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ArribaAbajoEl burro y el cuervo

La trilla


12 versiones y variantes


Cuentos del 725 al 736


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725. El burro y el cuervo

SALTA

Dice que una vez el burro había sembrau trigo. Y se le había dau muy lindo. Ya lo había segau. Lo tenía ya en l' era215 para trillarlo. Y bueno, agarró y lo trilló al trigo. Y pensaba él, para aventarlo, cómo s' iba arreglar. No sabía cómo hacer. Él no podía aventar a pala, nada. Y entonce alvierte él que andaba arriba un cuervo y dice:

-¿Sabe que me voy hacer el muerto?

Y así había hecho. Se había tirau en el campito y había dau güelta el sieso216. Y es claro, de verlo al animal tirau áhi, ha créido que 'taba muerto, y se viene a pique el cuervo. Y se asienta en el burro el cuervo, y áhi le ve el sieso salíu al burro. El cuervo siempre tira a picar en donde es blando, si no son los ojos, es el sieso. Y áhi li ha picau el sieso al burro. Y claro, lo qui ha pegau el picotón el cuervo, cierra el sieso el burro y lo apreta de la cabeza al cuervo. Entonce se levanta. El cuervo aletiaba, tiraba mucho viento, y el burro daba güelta galopiando en l' era. Y así tuvo dando güeltas hasta que aventó todo el trigo.

Y claro, lo que lo soltó, quedó el cuervo para siempre con la cabeza pelada.

Eusebio Maita, 46 años. Salta, 1952.



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726. El burro y el cuervo

TUCUMÁN

Diz que había un hombre que 'staba por aventar una cebada. Y no lo podía hacer. Y ya viene el burro y diz que le dijo:

-¿Qué hace que no avienta la cebada?

-Que no había viento, que le dice.

Entó, que le dice qu' él iba a aventar si le da un almú de cebada, o de no, que le deje la paja. Y entó que le dice:

-Vayasé no más pa las casas. Ya cuando esté yo le voy a avisar.

Se jue el hombre pa las casas. El burro s'hizo el muerto áhi, al lau de la cebada, en l'era. Y con el permiso di usté217, diz que había dau güelta el ocote, el burro. Y entonce diz que había veníu un cuervo dando vueltas, y viendo si había algún animal muerto de esos qu' él come. Viendo que 'staba muerto el burro, se bajó y si arrimó, y tispió218 al burro del ocote. Y diz que el burro lo ciñó y lo capujó, po, de la cabeza y del cogote al cuervo. Y entó que él se levantó, y ha comenzau a volazar en la cebada. Y el cuervo iba aletiando y iba aventando la cebada. Y el burro con el cuervo agarrau de la cabeza dio güeltas y más güeltas, hasta que terminó de aventarla a toda, y recién se jue y se tiró al suelo. Y lu había largado al cuervo.

Y que dice entonce el cuervo:

-Primero al ojo, y no al ocote -y salió volando.

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Y di áhi quedó la cabeza pelada. Y es el que dicen el jote. Y así es el jote, con la cabeza pelada. Y que de entonce pica primero a los ojos del animal y después al ocote.

Nacioncena Sasso, 63 años. Los Zazos. Tafí. Tucumán, 1951.

Campesina. Buena narradora.



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727. El cuervo y el burro siembran trigo

SANTIAGO DEL ESTERO

Hizo una sociedá el burro con el cuervo para sembrar trigo. Habían dispuesto sembrar a medias. Bueno, la siembra la iban hacer entre los dos, pero la cosecha del trigo tenía que hacerla el burro y él tenía que pisar en la era el grano. Y por cuenta del cuervo corría lo que se llama el aventar, separar la paja del grano.

El cuervo había decidido embromarlo al burro. Hizo trabajar primero sus cosas y guardó su grano. El burro comedido le ayudó también a embolsar y guardar los granos.

Y llegó el momento en que el burro tenía preparado, ya, pisado en la era su grano, y el cuervo se negaba a aventarle la paja del grano. Y se preparaba. Le decía dos o tres veces que le ayude, de acuerdo al convenio. Y el cuervo no quiso ayudarle. Y ya tenía amontonado su trigo, y amenazaba un cambio de tiempo. Se levantaban unos nubarrones muy negros, y afligido el burro por lo que el cuervo le iba a dejar perder su cosecha, decide apelar a un engaño, y se hizo el muerto. El sol estaba fuerte, a pesar de los nubarrones que se armaban, pero por el calor que hacía era segura la tormenta. Entonces el burro se tira y se hace el muerto. Y el cuervo andaba volando, buscando presa, carroña. Y lo vio al burro caído, en el rayo del sol.

-Y éste parece muerto -dice para sus adentros.

