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705. El zorro quiere aprender a silbar como la perdiz

CORRIENTES

El zorro se encontró con la perdiz. Y el zorro le dijo a la perdiz que si le enseñaba a silbar que no le iba a comer. Entonce la perdiz le dijo que se tenía que coser la boca. Y entonce el zorro se cosió la boca. Ella tenía miedo que la coma.

Y el zorro empezó a imitar a soplar. Le enseñaba la perdiz. Y al zorro le salía un sonido distinto al de ella. Pero depué le empezó a salir un silbido finito. Y el zorro de tan aburrido que andaba empezaba a silbar má fuerte. Pero la perdiz ni siquiera se le acercaba, porque conocía el silbido. Y ya el zorro no le podía comer a ninguno porque le conocía el silbido. Y así se fundió el zorro, porque ya no podía comé má.

Reinaldo Fornari, 31 años. San Luis del Palmar. Corrientes, 1959.

Ha cursado los grados de la escuela primaria. Buen narrador.



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706. La perdiz y el zorro

ENTRE RÍOS

Ésta era la perdiz que 'staba chiflando en un camino. Entonce vino el zorro y le dijo:

-¿Cómo puede chiflar usté, doña perdiz?

Entonce le contestó la perdiz:

-Claro, yo puedo chiflar porque tengo el pico así, fino.

-¿Y yo por qué no? -dijo el zorro.

-¡Usté tiene la boca muy grande! Entonce le dijo:

-¿Quiere que se la cosa un poco?

-Bueno -dijo el zorro.

Entonce la perdiz agarró una aguja y un piolín y le cosió la boca hasta dejale un pico finito, un aujerito. Y entonce el zorro pudo chiflá. Y se marchó por un camino chiflando, contento. Y la perdiz más pícara se fue volando y se le puso adelante en el camino, que el zorro no se dio cuenta. Cuando el zorro 'taba bien cerquita, ella hizo ¡fruuú!... y voló encima del zorro. Y el zorro se sorprendió y dijo ¡Ah!, y abrió la boca toda grande pa cazá la perdiz y se le rajó la boca más grande que lo que tenía. Y entonce no pudo más chiflá. Intentó, pero no pudo. Y fin.

Dora Passarella, 28 años. Villaguay. Entre Ríos, 1957.

Empleada de servicio doméstico.



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707. El zorro y la perdiz

SANTA FE

El zorro quería silbar como silba la perdiz porque le gustaba mucho ese silbido. Ensayaba, pero no le salía ni parecido a un silbido el grito. Sólo le salía cuac, cuac.

Entonce decidió hablar a la perdiz para que le enseñara. Entonce la trató de comadre, y la atajó un día, y le dice:

-Yo quiero, comadre, aprender a silbar como usté. Yo quiero que me enseñe su silbido porque es el mejor que he óido en toda mi vida.

Entonce le dice la perdiz:

-Usté no va a poder aprender a silbar porque tiene la boca muy grande, compadre.

-Y entonce, ¿qué puedo hacer?

-En la única forma que va a poder silbar es si se cose la boca.

Entonce, él dice:

-Bueno, 'toy decidido, pero me la va a tener que coser usté.

Entonce la perdiz se sacó una plumita dura de una ala y con una raíz se la cosió. Le dejó un agujerito no más. Entonce le dijo que hiciera la prueba de silbar. Y él hizo la prueba y le salió un silbido fino que lo puso muy contento. Entonce la perdí le dijo:

-Compadre, tiene que seguir silbando muchas veces hasta que le salga bien el silbido, porque a mí me costó mucho aprender.

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Despué se despidieron. Entonce la perdí 'taba escondida por áhi y se voló y le pasó rozando la cabeza al zorro. Entonce el zorro que 'tá acostumbrado a cazar, la quiso cazar sin acordarse que 'taba con la boca cosida. Abrió la boca y se le descosió y se le rompió un poco. Y por eso le quedó hasta ahora la boca rajada y muy grande.

Rosa Mansilla, 30 años. San Genaro Norte. Estancia La Lolilla. San Javier. Santa Fe, 1961.

Campesina. Ha concurrido a la escuela primaria.



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708. El zorro y la perdiz

RÍO NEGRO

Dice que iba una perdiz, que andaba chiflando, chiflando. Shis... Shis... hacía la perdicita. Y el zorro dice que se le atraca:

-Che -dice-, ¿por qué no me enseñás a silbar?

-Como no -dice-. Bueno, pero tenés que aguantar un poco. Te voy a coser la boca -dice que le dice-, porque tenés que tener la boca como yo.

-Bueno -que le dice.

Y el zorro dice que aguantaba y aguantaba. Y dele, la perdiz, meta coserle. No sé cómo le cosería, ¿no? Le cosió la boca y le dice:

-A ver, silbá un poquito -que le dice.

Y al zorro algo le salió.

-Bueno -que le dice-, algo aprendiste. Andá despacito no más y vas aprender -dice que le dice-. Bueno, ¿pa cuál lau vas a ir ahora?

-Y me voy a ir pa este lau -que le dice.

Y se fue. Por el caminito se fue, se fue. Al tranco, al tranco el zorro. Y la perdiz se había ido adelante y se perdió atrás de una mata. Y cuando quiso acordar el zorro, la perdiz hizo ¡bum! y se le voló encima de la cabeza. Y claro, el zorro se asustó, abrió la boca, y se rajó toda la boca.

