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ArribaAbajoIV. Manuscrito de Aben Hayyan en la biblioteca de los herederos de Çidi Hamouda en Constantina

Francisco Codera


En la primera sesión á que tuve el honor de asistir después de mi regreso de Túnez, al dar cuenta verbal á la Academia de lo más importante de mi expedición, dí noticia de haber visto en Constantina un tomo ó parte de él de una de las obras del príncipe de nuestros historiadores árabes, así como en Túnez había tenido la suerte de estudiar la obra maestra del primero de nuestros biógrafos: después, en la Memoria general dando cuenta de mi viaje, dije algo de este manuscrito y hoy me propongo dar noticias detalladas, para en sesiones sucesivas ir aprovechando los datos que extracté, ó que con un estudio más detenido me llamen la atención en la copia, que para la Academia tengo ya en mi poder.

El manuscrito núm. 339 de la biblioteca de los herederos de Çidi Hamouda en Constantina, cuya existencia me había sido comunicada por nuestro amigo M. Fagnan, contiene dos obras históricas, de valor muy diferente; pues en los 116 folios primeros hay tradiciones tomadas de imagen Alwakidi, ó la misma obra del autor y la segunda parte, que consta de 130 folios, comprende la narración de parte del reinado de Alhaquem II, escrita por el fecundo historiador Aben Hayyan, probablemente en vista de documentos oficiales.

De las dos obras históricas de Aben Hayyan, el imagen el Almoktabis y el imagen Almatin, la primera de las cuales constaba de 10 volúmenes, y de 60 la segunda, solo se conocía en Europa un tomo de la primera, que se conserva en la biblioteca de la Universidad de Oxford, y del cual se sacó copia hace pocos años para la Biblioteca Nacional de Madrid: el tomo de Oxford contiene la historia del reinado de Abdallah: el existente en Constantina, y que por desgracia no está completo, nos conserva la historia muy detallada de parte del reinado de Alhaquem II.

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El códice en cuestión está escrito en carácter magrebí, bastante bueno y claro, aunque faltan muchos puntos diacríticos; el papel es fuerte y bueno, algún tanto pajizo y como glaseado: en cada página hay 20 líneas, con una superficie escrita de 15 cm. de alto por 10 de ancho, quedando anchas márgenes por todos lados.

Los diez primeros folios están muy deteriorados, en especial del uno al siete, á los cuales falta bastante en las primeras líneas por haberse destruido el ángulo superior del libro antes de la encuadernación actual: hay además la particularidad de que los primeros folios no están en el orden primitivo.

Al examinar un códice árabe que se sospecha que esté incompleto, lo primero en que conviene fijarse es en si las hojas se encuentran taladradas por la polilla; pues si se nota transición brusca entre los agujeros de dos folios inmediatos, es signo evidente de que falta algo de lo que allí había cuando el destructor y para nosotros en ciertos casos útil insecto dejó allí sus huellas.

Si éstos han respetado el manuscrito por completo, lo cual es raro, ó algunos cuadernos, carecemos de un auxilio poderoso para estas investigaciones: téngase ó no el auxilio de la polilla, hay que fijarse además en si la parte inferior de los folios de la izquierda ó la superior de la derecha tienen de diez en diez folios un pequeño signo, que marca mitad de mano ó cuadernillo: si este signo existe, y no resulta de diez en diez folios, sino en serie irregular, es casi evidente que no hay veinte folios sin interrupción.

Ambos medios de crítica me sirvieron de guía al estudiar de primera intención el códice de Aben Hayyan, y creo haber obtenido un resultado seguro: después de los folios 21, 29 y 95 los agujeros no coinciden y tampoco el sentido, luego faltan folios: cuánto sea lo desaparecido es difícil determinar, aunque algo se puede sospechar con alguna probabilidad por el signo de mitad de cuadernillo.

Este signo se encuentra en la parte inferior de los folios 11, 21, 26, 39, 49, 59, 69, 79, 89, 101, 111 y 121, y en la superior de las anteriores, excepto en los folios 110 y 120, en los cuales no se distingue tal signo, sin que esto quiera decir que no existiera: la serie de los signos nos acusa lagunas entre los folios 21 y 26,   —55→   26 y 39 y 89 y 100, confirmando esto el resultado anterior: adviértase que estos indicios y razonamientos no prueban que en los demás puntos no falte algo, sobre todo cuadernos completos; pero mientras no tengamos un motivo para dudar, podremos suponer que nada falta.

Como los primeros folios están muy estropeados y en ellos encontraba algo muy interesante, que en algún caso veía interrumpido de un modo evidente, llamándome la atención el que en los folios 2, 5 y 6 se hiciera mención de un mismo personaje, un Bon Fill, embajador del conde de Barcelona, sospeché que quizá los folios no estuvieran en su sitio correspondiente.