Empezó a bajar, un poco, haciendo círculos. Empezó a bajar. Y después, ya le llamó más la atención y dice:

-Bueno, capaz que me toque comerlo también a mi socio y agarrar el trigo para mí antes que llueva.

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Se posó en un árbol. El burro ni respiraba siquiera. Estaba quietito. Y ya seguro de que estaba muerto, el cuervo decide bajar, y lo primero que come el cuervo en el animal muerto es el ano y después los ojos. Y decide empezar por el ocote. Y al primer picotazo, el burro ciñó el ocote y lo aprisionó al cuervo del cuello. Y entonces se enderezó. Y el cuervo desesperado empezaba a aletear para zafarse. Entonces el burro, con toda presteza, empezó a galopar, a dar vuelta por el montón de trigo, entonces quiérase o no, el cuervo tuvo que aventarle la paja del trigo cosechado por el burro. Y una vez que terminó todo el trabajo, lo soltó. Pero parece que apretó tanto el burro, que le cayeron plumas al cuervo. Desde ese entonces, dicen que el cuervo quedó pelada la cabeza.

Manuel José Victoria, 50 años. Santiago del Estero, 1970.



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728. El jote y el burro

CATAMARCA

Dice que una vez un sembrador tenía un trigo, y que ayudado por su burro lo había cosechado. Faltaba limpiarlo de paja. El burro ya estaba cansado. Había tirado la balsa219 con el trigo para que el hombre hiciera la parva y había trillado el trigo después.

Escuchó a su amo que decía:

-Mañana vamos a tener que volver otra vez a ver si aventamos el trigo. No corre ni un aire este día. Por más que le silbo a este Anselmo, no viene.

El hombre le silbaba al viento como le silban en el campo:

-Anselmo, juisch..., juisch... Anselmo, juisch... juisch... Y el viento no aparecía y no pudo el hombre aventar el trigo. Se fueron a la casa.

Al otro día, el burro tempranito se fue a la trilla220. Se tiró al suelo y estiró las patas como si estuviera muerto. Resolló tragando mucho aire para hinchar la panza.

El jote lo vio en seguida y comenzó a revolotear. Los cuervos descubren en seguida a los animales muertos. Vio que era el burro y dijo:

-Es el burro el que está muerto y ya está hinchau.

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Se dejó caer y saltando se arrimó. El burro había levantado la cola y abierto bien grande el ocote221. El cuervo busca siempre las partes más blandas, y le tiró el primer picotazo al ocote del burro. Entonce el burro le trampió222 la cabeza frunciendo el ocote. El jote aletiaba desesperado. El burro se levantó y empezó a dar vueltas por la trilla con el jote que aletiaba cada vez más fuerte. El burro abría el trigo con las manos y dele vuelta y vuelta mientras aletiaba el jote hasta que el trigo estuvo bien limpio. Entonce lo largó. El cuervo, maltrecho y con la cabeza pila223, se asentó en un árbol y hizo el juramento:


Juro, juro,
primero iré al ojo
y después al culo.



Desde entonces, el jote tiene la cabeza pelada y, cuando come la presa, primero le saca los ojos y recién lo rompe por el ocote.

Perfecto Bazán, 49 años. Belén. Catamarca, 1968.



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729. El burro y el cuervo

La trilla


CATAMARCA

Era un labrador que había sembrado trigo. Y se dio muy lindo el trigo. Y maduró y lo segó. Hizo la era y acarrió el trigo en la balsa. Preparó la parva224 y lo trilló al trigo. Pero no corría viento y no lo podía aventar. Y 'taba muy triste este hombre. Y viene un burro y le dice:

-¿Qué le pasa?

-Y ve, que tengo ya listo el trigo para aventarlo, y 'ta por llover y no puedo aventarlo porque no hay viento. ¿Y qué hago? Ya se me va a mojar el trigo.

-Dejeló por mi cuenta -le dice el burro.

El burro había ido a la era y si hacía el muerto. Si había tirado en l' era y había puesto la cola levantada, que se le viera bien abajo 'e la cola como si estuviera muerto.

Viene un cuervo cuando ha visto a este animal muerto. Y ha creído que podía comer de esa parte, claro, que se vía tan linda. Y ha metíu la cabeza pa picar, en el traste225. Y el burro aprieta el traste y lo agarra al cuervo. Y el cuervo, lo que se vía así, empezó a aletiar. Aletiaba, aletiaba, y el burro daba vuelta en la era. Y empezó a aventarle el trigo. Y al cuervo lo largó, el burro, cuando 'taba el trigo listo. Y ha quedau pelau al cuervo y que dice:


-Yulo, yulo,
primero los ojos
y después el culo.



María Adela Oviedo de Nieva, 68 años. Santa Rosa. Tinogasta. Catamarca, 1970.