Apolinario Paileman, 78 años. Conesa. Río Negro, 1971.

El narrador es nativo de la región en donde ha vivido toda su vida dedicada a trabajos de campo. Su apellido es indígena.



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709. El zorro y la perdiz

SALTA

Diz que un día el zorro venía bajando una falda, abajo de un cerro, y lo siente silbar a la perdiz. Y se le venía acercando de ver que silbaba tan lindo la perdiz. Y va, lo encuentra a la perdiz y lo200 saluda:

-Buen día, comagre -era compagre de la perdiz.

-Buen día, compagre.

-¿Qué tal? ¿Cómo le va?

-¡Caramba! -dice-, dígame, comagre, ¿cómo hace usté para silbar tan lindo? ¡Cómo me gusta!

-Ah, sí, yo siempre silbo. ¿Y usté sabe pórque silbo yo? -dice-. Claro, yo silbo porque yo tengo la boca chiquita, y claro, usté no puede silbá porque tiene la boca muy grande -dice-. Lo que va hacer usté pa que pueda silbar -dice-, yo le vuá dar un consejo, pero haga como yo le diga. Vayasé al zapatero y hagasé coser la boca, así va a poder silbar.

-'Tá bien, comagre, muchas gracias, pero ¿adónde habrá zapatero?

-Vea, acá cerca no más hay zapatero. Bueno -dice-, mire, vayasé por acá, no tan lejo, vayasé por este caminito. Este caminito va derecho a la casa del zapatero.

Bueno, áhi no más se va al zapatero. Llega ande el zapatero, y si hace cosé la boca. Y la perdiz se le va pu atrás pa esperarlo a la vuelta. Y así, al rato, ya se hizo coser, y se venía silbando. Ya silbaba un poquito.

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Y la perdiz se le escuende en un pajonalcito. Y él venía silbando, porfiando a silbar. Y ya venía llegando ande 'taba la comagre. Y ya venía cruzando ande 'taba ella, y se levanta la perdiz, y cuando se levanta silba y hace ruido y lo asusta al zorro, y lo toma de sorpresa. Y el zorro hace ademán de cazala, y abre la boca y se le ruempe más grande la boca al zorro, todavía. Y, ¡caramba!, queda enojau, el zorro, y dice:

-Nu hay más caso, ésta es una burla que mi hace. Ahora lo voy a buscar hasta encontralo y me lo como.

Y se fue el zorro. Por áhi, en lo que andaba, al tiempo, lo encuentra con muchos pollitos. Y se queda almirau él. Lo saluda:

-Buen día, comagre.

Y se olvida que tenía que comelo. Y diz que le dice:

-Comagre, ¿cónque los pinta usté a sus hijitos tan bonitos?

-¡Oh! -dice-, es la cosa más fácil, compagre, pintalo a los hijitos. ¿Usté nunca ha hecho la prueba de pintá los zorritos?

-No, yo nunca hi hecho eso -dice el zorro.

-Mire -dice-, cuando usté tenga hijos, primero hagasé un horno y junte mucha leña, y tengaló cargau201 al horno. Y así, cuando la comagre tenga los hijos, que 'sté listo el horno para pintálo.

Y bueno, y así había hecho el zorro. Un día había llegau el tiempo que la zorra 'taba por tener hijitos, y ya tenía él listo el horno pa prendele juego.

Y le dice la perdiz:

-Cuando tenga los hijos prenda el horno. Cuando termine de ardé, que 'sté colorau, tireló a los hijos a todos y cierre, dé güeltas alrededor del horno y diga:

-¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta!

Y claro, así lo hizo. Y lo gritaba dando güelta, el zorro. Y ya dice que reventaban los hijitos. Y áhi que daba güelta el zorro, y ya no daba más.

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-Qué vuá dar güelta, ya no puedo más -que dice el zorro-, ya han de 'star pintaus.

Y había descansau un rato. Descansó un rato y se va a verlos.

-Ya han de 'star pintaus -que dice.

Abre el horno y no había más de ceniza.

-¡Ah!, ¡este consejo que mi ha dau mi comagre! ¡Ah!, ya no lo perdono más. Ande lo encuentre me lo como.

Se largó a buscarlo otra vez. Entre de varios días lo encontró tomando sol, una mañana.

-Qué tal, cómo anda compagre -dice la perdiz.

-Así, mal, comagre, por todos los consejos que mi ha dau.

-¿Por qué, compagre?

-Sí, porque m'hizo quemar los hijos.

-Seguro qui usté ha de haber descansau.

-Y que no podía más.

-¡Ah!, güeno, nu hay que descansar.

-Güeno, comagre, no lo perdono más, ni le creo más. Me lo voy a tener que comé no más.

-Güeno, compagre, así será. Qué vamos hacer, pero le voy a avisar que mi carne es muy amarga. Usté no me va a poder comer. ¿Sabe compagre lo que va hacer pa que me coma? Va a tener que buscar ají bien picante y sal. Y así pa que me ponga en el cuerpo y más en las alas, porque por áhi soy más amarga. Vaya busque el gusto -dice.

Y se va el zorro a buscar ají y sal. Y ella lu espera áhi. Y trajo el zorro la sal y el ají.

-Güeno, compagre, vea, pongamé más por las alas.

Y así hizo el zorro. L'echó sal y ají y lo cargó más por las alas, y le puso por todo el cuerpo.