Dado el estado de deterioro en que se encuentran estas hojas, no era fácil averiguar el orden en que debían colocarse, toda vez que estando incompletas las primeras líneas de todas estas páginas, solo de un modo vago podía comprender el sentido, á no ser después de un detenido estudio: habiendo observado antes que en el cuerpo de la obra generalmente se sigue el orden rigurosamente cronológico, como en el primer folio se citan los meses de ramadhan y xawal 9.º y 10.º del año, -en el 2.º, 3.º y 6.º el de ramadhan, -en el 1.º el de xaaban, 8.º mes del año árabe y en los folios 7 y siguientes el mes de dzulkiadah, último mes del año, admitiendo que eran meses de un mismo año, y que el autor siguiera aquí el orden rigurosamente cronológico, resultaba que el folio cinco debía ser el primero de los existentes, al cual debía seguir el seis por no advertirse interrupción entre ambos, luego deberían seguir el segundo y el tercero, después el primero, y por fin el cuarto y séptimo: este orden fijado en virtud de las hipótesis anteriores, resultó comprobado casi con seguridad por el sentido; pero más que todo por la atenta inspección de los pequeños agujeros de las polillas, cuyo ajuste y coincidencia exacta resultan casi seguros en general: solo entre los folios cuarto y el séptimo falta algo.

Como el manuscrito está falto por el principio, y al fin no consta el nombre del autor, hay necesidad de justificar su atribución á Aben Hayyan.

La tarea no es difícil, pues al fin del manuscrito se lee de la misma letra de toda la segunda parte del códice imagen   —56→   imagen «Se terminó el libro Almoktabis acerca de la historia y hasta aquí llega lo que se encontró de este libro de letra del autor» Según estas palabras es claro que el libro se titula Almoktabis; pero como los títulos de los libros árabes se repiten con mucha frecuencia, es posible, se dirá, que sea algún otro, tanto más; cuanto Hachi Jalifa parece que menciona otra obra con este mismo título, también de historia de España: y en verdad que el autor del gran Diccionario bibliográfico nos haría dudar, si él mismo no indicase que no estaba muy enterado y que no había visto la obra, que describe diciendo: «núm. 12730 Mokabis (lugar de donde se saca la ciencia) acerca de la historia de los sabios de Alandalus; diez volúmenes por Aben Hamad el Andaluçi, muerto en el año.....: compendió en esta obra los dos libros Elcaur ala addaur y Alamed ala alabed: dice el historiador Alyafeî» el Almoktabis es obra del xeque, el hafith, Abu Abdallah Mohammed ben Imran ben Muza el Marzobaní y se dice que es de Abu Merwan Haççan ben Jalaf, muerto en 469: compendio de esta obra es el libro Chadzwah almoktabis (ascua ardiente del Almoktabis) por Abu Abdallah Mohammed ben Fotuh el Azdí el Homaidí, muerto en 488: también es un compendio de la misma obra el Nur Almoktabis (Luz del Almoktabis).»

En estas palabras de Hachi Jalifa encontramos tres opiniones diferentes respecto al autor del Almoktabis, obra de historia de España en diez volúmenes, y en vez de creer que se trata de una obra diferente de la de Aben Hayyan, y aun de que fueran tres, son solo una; pues Hachi Jalifa la atribuye á un Aben Hamad el Andaluçi, de quien nada más dice, y refiriéndose al historiador Alyafeî cita dos opiniones respecto al autor, y en realidad la atribuye á Aben Hayyan, á quien por error llama Abu Merwan Haççan ben Jalaf imagen por Abu Merwan Hayyan ben Jalaf imagen, como lo confirma la coincidencia de los demás nombres, excepto el imagen por imagen y la fecha de la muerte; de modo que según los datos de Hachi Jalifa, no se conocía otro Almoktabis que el de Aben Hayyan, y por tanto á él debería atribuirse el de Constantina, aunque no   —57→   tuviéramos otro dato, mientras no se pruebe que se escribió otra obra del mismo título, del mismo asunto, y de gran extensión, ó sea de diez volúmenes; pero tenemos más.

En la misma obra resulta una prueba concreta, aunque para nuestras costumbres parezca raro el que el autor dé su nombre en el cuerpo de la obra, lo cual es bastante frecuente en los autores árabes: al fin del folio 50v. y 51r. se lee en el texto en letra más gruesa, como si fuera epígrafe

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«Dice Hayyan ben Jalaf ben Hayyan, autor de esta historia, aquí se interrumpe (la narracion) en el libro de Iça Arrazi (Allah le haya perdonado) el que hizo acerca de la historia del reinado de Alhaquem han Abderrahman.»

