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ArribaAbajoLa cabra y los cabritos

5 versiones y variantes


Cuentos del 749 al 753


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749. La cabrita y sus tres hijitos

SAN JUAN

Ésta era una cabrita que tenía tres hijitos, y el más chico era renguito. La cabrita tenía que salir todos los días a buscarse la vida, y dejando a los cabritos encerrados, les ordenaba que no salieran del cuarto hasta que ella no volviera. Y cuando llegaba para que la conocieran, ella les decía:


Hijitos, yo soy tu mamita,
traigo leche en las tetitas,
agua en las cornetas,
y leña en las costillas
para encender la candelita.



Y así salían los hijitos.

Cuando un día sale la cabrita al campo, y viene un gigante a donde estaban los cabritos, que los quería comer, y para que salieran les dice, imitando la voz de la madre:


Hijitos, yo soy tu mamita,
traigo leche en las tetitas,
agua en las cornetas,
y leña en las costillas
para encender la candelita.



Entonces les dice el renguito a los otros cabritos:

-No abran la puerta, ésa no es mi mamita.

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Y los otros le decían que sí, que era.

Entonces les dice el renguito:

-Yo me voy a esconder debajo de este almú241, y ustedes si quieren abran la puerta.

El renguito se escondió en el almú y los otros abrieron la puerta. Cuando apenas abrieron la puerta, el gigante se los comió. Entonces el gigante se encerró, esperando que viniera la cabrita. Luego viene la cabrita y dice:


Hijitos, yo soy tu mamita.
Traigo leche en las tetitas,
agua en las cornetas,
y leña en las costillas
para encender la candelita.



Entonces el gigante le contesta:

-Yo soy gigante de los gigantales, si salgo te he de comer.

Se devuelve la cabrita, llorando, al campo. Por ahí, en lo que iba llorando, encuentra un carnero.

El carnero le pregunta:

-¿Por qué llorás, cabrita?

-¡Cómo no voy a llorar, si el gigante se ha comido mis hijitos!

-No te aflijás -le dice el carnero-, yo lo voy a matar.

Y se devolvieron. Cuando llegaron a la casa, la cabrita dice en la puerta:


Hijitos, yo soy tu mamita.
Traigo leche en las tetitas,
agua en las cornetas,
y leña en las costillas
para encender la candelita.



Y el gigante contesta:

-Yo soy gigante de los gigantales, si salgo te voy a comer.

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Y el carnero le dice:

-Yo soy carnero de los carnerales, si entro te voy a matar.

Entonces abre la puerta el gigante, y empezaron a pelear. Pelearon y pelearon hasta que el gigante se lo comió al carnero.

Se va la cabrita, de nuevo llorando, al campo. Por ahí encuentra un chivato. Y el chivato, lo que la ve llorando, le dice:

-¿Por qué llorás, cabrita?

-¡Cómo no voy a llorar, si el gigante me ha comido mis hijitos!

-No te aflijás, yo lo voy a matar.

Y se devuelven otra vez, y ya cuando llegan, la cabrita dice:


Hijitos, yo soy tu mamita.
Traigo leche en las tetitas,
agua en las cornetas,
y leña en las costillas
para encender la candelita.



Y el gigante dice de adentro:

-Yo soy gigante de los gigantales; si salgo te he de comer.

Y el chivato le contesta:

-Yo soy chivato de los chivatales, si entro te voy a matar.

Abre la puerta el gigante y empiezan a pelear. Pelean y pelean, y al fin el gigante se come al chivato.

Se va la cabrita muy triste, llorando, al campo, de nuevo. Por ahí encuentra una hormiguita, y la hormiguita le pregunta:

-¿Por qué llorás, cabrita?

-¡Cómo no voy a llorar, si el gigante se ha comido mis hijitos, mi tío y mi tata!

-No llorís, yo lo voy a matar.

-¿Cómo lo vas a matar, vos, tan chiquita?

-Ya verís, yo lo voy a matar.

Se devolvieron.

Ya cuando llegaron, dice la cabrita:


Hijitos, yo soy tu mamita.
Traigo leche en las tetitas,
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agua en las cornetas,
y leña en las costillas
para encender la candelita.