-Güeno -dice la perdiz-, ahora ¿sabe lo que va hacer para agarrame? Tiene que abrir los ojos, grande y yo me voy a dejar comer no más.

Y agarra el zorro y abre los ojos grandes, y en eso que abre los ojos el zorro, la perdiz se sacude y vuela y le llena los ojos di ají y sal. Y áhi lo deja ciego al zorro.

Que el pobre zorro se revolcaba en el suelo con el ardor del ají y de la sal en los ojos y la perdiz se pudo salvar. Y áhi termina.

Eusebio Maita, 46 años. Salta, Capital, 1952.

Hombre de pueblo. Gran narrador.



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710. El zorro y la perdiz

SALTA

-¿Cómo es qui silbáis tan lindito? -le ha dicho el zorro a la comagre perdiz.

-Yo, compagre, mi cueso la boca di ambos202 laus y mi dejo un aujerito bien chiquito y así qui puedo silbar.

Y él va y le dice a la Juana:

-Qui mi comagre qui ha 'stau silbando muy lindo y mi ha dichu qui se cuese la boca. Che, cosíme, Juana, la boca.

Y entonce que la Juana le cuese, pues, con un hilo.

Y ya li ha salíu -que li ha cosíu la boca. Y va silbando, silbando. Y la perdiz si ha escondíu en las pajas y di áhi ha salíu y lu ha hecho asustar. Y dice que si ha asustau, y, si le ha rompíu más grande la boca. Y esu que si ha enojau.

-Aura sí que m' hi enojau y la vuá comé a mi comagre.

Y áhi la va buscar pa coméla. Y qui áhi anda y la ve con los hijitus muy overitus y le dice:

-Cómo, comagre, ha pintau lus hijitus bien overitus.

-Pero, yo compagre lus hi hecho pintá en el horno. Usté lus hace así: va y calienta l' horno, eche lus hijitus. Y di áhi déle güelta y güelta del horno y diga:

-¡Pinta guagüita!, ¡Pinta guagüita!, ¡Pinta guagüita!

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Y diz que ha calentau l' horno y diz que ha echau lus hijitus. Y ha güeltiau l' horno y si ha quedau callau. Y diz qui abre l' horno y lu ha encontrau carbón y ceniza, y ésu lu ha quemau l' horno. Y ha salíu áhi a buscá la comagre. ¡Y ande la va a encontrá, pues!

Leucaria Chovocar de Flores, 64 años. Villa Mercedes. Rosario de Lerma. Salta, 1952.

Campesina rústica. Su pronunciación es típica del colla. Su apellido es indígena.



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711. El zorro y la perdiz

SALTA

La perdiz tenía los chiquitos puro pintita, dice. Nacen por la perdí, ¿no? Entonce que le dice el zorro:

-Che -dice-, como podé hacer vo para tener los chiquitos tan pintaditos.

-Y -dice-, yo los agarro -dice- cuando nacen, yo los meto dentro 'el horno caliente -dice- y áhi se ponen pintitas, pintitas. Se tapa el horno y se dice a la vuelta: ¡guagua pinta!, ¡guagua pinta!, dice, y ya 'stá.

Entonce que le dice el zorro:

-Bueno -dice-, yo voy hacer así.

Y cuando ha teníu la zorra, zorritos, que ha calentau el horno -dice- y los ha metíu a los zorritos áhi. Ha tapau bien y dice: ¡guagua pinta! ¡guagua pinta! -que decía, ¿no?, y corría a la vuelta 'el horno.

Y cuando ha abierto el horno, dice que 'taban todos los zorritos muertos, apareciendo los huesitos.

-Juana -dice-, vení ve -dice-. Ya 'tan todos pintaditos. Los ha sacau, dice. 'Taban ya quemau, todos muertos, dice que 'taban.

Entonce el zorro si ha ido a buscar la perdí pa matarla, porque ha hecho matar todos los zorritos. Y la encuentra a la perdí que estaba ahí escarbando tierra, bañandosé con tierra. Y que le dice:

-Vengo a matarte- que le dice.

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-Bueno -que le dice-, matame pero tenés que comerme con ají, sinó -dice-, no puedo servir -dice- pa que me comás de otra forma.

-Bueno -dice-, voy a ir a buscar ají.

Se va a buscar ají y le pone.

-Poneme bien -dice- en medio 'e las plumas, el ají. Yo así soy bien sabrosa -dice.

Y le pone -dice- un montón de ají. Y cuando ha 'tau llena di ají, se pegó la sacudida la perdí, y le ha llenau los ojos al zorro de ají. Se ha quedau el zorro -dice- rascandosé los ojos. Y entonce -dice- que cuando se ha quedau rascandosé los ojos, cuando ya ha vuelto el zorro a mirar que se ha seguíu buscando la perdí. La perdí que 'taba arriba di una peña y abajo que había un charco di agua, grande -dice- y que el zorro áhi, en l'agua la ha visto a la perdí, adentro 'el agua. Y que se ha puesto a tomar el agua. Dice:

-Vos aquí no te vas escapar.

Ha tomau tanta, tanta agua, que no la ha podíu pillar a la perdí que 'taba ahí. Y la perdí 'taba arriba -dice-. Y que ya se ha sentíu el zorro, ya lleno de agua. No podía caminar, ya no podía. Dice que decía:

-No me toquís yuyito, no me toquís palito...

