todos aquellos pueblos, de formar de ellos una nación, y de asimilar sus intereses con los intereses del imperio. Para llevar a cabo semejante tarea era preciso, la fuerza para poder triunfar; un sistema proseguido con tino y con tenacidad, y el tiempo bastante para que el odio se borrara y dejara nacer las simpatías. Pero la unidad que solicitaban los mexicanos llevaba a las tribus al más espantoso de los despotismos; el imperio era muy nuevo para haber alcanzado otra cosa que reducir a la servidumbre, sin poder contar con el amor de sus vasallos; de manera que en lugar de amigos, tenía enemigos solapados, y su grandeza era solo engañosa apariencia. En esta sazón se presentaron los conquistadores españoles. Cualquiera fuerza extraña había de hacer vacilar al coloso; las tribus, mal halladas con la servidumbre, vieron en los invasores a quienes podían salvarles del yugo; en su juicio rencoroso no quisieron advertir, que por alcanzar   —253→   una estéril venganza aventuraban su propia existencia, y corrieron de tropel a colocarse bajo las banderas de los extranjeros. La consecuencia fue natural; la conquista se verificó por un puñado de hombres, que ejecutaron las prodigiosas acciones que asemejan esa parte de nuestra historia a un cuento de hadas.

Los invasores debieron triunfar, porque de su parte estaba la civilización, y de su triunfo sangriento había de venir el adelanto del género humano. Los nuevos principios y la santa religión del Evangelio debían sustituirse a una civilización que no entraba en el movimiento de la humanidad, a una creencia bárbara y tenebrosa sedienta de sangre. Lo que se ganaba era de un valor muy subido, y por lo mismo debía comprarse a muy gran precio. Mas las esperanzas no correspondieron.

Todos y cada uno de los antiguos reyes españoles cuidaron con paternal solicitud de la miserable condición del indio; las disposiciones dictadas en su favor, que forman la Recopilación de Indias, presentan muestras a cada paso, de que los monarcas, a pesar de estar colocados a una distancia inmensa, y no ver los acontecimientos sino por los informes apasionados de los mandarines españoles, daban siempre la razón a los vencidos, y apartaban de ellos cuanto pudiera empeorar su condición. La exagerada benevolencia produce de común amargos frutos. La ley quitó a los conquistadores la facultad de expoliar a los indios y de reducirles a servidumbre; pero mirando que sus disposiciones eran ineficaces, tomó el camino de aislar de tal manera a su protegido, que no fuera posible que sufriera vejación: el pensamiento era noble. El indio vivió, pues, en su antiguo pueblo, hablando su idioma propio, siguiendo sus costumbres primitivas; los blancos no podían avecindarse en sus poblaciones, no podían comerciar con él, no había entrambos roce de ninguna especie. Lo primero que aconteció fue, que perdiendo el indígena la civilización de sus mayores, falto de enseñanza y de estímulo, no aprendiera absolutamente nada de la sabiduría de los blancos, y se precipitara en la más brutal ignorancia. Entregado a sus propios instintos, en miserable condición de niño, murieron en su pecho las nobles ambiciones, y en su lugar se alzaron pasiones bastardas. Abundante el país y fecundo en mantenimientos, con escasa población e inmensos terrenos, bajo un clima en que la intemperie apenas maltrata, el indígena encuentra con pequeño trabajo lo que basta a sus mezquinas necesidades, le sobra tiempo indefinido, y no teniendo en que emplearlo, lo pasa en la ociosidad: de aquí la embriaguez y los demás vicios en pequeño, porque su flojera habitual influye en que no quepan en su corazón ni grandes crímenes, si no es el refinamiento de crueldad. En tres siglos ha empeorado de tal suerte, que vale mucho menos que en los días de los emperadores aztecas.

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Raza diferente, viviendo en el mismo suelo con los descendientes de los castellanos, ambos pueblos no tienen comunidad de ideas, ni de intereses, ni lazo alguno que los una; no forman unidad, no son un cuerpo compacto, no componen una nación, y aquellos son una dificultad constante para la marcha progresiva de México. La manera de zanjar la cuestión era exterminarlos; no por medio de la espada, sino por la civilización; crear en ellos necesidades, intereses, ideas iguales a las de la otra raza; hacerles perder su habla, sus costumbres, sus rencores; volverles a la condición de hombres, y hacerles entrar en el movimiento progresivo que la humanidad entera sigue.

La enseñanza religiosa hubiera sido bastante ganancia para indemnizar de sus pérdidas a los indígenas: buenos cristianos, siguiendo los preceptos del Evangelio, serían morigerados y útiles, tomarían la categoría de ciudadanos. Pero la palabra de Dios no ha penetrado en sus corazones; de la religión no han tomado sino las prácticas externas; ignorantes del fondo de las verdades, su creencia es absurda y supersticiosa. El cristianismo logró desterrar los sacrificios sangrientos a los ídolos, tal vez nada más: en realidad los indios son idólatras como en los tiempos de la conquista; la diferencia consiste, en que han sustituido el culto de Jesucristo y de la Santa Virgen, al de Huitzilopochtli y la Tonantzin. No se encuentra sobre los altares el corazón humeante de la víctima; pero sobre el ara llena de flores, suele estar la figura de piedra o de barro del dios azteca, encubierta por un tosco bulto del Dios de los cristianos, de formas espantosas como el ídolo, y en el cual falta hasta el instinto artístico.

Para la raza indígena, la conquista española fue una gran calamidad, bajo todos sus aspectos.

Ocupémonos ya de los idiomas. Se hablan el mexicano, el othomí, el mazahua y el pame: lenguas perdidas, el nahóa, el chichimeca, el matlaltzinca, el ocuilteca y el macoaque.


Mexicano

Es el idioma más extendido en el país; se le encuentra en las fracciones políticas de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Puebla, Tabasco, Tlaxcala, México, Michoacan, Jalisco, Sinaloa, Zacatecas, Colima, San Luis Potosí y Durango. Forma familia particular etnográfica, con algunos dialectos nuestros o de Guatemala: en nuestra clasificación le hicimos diverso del nahóa, que viene a ser su lengua madre. Se le llama mexicano, culhua, azteca.

Para no abultar inútilmente lo escrito, omitimos la nómina de los pueblos mexicanos del Departamento de México, que son la mayoría de los que en él se encuentran.



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Othomí

Othomí, hia-hiu, otomí, otomite, hablado por los otomís, otomíes, otomites, otonca. Después del mexicano es el idioma que se extiende por mayor superficie: se le encuentra en Puebla y en Veracruz, ocupa en México una gran extensión, toca en San Luis Potosí, abraza todo Querétaro y la mayor parte de Guanajuato, y va a terminar en Michoacan junto al tarasco. Forma familia particular y es notable por su carácter monosilábico.

Los pueblos otomíes del Estado de México están comprendidos en los siguientes curatos del arzobispado:

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En México, y pertenecientes en lo espiritual al obispado de Puebla:

En lo antiguo el otomí se extendía hasta Tulancingo y algunos pueblos más al Sur: en el mismo valle no quedan otomíes en Tacubaya, solo resta su memoria en Tacuba, han desaparecido de la vicaría de Cuajimalpa; el otomí, como las demás lenguas, pierde terreno delante del mexicano y del español.




Mazahua

Dialecto del otomí: se encuentra ortografiada la palabra de diferentes modos, mazahua, mazahui, matzahua; matlazahua, mozahui; se habla en México y en Michoacan. En tiempos del imperio azteca esta tribu pertenecía al reino de Tlacopan; sus pueblos marcaban los límites entre su señorío y Michoacan.

Curatos mazahuas en México, correspondientes en lo espiritual al arzobispado:




Pame

Idioma que hemos dejado sin clasificar. Se encuentran pames en México, San Luis Potosí, Querétaro y Guanajuato: en la primera de estas cuatro fracciones políticas sólo se habla el pame, en nuestra Señora de Guadalupe, antes misión de Cerro Prieto, en el curato de Jacala.




Lenguas perdidas

En nuestra clasificación, lo repetimos, hicimos distintos el mexicano y el nahóa. Se encuentra en la relación manuscrita del arzobispado, que en 1579 se hablaba el nahual en los pueblos de:

Tezayuca con sus estancias

Zapotlan y sus barrios:

Nauquilpa con su estancia:

Con esto creemos dar una prueba de bulto, de que, al menos en 1579, se tenía como hablas diversas el mexicano y el nahual, supuesto que en la tan repetida relación se distinguen perfectamente el uno del otro. El nahóa, nahua, nahual, nahuatl, nahuate, lo colocamos entre las lenguas perdidas, porque, de buena fe confesamos, que no sabemos si aún persevera en los pueblos arriba mencionados o en otros lugares: en las nóminas y en las noticias que de los tiempos actuales tenemos, ninguna mención se hace de él, por lo que nos figuramos que ha desaparecido en el mexicano.

Con respecto al chichimeca, opinamos porque era lengua diversa del nahóa, y aseguramos que se había extinguido. Volviendo a la descripción del arzobispado, tan tenazmente repetida, encontraremos que en el pueblo de Pachuca, una legua al San de Tlahuelilpa, y encomendado en 1579 en Antonio de la Cadena, se hablaban el otomí, el mexicano y el chichimeca, lengua que no entienden los otros. Para nosotros este es el último punto en que vinieron a desaparecer los descendientes de aquella antigua nación.