Y el gigante le contesta:

-Yo soy el gigante de los gigantales, si salgo te he de comer.

Entonces la hormiguita le dice:

-Yo soy hormiga de los hormigales, si entro te mataré.

La hormiguita se entra con mucho cuidado por la rendija de la puerta, se le sube despacito por la pierna del gigante, y se le prendió con un picotazo en el ocote. El gigante, que andaba descuidado, dio un gran salto, se dio un golpe y pegó con una piedra en la cabeza. Y ahí se murió. Entonces aprovecharon para buscar un cuchillo. Lo abrieron al gigante, y sacaron a los dos cabritos vivos, al carnero y al chivato, cuando en eso los habla el renguito que lo saquen de abajo del almú. Y cuando lo sacaron, les dice a sus hermanitos:

-¿Han visto? ¿No les decía yo que no era mi mamita, y ustedes no me llevaban el apunte?

Y entonces la madre les dice:

-Eso les pasa para que siempre sean obedientes y hagan lo que la madre les enseña.

La cabrita le agradeció mucho a la hormiguita, le dio un granito de trigo, y la hormiguita se fue muy contenta.

María Elena de Núñez, 27 años. Chucuma. San Agustín. Valle Fértil. San Juan, 1945.

La narradora aprendió el cuento de la madre, Rosa V. de Costa, de 69 años, que sabe muchos otros.

El cuento tradicional de La cabra y los cabritos ha asimilado motivos del cuento de La viejita y la hormiguita.



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750. La chiva y los chivitos

CORRIENTES

Había una chiva con chivitos que vivía en el campo. En ese campo había un tigre y la cabrita tenía mucho miedo que le comiera los hijitos.

Un día la cabrita tenía que salir y les dejó recomendado a los hijitos que a nadie abrieran la puerta.

Después que la chiva se fue, el tigre, que andaba cerca se arrimó y golpeó la puerta. Dice que los chivitos miraron por la cerradura y vieron que no era blanco como la madre.

-¿Quién es? -le dijieron los chivitos.

-Soy yo, tu mamá -les dijo el tigre.

Entonce le dijieron los chivitos:

-Usté no es nuestra mamá porque ella es blanca.

Dice que entonce fue el tigre a una panadería, compró harina y se la echó por todo el cuerpo. Fue otra vez a la casa de los chivitos y golpeó la puerta. Los chivitos miraron por la cerradura y vieron que el que venía era blanco.

-¿Quién es? -le dijieron.

-Soy yo, tu mamá -dijo el tigre con su voz gruesa.

-Usté no es nuestra mamá porque tiene voz gruesa y nuestra mamá tiene voz delgada.

Dice que el tigre fue a un almacén y compró huevos y tomó unas yemas. Volvió otra vez a la casa de los chivitos y golpeó la puerta.

-¿Quién es? -dijieron los chivitos.

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-Soy yo, tu mamá -dijo el tigre con voz fina.

Entonce los chivitos miraron por la cerradura y viendo que era blanco y tenía la voz fina dijieron que era la mamá y abrieron la puerta. El tigre entró y se tragó a todos los chivitos, menos a uno que se escondió en un cajón. Cuando la chiva vino el chivito salió y le contó lo que les pasó a los hermanitos. La chiva madre tomó un cuchillo y salió a buscarle al tigre. Le encontró que estaba cerca de una laguna, muy dormido. Tenía la barriga grande, grande. Entonce ella le abrió la barriga con el cuchillo y salieron los chivitos vivos. Le llenaron la panza con piedras. Cuando el tigre se despertó, tenía sé, se arrimó a la laguna para tomar agua y como tenía la barriga muy pesada, se cayó al agua y se ahogó.

Natividad Díaz, 17 años. Garabatá. San Luis del Palmar. Corrientes, 1958.



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751. La cabra y el león

NEUQUÉN

Ésta era una cabra que tenía siete hijitas. Y ella siempre salía al campo a comer pastitos y a traile agua a los chivitos, a los hijitos.

Y un buen día el lión entró, llegó, 'taban solos, y dentró el lión y les cerró la puerta. Y ellos se escondieron en una mesita de luz, otro en el ropero, otro abajo de la cama, para que el lión no se los comiera.

