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ArribaAbajoCuarta relación anónima de la jornada que hizo Nuño de Guzmán a la Nueva Galicia.

Muy Reverendo y muy Magníficos Señores: Vuestra Señoría y Mercedes fueron servidos de mandarme que porque cumplía al servicio de S. M. les hiciese relación de la conquista y guerra que Nuño de Guzmán fue a hacer, como persona que había dos años que andaba en su compañía, porque tenían por cierto que siendo celoso de su real servicio, se la daría muy verdadera y como ha pasado, ansí de todas las cosas que nos acontecieron hasta el tiempo que yo me partí para esta cibdad donde tengo mi casa y vecindad, como del daño que se hizo de pasada por los pueblos de paz que estaban depositados, y del tratamiento que el dicho Nuño de Guzmán había hecho a los vasallos de S. M. que en su compañía llevó, ansí españoles como naturales desta tierra, y cómo fue la muerte del Calzoncí D. Francisco, señor de la provincia de Mechuacan, y qué tratamiento hizo a otros señores sus vasallos que consigo llevó, y qué orden tuvo en hacer la guerra en las provincias que lo estaban, y qué era lo que intervenía primero que se hiciese rompimiento con los naturales de ella, y si con ellos asentaba paz cómo la mantenía y los favorecía, y otras particularidades que tocan a la orden de la guerra y bien y pro de la tierra y de la conversión de los naturales; lo cual me encargaban y mandaban como a hombre que había andado con el dicho Nuño de Guzmán todo el tiempo que duró la guerra, porque S. M. fuese informado de la verdad como de buen vasallo: y aunque para esto Vra. Sría. y Mds. pudieran informarse de otras personas que ansimismo han venido y son mejores coronistas que yo, por cumplir el mandado de Vra. Sría., yo he recibido y recibo muy alzada merced, y diré lo más breve que pudiere lo que me ocurriere a la memoria y yo alcanzare, con toda verdad, sin faltar un punto de lo que ha pasado, como Vra. Sría. y Mds. verán en lo siguiente.

Ya Vra. Sría. y Mds. sabrán cómo Nuño de Guzmán se partió de esta cibdad en seguimiento de su jornada, a veinte días de Diciembre, año de treinta. El número de la gente española que consigo llevó, remito al alarde que pasó ante Alonso Lúcas su secretario: la copia y número de los naturales de la tierra amigos que también en su compañía llevó, me remito a García del Pilar, que le dio la nómina de todos.

Caminando por nuestras jornadas para la provincia de Mechuacan, a las tres jornadas primeras dormimos en un pueblo que se dice139 que tenía en encomienda el maestre de Roa, donde por miedo de nuestra llegada y de los muchos amigos que con nosotros iban desampararon sus casas, y de enojo porque140 nos traían de comer y porque dejaron sus casas los envió a buscar Nuño de Guzmán con los indios de guerra amigos que llevábamos, con sus armas y divisas, como si estuvieran alzados y de guerra los indios del dicho pueblo; y no faltando quien le dijo cuán mal hecho era, envió al veedor Per Almindez Chirino y a Juan de Burgos a que volviesen los amigos, como volvieron; y de enojo que tuvo de un primo del maestre de Roa, que estaba en el dicho pueblo, creyendo que por su industria se habían ausentado los indios de él, le mandó echar una cadena al pescuezo, y le llevó en ella dos días, hasta otro pueblo que se decía Islavaca, que tiene encomendado Juan de la Torre, que también recibió algún daño con nuestra pasada.

Y de ahí no paramos por nuestras jornadas hasta la cibdad de Uchila, que es cabecera de la provincia de Mechuacan. Antes que llegásemos a esta cibdad salieron D. Pedro, indio gobernador de ella, con mucha gente, naturales de la tierra, vestidos con sus aderezos de guerra, por hacer servicio y placer a Nuño de Guzmán, y con esta fiesta entró hasta aposentarse en su aposento en la cibdad.

Luego hizo llamar al señor della, que se decía D. Francisco, y en su lengua el Calzoncí, el cual había tenido preso en esta cibdad mucho tiempo antes que della partiese; por qué o a qué causa no sabré decir; el cual llevaba consigo hasta esta cibdad, aunque en manera de libertad, a muy buen recabdo y con guarda, al cual mandó que hiciese recoger ocho o diez mil vasallos suyos para llevar consigo a la guerra que empezaba hacer; y le respondió que lo haría como se lo mandaba; y al cabo de tres o cuatro días que le mandó esto, le mandó echar unos grillos y meter en una recámara que estaba junto a su cámara, so color que no traía harto bastimento y comida para la gente que consigo traía, y por otra parte mandó a Godoy, criado suyo, que era alcalde mayor en la provincia, y a García del Pilar, su lengua, que le dijesen, que por qué no le tenía aparejado el oro y plata que le había mandado en esta cibdad, y el dicho Calzoncí les respondió que ya lo recogía y lo más estaba recogido, que lo fuesen a ver luego. Fueron a verlo las dos personas dichas a la casa do vivía el D. Francisco, y a una parte della dizque vieron cierta cantidad de rodelas de oro y de plata; de los cuales se puede recibir juramento qué tanto sería, que yo no lo vi, sino por oídas, y fue público que lo tuvo preso quince días, poco más o menos, hasta que una noche tiniendo dél enojo de no le contentar lo que le daba, mandó al dicho lengua García del Pilar y a Godoy, alcalde, le llevasen a su aposento y le diesen tormento de fuego, o como les pareciese, para que declarase el tesoro que tenía y a do estaba, y ansí le llevaron el Godoy como alcalde que era lo cual hizien (sic) al cacique; si le dieron tormento de fuego, me remito al dicho y dispusición de Godoy y de García del Pilar, que yo no lo sé, mas de que tovimos noticia que le había mandado fatigar porque le diese su tesoro, y yo sé cierto que fue atado aquella noche el cacique, y mas no; y luego incontinente vinieron dos frailes franciscos que allí residían, de quien Vra. Sría. y Mds. se podrán informar cerca desto.

De ahí a obra de diez días trajeron a Nuño de Guzmán los indios que había pedido para llevar en su compañía: no sabría decir qué tantos, mas de que fue mucha cantidad dellos: esto se podrá saber de D. Pedro Panza, gobernador de la provincia, porque fue hecho el repartimiento de la cantidad de todos los más pueblos de la provincia que tenían encomendados españoles, y cada señor del pueblo venía con la parte de los indios sus vasallos que lo cupo por el repartimiento, los cuales todos fueron repartidos por los españoles que iban a la guerra para que les llevasen su hato; y para la seguridad que no huyesen estos indios y dejasen el hato, iban los señores y principales en cadenas por los pescuezos, y muchos destos murieron en la prisión; y llevando al dicho D. Francisco preso, nos partimos de la cibdad. Si Vra. Sría. E Mds. apremian a este Godoy e a Juan Pascual, lengua de Mechuacan, sabrán muchas particularidades.

