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ArribaAbajoA. D. F. García Guerra de la orden de Santo Domingo, Arzobispo de México y Virrey de la misma ciudad

Canción




Roma del nuevo Mundo
Cran México dichosa
Llamarte puedes, pues en siglos de oro
Te da un bien fin segundo
La mano poderosa
Del cielo, que guardaba estes tesoro,
El Gentil, Indio, y Moro
Ofrezcan en tus faldas
De hoy más su gran riqueza
Celebren tu grandeza,
Y de Oro, Plata, Perlas, y Esmeraldas
Paguen feudo a la tierra,
Que tiene tan gran paz con tan gran guerra.

   Discante en voz sonora
Euterpe al son de Plectro,
Que por orden divina, y soberana
Se ven juntos agora
El cayado, y el cetro,
La potestad divina con la humana,
Recibe pues ufana
Oh próspera Laguna
Con tu regio Lábaro
Al que ha de ser tu amparo,
Como a Israel la sombra, y la coluna,
Pues tanto bien encierra,
Que porque tengas paz te ha dado Guerra.

   Oh favorable Estrella
Del cristalino cielo
De aquel Guzmán famoso Patriarca,
Que excede su luz bella
A la de dios de Delo,
Que si ella mira cuanto el mundo abarca,
La celestial comarca
Pone aquesta es su claustro,
Porque los dos gobiernos
De sus Ejes eternos
Se gobiernen de hoy más por sólo un Plaustro
Influyendo en la tierra
Paz con victoria de tan Santa Guerra.

   Bien es que se anticipe
A todos su memoria
Oh gran Príncipe excelso don García,
Hazaña de Filipo
Fue darnos esta gloria,
Pues en tus hombros vio que convenía
Poner la Monarquía
Como a divino Alcides
De uno, y otro gobierno,
El temporal, y eterno,
Que basta tu valor, si bien lo mides,
Para que cielo y tierra
Pongan su paz en tan dichosa Guerra.

   Suba a su centro sacro
la voladora llama,
Que cerca del gran Castillo, blasón fuerte,
Orla del simulacro
Que eterniza tu fama
Contra el hado fatal, y obscura muerte,
Oh qué dichosa fuerte,
Que espada, brazo, y yelmo
Gran México te alienta,
Pues será en la tormenta
El fuego tu farol, García Santelmo,
Que borrascas destierra,
Dándote paz cuando tuvieres Guerra.

   Oh Garza Real, y grave,
Que desde el lago Hisperio
Viniste a honrar el nuestro con tus plumas,
Transformado en el Ave
Que honró el Romano Imperio,
Por resistir la luz al dios de Cumas,
Bien es subir presumas
Pues vas tan adelante
Del cayado, y la vara
A la única Tiara
Que te espera en su Iglesia militante,
Porque goce la tierra
La paz que ha dado tan triunfante Guerra.




ArribaAbajoJeroglífico que se hizo a su recibimiento cuando entró por Virrey

Pintose un orbe con una cinta en medio, que hacía división de cielo y tierra, y las dos Estrellas del Polo Ártico, y Antártico a los extremos de la cinta, y en el medio del orbe sobre ella estaba la Cruz de Santo Domingo en forma de Estrella, cuyos rayos daban luz a entrambas partes, y de uno de ellos salía la Cruz de Patriarca, que subía hacía el cielo, y de otro rayo hacía la tierra nacía el Báculo Pontifical, y tenía por mote, VIRGA TUA, ET BACULUS TUUS IPSA ME CONSOLATA SUNT. Psal.22. Y por letra.


Los dos Ejes sempiternos
En medio quieren ponella
Que de Domingo una Estrella
Basta para dos gobiernos.




ArribaAbajoCanción en que se describe la salida que hizo el general don Luis Faxardo, comendador del Moral, con la armada real de la Bahía de Cádiz para la Mamora



Cuando Timbreo con veloz carrera
Sale del Cancro, y al ardiente Leo
El curso lleva altivo apresurado,
Y en la obscura tiniebla ha comenzado
A competir con su calor Febeo,
Corriendo más el velo en su alta Esfera,
Cuando de su primera:
Esperanza, la tierra al mundo ofrece
En pálidas aristas granos de oro,
Y España alegre con igual decoro
Celebra, ensalza, estima, y engrandece
A su ilustre Patrón el santo día
Del mar de Cádiz con veloz derrota
Suelta las riendas a su regia flota
El nuevo Eneas, que su gran Bahía
Victorioso surgía,
Mas ya rompiendo el mar, le mira el Alba
Hacer a su hermosura alegre salva,
Alborotando a Marte, y juntamente
Del dios Neptuno el húmedo Tridente.

   Tremolan por el aire los Pendones,
Flámulas, Gallardetes, y Banderas,
Estandartes, Paveses, Lábaros
Vense entre vidrio azul espejos claros
Formando mil alegres primaveras,
Con que esmaltan las húmedas regiones
Los fogosos cañones,
A la región nubífera subiendo
Densan los aires puros, y sutiles
Suenan Pífanos, Cajas, y Añafiles
Entre el confuso, y animoso estruendo
Sale Tritón alborotando el mundo
Sobre el Plaustro que forman los Delfines
Y al son de las Trompetas, y Clarines
Vienen los dioses de lo más profundo,
Aquí al fin Segundo,
Aunque tercer Filipo el poder miran,
Y todos juntos con valor aspiran
A ensalzar tan Católico Monarca
En cuanto mira el Sol, y el cielo abarca.

   Las quillas de las Naves poderosas
Sintiendo el crespo Dios en sus espaldas,
Hecho un Alcides en tan gran camino,
Pide a Fabonio su favor divino,
Porque entre espuma, y verdes esmeraldas
Formen alegres las sagradas Diosas
Las triunfantes carrozas
Donde su Rey, queriendo engrandecerlas
Muestre en conchas de nácar, y corales
Con el azul zafir blancos cristales
Entre pinjantes de alabastro, y perlas
Toca el Céfiro blando los Penoles,
Cuyo soplo sirviéndole de espuelas,
Entona de los árboles las velas,
Que van formando blancos arreboles
Los dorados faroles
Con sus blandones en la noche obscura
Van mostrando la parte más segura,
Hasta que Cintio desde el alta esfera
Del África descubre la ribera.

   Apenas la divisa el Argonauta,
Cuando muestra el contento que atesora
El general gallardo, y animoso,
Que con esfuerzo altivo. y valeroso
El pie quiere estampar en la Mamora
Con prevención prudente, astuta y cauta
El mapa, mide, y pauta
Para poder fondar la margen bella,
Que freno pone al puerto, oculta barra,
Aquí don Carlos el insigne Ibarra
Puso el primero la animosa huella
En la Africana arena, no teniendo
El peligro del mar, tocando a guerra
Tiembla el pirata, que en la inculta tierra
Para robar se va fortaleciendo,
Mas tal esfuerzo viendo
En juvenil edad, quedó asombrado,
Hecho un Marte, don Carlos ha llegado
Con bravo esfuerzo, y con grandeza extraña
Dicen sus armas el valor de España.