Ya se hizo tarde y llegó la cabra y golpió la puerta. Y le dice:

-Abranmé la puerta, hijos,
que traigo agua en las astas
y leche en las tetas -les decía, ¿no?

Y entonce dice el lión, di adentro:

-Yo soy lión de la lionería,
si dentraría,
te comería -le dijo el lión.

Bueno. Ella, la cabra, se fue a caminar por áhi y no encontró a nadie. Y pasa una hormiguita y le dice:

-¿Qué hacís cabra, que 'tás tan triste?

-Cómo no voy a 'tar triste -dice- si ha dentrau el lión a mi casa y mi ha comiú a mis hijitos.

Entonce la hormiguita le dice:

-¿Cuánto me vas a pagar si yo te lo saco al lión?

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Entonce le dice:

-¿Qué lo que querés que te pague?

-Me pagás... (en ese tiempo no eran carteras, eran costales de plata).

-Me pagás un costal de plata -le dijo a la cabra.

-¿Y cómo lo vas a sacar?

-Yo sé como lo voy a sacar -dice la hormiguita, y se fue.

La llevó la cabra a la hormiguita. Y llegaron. Dice:

Abranmé la puerta, hijos,
que traigo agua en las astas
y leche en las tetas.

-Yo soy lión de la lionería -le dijo el lión de adentro- todos los que dentrarían, me los comería.

Y dice la hormiguita:

-Yo soy hormiguita del hormigal,
y si me dentro adentro de tu colita,
ti hago saltar -le dijo la hormiguita.

Bueno, volvió a decirle la cabra:

-Chicos, abranmé la puerta,
que traigo agua en las astas
y leche en las tetas.
-Yo soy lión de la lionería -dice el lión-
los que dentrarían me los comería.

Le dice otra vez la cabra:

-Abranmé la puerta, hijos,
que traigo agua en las astas
y leche en las tetas.
-Yo soy lión de la lionería -dice el lión-
los que dentrarían me los comería.

Le dice la hormiguita:

-Yo soy hormiguita del hormigal,
si yo dentro adentro
ti hago saltar.

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Entonce dentró la hormiguita. Entonce el lión, cuando la hormiguita dentró y se le prendió en la colita, al lión, lo hizo saltar. Y como lo picaba, saltaba, y saltaba, se pegó contra la pared, y cayó y se murió no más. Se mató. Lo mató la hormiguita al lión. Entonce dentró la cabra. Y le abrió su hijito. Uno salió de abajo 'e la cama, otro del ropero, otro de la mesita de lú.

Y la cabra le pagó a la hormiguita el costal de plata.

Ana Rosa Chandía, 67 años. Catán-Lil. Neuquén, 1970.

La narradora es una campesina analfabeta.



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752. La chiva y su dos chivitos

CHUBUT

Había una chiva que tenía dos chivitos y que vivían en un rancho.

Un día salió la chiva a buscar leche y agua. Les dijo a los chivitos que tengan mucho cuidado con el lión que los quere comer. Que no le abran la puerta si viene.

Vino el lión y golpió la puerta, y dijo:

-Abran hijitos que soy la madre de ustedes.

Los chivitos se dieron cuenta que era el lión y le dijeron:

-No, no abrimos, vos sos el lión que nos querís comer.

Entonce el lión se quedó escondido por áhi cerca. Vino la chiva, golpió la puerta y dijo:


Abran la puerta, hijitos,
que traigo leche en las tetas
y agua en las cornetas.



Entonce abrieron y entró la chiva y le contaron los chivitos, y les dijo que si entra el lión se escondan en un cajón que tenían áhi.

Entonce sale otra vez la chiva y el lión viene y dice con la voz muy fina, como si juera la voz de la chiva:


Abran la puerta, hijitos,
que traigo leche en las tetas
y agua en las cornetas.



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Abrieron despacito la puerta y cuando vieron que era el lión, dispararon y se escondieron en el cajón.

El lión entró cerrando la puerta, y como no los hallaba por ninguna parte, se quedó esperando que salieran.