Que iba el zorro ya panza bien bombita. En eso que la perdí que le pega una aletiada, y si asusta el zorro, se pincha con una espina, se le revienta la pancita y si ha muerto.

Felipa Guaymás de Arroyo, 50 años. Chicoana. Salta, 1970.

Lugareña rústica, descendiente de collas. Buena narradora.



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712. El zorro y la perdiz

JUJUY

Había una vez un zorro que fue a visitar a una perdiz, y al ver que los hijos de ésta eran overitos, le preguntó cómo había hecho para pintarlos de ese color, a lo que ésta contestó que los había puesto en un horno bien caliente, al mismo tiempo que repetía la siguiente frase:

-¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta!

El zorro, ansioso de ver a sus tres hijos overitos, se fue a su casa. Calentó el horno y los puso a los tres adentro, a la vez que con el mayor entusiasmo y siguiendo las indicaciones de la perdiz, pronunciaba la frase aconsejada:

-¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta!

Luego de un instante, cuál no fue su sorpresa al comprobar que sus tres cachorros, en vez de cambiar de color, se habían carbonizado por completo con el calor del horno.

Lleno de ira y con deseos de vengarse, se fue en busca de la perdiz, a la que encontró muy tranquila. Le dijo furioso:

-¿Por qué me hiciste matar a mis hijos? ¡Ahora te voy a comer!

A lo que la perdiz contestó:

-Podés comerme, pero antes tenés que moler ají y sal para desparramarme sobre mis alas y en mi pecho para que mi carne te resulte más sabrosa.

El zorro en seguida se puso a moler sal y ají y luego lo desparramó en las alas y en el pecho de la perdiz, como habían   —368→   convenido, y en el instante en que abría la boca para comerselá, la perdiz levantó el vuelo y sacudió las alas con toda ligereza. El ají y la sal molida le cayeron en los ojos del zorro, que quedó ciego y jamás pudo vengarse. Mientras la perdiz se iba muy contenta a juntarse con sus hijitos.

Juan Tejada, 30 años. Humahuaca. Jujuy, 1952.

Maestro. Natural de la región. Oyó el cuento desde niño, narrado por todos los lugareños.



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713. El zorro y la perdiz

JUJUY

El zorro, como ya sabemos, siempre es un animal astuto y de parte envidioso. Un día encontró a la perdiz. Y le dice. Y no una vez que la encontró, varias veces, le decía siempre:

-¡Cómo hacés vos para tener hijos tan bonitos, pintaditos, chiquitos! ¡Tan bonitos, tus hijitos! ¡Los míos son feos, amarillos!

Ya la tenía cansada a la perdiz, tanto que le preguntaba:

-¡Cómo hacés vos para tener hijos tan bonitos, pintaditos! Los míos son feos, amarillos.

Le contestó la perdiz:

-¿Sabés lo qui hago? Yo prendo el horno, el horno di hacer pan. Pongo mucha leña, que se caliente bien caliente. Y una vez que está bien caliente, saco todas las brasas, así, así como para hacer pan. Limpio bien el horno, bien limpio. Entonce, pierdo mis hijos en el horno y doy vuelta rápido:

-¡Guagua pinta!203 ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta!

Y después los saco. Y mis hijitos salen bien bonitos, salpicaditos, pintaditos. Pero el horno tiene que 'tar bien fuerte porque si arrebata. Y cuando 'tá arrebatado, por eso es lo que   —370→   sale pintadito, quemadito. Y eso es lo que mis hijitos tienen. Por eso son bonitos. Así tienes que hacer si quieres que tus hijos sean igual a los míos.

-¡Ah! Bueno -dice la zorra, contenta la zorra.

Entonce fue, buscó mucha leña y prendió el horno. Cuando el horno 'taba caliente, caliente, sacó las brasas, limpió bien y metió los zorritos al horno. Y empezó a dar vuelta, ligero, corriendo:

-¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta!

Pero, ¡qué pasó!, cuando abrió el horno los pobres zorritos estaban quemados. Se puso a llorar, entonces, la zorra desesperada, y dijo:

-¡Perdiz mala, maldita! Ahora sí que me voy a vengar. Mi has hecho matar mis hijos, mis hijos, mis hijos.

Corrió en busca de la perdiz. Anduvo mucho tiempo. Un día la encontró:

-¡Ahora te encuentro! ¡Ahora te encuentro! ¡Perdiz mala! ¡Mala! ¡Vos mi has hecho matar mis hijos!

-Vos mi has dicho que ti indique cómo hacía yo para que mis hijos sean así bonitos, pintaditos. Yo t'hi indicau. ¿Qué es lo que querés ahora?

-Pero vos no mi has indicau bien y mis hijos si han muerto, si han quemau.

-Miró, zorra, vos no has dau vuelta rápido como yo t' hi dicho. Tenías que dar vuelta rápido y sacarles rápido. La culpa la tenís vos. Vos tenís la culpa.

-No, perdiz, vos tenís la culpa. Ahora te voy a comer, te voy a comer.

-Mirá, zorra, bueno, comeme. Pero antes vas hacer una cosa, si querés comerme.

-Que voy hacer, decime.

-Mirá, no sías tonta, comeme si querés comerme, bien rica, bien rica, bien sazonada. Echame sal, echame pimienta, echame todo condimento. Y después comeme. 'Toy conforme que me comás.