   Viendo el contrario que la margen pisa
El que procura su temprana muerte,
El puerto deja por salvar la vida,
Cuando en Zalé quedando entretenida
La escuadra de galeras bate el fuerte,
Esta fue estratagema apercibida,
Para que socorrida
No fuese de su gente, ni en su suelo
Entrase la Africana infantería,
Aquí el Duque bizarro don García
Hace que suba su valor al cielo,
Y en tanto que gozaba desta gloria
Entre el estruendo bélico sonaba
Una voz general, que pregonaba
Por nuestro gran Filipo la victoria:
Y viendo que es notoria
Del Español ejército la palma,
Luego el soberbio Rey sosiega y calma,
Por ver (con Majestad) los escuadrones
De armadas Naos y fuertes galeones.

   Aquí la empresa, con valor seguida,
El famoso Agustín la escuadra parte,
Cuando en el campo su Bastón gobierna
Con singular consejo, porque eterna
Quede su fama en bronces esculpida,
Ya el escuadrón de los soldados parte,
Con la industria y el arte
Del gran Maestre de campo, que distinto
En cada cual ejército ponía
Un bélico furor, que parecía
Sacaba a Marte de su cielo quinto,
Y mientras él con ánimo campea,
Cuando goza del puesto más seguro,
Se fabrica en la tierra un alto muro,
Que a los soldados sirve de trinchea,
A trechos se hermosea
De banderas gallardas y paveses,
Que viendo su hermosura en los arneses
Muestra con los reflejos que dilata
Rayos de luz que asombran al pirata.

   Marchando llegan a la margen bella
De un caudaloso, y agradable río,
Cuya corriente con veloz trofeo
Por dar tributo al aneroso Alfeo
Mezcla las aguas en su claustro frío,
Allí poniendo el Español la huella,
Al contrario atropella
Cuando humillando su soberbia altiva
Previenen pecos, golas, coseletes,
Las cuerdas calan, cargan los mosquetes
Y su victoria con valor se aviva,
Porque en África viva el soberano
Nombre de nuestro César, gran Filipe,
Y a todas las naciones se anticipe,
El Moro tema, tiemble el Otomano,
El Gentil, El Pagano,
Y desde el nuestro al contrapuesto polo
Conózcanle por Rey único, y solo
(Pues lleva su fortuna viento en popa
Asia, América, África, y Europa.




ArribaAbajoAl Rey don Filipe nuestro señor, dándole cuenta de la inundación de México, desagüe, y discreción de su laguna

(.?.)


Canción




Óyeme oh gran Filipe
(Monarca sin segundo, y gran tercero
Para la paz de tierra, y mar profundo,
Digno de que tu nombre se anticipe
Al del fuerte guerrero,
Que dio principio al tuyo sin segundo)
Oye del nuevo mundo
Sujeto a la corona
De aquesa gran persona,
Soberana por única en el suelo
Católico monarca,
Cuya potencia abarca
Lo más fértil que alumbra el dios de Delo
Y a quien el mesmo cielo
Con majestad suprema
Sobre sus cumbres tu valor extrema.

   En tanto que tu imperio,
(Temido del antípoda remoto)
Con las Águilas dél llevas volando
A que miren el Sol de otro Hemisferio,
Atiende el alboroto
En que tu insigne México se vido
Por el seno oprimido
De su fértil laguna
Que entre encharcada Tuna
Tiene su asiento, cuyo muro y cerca
Es cristalino puro:
Aunque no muy seguro,
Que la corriente de un clara alberca,
(Que por partes la cerca)
La deja guarnecida
De tersa plata y de cristal vestida.

   A esta ciudad famosa,
Cabeza del Imperio Mexicano,
De los Indianos Césares asiento,
Rica, fértil, triunfante, populosa,
Y casi como a mano
Rodeada del húmedo elemento,
Le sucedió un portento,
Que amenazando a voces
Con sus hondas feroces
En sus vecinos límites se absconde
El gran padre del agua,
Y mientras se desagua,
Su mensajero alado le responde
En las alcobas, donde,
Sacando la cabeza,
A alborotar Tritón el lago empieza.

   Resonaba la trompa
Por nuestras verdes márgenes Indianas,
A cuyo son las verdinegras focas,
Con alboroto extraño y grave pompa
Van abriendo las bocas,
Que da la blanca espuma estaban canas,
Y en las tierras mas llanas
Vomitan de su pecho
Turbio cristal deshecho,
El cual con ellas caminando junto,
Va haciendo tal estrago,
Que impele de su lago
Las procelosas Náyades, que al punto,
Mirando su trasunto,
De la concha, o escama.
Cada cual a su Rey perlas derrama.

   Salió con gran deseo
De ver el alboroto de la gente
En un caballo de color de acije
Sobre una concha azul el dios Proteo,
Y en la clara corriente,
Por alcanzar las diosas, más lo aflige,
Y mientras él lo rige
Se muestra más turbado,
Y del cuerpo escamado
Con denuedo bizarro, y peregrino
Desangrando sus venas
Brotaba a manos llenas
(En vez de sangre) raudo diamantino,
   Cercaban arrogantes
De un vistoso peñol la verde falda,
Mil arroyos, que vierten a montones
Cristal, Perlas, Zafiros, y Diamantes
Con que orle la guirnalda
La esposa del gran Dios, que sus regiones
Sustenta sin pulmones
La escuadra de su adorno,
Y por ver en su contorno
Los regalados hijos va juntando
Al dulce pecho Doris.
Que por gozar a Cloris
Los límites a Seres va Sulcando,
Y en ella reposando
Enseña entre escarlata
Mientras la mira el Sol campos de plata.

   Hecha pues un estanque,
Nuestra México insigne en él se mira,
Porque sus calles son un puro espejo,
Y aunque las puertas por el riesgo atranque
El agua que respira
Le vuelve a deshacer el aparejo.
Entró luego en consejo
El Marqués que gobierna,
(Cuya gloria es eterna,
Pues de Mendoça la progenie, y rama
Por el orbe defendida
Es ya muy conocida,
Y en los dos Polos inditos se lama
De nuestros siglos fama)
Haciendo como debe
Reparos al raudal que el centro mueve.

   Mas porque los humanos
Remedios no son parte, si el divino
No favorece tan piadoso intento,
Impetran los favores soberanos,
De un santo peregrino,
(A quien respeto tuvo este elemento,
De milagros portento)
Por patrón y abogado,
Que este nombre le han dado
Al Neocesáreo y celestial Gregorio,
Que como al Lico ausente,
Del lago la corriente
Enfrena desde el sacro Consistorio:
Su favor es notorio,
Pues la cierta esperanza
Nuevo milagro con Gregorio alcanza.

Aquí los altos cielos
Confunden la soberbia altiva y vana,
Mas si en sus paralelos
Raya la luz divina y soberana,
Es fuerza (o gran Filipe)
Que ya del daño más no participe.




ArribaAbajoDescripción del Túmulo, Letras, y Jeroglíficos que en honras de nuestra serenísima Reina doña Margarita de Austria fueron hechos en la ciudad de México por el doctor D. Gabriel de Ayrolo Calar

§. I.