En eso vino la cabra y dijo:


Abran la puerta, hijitos,
que traigo leche en las tetas
y agua en las cornetas.



Entonce oyó que el lión dijo:

-No te abro nada.

Entonce la chiva conoció que era el lión y pensó que li había comido los hijitos y le dice:


Salí, lión, de mi ranchito
que traigo para mis hijitos,
leche en las tetas
y agua en las cornetas.



Y el lión le contestó:


Yo soy el lión de la lionería
y si salgo pa juera te comería.



Entonce la chiva se jue llorando por un caminito a buscar que la ayuden. Encontró un caballo y el caballo le preguntó pórque lloraba. Ella le contestó qui había entrado un lión en su rancho y que seguramente li había comido los hijitos y que no lo podía sacar. El caballo le preguntó cuánto pagaba para sacarlo al lión. Ella le contestó que dos fardos de pasto. Y el caballo le dijo:

-Vamos, yo te lo voy a sacar.

Ve, jueron al rancho y el caballo entró. Lo agarró a patadas al lión, pero el lión lo lastimó, y no lo pudo sacar. El caballo salió corriendo.

Volvió la chivita llorando por el caminito y encontró un güey, y le dijo:

-¿Pórque llorás?

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La chiva le contestó:

-Si ha entrado el lión a mi ranchito, mi ha comido los hijitos y no quere salir.

-Vamos, yo te lo voy a sacar -le dijo.

Se jueron al rancho y la chiva golpió la puerta y dijo:


Abran la puerta, hijitos,
que traigo leche en las tetas
y agua en las cornetas.



Contestó el lión y la chiva le dijo:

-Salí lión de mi ranchito.

Y entonce le dijo el lión:


Yo soy el lión de la lionería
y si salgo pa juera te comería.



Entón entró el güey y lu agarró a cornazos al lión, pero el lión lo venció y salió corriendo el güey.

De nuevo volvió la chiva llorando por el caminito. Encontró una hormiguita y le preguntó pórque lloraba, y la chiva le contó lo que le pasaba. Se ofreció la hormiguita pa sacarle el lión y le dijo cuánto le pagaba. Y le dijo que dos panes.

-No quero -le dijo- porque es mucho.

-Bueno, te doy un pan.

-No, dame una rebanada.

Entón se jueron corriendo. Llegaron. Le dijo la chiva al lión que saliera y contestó lo mismo:


Yo soy el lión de la lionería
y si salgo pa juera te comería.



Entón entró la hormiguita por una rendija, se le subió al lión por la pierna y se le prendió en el poto del lión. Ahí el lión pegó un bramido, dio un salto muy grande y salió corriendo y no volvió más.

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Entón salieron los cabritos y se pusieron muy contentos de haberse salvado.

Después vino la hormiguita con otras hormiguitas y cada una se llevó una miga de la rodaja de pan y se jueron muy contentas.

Blanca Navas de Estefanía, 35 años. Trevelín. Futaleufú. Chubut, 1954.

Aprendió el cuento de la madre. Buena narradora.



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753. La chiva y el zorro

CHUBUT

Ésta era una chiva que tenía cinco chivitos.

Un día la chiva salió a pasiar y le dijo a los chivitos que no dejen entrar al zorro porque los anda por comer el zorro.

Los chivitos por jugar, si olvidaron de cerrar la puerta. Llegó el zorro y encontró la puerta abierta y se entró. Se comió tres chivitos. Del hambre que tenía se los comió enteros. Los otros dos corrieron por el campo.

Cuando volvió la chiva vinieron los dos chivitos, entonces la chiva preguntó por los otros tres. Y los chivitos le contaron lo que pasó. Entonce lloró mucho con los dos chivitos.

Entonce la chiva y los chivitos salieron a buscar al zorro. Uno de los chivitos llevaba aúja, el otro el hilo y la chiva llevaba la tijera. Después de mucho andar encontraron al zorro durmiendo debajo di un árbol. Corrieron los dos chivitos, lo apretaron al zorro, y la chiva con la tijera le abrió la panza, y salieron vivos los cabritos que había comido, y le pusieron unas piedras pesadas adentro. Después le costuraron de nuevo la panza y se jueron lo más contentos.