Del matlaltzinca dijimos ya en el lugar respectivo y al tratar de la provincia. Añadiremos el ocuilteca y el macoaque, si llamamos de este modo al lenguaje de los macoaques, que al decir del padre Sahagún era distinto del ocuilteca y del matlaltzinca247. Acerca de los tres abrigamos duda de si ya no se encuentra en México rastro suyo.





  —258→  

ArribaAbajoX. Querétaro

Si hemos de dar crédito a un antiguo manuscrito248 los otomíes que habitaban el Departamento eran tributarios de México. Como ya vimos, se extienden desde las cercanías de la capital hasta San Luis Potosí; y después de la conquista, su principal ciudad era Xilotepec, cabecera de una provincia que contaba unas 20 leguas de N a S, y otras tantas de E a O. Hacia 1578 el virrey don Martín Enríquez la dividió en dos alcaldías mayores, la de Xilotepec y la de Querétaro, sirviéndoles de límite una cerca que estaba en el llano del Cazadero. El terreno no estaba en lo antiguo ocupado únicamente por los otomíes, sino que lo frecuentaban y destruían los yztacchichimecas o chichimecas blancos, contra quienes servían de frontera, los pueblos de:

cuyos pueblos pertenecen hoy al Estado de México, y entonces recibían guarniciones mexicanas.

El referido manuscrito nos da una nueva versión acerca de la fundación de Querétaro, que es la siguiente: Un indio llamado Conni (ruido) de nación otomí y natural de Nopala, era pustecatl o mercader, y se ocupaba en contratar con los chichimecas, fronterizos de la provincia de Xilotepec. Ganada la ciudad de México por los españoles, y avanzando estos hacia al Norte,   —259→   Conni, para huir de los extranjeros, reunió hasta treinta personas de las familias de sus siete hermanos y hermanas, yendo todos a asentarse en una cañada por donde pasa un arroyo, media legua de donde hoy se encuentra la ciudad: al sitio llamaron andamaxei, el mayor juego de pelota. Vivió Conni tranquilo algunos años en su retiro, al cabo de los cuales apareció Hernán Pérez de Bocanegra, encomendero de Acámbaro en la provincia de Michoacan, quien a fuerza de buen trato y de agasajos supo ganarse la voluntad del otomí, hasta el grado de reconocerle éste como a señor, y prometerle que se haría cristiano: Bocanegra, asentadas estas capitulaciones, se volvió para Acámbaro, en busca de un religioso que doctrinase a los nuevos neófitos. Entretanto los chichimecas quisieron destruir aquella colonia, que ya constaba de unas doscientas personas, a pretexto de que trataban con los castellanos; Conni lo supo a tiempo, y tuvo arte no solo para sosegarles, si no aun para persuadirles que se diesen a los españoles. En aquella sazón retornó Bocanegra con el religioso prometido: ambos fueron cordialmente recibidos, y otomíes y chichimecas fundaron la ciudad de Querétaro, nombre que vino, de que en la primera visita de Hernán Pérez, los tarascos que le acompañaban llamaron al lugar Querenda (peña), de donde derivó decir a la población Queréndaro (pueblo de peña), y corrompido el vocablo se dijo Querétaro. Conni recibió en el bautismo el nombre de don Hernando de Tapia, muriendo hacia el año de 1571: la relación le prodiga muchas alabanzas, atribuyéndole grandes virtudes y los adelantos de la población.

Querétaro era cabecera de doctrina, sujeta a los religiosos franciscanos, con los pueblos de:

San Juan del Río, fundado por el cacique don Juan Mexici, natural de Xilotepec, era también cabecera de doctrina con los pueblos sujetos:

En 1582 la frontera de Querétaro estaba asolada por los chichimecas, quienes talaban el país, daban cruel muerte a los pasajeros y robaban las mercancías; la relación de sus horrores es más lastimosa de la que hoy nos hacen de los pueblos invadidos por los bárbaros; a su furia habían desaparecido los pueblos de Andahicay, Ahexanbey, Anetixigui, Andoxehí, Apuenza, Amahuedehe y Auxindó, y el alcalde mayor, temiendo por toda la provincia, pedía con grande instancia remedio para atajar tamaño mal.

  —260→  

Pocas cualidades se concedían a los otomíes, habitadores de la provincia, pues estaban reducidas, a ser fieles observantes de las prácticas cristianas, respetar a los religiosos y obedecer a las autoridades; en cambio, se creía que con suma facilidad cambiarían de religión por ser muy supersticiosos, y eran broncos, flojos, vengativos, entregados a la lujuria y a la embriaguez, de poco entendimiento y ninguna disposición para lo bueno. La pintura es un original conocido en nuestros días.

No terminaremos de extractar el manuscrito sin añadir, que aseguraban, que de sus dioses llamados padre viejo y madre vieja, procedían todos los nacidos, «y que estos habían procedido de unas cuevas que están en un pueblo que se dice chiapa, que ahora tiene en encomienda Antonio de la Mota hijo de conquistador, que está dos leguas del de Xilotepec hacia el mediodía.» ¿Sería este un dato para encontrar ese Chicomoztoc que tanto papel hace en las inmigraciones aztecas?

En nuestros días se formó un territorio con el nombre de Sierra Gorda, con fracciones de los Estados de Querétaro, Guanajuato y San Luis. Los antiguos mapas colocaban la Sierra Gorda desde la villa de Cadereita a la de Santiago de los Valles entre los 21º 10' y los 23º 5' de latitud N. En ese país vagueaban los chichimecas, que a mediados del siglo XVII aun proseguían sus depredaciones. Fuese porque los chichimecas blancos estuvieran civilizados, o porque con el tiempo habían traído otra denominación, en esta época aquellos bárbaros eran conocidos por chichimecas tonases. Los religiosos de Santo Domingo emprendieron su reducción en 1686, con tan buen éxito, que antes de concluirse el siglo, la mayor parte de los indios estaban congregados en seis misiones. En los primeros años del siguiente siglo, con su natural veleidad, se alzaron de guerra, profanaron las iglesias, quemaron las casas, y huyeron para entregarse a la vida vagamunda. Para sujetarlos, se nombró con título de teniente de capitán general a don Francisco Zaraza, quien en una campaña infructuosa perdió la vida: le sucedió don Gabriel Guerrero de Ardila, más afortunado, pues ayudado por 800 hombres de caballería, en la campaña general de 1715 logró la reducción de los alzados. Esta no fue completa, habiendo necesidad en 1740 de que los religiosos de San Fernando de esta capital y los de Pachuca, fundaran nuevas misiones: el total subió a diez y siete, comprendidas en la siguiente lista, y de las cuales, por el orden en que están escritas, siete fueron obra de los dominicos, seis de los fernandinos y cuatro de los de Pachuca.

La mayor parte de estas poblaciones pertenecen a Querétaro y el resto a México. Los chichimecas, con quienes se fundaron, fueron de la familia otomí, no debiendo cogernos de nuevo el idioma que hablaban, pues la palabra chichimeca, repetimos, es un nombre genérico que comprende muchas tribus. Los pueblos primitivos se daban el nombre de chichimecas, como para decir que venían de los antiguos pobladores, y era un dictado honorífico y apetecible. Después de la conquista se apellidaba chichimecos a todos los indios errantes, sin atender a su filiación, y vino a ser un sinónimo de bárbaro y una palabra despreciativa.

De aquí resulta que los idiomas hablados son únicamente dos, el otomí y el pame.


Otomí

Se usa en todos los pueblos del Estado, comprendidos en dieciocho curatos y cuatro vicarías pertenecientes al arzobispado. Sus nombres son los siguientes:

  —262→  

El otomí varía algo en algunos lugares, y en otros casi se ha perdido, hablando los descendientes de los reducidos a las antiguas misiones únicamente el español: entre los de la parte más al Norte, confinantes con San Luis Potosí, hubo pames, confundidos o perdidos entre los demás indígenas.




Pame

Aunque, como se acaba de decir, hubo pames entre los congregados a las misiones, hoy no existen más de en el pueblo de Santa María Acapulco.





  —263→  

ArribaAbajoXI. Guanajuato

En las noticias estadísticas correspondientes al Estado, publicadas en el tomo I del Boletín de Geografía, se dice, que se habla el pame en la misión de Arnedo, y otomí en todo Guanajuato, a excepción de algunos pueblos del Sur, que son tarascos. Así es la verdad, aunque debemos añadir alguna cosa. Los idiomas que le corresponden son, el otomí, el meco, el pame y el tarasco.


Otomí

Los otomíes de Guanajuato pertenecen a los chichimecas blancos de que hicimos mención en Querétaro, y los indios actuales son los descendientes de aquellas tribus errantes. Como en aquel terreno no tenían moradas fijas, las principales poblaciones fueron fundadas por los españoles, sirviendo algunas de presidios contra las incursiones de los bárbaros; por lo mismo la lengua española predomina en la generalidad de los habitantes. Los pueblos pertenecen a la diócesis de Michoacan en su mayor parte, y el resto al Arzobispado: he aquí los primeros.

  —264→  

Los del Arzobispado, situados en lo que se llamó territorio de la Sierra Gorda:




Tabasco

Idioma propio de Michoacan, hablado en los curatos de Acámbaro, Yuririapúndaro y Pénjamo.




Pame

Únicamente en la misión de la Purísima Concepción de Arnedo, a una legua de Xichú de naturales, llamado hoy Villa Victoria.