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730. El burro y el jote

MENDOZA

Una vez 'taba un burro en una era de higo. Y se echó áhi a dormir. Entonce llegó un jote. En ese entonce los jotes no tenían la cabeza pelada. El jote creyó que el burro 'taba muerto. Se le fue allegando por atrás, que al jote le gusta picar lo blando. Liba a picar el poto226. Y el burro s'hizo el muerto, y abrió el poto, el burro. El jote fue a picarlo y el burro cerró, frunció el poto y le agarró la cabeza. Y le apretó bien la cabeza. Que la tenía bien adentro del estantino227 del burro. Y el pájaro aletiaba y no li aflojaba el burro. Y áhi comenzó a correr por l'era y con los aletazos del pájaro se aventaba el trigo. Y no lo largó hasta que no le limpió todo el trigo. Cuando li aventó el trigo lo largó y el jote salió con la cabeza pelada. Y ende entonce el jote quedó con la cabeza pelada hasta el presente.

Juan Lucero, 59 años. Ancón. Guaymallén. Mendoza, 1951.

Muy buen narrador.



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731. El burro y el jote

MENDOZA

El burro hizo sembrar la cebada, la había hecho segar y la había trillado. La tenía en l'era, qui había preparado, y claro, los pájaros se la 'taban comiendo y no tenía cómo aventarla. Y pensaba y pensaba cómo hacer. Y en una de ésas s'hizo el muerto y vino el jote. Los jotes andan siempre buscando animales muertos. Y ya si arrima el jote y el burro ni se movía. Y lo daba vuelta el jote pa ver por onde lo pica. Y le buscó abajo 'e la cola y lo picó. Y áhi el burro cerró el ocote y li agarró la cabeza. Y el jote comenzó a hacer juerza pa soltarse y aletiar. Y el burro empezó a galopiar por l'era, y déle y déle. Y comenzó a volar la paja. Y áhi lo tuvo el burro al jote hasta que quedó limpita la cebada. Y al fin lo soltó el burro, claro, ya no lo necesitaba. Y de entonce le quedó la cabeza pelada al jote.

José Mercedes Brizuela, 70 años. Alto del Olvido. Lavase. Mendoza, 1951.



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732. El jote y el burro

SAN LUIS

Había una vez un señor que había trillado trigo, en una era, y lo 'taba por aventar con la pala y no corría viento. Así que lo tiraba y no se aventaba. Y vino un burro y le dijo que si quería que él le iba a dar una manito, que él le iba a ayudar.

-Bueno -dijo el hombre.

Y se tiró al suelo, el burro, echado en la era. S' hizo el muerto. En eso vino el jote y lu empezó a picar por detrás. Lo empezó a picar por la cola. Y el burro abrió un poco la cola. Y metió la cabeza el jote, y lu apretaba el burro. Entonce el jote empezó a aletiar. Y el burro empezó a galopar alrededor de la parva228. Y aletiaba y no lo largaba. Y el burro seguía la carrera. Así que en un ratito tuvo aventau el trigo. Y lo largó, y por eso, de entonce, el jote quedó la cabeza pelada.

Julián Aguilera, 65 años. Las Barranquitas. Pringles. San Luis, 1971.



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733. El burro y el jote

SAN LUIS

Había un hombre de campo qui había sembrau un poco de trigo. El burro era pión del hombre. Cortaron el trigo, lo amontonaron y lo pusieron en la playa229 de la era para trillarlo.

El burro tomó el trabajo por tanto. Y se puso a trabajar. Trilló bien trillau el trigo pero cuando llegó el momento di aventarlo no lo podía aventar nada. Apenas hacía volar unas pajitas con cada resoplido.

Entonce dispuso el burro hacerse el muerto cerca de la parva para ver si agarraba algún pájaro para hacerlo trabajar.

El burro se tiró como muerto y se puso con la cola levantada. En eso vino un jote revolotiando y si asentó sobre el lomo del burro y ya vio que el burro había muerto. Y lo comenzó a dar güeltas al burro y jue y lo picó en el ocote230. El burro tenía el ocote abierto. Metió áhi la cabeza el jote, y el burro apretó el upite231 y lu agarró de la cabeza. Entonce se levantó el burro con el jote agarrado así y empezó a dar güeltas sobre el trigo trillado. Y el jote aletiando, dele aletiar a todo lo que daba, aventó todo el trigo. Entonce recién le aflojó el burro al jote y lo largó. Y el pobre jote salió el cogote pelau, y quedó así, para siempre con el cogote pelau.

Lorenzo Calderón, 80 años. El Durazno Alto. Pringles. San Luis, 1960.



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734. El burro y el jote

SAN LUIS

Que era un burro que tenía que aventar, no sé bien si un trigo o una alfa.

-¿Y cómo voy a hacer? -decía el burro.

Pensó, entonce, de hacerse el muerto pa que vinieran los pájaros a comerlo.