Habiendo la católica Majestad del Rey don Filipe nuestro señor hecho saber a la ciudad de México la muerte de nuestra esclarecida señora, y Reina doña Margarita de Austria, fue tanto el sentimiento que causó en toda ella, que sus ciudadanos, y moradores mostraban bien el pesar con tristes lutos de que se vistieron, que aunque por ley, y obligación debían hacerlo; mas (según lo que parecía) era el sentimiento del alma, que las señales exteriores del cuerpo. porque la vida, excelencias, y virtudes de tan serenísima Reina estaban muy conocidas, estimadas, y arraigadas en el alma de sus vasallos. Pues viendo que la pérdida era tan grande, midieron el pesar como se requería, el cual augmentaba el clamor, y doble de las campanas, que por el espacio de ocho días no cesaron, excitando los ánimos de sus leales vasallos a plegarias, y oraciones, que tan sin número se hicieron, y en especial la Real Audiencia, que entonces gobernaba (por la muerte de don Fray García Guerra, Arzobispo de México, Virrey de la Nueva España) ordenó que se hiciese un novenario de Misas cantadas, que con solemnidad se dijeron en la catedral, adonde por todos nueve días ocurrieron de todas las parroquias, y monasterios de las órdenes, a hacer, y ofrecer el mesmo sacrificio, repartiéndose por los altares de la iglesia, viniendo de sus casas en procesión, con Cruz Alta, Preste, y Diáconos, asistiendo a todos estos sacrificios, la ciudad; y al que celebraba la iglesia mayor se halló presente todo el novenario la Real Audiencia, que para este efeto salía de las casas Reales, acompañada del Cabildo de la Ciudad, y muchos ciudadanos. Y porque el día principal que se disputó para celebrar las exequias, fuese con toda la suntuosidad, y autoridad posible, escribió la Real Audiencia al Obispo de Nechoacán, don Fray Baltasar de Covarrubias, que se hallase presente en México, para que dijiese la misa; y así mesmo al Obispo de Tlaxcala, don Alonso de Mota Escobar (singularísimo varón en letras, y virtud) para que predicase: y cada uno por su parte vino con la debida puntualidad, y como era justo. Y habiéndole ya acordado el día que se había de celebrar la principal exequia, se mandó que todas las cofradías con sus insignias fuesen a las casas Reales la víspera della; y así mesmo que allí se juntasen todos los Religiosos de las Órdenes que había en la ciudad, para que desde el Palacio hasta la Catedral se hiciese una solemne procesión: y siendo llegada la ocasión, cada una de las Religiones cumplió lo que se le había ordenado con puntualidad el día que para ello fue señalado, viniendo en la mesma forma que habían de ir. Y así mesmo fue ordenado, y mandado, que el Cabildo de la ciudad estuviese, como estuvo, todo aquel día recibiendo las precesiones de las Órdenes que venían a Palacio, en el cual estaba la Universidad de los Doctores, el Consulado, Caballeros, y Ciudadanos principales, para ir todos a la Iglesia Mayor en la forma que se irá declarando.

§ II.

Habiendo ya trazado las calles más a propósito para ir en procesión a la iglesia mayor a celebrar la víspera de las exequias, que fue sábado de la Dominica in pasione, a las tres y media de la tarde. Salió de las casas Reales una suntuosísima procesión de Cofradías, y Religiones, que por sus antigüedades de puestos iban en orden, llevando cada Religión su Cruz alta, Preste, y Diáconos, mucha cera encendida, y en especial iba el Cabildo Eclesiástico con toda la Clerencia de la ciudad con gran suntuosidad, y gravedad. En lo último de la procesión, y acompañado con todas las dignidades, venía el Obispo de Mechoacán vestido de Pontifical, y el ornamento era de brocado negro, y oro; y deteniéndose en la puerta principal de palacio comenzó la capilla a levantar sus voces, para que dijese un responso en la Posa, que en ella estaba puesta de siete gradas en alto, y sobre una Tumba cubierta de terciopelo negro, y flecadura de oro, y dos almohadas de lo mesmo estaba una corona, ante la cual dijo que el Obispo el Responso con gran solemnidad, y haciendo su acatamiento pasó adelante. Salió luego siguiendo al Cabildo Eclesiástico, el Consulado, y Universidad de los Doctores, Cabildo de la ciudad, y Real Audiencia todos llenos de luto, con lobas de paño fino cubiertas las cabezas, y con grandes faldas: y entre los soldados de la guardia que iban acompañando a la Real Audiencia, iban los maceros con sus lobas grandes, y encima dellas realces de armas Reales, y luego un trecho atrás entre dos flámulas negras, que llevaban dos oficiales Reales de la Contaduría mayor: otro sobre una almohada de brocado negro y oro llevaba la corona que se había de poner en el túmulo: siguiose luego a la Real Audiencia todos sus ministros, que iban de la misma manera enlutados con toda la caballería de la ciudad: y fue mucho el concurso de la gente que ocurrieron de todos los lugares comarcanos a ver un acto tan grandioso. Desta suerte se iban deteniéndose en las partes y lugares donde había posas, que por todas fueron cinco repartidas en las cuadras de las calles, hasta la iglesia, en donde se iban diciendo los Responsos por el orden que el primero. Y en la primera posa estaba una tarja pendiente de la Tumba, donde para mostrar los encomios de nuestra Reina, y señora, estaba este soneto.


ArribaAbajoSoneto I



Levanta insigne México la Pyra,
   En Túmulo, que admire, y por renombre
   De Margarita el soberano nombre
   Pondrás al mundo, que sus pompas mira.

La vida de tu Reina en muerte admira,
   Que llore un Rey, y un Reino no te asombre,
   Que el gran Filipo, como al fin es hombre,
   Por su ausencia, con él gime, y suspira.

Has muestras gran ciudad del sentimiento,
   Y en Antorchas de fuego al Cielo sacro
   Víctima ofrece de tu Indiano Polo.

Y en su señal del debido acatamiento
   Harás al vino Rey un simulacro
   la difunta Reina un mauseolo.

La segunda posa estaba de la forma que la primera, y en una tarja el Soneto siguiente.




ArribaAbajoSoneto II



Consiste buena muerte en buena vida,
   a buena vida sigue buena muerte;
   Y no es muerte mortal, en vida muerte
   Cuando la muerte es causa de la vida.

La vida que con muerte es solo vida,
   Le da divina vida, humana muerte:
   Y es muerte vida; y no se llama muerte,
   Muerte que acaba con eterna vida.

Aquesta vida causa justa muerte,
   La muerte vela, y duerme nuestra vida,
   Que a vida tal despierta nuestra muerte,

Y pues muerte recuerda nuestra vida,
   Si Margarita tuvo vida en muerte,
   Que mucho que su muerte sea su vida.

En la tercera Posa estaba una traja, y en ella pintado un orbe, y en medio dél una corona, y cetro, y un mote Latino que decía, Hic æternum. Y abajo este verso recurrente.

Imperium datur his fæclis cum limite; Christus

Munere cum præbens, is dabit æternum.

En la cuarta Posa estaba pintado en una tarja un vaso lleno de licor de a que abundaba, y otro vaso que en un cielo lo recogía, y lo derramaba en la tierra. Tenía este Jeroglífico por mote, O dorem dedi. Y por letra.


Si es la fragrancia el Cielo
Suba con amor profundo,
Y esparza su olor al mundo.

En la quinta, y última Posa estaba en una tarja una llama muy encendida, y sobre ella por mote, Sursum. Decía la letra.


De Dios era,
Y así se sube a su esfera.

