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A ti, enterrado en otra tierra

Rafael Alberti

© Rafael Alberti, 1941. El Alba del alhelí, S.L.

[Nota previa: La reproducción de este poema ha sido autorizada por la Agencia Literaria Carmen Balcells para ser incluida en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, concretamente dentro de la Biblioteca de autor dedicada a Antonio Machado, dirigida por Ángel L. Prieto de Paula. Para cualquier otro uso que desee hacerse del texto, será necesario solicitar el correspondiente permiso a la citada Agencia.]

Perdidos, ¡ay, perdidos!

los niños de la luz por las rotas ciudades

donde las albas lentas tienen sabor a muerto

y los perros sin amo ladran a las ruinas;

cuando los ateridos

hombres locos maldicen en las oscuridades,

se vuelcan los caballos sobre el vientre desierto

y solamente fulgen guadañas repentinas;

entonces, que es ahora,

pienso en ti, en esa noble osamenta abonando

trigos merecedores de más verdes alturas,

árboles que susurren tu nombre dignamente,

y otro cielo, otra aurora

por los que te encontrarás tranquilo, descansando,

viéndote en largo sueño remontar las llanuras,

hacia un clamor de torres erguidas al poniente.

Pienso en ti, grave, umbrío,

el más hondo rumor que resonara a cumbre,

condolido de encinas, llorado de pinares,

hermano para aldeas, padre para pastores;

pienso en ti, triste río,

pidiéndote una mínima flor de tu mansedumbre,

ser barca de tus pobres orillas familiares

y un poco de esa leña que hurtan tus cazadores.

Descansa, desterrado

corazón, en la tierra dura que involuntaria

recibió el riego humilde de tu mejor semilla.

Sobre difuntos bosques va el campo venidero.

Descansa en paz, soldado.

Siempre tendrá tu sueño la gloria necesaria:

álamos españoles hay fuera de Castilla,

Guadalquivir de cánticos y lágrimas del Duero.