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Miscelánea de textos breves relativos a la época del emperador


1536-1537. De unico vocationis modo omnium gentium ad veram religionem


     [LAS CASAS, B. de las. Historia de las Indias, ahora por primera vez dada a la luz por el Marqués de la Fuensanta del Valle y D. José Sanchez Rayón. Madrid : M. Ginesta, 1875-76. 5 vols. Cap. 7.]

     [GARCÍA-GALLO, A. (ed.) Antología de fuentes del antiguo Derecho. Madrid : 1975, pp.658-660.]



     1. Es temeraria, injusta y tiránica la guerra que... a los infieles que nunca han sabido nada acerca de la Fe, ni de la Iglesia, ni han ofendido de ningún modo a la misma Iglesia, se les declara con el solo objeto de que, sometidos al imperio de los cristianos por medio de la misma guerra, preparen sus ánimos para recibir la Fe o la religión cristiana, o también para remover los impedimentos que puedan estorbar la predicación de la misma Fe. Con muchas razones se demuestra la conclusión en cuanto a sus cuatro partículas. Vamos a demostrar, en primer lugar, que es temeraria. Según el Hostiense [lib. 6, 'De homicidio', cap. 'pro humani'], se dice guerra temeraria la que se hace contra la autoridad del Derecho. Pero esta guerra se hace contra el Derecho natural, contra el Derecho Divino y contra el Derecho humano, luego es temeraria...

     2. Que esta guerra sea injusta se demuestra, en primer lugar, teniendo en cuenta que ninguna guerra es justa si no hay alguna causa para declararla; es decir, que la merezca el pueblo contra el cual se mueve la guerra, por alguna injuria que le haya hecho el pueblo que ataca. Pero el pueblo infiel que vive en su patria separada de los confines de los cristianos, y al que se decide atacar con la guerra sin mas razón que la de sujetarlo al imperio de los cristianos, la de que se disponga a recibir la religión cristiana y la de que se quiten los impedimentos de la Fe, no le ha hecho al pueblo cristiano ninguna injuria por la cual merezca ser atacado con la guerra; luego esta guerra es injusta... Esta guerra es inicua, y la razón es que daña la piedad referente a Dios. La daña disminuyendo o poniendo obstáculos a la misma piedad divina, al culto y honor divinos, que se acrecentarán con la dilación de la Fe y con la conversión de los gentiles a quienes estos hombres escandalizan, despedazan y matan... Es, finalmente, una guerra tiránica. Primero, porque es violenta y cruel, y se hace sin haber culpa ni causa, como obra propia de ladrones, salteadores y tiranos; porque no tienen ningún derecho para hacer las cosas profundamente injuriosas y nefandas que hacen, trayendoles a los gentiles las mayores plagas, angustias y calamidades, como si fueran, que de hecho lo son, una ruina de la mayor parte del género humano. Segundo, porque anteponen su propia utilidad particular y temporal, cosa que es propia de los tiranos, al bien común y universal, es decir al honor divino y a la salvación y vida espiritual y temporal de innumerables personas y pueblos. De donde se deduce que el principado adquirido con tal guerra es injusto, malo y tiránico, y está lleno de las maldiciones de Dios... Todos los que hacen la mencionada guerra y todos los que con cualquier género de cooperación, mandato, consejo, auxilio o favor, son causa de que se les declare la misma guerra a estos infieles, cometen pecado mortal, y gravísimo por cierto... Los que mandan son los principales culpables en cuanto a la gravedad de los crímenes y de los daños que se hacen en la guerra contra los infieles, pecando mas gravemente que todos los demás...

     4. Todos los hombres que son o sean causa de la mencionada guerra mediante alguno de los referidos modos de cooperación, están obligados, con necesidad de medio para su salvación, a restituirles a los mismos infieles damnificados, todo lo que les hayan arrebatado con tal guerra, sea mueble o inmueble, y a satisfacerles solidariamente, es decir, en total, los daños que les hayan hecho... Por tanto, como las tierras, provincias y reinos, los honores, dignidades y dominios, las esposas e hijos, juntamente con todo lo demás que pueda contarse entre los bienes, se les deben, según la razón de su naturaleza y condición, a los infieles contra los cuales se mueve tal guerra; como esos bienes les están ordenados a ellos según la disposición de la Sabiduría divina, y se han hecho ya suyos, los privados, de los particulares, y los comunes, de todos comunmente; como aquellos que de algún modo de participación son la causa de tal guerra, se apoderan con violencia de todos los bienes mencionados contra la voluntad de sus propios dueños, violando así el derecho de la sociedad humana; y como para observar la justicia se requiere necesariamente hacer la compensación correspondiente, se infiere que esos hombres están obligados a la restitución, etc... Por lo cual hay que concluir que el que puede restituir se encuentra siempre y continuamente en pecado mortal mientras retenga lo ajeno contra la voluntad de su dueño, ya sea que no quiera restituir o que no restituya, aunque lo primero es mas grave...

     5. Luego, ¿qué satisfacción, decidme, podrán dar estos hombres infelices por tantos miles de almas que por su cruel impiedad están ahora sufriendo los tormentos del fuego sempiterno?, ¿de qué modo van también a satisfacer por otros males menores como son la ruina y la desolación de tantos miles de lugares y de pueblos?, ¿por tantos adulterios, raptos, estupros que cometen abusando con violencia de las esposas y de las hijas de sus prójimos, aunque sean infieles?, ¿por el dolor de tantos, padres privados de sus hijos y de tantos hijos privados de sus padres?, ¿por tantos despojos como llevan a cabo quitándoles a los señores naturales sus estados y honores?, ¿por el cautiverio o privación de la libertad de tantos hombres libres?, ¿por las infinitas injurias y ultrajes con qué afligen a aquellos miserables... Pero como a los referidos damnificadores les es del todo imposible cumplir con estas y otras muchas obligaciones que no apuntamos, que harán esos miserables que mandan y aconsejan esta guerra, y que entre otros son los más culpables, los que principalmente están en pecado y los que más obligados están a satisfacer, ¿qué harán los guerreadores o soldados, los auxiliares o cooperadores? Indudablemente que nunca, durante su vida, podrán satisfacer, ni en lo mas mínimo, por tantos males como hacen; y ojalá que antes de morir puedan arrepentirse de veras de crímenes tan horrendos.



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