Entraron pues todos de la suerte que se ha referido en la iglesia mayor, poniéndose en los puestos que para esto estaban diputados, cubiertos de grandes lutos, y así mesmo lo estaba toda la iglesia, y con igualdad puestas a trechos en ella armas Reales, muertes coronadas, imitando en el color al oro, entre las cuales había muchos jeroglíficos, versos Latinos, y composiciones, que por ser trabajos ajenos no van puestos en este Pensil, y así los que van en él son solamente los que yo compuse, llenos de voluntad, y afecto, cuanto faltos de erudición, pues requería el sujeto que en ellos se tiene por asunto, otro mayor ingenio, y muchos pudieran desuclarse, por muy grandes que fueran en las virtudes, y alabanzas de nuestra Reina, y señora.

Púsole luego antes de comenzar las vísperas la corona sobre la tumba del Túmulo, con gran suntuosidad y gravedad; y puesta, luego comenzó el coro con solemne música a realzar las voces de su capilla, diciendo el oficio, en cuyo acto parce que se suspendían los ánimos, y más estando el Túmulo tan adornado de grandeza, que robaba la vista de los que lo miraban, el cual, y su arquitectura era la siguiente.

§ III.

Sobre un terraplenado en cuadro hecho enteramente una basa dórica, asentaban ocho colunas circulares, astriadas de oro, y negro sobre sus basas dóricas, con igual proporción de dos en dos estaban repartidas por las esquinas del terrapleno, viniendo a rematar en unas pilastras hechas de lo mesmo, realzadas de brutescos de medio relieve, sobre los cuales se sustentaba la arquería frisos, y cornisamentos del Túmulo, el cual tenía encima de toda su fábrica una media naranja astriada de oro, y negro, sobre la cual asentaban otras ocho colunas más pequeñas, que imitaban las del primer cuerpo, con su disminución sustentando sobre sus pilastras el cimborrio del Túmulo, que venía a fenecer en lo más alto de la iglesia: y sobre un orbe de oro que estaba en el medio, y más supremo del cimborrio se puso de bulto entero la Fama con su trompa en la mano izquierda, y en la derecha tenía un escudo de las armas Reales, y por orla junto al timbre una muerte coronada, y un rótulo pendiente do estaba puesto el siguiente verso.

Posita in æterno marmore virtus erit.

De la mesma manera en los extremos, y cuadros del cimborrio estaban puestos tres orbes, disminuyéndose cada uno, y el más alto, y más pequeño venía a fenecer en punta de diamante, con remate orbicular astriado, que daba mucho que ver, demás de lo cual en las cuatro esquinas del terrapleno, desviadas de las columnas, media vara sobre unos pedestales, de labores brutescas asentaban cuatro pirámides muy altas, de manera que venían a frisar con lo último del cimborrio, rematando sus puntas en unos orbes dorados, dentro de los cuales estaban puestos blandones de cera, que parecía que la naturaleza con maravilloso artificio los había fabricado. Las pirámides estaban adornadas de muchas luces, con cuya claridad se realzaban las colores, y labores de que fueron guarnecidas. Estaba el Túmulo puesto entre los dos Coros, de manera, que mirando por todas partes hacía su fábrica entera, con muy gran proporción, teniendo seis gradas formadas en el mesmo terrapleno, por cada parte la suya; y al remate dellas sobre unos pedestales marmóreos que cada una tenía, estaban ocho figuras de bulto, que eran las virtudes, repartidas de dos en dos por cada grada, haciendo maravillosa guarnición en todo el Túmulo, y en medio del cuerpo principal dél, sobre siete gradas asentaba la tumba cubierta con un paño de brocado negro, y oro, bordadas por cuatro partes en él las armas Reales, y encima della había dos almohadas de los mesmo, donde con gran suntuosidad, y reverencia se puso la corona, y pendiente de las almohadas estaba una tarja, y en ella este Epigrama.


Reginæ fæcli, nobis ostendit olimpu
   Fumus, et imperium mortis, in orbe fuo
Incipit a fummis, nil parcit dira, sepulcro
   Prospicimus cunctos condere mortis opus.
Ast cælum vitæ virtute, ut Margara tendat
   Tela tamen mortis, fracta nocentis habet.

Las virtudes que estaban en los pedestales eran Fe, Esperanza, Caridad, Justicia, Fortaleza, Templanza, Prudencia, y castidad, cada una de las cuales iba representando las muchas que tuvo nuestra Reina, y señora, por los versos siguientes.



FE

Mas que de lince sutil
Son los ojos con que veo
Todo el fin de mi deseo.

CASTIDAD

Aunque en progenie secunda
Muy bien merece la palma
Quien tanta tuvo en el alma.

ESPERANZA

Para ir a Dios entre nos
Firmarla bien solicita,
Que es puerto la Margarita
Cerca de nombre de Dios.

FORTALEZA

De nuevo fortalecida
Palma he sido en tener suerte,
Pues el peso de la muerte
Me acercó más a la vida.

CARIDAD

Mas que la muerte he podido,
Pues ya pasó su rigor,
Y en Dios se quedó mi amor.

TEMPLANZA

Del concierto de mi vida
La muerte hace estampa al mundo
Que fue en todo sin segundo.

PRUDENCIA

Advertí para morir,
Sufrí para ser premiada,
Que sé que no sabe nada
El que no sabe sufrir.

JUSTICIA

Por el mesmo peso, y fiel
Mi celo Dios ha medido,
Que en haberla mantenido
Me parezco mucho a él.

Otros jeroglíficos, y letras se repartieron con proporción a trechos entre las colunas, que son las que en lo último van declaradas, cuyas pinturas, y el ornato de la mucha cera las engrandecía, de manera, que el Túmulo con la suntuosa fábrica que tenía suspendía el más inquieto pensamiento, divisándose por todas partes con una mesma proporción, e igualdad, viéndose así mesmo pendientes de los alquitrabes, y cornisamentos muchos escudos de armas reales, muertes coronadas, y el ornamento dellos con admirable trabazón de lazos de oro, que reverberando los reflejos de los albores en ellos, deslumbraban la vista, pareciendo un estrellado cielo, todo lo cual con el profundo silencio levantaba el ánimo, y la consideración, para que con más recogimiento lo pusiere cada uno en Dios, suplicándole a su divina Majestad, en la celebración de aquella exequia, diese su gloria a nuestra Reina, y señora; y así habiéndose acabado el oficio se suspendió de nuevo el auditorio, y todos los que en aquel acto se hallaron preferentes, oyendo la oración fúnebre que se dijo, en cuyo lugar hizo el autor lo siguiente.