Entonce el zorro salió corriendo, se puso a disparar. Y llegó a un río. Le dio mucha sé, y cuando se agachó para tomar agua con el peso de las piedras se cayó en el río y se augó. Y así murió el zorro que es tan pícaro.

Infraín Salazar, 12 años. Trevelín. Futaleufú. Chubut, 1954.

Lo aprendió del padre que sabe muchos cuentos y es hachero en un obraje de la zona cordillerana. En esta colonia de galeses sólo narran cuentos los criollos.



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ArribaAbajo Nota

Nuestras 5 versiones del cuento de La cabra y los cabritos son recreaciones del tan popular cuento de niños del mismo tema, que ha alcanzado difusión universal. En ellas la bestia cruel es el tigre, el león, el zorro, y curiosamente, un gigante. En tres de ellas hay intercalación de motivos del cuento de la hormiguita, que desaloja de la casa a los peligrosos asaltantes que otros animales poderosos no han podido sacar.

El cuento está clasificado como el Tipo 123 por Aarne-Thompson.





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ArribaAbajoEl tigre pierde la presa

6 versiones y variantes


Cuentos del 754 al 759


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754. El tigre, el chivato y el quirquincho

El tigre pierde la presa


SAN JUAN

Había una vez un tigre muy malo y tenía aterrorizados a todos en ese lugar. Un güen día, recorriendo el campo, encontró un chivato, que de viejo que era si había perdido en el campo, y no podía dar con la majada que si había ido a las casas. Ya cuando estuvo cerca, le preguntó:

-¿Quí andas haciendo por mis dominios?

El chivato, al ver el tigre, se le jue el corazón a la boca y muerto de miedo le contestó:

-¡Perdonemé, tío Tigre, soy tan viejo que me perdí en el campo, y no sé por dónde ando!

Entonces el tigre, gritandolé lo que lo vía humilde al chivato, le dijo:

-¡Ahora te como! ¡Ahora te como!

El tigre lo iba a saltar y el chivato le imploró que espere, que no lo coma todavía, y le dijo:

-Por favor, tío tigre, no me coma, yo ya soy muy viejo y estoy muy duro. Mire esa higuera llenita d' higos, yo le puedo pelar higos pa que coma los más maduritos.

Entonces le dice el tigre al chivato, viendo la higuera llena de higos:

-No te comeré si me pelás todos esos higos sin romper ninguno.

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El pobre chivato, muerto de miedo, se pone a pelar los higos, pero entre que era tan viejo y que tenía tanto miedo en vez de pelar los higos los rompía a todos. Entonces el tigre, que 'taba hambriento, muy enojado, le gritó:

-Ahora te como -y si abalanzó sobre el chivato.

El chivato, viendo que no tenía salvación, le imploró otra vez diciendolé:

-Por favor, tío Tigre, no me coma, dejemé primero rezar algunos responsos antes de morir. Los voy a rezar bien juerte pa que Dios mi ayude a morir.

Entonces el tigre le gritó muy enojado:

-Bueno, rezá, y apurate, que tengo mucho hambre. Mientras tanto aprovecharé para afilar los dientes porque tu carne hai ser muy dura.

El chivato empezó a balar con desesperación, haciendoló crer al tigre que rezaba. El chivato pensaba que con sus balidos iba a llamar la atención de los dueños o de los que anduvieran por áhi, y lo iban a salvar. Después de un rato le dice el tigre:

-Bueno, basta de responsos, ahora te como.

Por favor, tío Tigre, ya voy terminando. Voy a decir otro y nada más.

Y seguía balando el chivato. En ese momento iba pasando cerca un quirquincho y cuando oye los balidos desesperados del chivato, si acerca. El quirquincho venía di un festín que si había dado con el compadre zorro, en un animal muerto qui habían encontrado. El quirquincho traiba una tripa llena de grasa, algunos pedacitos de carne y sangre. La traiba al hombro. La llevaba para comer al día siguiente. Cuando lo vio al tigre que 'taba por comer al chivato le gritó con todas sus fuerzas:

-Pero, mi amigo, ¿no le da vergüenza asustar de ese mudo a un viejo y pobre chivato?