Y ansí fuimos nuestro camino hasta un río que intituló de Nuestra Señora, dos leguas adelante de Purándiro, pueblo postrero de Mechuacan, y este río es en términos de la tierra de guerra. Allí sacó las banderas al campo con toda la gente de pie y de caballo, tocando sus trompetas mandando pregonar que como presidente de la Nueva España y gobernador de la provincia de Pánuco tomaba posesión en aquellas tierras, como por el pregón parecerá, y mandó hacer en un promontorio una iglesia a los amigos, con su adarve alrededor almenado, y puertas como fortaleza. So color de esperar a acabar esta obra, esperaba al dicho Godoy y a ciertos señores de Mechuacan que habían allí de venir con cierta parte de la hacienda del Calzoncí y mujeres, los cuales vinieron. Esto yo lo vi, porque como a río vuelto yo hube dos señoras, la una muy principal, parienta del Calzoncí, que me dio Juan Pascual, lengua, a excuso de Nuño de Guzmán, de lástima por no la ver andar maltratada, la cual envié en una hamaca luego a su tierra con sus criadas y ciertos indios sus vasallos; y esto pasa ansí, con obligación que no siendo de esta manera sea tenido por mentiroso.

En este medio tiempo hacía cabeza de proceso contra el Calzoncí D. Francisco, diciendo que tenía grandes guarniciones de gente para cuando peleásemos con los enemigos dar por otro cabo en nosotros, acusándole que por su consentimiento y mando habían muerto ciertos españoles en su tierra. Le mandó echar prisiones de nuevo y luego mandó a los alguaciles del campo que hiciesen una casilla de paja, y hecha llevaron a ella ciertas lenguas del señor que entendían la lengua de culhua, vecinos de la cibdad cabecera de la provincia; el uno se decía Ávalos y el otro Xuarez, y les dieron tormento de cordel y agua, preguntándoles qué cristianos habían muerto en tierra de Mechuacan en los tiempos pasados, y que el tesoro del Calzoncí adónde estaba, y sus mujeres. Lo del tormento yo lo sé porque estos indios lenguas después de atormentados los mandó Nuño de Guzmán llevar a casa de su mayordomo Francisco de Villegas, el cual y yo posábamos juntos, y de lástima y por los conocer, les hice luego dar vino puro y los esforcé diciéndoles que no tuviesen miedo. Esto y lo que pasó en este tormento declarará Juan de Burgos, alguacil mayor, y Cristóbal de Sepúlveda, su lugarteniente, que se hallaron presentes.

Luego otro día tornaron a sacar estos naguatatos fuera del real a la casilla, y les dieron tormento de fuego recio, quemándoles los pies, y nunca confesaron ninguna cosa.

Otro día siguiente mandó sacar a D. Alonso, yerno del Calzoncí, y le dieron tormento haciéndole las mismas preguntas; a este señor no dieron tormento de fuego: también estaba presente Juan Pascual, lengua de la lengua de Mechuacan, que está agora en compañía de Nuño de Guzmán.

De ahí a dos días mandó sacar a la misma casilla a D. Pedro Panza, segunda persona del Calzoncí, el señor más principal de toda la provincia, y le dio tormento como a los otros, y no fuego, y no confesando nada, le mandó tornar; los cuales estaban divididos.

Otro día mandó llevar a la misma casilla al buen Calzoncí, y no sé qué le hicieron: remítome al juramento de los sobredichos que se hallaron presentes.

Otro día se partieron del real para la cibdad de Mechoacan Pedro de Guzmán, su camarero, y otros tres de caballo con él, diciendo que iban por los cueros de los cristianos que en la provincia habían muerto: no sé lo que trujeron cuando vinieron, mas de que, anduvo murmuración por el real diciendo que había aquella noche entrado mucho oro y plata. La certinidad desto se podrá saber de Godoy o de Juan Pascual, lengua tarasca, que con García del Pilar no intervenía nada, porque no la entendía.

Luego sentenció por traidor a D. Francisco, y le mandó arrastrar a cola de un caballo, como todos vimos, y después atado a un palo, y allí le quemaron, dicen que vivo: yo de compasión no le quise ver, mas de que sé que dijo que: por qué le mataban, que él nunca fue rebelde ni traidor, sino que siempre dio lo que le pedían para el rey, y que sus vasallos siempre sirvieron muy bien a los españoles que tenían por amos, y que como supo que la cibdad de México era ganada, que luego vino de paz con parte de su hacienda al capitán D. Hernando Cortés: esto yo lo vi.

También sé, como en su proceso parecerá, que los testigos que contra él se tomaron, por cuya depusición y dichos fue condenado, que eran personas que tenían en encomienda pueblos encomendados que eran del Calzoncí, y tenían por cierto que mientras él viviese no se podrían servir a derechas ni aprovechar de los pueblos: e que por este respeto encargarían las conciencias. Esto no lo afirmo, sino que era indicio para presumirse, segund andaban caninos. Y quemado, echaron sus polvos por el río abajo, por mandado de Nuño de Guzmán.

Después de haber estado en este río veinte y tantos días pasando necesidad, partimos de allí en demanda de un pueblo que se dice Cuynao, llevando con nosotros a D. Pedro Panza, gobernador de la provincia, y a los aguatatos, que todos no podían ir sino en hamacas, segund quedaron de los tormentos; y ansí fuimos por el río abajo ciertos días por despoblado, hasta llegar al pueblo dicho Cuynao, y allí entramos de guerra porque los naturales se ausentaron con temor y no esperaron a requerimiento, y acordó de hacer una entrada, como hizo, a otros pueblos comarcanos de este, y luego en volviendo vino este pueblo Cuyná de paz. En este pueblo oí decir que habían venido mensajeros de la cibdad de Mechuacan a Nuño de Guzmán, los cuales habían enviado D. Pedro e D. Alonso: estos mensajeros entraron de noche, y túvose por cierto que trujeron ciertas cargas de oro y de plata, y creímos que desta venida lo dieron más que nunca. La verdad desto se puede saber de García del Pilar, porque alcanzó a saber alguna parte, y de la otra lengua Juan Pascual, y de un Juan Sánchez, alguacil, que andaba rondando, y topó con el presente. Esto se puede creer piadosamente, porque los gobernadores estaban presos y a buen recabdo, y creyendo que no había de ser de ellos menos que de su señor el Calzoncí, enviaron estos mensajeros para que trujesen con que le aplacasen.