-Bueno -dijo la zorra.

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Fue en busca de la sal. Molió la sal, molió pimienta, molió ají. Entonce le dijo:

-Salite, po, perdiz. Parate bien ahora para que te eche todo condimento.

Se puso la perdiz con las alas abiertas y fechó toda la sal y el ají molido.

-Ahora ya 'tá, te como. Ahora te voy a comer rica.

-No, no 'toy rica -le dice la perdiz; también era pícara-. Ante de que me comás, me voy a mover un poquito, así me sazono mejor.

-Bueno -dijo la zorra.

Y se movió la perdiz. ¡Paf! Le tiró toda la sal, el ají, todo en los ojos de la pobre zorra. Y salió volando... Y hasta que la pobre zorra 'taba queriendo limpiarse los ojos, la perdiz ya 'taba libre.

-¡Perdiz mala, pero algún día te voy a encontrar! ¡Perdiz mala, te voy a comer! -dice la zorra.

Se fue murmurando de todo la pobre zorra y pasó otra vez mucho tiempo. Llegó a una laguna la zorra. A una laguna bajo unas peñas altas. Y claro, 'taba arriba sentada la perdiz y la sombra reflejada en el agua. Y claro, la zorra, tonta también, miró la perdiz reflejada en el agua, y ella creyó que 'taba ahí. Y ella empezó a gritar:

-Perdiz bandida, perdiz mala, ahora sí que te como. ¿Crees que porque te has entrado al agua no te voy a comer? ¡Te voy a comer! ¡Te voy a comer!

-Comeme. Primero tienes que tomar toda l'agua si querís comerme -le dice la perdiz.

Estaba contenta porque la pobre zorra si había equivocado. Ella 'taba en la peña y la zorra la vía en el agua. Y la zorra dijo:

-¡Te voy a comer!

Empezó a beber el agua la zorra. A beber, a beber. Cuando ya 'taba hinchada la pobre zorra, ¡qué iba a terminar toda una laguna, no iba a terminar!, y ya sintiéndose mal, empezó a caminar la zorra, porque ya no se sentía nada bien. Y todavía para colmo el camino era feo, que tenía que recorrer para llegar a   —372→   la cueva. Había muchas tolas, muchas espinas, y como ella era zorra, y como todos los zorros hablaban en quichua, según la leyenda, empezaba a decir:

-¡Ay!, ichu204, ichu. ¡Ay!, tola205, tola. ¡Ay!, ichu, ichu. ¡Ay!, tola, tola. ¡No me toqués! ¡No me toqués!

Y en una de esas, la pobre zorra, que 'taba tan hinchada, se clavó con una espina y reventó, y se murió, y se salvó la perdiz.

Santusa Osedo, 42 años. Rinconada. Jujuy, 1968.

La narradora es originaria de este lugar lejano de la Puna en donde es maestra de escuela. Es de familia indígena. No habla quichua.



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714. El zorro quiere tener hijos overos como la perdiz

JUJUY

Diz que el zorro quería tener hijos overos como los pichones de la perdiz. Diz que le dijo a la perdiz cómo sus pichoncitos eran overos. Y la perdiz le explicó:

-Yo meto mis hijos en el horno caliente y doy veinticinco vueltas al horno diciendo: ¡Pinta guagüita! ¡Pinta guagüita! ¡Pinta guagüita!206

Y el zorro ha puesto sus hijos en el horno caliente y ha dado vueltas diciendo: ¡Pinta guagüita! ¡Pinta guagüita! Y se le han quemado. Y entonce el zorro ha querido comer a la perdiz. Y la perdiz le ha dicho que la coma, pero que le ponga mucha sal, ají y pimienta, y cuando se la ha estado por comer, la perdiz ha aleteado y lo ha dejado ciego al zorro con el ají y la sal y la pimienta, y ella se fue volando.

Óscar Alvarado, 12 años. La Almona. La Capital. Jujuy, 1951.

Alumno de la escuela local.



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715. El zorro y la perdiz

JUJUY

Diz que había una vez un zorro muy dañino, y andando por un campo se topó con una perdiz con crías. Al ver a las perdicitas, el zorro le dijo:

-¿Cómo hacís pa tener guagüitas tan bonitas, pintaditas?

A lo que la perdiz contestó:

-Pa tener guagüitas así alhajaditas207, hay que hacer calentar bien un horno y meterlas. Luego se tapa bien el horno y dando vuelta alrededor, se va diciendo: ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! Al rato se abre el horno y se sacan las guaguas que salen así pintaditas, churitas208.

El zorro créido del consejo de la perdiz, se ha puesto manos a la obra, haciendo como le dijo l'ave, y cuando jue a sacar sus crías, estaban todas quemadas, hechas carbón. Enfurecido el zorro por esta burla, juró comerse a la perdiz donde la encuentre. Al tiempo la encontró en unos pajonales y la perdiz no pudo escaparse. Cuando el zorro la iba a comer, la perdiz le dijo:

-A mí sin ají no me comen.

El zorro jue a moler ají y trajo en un plato para comerla. Entonce la perdiz batió las alas sobre el plato de ají, y le llenó de ají los ojos del zorro dejandoló ciego y se jue volando.

Rosendo Martínez, 70 años. Tilcara. Jujuy, 1953.

Nativo de la región. Buen narrador.