Entonces el tigre, bramando de rabia, le dice:

-¿Cómo ti atrevís a hablarme en ese tono? A vos también te voy a comer.

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Y entonces el quirquincho le contesta con tono burlón:

-Qué vas a comer vos... No te metas conmigo, porque si te metís, no vas a ser el primer tigre que de un solo golpe le saco los sesos.

El tigre, furioso con el quirquincho, tan chico y tan atrevido, suelta al pobre chivato, para matarlo. El chivato, que ya se créiba finado, dando gracias a la Providencia, salió disparando. El tigre si abalanzó sobre el quirquincho, pero el quirquincho le sacudió en el medio de la cabeza con la tripa, y lo bañó con sangre, y con los pedazos de grasa. El tigre, asustado de esto, cayó de espaldas al suelo, y al pasarse la mano por la frente se tocó los pedazos de grasa que le habían quedado pegados, y creyendo que eran los sesos que se le habían saltado, decía:

-¡Me ha sacado los sesos! ¡Me ha sacado los sesos! ¡Ahora moriré! ¡Pobre de mí!

Más muerto que vivo de susto, se recostó sobre el pasto a esperar la muerte. Ahí estuvo un buen rato hasta que se dio cuenta que había sido burlado por el quirquincho, y bramando de rabia lo salió a buscar, y también a buscar al chivato. Pero no encontró a ninguno, y se quedó sin presa y burlado. Y esa era la venganza de las animales más débiles, del tigre que es tan malo.

Arcelio Contreras, 63 años. Villa Iglesia. Iglesia. San Juan, 1951.

El narrador, persona de cultura, es un buen conocedor de las tradiciones de este lejano lugar de la Provincia.



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755. El tigre y el quirquincho

SAN LUIS

El tigre andaba con mucho hambre porque no podía cazar nada. Quesque se topó con el quirquincho y áhi no más le dijo:

-Te guá comer, arrimate -y le puso una mano encima-. 'Tás gordo y aunque siá di un bocau me vas a servir.

El quirquincho se llevó un gran susto, pero no perdió el tino, y quesque le dice:

-Esperesé un ratito, no me coma, tío Tigre, que le voy a cantar antes un cantito.

Y áhi no más se puso a cantar el quirquincho:


Currurrucú ñuñú,
Rinrrín ringuilinchín242.



Y eso li hizo mucha gracia al tigre y quesque le dice:

-Ja, ja, ja, que me gusta. Cantá otra vez.

Y el quirquincho repetía:


Currurrucú ñuñú,
Rinrrín ringuilinchín.



Y el quirquincho cantaba y con todo disimulo iba cavando una cueva.

Y el tigre le decía:

-Ja, ja, ja, que me gusta. Cantá otra vez.

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Y el quirquincho repetía el canto:


Currurrucú ñuñú,
Rinrrín ringuilinchín.



Y ya cantó varias veces y tenía bien hecha la cueva y entonce el tigre le dice:

-Güeno, basta de canto, que ya te guá comer.

Y en eso se metió en la cueva el quirquincho y le dice di adentro:

-Tío Tigre, a mí ya no me come.

El tigre pegó un salto y metió la mano en la cueva y lu alcanzó a agarrar de la cola. Entonce le dice el quirquincho:

-Tire, tío tigre, que es una ráiz.

Y como el quirquincho es tan juerte en la cueva, y el tigre vio que era tan firme lo que él había agarrau, se creyó que era una ráiz, y lo soltó. Y así se salvó el quirquincho cantor.

Y ya se sabe que quirquincho que se mete en la cueva sólo se lo saca si se le puede hundir el cuchillo.

Gerardo Ponce, 70 años. San Martín. San Luis, 1931.

Modesto hacendado. Buen narrador.



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756. El tigre burlado

CHACO

Una vez el tigre hizo una gran fiesta en su casa. Invitó a los animales, ligeros y despaciosos, a concurrir. Y después, él los iba acompañar, como amigo, cuando se jueran a su casa.

Esta reunión la hacía con la intención de que al que quedara último, cuando jueran caminando, se lo comería tranquilamente.