Salidos de este pueblo Cuynao, fuimos en demanda de otro pueblo que se dice Cuyzeo, el cual está del cabo de un río que sale de una laguna a meterse en la Mar del Norte, entre Xalisco y Centequipaque. Antes que llegásemos a este río, deste cabo dél estaba un escuadrón de indios de guerra, a los cuales envió Nuño de Guzmán a Juan de Burgos y a mí; y como vieron que íbamos a ellos y que el resto de la gente venían tras nosotros, se pasaron del cabo del río, que era muy hondo, puniendo sus armas en el suelo señalando que querían paz. Allegó Nuño de Guzmán y mandó al maestre de campo Villaroel y a otras ciertas personas que hiciesen balsas para pasar a ellos, el cual mandó al cacique Tapia, señor de México, que trajese madera y adherentes para ellas, las cuales hacían sus maceguales. Y porque el dicho cacique, por estar mal dispuesto, no entró allí en el agua a ayudarlas a hacer, el maestre de campo le trató de tal manera puniendo las manos en él, que nunca más estuvo bueno hasta que murió. Y ansí por hacer estas balsas y asestarles el artillería, trataron paz y enviaron un aguatato a asentarla por el río a nado, y aquella noche dormimos allí.

Otro día fuimos el río abajo buscando vado hasta hallarlo, y pasamos a Cuzco, que estaba del cabo del río. Aquel día murieron algunos indios naturales del dicho pueblo, porque lo desampararon y se hicieron fuertes en una isla que estaba en el río, y fueron heridos algunos españoles. A cabo de cinco o seis días que anduvimos corriendo la comarca deste pueblo, vino un indio gordo de paz, que en su manera parecía señor, y porque no trajo tamemes para la partida, o lo que Nuño de Guzmán le pidió, le mandó aperrear, y ansí muy mordido y maltratado le dejamos a la puerta de su aposento, quemándose todo el pueblo. Este quemar se continó siempre por do íbamos, y puesto que Nuño de Guzmán mandaba poner mucha diligencia en que no se quemasen los pueblos, pesándole dello, los amigos que llevábamos tienen tal condición, que aunque los quemen vivos, no dejarán de poner fuego por do van, sin se lo poder resistir.

De aquí partimos en demanda de Tonalá, y siempre muchos de los amigos encadenados porque no huyesen y dejasen las petacas, por consentimiento de Nuño de Guzmán: y a cabo de dos días que caminamos, llegamos a la provincia de Tonalá, y ya que llegábamos a vista, salieron ciertos indios de paz con gallinas en las manos, diciendo que la señora de aquella provincia estaba de paz y en su casa, y la más parte del pueblo, y querían servir a los españoles, como hacían las otras provincias; mas que ciertos parientes de la cacica, con otros muchos principales sus subjetos, estaban en un cerro con propósito de pelear con los cristianos; y con esto fuimos entrando por el pueblo, y hallamos la cacica en su casa, y muchos vasallos suyos, y su hato y aves, y fuimos en orden hasta el cerro; y viendo que nos allegábamos a ello, empezaron a desamparar huyendo: viendo esto fuimos en su seguimiento, alanceando en ellos hasta una barranca, que podría haber una gran legua, donde se escaparon los que pudieron.

A obra de veinte días que estuvimos en este pueblo vino toda la comarca a él subjeta de paz; este es un razonable pueblo y buen pedazo de comama, bien poblada de pueblos subjetos a él. Es tierra muy estéril, aunque abundosa de maíz. Testigos de lo que aquí se hizo, el veedor Peralmindez Cherino y Antonio de Villegas, digo, de Villaroel, y el maestre de Roa y García del Pilar.

De aquí fuimos a un pueblo que se dice Nuchistlan, donde estuvimos veinte o treinta días. De aquí se hicieron entradas a ciertos cabos; nunca vino ninguno de paz, si no fueron unos mensajeros que vinieron de un pueblo que se dice Xalpa, fingiendo paz por no ser destruidos. Aquí mandó hacer justicia de ciertos indios de Toluca porque hicieron cierto sacrificio, y a cabo destos días nos fuimos dél, quedando todo abrasado por ponerle fuego los amigos por todos partes: no se pudo remediar, y por esto quedó totalmente asolado. Y de ahí a cuatro o cinco días llegamos a un pueblo que se dice Tiblinchan (?) y de allí envió a hacer entradas a todas partes, donde tuvo noticia de la provincia de Themoaque, y por otro nombre Centiquipaque, para la cual había dos caminos, y por el uno envió al veedor Peralmindez Cherino, con una capitanía de gente de caballo y otra de pie y nos partimos de este pueblo, el veedor por un cabo y Nuño de Guzmán por otro, camino de la provincia de Xalisco. Llegados a un pueblo grande que se dice Aguatlán, que está en valle muy poblado, los indios nos salieron de paz, y nos aposentaron en sus casas, y nos dieron muy bien lo que ovimos menester. Aquí ahorcó Villaroel un indio amigo de los que llevábamos, por cierto delito, o en otro pueblo más atrás, que no me acuerdo. En este Aguacatlan demandó Nuño de Guzmán oro y plata a los naturales, y dieron alguno y ciertas indias, y ansimismo dieron obra de mill tamemes para que nos llevasen el hato; y no contento con esto, mandó prender a los señores: y demás de recibir por este respeto daño en sus casas, algunos dellos murieron en la prisión en que iban: y vi141en la cadena en que iba atado un señor de otro pueblo.

De ahí a cinco o seis días llegamos al pueblo que se dice Xalisco, do hallamos al veedor que venía a recibir a Nuño de Guzmán que había venido por otro camino. Los naturales de este pueblo de Xalisco, cuando por él pasamos, se habían retraído a la sierra cierta parte de ellos, y cierta estaba de paz.