Probado que él manuscrito de los herederos de Çidi Hamouda sea del Almoktabis de Aben Hayyan, conocemos algo más que hasta ahora de la obra de autor tan importante, y puede tenerse alguna mayor esperanza de que en el Norte de África pueda encontrarse algún otro tomo.

El manuscrito de Constantina tiene además la recomendación de su antigüedad y abolengo; pues parece estar copiado sobre el original, según las palabras copiadas anteriormente «hasta aquí llega lo que se encontró de letra del autor:» la fecha y punto donde se copió, constan á continuación

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«Y se acabó de la copia de este libro el 11 de xawal del año 646 (27 de Enero de 1249) en Ceuta.»

El autor del Almoktabis, como ya sabíamos por el tomo que se conocía, refiere los acontecimientos con muchos detalles y gran precisión en vista, según parece, de documentos contemporáneos; de modo que si tuviéramos toda la obra, podríamos conocer la historia bajo el punto de vista de la corte, como pudieran conocerla los contemporáneos, que aceptaran el modo de ver de los Omeyyas y de los historiados partidarios de los mismos.

Dada la extensión que el autor dió á su obra, es de suponer que en el presente volumen se tratase solo del reinado de Alhaquem   —58→   II, pues en lo que nos queda, solo tenemos la crónica de parte del año 360 -años 361 y 62 completos y 363 y 64 incompletos.

Una de las cosas á que el autor parece dar más importancia, pues indudablemente resulta de las más detalladas, es la descripción de las recepciones oficiales en los días de las dos grandes fiestas musulmanas y las celebradas por motivos especiales, como son el restablecimiento de la salud del Califa, ó la recepción de embajadores enviados por los príncipes cristianos ó musulmanes: en la descripción de estas solemnidades se dan indirectamente importantes noticias administrativas por el orden de las jerarquías en la recepción, y como los poetas cortesanos extremaban sus manifestaciones de adhesión al Califa, leyendo ó recitando composiciones poéticas, el autor copia largas tiradas de versos, que llenan una buena parte del libro.

Como complemento de la descripción bibliográfica ponemos á continuación los epígrafes de los capítulos, en que está dividida la obra, por más que ellos no dan idea exacta del contenido de los mismos; pues se dan noticias muy diferentes y de gran interés dentro del capítulo, cuyo epígrafe generalmente corresponde solo á la primera parte del mismo, pasando á otro asunto sin más que intercalar una pequeña separación; así, para citar algún ejemplo, en el capítulo en que trata del ataque de Gormaz por los cristianos, se dan noticias bastante detalladas de las escaramuzas y victoria del gobernador de Zaragoza contra los cristianos en la Bárdena y Sos!: en el capítulo que intitula «Historia del llamamiento del wazir y generalísimo Galib ben Abderrahman, se da una curiosa noticia administrativa, diciendo que en racheb del año 362, el ¿reparador de injusticias?, kadhi de Fahs Albotutb, Abdelmelic ben Mondzir ben Çaîd acompañado del ¿tesorero? Ahmed ben Mohammed el Quelbí, había salido para Guadalajara con el encargo de examinar la verdad de lo que habían denunciado sus moradores contra el kaid Raxik ben Abderrahman: los comisionados no solo tenían el encargo de averiguar los hechos; sino el de hacer justicia á los de Guadalajara de su kaid.»

Los epígrafes de los capítulos son como sigue, con la remisión al folio correspondiente en la copia de la Academia.

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La copia que encargué para la Academia, y que me ha sido remitida; forma un volumen en 4.º prolongado, de 136 folios, de buen papel y letra clara en general y hasta elegante, de 16 líneas por página, perfectamente espaciadas: el copista ha tenido cuidado de marcar las pocas lagunas del original y de copiar exactamente los nombres propios no árabes, que no entendía por faltar los puntos á las letras, de modo que la copia resulta bastante buena como he tenido ocasión de comprobar al hacer el cotejo de los textos que yo había copiado por ser de mayor interés: en la copia queda anotado lo que en mis extractos aparece con alguna variante, excepto en los casos en que he visto en el acto que el error era mío.

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Hubiera sido de desear que en la copia se hubieran anotado los folios del original, y así lo dejé advertido; pero como esto no entra en las costumbres de los copistas musulmanes, sin duda el encargado de la copia, no comprendiendo la importancia que para nosotros tiene el poder puntualizar las citas, no hizo caso del encargo; por fortuna yo había anotado todo esto en mis extractos y los folios en que se interrumpe el sentido y aunque con algún trabajo, he podido subsanar en parte la omisión del copista, cuyo nombre queda consignado como de ordinario al fin del libro.

Madrid, 25 de Mayo de 1888.

FRANCISCO CODERA.