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Su catolicismo rezagado le sirve de cierto modo para contestar a los insultos de la tía Roma en el capítulo VIII con un Ave María «al revés»: «El demonio está contigo, y maldita tú eres entre todas las brujas y esperpentos que hay en el cielo..., digo, en el infierno» (OC, V, 933).

 

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Es de notar también que el delirio último de doña Lupe (OC, V, 938) anticipa el de Don Francisco en Torquemada y San Pedro (OC, V, 1194-96). Los dos mascullan una incoherente retórica financiera, expresando así la codicia de unas almas incurables.

 

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[«(nota 11)» en el original. (N. del E.)]

 

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OC, IV, 1653. Otras referencias en La de Bringas a esta imagen: «Acompañaba sus fatigosos discursos de una lenta elevación del brazo derecho, formando con los dedos índice y pulgar una especie de rosquilla para ponérsela a su interlocutor delante de los ojos, como un objeto de veneración» (OC, IV, 1644); «Torquemada negaba y negaba y negaba, acentuando su crueldad con la pavorosa aparición de la rosquilla» (OC, IV, 1654); «La adoración de la rosquilla formada con los dedos...» (OC, IV, 1665).

 

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Maxi condena a Torquemada por materialista y añade: «Usted es de la escuela de mi hermano Juan Pablo: fuerza y materia»; y dice a su tía doña Lupe: «No sé cómo ustedes dejan entrar aquí a ese materialista» (Fortunata y Jacinta, Parte IV, OC, V, 432-33).

 

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Como para destacar lo completo de la transformación, y lo efímero del delirio usurero que le incitaron las copas del almuerzo de bodas del día anterior, Galdós hunde a su protagonista en un largo y profundo sueño, después del cual Torquemada no recuerda nada de su «turbación insana» (OC, V, 1016).

 

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José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, Revista de Occidente (Madrid, 1962), p. 74 (las referencias que siguen serán con la sigla Rebelión). En una nota al pie de la misma página Ortega recomienda «las maravillosas páginas de Hegel sobre los tiempos satisfechos» que éste escribe en su Filosofía de la historia.

 

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Este simbolismo ha sido señalado en parte por Joaquín Casalduero: «El negociante de dinero es un acaparador. En Torquemada no hay evolución; se va hinchando, hinchando, hasta que estalla» (op. cit., p. 112). En cuanto al personaje en sí; Casalduero dice bien. Pero Torquemada es, además, figura representativa, hombre y agente de una clase social también «hinchada». En el Torquemada-arrimado-a-la-sociedad no cabe duda alguna de su evolución. Así como acumula nuevos capitales, va adquiriendo simultáneamente nuevo vocabulario, nueva ropa y nuevos modales. En lo exterior -por ejemplo, en sus ambiciones profesionales- Torquemada evoluciona para incorporarse a la sociedad.

 

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OC, V, 1019 (subrayado mío).

 

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Una interpretación teórica de este personaje no tiene por qué excluir la realidad de su carácter y personalidad peculiares. Ricardo Gullón habla de un modo convincente de las características incestuosas (aunque inconscientes) de la relación Rafael-Fidela («La máscara de lo anormal» en Galdós, novelista moderno, Madrid, 1960, pp. 214-18). Se puede, por ejemplo, sostener el sentido simbólico del suicidio de Rafael y al mismo tiempo aceptar, en el sentido personal, el motivo del incesto señalado por Gullón. Otro tanto puede decirse del resentimiento y celos de Rafael hacia su sobrino-monstruo Valentinico: actúa el hermano celoso en lo personal, y el aristócrata resentido frente a la barbarie en lo teórico (véase OC, V, 1090-92).

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