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  —173→  

ArribaAbajo VII. Madrid viejo

J. de Dios de la Rada y Delgado


Propagar los conocimientos históricos, generalizándolos y aun vulgarizándolos, como ahora se ha dado en decir, obra es siempre meritoria y de indudable utilidad. Desde el libro erudito de penosa investigación, de intención filosóf ca, ó de amplios y extensos horizontes, que abarcando con mirada de águila lo pasado en sus más culminantes síntesis hagan meditar en lo presente y ofrezcan utilísimas enseñanzas para lo porvenir, hasta el libro al parecer ligero y festivo que pinta con breves pero vigorosos trazos una época en todo lo que constituye su índole propia, sus costumbres características, recorren amplísima escala las obras históricas, en la que se encuentran así las magistrales, áridas y enojosas á veces para los que no hayan convertido los estudios históricos en verdadero culto de su espíritu, como las elementales y las que, escritas con menos pretensiones, envuelven la verdad histórica en las galanas frases de la narración literaria. El beneficio que de las últimas reporta la ciencia de lo pasado es innegable. La gran mayoría de los lectores, poco dados á seguir en sus difíciles disquisiciones á los sabios, gusta más de libros al parecer ligeros, pero que si están escritos con depurada crítica en cuanto á los hechos que contienen, difunden conocimientos que de otro modo tarde ó nunca llegarían á ser del dominio de la mayor parte del público.

Al enunciar este pensamiento no nos referimos precisamente á la novela histórica, que si puede contribuir á esa propagación de los hechos pasados, tambien envolviéndolos y mezclándolos con otros de pura invención y fantasía si no está escrita con alto sentido de verdad, como sucede en alguna de Walter Scott, induce á errores, tanto más difíciles de borrar, cuanto que se han escrito al lado de verdades y alternando con ellas; necesitándose el criterio del hombre verdaderamente científico, criterio que no puede exigirse á la gran mayoría de los lectores, para depurar lo verdadero   —174→   de lo falso. Se refiere mejor á esas otras obras, cuadros de costumbres pasadas, escritas sobre datos fehacientes y eruditos, que tienen solo por objeto reproducir la vida íntima de otras edades en lo que tuvo de más interno, y que por lo mismo el historiador propiamente dicho tal vez desdeña ó no investiga.

Á esta clase de libros pertenece el titulado Madrid viejo por D. Ricardo Sepúlveda, libro cuyo conjunto explica el mismo en la síntesis de su portada, Costumbres, leyendas y descripciones de la Villa y Corte en los siglos pasados, y que puede considerarse como una continuación de otros no menos interesantes y amenos del mismo autor, tales como los que llevan por título La casa de las siete chimeneas y el Monasterio de San Gerónimo el Real de Madrid, sobre el cual dió también esta Academia informe favorable hace pocos años.

El libro que ahora ofrece al público está basado en hechos históricos ó en tradiciones, que pueden tener carácter de tales, y que están presentados con verdadera originalidad por la manera con que pinta las costumbres de la Villa y Corte en los siglos XVII y XVIII, en cuadros tan bien escritos como ajustados á la verdad histórica, y con tanta copia de detalles que pudiéramos llamar arqueológicos, que el lector se cree transportado á la época en que el autor los coloca. El libro resulta verdaderamente original y tiene en su clase mérito relevante, pues en el linaje de obras históricas consagradas á pintar las costumbres de una época deterrninada, á que ésta pertenece, pocas se le pueden comparar.

El que suscribe, en vista de ello cree pudiera informarse en este sentido al Gobierno para que adquiriese de esta obra el número de ejemplares que considere conveniente, y más teniendo en cuenta que el autor es á la vez editor de su obra.

Madrid, 15 de Junio de 1833.

J. DE DIOS DE LA RADA Y DELGADO.



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