Originales inéditos en castellano de poemas de Luis Pimentel publicados en gallego
Ricardo Carballo Calero
La literatura en Galicia está fuertemente condicionada por el bilingüismo. El que llamemos literatura gallega a la literatura en gallego, no anula el hecho de que hay muchos gallegos que hacen literatura en castellano. El que llamemos a esta literatura, literatura castellana, no anula el hecho de que, en gran medida, se dirija a un público gallego. Cuando el escritor gallego que escribe en castellano se erradica de Galicia, pasa a ser pura y simplemente un escritor castellano, es decir, un escritor que escribe en el español general. Este sentido tiene la autodefinición de Valle-Inclán: «Nosotros, los escritores castellanos que venimos de regiones dialectales...»105. Aunque estos escritores conserven lazos que los refieran a Galicia, o incluso cultiven esporádicamente el gallego, o trabajen sobre temática gallega -Emilia Pardo Bazán, Wenceslao Fernández Flórez, Camilo José Cela, Gonzalo Torrente-, quedan inequívocamente encuadrados en la literatura «española», y si son, como todos los citados, figuras eminentes, su destino es ingresar en la Real Academia de la Lengua, destino que, naturalmente, puede frustrarse, como ocurrió en el caso de doña Emilia y en el de don Ramón.
Pero además de este tipo de escritor gallego-castellano, existe otro, que también es gallego-castellano, pero que, por razones económicas o profesionales, permanece anclado en la provincia, lejos de Madrid. Mientras doña Emilia y don Ramón tenían a Madrid como puesto de mando, aunque eventualmente residieran en la Granja de Meirás o en La Merced, los escritores a que ahora aludimos permanecen en Galicia como domiciliados y empadronados en una ciudad, villa o aldea del país. En estas condiciones, son poetas provincianos, que difícilmente pueden aspirar a honores que sobrepasen la gloria local. Alejados del «rompeolas de las cuarenta y nueve provincias españolas», son figuras marginadas de la literatura.
Su localización personal los pone inevitablemente en contacto con la literatura en la lengua «regional». Las relaciones entre modernistas (que escriben en castellano) y regionalistas (que escriben en gallego), son ambiguas y complicadas. En principio son relaciones de hostilidad. Los modernistas consideran aldeanos a los regionalistas, y éstos consideran cursis a los modernistas. En la Revista Gallega, órgano de los regionalistas, se parodia la poesía modernista. Valle-Inclán habla
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compasivamente de «la pobre Rosalía»106. Pero el primer libro de Valle-Inclán lleva un prólogo de Murguía. Castelao, como pintor y como escritor, se educa en el modernismo, y es amigo de Rey Soto, Fernández Flórez y Valle-Inclán, escritores gallegos de expresión castellana.
Luis Pimentel vivió este drama del bilingüismo literario. En realidad, su vocación es la de un poeta gallego-castellano. Para él, «el mejor de nuestros escritores» era Valle-Inclán107. La utilización de motivos gallegos entraba dentro de sus posibilidades, como en el caso de Valle, pero a la manera como los motivos irlandeses entraban en la poesía inglesa de Yeats. Sin embargo, fue fuertemente presionado por los galleguistas para que escribiese en gallego. Hasta qué punto cedió a estas presiones no es difícil de determinar, pero requiere un estudio serio de los textos que en gallego han llegado a nosotros bajo el nombre de Pimentel y de los manuscritos autógrafos del poeta y de sus amigos que han llegado también hasta nosotros.
En general, los resultados de las investigaciones que hemos hecho nos conducen a las siguientes conclusiones.
La mayoría de los poemas gallegos de Pimentel son traducciones realizadas por sus amigos galleguistas sobre originales castellanos del poeta. Una primera versión al gallego de Barco sin luces, manuscrito del traductor, se conserva entre los papeles del poeta.
