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21

M.: «el grande valor». (N. del E.)

 

22

M.: «Ninerca». (N. del E.)

 

23

79-1. El texto dice Ninerca, y lo mismo la edición de 1614; pero parece ser errata. El Sr. Alonso Cortés propone: «fuerça.» (N. del E.)

 

24

M.: «de Candia». (N. del E.)

 

25

M.: «la gran rusticidad». (N. del E.)

 

26

79-7. Don Simón de Rojas Clemente, en sus Adiciones al libro II de la Agricultura general, de Gabriel Alonso de Herrera (edición de Madrid, 1818), dice, respecto de algunos de estos vinos, que el de Montefiascone, en los estados del Papa, es «dorado, endeble, de poco aguante»; la malvasía de Candía, «de color de ámbar»; el del Vesubio o «griego di Soma», «dorado, tenue, oloroso, agradable», y «se coge en la cumbre del Vesubio»; el «amabile y otros de las Cinco Viñas en el Genovesado, muy suave y agradable»; y el vernaccia o guarnaccia y Mangiaverra, «del Vesubio y otras partes de Italia, muy tinto, muy craso y muy dulce». El trebiano es el vino de Trebbia; el de Centola, el que se cogía en este lugar del reino de Nápoles; el romanesco, el de Romania; y, en cuanto al asprino o asperino, cítalo Cristóbal Suárez de Figueroa en El Passagero (I), entre los buenos vinos napolitanos.

Francesco Redi (1626-1698), en su poema Bacco in Toscana, cita el vino de Trebbia:


   «Che vino è quel colà
ch'ha quel color dorè?
La malvagìa sarà,
ch'al Trebbio onor già diè.»



Alaba también


«la vernaccia,
vendemmiata in Pietrafitta.»



(N. del E.)

 

27

79-16. El vino de Madrigal (Guadalajara) era blanco; y también los de Alaejos, Esquivias, Alanís (en el condado de Niebla, cerca de Sevilla, a la raya de Extremadura), la Membrilla, Ribadavia (en la Rioja, dorado; o el del Rivero, en Lugo, pardusco) y Descargamaría (en los confines del reino de León con Extremadura y Portugal; «amarillito, oloroso, muy parecido al de Montilla»). Los de Guadalcanal (tinto y blanco) y Cazalla (tinto, algo dulce) eran también famosos. Según Rojas Clemente, el vino de Coca era ya «muy ruin y escaso» en 1818. Ya se comprende que lo de «imperial, mas que real ciudad, recamara del dios de la risa», está por Ciudad-Real, cuyo vino más celebrado era blanco. (Vid. Rojas Clemente: Adiciones citadas.) Véanse Comedias y entremeses; IV; pág. 199. (N. del E.)

 

28

M. añade «claras y manifiestas señales de su grandeza». (N. del E.)

 

29

M.: «dichosas margenes». (N. del E.)

 

30

M.: «las demas». (N. del E.)