Y así jue. Se tiró muerto, sobre lo que tenía que aventar. En seguida no más empezaron a revolotiar los pájaros232. Y en seguida no más se bajó uno de los jotes. Y ya le vido el ocote al burro, lustroso de gordo. Y claro, como era una parte blandita, jue y lo picó di áhi. Y áhi no más lo agarró el burro, frunció el ocote y lo agarró de la cabeza. El jote medio augau empezó a aletiar y el burro empezó a galopiar por toda l'era, di un lau pal otro. Y empezó a aventar su semilla. Y así, hasta que terminó todo. Y di áhi lo largó al jote. Y de entonce el jote ha quedau pelau pa todo el viaje. Y el burro acabó su trabajo.

Santos Gil, 72 años. Buena Esperanza. Gobernador Vicente Dupuy. San Luis, 1951.



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735. El burro y el jote

SAN LUIS

Qu'era un hombre que había sembrado su trigo. Y ya lo cortó y lo acarrió pa trillarlo, al trigo. Hizo l'era, y en el medio, la parva. Y salió a buscar trillador. Y nu hallaba. Y por áhi, en tanto andar encontró al burro, y le preguntó si no conocía un trillador, qu'él necesitaba uno pa un trigo que ya tenía emparvau. Y el burro le dice:

-Yo se lo trillo, amigo, y pa mañana se lo doy.

Y trataron por el precio y todo. Y entonces lo trajo, y le mostró l'era y la parva, y se jue el hombre y áhi se quedó el burro, y no sabía cómo aventarlo. Y áhi estuvo pensando. Y al fin tuvo una idea, hizo una bajada del trigo y se botó a muerto en el medio 'é l'era. Y ahí estaba largo a largo, y se dio güelta, medio fiero, el ocote. Y el jote, que siempre andaba dando güelta, ya vido que estaba un animal muerto áhi, y se bajó al humo233. Y ya vido que estaba el muerto con el ocote dado vuelta, y áhi no más, ¡amigo!, le tiró el picotón al ocote. Y áhi no más frunció el burro el ocote y lu agarró de todita la cabeza al jote. Y se levantó el burro y empezó a trillar al galope. El jote, medio augau, aletiaba y aletiaba, y iba aventando el trigo que el burro trillaba. Y el burro, dele y dele, iba trillando, y, a la vez, aventando. Él iba pisotiando, y el pájaro, dele aletiar y aventar. Y,   —405→   claro, al rato, no más, quedó el trigo limpito. Y entonce, ya cuando terminó, lo largó al jote, y, claro, de que lo había teníu agarrau tan juerte, se le había pelau la cabeza al jote.

Al día siguiente ya entregó el burro el trigo y cumplió el trato con el hombre.

Y di áhi le quedó pa siempre la cabeza pelada, al jote.

Juan Lucero, 67 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1959.



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736. El burro y el jote

SAN LUIS

El burro tenía unas parvas de trigo trillado y quería aventarlo, y no hallaba gente para aventarlo. Y entonce el burro dice:

-¿Cómo voy a hacer para aventar este trigo? De alguna forma tengo que hacer.

Y pensaba y pensaba, y al fin se arregló. S'hizo el muerto. Y 'taba tirau en el suelo cerca de la parva. Ya 'taba muerto, áhi, botau al sol, estirau largo a largo. Y cuando 'ta ba muerto empezaron a volar los pájaros, los jotes. Y viene un jote y se asienta en el muerto. Y el burro 'taba con el ocote bien abierto, y va el jote, justo, y le pica el ocote. Y entonce el burro le ciñó la cabeza con el ocote, y el jote lo que se vido preso empezó a aletiar. Y entonce el burro comenzó a dar güeltas en l'era, y el pájaro aletiaba y él iba a aventarlo. Y aventó una güena parte del trigo. Y cuando se cansó el burro lo largó al jote, y claro, el jote quedó medio azonzau y con la cabeza pelada. Y al rato se volvió a hacerse el muerto, el burro, y volvió a agarrar otro jote en la misma forma, y volvió a disparar por el trigo, y áhi terminó de aventar el trigo.

Y claro, el jote 'taba muy avergonzau de lo que le había pasau por haberlo picau al burro en el trasero y no en otra parte, y es que dice:


-Te juro y te conjuro,
que primero al ojo
y después al culo.



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Pero así el burro aventó no más el trigo y el jote se quedó toda la vida con la cabeza pelada. Y así es, pues.

Pedro Álvarez, 69 años. Buena Esperanza. Vicente Dupuy. San Luis, 1947.

Hacendado. Buen narrador.