De aquí pasamos al pueblo de Tevique, que está de paz, que sería legua y media adelante de Xalisco. Aquí hizo Nuño de Guzmán elección de oficiales de S. M., tesorero y contador y fator y veedor. En este pueblo estuvo más de un mes, a do vinieron los señores de Xalisco de paz y con comida, a los cuales les fue señalado que diesen cierta cantidad de tributo: muchos de nosotros creímos, no sé si es ansí, que por no lo poder cumplir se alzaron, y esto sabrá bien Rodrigo Ximon, lengua, criado de Nuño de Guzmán, porque este trataba mucho con ellos y les mandaba lo que habían de hacer; y por este enojo les mandó hacer guerra Nuño de Guzmán, y ansí la apregonó a fuego y a sangre, y los mandó dar por esclavos, aunque después no se herraron mucha parte que se tomó. El día que fue Nuño de Guzmán con su compañía se quemó totalmente el pueblo, y de ahí fuimos hasta la Mar del Sur, donde tomó posesión entrando en ella, y corriendo la comarca nos volvimos al pueblo de Tevique.

Y de ahí envió al capitán Cristóbal de Berrios con cierta gente de pie y de caballo a que buscase vado en el río grande que desciende desde Cuynao y pasa entre tierra de Temoaque y de Tevique, y hallado, pasó del otro cabo do topó mucha gente de guerra, y como persona cuerda se retiró con su gente y volvió a hacer relación de todo a Nuño de Guzmán. Aquí mandó ahorcar dos indios porque se querían volver. E luego puso en efeto su partida para aquel río y provincia que estaba del otro cabo; tardamos cuatro o cinco días en ir, y en pasando del otro cabo, y toda la gente a caballo puesta a punto, mandó tocar las trompetas y pregonar cómo mandaba a todos los escribanos e notarios, so cierta pena, que llamasen desde aquel río para adelante la Mayor España en todas las escripturas que hiciesen. E luego echó mano a su espada e cortó ciertas ramas de árboles, tomando posesión, e lo pidió por testimonio a un escribano. E luego incontinente en pasando un poco adelante dimos en la gente de guerra que estaba encubierta y a punto para pelear con nosotros, do fueron heridos cincuenta o sesenta caballos, y cierta parte de españoles. Y después de desbaratados, siguiendo el alcance, nos volvimos a aposentar al pueblo de Temoaque. No me acuerdo si intervino requerimiento primero que oviese rompimiento con la gente de guerra, porque los primeros que dieron en ella, por nos enviar delante a descobrir el campo, fueron Villaroel, maestre de campo, y Gonzalo López, y el alcalde Samaniego y ya testigos de esto.

De ahí a dos días nos partimos para un pueblo que se dice Omitlan, do estovimos mes y medio, esperando a que viniesen algunos indios de paz, y a que acabase Nuño de Guzmán de despachar su relación para Castilla, y a esperar noticia de adelante, por do habíamos de ir.

Partidos de aquí en demanda de la provincia de Azatlan, a cabo de siete o ocho días llegamos a ella con mucho trabajo, a causa de las muchas ciénagas que hubo en el camino, en las cuales se le ahogó un buen caballo a Nuño de Guzmán, y llegados a vista de la población que está en unos llanos ribera de un río, nos salieron a recibir mucha gente de guerra, y por no poder pasar a ellos aquel día, por impedimento de otro río que estaba delante, que no podíamos pasar, alzaron aquella noche su hacienda y huyeron a lugares seguros, y luego otro día nos fuimos a aposentar al pueblo a do invernamos, y estuvimos mucho tiempo hasta que acabasen de pasar las aguas. Aquí le enviaron un mensajero los oidores pasados con cierto despacho, haciéndole saber la venida del marqués, aunque ya lo había sabido en el pueblo antes, que se dice Omitlan, y de aquí envió a esta cibdad al veedor Peralmindez Cherino con hasta diez de caballo.

Estando invernando en la ribera de este río, a ciertos días de Setiembre se levantó una tan gran tormenta de agua y viento que llevó las más casas, y tan grande el agua que llovió, y creció el río en tanta manera, que no hubo casa que no estuviese anegada medio estado largo de agua, do pensamos todos perecer por nos tomar a media noche, y por haber probado142 la tierra a los amigos que con nosotros traíamos, estaba mucha cantidad dellos echados en sus ranchos enfermos, se ahogaron y los llevó el agua; y después de pasada esta tormenta, como estaban todos los más enfermos y fatigados, cayó todo el resto dellos muy malos, y ansimesmo las naboríes que servían a los españoles, y fue tanta la mortandad, que de tanta multitud como teníamos de amigos, no creo que quedaron quinientos sanos: e temiendo la muerte algunos destos y por otras necesidades, que nos llevó la tormenta la comida y mucha parte de los puercos, se huían por se volver a sus casas, aunque sabían que los mataban en el camino; y por los amedrentar que no se fuesen más, hizo Nuño de Guzmán en veces ahorcar cierta parte de los que intentaban a volverse. Cerca desto, recíbase juramento de García del Pilar, que él sabe la cantidad poco más o menos, porque hablando en cuán mal parecía, me dijo que tenía por memoria los que había mandado ahorcar porque se querían volver.

Viendo el señor desta cibdad de México, que se llama Tapia, y el señor del Tatilulco, y el señor de Tascala, y el señor de Guaxocingo y otros muchos señores y principales desta provincia de Culua, cuán mal les iba de salud, y cómo no les quedaba vasallo que no se les morían, y otras necesidades que pasaban, fueron a rogar y a pedir por merced a Nuño de Guzmán que por amor de Dios, pues toda su gente se les había muerto, quisiese recibir sus joyas y aderezos de guerra y los dejase volver a Xalisco que era tierra más sana, a invernar. Después de preguntarles quién les puso en que pidiesen licencia, no se la quiso dar. Yo sé que ninguno de estos señores que la fueron a pedir escapó, que todos murieron; e viendo tan gran mortandad, envió a los que estaban más recios y todos los que podían andar, camino de la provincia de Chametla, con dos capitanías de caballo, y por ser despoblado y muchas ciénagas fue tanta la mortandad, que después nosotros no podíamos ir por el camino, y de pura desesperación se ahorcaban de diez en diez.

Antes que saliese de este Azatlan ahorcó un español que había traído por fuerza de la provincia de Mechuacan, porque se volvía, y llevaban a ahorcar otro también porque se volvía, y a ruego de personas la volvieron desde la horca. Aquí tuvo ciertos días presos y atormentó a ciertos hidalgos, por presunción que tuvo que se querían volver; y por esto podrán considerar Vra. Sría. y Mds. el tratamiento que hacía a los españoles y a los indios amigos. Testigos desto el maestre de Roa y Martín López y Francisco de Carranza y García del Pilar y otros vecinos desta cibdad que iban en su compañía.