ArribaAbajoOración laudatoria en que se declaran las virtudes y excelencias de la serenísima Reina doña Margarita de Austria

Costumbre fue loable, y muy antigua de varones ilustres, y particular de los Egipcios, cuando coronaban sus Reyes, hacer en el día de su coronación un suntuosísimo convite, en el que se hallaban, y eran los convidados los mayores príncipes y potentados de toda su provincia, y adornado las mesas de riquísimas vajillas; ponían en la principal cabecera dellas, en lugar de aparador vistoso, sobre una gran pilastra la efigie, y estampa de la muerte, con un rótulo, que (orlando su cabeza) decía; Vos omnes qui inmensis istis, sine gustus editis limitatione, ad hanc efigiem vestros inflectite oculos, vobisque sit notissimum, quod unius cuisque corpora mihi post obitum sunt assimilanda. Los que estáis en estas mesas comiendo a medida de vuestro paladar, advertid que ha de venir tiempo en que vuestro gran talle, y compostura ha de ser semejante a la que veis presente. ¡Oh admirable costumbre de los Egipcios! pues no teniendo luz de los misterios divinos ni de la infusa Fe (que es hábito sobrenatural con que determinó Dios de favorecer la flaqueza del entendimiento, para que elevado con ella creyese la grandeza de sus soberanos misterios) es mayor ponderación, y tanto más debe admirar, que sin esta virtud, la antigüedad Egipciaca tuviese tan loable costumbre en el tiempo de su mayor regocijo: Bien se infiere, y declara, que el objeto principal a que se miraba esta costumbre, era el mitigar la soberbia de la altivez, y presunción humana: remedio muy singular para este efeto, y particular, para que los Reyes, y potentados consideren, que siendo hombres como los demás, están sujetos a las leyes de la naturaleza. Pues de la mesma manera entró en lla el Rey, o Príncipe que el súbdito, y el vasallo. Nemo enim ex regibus aliud habuit nativitatis initium, unus est ergo introitus ad vitam, et similis exitus, Dijo la Sabiduría. c. 7. Y de la propia manera ha de salir. Pues si entre los Egipcios (careciendo de la lumbre de la Fe) había tan admirable costumbre, con cuánta más razón la deben usar los que la profesan, favorecidos de la piadosa mano, honrados con el blasón, y título del nombre de Cristiano, que se origina del mesmo Cristo nuestro soberano bien; y tienen obligación a no perder la memoria el fin que tanto importa para el remedio de su alma. En cierta manera (aunque diferente tiempo) es parecida a ña Egipcia costumbre, la que entre nosotros está establecida en las exequias de los Reyes, y Príncipes, que en todos sus reinos, y señoríos, provincias, y ciudades (con especial cuidado) se hacen honra de su muerte. Este sin duda es el convite en que se juntan los potentados, príncipes, y señores, tantos cabildos, tantas, y tantas religiones, cuyo manjar es la memoria de la muerte que en ellas se representa, y el más útil, provechoso, y necesario para nuestra salud. Hácese este convite en el día de la coronación de una Reina, cuyas virtudes, y excelencias fueron tantas, y tan loables, que suspenden, y admiran a quien las considera. Llamo día de su coronación al de su muerte, porque en ella es cuando se corona el alma, y se le da posesión del reino eterno, como lo dijo el Apóstol. Y la Sabiduría (que llama al alma esposa suya) en semejante día es cuando la da el premio. Aquí veremos que se corona el alma de una peregrina Margarita, a quien a quien el discreto mercader halló tan perfecta, y cabal en todas sus virtudes, y propiedades, que dio cuanto tenía por ella. Este es el convite donde especialmente la ciudad ilustre Mexicana se halla, poniendo en lugar de vistoso aparador un suntuoso túmulo, que dice las palabras que refería a los Egipcios la estampa de la muerte; pues mirando cualquiera parte de su fábrica, y arquitectura, la hallamos guarnecida de la figura triste que se nos sigue tras del fin de la vida; y a quien hemos de ser parecidos. Esta traía tan continua en su memoria nuestra esclarecida Reina, que se refiere de su Majestad, que era la meditación más frecuente, y de que más trataba: previniéndose con tantos actos de Piedad, y Caridad, como se ve en sus grandiosas obras: y así sacamos dellas, que sin duda, en lugar del temporal gobierno, caduco, y que perece, se le dio posesión del inmortal, y eterno, y la corona del perfecto estado; y queriendo en esta vida soldar nuestra preclara Reina la imperfección del reino temporal, procuró mientras en él vivía, comenzar a reinar perfectamente, sirviendo a Dios en él, que es reinar con perfección, como lo dijo el Apóstol. Este es el verdadero reino, que adquiere, y gana el alma justa de una bella Margarita, no como el que el mundo le había dado, tan lleno de miseria, y que en un punto hizo la muerte su efeto, quitándonos delante de los ojos la gloria, y en virtud de España, la prenda más de estima que tenía nuestro Católico Monarca Filipe; la Margarita más perfecta que había en el orbe, y en quien concurrían las propiedades que della escribe Pierio Valeriano, Plinio, y Eliano, que son necesarias, para que su precio sea el más subido, y su hermosura, y quilates los más aventajados del mundo; son pues sus propiedades las siguientes.

Primeramente pintó Pierio Valeriano un sutil jeroglífico, escribiendo las propiedades de la Margarita, la cual puso a las riberas del mar, en su claustro nacarino, y encima della un Sol, que con sus rayos la ilustraba, y por mote en la circunferencia, His perfusa, candore, magnitudine, libore, orbe, et pondere. Y explicando su pintura, dice, que la Margarita más se engendra de los rocíos, e influencias del cielo, que no de la tierra; y esa es la ilustra con los rayos del Sol, las propiedades, son resplandor, grandeza, lisura, figura orbicular, y peso. Estas son pues ñas que debe tener para que sea la más estimable de todas las piedras. El jeroglífico, pintura, propiedades, y letra le viene bien, y se hallan en nuestra esclarecida Reina, cuya virtud, y excelencia tiene más parte del cielo, que no de la tierra, o por mejor decir, toda es del cielo, porque Omne bonum desursum est, et decendens a patre luminum. Y es padre de la luz material el Sol que ilustra la Margarita (en su nácar encerrada) también lo es el celestial de la luz divina; de quien siendo ilustrada nuestra preciosa Margarita puede muy bien decirse por ella, His perfusa, adornada, y hermoseada con los rayos del Sol divino, que eso es lo que dice, y declara su virtud, y santa vida. Veamos pues como la conviene la primera propiedad.

CANDOR. Resplandor primeramente le tuvo en la prosapia, y genealogía, de donde su nobilísima sangre tenía principio, tan conocida por la casa de Austria, como por la de los serenísimos Duques de Baviera, antiquísima de Emperadores, y Césares preclaros, y que encierra en si toda la mayor nobleza que ha habido en los siglos pasados, y preferentes; y como río caudaloso ha mezclado en su raudal las casas de los Reyes de España, Francia, Polonia, Hungría, y Transilvania: con infinito número de casas ilustrísimas de príncipes, potentados, y señores: sobre cuyos cimientos campea más el resplandor de la virtud, vida, y costumbres, que es el esmalte que con tanta grandeza la realza, y descubre, mostrando su valor, y los quilates de su fineza, sirviendo de objeto a los ojos, porque su grande resplandor lleva tras sí la vista, y es el espejo en quien se miraba sus leales vasallos: y para prueba de su mayor virtud, será testigo el tiempo en que la fama publique sus virtudes: la oración, y meditación continua que de ordinario tenía; y particular no perdiendo la memoria la del último fin de la vida, freno bastante para reprimir la precipitación de la humana naturaleza. Consideraba muy de ordinario este forzoso paso (y en ninguna manera excusado) y así se prevenía con tan heroicas obras, y admirables hechos, que en ninguna manera la muerte la muerte le cogería a traición, como suele a los inconfesados, que arraigan en sus pechos una engañosa confianza, que tanto ha desengañado en esta vida, y no se acabe de entender, ni se aprehende con la verdadera consideración que se debía: alaba el Espíritu santo en el c. 4. de la Sabiduría al que vive con esta prevención diciendo, Si instus morte præocupatus fuerit, erit in refrigerio. Al justo no le sobresaltará la muerte, que antes en ella lo que el Espíritu santo tiene dicho de las almas justas. Consideraba la diferencia con que desta vida puede salir el varón perfecto, o el que vive sin perfección alguna; porque ya que la naturaleza por ley general (promulgada por el autor de toda ella) a todos empareja cuando les da la vida con cargo de la muerte; con todo eso puede diferenciarse uno de otro en el saber morir, que es ciencia la más cierta y verdadera que tenemos, y la que más nos conviene saber. En esta pues puso particular estudio nuestra preclarísima Reina, por pagar al cielo la diferencia en llevar ventaja a los no saben, ni procuran saber una cosa tan necesaria. Demás de lo cual se verá en esta divina Margarita el resplandor de todas las virtudes, en que especialmente mostraba ser singularísima; y siendo esto así, hallamos en ella que le conviene la primera propiedad que ha de tener la preciosa Margarita, y della se puede muy bien decir His perfusa, ilustrada con los rayos del Sol divino, de donde adquirió el resplandor que tanto la hermosea, principio en que se muestra ser la Margarita, de inestimable calor, y precio.