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ArribaAbajo Nota

El cuento explica por qué el cuervo tiene la cabeza pelada. Sus motivos fundamentales son:

Difusión geográfica del cuento

Difusión geográfica del cuento

A. El burro siembra trigo, lo siega y lo lleva a la era para trillarlo; lo trilla y no sabe cómo puede aventarlo.

B. Observa que el cuervo vuela sobre su cabeza. Se tira en la era como muerto y descubre el ano.

C. El cuervo baja y va a picar al muerto, como acostumbra, en el ano. El burro cierra el ano y le aprisiona la cabeza. Da, entonces, vueltas a la carrera sobre la capa de trigo; el cuervo aletea desesperadamente y avienta el trigo. El burro larga al cuervo que ha perdido, en el esfuerzo, las plumas de la cabeza.

Desde entonces nuestro cuervo tiene la cabeza pelada.

Nuestro cuento puede figurar entre las leyendas explicativas.





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ArribaAbajoLa agudeza de algunos animales

7 versiones y variantes


Cuentos del 737 al 743


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737. La mula y el gato

LA RIOJA

Estando juntos la mula y el gato, en una noche muy oscura, se sacudió la mula. Entonce se asustó, y dijo:

-¡Ay!, ¿qué es lo que va ca yendo?

Entonce el gato le dice:

-¿Por ese pelo que se te cayó lo que te sacudistes te asustás?

La mula sentía el ruido del pelo que iba cayendo en el aire, con el oído tan fino que tiene, y el gato lo vía con los ojos que ven hasta lo más chiquito, en la mayor oscuridá.

Juan Carrizo, 70 años. Tarquín. Vélez Sarsfield. La Rioja, 1952.

El narrador es originario del lugar.



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738. El perro, el gato y la mula

SAN LUIS

Quesque234 una vez si habían juntau a conversar en un corral, el perro, el gato y la mula. Taban discutiendo los tres cuál tenía mejor poder del óido y de la vista. El perro y la mula decían que naide les ganaba a óir. El gato decía que naide le ganaba a él ver. Y cada uno se ponderaba y no se podían poner di acuerdo.

Era una noche escura como boca de lobo, no se veían ni las manos. En una de ésas que 'taban áhi, la mula para las orejas y se pone nerviosa, y dice:

-Oigan ese ruido que hace temblar el aire.

-Sí -dice el perro-, es el temblor di algo que cái, ¡guarda!

-No si asusten, compañeros -dice el gato-, yo lo veo muy bien, es un pelo que viene cayendo en el aire. Miren, aquí 'stá.

Y áhi vieron que empalmaron en las virtudes que Dios les había dado a los tres. En lo sucesivo no discutieron más.

Juan Lucero, 70 años. El Durazno. San Luis, 1959.



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739. El perro y el gato

La agudeza de algunos animales


CORRIENTES

El perro y el gato apostaron cuál de ellos veía primero pasar al ratón.

Quedaron en silencio, en la oscuridá, mirando el techo.

De pronto, dijo el gato:

-Ojhasáma, porque jhoá i jhagué, che ajhechá (ya pasó, cae su pelo, yo veo).

Dijo el perro:

-Che ndá jhechái, pero ajhendú (yo no veo, pero oigo).

Así que ninguno de los dos ganó la apuesta.

Wenceslao Acevedo, 16 años. Loreto. Corrientes, 1959.

La narradora traduce espontáneamente sus frases en guaraní.



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740. La prueba de la vista y del oído

ENTRE RÍOS

Otra vez iban dos paisanos arriando unas ovejas ¿no?, en un campo. Cuando llegaron a una escampada del campo, así, bien despejada de árboles, pararon. Y como a mil metros había un algarrobo grande, grande, ¿no? Y uno de lo paisano que quería ser más mentiroso que el otro, le dice:

-Vea, éste, compadre, mire. Bajo aquel algarrobo hay dos hormigas peliando.

Imaginesé, usté, a mil metros ver dos hormigas peliando. ¡Ndé re jhechái!235

Entonce éste mira, ¿no?, hacia el árbol, y como no alcanzaba a distinguir, pero, pa salvar la situación d' él, le dice:

-Mire, amigo, la verdad, yo no las veo, pero, sí, siento el ruido de las trompadas que se 'tán dando.

Antonio Salúm, 31 años. La Paz. Entre Ríos, 1970.

Cuentecillo de burla que se basa en el de La agudeza de los animales.



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741. El perro y el gato

ENTRE RÍOS

El perro y el gato salieron de compañeros a rodar mundo, ¿no?, de compañeros los dos. Y bueno, salieron de mañana temprano y llegaron de mediodía, comieron y se acostaron a sestiar. Y el perro se pegó unos revolcones, claro, antes de salir, claro.

Y áhi siguieron. Se fueron toda la tarde, marchando. De noche llegaron en otro lugar. Y 'taban cenando. Dice que 'taban los dos sentaus, en silencio, no hablaban ni uno ni otro. Dice que dice el perro:

-Pero, mirá, un ruido, parece que viene un avión. Oí ese ruido.