Estando en este Azatlan Nuño de Guzmán, por tener la gente dividida, unos a Chiametla a llevar los dolientes y a traerlos de paz, y otros a buscar de comer, y asimismo verse sin amigo ninguno en que pudiese llevar el hato y petacas, determinó de enviar a Gonzalo López, su maestre de campo, con hasta quince o veinte de caballo y otros tantos peones a la provincia de Mechuacan para que trujesen indios y ganados y españoles por fuerza o por la vía que pudiese, y se partió con este despacho.

Enviado este despacho a Mechuacan, envió al alcalde Samaniego con cierta gente de caballo, y García del Pilar, lengua, con él a traer de paz los señores de la provincia de Chiametla, que podía ser de aquí veinte leguas, los cuales hallaron de paz y de muy buena voluntad, y los trujeron con muchas gallinas y ají y pescado, y vinieron a hablar con Nuño de Guzmán y a dar la obidencia a S. M., y se profirieron,143 vueltos a su tierra, de enviar muchos indios vasallos suyos para que nos llevasen las petacas y hatos, lo cual cumplieron, y enviaron al camino hasta su tierra y más otras veinte leguas adelante, y por no ser acostumbrados de llevar petacas a cuestas les hacían mataduras en las espaldas y hombros, las dejaron en el camino y huyeron; y ansí por esto como por algún agravio que les hicieron los españoles que estaban con los dolientes, se alzaron y están de guerra hasta hoy.

Estando esperando Nuño de Guzmán aquí en Azatlan a su maestre de campo Gonzalo López, con mucha pena porque había más de mes y medio que era ido y no venido, mandó a García del Pilar que fuese con cuatro de caballo a buscarle y le diese priesa. Lo que por allá hizo el maestre de campo, no lo sé, mas de que después supe de García del Pilar que le halló en un pueblo de la Menor144 España, Aguacatlan, que estaba de paz, herrando esclavos a descrición. Lo que en este pueblo se hizo, su amo del dicho pueblo lo tiene por fe de escribano, y verná a demandar su justicia, ansí desto como de otras cosas semejantes que se hicieron muy recias en otros pueblos de paz, haciendo esclavos a los naturales dellos, y prender a los señores hasta que murieron en la prisión. Aquí hay cuatro testigos dignos de fe, vecinos desta cibdad, que son Alonso de Villanueva y Cristóbal de Sepúlveda y Francisco Guillén y García del Pilar y Pedro Veneciano, que podrían decir a Vra. Sría. y Mds. cómo traían desta vuelta los indios libres de Mechuacan y los señores deste valle de Guacatlan, y mujeres y niños con sus maridos, atados y aprisionados por los pescuezos, de diez en diez, de veinte en veinte, de cuarenta en cuarenta, como yo he sabido de los sobredichos y de las otras personas que fueron con el maestre de campo; y lo mismo hicieron en Xalisco hallándolos de paz y tomando a hacer sus pueblos sobre seguro que les dieron, y con este seguro vinieron hasta dos mil hombres. Estando así seguros y dándoles muy bien de comer y lo que habían menester, mandó el dicho Gonzalo López hacer un gran corral y muy recio, adonde por engaño fuesen metidos y presos: esto sé muy cierto por información de los que con él se hallaron: recíbase juramento dellos, que ellos declararán la verdad cerca desto.

De aquí se partió el dicho Gonzalo López a la provincia de Zacualpa, con hasta mill indios de Xalisco que iban en su compañía y por su voluntad (por aquí se podrá ver si estaba Xalisco de guerra o de paz), dejando a García del Pilar en el dicho Xalisco con parte de la gente; y según me dijeron ciertas personas que con él fueron, estando este pueblo Zacualpa de paz y en sus casas con mucha comida recogida, ataron quinientos o mill ánimas, y las trajeron a Xalisco, metiendo el pueblo a sacomano. Yo no vi esto mas de por certificármelo las personas que con el fueron: sépase de los testigos sobredichos. Y lo peor desto, que saliendo en este pueblo Zacualpa los señores de paz, los prendieron, y los amigos dicen que mataron y sacrificaron más de dos mill ánimas, por ser sus enemigos, con favor de los cristianos.

También supe muy de cierto, estando en Xalisco toda esta presa destos pueblos junta para herrar, que sintieron este engaño los naturales de allí de Xalisco, y echaron a huir, que no quedaron doscientos dellos; y que por este enojo tomó el maestre de campo Gonzalo López el señor más principal de Xalisco y lo echó en un fuego y lo quemó vivo. Testigos los sobredichos.

Y dizque luego hizo herrar todos estos indios que había tomado destos pueblos de paz, y los unos y los otros atados en cordeles por los pescuezos, se vino camino de donde estaba Nuño de Guzmán. Dicen estas personas que con él fueron, que todos los hijitos que sus mujeres tenían murieron y mataron en el camino, que era la mayor compasión del mundo todo.

En este medio tiempo se había partido Nuño de Chavez, digo, de Guzmán, a la provincia de Chametlan ya nombrada, la cual hallamos alzada, y luego hecimos una entrada a unos esteros que estaban en la costa del mar, porque en ellos se había retraído la gente desta provincia, los cuales hallamos, y no nos podimos aprovechar dellos, por la mucha agua que había por aquellos esteros, y dellos nos volvimos al dicho pueblo de Chametlan, adonde de ahí a ciertos días llegó el maestre de campo con su presa y cabalgada habida a buena guerra.

Luego fueron repartidos entre los españoles los indios que traía de paz de los pueblos del marqués y de los de Alonso de Ávalos, que entonces eran de Manuel de Guzmán, e de otros pueblos: yo me profiero a probar que ansí como quien alquila bestias, ansí se alquilaban los pobres indios amigos entre algunos de los españoles por preseas: señalo por testigos desto a Francisco Barron y a Villas145 y a García del Pilar; y también luego se partieron los esclavos que acá en tierra de paz se habían hecho, con pensión por cada pieza un peso de oro de minas; y ansí nos partimos desta provincia, dejándola de guerra y maltratada, enviando primero a Francisco Verdugo a poblar a Xalisco.

E caminando cuatro o cinco días llegamos a un pueblo pequeño subjeto a una cabecera que está hacia la mar, que se llama Quezala. Aquí murieron dos españoles que salieron malos de Chiametlan, los cuales le demandaron licencia para volverse con Francisco Verdugo a tierra de paz, por estar tan malos, y no quiso dársela. Aquí afrontó a dos españoles porque se querían volver. Aquí estuvo cuatro o cinco días haciendo algunas entradillas, y por ver si le venía alguna tierra de paz: siempre iban intentando muchos españoles de los que iban con él en su compañía, de volverse, por ser persona grave para ellos.