Es la grandeza, MAGNITUDO, la segunda propiedad, la cual tiene silla en el alma donde se engendra, la generosidad del ánimo que engrandece la capacidad de las potencias, y sentidos. Pues si miramos tanta grandeza, en el estado y mando, fue lo sumo a que le pudo levantar la naturaleza, pues la hizo Reina, y señora de tantos mundos, siendo esposa dignísima de nuestro soberano Rey; y la mayor que en su Majestad se ve, es del ánimo con que estimó las riquezas, pompas, y vanidades desta vida, pues no atendiendo a la gran suma de rentas y tributos que las Morisca gente pagaba a su corona, los hizo expeler de todos sus Reinos, y señoríos, por la causa tan notoria ya sabida de la traición maquinada contra los Cristianos, leales vasallos de tan esclarecida Reina, en lo cual puso particular cuidado, estimando más la virtud, y excelencia de la fidelidad, que no las riquezas temporales, pudiendo quitarlas, y confiscarlas a los traidores que tenían consultada su conjuración, por las leyes establecidas; su liberalidad y grandeza de ánimo fue parte para que no se les quitase lo que tan justamente habían perdido, porque no solo (sus leales vasallos) viesen la justificación con que procedía: pero para que en los Reinos extraños no tuviesen a tiranía una virtud tan grande, en que se manifiesta la grandeza de su ánimo; como también se ve en las obras grandiosas que dejó fabricadas de conventos de monjas, colegios, y hospitales; mostrando en todas ellas mucho mayores deseos de lo encerraba en el alma: pareciéndole siempre que quedaba corta, según la voluntad grande que tenía, o obrar semejantes virtudes: sirviéndole de espuela el amor divino, en cuya caridad inflamada, la ejercitaba tanto con los pobres, que no contenta con hacerles limosnas de sus rentas, y reales haberes. Tenía tiempo diputado para el honesto entretenimiento, y ejerció su labor, y de lo que por sus manos granjeaba en ella, hacía nuevas limosnas, estimándolas en más, por ser procedidas de su trabajo, pareciéndole que era limosna mas acepta a Dios. Y en esta grandeza es una de las mayores que se escriben de Reinas, y señoras, y que más admira: pues por ella fue tan celebrada la Reina Santa Isabel de Hungría, que de su labor y trabajo sustentaba los pobres: a quien imitando nuestra esclarecida Reina, queda conocida por de singular ejemplo, y santidad, que es la perfecta grandeza que juntamente con la primera propiedad se halla en esta preciosa Margarita.

Es la tercera, LIBOR, Lisura, que con las demás ha de tener la perfecta Margarita: esta se muestra en los afectos del ánimo, trato, y comunicación, y tiene su asiento en el corazón del hombre; y produce dos particulares virtudes; que son, la una, el trato llano, y liso de la verdad, y la otra la humildad, que también se llama lisura; así lo dijo el divino Agustino en el libro de sus confesiones. Estas dos virtudes campearon, y se vieron (muy esclarecidamente) en nuestra preciosa Margarita, juntando su Regia Majestad con la llaneza del trato, verdad, y humildad, que a todos sus vasallos es notoria: porque como dijo Aristóteles lib. 2. magno. Mo. cap. II. entre el Príncipe, y el vasallo, ha de haber algún género de amistad, aunque por modo superior. Esta llaneza, comunicación, y trato particularmente tuvo con las personas Eclesiásticas, y Religiosas, y con sus confesores, a quien siempre pedía encarecidamente la desengañasen, diciéndole con lisura la verdad, y todo lo que convenía para salvación de su alma; pasando el mayor tiempo en el convento santo de las descalzas Religiosas (de quien tan devotísima era) y donde por excelencia se cuenta de su Majestad, que procuraba tener amistad estrecha con la más humilde Monja del convento, y siempre pedía a las Abadesas, y Superiores le diesen noticia de la más pobrecita, y desechada que había en él (esto era a los ojos del mundo) porque en la casa de Dios, el menor es el más estimado, ese es quien tiene mayor grandeza, y esa era la que buscaba nuestra Reina, y señora, juntando con tanta llaneza, y lisura la humildad a la Majestad temporal, y gravedad de su persona; la cual en ninguna manera es contraria a semejante virtud, que bien se compadecen juntas, humildad y gravedad, porque lo primero, está en el ánimo, y en el corazón: y lo otro, en la persona; y es exterior compostura, o por mejor decir, modestia de acciones, que antes en su modo es una virtud moral, y de gran esencia, y ministerio, particularmente en los Reyes, que representan la potestad divina en la tierra. Ejercitó pues estas soberanas virtudes nuestra preciosa Margarita, y se vieron en ella resplandecer (con las demás, de que adornó su alma) realzándola de punto la lisura de la verdad, trato, y humildad, que junto con las demás propiedades, no es la que menos campea, y sale entre todas, y se le puede repetir el His perfusa, pues también le viene por sus heroicas, y raras excelencias.

ORBIS. Figura orbicular es la cuarta propiedad que en la preciosa Margarita se halla, por quien aplicándola a nuestra soberana Reina, se puede entender la perfección de la vida, y el recogimiento de los sentidos que en tantas partes de historias divinas, y humanas se significa por la figura orbicular, así lo entendió el filósofo, pues viendo la orbicular figura del mundo, entendió que era ab eterno, y en sin principio, y que esta era su mayor perfección. El esposo para significar que las manos de su esposa le llevaban los ojos, dijo que eran hechas a torno; y dando a entender la perfección desta figura, y que es la más apta para poder correr (como se ve en una bola, o rueda) le dice en otra parte; Trahe me post se, et curremus. In adorem unguentuorum tuorum cucurri. Demás desto, la figura orbicular muestra entre sí unión, y conformidad de iguales partes, o por mejor decir, toda es igual, y conforme. Eso es lo que se ve, y halla en esta preciosa Margarita, conformidad, trabazón, y con venencia de virtudes y excelencias, pues en todas ellas resplandeció con admirable ejemplo, en orden a un objeto que constituía, una virtud singularísima compuesta en todas las demás. Dice también la figura orbicular, encerramiento, pues por ninguna parte della vemos principio, ni fin, entrada, ni fallida. Este tuvo tan grande nuestra Reina y señora, que su real palacio más parecía convento de religión santa, que casa de Rey, o Príncipe, donde es ordinario el mucho trato, y comunicación de la gente cortesana, y donde se puede tener casi a milagro el no haber semejante ocasión, que tanto distrae, y divierte los sentidos. Procurola con muy gran cuidado desterrar de su palacio real, para que en él campease la honestidad, tanto, que ya se tenía por demasiado su recogimiento, en el cual hacía que se desterrase la ociosidad (vicio tan pernicioso que acusado los mayores en el mundo) y en honesto ejercicio de labor tenían su entretenimiento, siguiendo en el camino en que las había impuesto su Reina y señora; siendo su majestad la primera que ponía mano en tan santa, y loable ocupación; cuyo poderoso ejemplo era bastante, para que las demás de su casa real la imitasen, de manera que su virtud siempre iba adelante, no descaeciendo jamás de la perfección en que las tenía impuestas, por lo cual con muy grande razón le viene muy bien la cuarta propiedad de la preciosa Margarita, pues se ve en ella con tan admirable perfección que una y muchas veces se le puede referir el His perfusa, ilustrada, y adornada con los rayos del Sol divino, cuya luz aumentó la hermosura de tan preciosa Margarita.