Y entonce dice que el gato se levanta y mira así:

-¿Pa qué lau? -dice que le pregunta el gato.

-Para acá se siente el ruido.

Entonce que miró y que le dice el gato:

-Pero, no, si es un pelo de los tuyos, que el viento lo levantó y se lo trae por el aire.

El perro tiene un gran oído y el gato una gran vista, por eso oyeron y vieron lo que no ve ni oye nadie.

Pedro Mazzuco, 66 años. Federal. Concordia. Entre Ríos, 1970.

Ganadero. Buen narrador.



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742. El gato y el perro

BUENOS AIRES

El gato y el perro se juntan. 'Taban en un monte alto una noche muy oscura. 'Taban conversando. La noche era serena pero muy oscura. Entonce el perro sintió un ruido. Dejó de conversar y le dice al gato:

-¿Qué es ese ruido que siento?

El gato miró pa arriba y dijo:

-Es un pelo que anda trompezando en la punta de los árboles.

El perro oyó lo que no oye naides, el pelo que andaba en el aire. El gato ve lo que no ve naides, en la mayor oscuridá, el pelo que se movía con el viento en la punta de los árboles. Así es el óido del perro y la vista del gato.

Antonino Tieri, 72 años. Azul. Buenos Aires, 1969.

El narrador es nativo de Azul. Ha sido resero y conoce todos los trabajos de campo.



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743. El perro y el gato

BUENOS AIRES

Entre el perro y el gato se hizo una discusión. El perro discutía que no había un animal que tuviera el oído mejor que él y el gato que no había un animal que tuviera mejor vista. Que no se podían arreglar. Y una noche, de esas noches muy oscuras, se ponen el gato y el perro para ver quien ganaba. El perro siente un ruido y dice:

-¡Qué ruido fuerte!

Y el gato dice:

-Sí, efectivamente, es un pelo. Lo veo que viene volando.

Y áhi quedaron iguales. Empataron los dos.

Ignacio Piñero, 66 años. Bahía Blanca. Buenos Aires, 1957.

El narrador oyó este cuento a reseros de Castelli y de otros lugares de la Provincia de Buenos Aires.



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ArribaAbajoNota

El tema de nuestro cuento es el muy conocido que exalta la agudeza de la vista o el oído de algunos animales como el gato, el perro, la mula, y que alguna vez se la atribuye el hombre.

Corresponde al Tipo 238 de la Clasificación de Aarne-Thompson.





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ArribaAbajoEl sapo y el avestruz

Quién ve primero la salida del sol


3 versiones y variantes


Cuentos del 744 al 746


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744. Quién ve primero el sol

CATAMARCA

El sapo 'taba entre unos pastitos, y viene el suri a tomar agua. Y como es grande el suri, es orgulloso y lo quiere pisar al sapo. Y el sapo si hace un ladito di un salto y le dice:

-¡Epe, amigo!, no pise. ¿No ve que hay gente?

-Como sos tan petizo236 no te vide -le dice el suri, cuasi sin mirarlo.

-Seré petizo pero veo más lejos que vos. Si querís ti hago una apuesta -que le dice.

-¿Y quí apuesta me podís hacer vos?

-A ver quén ve primero el sol mañana, en este mesmo lugar.

-Muy bien, don Sapo, cómo no, convocados -que li ha dicho el suri.

Al día siguiente han llegado muy temprano a ese lugar, ¿no?, los dos qui hacían la apuesta. Cada uno tenía derecho de buscar el lugar que quiera. Ahí el suri si ha subido a un altito mirando al naciente, al Este, di ande sale el sol. El sapo si ha puesto en un montoncito de tierra mirando al poniente, al Oeste, para el lado de la Cordillera. En cuanto empezó a clariar, el suri, para ver, saltaba y estiraba el cogote, que ya no daba más. El sapo 'taba quieto, pero en eso gritó:

-El sol... el sol... ya lo vi... ya lo vi...

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Se da güelta el suri y ve bañadas con la luz del sol las cumbres de la Cordillera. Y güeno, le ganó el sapo y el suri quedó con el cogote estirado y las piernas muy largas, como es al presente.

Ramona Villafañe de Coronel, 86 años. San Fernando del Valle de Catamarca, 1968.



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745. El sapo y el avestruz

MENDOZA

Que resulta que el avestruz, como es grande, lo mira en menos al sapo, porque el sapo es tan chato. Una tarde que se encuentran, el avestruz para réirse, lo desafea:

-Haber quén ve el sol primero, mañana.

-Güeno -dice el sapo.