Meco

Siendo inútiles las providencias tomadas por los virreyes para contener las depredaciones de los indios chichimecas, don Luis de Velasco el segundo encargó su reducción hacia 1594 a los religiosos de San Francisco, primero, y en seguida a los jesuitas. En consecuencia, fue fundado el pueblo de San Luis de la Paz, en memoria del virrey y del gran fruto que se esperaba sacar con el establecimiento del pueblo. La parcialidad de chichimecos que fue congregada, pertenecía a la familia de los tonases o jonases, cuya lengua se llamó meco por los misioneros, lo mismo que denominaron la de los habitantes de San José Vizarron (Querétaro). No era este el único idioma de aquellas gentes; usaban de otros muchos con tal confusión, que según los religiosos, cuando se reunían treinta vecinos, se encontraban cuatro o cinco dialectos, que impedían se entendieran aquellos hasta después de mucho trato. No nos dicen el nombre de todos los idiomas, sino únicamente del guaxabana250. A un cuarto de legua al Este de San Luis existe una ranchería que habla lengua distinta, aunque no se dice cual sea.





  —265→  

ArribaAbajoXII. Michoacan251

En la antigüedad era un reino independiente, bastante adelantado en la civilización y enemigo constante de las armas mexicanas; con leyes sabias y humanas, sus costumbres eran más pulidas que las de sus vecinos, no obstante participar de las supersticiones y de la religión sangrienta de las demás tribus aztecas. Por lo que toca a los límites del reino, el padre Beaumont, que escribió en vista de los planos y de los documentos de los tarascos, asegura que «Cuando se descubrió por los cuatro españoles mencionados, Caltzonzin rey de Michoacan, era también señor y soberano de la provincia de Jalisco. Partía sus confines con los de México en Ixtlahuacan, distrito de Tula, y de allí hasta la mar del Sur, extendiéndose 150 leguas, y desde la provincia de Zacatula atravesando hacia el Norte hasta Zichú, más de 160 leguas, en cuyos términos se incluían grandes poblaciones, como la ciudad y provincia de Michoacan, y las de Zacatula, la de Taximaroa, y los pueblos dichos de Avalos, e infinidad de otros abundantes de gente belicosa.» Esto escribe a la pág. 35, tomo I, y a la vuelta, y en la 62 añade: «que había fortalezas en los puntos de frontera, que eran Yuririapúndaro, Taximaroa o Tlaximaloyan, Maravatío, Tzitácuaro, Acámbaro y Tzinapécuaro. La capital era Tzintzonzan o Chincila, dicha por los mexicanos Huitzitzila.»

Acompaña a la crónica del padre Beaumont un plano manuscrito, obra del autor, en que va demarcada la línea que circunscribe el reino de Michoacan.

  —266→  

Conforme a él, marcarían la frontera Atoyac, Sapotan, Tetela, Xochitlan, Cutzamala, y hasta cerca de Tepecoacuilco y de Iguala en el Estado de Guerrero; pasaría junto a Temascaltepec y al valle de Toluca, dejando dentro del perímetro a Tlalpujahua y a Contepec; comprendería a Querétaro, Chamacuero, Toliman, Tolimanejo, San Miguel el Grande y Zichú; dejaría fuera el terreno ocupado por los chichimecas blancos; tomaría por Apaseo el curso del río Tololotlan, y desviándose al Norte tocaría en tierras del Estado de Durango, para concluir en la mar del Sur con el curso del río Chiametla. Con todo el respeto debido al recomendable escritor, no creo en la demarcación; el mapa acusa al autor de pocos conocimientos geográficos, o al menos, de que eran muy malos los materiales que le sirvieron. Es un plano a la vista en que las posiciones están completamente dislocadas, y en que los puntos no dan ni idea remota de la figura que resulta si se fijaran bien. Además, esa línea no comprende solo al reino de Michoacan, sino también al reino de Colima, que era independiente, la provincia de Jalisco y muchos cacicazgos que no reconocían superior, causa por la cual no señala con exactitud los límites que apetecemos.

El caballero Boturini, en la pág. 26 de su Catálogo252, asigna al reino de Michoacan las mismas fronteras que el padre Beaumont; mas es de advertir, que ambos párrafos están tomados al pie de la letra uno de otro, sin más diferencia, que en donde dice Beaumont distrito de Tula, Boturini escribe distrito de Toluca.

Boturini copió de Beaumont, y este a su turno del manuscrito que en seguida insertamos, y debemos a la bondad del señor don José Fernando Ramírez. Dicen así el manuscrito y la nota con que lo acompañó el señor Ramírez:

«Noticias sacadas de una información judicial, practicada en 1594, a petición de don Constantino Huitzimengari, nieto de Caltzontzin, último rey de Michoacan, con el objeto de probar la extensión de sus dominios. La determinación genérica de los límites, se encuentra en la siguiente pregunta del interrogatorio, absuelta de conformidad por los testigos. El documento que aquí se extracta es copia, no muy correcta, que sacó don Mariano Veytia de la de Boturini, quien menciona su original en el § XIV n.º 3 del Catálogo de su Museo Indiano.

Item si saben, que don Francisco Tangajuan padre de don Antonio Huitzimengari y abuelo de dicho don Constantino hijo del dicho don Antonio, se extendía y tenía a los términos con la provincia de México nueve leguas de ella, hasta Ixtlahuacan, que cae en el distrito de Toluca, donde llegaron la gente de guarnición de dicho don Francisco Tangajuan, gran Cazontzin,   —267→   y desde dicho pueblo de Ixtlahuacan hasta la mar del Sur ciento y cincuenta leguas, y desde la Provincia de Zacatula atravesando hacia el Norte hasta Sichú, que son más de ciento y sesenta leguas, en lo cual entran y se incluyen muchos, y muy grandes pueblos, que hasta ahora están poblados de mucho número de gente como son la ciudad y provincia de Michhuacan y la Culima, y Zacatula, Pueblos de Avalos, y todos los demás pueblos contenidos en el Memorial firmado de dicho don Constantino, que pide se muestre a los testigos para que digan lo que saben.

Los pueblos de la corona real que caen al Obispado de Michhuacan, son los siguientes:

Michhuacan y sus Barrios de la

  • Laguna
  • Arimao
  • Cuiseo
  • Capula
  • Cinagua
  • Chocándiro
  • Guaniqueo
  • Guanajo
  • Xaso
  • Necotlan
  • Teremendo
  • Tiripitio
  • Tinguindin
  • Tlapalcatepec
  • Taimeo
  • Tucato
  • Zinapéquaro
  • Maravatío
  • Ucareo
  • Tuzantla
  • Asuchitlan
  • Cirándaro y Guayameco
  • Chilchotla
  • Xacona
  • Tazazalca
  • Xilotlan
  • Xiquilpan
  • Ixtlan
  • Tancítaro
  • Orirapúndaro
  • Aquila, Estopila y Huitlan
  • Alima
  • Acauhtlan
  • Atliacapan
  • Caxitlan
  • Cuzcatlan
  • Zacalpan
  • Escayamoca
  • Ecatlan
  • Quacoman
  • Guepantitlan
  • Umalacatlan
  • Mitlan
  • Macuyllititzaqualayan, Pistlan
  • Coscacuauhtlan
  • Motin
  • Maroata
  • Papatlan
  • Pomaro
  • Pasnona
  • Comayahua
  • Petlazoneca
  • Tezoacan
  • Tlacoabayan
  • Tecolalpan
  • Tlachinachtla
  • Tamatla
  • —268→
  • Tepetitango
  • Tecoman
  • Tlacatipa
  • Tecoxhuaca
  • Tecociapan
  • Xolotlan
  • Xecotlapa
  • Xuloapa
  • Ixtlahuacan
  • Yescatlan
  • Alimanci
  • Alcozahuimitlanexo
  • Almoloya
  • Chiapa
  • Epantlan
  • Guacatitlan
  • Nahualapa
  • Ocotlan
  • Tecocitlan el viejo
  • Xicotlan
  • Oztutla
  • Auatla
  • Ensaputlanexo
  • Cohuatlan
  • Contlan
  • Coyre
  • Cihuitla
  • Otro Cihuitla
  • Ahuatlan
  • Chapala
  • Cihuatlan
  • Chipila
  • Mescalohuacan
  • Miquia
  • Pantla
  • Pochotlan
  • Pustlan
  • Quetzalapan
  • Atlan
  • Quahquautla
  • Tohtotla
  • Tepolchico
  • Tecpan
  • Taloacan
  • Tecomatlan
  • Texoapan
  • Tepetina
  • Ximalcota
  • Ihuitlan
  • Yaustepec
  • Ihuitlan
  • Ixtapa
  • Achihuili
  • Huitlalotlan
  • Huixtlan
  • Lahuava
  • Toliman
  • Zozotlan
  • Azutla
  • Atechoncala
  • Axalo
  • Quixlan
  • Axmique
  • Amaqueca
  • Atoyac
  • Chapala
  • Zazola
  • Tzaculco
  • Cocula
  • Teoauztlatlan
  • Tepeque
  • Tecohuatotla
  • Coquimatlan
  • Xocotepec
  • Tuspa
  • Tzapotlan
  • Tamazula
  • Pungaravato
  • Cachan.»


  —269→  

Si buscamos en la carta general de México los pueblos que aun subsistan de la nómina que acabamos de copiar, y los encerramos por una línea, no darán, ni con mucho, la extensión asignada por Huitzimengari y por los dos autores que le siguieron, para los límites del reino de Michoacan.

Para irnos acercando a la verdad, insertaremos este otro interesante documento, también manuscrito, y que, como el anterior, debemos al sabio don Fernando Ramírez. Dice.