Partidos de aquí, caminando llegamos a una estancia que se dice de los Frisoles, donde estuvimos quince días, que no se hallaba camino, porque hasta allí nos lo habían abierto los naturales de Chiametlan.

Salidos de aquí buscando camino, y caminando cinco días llegamos a la provincia de Piaztla.146 Este pueblo está junto a la Mar del Sur, do estuvimos cinco o seis días, y nunca vino de paz, y dejándolo destruido nos partimos. En este pueblo se quisieran volver mucha parte de los amigos: sabiéndose, mandó Nuño de Guzmán quemar uno vivo, y oí decir que había mandado ahorcar no sé cuántos indios: no embargante esto se volvieron un escuadrón de indios amigos, los cuales mataron todos los enemigos, escebto uno que escapó huyendo, que se volvió para nosotros. Y de aquí partimos a otra gran población que está riberas de un río, tres leguas adelante, que intitulamos el pueblo de la Sal, porque había mucha cantidad de ella en él.

Desde aquí, caminando diez147 pasando por algunos pueblos de guerra, y ninguno apaciguando, llegamos al pueblo de Ciguatlan, que es cabecera de ciertos pueblos al derredor de él, do teníamos noticia y decían que eran las Amazonas. En este pueblo y en otros que se corrieron al derredor no se halló sino mujeres, y muy poco o casi ningund varón, y por esto se presumió más ser las mujeres de que se traía noticia; y la cabsa porque no se hallaron varones entre ellas, era porque se andaban acabdillando los varones para nos dar guerra en cierto cabo. Esto es ansí, porque después cuando volvimos de las sierras y despoblado que no podimos pasar, los hallamos en sus casas con sus mujeres y hijos, sin hacer diferencia de otros pueblos. Nunca se pudo hallar lengua aquí que los entendiese. Este pueblo, cabeza desta provincia pequeña de Ciguatlan, está ribera de un río muy bueno cerca de la mar. En este pueblo ahorcó un español que se decía Aguilar, porque se quiso volver por un maltratamiento que le hizo, que sirviendo en una capitanía de caballo le apeó y le hizo servir en otra de pie, y porque por esta afrenta y vergüenza que recibía se quiso ir, lo ahorcó; y ansí nos partimos de aquí, quedando de guerra esta tierra.

Y caminando otros diez o doce días pasando por muchos pueblos que también quedaban de guerra, llegamos a uno que llaman de los Cuatro Barrios; y yendo una capitanía de gente de caballo delante, dieron en él en una guarnición de indios que estaba allí de la provincia de Culiacan, en frontera; y sin entrevenir requerimiento primero, dan en ellos alanceando, que duró legua y media el alcance. Esto no lo vi, mas pasó desta manera, porque fue público entre todos los que estábamos en la compañía.

A cabo de diez o doce días, pasando todavía por muy buenos pueblos que dejamos destruidos, llegamos a la provincia de Culiacan, entre unos pueblos muy grandes que están riberas de un muy hermoso río de una parte y de la otra, do nos esperaron de guerra, y teniendo noticia Nuño de Guzmán que estaba allí aquella gente a manera de guerra, envió dos capitanías para que supiesen de la manera que estaban y los entretuviesen hasta otro día que él llegase con la gente que le quedaba. Fueron los dos capitanes que se dicen Diego de Proaño y Cristóbal de Oñate, y durmieron aquella noche a vista de los contrarios en un pueblo que se dice Colombo, donde estuvieron con harto temor toda la noche que los indios les acometiesen; y otro día de mañana pareció a los capitanes que los debían acometer, y sin hazelles requerimiento ni otra plática alguna, dieron en ellos y siguieron el alcance dos o tres leguas, y en este recuentro los indios tomaron un caballo a un hidalgo y a vista de la compañía sin que148 ninguno de los españoles fuese resistido; y siguiendo este alcance estas dos capitanías, venimos con Nuño de Guzmán la gente que con él habíamos quedado; y como supo que aquella gente había dado en los enemigos sin hallarse él presente, mostró recibir enojo, y fuimos en busca dellos más de dos leguas, y en este camino hallamos otros indios de guerra, los cuales fuimos alanceando hasta que se acogieron a ciertos magueyales y arboledas. Aquí tomamos una cuadrilla de mujeres que en su manera parecían principales, y un enano, y nos volvimos al pueblo Colombo. Y en Culiacan, cabecera de la provincia, hallamos las dos capitanías que venían de seguir el alcance, y nos volvimos todos al pueblo de Colombo.

Este río va todo poblado de una parte y de otra, y después de haber estado ciertos días en él, fuemos por los pueblos que están riberas del dicho río, hasta el postrero, desde adonde no podimos pasar adelante por cabsa de unos esteros y anegadizos que están entre la mar y este pueblo, y de la otra parte viénese a zabullir en la mar una cordillera de sierras que parece que nacen desde Xalisco, que van hasta este primer pueblo de la provincia de Culiacan, y entre ellas y la mar están estas poblaciones de que hago relación.

Como Nuño de Guzmán tuvo noticia de ciertos capitanes que había enviado a buscar camino, que en ninguna manera podían pasar adelante por respeto de los esteros e anegadizos y sierras, se volvió el río arriba a aquel pueblo cabecera de la provincia, que se dice Culican, el cual hallamos todo quemado y destruido, que ciertos amigos indios enfermos que a la ida quedaron detrás de nosotros, le pusieron fuego después de pasados los españoles.

De aquí luego otro día fuimos caminando por el río arriba, creyendo que por él pudiéramos pasar las sierras: caminando riberas del dicho río arriba se iba más estrechando y la tierra mostraba ser más fragosa, y seguimos por él hasta que ya no podía ir la gente a pie ni a caballo, y forzoso nos ovimos de volver al dicho Culican, cabecera de la provincia; que podríamos haber andado en ida y en venida cincuenta leguas. Aquí dijeron ciertos indios que se tomaron, que dónde íbamos perdidos, que allá la tierra adentro era despoblada toda y la costa adelante.