Al otro día bien temprano se levantan. Entonce el avestruz se pone mirando pal naciente, pa abajo. Entonce el sapo se pone mirando pa arriba, pa la Cordillera237 adonde alumbra primero el sol. Claro, el avestruz tiene las patas largas y el cogote largo, y el sapo se pierde en el pastito, tan chato comu es, y el avestruz créiba que ganaba lejos. Al rato no más le gritó el sapo:

-¡Mirá, ya salió el sol!

Y el avestruz miró a la Cordillera, y lo vido, claro, alumbrando las cumbres. Y claro el sapo lo vido primero y le dice entonce el choique238:

-Mi has ganado. Bueno, pero mirá, te corro una carrera.

-Güeno -le dice el sapo.

-Vamos a poner un plazo de quince días.

-Güeno -le dice otra vez el sapo.

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El avestruz se réiba, claro, porque 'taba seguro que di un tranco no más que diera lo dejaba atrás el sapo.

Y entonce el sapo se buscó otros cólegas, y metro a metro ponía un sapo. Áhi 'taban escondidos entre las basuras de la orilla de la cancha. Y él se puso al otro lado de la raya, como haciendo de ganador.

Y para el momento de la carrera pusieron vedores, jueces de largada, y avisaron a la gente que juera. Y todos hicieron apuestas. Claro todos jugaban al avestruz.

Y güeno, llegó el momento de la carrera, y ya se me prepararon y largaron la carrera. Y el avestruz, tranco que pegaba en la carrera, siempre vía un sapo adelante d' él. Y más si apuraba, y lo mismo. Y el choique decía:

-Yo tan veloz que soy, pero este sapo siempre me lleva adelante la carrera.

Entonce, una vez que llegó a la raya, el sapo ya estaba del otro lado, y le ganó. Y el sapo con voz altanera le dice:

-¡Oh!, ¡señor Choique!, te gané la carrera.

-Bueno -dice el avestruz-, con vos no se puede, me ganás todas las apuestas.

Rudecindo González, 56 años. Carrodilla. Godoy Cruz. Mendoza, 1951.

Trabajador en diversas tareas de los viñedos, el cultivo predominante de la región. Ha cursado los grados de la escuela primaria.

A este cuento de quién ve primero el sol, el narrador agrega el de la carrera del sapo y el avestruz.



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746. El sapo y el avestruz

SAN LUIS

Que un día se han encontrau en una quebradita, el avestruz y el sapo.

Que el avestruz, claro, lo despreciaba al sapo y ni lo miraba, ni lu ha saludau, ni nada. Ya lu iba a pisar, cuando el sapo li ha gritau:

-¡Epa, don! No pise a la gente. Hay que ser más educau.

-Disculpe, amigo, no lu había visto -le dice el avestruz dando una espantada-. Comu es tan petizo usté, me tengo qui agachar mucho pa mirarlo, y como yo soy tan alto, ando mirando siempre pa arriba.

-Yo soy petizo -li ha dicho el sapo-, pero soy capaz de ver la luz del sol primero qui usté.

-¡No diga, amigo!

-Si quere le hago una apuesta.

-Ya 'tá. Mañana los vamos a poner al alba pa ver quen ve primero la luz del sol.

-Li aceuto -le dice el sapo-. Cada uno va a elegir el lugar que más le convenga.

Ya han conveníu el precio de la apuesta y si han despedíu. Al otro día, escuro tuavía, con estrellas, si han vuelto a encontrar. Ya li ha dicho el avestruz que él se va a subir a una lomita qui había áhi.

-Güeno -ha dicho el sapo-, le dejo tomar ventaja.

El avestruz se subió a la lomita y se puso a mirar pal naciente, pal lau que nace el sol.

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El sapo se quedó áhi no más, pero se puso a mirar pal poniente, a las cumbres di unas sierras altas que tenía al frente. Y áhi quedaron hasta qui aclaró. Entonce el sapo dio un salto y empezó a gritar:

-La luz, la luz del sol. Yo la vi primero, yo la vi primero. Gané, gané...

Se dio güelta el avestruz, y claro, vido todas las cumbres alumbradas por el sol, qui alumbra a lo alto, antes de nacer por el Este. Y áhi le ganó el sapo y el avestruz tuvo que pagar la apuesta.

Juan Lucero, 60 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1945.



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ArribaAbajoNota

En las 3 versiones de nuestro cuento, el avestruz apuesta al sapo, por el que siente desprecio, a quien ve primero la salida del sol. El avestruz se instala en un alto mirando hacia el Este; el sapo toma lugar en un bajo mirando hacia la Cordillera de los Andes, al Oeste. El sol se refleja en las cumbres antes de salir, y gana el sapo.

Es el Tipo 120 de la Clasificación de Aarne-Thompson.