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716. La zorra y la perdiz

JUJUY

Diz que la zorra le pregunta a la perdiz:

-¿Qué hacís vos pa tener hijitos tan bonitos y overitos? Los míos son fieros y gritones.

Y entonce la perdiz le dice que cuando ella los tiene, calienta el horno y los mete en el horno bien caliente, y da güelta alrededor del horno y dice:

-¡Guagua pintu! ¡Guagua pintu! ¡Guagua pintu!

Y entonce la zorra ha hecho eso. Cuando tuvo los zorritos había calentado el horno y los metió en el horno bien caliente, y se puso a dar güeltas diciendo:

-¡Guagua pintu! ¡Guagua pintu!

Después abrió la boca del horno y 'taban hechos carbón los hijos. Y áhi no más se fue y la quería comer a la perdiz. Y la perdiz le dijo que bueno, que la comiera, pero tenía que adobarla. Y había molido mucho ají y sal, y áhi la había puesto. Y cuando la había adobao la zorra, aletió la perdiz, y el ají y la sal la dejaron ciega a la zorra, y la perdiz se voló.

Carlota Aparicio de Colombo, 75 años. Tilcara. Jujuy, 1952.

Persona de gran predicamento en el lugar.



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717. La perdiz y el zorro

JUJUY

En cierto lugar se juntaron una perdiz con el zorro. Y el zorro que siempre le gustaba aparecer ser mejor que todos, le preguntó si cómo hacía ella para tener hijos tan bonitos, tan overitos. Y la perdiz le dice:

-Muy sencillamente. Yo enciendo el horno, lo caldeo bien y encierro todos los hijos dentro 'el horno. Y después giro alrededor del horno diciendo: ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! Y al cabo de un tiempo salen los hijos bien overitos.

El zorro lo hizo, y claro, se l'hicieron carbón los hijos. Se dio cuenta de la burla de la perdiz y salió a buscarla. Y hasta el presente la anda buscando para matarla.

Abdón Castro Tolay, 67 años. Humahuaca. Jujuy, 1968.



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718. El zorro y la perdiz

JUJUY

Dici qui una vez el zorro li había encontrao a la perdiza qui era su comagre, qui 'staba pasiando con sus guaguas en el campo y que li había preguntao:

-¡Ay!, comagre, ¿cómo hacís pa tener tus guagüitas overitos, tan bonitos?

Entonces la perdiza li había dicho:

-Eso es fácil, compagrito. Cuando son chiquitos se los mete al horno caldiau y hay que dar güeltas gritando:

-¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta!

Después se abre el horno y ya 'stán overitos.

Entonces el zorro se había ido a su casa. Había caldiau bien el horno y había metío sus zorritos al horno. Lo había cerrau bien, amigo, y si había puesto a gritar:

-¡Guagua! ¡Guagua pinta! -a la güelta el horno- ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! -pensando que cuanto más griti, más overitos iban a salir los zorritos.

Al rato abrió la puerta 'el horno pa sacar sus guaguas y 'staban negro no más, limpiu quemaos.

-¡Juera, el zorro!

-Aura me le va pagar -había dicho el zorro y se jue a buscar a la comagri, y ya no lo encontró, ¡di ande!

Evaristo Quispe, 29 afros. Santa Ana. Valle Grande. Jujuy, 1948.

Pastor colla, analfabeto. No habla quichua, pero su expresión es la de los puneños muy rústicos.



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719. La perdiz y el zorro

JUJUY

Un día el zorro la encontró a la perdiz con sus guagüitas y le dice a la perdiz:

-¡Qué bonitos son tus hijitos! ¿Cómo los pintás overitos? La perdiz, entonces, le dice:

-Junto mucha leña y prendo el horno, y cuando está bien caliente, tiro mis guaguas adentro y tapo bien. Y camino a la vuelta del horno; gritando y golpiando, digo: ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! Y después saco mis guagüitas y todas salen overitas.

Entonces el zorro dice:

-Voy a pintar mis guaguas también para que naides los conozca.

Juntó mucha leña, prendió el horno, y cuando estaba bien caliente, tiró sus hijos adentro. Cerró la puerta y empezó a dar vueltas al horno golpiando y diciendo: ¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta! ¡Pinta guagua! ¡Pinta guagua!

Y cuando abrió la puerta del horno, encontró a sus hijos hechos un carbón. Y el zorro se enojó y gritó a la perdiz:

-¡Ah!, perra pizpila209. Me has hecho quemar mis guagüitas. Ya vas a ver cuando te agarre.

Por eso la perdiz se esconde bien cuando ve al zorro.

Juana Apaza, 49 años. Barrios. Yavi. Jujuy, 1953.



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720. El zorro y la perdiz

JUJUY

El zorro era curioso en todo.

-Decíme -le dice a la perdiz-, decíme pórque tus hijitos son tan bonitos, tan overitos.

Entonce, diz que la perdiz le ha contestado:

-Que yo a mis hijitos los hago dorar en el horno. Por eso mis hijitos son overitos. Una vez que los pongo en el horno bien caliente, doy vuelta y digo: ¡Guagua pinto! ¡Guagua pinto!