«Nómina extractada del Cuaderno de tasaciones fecho de ciertos Pueblos de la Provincia de Michoacan por el Br. Ortega, Alcalde Mayor en ella... a pedimento del Licenciado Benavente, Fiscal de Su Majestad de la Real Audiencia. En miércoles 31 de Abril año de 1528.

  • Colantia
  • Colatla o Coyuca
  • Pungaravato (a) Tazantla
  • Deque (a) Asuehitlan
  • Guaymeo
  • Cuhseo
  • Zinagua
  • Guaviquaran
  • Animaro
  • Sicactan
  • Tepacaltepeque
  • Amula
  • Tamazula
  • Tuchpa
  • Zapotlan
  • Avalos
  • Sindonguaro
  • Chaudan
  • Quaraquio
  • Zirandaro
  • Tacandaro
  • Tucatl
  • Mazamitla
  • Xiquilpan
  • Guarachan
  • Cauayo
  • Tarecuato
  • Chilchotla
  • Artlaga
  • Tazazalca (a) Uragato
  • Tlatzan
  • Zacapo
  • Purindiro
  • Comanja
  • Ucareo
  • Tacítaro
  • Urbaya
  • Taimeo
  • Acámbaro
  • Guaniqueo
  • Guruandiro
  • Catzan
  • Capula
  • Mazamila
  • Tatzatzalco
  • Cavigaran
  • Lacacaguana
  • Iztapa
  • Uruapa
  • Canicuaran
  • Tepehuacan
  • Cinagua
  • Tacambaro
  • Yorirapundaro
  • Guacana
  • Turicato
  • —270→
  • Cuiseo
  • Chucandiro
  • Xacona
  • Yuriraguadaro
  • Chararo
  • Maravatío
  • Taximaroa
  • Indaparapeo
  • Tauchitaro
  • Teremendo
  • Jaso
  • Tiripitio
  • Naranja
  • Tamazulapan
  • Zayula
  • Atoyac
  • Tancitata
  • Chilnutia
  • Tzacualpa
  • Cocula
  • Colima
  • Motin.

Sacado de la copia de Veytia y Manuscritos de Boturini, citados en la nota de la nómina anterior.»



El señor Lejarza253 asegura que el reino de Michoacan, «confinaba hacia el Oriente y mediodía con los dominios de los mexicanos, y República de Matlalzingo; por el Norte con las tierras de los chichimecas, y por el Noroeste con otros diversos estados independientes. Ixtlahuacau, Zichú, Chapallan y el mar Pacífico eran como las fronteras, demarcando sus límites por todos lados.»

Clavigero repugna en parte las anteriores demarcaciones, aunque no creo que esté completamente de su lado la justicia.

Dejando ya de amontonar autoridades y sin reflexiones previas, para nosotros, los límites del Michoacan serían: al Este los dominios mexicanos, marcados por los pueblos que a estos correspondían y se señalan en el libro de los tributos, y por las poblaciones en que había fortalezas tarascas; al Norte correrían hasta Xichú, pero en esa parte del país ocupada por tribus vagabundas de chichimecas, el dominio de Michoacan era nominal, o consistía en la facultad de ocuparlo cuando quisiera con sus tropas; al Sur penetraba algo en la provincia de Zacatula, mas no le correspondía la provincia, que evidentemente obedecía a México, siendo por allí el lindero el río Mexcala; al Oeste confinaba con el reino de Colima, y corría hasta la mar del Sur, pero solo en el espacio de costa que media entre la desembocadura del Zacatula y la frontera de Colima; al Noroeste no se internaba hasta Jalisco de una manera permanente, y el lago de Chapala era su término natural.

De las tribus que poblaban el reino, la tarasca era la principal; los otomíes ocupaban la parte Noreste juntos con los chichimecas; quedaban al   —271→   Este y al Sur los matlaltzincas y algunas familias de origen mexicano: los mazahuas eran todos del reino de Tlacopan.

Las lenguas habladas hoy en Michoacan son el tarasco, el mexicano, el mazahua, el otomí y el matlaltzinca: lengua perdida, la teca.


Tarasco

Lengua que en nuestra clasificación forma familia particular; se le llama tarasco o michoacanes. Los michoacaque en singular, michoa en plural, se decían también michoques, michoacaneses, tarascos, quaochpanme. Acatando la autoridad que resulta de la nómina de los curatos del obispado de Michoacan, los pueblos tarascos se dividirán en puablos que olvidaron su idioma nativo y sólo hablan castellano, en pueblos en que domina el castellano sobre el tarasco, en pueblos en que por el contrario domina el tarasco, y en los que únicamente se habla este segundo idioma.




Castellano




Castellano y Tarasco




Tarasco y castellano




Tarasco




Mexicano

Se habla en la zona paralela a la costa, rematando en los pueblos que marca el tarasco: se usó antes en algunos de los confinantes con México, en que al presente ha desaparecido. En Pungarabato lo hablan los naturales juntamente con el tarasco.




Mazahua

Termina a este rumbo en Michoacan: los curatos que le corresponden son los de Taximaroa o Tlaximaloyan, Tlalpuxahua y Zitácuaro, en donde también se habla el otomí.




Otomí

Usado únicamente en el curato de Zitácuaro junto con el mazahua, como acabamos de decir.



  —273→  
Matlaltzinca

Los matlaltzincas se establecieron en México, como ya vimos en su lugar. Solicitados por los michoacaneses para que les favorecieran contra los tochos y tecuexes, o más bien contra los tecos, penetraron en Michoacan, donde después de la guerra se establecieron desde Tiripitío hasta Indaparapeo; los más nobles fundaron en Charo, los menos nobles en Santiago Undameo, y los plebeyos en las poblaciones de los Altos llamadas después Jesús y Santa María254. Los matlaltzincas tenían su nombre nacional en su idioma; los mexicanos les dieron otros de su lengua, y los michoacaneses les apellidaron characos, charences, pirintas y corrompido el vocablo pirindas. Al idioma le dijeron igualmente pirinda, nombre que ha prevalecido en Michoacan. Algunos autores, equivocados por la diversidad de matlaltzinca y de pirinda han hecho dos de esta misma habla.

El pirinda se usa en San Miguel Charo, llamado antiguamente Matlaltzingo, y en los pequeños pueblos de Santa María de la Asunción, Jesús del Monte y San Miguel del Monte, al Sur y a corta distancia de Morelia.




Lengua perdida

La teca, que según Beaumont era el popoloco, que bajo tantas denominaciones diferentes hemos encontrado en nuestra clasificación.





  —274→  

ArribaAbajoXIII. Colima

En lo antiguo formó un reino independiente. Reconocían al soberano de Colima los caciques de Xicotlan, Autlan, Zapotlan y Zaulan, hoy Sayula, y tenía además capitanes que gobernaban las armas en Piezietlan, Tuxpan y Tamazula, Zapotlan, Coculan, Teculutlan, Esthuchimiles, Tuito, Chacalan, Xiquilpan, Acatlan, Amecan, Zacualco, Techaluta y Amalquepan, pueblos cabeceras de otros255. Estas poblaciones marcarían de una manera casi precisa los límites del señorío, sirviendo también para fijar la frontera del reino de Michoacan en la parte respectiva. La superficie del antiguo Colima resulta mucho mayor que la del actual Estado, correspondiendo las poblaciones que le faltan al de Jalisco.

Todos los pueblos de Colima usaron el mexicano; el español le ha hecho desaparecer en muchos de ellos; de la siguiente lista lo conservan los que llevan esta señal *:



  —276→  

ArribaAbajoXIV. Jalisco256

Tomó el nombre del pueblo de Xalixco, capital del reino del mismo nombre. Cuando aquella región fue sometida al dominio español por las armas de don Francisco Cortés de San Buenaventura, reinaba en Xalixco una mujer y el pueblo estaba asentado en un rincón de la otra parte del río Seco, en el camino que va para Compostela, y donde se perciben algunos cimientos;257 en la actualidad es una corta población a una y media; leguas al Sur Suroeste de Tepic.

La tradición recogida por el padre Tello y conservada por el padre Beaumont (capítulo XXIII), asegura que por aquellos terrenos pasó una de las emigraciones mexicanas. Conforme a ella, un trozo de gente pasaría desde Chicomoztoc (lugar desconocido) a la provincia de Sinaloa, penetrando por Petatlan, Culiacan, Chiametla, Zentispac, Xalixco, el valle de Banderas y otros lugares, hasta el lago de Chapala. Diez años después otro cuerpo de la nación salió del mismo Chicomoztoc, a pocas jornadas se asentó en Cohuatlicamac, después en Matlacahualan, en Pánuco, en las llanuras de Chimalco, que son los valles de Poana, Xuchil y Nombre de Dios, «donde están los pueblos y lugares de Pipiolcomic, Chimalco, Matlacahualan, Cohautlicamac,» y de allí fueron por Sain, Fresnillo, Truxillo, Valparaíso, hasta Zacatecas, Malpaso, villa de Xerez y el valle de Tuitlan. Aquí fundaron una gran ciudad con templos y fortalezas, cuyas ruinas se conocen hoy con el nombre de la Quemada, hacienda en cuyos terrenos se encuentran.