Y bueno... en eso que estaban ahí todos reunidos y que ya habían farreado bastante, a eso de la madrugada, le dice el perro a toda la compañerada:

-Bueno, señores compañeros, ha llegado la hora de que todos los que al caminar sean despaciosos, se pongan en marcha.

Todos entendieron, y como el perro se había dado cuenta de la intención del tigre, quedaron los que corrían más ligero, atrás, como la gama, el ciervo, el perro, el avestruz.

Salieron todos juntos. Y el tigre iba último. Llegaron a un río y empezaron a pasar. Después de un rato, cuando al perro le pareció que todos los bichos ya habían bandeado el río le hizo seña a los demás, y como había mucha polvareda, les dijo:

-¡Alerta, compañeros!

Y le tiró en los ojos toda la tierra al tigre, y salieron disparando.

Mientras el tigre se limpió al vista perdió mucho tiempo, pero lo mismo los siguió lleno de ira.

Cuando llegaron el perro y los demás animales lo encontraron al carnero que no se había animado a bandear el río, y le dijeron:

-¡Largate al río que ya viene el tigre!

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El carnero contestó:

-¡No sé nadar!

-Entónce, revolcate entre el barro, hasta que no se te vea nada.

Y así lo hizo. Se revolcó y parecía un montón de barro, el carnero. Y se quedó sin moverse.

Cuando llegó el tigre a la costa del río, se encuentra con toda la bichada al otro lado, haciendolé burla. El tigre desesperao y furioso, miraba y caminaba de un lao a otro buscando algún palo pa tirarles. En eso vio unos cuernos, los agarró y los tiró a la otra orilla. Y era al carnero al que había tirado.

El carnero, una vez del otro lado del río, satisfecho de haberse salvado, le dijo al tigre:

-¡Muchas gracias, señor Tigre! Usted me ha hecho un gran favor.

Y reunidos siguieron haciendolé burla al tigre. El tigre respondió lleno de ira:

-¡Ahijuna!, ¡si hubiera sabido que era el carnero lo comía!

Paulino Gutiérrez, 40 años. Villa Alta. Resistencia. Chaco, 1952.

Persona de cultura. Muy buen narrador.



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757. El zorro se salva del tigre

ENTRE RÍOS

Una güelta lo encontró el tigre al zorro, que lo andaba buscando pa matalo por las picardías que le había hecho. Lo encontró de golpe. Entonce le dijo el tigre:

-Ara243 te voy a comer.

-No tío, no me coma -le dijo el zorro- que tengo para usté una nidada de güevos de avestruz, y es una lástima que se pierdan.

Al tigre le gustan mucho los güevos de avestruz y áhi entonce se amansó, y le dice:

-A ver si es cierto. Llevame ande 'tá la nidada.

Salieron a buscar la nidada y por chiripa244 encontró el zorro una nidada con güevos de avestruz y áhi se salvó.

Entonce le dijo el zorro que podían hacer juego y asar los güevos y eso le gustó mucho al tigre. Y el zorro hizo juego y puso a que se asaran los güevos. Al rato el zorro le dan un güevo bien asadito pero tibio. El tigre lo comió y quedó contento. Entonce le dice:

-Abra la boca, tío, que le voy a echar uno más rico todavía.

El tigre contento abrió la bocaza y el zorro le zampó uno hirviendo y lo quemó al tigre. El tigre se revolcaba de dolor, y se aprovechó y se juyó entonce, el zorro.

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Después de unos días que se curó el tigre lo salió a buscar al zorro pa comerlo. Va y lo encuentra cerca de una vizcachera, durmiendo. Y áhí lo agarra el tigre y ya se lo estaba por tragar, y el zorro le dice:

-Espere, tío, que le cante un cantito de despedida ante que muera.

-Cantalo -le dice el tigre-, pero rápido porque ya no más te como, te trago entero.

Y cantaba entonces el zorro y se iba haciendo para atrás, pa donde 'taban las cuevas de la vizcachera:


Currupí, currupái,
que a la barriguita
de mi tío tigre
voy a ir a parar.