La última calidad, y perfección, es el peso (PONDUS) en que muestra la Margarita los quilates de su valor. Esta calidad con todas las demás se halla en nuestra Reina y señora con admirable estimación, y muy subida de punto, pues en tan tiernos años mostrando el peso en el valor, discreción, y juicio; se verificó bien en su majestad lo que dijo el Espíritu santo, que la discreción, juicio, y virtud no estaba en los muchos años, sino en la inculpable vida; Senectas enim venerabilis est non diuturna, neque annorum numero computata, caniautem sunt sensus hominis, et ætas senectutis vita immaculata. Sapientæ. 4. Mostró en tan tiernos años la madurez de una vejez experimentada: que tanto puede la buena la buena vida, que se alcanza con ella la perfección de la edad; que es donde se conoce más bien el desengañado della. Este pues (nuestra preciosa Margarita) conoció en la florida edad, y en el abril de sus años: Y tanto es de mayor ponderación el saberlo conocer en semejante tiempo, cuanto es más la contrariedad, y dificultad que hace a su conocimiento, los años de juventud, y de la mocedad; en donde todos los santos doctores hallan el mayor peligro desta vida, por se la edad indómita, y dificultosa de refrenar, y reprimir las pasiones de nuestro mayor enemigo: con las demás que hacen guerra al alma; y esa es la razón porque con tantas ansias el Real Profeta pedía a Dios en el salmo 101. no le llevase en medio de sus días; Ne reuoces me in dimidie dierum meorum, porque veía en ellos el peligro que corría su alma; y con mayor ponderación lo explica el glorioso doctor San Agustín, cuando tiene por muy dificultosa la salvación del hombre, que en su juventud, y mocedad le coge la muerte: aunque después el mesmo santo dice, que aunque la vista ciegue, la lengua se turbe, y el color se mude, mientras hay sentimiento en el alma, y un no haber querido ofender a la divina Majestad, no se niega la puerta de la misericordia a nadie, que abierta está para conceder el jubileo plenísimo del perdón de pecados. Pero no es bien, que fiado en esto, el hombre dilate su penitencia para el tiempo que no tiene. Considerando pues nuestra Reina y señora el desengaño de la vida, procuró (en la que tuvo) vivir como si estuviera en el tiempo de la verdadera vejez: causando admiración el grave peso de su juicio en tan tiernos años (que no llegaban a veinte y nueve) en ellos obró tan heroicas virtudes, que dejó admirado el mundo: y con muy gran sentimiento, de que le quitase delante del espejo en quien se miraba. Y así esta con las demás virtudes, y propiedades de la preciosa Margarita le dan la última perfección; y la sacaron tan bella, hermosa, y singular, que aficionada della el discreto mercader de Margaritas, dio cuanto tenía ella, ilustrándola, y adornándola con los rayos, y resplandores de su gloria.

Verificando habemos cuan propiamente se hallan todas estas virtudes, y excelencias en nuestra preciosa Margarita, y a quien el cielo con divinas influencias la perfeccionó, de manera que vino a ser joya de tanta estima, que mientras la tiene en el mundo, quiso hacer depositario della a un Rey tan Católico, y soberano, como nuestro Cristianísimo Filipo, en cuya compañía vino a quedar con la última perfección, que llevó para quien se había criado, que una buena compañía aumenta la virtud, así lo dijo David, Ps. 17. como al contrario la mala la pervierte. Hizo (teniéndola en su poder) nuestro Católico Monarca oficio de lapidario, para entregarla a quien se le había dado labrada, y perfeccionada, y con mayor calor, y aumento; y como le es forzoso al lapidario, a tiempo que va dando perfección a la piedra de estima, irle quitando alguna parte, con que él viene a quedarse: así nuestro soberano Rey se quedó con muy gran parte desta preciosa Margarita, que fue nuestro serenísimo Príncipe, y los preclaros hijos suyos, tan parecidos a su progenie, que muestran bien los quilates de su virtud: y saliendo de sus manos reales de todo punto con lo último de su perfección; llevola para sí el dueño della; dejando a nuestro soberano Rey invidioso, y con sentimiento de perder de la vista piedra de tanta estima, joya de tanto valor; que para restauración de su deuda, sólo pudo el sapientísimo Salomón darle consuelo a nuestro soberano Rey, porque fuese de igual a igual, que ningún vasallo suyo se atreviera (en tan gran pérdida) a pronunciar, ni decir razones eficaces que pudiesen desterrar su sentimiento, pues por la desigualdad delante de los Reyes, el más cuerdo enmudece en señal de respeto, que engendra una honrada cobardía; y así es bien, que un Rey hablando con otro Rey le diga palabras tan eficaces, que no solamente le sirvan de consuelo para destierro del pesar, pero que también causen alegría al alma. Son pues las que el sapientísimo Salomón dice a nuestro Rey, las que escribe en el capítulo 3. de la Sabiduría; Iustorum animæ in manu Dei sunt. Las almas de los justos tiénelas Dios en sus manos, ellas son el trono de donde gozan su divina gloria. Siendo pues tan justa el alma de su dichosa Margarita, gran consuelo es saber está en las manos de Dios, que como piedra tan de estima quiso llevarla para sí, y engastarla en oro puro de amor divino, haciendo de tan preciosa joya un anillo, que est in manu Dei, que le tenga siempre en su mano. Y si los vanos del mundo suelen dar esta prenda en memoria de su voluntad, y amor a las personas a quien aman; este divino anillo de la Margarita hermosa está en la mano de Dios, por memoria, y prenda del amor y voluntad que nuestro Católico Rey tiene a su criador, para que su divina Majestad no olvide el ampararle sus estados, y reinos, propagándole la vida por largos siglos, y edades; que si tiene tan grande prenda en tan grandiosas manos, se puede prometer que lo es de los favores y mercedes que puede recibir de la divina, y poderosa mano.