Entonce el zorro dijo qu'iba hacer lo mismo. Entonce agarró el zorro y ha empezau a juntar leña y a calentar l'horno. Una vez que 'taba caliente l'horno, los metió a los hijitos pa que se doraran. Y seguía dando vueltas al horno como le dijo la perdiz y decía: ¡Guagua pinto! ¡Guagua pinto! Y en cambio de dorarse se 'taban quemando en el horno. Y cuando abrió, todas las guaguas 'taban carbón. Entonce el Juan se jue a buscar a la perdiz diciendo qu'era una traicionera que li había hecho quemar los hijos y que la iba a comer. Y entonce la perdiz le contestó a él que pa que la comiera tenía que comerla bien guisada, que le tenía que poner bastante ají, sal con ají. Entonce lo había dicho que lo echi ají y sal, que lo condimente bien. Entonce el zorro lo empezó por todo el cuerpo a echar ají y sal. Entonce, ya cuando el zorro lo 'taba por comer, empezó la perdiz a golpear las alas y l'echó en los ojos al zorro l'ají y la sal, lo dejó ciego, y se jue volando la perdiz.

José Peñaloza, 44 años. Cieneguilla. Santa Catalina. Jujuy, 1954.

Colla que no ha salido de su región. Ha concurrido a la escuela. Comerciante. Buen narrador.



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721. La zorra y la perdiz

JUJUY

Dicen que una vez se encontraron la zorra y la perdiz. La zorra le pregunta a la perdiz:

-¿Por qué tenis guagüitas tan lindas y overitas? ¿Cómo has hecho para que sean tan barchilas210?

La perdiz le cuenta que una vez hizo calentar un horno de hacer pan, y después que estuvo bien caliente metió a todos sus hijitos, cerró bien, y dando vueltas alrededor del horno iba diciendo:

-¡Guagua pinta! ¡Guagua pinta!

Hasta que abrió el horno y ya estaban todas las guaguas pintaditas.

Entonces la zorra hizo lo que le contó la perdiz, y dando vueltas alrededor del horno sintió que estaban chirriando los zorritos. Abrió el horno y se dio con que todos se habían vuelto carbón. Furiosa se fue en busca de la perdiz para vengarse, pero resulta que la perdiz de un vuelo llegó a un pajonal en medio de una laguna. La zorra, para alcanzarla, se puso a beber el agua, hasta que reventó. Bebió tanta, tanta agua, que al fin se reventó.

Visitación Quispe de Ramos. Punta Corral. Tumbaya. Jujuy, 1952.

Directora de escuela. La narradora expresa que este cuento es general en la comarca. Desciende de familias indígenas.



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722. El zorro, la perdiz y los hijitos overitos

JUJUY

Diz que eran compadres la perdiz con el zorro. Y que la comadre tenía lindos hijitos, chiquitos y overitos. Y que el zorro se envidiaba de que la comadre tenía lindos hijitos. Y le preguntaba el zorro a la perdiz cómo hacía para que los hijitos salgan tan bonitos. La perdiz le ha contestau que tiene que ponerlos en el horno caliente, que lo primero es que el horno esté bien caliente. Que los ponga a los hijitos en el horno y que tenía que dar güeltas alrededor del horno.

Y el zorro se ha ido, ha encendido el fuego en el horno y ha metíu los hijitos. Y él daba vueltas. Y después, cuando él estaba dando vueltas, reventaron los zorritos. Y cuando vio que estaban todos carbón no más, se fue a la comadre a decirle que la iba a comer. Porque sus chiquitos se han quemado la iba a comer. Y la comadre le contestó, cómo iba a hacer eso. Y él le dijo que ella le ha hecho quemar los hijito, que la va a comer. Entonce ella le ha contestado que bueno, que primero la prepare y después la coma. Y entonce el zorro ha tráido sal y ají. Y entonce, cuando ya le estaba por echar sal y ají para comerla, ella voló y la sal y el ají le llenaron los ojos al zorro. Y el zorro ha quedado sin poder ver y se ha salvado así la perdiz.

Rosa Aramello, 15 años. Tilcara. Jujuy, 1952.

Niña del pueblo. Ha concurrido a la escuela primaria. Oyó el cuento a muchas personas.



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723. La perdiz y el zorro

JUJUY

Estaban conversando la perdiz y el zorro. El zorro le dijo a la perdiz:

-¿Cómo pintás tus guagüitas211 tan bonitas?

La perdiz le dice:

-Juntá mucha leña y poné al horno tus guagüitas. Áhi se pintan. Se dice ¡guagua pinto!, ¡guagua pinto!212

El zorro dijo:

-Voy a hacer lo mismo.

Juntó mucha leña y puso al horno la leña y sus guagüitas, y también dijo: ¡guagua pinto!, ¡guagua pinto! Pero después de un rato vio quemados a sus guagüitas. Entonces fue a alcanzar a la perdiz y le dijo:

-¡Te voy a comer!

Pero la perdiz le dijo:

-Para que me comás más rico, molé ají y ponelo bajo mis plumas.

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Cuando el zorro le puso, redepente213 se levantó la perdiz y el ají cayó en los ojos del zorro, y el zorro decía:

-¡Ya me muero! ¡Ya me muero!... -y quedó con ganas de comerselá a la perdiz.

Anacleto Flores, 12 años. Tafna. Jujuy, 1953.

El niño narrador ha concurrido a la escuela de este lejano lugar de la Puna. En la actualidad es pastor como casi todos los niños de su edad.