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ArribaAbajoEl león enfermo

2 versiones y variantes


Cuentos del 747 al 748


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747. El león enfermo

SAN LUIS

Había un puma viejo que pidió por favor que le busquen un burro por áhi porque no podía cazar, ya muy viejo, y que se lo traigan a la casa de él. Comiendo carne de burro dura, firme, él se iba a componer con seguridá. Al amigo zorro que le sabía pedir, que en otras ocasiones sabía comer lo que dejaba el amigo puma. El zorro le traía perdices en recompensa. Pero lo que es las perdices no lo alimentaban al lión. Fue el zorro y halló un burro que había estado trabajando mucho, revolcandosé, y le dijo:

-¿Qué le pasa, amigo, que trabaja tanto acá?

Bueno, dijo que los patrones le hacen trabajar mucho.

-Entonce, en cambio, le conviene a usted ir a una parte de donde vengo yo. Hay agua, está solo, y áhi lo va a hallar a su amigo.

No tenía ganas el burro de ir con el zorro.

-¡Vamos! ¡Vamos! Seguro, lo va a pasar muy bien áhi.

Con esa seguridá se fueron al campo. El zorro al trote adelante. El burro iba como desconfioso239, al principio. Fueron y llegaron a una cañada muy linda. Había buen pasto.

-¿Ha visto que es lindo?

-Sí, es lindo, señor, pero 'tar solo casi no me gusta.

-¡Uh!, aquí es muy lindo.

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Y es cierto, no había animales y había muchos pájaros. Al otro día vino el zorro a ver cómo había amanecido el amigo. Taba contento el burro cuando lo vía al amigo. Se alegraba cuando lo vía al amigo.

-Manda decir el Rey que vaya para conocerlo, para anotarle el nombre.

-¿El Rey? No. Yo no quiero saber nada con el Rey.

-Pero, no, si es muy bueno. Y a más que es amigo mío.

Quería llevarlo ande 'taba el lión.

-¡Y vamos! ¡Y vamos! ¡Y vamos! Ya que ha venido acá y que somos amigos, ¿cómo me va a despreciar?

¡Puta!, ya se fueron. Ya lo convidó no más. ¡Pero va con una desconfianza el burro!...

Ya comenzó a llegar. Allá, en aquel punto que había estado bien cerquita, comenzó a agarrar los olores del lión. Desconfioso el burro. Se olfatiaban mutuamente. Pero también ya se preparó el lión para dar el salto.

Cuando tuvieron frente a frente, pegó la vuelta cerrada el burro y le pegó con las dos patas una patada en el pecho, y lo guastó240 al lión. Y áhi cayó al suelo. Y clamaba el lión:

-¡Éste es el momento más difícil de mi vida! ¡Cómo me voy a crer que voy a errar un salto tan lindo! Que lo tenía ya a la mano. Pero será porque estoy tan viejo.

Clamaba y clamaba, pobre lión, de dolor y di hambre. Jue el zorro, corrió y le trajo una perdiz, y casi ya no la pudo comer el lión estropiau como 'taba.

Así que lo mató el burro, al último, al lión.

Delfín Prado, 75 años. Cortaderas. Chacabuco. San Luis, 1968.

Campesino nativo del lugar. Un gran narrador.



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748. El león, la zorra y el burro

El león enfermo


CÓRDOBA

El león estaba en una cueva porque ya era muy viejo y no podía salir a hacer presa. Había una zorra muy viva. Ella fue a ofrecerle que le iba a llevar una presa si le hacía parte en la carne. Entonce se fue a buscar un burro viejo, que 'taba entre unos cardales. Y va y lo convida que se vaya con ella al monte para salvarse del yugo del amo, para que no lo tuvieran comiendo cardos secos, en una tierra donde todos eran libres.

Bueno... Entonce el burro dijo que sí y ya la sigue a la zorra. Y ella lo va guiando para hacerlo pasar por donde 'taba el león.

Y cuando llegan áhi, le salta el león y el burro alcanza a dispararse y no lo puede cazar. Entonce el burro se da cuenta de todo y él se va a sus cardos secos. Después va la zorra y lo comienza a hablar:

-Señor Burro, ¿pórque se ha hecho ver tan cobarde?

Y después le dice que ella lo había llevado allá para probar su valor y darle el mando de una provincia, por eso le quería presentar el Rey.

Entonce le contesta el burro:

-Andá no más con tu Rey y tu provincia. Yo prefiero los palos de mi amo y no las garras de tu Rey.

Eloísa Martínez de Ponce, 81 años. Tulumba. Córdoba, 1952.

Lugareña de cierta cultura. Muy buena narradora.



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ArribaAbajoNota

El antiguo tema esópico del león enfermo perdura en nuestros cuentos. En estas versiones el zorro lleva con engaños al asno ante el león que ya no puede salir a cazar. El león hambriento salta sobre su esperada presa, pero el asno alcanza a huir o le da dos tremendas patadas y lo deja por muerto.

Es el Tipo 50 de la Clasificación de Aarne-Thompson.





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