Agora mientras descansa en paz, la gran ciudad de México, imitando a Artemisa, Reina de Caria, la menor de quien cuentan las historias humanas, que después de muerto su esposo Mauseolo, le hizo un sepulcro tan grandioso, que su edificio se cuenta por una de las siete maravillas del mundo; y no contenta con esto dejó de guardar en él las cenizas de su difunto esposo (como era costumbre) y desechas en un licor precioso, se las bebió, pareciendo que sino era dentro de su mesmo pecho no le pagaba el amor que le debía, haciéndose ella sepulcro del que tanto amaba. Así esta insigne ciudad no se contenta con levantar Túmulos a su Majestad y grandeza, que sirvan de Mauseolo a su esclarecida Reina, y señora, sino que cada uno bebiendo el ejemplo de su dichosa vida, le da al sepulcro dentro de su pecho, para imitarla, y para que dure su memoria mientras durare el discurso de la rueda de los siglos.

Y tú Margarita preciosa, que en todas tus virtudes mostrase la fineza y valor que encerrabas en el alma, imitando en la Fe a Ana profetiza, a Sarra en la Esperanza, en la Caridad a María (hermana del Príncipe, y caudillo del pueblo de Dios) a Judith en la Fortaleza; en la Prudencia a Ruth; en la Templanza a Abigail; a Delbora en la Justicia; y en la Castidad a Abisac: ¿que mucho hayas ido a coronarte por Reina en el eterno estado? donde te ponen la corona, no como la que dejaste llena de trabajos, sino la que Dios tiene prometida a sus electos, y escogidos desde el principio del mundo. A esta dichosa coronación se hace el convite: esta es la junta desta noble ciudad, de tantas, y tantas Religiones, de Príncipes seglares, y Eclesiásticos, donde el ánimo se suspende, el pensamiento calma, la consideración se absorta, la vista se maravilla, la lengua enmudece, y todos los sentidos con movimiento anagógico se elevan, haciendo tránsito de las cosas visibles a las invisibles, considerando que el día de la muerte es cuando se da el premio a los que siguen el camino de la virtud. En ese pues es donde se desposa con el Rey celestial, y se le pone la corona que él mismo ganó en el mundo para ella con su preciosa muerte, o por mejor decir, el mesmo es quien se pone por corona de un alma tan justa: Quia ipse est corona sanctorum omnium. Y pues estas tan favorecida, propio es de Reinas, y señores hacer mercedes en semejantes ocasiones, y más quien tanta mano tiene en la casa de Dios (que está en las suyas) que pedirá que no se le conceda, que rogará que no se le oiga, por quien intercederá que no quede valido. Pide señora al supremo Rey, dándole vida por largos siglos, para que sea amparo, y defensa de la Fe Católica, y de su iglesia militante: y a nosotros la debida lealtad, que como súbditos, y vasallos humildes debemos tener a ran Cristianísimo Monarca, y así merezcamos tenerte compañía en la triunfante Jerusalén, donde gocemos de la gloria, por los méritos de Cristo nuestro soberano bien, que con el Padre, y el Espíritu santo eternamente reina.

O mihi tan longe mane maneat pars ultima vitæ

Spiritus, et quantum fat erit tua dicere facta.

Dixi.

Prosíguense las demás Letras, Sonetos, y Jeroglíficos, que estuvieron puestos en el Túmulo.




ArribaAbajoSoneto III



Influye el Cielo, sopla el mar el Austro,
   Y forman una bella Margarita
   Un mercader que verla solicita
   Procura deshacer su hermoso claustro.

Viendo que es digna que en eterno plaustro
   Se ponga (porque en él el mesmo habita)
   Con paga la pagó tan infinita,
   Que deja inmortal fama en el mar austro.

Mira para gozar riqueza tanta,
   Como romper el claustro alabastrino,
   Que siente lastimarlo si lo quita.

Mas ve que es fuerza, y con valor que espanta,
   Rompiendo el nácar de su cuerpo austrino
   Llevole para sí la Margarita.




ArribaAbajoSoneto IIII



Grandeza, Resplandor, Peso, y Lisura,
   Figura orbicular, si es rica, tiene
   La Margarita, que con esto viene
   A ser perfecta en todo su hermosura.

Tiene el cielo gran parte en su hechura,
   Que con naturaleza se conviene
   Mientras Febo los nácares previene

   Donde guarde la perla neta, y pura.

Tal nuestra Margarita en su belleza
   Nos muestra la divina compostura,
   Pues tuvo (siendo a Dios la más asceta)

Resplandor en virtud, en ser grandeza,
Peso en valor, en la verdad lisura,
Figura orbicular en ser perfecta.

Jeroglífico I

Pintose en las riberas del mar de Austria una Margarita dentro de su nácar, y sobre ella un Sol que con sus rayos la ilustraba, y por mote, His perfusa.

Letra


Si es así, no esté en el suelo,
Dele lo que es suyo al cielo.

Jeroglífico II

Estaba una mano pintada, que sacaba de un erario muchos tesoros, y por mote, Dispersit, dedit pauperibus. Psal. III.

Letra


En Dios Margarita el oro
Toca cuando al pobre medra,
Su amor es oro, y Dios piedra.

Jeroglífico III

Salían de un cielo cinco manos, de un cielo cinco manos, cada una poniendo un anillo a una mano que nacía de la tierra; repartiéndolos por los cinco dedos, teniendo cada uno el suyo. Era el mote, Aprehenderuus fusum. Proverb. 31.

Letra


Tanto la limosna agrada
A Dios, que asegurar puedo,
Que da premio a cada dedo.

Jeroglífico IIII

Una nao que venía por un mar navegando, y dentro della la muerte, traía la derrota a una Garita que estaba pintada en las orillas del mar, de la cual salía el mote, diciendo;

Vigilate, quia nescitis diem.

Letra


Como tiene el mar Garita
Hace siempre centinela,
Duerme el cuerpo, el alma vela.

Jeroglífico V

Pintáronse dos girasoles, uno que quedaba marchito al ponerse un Sol, y otro que florecía al nacer el Sol, y por mote. Ut Viuat.

Letra



En Dios Margarita muere
Ausente de su arrebol,
Mas vive al salir el Sol.

Jeroglífico VI

Cortaba la muerte una flor hermosa, y salía de un cielo una mano que la cogía. El mote era. Dedit fructum suum.

Letra


No es rigor
Si para Dios es la flor.

Jeroglífico VII

Pintose un rostro de una Reina coronada, y unos resplandores que venían de un cielo que la deslumbran; citaba entre los reflejos de la muerte, que apenas parecía. Era el mote, Non videbit dies eius.

Letra


Porque pase sin enojos
Rayos de luz infinita
Deslumbran a Margarita.

Jeroglífico VIII

En un mar navegando a toda vela venía una nao, y en la popa della una Reina sentada sobre un trono, con su cetro en la mano, y encima dél una estrella, y por mote en la circunferencia, Securitas.

Letra


Buena vida, y santa Estrella.
En salvo podrán ponella.

Tenía la Reina un escudo en forma de tarja, y dentro della esta deprecación.


Alma Trias unum triplici, quam munere numen
Orcus, olimpus, humus, pontus, et astra coluna
Da faciles penetrare vias, portusque tenere,
Et finget Pupim, laurus amena ratis,
Tuque Dei veneranda parens, et stella Maria
Ducta maris ductrix, non eris una mihi?
Sis ductrix, dubitem haud sinuosa per æquora tuta
Sidere tan fausto tendere vela Noto.

Hæc sunt quæ in hoc Túmulo a me, meo Marte, homine, scripta fuerunt.