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Este espacio también lo han resaltado otros críticos literarios, desde distintas perspectivas. Cabe destacar, entre otros estudios, el de L. Bonet (1983): Literatura. regionalismo y lucha de clases: Galdós. Pereda. N. Oller y Ramón D. Perés. En él observa no sólo que «La silueta de Galdós es, a su vez, harto visible en el transfondo humano y literario de Narcís Oller...» (Bonet, L., 1983, pág. 10), sino que además ve la convergencia de ambos novelistas en la plasmación de «La metrópoli industrial como entidad sociológica, plástica, incluso psicológica» (Bonet, L., 1983, pág. 11).
En la misma línea podríamos resaltar el estudio de J. Gilabert (1977): Narciso Oller: Estudio comparativo con la novela castellana del s. XIX. En él refleja la coincidencia, de Galdós y Oller, al lanzarse, a través de la novela, al análisis de la sociedad española de la Restauración: «Llevan todos los aspectos de la sociedad a la novela...» (Gilabert, J., 1977, pág. 103).
Igualmente queremos destacar el estudio de S.J. Canepari (1977): B. Pérez Galdós and N. Oller: visión of a Real and a Novelistic Society, sobre la visión de la sociedad a través de la novela, y el de M.D. Madrenas y J.M. Ribera (1992): B. P. Galdós y N. Oller: la superación de la novela realista, que enfoca de manera conjunta la novelística de nuestros escritores desde sus posiciones estéticas más tardías.
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«Un mundo nuevo para el barcelonés que pasa la vida emperezado por las Ramblas y por el Paseo de Gracia».
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«Pescaderos que pasan corriendo descalzos, con las mangas y los pantalones arremangados y la inmensa cesta de pescado sobre la cabeza, chorreando agua como la concha de un surtidor [...] toda una Babel de lenguas con un nexo común que permite promiscuar el pensamiento a todas las castas; toda una chanfaina de colores [...] en medio de una atmósfera de luz y vida exuberantes».
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«Un hombre tan rico como usted es una figura de primer orden; donde se presenta, se distingue, llama la atención, hace que en el acto empiecen a hablar de él.»
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«La aventura realmente le encantaba, y era, a criterio del nuevo potentado, un episodio indispensable en la biografía de todo millonario.»
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«Al banquero le ilusionaba pensar la nombradía de vivo y espléndido que le daría el viajar rumbosamente con una lagarta como aquella, que él creía de primera calidad.»
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«¿Cuántas veces había tropezado y hasta se había roto la crisma en su larga búsqueda del becerro de oro?»
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«Y las puertas, como bocas de acequia, seguían vomitando bocanadas y más bocanadas de gente.»
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«El gozo resplandecía en todas las casas, la gente corría enloquecida por las calles.»
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«Una vez más, había sonado ese clarín que despierta la codicia de los humildes e inicia, de cuando en cuando, las grandes cruzadas para la conquista del becerro de oro [...] Aquel calenturón que lanzaba a los hombres al mar de la especulación y de la aventura...»