Sin embargo, como era de esperar, aunque Pimentel declaraba que desconocía el idioma gallego108, no dejó absolutamente de ensayar su cultivo, como le pedían sus admiradores galleguistas. El número de poemas que pertenecen a este grupo es incierto, pero en todo caso muy reducido. Por otra parte, cabe afirmar que los poemas que Pimentel pudo escribir en gallego eran sometidos a la corrección de alguno de sus amigos expertos en aquella lengua, aunque no podemos asegurar que eventualmente no quepa una posibilidad remota de que alguno no pasara por esa censura. Podemos considerar como ejemplo el poema titulado «Medo», cuyo manuscrito, original de Pimentel, presenta correcciones de mano ajena. Así:
Original
Corrección
Tiraches
Pousaches
carga
cárrega
sombras
somas
do umbral
da soleira
obscura
escura
sonoros
resoantes
istás
estás
intri
entre
ángulo
recanto
risco
rodicio
luminoso
lumioso
lampra
lámpara
istás
estás
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El editor de Sombra de aire na herba ilustró el volumen con fotograbados de manuscritos de Pimentel. Suponemos que con ello quiso presentar pruebas de que esos poemas fueron escritos en gallego por el poeta. Entonces, los tales «Canzón das tres cucharas», «Outra vez Rosalía», «Xogo ruin», «Marcha fúnebre pra Rosalía», «Canzón pra que un neno non durma», habrán de ser incluidos en el grupo de los originales. Pero en términos estrictos no podemos asegurar, fuera de ese eventual testimonio, puesto que se trata de textos en limpo, sin correcciones109, otra cosa de ciencia propia sino que son copias de mano de Pimentel. Ahora bien: ¿de qué textos? ¿De borradores originales del propio Pimentel? ¿De traducciones ajenas? La calidad del gallego, que incluye castellanismos como cuchara, cuna, regazo, rocío, sábana, inconcebibles en boca de los traductores de Pimentel, fuerza la conclusión de que se trata de originales, al menos cuando dichos castellanismos ocurren.
Establecer en cada caso en qué medida el gallego de un poema de Pimentel es totalmente de él, es parcialmente de él o es totalmente ajeno, y en este último caso, y en el penúltimo, quién es el traductor, o el corrector, no será imposible ni ocioso. La tradición oral nos da información sobre estos puntos; la letra de los colaboradores se distingue perfectamente de la de Pimentel en los manuscritos; el gallego de aquéllos es mucho más literario y seguro que el de éste.
Mi aspiración en estas páginas es solamente contribuir al conocimiento de la poesía auténticamente pimenteliana mediante la publicación de 17 poemas originales inéditos escritos en castellano, de los cuales se han publicado versiones gallegas. Como Pimentel no medía los versos, el traductor no tenía que enfrentarse con problemas métricos. Le bastaba poner en gallego las palabras escritas en castellano por Pimentel. Esto explica la abundancia de las traducciones. Pero por muy liter
ales que éstas sean, no pueden sustituir a los originales para el que desee conocer y estudiar
la obra pimenteliana.
Ésta es la razón de que se den ahora a la luz los textos que siguen, cuya lectura y transcripción han sido hechas por la doctora Araceli Herrero, la mejor conocedora de la obra inédita y no coleccionada de Luis Pimentel. De entre el voluminoso material por ella reunido en su tesis doctoral, he elegido esos originales, hasta ahora inéditos, y que pueden compararse con las versiones gallegas que hasta ahora los representaban, y que desde ahora quedan relegadas a un segundo plano como fuentes para el conocimiento de la lírica del poeta lugués.
El lector que coteje estos originales con las versiones gallegas verá que en algunos casos hay una coincidencia casi completa. Es decir, que el texto gallego es una traducción directa del original castellano. Tal sucede en lo que se refiere a nuestros números 1, 2, 6, 7, 8, 9, 10, 14, 15, 16 y 17. En cuanto a los restantes, suponen un original castellano distinto -no diferente- del que publicamos. Es decir, que el texto gallego se ha hecho sobre una versión con variantes del texto castellano, a no ser que el traductor fuera el autor de las variantes. En este caso habría que suponer que las introduciría de acuerdo con Pimentel. Más natural es suponer que trabajaba sobre un texto modificado, un deuterotipo que no conocemos.
Los libros que reúnen poemas de Luis Pimentel y que aparecen citados en este trabajo son los siguientes:
Triscos, Colección Benito Soto, Pontevedra, 1950.
Sombra do aire na herba, Editorial Galaxia, Vigo, 1959.