Y al tigre le hacía mucha gracia el canto y le decía que lo repitiera. Y el zorro lo repetía y caminaba pa atrás, hasta que en una güelta se zampó a una cueva y lo jodió al tío, y así el tigre se quedó sin la presa.

Osvaldo Córdoba, 23 años. La Arenera. Gualeguaychú. Entre Ríos, 1959.

Peón que trabaja en la extracción de arena. La Arenera: caserío disperso.



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758. El tigre y el mono

El tigre pierde la presa


MISIONES

El tigre se iba en el monte245 y lo encontró al mono dormido en un rayo de sol. En este monte hay pocos lugares donde entra el sol, é todo muy cerrado. Y el tigre lo dispertó al mono. Y el mono al ver al tigre, asustado empezó a gritá, y movía lo pelo del jopo. El mono mueve mucho esto pelo que hace reír. Y al tigre le gustó eso, y él quería hacé lo mismo. Y el tigre le dijo al mono que no lo iba a comé si él le mandaba el remedio para él hacer así también, con eso pelo de la cabeza. Entonce el mono le dijo que sí, que le iba a hacer un remedio para que él haga mejor todavía. Bueno, le dijo que tenían que ía un lugar y que él le iba enseñá muy bien. Y siguieron hasta encontrar un árbol alto que tenía mucha enredadera icipó, esta diana246 que le llaman. Le dijo que le iba a dar una peinada. Entonce le hizó sentá al tigre ahí, acostado en el suelo. Le 'taba por dá la peinada. Y el monito buscó el peine, que se llama el peine del mono, una fruta, y puso atrás una piedra, que no se vea. Y ahí vino, lo empezó a peinale al tigre. Y 'taba contento el tigre. Y en un momento de eso, el mono le da con la piedra en la cabeza, con toda fuerza. Y el mono pegó un salto al árbol y se   —465→   escapó y lo dejó al tigre con la cabeza rota. Trepó por la enredadera y se jue. Y así se salvó el monito que es muy letrado, como decimos los misioneros.

Paulino Silvano Olivera, 59 años. Eldorado. Iguazú. Misiones, 1961.

El narrador es uno de los primeros pobladores criollos de esta comarca poblada por colonos extranjeros, en su mayoría alemanes, polacos.



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759. El zorro y la chancha

SALTA

Diz que el zorro ha andao con mucho hambre. Y áhi andao por cazar a varios animales y todos se le disparaban. Y ha llegau a un río y áhi 'taba una chancha con chanchitos. Diz que ya no podía di hambre el zorro y li ha dicho a la chancha que le va comer los hijitos. Y áhi li ha dicho la chancha:

-Sí, señor zorro, usté puede comer mis hijitos, pero los pobrecitos 'tán sin bautizar, y los quisiera bautizar primero.

Diz que el zorro ha dicho que güeno y la chancha li ha dicho qui haga el favor él de bautizarlos y que sea el pagrino. Y áhi ha comenzado a bautizarlos en el río. Diz que los iba hundiendo y sacando del agua, y en una de esas güeltas la chancha lu ha empujau con todas sus juerzas y el zorro ha cáido en el medio 'el río. Diz que lu ha llevau un güen trecho la corriente y por milagro si ha podido agarrar di unas ráices y si ha salvado. La chancha si ha disparau pa las casas y si han salvau los chanchitos.

Manuel Iseas, 80 años. Las Chacras. Las Víboras. Anta. Salta, 1952.



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ArribaAbajoNota

Nuestro cuento pertenece al tema general del animal cazador, fuerte, que es burlado por animales débiles que, con ingenio, logran salvarse de sus garras. Tiene gran difusión en Europa y en América.

En 5 de nuestras 6 versiones, el tigre es engañado por el chivato, el carnero, el quirquincho, el zorro y otros animales haciéndole oír invenciones oportunas o cantos, mientras preparan su huida. En una de las versiones el zorro es el burlado por una cerda a la que le quiere comer los hijos; la madre le pide se los deje bautizar y, mientras lo hace, lo empuja al medio del río, y así puede huir.

El tema está clasificado por Aarne-Thompson como el Tipo 122, con diversas variantes.





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