De este pueblo cabecera envió Nuño de Guzmán a Lope de Samaniego con hasta veinte de caballo a buscar camino por otro cabo entre el fin destas sierras y el río por donde nosotros habíamos sabido, y nunca halló poblado, hasta un pueblo que eran las casas cubiertas de paja y esteras cubiertas (sic) sin ninguna labranza de maizales de que se mantuviesen, sino de la caza que tomaban, e traen vestiduras de cuero de venados que cazan, y las mujeres desnudas, con una pampanilla de yerbas; y vuelto el dicho Samaniego con esta relación de no hallar tierra poblada ni camino para pasar adelante, donde también vinieron luego cuarenta peones que habían ido atravesando las sierras hacia la Mar del Norte, que andarían ochenta o cien leguas en ida e venida; tampoco hallaron poblado para pasar. Volvieron los unos y los otros muy trabajados de hambre, que pasaría en esto dos meses largos.

Viendo el ruin recabdo que traían de camino, envió otros diez de caballo por las faldas de las sierras hasta topar con alguna abra o paso para saber el secreto de lo de adelante, y parece que fueron esta gente de a caballo obra de veinticinco leguas, hasta un pueblo que llaman de los Guamuchiles, asentado en un valle dentro de las sierras, en el cual hallaron algund bastimento; y quedando algunos de caballo en guarda de ellos, los demás volvieron a hacer relación a Nuño de Guzmán; e informado desto envió a Gonzalo López, maestre de campo, con cierta gente de caballo para que repartiese el bastimento que allí se halló, y señalase el aposento; que podría haber deste pueblo de Culiacan hasta allí veinticinco leguas; y que de allí, tornando lo que había menester para el camino, trabajase cuanto pudiese de pasar adelante, encabalgando las sierras; el cual fue y las pasó con mucho trabajo con hasta diez de a caballo y otros tantos peones, y en esta demanda tardaron treinta o cuarenta días; y después de pasadas las dichas sierras, halló una estancia de hasta treinta o cuarenta casas, donde le mataron dos españoles, y de aquí escribió a Nuño de Guzmán cómo había pasado las sierras y llegado a los llanos del otro cabo; y esta carta tomó a Nuño de Guzmán en el pueblo de los Guamuchiles, donde el Gonzalo López había hecho el aposento.

Llegado a este pueblo adoleció Nuño de Guzmán; e como por la carta supo que Gonzalo López quedaba en aquellos llanos pasadas las sierras, hizo hacer unas andas en que le llevaron los señores y principales desta cibdad de México hasta encumbrar las sierras, y pasó más de cuarenta leguas de sierras en seguimiento de Gonzalo López; y después de las haber todas pasado, creyendo que no había ya más trabajo, volvió a Nuño de Guzmán el dicho Gonzalo López muy fatigado y flaco él y sus compañeros, y le certificó que habiendo andado cien leguas, atravesando149 los llanos adelante por una parte y por otra, no había hallado poblado ninguno ni noticia de él, y que si no fuera por cierto maíz que dejaron enterrado, todos perecieran de hambre, y que allá dejaban cuarenta o cincuenta hanegas de maíz y cinco o seis españoles de caballo que lo guardasen; e que si se ponía todavía en pasar allá, que perecerían él y cuantos con él fuesen; que era todo despoblado, que mirase lo que hacía.

De encima de estas sierras se amotinaron cien o doscientos indios amigos, de los cuales no escaparon sino cuatro o cinco que aportaron en esta tierra y dieron nueva cómo andábamos por las sierras muertos de hambre, medio desbaratados. Aquí también se amotinó un cristiano con un caballo de diestro, que nunca se supo de él.

Con la vuelta de Gonzalo López a hacer esta relación a Nuño de Guzmán, platicado mucho sobre ello, y visto que no teníamos mantenimiento para pasar adelante, ni menos adelante lo había, acordó que nos volviésemos a la provincia de Culiacan, y aquella tarde nos hizo un razonamiento a todos, que pues por la relación de Gonzalo López pareció de no poder pasar adelante, ni Dios era servido dello, le diésemos gracias, y su intinción y propósito era de volver a la provincia de Culiacan y fundar en ella una villa, y hecha, ir a Xalisco a hacer otra, y otra en el Teul. Como todos vimos que su propósito era aquel, y que más no se podía hacer, respondimos que era bien lo que decía, y ansí nos conformamos con su parecer, dándole gracias por la parte que nos daba; y otro día dimos la vuelta camino del pueblo de los Guamuchiles donde habíamos salido, donde llegamos harto trabajados y con mucha necesidad. En este pueblo mando ahorcar Nuño de Guzmán dos indios amigos porque se querían volver a sus tierras, y también en este mesmo pueblo se fueron ciertos negros de sus amos. Antes que diese la vuelta de las sierras para este pueblo envió Nuño de Guzmán seis o siete peones y ciertos de caballo para que llamasen e recogiesen los españoles que Gonzalo López había dejado en los llanos guardando el maíz; y dende a ciertos días vinieron los unos y los otros en nuestro seguimiento, hasta un pueblo donde se fundó la villa con harto trabajo de hambre, porque ni ellos hallaron con que se mantener, ni nosotros podimos matar la hambre hasta llegar allí, dejando despeñados cuarenta y tantos caballos; y en esta vuelta perecieron mucha cantidad de indios amigos y naturales de aquella tierra que llevábamos atados, mujeres y hombres para nuestro servicio, por consentimiento de Nuño de Guzmán, los cuales murieron por no tener que comer, ni se hallar sino yerbas del campo.

Después de vueltos a esta provincia y llegados a un pueblo que se dice150adonde se pobló la villa, y habiendo dos o tres meses que estábamos en ella fundándola como he dicho, y le puso nombre la villa de San Miguel, y hizo la elección de alcaldes y regidores y alcalde mayor y capitán, el cual se llama Diego de Proaño; y después de entrar muchas veces en cabilda con ellos, fue público entre nosotros que Nuño de Guzmán dio licencia para que se hiciesen esclavos, y que cada vecino pudiese tener cierta cantidad para con que cogiese oro, y ansimismo con los naturales de la tierra, teniendo respeto a que era tierra nueva y los vecinos quedaban muy adebdados. Esto fue pública voz y fama entre nosotros, como digo, y luego dejó una memoria a su teniente, para que después de él partido la publicase y mostrase a todos los vecinos, que era desta manera: fulano y fulano se sirvan de tal pueblo para que le haga su casa y le dé de comer, en tanto que se visita la tierra y se hace el repartimiento; y desta manera hizo el repartimiento, unos de dos en dos y otros solos, segund la calidad de las personas; y habiendo venido muchos caciques, señores de pueblos de paz, y escriptos sus nombres, se partió de allí después de haber estado en hacer esto más de tres meses, y fue a hacer las villas de Xalisco y de Guadalajara.

