Las obras que presentamos no son exclusivamente
la descripción de tres personalidades diferentes; significan
también, en conjunto, una visión de las costumbres,
contradicciones, vulgaridades o genialidades que afectan a la gente
de este rincón del Mediterráneo.
Alguien que desconozca nuestro territorio podría,
a través de esta trilogía, hacerse una idea
global de algunos rasgos fundamentales que lo caracterizan. No por
este motivo hay que hablar de peculiaridades tan excepcionales como
para necesitar códigos de acceso ni justificar veleidades
étnicas, porque en el mundo occidental hoy todo el mundo
posee una voluntad igualitaria realmente loable, con muy buenos
resultados por lo que al objetivo de la «clonización» general
se refiere.
Los elementos que configuran la vida cotidiana
de este país se han uniformizado de tal manera que sólo
en el terreno de los delirios hallamos algunas versiones diferentes
de una realidad circunscrita cada vez más a la funcionalidad
del mercado.
En este sentido, y por diferentes razones, nuestros
tres personajes poseen las mismas características delirantes.
El excepcional sentido común de Dalí
aparece como un delirio cuando se muestra de forma pictórica,
mientras que la falta de sentido común de Ubú-Pujol
aplicado a la política resulta un delirio permanente al margen
de la auténtica realidad. Al contrario de la lúcida
sensatez de Pla, que puede parecer a los ojos de un clónico
consumista actual una versión delirante de los individuos
y sus actos.
Las tres obras representan asimismo la síntesis
del trabajo realizado en los últimos 40 años por la
compañía. Los que han seguido una parte de este trayecto
recordarán fácilmente en algunos pasajes las huellas
de Serrallonga, Mary d'Ous, Olympic Man
o M-7 Catalònia, entre otros. Esto es lógico,
pues no hemos roto nunca una tradición que comenzó
en el año 1962 y que no sólo afecta al estilo, sino,
sobre todo, a una forma de trabajar en cuadrilla que se ha ido perfeccionando
a través de los años, hasta llegar al magnífico
equipo actual... y no sigo porque podría ser acusado de inducción
a la envidia nacional.
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