  —277→  

La tierra estaba habitada por tribus nómadas, conocidas bajo el nombre genérico de chichimecas, y los mexicanos antes de partir para asentarse en el valle de México, conquistaron aquellos terrenos, dejando colonias de los suyos: así fundaron a Tlatenango y el Teul, a Xuchipila con otros muchos pueblos, a Teocaltiche y poblaciones adyacentes; después de lo cual, sin pasar el río Tololotlan, penetraron por tierras de los tarascos y se dirigieron a su destino final. La guerra hecha a los bárbaros produjo, que como menos unidos entre sí, «se ponían en fuga y se retiraban a los montes, quebradas y barrancos, dejándoles a los mexicanos sus poblaciones; otros vencidos y cautivos, se subyugaban a los mexicanos, y quedaban entre ellos, de que nació mezclarse y pervertirse la lengua azteca, que es la que más extendida está en el reino de la Galicia, aunque no con la perfección que en México; y en las rancherías de indios a donde los mexicanos no se atrevieron a entrar, se conservaron en su nativo lenguaje, como son en la Sierra de Michoacan la lengua tarasca; y en serranías cercanas a México, la otomí; y dentro del reino de la Galicia quedaron algunas otras naciones como son las cocas, tecuexes, choras, jecualmes y nayaritas, y otras que después de pacificada la tierra han dejado de hablarse, porque ya reducidos los de la lengua azteca, que era, la mayor nación, se han mixturado; de suerte que ya todos los más hablan solo una lengua en la Galicia, excepto en la provincia del Nayarit que está en el centro de dicho reino, en donde por su aspereza, ha sido lugar de refugio a los indios, tal que estando reducido todo lo demás del reino de la Galicia, el Nayarit ha sido incontrastable hasta el año de 722 que se pacificó, como después veremos.»258

Nuño de Guzmán hizo la conquista de aquel país; y por emulación a don Hernando Cortés, que apellidó a lo que había descubierto, la Nueva España, intituló a su descubrimiento la Mayor España: este nombre no prevaleció, quedándole el de Nueva Galicia.

Al penetrar allí la conquista española, varios caciques se dividían el país. Ya vimos cuál era la extensión del reino de Colima; y aunque no podremos señalar con exactitud los límites de cada uno de los señoríos, porque no es posible, pondremos al menos los principales para darnos cuenta de su división política. Comenzando por el Este encontramos los señores de Coynan, de Cuitzeo y de Tonalan, amigos y confederados, y enemigos del tlatoane de Jacona y de los tarascos: esto nos presta un nuevo dato para conocer la frontera de Michoacan. Tonalan, situado sobre la orilla del río Grande, tenía por subordinados a los caciques de Aquepaque, hoy San Pedro, Tololotan,   —278→   Coyula, Salatitan, Atemajac y Tetlan. Al Sur de Tonalan, el cacique de Tlaxomulco era su enemigo, y ambos tenían diferentes lenguas y diversos dioses. Ponzitlan tenía señor propio, que fue constante amigo de los españoles. Por último, los de Etzatlan, Xocotlan, Zentispac y Acaponeta, etc. El reino de Xalisco, que como ya dijimos, dio nombre al Estado, era la división principal; sus límites, siguiendo el plano manuscrito del padre Beaumont, comenzarían en el río Chila; dejarían dentro a Compostela y a Tetitlan, avanzarían al Este hasta cerca de Xuchipila y de Tlaltenango en Zacatecas, volverían al Noroeste hasta alcanzar a Peyotan en el Nayarit, y dejando fuera a Guazamota, terminarían en el río de las Cañas, incluyendo la provincia de Acaponeta. Siempre con el respeto debido, la demarcación nos parece abultada; tenemos seguridad, por las relaciones que hemos leído, y por la configuración física del terreno, de que los límites de Xalisco no podían pasar, al Este, del río Grande y de la cadena de montañas que forman el Nayarit.

En todo el terreno de que hemos hablado habitaban diversas tribus. La mayor parte de la población era de la familia azteca, lo que viene a confirmar el paso de los mexicanos en su peregrinación, según las tradiciones que al principio apuntamos; las otras pertenecían a los pueblos que ocupaban el país antes de la llegada de los advenedizos.

Los indios coronados son los del pueblo de Tuito al Sur del valle de Banderas; dióseles este nombre porque salieron al encuentro de los españoles «con escapularios blancos al pecho, cortado el cabello en modo de cerquillo, como religiosos, todos con unas cruces en las manos que eran de carrizos, y un indio que parecía el principal o cacique, con un vestuario de túnica talar, como religioso de Santo Domingo.»259 Los tlaxomultecas hablaban idioma particular y habitaban en Tlajomulco. Los cocas y tecuexes eran los de la provincia de Tonalan: «estos tecuexes, dice Beaumont260, llaman a los indios cocas de toda la provincia de Tonalan, que no eran de su lengua, tlaxomultecas.» Los tecuexes pasaban del otro lado de Tololotlan, hasta ocupar parte de Zacatecas, derramándose por los pueblos de Tecpatitlan, Teocaltiche, Mitic, Jalostotitlan, Mesticatan, Yagualica, Tlacotlan, Teocaltitlan, Ixtlahuacan, Cuautla, Ocotic y Acatic. En la provincia de Zentispac habitaban los torames, y en la de Acaponeta, al Norte los tepehuanes, al Este los coras y al Sur, confinando con los torames, los zayahuecos o tzayahuecos. De Jalostotitlan para Comanja, es decir, hasta los confines de Guanajuato, vivían los chichimecas, gente rústica, desnuda y vagabunda, probablemente de los chichimecas blancos de la familia otomí, que   —279→   por ese rumbo hemos conocido: para sujetarlos se fundó la villa de San Juan de los Lagos en 25 de Julio de 1563.

Los tecoxines, tecojines, tecoquines, tenían su principal asiento en el valle de Cactlan. Donde ahora se encuentra Tepic261, y se extendían a la Magdalena, Analco, Hoxtotipaquillo y barrancas de Mochitiltic. Estos tecoxines eran los mismos tecos de Michoacan, de la familia popoloca, e individuos de su raza, juntos con los cazcanes habían penetrado hasta Ameca, según el informe de Antonio de Leyva citado en la clasificación. Los religiosos franciscanos aseguran en sus relaciones, que los conventos que fundaron en Colotlan, Noitsc y Chimaltitan, lo fueron en tierras pertenecientes a la familia de los teules chichimecas, que usaban el idioma propio llamado tepecano, que nos parece ser el mismo de los indios colotlanes, cuyas misiones quedaron fundadas cerca del Nayarit. Por último, existían los gojoles y los apaconecas, a los cuales no sabemos darles colocación.

El Nayarit o reino de Nuevo Toledo, como se le dijo por los castellanos al ser conquistado, cae en la demarcación del Estado actual de Jalisco. Los escritores antiguos están discordes en los límites que le asignan: Mota Padilla lo coloca entre los 21º y 23º de latitud y 261º y 265º de longitud: el conde de Revillagigedo262 entre los 21º y 24º de latitud y 266º y 269º de longitud del meridiano de Tenerife263: a Alegre pone el centro de la provincia, en la mesa del Tonati, en los 22º y 23º de latitud y así otros. Este último autor señala con toda verdad el principio del Nayarit por la parte del N en el río de San Pedro, que viene del Estado de Durango y separa la provincia de los tepehuanes, no siendo cierto lo que escribe el señor Revillagigedo, de que confinan los nayaritas con los taraumares. Al Oeste tiene los pueblos de la antigua provincia de Acaponeta; al Este los de Colotlan, y al Sur quieren algunos que se extienda hasta las orillas del río Grande o Tololotlan. Concediendo estos límites, según la carta de Narvaez, reputada por la mejor de esa parte de México, el Nayarit se extiende entre los 21º 20' y 23º de latitud, y entre los 5º y 6º de longitud occidental de México. Ocupa la sierra que se extiende Noroeste, Sureste, de una anchura desigual, aunque en su mayor latitud podrá tener unas treinta leguas, no calculadas en su proyección horizontal, sino siguiendo las sinuosidades y pendientes de los caminos.

Los habitantes del Nayarit vivieron independientes en los barrancos y en las quebradas de sus montañas hasta 1721, en que se emprendió someterlos:   —280→   intento que quedó cumplido en 1722. La lengua que hablaban era la chora o cora, que en la relación del padre Alegre se llama chota, tal vez por un yerro de imprenta, y que se conoce también por nayarita; no existe en su primitiva pureza por estar interpolada y casi confundida con la mexicana. Aunque usando todos del mismo idioma, los indios de aquella sierra se dividían en tres tribus diferentes; los choras o coras, los nayaritas y los tecualmes o gecualmes: estos últimos se rindieron los postreros; se habían retirado al pueblo de Tonalizco y a las barrancas, «pero sacados con facilidad, se redujeron a los pueblos de San Pedro, y son el término de la provincia hacia el Norte. Cerca de estos se fundó casi inmediatamente el del Rosario, cerca de Tecualoyan, a quien divide de San Juan el río Coyonqui.»264

Los misioneros redujeron a pueblos a los indígenas, extendiéndose a los indios colotlanes, al Este, que aun se conservaban en estado de barbarie. Las misiones del Nayarit, con sus pueblos de visita eran:

Las misiones de Colotlan se pusieron en Apozolco y en Comatlan.

Por último, caían en los terrenos de Jalisco algunas rancherías de los teules chichimecas, que como después veremos, eran las tribus de los cazcanes y de los cuachichiles.

Al presente todo ha cambiado; las tribus, sus denominaciones y sus idiomas han desaparecido en la mayor parte, subsistiendo únicamente el mexicano, el tarasco, el tepehuan, el coca y el huichola, nombre que no encontramos en las antiguas relaciones.


