1

Elías, Francisco, El cine español y yo (1966); texto mecanografiado que se publicó en 1992 (Caparrós Lera, José María, ed.: Memorias de dos pioneros. Madrid, CILEH).

 

2

La escritura de Distribución Orphea Film, Sociedad Anónima, fue otorgada por el notario de Barcelona Leopoldo Roces en la fecha referida. No obstante, la inscripción de la empresa en el Registro Mercantil se produciría varios meses después; más concretamente, el 2 de julio de 1934 [Registro Mercantil de Barcelona, hoja núm. 7.022]

 

3

Recordemos que C. I. F. E. S. A. había iniciado sus actividades como productora el año anterior con La hermana San Sulpicio (Florián Rey, 1934), y que éstas iban a tener continuidad. Ahora bien, caso de haber existido en algún momento la estrategia reseñada, Vicente Casanova se encargó pronto de desmontarla: ni una sola de las películas que C. I. F. E. S. A. produjo entre 1935 y 1936 se rodó en Orphea. Cabe suponer, pues, que, sin tiempo a que los engranajes de E. C. O. F. S. A. estuviesen engrasados, Casanova se fue alejando de la flamante sociedad.

 

4

Señalemos que en el artículo cuarto de su Acta de Constitución se señala como objeto de la nueva entidad «la explotación de un estudio de toma de vistas cinematográficas. La compra venta de films cinematográficos, su edición y su alquiler. La producción de films cinematográficos y su explotación. El doblaje de toda clase de films cinematográficos. La explotación de todos los procedimientos referentes a la cinematografía y a la fotografía en todas sus formas...», y así toda una larga retahíla que cubría prácticamente todas las parcelas imaginables del negocio del cine.

Respecto al tema de la progresiva hispanización, es llamativo mencionar que por esa época ya se especulaba sobre esa base. Mencionemos, por ejemplo, un texto de Lope F. Martínez de Ribera (Cinegramas, núm. 1; 1934): «Orphea Film, empresa cuyos principios carecieron de verdadera base económica, instala -ya para tres años- un camión sonoro Radio-Cinéma, en el Palacio de la Química, levantado en Montjuich por los genios de la Exposición Universal... Lo que comenzara al servicio de la empresa francesa editora de Pax, fue nacionalizándose con la aportación de capitales españoles, y poco a poco -a veces amenazando venirse abajo con todo lo creado en torno suyo- ha ido afirmando sus cimientos.»

 

5

Chirat, Raymond, y Romer, Jean-Claude, Catalogue des films de première partie: 1929-1939 (Bois-d'Arcy, Publications du Service des Archives du Film du Centre National de la Cinématographie, 1984).

 

6

Nótese la extraña suerte de Elías: en Cinópolis (1930) hubo de subirse al carro a la mitad del proyecto, cuando le tocó ampliar el material de lo que hasta su contratación era un cortometraje; en cambio, con ¡No me mates! le ocurriría justo lo contrario.

 

7

Archivo Feliciano Vitores (Filmoteca Española).

 

8

Desavenencias con sus otros dos socios provocaron que Vitores tuviese muy pronto que subsistir mediante exhibiciones ambulantes por toda la meseta castellana, la cornisa cantábrica y Zaragoza. Al tiempo, fue registrando una serie de cortometrajes como dos discursos del presidente del Consejo de Ministros, Miguel Primo de Rivera, o una Charla humorística de Gómez de la Serna que hoy pasa erróneamente por ser película de vanguardia (hasta se le han inventado títulos a posteriori: El orador, La mano y Ramón) pese a su inequívoca filiación a la sociedad Hispano De Forest Fonofilms en aspectos formales definitorios (la distancia existente entre imagen y sonido: en el Phonofilm el lector de sonido se situaba respecto a la ventanilla de imagen entre siete y trece fotogramas por delante en vez de los veinte por detrás que acabarían por convertirse en el estándar normalizado, lo que provoca que vista hoy, con los sistemas actuales, se manifieste una acusada falta de sincronía); o en la coincidencia casi al milímetro entre el metraje de la copia conservada (117,6) y el que sabemos documentalmente que tenía el original (117'9).

Entre 1928 y el primer semestre de 1929 le fallaron a Feliciano Vitores otros proyectos como la oferta de sonorización de Agustina de Aragón (Florián Rey, 1928), el intento de rodar en cooperativa con los intérpretes un film de ficción con partes mudas y habladas que se desarrollaría en Asturias, o la posibilidad de rodar la adaptación de Marina que iba a dirigir Elías con Miguel Fleta de protagonista. Pero por un motivo u otro ninguno fructificaría y ello le empujó a dar el paso decisivo que su pone El misterio de la Puerta del Sol.

 

9

Precisamente, unas secuencias que solían ser similares en las dobles versiones idiomáticas eran las actuaciones musicales. Y esos planos eran también los que más se reciclaban en montajes posteriores de esos materiales «de desecho» preexistentes. Ejemplo de ello es que en el reparto de esta película aparece Gloria Libran como «bailarina», al igual que ocurría en El último día de Pompeyo: durante los compases iniciales interpretaba un baile flamenco.

 

10

Boletín de inscripción de Francisco Elías al Sindicato Nacional del Espectáculo. Archivo Agrupación Sindical Directores-Realizadores Españoles de Cinematografía (ASDREC) (Filmoteca Española).