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724. El zorro y la perdiz

Guagua pinta


JUJUY

El zorro siempre anda al acecho de la perdiz, buscando la forma de cualquier manera poderla atrapar. Y esta vez resuelve hacerse el bueno. Y andaba agazapado, buscandolá. Y en una de ésas la perdiz lo vio. Y le preguntó:

-¿Qué hace compadre?

-Y... aquí ando, comadre, la andaba buscando a usté -dice-. Quero hacerle una pregunta. ¿Cómo usté tiene sus guagüitas tan bonitas, su boquita tan chiquita, cómo pueden silbar tan lindo? En cambio los míos son bocachos, la boca de oreja a oreja tienen. Son horribles. La cola parece escoba de pichana. Nadie los quiere -dice- como no me quieren a mí. Yo quisiera que usté me diga cómo hace usté para que sean tan lindos.

-Y... bueno, compadre -dice-, yo le voy a dar la receta como hago yo para que mis guagüitas sean así lindas. No sé si a ustedes les convendrá hacerla o no. Pero para que vea que yo no soy mezquina, yo le voy a decir.

-¿Cuántos chicos tiene usté, compadre?

-Cinco.

-¡Ah!, bueno -dice-. Tiene que escuchar bien porque según cuántos sean usté tiene que dar las vueltas.

-Cómo no, comadre.

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Entonce le dice:

-Usté tiene que calentar bien el horno. Así como lo calienta cuando va a comer un corderito, un chivito, o para amasar. En la misma forma -dice.

-Cómo no, comadre -dice.

Entonce, se va el zorro y junta bastante leña. Cuando ya tiene bastante leña, prende el horno y lo deja calentar. Y echa en la puerta un poco de afrecho. Como ve que el afrecho se dora en seguida, el zorro dice:

-Bueno, ya está el horno listo.

Lo barre bien con la escoba de pichana214 y los pone a los zorritos bien juntitos a todos ahí. Tapa la puerta del horno y empieza a saltar en una pata como le dijo la perdiz, gritando alrededor, cinco vueltas para un lado y cinco vueltas para el otro:

-¡Guagua pinta!... ¡Guagua pinta!... ¡Guagua pinta!...

Cuando ya empezó a sonar y a haber olor a pelo quemado y asado, el zorro ya se puso contento. Dice:

-Ya van estar. Bueno, los voy a dejar ahí hasta que se enfríe el horno.

Y se fue. Cuando volvió, ya el horno estaba frío. Lo abre, y se da con que los zorritos 'tán asados, todos muertos. Y sale a la carrera a buscarla a la perdiz otra vez para vengarse.

Pasa mucho tiempo. Y no la podía encontrar. Hasta que un día la encontró bien a boca de jarro, y le saltó encima. La perdiz, asustada, le dice:

-¿Qué le pasa compadre? ¿Qué me está por hacer?

-¡Ah!, comadre, dice, yo me voy a vengar de todas las que usté me ha hecho. Mire lo que me ha hecho con mis guagüitas. Todas se me han muerto, causa de que las hi metíu en el horno.

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-Bueno, compadre, usté no había calentau bien el horno, no mi había comprendíu bien a mí.

-¡Ah!, no, no, no... -dice-. Yo hi hecho todo lo que usté mi ha dicho y a mí mi ha ido tan mal, así que yo me voy a vengar di usté. Yo la voy a matar.

-Bueno, compadre -le dice la perdiz-, ya que usté está resuelto a matarme no más, matemé. Pero, una sola cosa le voy a pedir: Que usté, dice, si me quiere matar, mi atonte bien primero, con condimento.

-¿Qué condimento? -le dice el zorro.

-Bastante ají y pimienta -le dice-. Así que usté traiga ají y pimienta. Yo lo voy a esperar aquí, quietita. Busque lo que yo le digo y entonces sí me va a matar.

Bueno...

Se fue el zorro. Buscó bastante ají, bastante, bastante pimienta. Hizo un montón. Y le dice:

-Ahora qué hago con esto.

-Ahora -dice-, usté dejeló ahí, en el suelito, y agarremé del cogote, pero despacio no más, no me apriete mucho. Y ponga mi cabeza bien en el condimento. Cuando ya esté medio atontada, matemé no más, qué vamos hacer.

Bueno, así hizo el zorro, la trajo despacito del cuello y le puso la cabeza en el condimento. Y la perdiz pegó una aletiada bárbara y un silbido, y lo dejó al zorro ciego con el condimento, pues. El ají y la pimienta lo dejaron mal al zorro.

Delia Corvacho de Saravia, 46 años. Humahuaca. Jujuy, 1970.

La narradora oyó este cuento a la abuela, Rosa Centeno de Uro, en Humahuaca. Uro es apellido indígena. La narradora es maestra de escuela.



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ArribaAbajoNota

Este cuento de El zorro y la perdiz es uno de los más populares de nuestros cuentos de animales. Damos 48 versiones de las numerosas recogidas. Es la expresión del triunfo del débil sobre el fuerte, tema que encanta al campesino y al hombre del pueblo; la perdiz, ave indefensa y tímida, burla con ingenio al zorro, el más pícaro y astuto de los cazadores del monte, famoso por burlar al tigre y al león.

Difusión geográfica del cuento

Difusión geográfica del cuento

Dos son las variantes fundamentales que se dan en el cuento:

1. El zorro quiere aprender a silbar como la perdiz; es la general en el país.

2. El zorro quiere tener hijos overos como los polluelos de la perdiz; se da en el noroeste en combinación con la primera.





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