Mexicano

Esta lengua, que con la conquista mexicana se hizo la general en aquellos países, ha ido cediendo delante del castellano. Contestes las relaciones del obispado y del gobierno, en pocos pueblos se acostumbra ya el mexicano, seguiremos lo que nos dice este segundo informe.

  —281→  

De los nueve cantones en que el Estado esta dividido, en el primero usan su idioma primitivo solo en:

En los cantones segundo, tercero y cuarto se habla exclusivamente el castellano, a excepción de los pueblos de Atasco, Tepec, San Juanito, Coyocapan y pocos más en que el habla está muy mezclada con palabras españolas.

Domina también el castellano en el quinto cantón y en todo el sexto, menos en los pueblos de Ayotitlan, Telcruz y Chacala.

Se habla mexicano predominante en los cantones octavo y noveno.

Según los informes que hemos recibido y los documentos que a nuestras manos han llegado, el mexicano de Jalisco es un dialecto de la lengua principal, y así lo hemos apuntado en nuestra clasificación.




Tarasco

Se usa únicamente en el pueblo de Mazamitla, correspondiente al noveno cantón.




Tepehuan

Lengua particular de Durango y de la cual diremos en su lugar respectivo. En Jalisco se habla, en los pueblos de Huaxicori, San Francisco del Caiman, Picachos, Quiaviquinta, Milpillas y Guazamota, en el séptimo cantón, y los cuales forman los límites australes de los tepehuanes.




Cora

Lengua hermana de la familia ópata-tarahumar-pima. Se llama cora, chora, chota, nayarita, nayaerita, y la hablan los coras, choras, chotas, nayaritas, nayaeritas, nayares, tecualmes, gecualmes. Tiene tres dialectos que son: 1.º el muutzicat, hablado por los muutzisti; 2.º el teacuacitzca hablado por los teacuacitzisti; 3.º el ateanaca hablado por los ateacari. Balbi opina que el cora   —282→   es idioma hermano del azteca, tal vez fundado en algunas palabras que tienen la forma o las raíces del mexicano; nosotros creemos que estas semejanzas no provienen de comunidad de origen de las dos lenguas, sino de las relaciones que esas tribus mantuvieron por espacio de mucho tiempo.

El Nayarit ocupa el séptimo cantón en Jalisco, y arriba, al hablar de sus naturales, señalamos los pueblos que le pertenecen, y en los cuales se habla el cora.




Huichola

Lengua de la cual sabemos bien poco. Recordamos haber leído, que, a tiento, se le hace un dialecto del mexicano, y se opina que los huicholas son los restos de los antiguos cuachichiles: ni aceptamos ni contradecimos, por que no tenemos datos. El huichola ha quedado por clasificar para nosotros: se habla en Santa Catarina, San Sebastián, San Andrés Coamiat, Soledad y Tezompan, pertenecientes a Colotlan. El jefe político del cantón informaba que: «Este idioma es sumamente escaso de voces; pues solo tiene las muy necesarias para determinar los objetos más usuales entre los indígenas.»




Colotlan

Lengua que casi ha desaparecido, y se usaba en las misiones cercanas al Nayarit, fundadas con los indios colotlanes. Nosotros la hemos clasificado como un dialecto del cora.




Lenguas perdidas

Colocamos en este lugar el cora, el tecuexe y el tlaxomulteca; el tepecano que por inferencias nos parece ser el colotlan; y la tequijana y la cacunica, que nos encontramos en la cita del padre La Rea, copiada en nuestra clasificación. Allá dijimos, y lo repetimos aquí, que nada sabemos de estas dos lenguas, y ni atinamos adónde corresponden; las dejamos en este lugar para que alguno tengan.





  —283→  

ArribaAbajoXV. Zacatecas

La conquista española, que al principio tuvo por principal y único objeto la destrucción del imperio mexicano y la ocupación de su capital, cuando lo hubo logrado, volvió sus armas contra aquellos países que gozaban mayor fama de riqueza, y que por su estado social, eran hasta cierto punto más fáciles de domeñar. Cortés había sido el destructor de México; el Michoacan se dio de buen grado; Nuño de Guzmán vino a apoderarse de Jalisco, y por medio de sus capitanes se internó hasta Zacatecas y Durango, Sinaloa y Sonora. Los colonos se derramaron en esos terrenos, mejor en busca de oro que de cualquier otro bien, y por eso en la dirección y en el centro de las montañas se fundaron tantos reales, tan escasos de los medios necesarios de proporcionarse la subsistencia, como abundantes de metales codiciados. Pasaron todavía algunos años, y los habitantes de las demás comarcas vivían en entera libertad, como en los tiempos de sus inmigraciones primitivas.

Era que en aquellas tierras vivían los fieros chichimecas, gente feroz, desnuda, sin habitaciones fijas; no había botín que alcanzar en hacerles la guerra, y la guerra por su propio carácter era dificultosa; porque esparcidas las tribus por la tierra sin reconocer un jefe común, para lograr vencerlas, era indispensable exterminarlas. En el respiro que se les dio, los bárbaros cobraron atrevimiento; atacaban en los caminos a los viandantes, se arrojaban sobre las poblaciones de la frontera, haciendo una guerra, cuyo principal distintivo era el refinamiento de crueldad. Tanto exceso llamó al cabo la atención del gobierno colonial. Las minas de Zacatecas producían cuantiosas riquezas, y la primera mira fue dejar expedito el camino para aquel real. Al efecto, a trechos proporcionados, se establecieron algunas casas fuertes, con escuadras de soldados, encargados de dar escolta a los viajeros; estos   —284→   caminaban además en caravanas, y acostumbraban llevar entre otros un carro, en forma de fortaleza, de madera bastante fuerte para resistir a las piedras y a las flechas, con sus troneras para disparar por dentro, y en el cual se abrigaban en caso de ataque las mujeres, los niños y cierto número de defensores. No siendo esto bastante, los virreyes fueron colonizando el país; don Luis de Velasco el primero fundó a San Felipe y a San Miguel el Grande; hacia 1570 añadió don Martín Enríquez a Celaya; se establecieron otras poblaciones, y don Luis de Velasco el segundo, encargó a los franciscanos y en seguida a los jesuitas, la reducción de los bárbaros de hacia Querétaro, de donde resultó el establecimiento de San Luis de la Paz y otros lugares. Así, se fueron estrechando poco a poco las tierras que ocupaban, hasta desaparecer completamente.

Ya tenemos mil veces repetido, que bajo la palabra chichimecos se comprenden colectiviamente todas las tribus bárbaras y errantes; mas en realidad este nombre sólo corresponde a la familia o familias que venidas del Norte, fueron los progenitores de la nación, que estableció en el valle el reino de Acolhuacan. En este sentido, los chichimecos se extendían desde Zacatecas hasta Querétaro, sirviendo de límite al Sur el río Tololotlan, avanzando al Este a ocupar San Luis Potosí y la parte Sur de Tamaulipas. En cada uno de los referidos Estados hemos visto las diversas denominaciones con que las tribus eran conocidas, e igualmente se observa que no hablaban todas un mismo idioma, llegando en esto la confusión a tal grado, que los misioneros de Querétaro aseguran que en reuniéndose «treinta vecinos, suele haber cuatro y cinco lenguas distintas, y tanto, que aun después de mucho trato no se entienden sino las cosas muy ordinarias.»265 Los chichimecos que vagaban en el terreno de Zacatecas y de Aguascalientes, llevaban el nombre común de Teules chichimecas, y eran considerados como los más bravos y dañinos; infundían terror en todos los alrededores, y recordamos que de ellos se hace mención en los antiguos libros de cabildo de México, como de tribus a las cuales se debía combatir, para castigar su rebeldía con la servidumbre. Mas los mismos teules chichimecas se subdividían en fracciones, con idiomas particulares. La primera familia que se presenta es la de los cazcanes; ocupaba el terreno desde el río Grande, confinando con los tecuexes y los tepecanos, siendo sus principales pueblos desde el valle de Tlacotlan, Xuchipila, valle y río de Nochistlan, Tlaltenango, Teocaltiche, Tenancingo, Talpa, Mecatabasco, Jayahua, Mezquitituta, Moyagua, Cuixpalan, Apulco, Tenayuca y otros266. En el pueblo de Tiuxl o Teul, tenían su principal adoratorio y fortaleza, «nombrado en   —285→   todo el reino por estar en él el templo grande de los ídolos y casa de adoración, a donde todos los indios de diversas partes ocurrían a estos a cumplir sus votos y adorar a sus dioses: estaba este pueblo del Teul, en la mesa que hace una peña tajada en la circunferencia, con solo una entrada por la que se subía por unos escalones grandes: su población y asiento fortísimo, y en medio de la mesa, en una plaza bien capaz, manaba una fuente de agua dulce, la que se recogía en una alberca fabricada de pulidas piedras, y la circunferencia de la plaza ocupaban las casas de seis mil indios moradores...»267 Como se advertirá, estos chichimecos, así como los tecuexes y tepecanos, tenían habitaciones fijas; esto era una consecuencia de la emigración azteca, que al pasar por allí dejó fundados muchos pueblos, con colonias mexicanas, que poco a poco se fueron extendiendo, propagando entre aquellos bárbaros moradores la religión, las costumbres y aun el idioma mexicanos.