Dejando en esta villa con su licencia y consentimiento mucha parte de los indios desta tierra que había, llevado consigo para le ayudar a hacer la guerra, en pago de su buen servicio y trabajo a cabo de dos años que andaban cargados los caminos y sierras, haciéndonos cada día ranchos y buscándonos de comer, los dejó en esta villa entre los vecinos della, de libres hechos esclavos, encadenados por los pescuezos, y otros en cepos, porque no se viniesen tras nosotros, dando voces y llorando cuando nos vieron partir, por el grande agravio que les hacían en pago de sus trabajos; y sin tener ninguna caridad desto, se partió para Xalisco. Testigos Pedro de Carranza y Luis Napolitano, Francisco Guillén, Martín López, el maestre de Roa, Alonso de Villanueva, García del Pilar, vecinos desta cibdad.

Esta provincia es de esta mano la más poblada que se ha visto en el Mar Océano, y más abastada de mantenimientos de maíz y frisoles y ají y pescado, muy abundosa de algodón. Los naturales della sobremanera bien dispuestos, especial las mujeres, que en toda la tierra del Mar Océano no se han visto otras más hermosas y tan bien dispuestas. Su vestido es unas camisas hasta los pies como sobrepelliz, y unas pampanillas debajo. Los varones se cobijan con sus mantas; no atapan sus vergüenzas; gente bárbara sin ninguna policía; los más de los varones muy labrados. En toda esta provincia hasta el río del Espíritu-Santo hay yerba; son grandes flecheros. En ningún coto ni vedado de señor en España he visto tanta caza de fiebres y venados y adives como en esta provincia. Hay muchos tianguez donde contratan ropa de algodón para su servicio, y pescado y fruta y cosas de comer: hay pocas gallinas. Tienen buenas casas grandes con unas ramadas grandes delante donde tejen las mujeres su ropa, y los cercos de las casas son de esteras muy grandes, por respeto del mucho calor, porque es toda esta tierra tan caliente y más que la isla Española. La costumbre de llevar sus cargas e mantenimientos es en un arco grueso: ansí como hay unos para flechar, hay otros para llevar las cargas en los hombres, en una empulgadera atada una red y en la otra otra, y dentro desta red meten lo que quieren llevar, y ansí caminan hechos151 No hay falta de mosquitos.

De todos los indios que llevó de Tascaltecle no me acuerdo haber escapado sino dos principales que andaban en una cadena guardando los puercos de Nuño de Guzmán: testigos los dichos.

Y ansí nos partimos desta provincia caminando por nuestras jornadas la vuelta de jalisco, y desde Chametlan que estaba de guerra envió a Cristóbal de Oñate con diez de caballo a Tevique, a sabera saber si estaba ahí poblado Francisco Verdugo como él le había mandado cuando le envió del camino, y que si ahí no le hallase, que no parase hasta tierra de Mechuacan, hasta que topase algund español de quien supiese si era todavía presidente, o qué tiempos corrían en la Nueva España; los cuales pasaron por Xalisco y no hallando allí poblado pasaron hasta un pueblo que tiene en encomienda Escarcena, do estaba un corregidor Cifontes, del cual supieron como ya no era presidente y había novedad en la tierra, y como estaba D. Luis con su gente en Tonalá, que venía a poblar una villa en Xalisco. Sabido todo esto volvió el dicho Cristóbal de Oñate y sus compañeros a dar relación desto a Nuño de Guzmán, dos jornadas antes de a Xalisco, el cual sabiendo lo que pasaba madrugó otro día y se fue a Tevique legua y media de a Xalisco. Antes que partiese murió un cristiano que se decía Mogollon, yendo a buscar de comer. Ya llegado a Tevique hizo elección de alcaldes y regidores; hizo picota y horca, de la villa que nombró del Espíritu Santo, y luego entró en su cabildo y ordenó juntamente con los regidores un requerimiento que se fuese a hacer a D. Luis de Castilla con un alcalde y dos regidores y escribano, como le mandaba y requería que no entrase en los términos de aquella villa, por cuanto él la tenía poblada en nombre del rey. Y caminando estas personas a hacer este requerimiento al dicho D. Luis, le toparon en el camino, y hecho este requerimiento les respondió que no conocía a Nuño de Guzmán por su juez, y que él iba allí a poblar aquella villa por mandado de Vra. Sría. y Mds. Y pasando adelante camino de a Xalisco, estas personas que le iban a hacer este requerimiento enviaron un hombre de caballo a Nuño de Guzmán a hacerle saber que no embargante el requerimiento, que el dicho D. Luis pasaba adelante con propósito de fundar su villa.

Esta mensajería supo a media noche, y luego se armó e mandó pregonar como presidente y capitán general que toda la gente se armase de pie y de caballo y saliese con él al campo a resistir al dicho D. Luis, y ansí salió con la gente sobredicha de caballo, escopeteros y ballesteros, y con la artillería. Esto pasa ansí, porque es público e notorio.

Habiendo andado el dicho Nuño de Guzmán una jornada o dos desta villa de a Xalisco, encontró con ciertas personas de D. Luis de Castilla, con quien le enviaba a hacer un requerimiento en que decía que él iba a apaciguar y poblar aquella provincia como lugarteniente del marqués del Valle, capitán general destas partes, y en nombre de S. M., por mandamiento de Vra. Sría. y Mds.; por tanto se le dejase libre y desembargadamente, como parecerá por fe del escribano que se halló presente, los cuales mensajeros el dicho Nuño de Guzmán no quiso oír, y los mandó llevar presos a la villa. E caminando más adelante supo como venía el dicho D. Luis con cuatro o cinco de caballo, se volvió a la villa y le mandó prender; y no embargante que le notificó y mostró el poder que traía, y como era lugarteniente, le quitaron las armas y le trujeron preso a la villa a la posada del dicho Nuño de Guzmán, donde me fue mandado por un alcalde ordinario e su maestre de campo que no hablase con el dicho D. Luis. Esto pasa ansí, porque es público e notorio.

Y también es público y notorio que mandó quitar la vara a un indio alguacil que los frailes llevaban consigo, porque no entrase por los términos de la villa con ella. Ansimismo a un hombre de bien de su guarda que se llama Francisco Rodríguez afrontó de palabra llamándole traidor e otros vituperios, y le despidió de su guarda diciéndole que se fuese adonde quisiese; porque me vino a demandar albricias como venían los reverendos frailes; el cual dicho Francisco Rodríguez está en esta cibdad. Todo esto pasa ansí al pie de la letra, y porque lo probaré lo firmo de mi nombre.

No hay firma. (Copia coetánea).