Los indios zacatecos dieron nombre a la provincia española, hoy Departamento de Zacatecas; los términos de sus tierras quedaban comprendidos entre Zacatecas, San Juan del Mezquital, Cuencamé (Durango) y el río Nazas, sin que sepamos de ellos otra cosa, sino que estaban muy atrasados, si bien gozaban de índole más suave que sus comarcanos268. Confinaban con los tepehuanes y con los cazcanes, teniendo al Norte a los cuachichiles con quienes estaban continuamente en guerra. Los del valle de Jerez quedaban en esta demarcación; eran tratables y dóciles, de manera que se les compara a los de Acatic, que se mostraron buenos con los primeros conquistadores españoles que por allí pasaron. Los zacatecos tenían su idioma propio, que hemos clasificado como un dialecto mexicano.

Los cuachichiles, guachichiles o huachichiles, los más bárbaros de estas tribus, ocupaban un espacio inmenso. Los conventos fundados entre ellos por los franciscanos dan su extensión, y fueron San Luis, Saltillo, Venado, Charcas, valle de Atotonilco, Pinos, Asunción Tlaxcalilla, San Miguel Mezquitic;269 es decir, que corrían por Zacatecas hasta San Luis Potosí y Coahuila. La lengua que les corresponde era peculiar, y la mexicana que por allí se encuentra es también debida a la emigración azteca, y más bien a que hacia 1588 los padres fray Gerónimo de Zárate y fray Ignacio de Cárdenas, con permiso de don Luis de Velasco, llevaron indios tlaxcaltecos y mexicanos para poblar en Colotlan, el Venado, San Miguel Mezquitac, Chalchihuites y el Saltillo para servir de resguardo a los Padres y de ejemplo a los bárbaros, a fin de reducirlos a poblaciones.

  —286→  

Los chichimecas de Aguascalientes eran de la familia que ocupaba el distrito de Lagos en Jalisco, conocidos bajo la denominación de chichimecas blancos. No sabemos si tendrían afinidad con los cuachichiles, aunque presumimos que más bien eran de la raza otomí, o de los que poblaron hacia Guanajuato y la Sierra Gorda. De todos modos, ellos tomaban parte en las depredaciones de los demás, y para contenerlos fue fundada en su territorio la villa de Aguascalientes, nombre debido a unos baños termales que se encuentran a corta distancia de la población.

Tanto en Aguascalientes como en Zacatecas han desaparecido los antiguos idiomas para dar lugar al castellano.



  —287→  

ArribaAbajoXVI. San Luis Potosí

El idioma español predomina hoy en San Luis Potosí; aun entre los mismos indígenas se va haciendo común, de manera que olvidan sus idiomas primitivos. En todo el territorio ocupado antiguamente por los indios cuachichiles, es decir, en la parte Oeste del Estado, en donde los franciscanos fundaron los conventos de San Luis, Venado, Charcas, Mezquitic, no queda rastro alguno de la lengua de estos bárbaros: todo aquel territorio esta com prendido en los curatos siguientes del obispado de San Luis, y en los cuales únicamente se habla castellano:

Los idiomas indígenas que quedan en el Estado son el mexicano, el otomí, el pame y el huaxteco.

  —288→  
Mexicano

Se habla en los curatos de:

Según esto, resulta una contradicción con lo que arriba se dice, que en el país de los cuachichiles ya solo se habla español, encontrando ahora que en Mezquitic y el Venado, v. g., se usa el mexicano: esto tiene explicación cumplida. Hacia 1558 los padres fray Gerónimo de Zárate y fray Ignacio de Cardona, llevaron para fundar indios mexicanos y tlaxcaltecas, cuyos descendientes explican allí la presencia del mexicano, después que se ha perdido el cuachichil (V. Zacatecas).




Otomí

Únicamente se habla en el curato de Santa María del Río: a este rumbo es el límite de la lengua.




Pame

Idioma que no hemos sabido clasificar. Las misiones que llevaron el título de Santa Catalina Mr. del Río Verde, comenzaron a ser fundadas en 1607 por el padre franciscano fray Juan de Cárdenas: recibieron el nombre de Custodia en la junta general celebrada por la orden en Sevilla, año 1621: los misioneros obtuvieron en 1677 el socorro de sínodos, que se les pagaron por las cajas reales hasta 1751, época en que los pueblos de por sí podían sostener a sus párrocos por medio de emolumentos271. Las misiones quedaron establecidas en la Sierra Gorda, y llegaban a Tamaulipas, antes que don Antonio Escandon llegara a colonizar allí: sus nombres eran Río Verde, Valle del Maíz, San Nicolás, Piñiguan, San Antonio, Lagunillas, San Juan Tella, San Felipe de Gamotes, San José, San José de los Montes Alaquines, San Nicolás de los Montes Alaquines, la Divina Pastora; pueblos todos de pames, a los que hay que agregar de las misiones de Tampico, San Pedro y San Pablo Tamlacum, San Antonio de los Guayabos, San Francisco del Sauz, San Francisco de la Palma o Zihpaun, San Miguel Tamoltexa, Santa María Tampalantin o Coxoum272. Según las noticias de los misioneros, a la fundación de Río Verde concurrieron no sólo los indios pames, sino los otomíes,   —289→   mascorros, coyotes, cuachichiles y aliquis; en el Valle del Maíz pames, otomíes, mascorros y macones, lo que nos suministra los nombres de algunas otras familias de los bárbaros que por ese país andaban.




Huaxteco

La Custodia de Tampico, de religiosos franciscanos, fundadores de estas misiones, tuvo principio en 1530: los pueblos pertenecen hoy, parte a Veracruz, parte a San Luis. Todos eran huaxtecos, y sus nombres Villa de Valles, San Luis Obispo de Tampico, Ozuluama, San Francisco Tamcuayalab, Santa Ana Tanlajab, San Diego Huehuetlan, San Miguel Tamaquichmon, San Francisco Tanchanaco, San Miguel Tempemoch, Santiago Tamuin, San Miguel Tamapach, San Pedro Tamchochob, Concepción de Tamitad, Santiago Tampasquid273. Los pertenecientes a San Luis están hoy reducidos a los siguientes curatos:





  —290→  

ArribaAbajoXVII. Tamaulipas

Esa fracción de México estaba fuera de los límites del imperio mexicano. La parte marítima del Sur, sin poder asignar la verdadera extensión, estaba ocupada por los huaxtecos; la nación era entonces numerosa y guerrera, su puesto que allí fueron desbaratadas las expediciones españolas que quisieron apoderarse del país, y que al mismo Cortés costó trabajos enseñorearse de la comarca, poniendo los habitantes en graves apuros a la guarnición de la villa de San Esteban del Puerto. La provincia tomó el nombre de Pánuco, bajo cuya denominación la gobernaba Nuño de Guzmán al venir a México como presidente de la primera audiencia; y los términos de aquella, dudosos entonces por el Norte, se señalaron en seguida hasta el río Tamesí, confluente del Pánuco. Si mucho se internaron los españoles en el terreno, exploraron la superficie comprendida entre la Sierra de Tamaulipas y la mar, el resto les fue por muchos años completamente desconocido. Los pueblos habitadores de aquel suelo no estaban adelantados en la civilización; no dejaron rastros de poblaciones más o menos populosas, ni de templos, ni de artefactos siquiera groseros; y cuando los blancos fueron a establecerse allá, encontraron tribus dispersas y desnudas, bárbaras en sus costumbres, cazadoras, y cuando más, algunas parcialidades que sembraban pocas semillas y vivían en chozas miserables de palos y de zacate.

Sin embargo, en la parte de la Sierra Gorda que los geógrafos mexicanos del siglo anterior hacen subir hasta Jaumave, y principalmente en el valle de Santa Bárbara, «se ven muchos vestigios de pueblos antiguos de Indios y de otras naciones que habitaron antes que los indios que existen, habiéndose encontrado enterrados dentro de las ruinas ídolos de diferentes figuras y tamaños y hornos con cantidad de cenizas de sus sacrificios y   —291→   muchas ofertas274 que habla con sus ídolos como salen hoy en el paraje de esta Misión, y otros a corta distancia, coligiendo haber dominado esta tierra otras naciones bárbaras, que las que se hallaron en la pacificación.»275 En efecto, no solo estos vestigios, sino aun algunos más atestiguan, que en aquella región hubo en tiempos que se han perdido en la noche de los siglos, otras generaciones mucho más pulidas que las conocidas después bajo la denominación colecticia de chichimecas. Además, si no mienten las relaciones de Ixtlilxochitl, por aquel rumbo vino la emigración que continuó la dominación de los toltecas, y como ese pueblo invasor era salvaje, los restos que en Santa Bárbara se encuentran, pueden atribuirse a los pueblos civilizados, que tal vez perecieron en la irrupción de los chichimecas.

Sea de esto lo que fuere, en Tamaulipas no podemos hacer la clasificación de naciones y de lenguas, que para diferentes Estados hemos practicado, porque aquí se colonizó el país de una manera peculiar; los misioneros tuvieron que hacer bien poco en el negocio, y los pobladores tendieron más bien a ensancharse, destruyendo a sus enemigos, que a dejarnos noticias acerca de las costumbres de los salvajes invadidos.

Desde el siglo XVI hasta 1726, no se pensó en la ocupación de estos lugares; en 1748 se nombró para poblarlos al coronel de las milicias de Querétaro y comandante de las tropas de frontera en Sierra Gorda, don José Escandón, quien hasta 1755 fundó veinticuatro pueblos, la mayor parte con el título de villas, habitadas con las familias blancas, que al efecto se alistaron en diversos lugares276. A la sombra de las villas se pusieron algunas misiones   —292→   en que los indios fueron congregados; se juntaron a los pueblos algunas tribus, y se hizo la guerra a los bárbaros que no se sujetaron de buena gana a los extranjeros. Las naciones que ocupaban a Tamaulipas, venían, en mi concepto, de un tronco común; mas como sucede con los pueblos errantes y cazadores, con el transcurso del tiempo la unidad nacional se había perdido; la gran familia se había fraccionado para ir en pequeños grupos a buscar mantenimientos; la separación y los encontrados intereses apartaron del todo entre sí a las tribus, las hicieron enemigas, y a cabo de años no tenían de común ni aun el lenguaje, modificado ya por los nuevos objetos, las necesidades, los gustos adquiridos por cada parcialidad. Si se exceptúan los janambres, y tal vez los pisones, los demás tamaulipecos eran dóciles, mansos, pusilánimes; a la sombra de las villas y de las misiones perdieron sus costumbres y su lenguaje, confundiéndose con la población blanca, hasta no quedar memoria de ellos; mientras los janambres tomaron las armas y se defendieron hasta que fueron exterminados. Así es que, para situar cada una de las tribus, no tenemos otros datos que los lugares en que fueron congregadas, y las indicaciones de los terrenos en donde pasaban su vida vagabunda; para sus costumbres, escasas noticias; para la distinción de las lenguas que hablaban, casi nada.

Los españoles dieron a aquel país el nombre de Colonia del Nuevo Santander; hecha la independencia se le dijo Tamaulipas, de la denominación de su sierra principal, o en memoria de sus tribus primitivas.

Veamos ahora, hasta donde sea posible, cómo estaban diseminados los bárbaros. Comenzando de Sur a Norte, los pisones se encontraban en Tula, en Palmillas y en Aguayo, partiéndose con los janambres las poblaciones de Jaumave, Hoyos y Llera. Llera, cerca de la Sierra madre, se reputaba estar en la comunicación de esta con la Sierra Gorda, la cual comprendía también a Jaumave, Santa Bárbara, Palmillas y el de real de los Infantes: en las inmediaciones de Llera se encontraban además las molinas y los mariguanes; y a corta distancia al Norte tuvo la misión de la Divina Pastora o Peña Castillo de indios pisones.

  —293→  

Además de Jaumave, Hoyos y Llera donde habitaban juntos con los pisones, los janambres ocupaban a Croix, Escandon y Santa Bárbara; estos indígenas fueron los más bravos de la colonia, resistieron con las armas a los españoles, y casi totalmente fueron exterminados. Vivían de la caza, iban casi desnudos y eran del todo bárbaros.

En Horcasitas se encuentra a los olives. La tribu era originaria de la Florida de donde la trajo el padre franciscano Olmedo, quien la hizo cristiana y la colocó al pie de la Sierra de Tamaulipas junto a los carimariguanes. Los olives eran blancos, de pelo bermejo, de elevada estatura; sabían cultivar la tierra y conocían las armas de fuego: fundaron un pueblo con su iglesia bajo la advocación de la Pura Concepción. Murió el padre Olmedo a quien enterraron en el pueblo de la Laguna (Tampico el viejo), y la guerra que las tribus vecinas hacían a los olives, no reconociendo freno ninguno, prosiguió con tanto furor, que tuvieron que abandonar su pueblo para asentarse en Tancasnec, después cerca de Altamira, y por último, fueron llevados como pobladores a Horcasitas. A un cuarto de legua al SE estuvo la misión de San Francisco Javier, con indios palagueques.

A una legua de Altamira se encuentran los anacana; al Norte se ve la sierra del Chapopote, que remata en la barra del Tordo, en donde vivieron los aretines, panguais y caramiguais, naciones dóciles, con chozas de tafias y de barro, viviendo de la siembra y de la pesca. Del cerro del maíz para la mar siguen las salinas, en cuyas inmediaciones vagueaban los mapulcana, cataicanca, anacana, caramiguai, panguai y zapoteros.

De Soto la Marina y Santander se extendían los caribay, comecamotes, ancasiguais, tagualilos y pasitas que llevaban la vida de agricultores y fabricaban para sus necesidades utensilios de loza ordinaria. Entre la misma Marina y Altamira en la costa, los moraleños con los panguayes, zapoteros y aretines que hemos indicado. Será preciso añadir en ese espacio los martinez, en la Sierra de Tamaulipa vieja, habitada, desde el cerro de San José a la mar por los mariguanes, caramariguanes, aretines, panguayes y zapoteros; las tres primeras tribus sembraban maíz, frijol, calabaza, vivían en barracas y fabricaban loza grosera.

En Santillana los pasitas y en el camina para Santander los tumapacanes; a una y media leguas de la primera villa los inapaname.

San Fernando de Austria tenía en sus inmediaciones los pintos y los quinicuanes; los tedexeños en las lagunas de la barra, y los comecrudos donde el río se vacía en sus crecientes.

Cerca de Hoyos se puso la misión de San Pedro Alcántara, con indios tamaulipecos y malincheños.

Burgos está situado al pie de la sierra de Tamaulipas, teniendo al Sur el   —294→   terreno que se llama la Tamaulipa, Moza, y en las inmediaciones se hallaban los guixolotes, cadimas, canaynes y borrados, indios correspondientes a las misiones del Nuevo León.

En la misión de Reynosa se congregaron los indios nazas, narices, comecrudo y texones; tomando rumbo al Este y sobre el río, a seis leguas de la misión, quedaban los pintos y en seguida los tanaquiapemes, saulapaguemes, auyapemes, uscapemes, comesacapemes, gummasacapemes, catanamepaques; usan el rostro rayado de azul de una manera arbitraria, las mujeres se rayan todo el cuerpo. Todas estas tribus hablan el mismo lenguaje, aunque diferenciándolo en la pronunciación, ya nazal, ya dental, ya gutural: son tímidos, viven de la pesca y se internan a las tierras llegando en sus correrías únicamente hasta el mar.

Camargo, situado sobre el río de San Juan, tiene al otro lado del Bravo y cercanos los carrizos, cotomanes y cacalotes, los cuales por fuera del Río Grande llegan hasta Revilla; Mier, sobre el río del Alamo, tiene por vecinos los garzas y los malaguecos.

Esto es lo que resulta según la descripción de la colonia citada al principio: consultando el tomo XXIX de los manuscritos del Archivo general, se encontrarán en él, en la segunda mitad, unas relaciones del Seno Mexicano, y a la hoja 45 vuelta, la siguiente lista.


Naciones de algunas rancherías de indios

«En Tamaulipas del Reino y sus contornos, Borrados, Cadimas, Zacatiles.

En la barranca y cerca por el lado del Reino, Bocas prietas, Pintos.

Por la costa desde la barranca para el río Grande, Comecrudos, Panguayes de Morales.

Por el lado que corre para Tampico, en la costa, Panguayes de Juan Antonio, Yacanaes, Aretines, Pelones del Epillo, Mariguaes.

Por la Tamaulipa de la Guaxteca, Pasitas, esta nación es grande; Xanambres de Tamatan, los de los potreros de Castrejon; Pisones, son poquísimos y mansos; Xanambres de Guardad, los del Mezquite; Xanambres, los de Santiago de los Palmitos, los de Mesas Prietas, los de Tetillas, los de Toro en las Adjuntas, los del Tenguachi, los de Juan de Mata, los Palanguegues, los del Bernal de Horcasitas, los del cerrito del Aire.»



A esto debemos agregar las otras tribus que se encuentran en la lectura de esos documentos y son Pachimas, Mezquites, Pamozanes, Panaquiapenes,   —295→   Tareguanes, Cenizos, Characuais, Cantaycanaes, Maporcanaes, Sarnosos, Inocoples y Serranos.

Todavía en la relación de las misiones del conde de Revillagigedo se nombran los Politos, y en el Diario de viaje de la comisión de límites los mulatos, los tizones y los mascores. Todo esto da un total de setenta y dos nombres en el orden siguiente:

Además, al hacerse la colonización se llevaron indios huaxtecos y pames de los ya domesticados, para que sirvieran de espejo a los salvajes. Sobre los presidios o villas del río Grande, sobre todo hacia Laredo, se dejaban ver los lipanes, de la familia apache, quienes muchas veces se guarecían allí de los ataques de sus mortales enemigos los comanches. Estos no llegaban más de a la orilla izquierda del Bravo, en tiempo de invierno.

Evidentemente que tanto número de tribus no son del todo diferentes, y debemos creer, que si hemos encontrado una lista tan abundante de nombres, no se debe a que eran igual cantidad de familias, sino que a muchas se les dieron multiplicados apellidos, por circunstancias muy peculiares de las personas que las bautizaron. De ejemplo pueden servir los mascores que no son otros que los janambres.

Todas las tribus de Tamaulipas han desaparecido; en el siglo que ha pasado los descendientes de aquellos bárbaros se han fundido en la población blanca, y si hoy se encuentra alguno es hablando el español y con el traje de la plebe.

En lo relativo a sus lenguas, bien poco se puede decir. Inferimos de las relaciones consultadas que los olives tenían idioma propio, al cual hemos dado el nombre de olive, a falta de saber el verdadero. Janambre llamamos igualmente al que hablaban los janambres y los pisones, que son de una misma familia, y usaban de un lenguaje particular. El resto de las tribus tenían habla peculiar, que tal vez se diferenciaría más o menos en algunas comarcas, cosa que no podemos asegurar careciendo de datos; tampoco sabemos cómo se llamaría, mas para poderlo distinguir le decimos Tamaulipeco. Las tribus de las orillas del Bravo pertenecían a la filiación apache, su lengua debía ser la misma; a ella, los hemos referido.





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